Postmodernismo y metaficción historiográfica. (2ª ed.)

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Postmodernismo y metaficción historiográfica. (2ª ed.)
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BIBLIOTECA JAVIER COY D’ESTUDIS NORD-AMERICANS





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DIRECTORAS



Carme Manuel



(Universitat de València)



Elena Ortells



(Universitat Jaume I, Castelló)










© Santiago Juan Navarro





Postmodernismo y metaficción historiográfica: una perspectiva interamericana





1ª edición de 2002



2ª edición de 2020



Reservados todos los derechos



Prohibida su reproducción total o parcial



ISBN: 978-84-9134-671-5



Ilustración de la cubierta: Sophia de Vera Höltz



Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera



Publicacions de la Universitat de València





http://puv.uv.es







publicacions@uv.es





Edición digital






A mis padres






Agradecimientos



Quisiera expresar mi agradecimiento a todos aquellos que leyeron el manuscrito del libro en sus diferentes etapas: José María Pozuelo Yvancos, Antonia Cabanilles, Joan Oleza, Javier Coy, Catalina Quesada Gómez, Julio Aróstegui, Jaime Alazraki, Félix Martínez-Bonati, Eloise Quiñones-Keber, Asunción Gómez y George Stade. Todos ellos expresaron comentarios y observaciones que ayudaron a llevar a buen término el proyecto.



Este libro no hubiera sido posible sin la dirección intelectual de Jenaro Talens, la amistad inquebrantable de Patricia Bou y el apoyo entusiasta de Carme Manuel.



Mi gratitud finalmente a Enrique García Díez, quien me enseñó el camino.




Índice





INTRODUCCIÓN







CAPÍTULO 1 LA METAFICCIÓN HISTORIOGRÁFICA EN EL CONTEXTO DE LA TEORÍA POSTMODERNISTA: UNA PERSPECTIVA INTERAMERICANA







CAPÍTULO 2 EL TEATRO DE LA MEMORIA DE CARLOS FUENTES







CAPÍTULO 3 ISHMAEL REED Y EL REVISIONISMO AFROAMERICANO DE LA HISTORIA







CAPÍTULO 4 DE LIBROS Y UTOPÍAS: LA NOVELA POLÍTICA POSTMODERNISTA EN EL NUEVO MUNDO







CAPÍTULO 5 REVISIONISMO HISTÓRICO, LITERATURA Y RESISTENCIA EN LAS AMÉRICAS







CONCLUSIONES







BIBLIOGRAFÍA






Abreviaturas



En las referencias a las obras primarias se han utilizado las siguientes abreviaturas:




AAAC

Argentina: años de alambradas culturales

 (Julio Cortázar)

CCL

Cervantes o la crítica de la lectura

 (Carlos Fuentes)

EE

El espejo enterrado

 (Carlos Fuentes)

LM

Libro de Manuel

 (Julio Cortázar)

BD

The Book of Daniel

 (E. L. Doctorow)

EC

Essays and Conversations

 (E. L. Doctorow)

MJ

Mumbo Jumbo

 (Ishmael Reed)

NCP

New and Collected Poems

 (Ishmael Reed)

NNH

La nueva novela hispanoamericana

 (Carlos Fuentes)

NTVD

Nicaragua tan violentamente dulce

 (Julio Cortázar)

SIONO

Shrovetide in Old New Orleans

 (Ishmael Reed)

TN

Terra Nostra

 (Carlos Fuentes)

UR

Último round

 (Julio Cortázar)

VAUM

Viaje alrededor de una mesa

 (Julio Cortázar)

VDOM

La vuelta al día en ochenta mundos

 (Julio Cortázar)

WIF

Writin’ Is Fightin’: Thirty Seven Years of Boxing on Pape

 (Ishmael Reed)



Todas las traducciones son del autor de este estudio, salvo que se indique lo contrario.





Introducción

Hacia una lectura interamericana de la narrativa postmodernista



Los estudios comparados en las Américas han estado tradicionalmente orientados hacia el análisis de la relación entre obras producidas en el Nuevo Mundo y sus modelos europeos. Siempre que se ha discutido la relación entre las tradiciones de Estados Unidos o Canadá y Latinoamérica, la tendencia ha sido a señalar las diferencias, en lugar de las semejanzas. Como reconoce Gustavo Pérez Firmat, los estudios literarios interamericanos son todavía una

terra incognita

, un campo que aún necesita ser explorado (1990: 2).

1

 Esta escasez de estudios comparados panamericanos se debe muy probablemente a las rígidas fronteras entre las disciplinas académicas. Tanto en las universidades europeas, como en las latinoamericanas y norteamericanas, los departamentos de filología hispánica e inglesa raramente interactúan. Las conferencias y encuentros entre “americanistas” y “latinoamericanistas” han sido muy esporádicos.

2

 “América” y “lo americano” son conceptos frecuentemente tratados dentro de una perspectiva anglófona y nacionalista que excluye la mayoría de los países del hemisferio. Este fenómeno, que tiene su efecto más visible en la apropiación de la palabra “América” como sinónimo de los Estados Unidos, es solo uno de los muchos ejemplos de cómo la hegemonía política y económica llega a afectar incluso nociones geográficas. Los latinoamericanistas, por su parte, miran con sospecha cualquier intento de conectar su propia tradición literaria con la de los Estados Unidos, arguyendo que una historia de dominación económica y cultural dificulta cualquier interacción positiva entre ellos. Tanto los “americanistas” como los “latinoamericanistas” parecen más preocupados por establecer el carácter único y distintivo de sus respectivas culturas que por iniciar un diálogo que permita comprender tales culturas dentro de contextos que vayan más allá de estrechas perspectivas nacionalistas.



El campo de la narrativa histórica postmodernista en las Américas es problemático en este y en otros sentidos. Como la literatura latinoamericana se resiste a ser encasillada dentro de los modelos tradicionales de la historia literaria occidental, muchos hispanistas se han mostrado recelosos del debate en torno al postmodernismo. Por otro lado, y dado el uso de una epistemología crecientemente subjetiva, la narrativa postmoderna es a menudo considerada como ahistoricista. Como resultado de esta doble complejidad, la mayor parte de los estudios existentes sobre el tema tienden a la lectura descontextualizada de las obras, al mero inventario de técnicas formales. Los ejemplos aducidos en tales estudios son en su mayoría norteamericanos. Las obras latinoamericanas, o bien son ignoradas, o mencionadas como exóticas ilustraciones de teorías construidas sobre modelos europeos o estadounidenses.



El presente estudio, que analiza un grupo selecto de narrativas históricas y políticas escritas en Hispanoamérica y los Estados Unidos durante los años setenta, aspira, en última instancia, a corregir algunos de estos desequilibrios. Muchas de las novelas históricas de este periodo se caracterizan por una paradójica combinación de autorreferencialidad y meditación historiográfica. Son obras que ponen en primer plano su condición de artificio, mientras que simultáneamente reafirman su circunstancia histórica. Linda Hutcheon ha acuñado el término

historiographic metafiction

 para referirse a este tipo de práctica narrativa (una de las más extendidas dentro de las obras de ficción postmodernistas). Partiendo de la base de su poética del postmodernismo, así como de la teoría del texto autorreflexivo de Lucien Dällenbach y de las nuevas filosofías de la historia, examinaré esta problemática articulación en las obras de cuatro autores representativos de este periodo en las Américas: el mexicano Carlos Fuentes, el argentino Julio Cortázar y los estadounidenses Ishmael Reed y E. L. Doctorow. Estos cuatro autores ejemplifican una serie de tendencias dominantes en la teoría y práctica de la metaficción historiográfica en las Américas: la recuperación de la marginalidad, el uso de filosofías políticas que dejan espacio a la heterodoxia y la disidencia, el concepto de la literatura como experiencia colectiva abierta a la participación del lector, y la reescritura paródica de las tradiciones históricas y literarias, con la intención de desmitificar los sistemas de representación dominantes. A través de un análisis textual de las metaficciones historiográficas más destacadas de estos autores, intentaré establecer algunos de los rasgos distintivos de este modo narrativo en las Américas.



Dado lo complejo del debate postmodernista, el primer capítulo se dedica a un detenido análisis de los conceptos de postmodernidad más comunes en el ámbito interamericano. La primera parte discute la naturaleza de este debate en las Américas, dedicando especial atención a los conceptos desarrollados por los críticos angloamericanos y al controvertido uso del término “postmodernismo” en las letras hispánicas. El capítulo se completa con una reconceptualización de la filosofía de la historia dentro del marco de la postmodernidad y un breve recorrido por las teorías más destacadas en torno a la autorreferencialidad textual. La finalidad de este capítulo introductorio no es analizar en profundidad todas las posibles interpretaciones de este fenómeno ni desarrollar un concepto completamente nuevo del postmodernismo, sino ofrecer una visión panorámica de aquellas perspectivas teóricas empleadas en mi análisis.

 



El capítulo 2 analiza la obra de Fuentes en el contexto de la narrativa histórica postmodernista. El capítulo se centra en

Terra Nostra

 y comprende los tres temas dominantes de la novela: la visión crítica que Fuentes presenta de la España imperial y su imposición sobre Hispanoamérica (“El viejo mundo”), la reinvención de los mitos prehispánicos y crónicas de la conquista (“El mundo nuevo”) y la representación de los movimientos de oposición que se enfrentan a las instituciones monolíticas de la metrópoli colonizadora (“El otro mundo”). El análisis de estos tres motivos históricos se lleva a cabo a la luz de los ensayos históricos del propio Fuentes, los cuales son cotejados con las fuentes bibliográficas empleadas y obras historiográficas que confirman o niegan las propuestas de la novela. Al análisis histórico sucede un examen de la forma en que se expresan estos temas mediante metáforas autorreflexivas y un estudio de la visión cultural que se desprende de ellas.



El capítulo 3 interpreta el revisionismo histórico de Ishmael Reed como un modo de desplazar las perspectivas dominantes sobre el papel del mundo negro en la historia. En

Mumbo Jumbo

, Reed construye una nueva mitología que aspira a socavar los estereotipos existentes en torno a la supuesta inferioridad de la cultura afroamericana. Historiográficamente el capítulo se centra en dos temas: los orígenes de la cultura afroamericana y su variada expresión durante el Renacimiento de Harlem en los años veinte. Como Fuentes, que reescribe la historia de España desde la perspectiva de los colonizados, Reed invierte la dinámica del imperialismo cultural imponiendo una perspectiva periférica y marginal sobre la cultura judeocristiana. A continuación, se examina la radical autorreferencialidad de la estrategia metaficticia de la novela que es creada mediante el uso de duplicaciones paradójicas. Por medio de su estructura autorreflexiva,

Mumbo Jumbo

 pone en primer plano la naturaleza textual de su universo referencial, incluyendo el referente histórico.



El capítulo 4 analiza la obra de dos autores, Julio Cortázar y E. L. Doctorow, que intentan articular una prosa experimental con temas políticos. A diferencia de los capítulos sobre las obras de Fuentes y Reed, cuya dimensión enciclopédica requiere de una exhaustiva clarificación, el foco de este capítulo se limita al estudio de dos de los rasgos más sobresalientes de

Libro de Manuel

 y

The Book of Daniel

: la politización del

collage

 y el montaje modernistas en la novela de Cortázar y la

mise en abyme

 de la escritura de la historia y la ficción en la novela de Doctorow. El análisis de motivos históricos específicos en estas dos novelas (Argentina bajo la dictadura militar y los Estados Unidos durante el periodo de la Guerra Fría) es completado con una discusión de sus preocupaciones epistemológicas. Tanto Cortázar como Doctorow se valen del relativismo histórico postmoderno en su búsqueda de una historiografía “correctiva”, una narrativa histórica con el poder de superar la represión política y llevar a cabo cambios sociales específicos.



El capítulo 5 ofrece un repaso de las semejanzas y diferencias entre las obras comentadas en relación con su uso de la metaficción y la historiografía dentro del contexto de las Américas. En este apartado se identifican cuatro rasgos característicos de la novela histórica postmodernista en el Nuevo Mundo: el utopismo, la búsqueda de la identidad cultural, la hibridez y el intento de crear una cultura pedagógica y política dentro de un marco dominado por la falsificación de la realidad y el simulacro de la historia. El capítulo sintetiza las paradojas reveladas a través del análisis textual y establece las bases para una perspectiva interamericana de la novela histórica postmodernista.



Aunque la organización interna varía de acuerdo con cada uno de los temas discutidos, los tres capítulos centrales (el análisis textual de los autores y obras escogidos) responde a un patrón semejante. En primer lugar, se ofrece un breve repaso del uso de la autorreferencialidad y la historia en la producción literaria de cada escritor. A continuación, se estudia en profundidad una de sus metaficciones historiográficas desde esta perspectiva dual (autorreflexiva e histórica). El foco en este caso reside en las formas en que determinados motivos históricos son presentados en cada obra y en la visión histórica que se desprende de ellas. El rastreo de fuentes bibliográficas es imprescindible para un cabal entendimiento de obras que, aunque no pretenden ser fieles al registro histórico, usan la historia como principio organizador. De hecho, algunas de estas novelas llegan a sugerir que la ficción es un sistema de conocimiento superior al de la historia académica, una pretensión que será debidamente puesta a prueba mediante un detenido análisis tanto literario como historiográfico.



El estudio del componente metaficticio sigue las pautas establecidas por Lucien Dällenbach en su gramática de la

mise en abyme

. Con tal término se designa el recurso mediante el cual un elemento dentro de la obra refleja la obra en su conjunto. Dällenbach ofrece un análisis sistemático de los diferentes tipos y niveles de reflexión que es útil para el análisis de la narrativa autoconsciente. Mi interés, sin embargo, no está en la descripción ahistórica de esta dimensión especular del texto, sino en demostrar que las metáforas y tramas autorreflexivas son recurrentemente empleadas en estas novelas para subrayar y sintetizar una visión histórica particular. Mediante el uso de síntesis autorreferenciales, “autocitas” del contenido, debates estéticos y mitos del origen, estas obras no solo reflexionan sobre sí mismas, sino también sobre la naturaleza discursiva–y, por tanto, mediatizada–de sus referentes históricos.



Como el presente estudio explora la forma en que un problema narrativo (cómo la ficción postmodernista articula autorreferencialidad e historiografía) se resuelve en un contexto determinado (las Américas), su enfoque teórico combina el análisis formal y contextual. Mediante el examen del

impasse

 cultural en el que fueron producidas estas obras, intentaré contestar algunas de las más importantes–y en gran medida inexploradas–cuestiones sugeridas por la teoría contemporánea. Como acertadamente sugiere Roberto González Echevarría (1990: 28), se ha convertido en un clisé casi acrítico el referirse a la importancia de la autoconciencia en la narrativa contemporánea. Pocos, sin embargo, han investigado sus funciones distintivas en obras específicas. Algo parecido podría decirse en relación con la nueva novela histórica. Aunque es muy común oír hablar de un renovado interés por materias históricas en la narrativa contemporánea, no son comunes, o al menos no en igual medida, los estudios en torno a las funciones y consecuencias del uso de temas históricos concretos. Este trabajo explora el tratamiento de estos dos elementos en la novela histórica postmodernista de Hispanoamérica y los Estados Unidos. A diferencia de gran parte de la teoría escrita en este campo, que celebra o rechaza el fenómeno global del postmodernismo, mi intención es ofrecer una evaluación crítica de los logros y contradicciones de esta nueva sensibilidad estética.





Capítulo 1

La metaficción historiográfica en el contexto de la teoría postmodernista: una perspectiva interamericana



Gran parte de las novelas históricas producidas durante las tres últimas décadas se caracterizan por una paradójica combinación de autoconciencia narrativa y reflexión historiográfica. Son textos intensamente autorreflexivos (exponen abiertamente su condición de artefactos lingüísticos), que aluden a una realidad histórica específica. Desde el punto de vista referencial, responden a dos impulsos divergentes: uno centrípeto, que se manifiesta en un aparente narcisismo narrativo; otro centrífugo, que los lleva a explorar el contexto en el que se inscriben. Linda Hutcheon ha acuñado el término de

historiographic metafiction

 para referirse a estas formas ambivalentes, que, a su modo de entender, constituyen la manifestación dominante del postmodernismo literario. Autores como E. L. Doctorow, Robert Coover e Ishmael Reed, en el marco estadounidense y Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes o Abel Posse, en el latinoamericano, son solo algunos de los ejemplos más obvios de este tipo de práctica que ha tenido una especial difusión en las Américas. En el presente capítulo se estudiará el contexto teórico en el que surge la metaficción historiográfica, un contexto que es indisoluble del debate en torno a la postmodernidad.



A pesar de la desconfianza inicial de muchos críticos, el término “postmodernismo” ha acabado por imponerse en gran parte del ámbito académico. Usado para expresar una relación de secuencia en relación con el modernismo, el prefijo “post-” ha adquirido diferentes matices, cuando no conceptualizaciones divergentes. Para algunos se trata del término más apropiado para designar una ruptura radical con la estética modernista; para otros, no es sino una extensión de las premisas del propio modernismo. Si hay escaso acuerdo para establecer su relación con movimientos o periodos precedentes, lo mismo podría decirse en torno a su cronología. La década de los cincuenta (Jameson 1991: 1), la de los sesenta (Hutcheon 1988: 8) y la de los setenta (Harvey 1989: 7) son solo algunos de los referentes temporales que se han barajado como sus periodos inaugurales.



Todos estos temas adquieren mayor complejidad, si cabe, debido a la perspectiva crítica y la orientación ideológica de cada analista. Mientras algunos consideran el postmodernismo como un estilo que puede existir independientemente de un momento histórico determinado (Gaggi 1989), otros afirman que se trata de la expresión cultural de un estadio particular en el desarrollo de la economía mundial (Jameson 1983, 1984a, 1991). Dada la ubicuidad y la mutabilidad de este término y su asociación con la metaficción historiográfica, se hace urgente una exploración general de sus teorizaciones. En primer lugar, se examinan algunos de los conceptos más influyentes de la postmodernidad literaria en el contexto angloamericano: los desarrollados por Ihab Hassan, Brian McHale, Linda Hutcheon y Fredric Jameson. Si bien estos conceptos parten de lecturas dispares, juntos representan dos de las actitudes dominantes en el debate postmodernista: la visión esencialista, que busca diferenciar lo estético de otros ámbitos (Hassan y McHale), y la posición historicista de aquellos que sitúan el postmodernismo más allá de lo estrictamente literario, emplazándolo dentro de un corpus más amplio de prácticas discursivas (Hutcheon y Jameson). Desde una perspectiva interamericana, este análisis no sería completo sin tener en cuenta las posiciones que el debate ha suscitado en Latinoamérica, donde el uso del término “postmodernismo” ha sido frecuentemente cuestionado. Por último, las secciones 3 y 4 estudian los dos componentes característicos de la metaficción historiográfica (la autorreflexión y la historiografía) y el modo en que estos elementos han sido contemplados por la teoría contemporánea.



CONCEPTOS ANGLOAMERICANOS DEL POSTMODERNISMO



Ihab Hassan: estrategias de la deconstrucción



Ihab Hassan es uno de los primeros críticos en intentar establecer un concepto del postmodernismo desde una perspectiva propiamente literaria. Para ello ofrece una relación sistemática del repertorio postmodernista en comparación con el modernismo y las vanguardias. Para Hassan, los tres movimientos constituyen tres manifestaciones del cambio artístico en el presente siglo. La adscripción de obras y autores a cada una de estas corrientes es, ciertamente, problemática, y refleja los problemas típicos de toda obra pionera. En cualquier caso, Hassan es irónicamente consciente de tres limitaciones fundamentales en su estudio: el carácter artificioso de todo modelo literario, las inconsistencias que suelen ir aparejadas a toda descripción de nuevos fenómenos, y “the difficulty of giving a ‘deconstructionist’ canon for post-modernism” (Rose 43).

3

 En el epílogo a la segunda edición (1982) de su ensayo

The Dismemberment of Orpheus

 (1971), Hassan lleva a cabo su más completa sistematización de un concepto del postmodernismo.

4

 Tras establecer la necesidad de entender el fenómeno como nacido en el seno del modernismo, no como ruptura sino como revisión, Hassan ofrece una larga lista de nombres procedentes de las más variadas disciplinas (filosofía, historia, psicoanálisis, teoría política, filosofía de la ciencia, teoría literaria, danza, música, artes plásticas, arquitectura y literatura) que iluminarían un posible concepto del postmodernismo.

5

 Como señala el propio Hassan, la variedad y heterogeneidad de tales nombres hacen imposible su inclusión bajo un mismo movimiento, paradigma o escuela. Sin embargo, evocan una serie de tendencias culturales relacionadas, una constelación de valores, un repertorio de procedimientos y actitudes de lo que conocemos como postmodernismo.

 



El rasgo dominante que Hassan ve en sus representantes es la exacerbación de una tendencia ya existente en el modernismo y las vanguardias: “la voluntad de deshacer”. Pero, frente a la institucionalización del elitismo de las vanguardias y del cultismo modernista, Hassan asocia este impulso deconstructivo a lo que Leslie Fiedler ha descrito como la recuperación de la cultura popular. Estos dos impulsos, desafío al modernismo institucionalizado y voluntad de (auto)disolución (o como Hassan desarrollará ulteriormente, inmanencia e indeterminación), constituyen los dos ejes articuladores del universo postmodernista.



Antes de ofrecer una lista detallada de su repertorio, Hassan se detiene en la elaboración de diez problemas conceptuales que, simultáneamente, ocultan y constituyen el postmodernismo”. Los cuatro primeros representan problemas de definición. En primer lugar, la palabra “postmodernismo” evoca aquello que pretende superar o suprimir (el modernismo mismo), es decir, contiene en su etimología a su propio enemigo. Como otras categorías, el postmodernismo sufre de lo que Hassan califica de inestabilidad semántica (algunos críticos llaman postmodernismo a lo que otros llaman “vanguardias” y otros “neovanguardias” o, simplemente, “modernismo”). La inestabilidad histórica de todo concepto literario lleva a cruces y superposiciones de estas dos corrientes a lo largo de su historia. En todo momento Hassan enfatiza la imposibilidad de separar tajantemente modernismo y postmodernismo, puesto que cualquier autor a lo largo de su carrera literaria hará uso probablemente de técnicas que podrían adscribirse a ambas tendencias.



En los apartados cinco, seis y siete se subrayan las dificultades de toda periodización. Para Hassan un periodo debe ser contemplado “tanto en sus continuidades como en sus discontinuidades” (1982: 264). El postmodernismo, en particular, conlleva una “doble visión” en la que se conjugan impulsos apolíneos y dionisíacos: la igualdad y la diferencia, la unidad y la ruptura, la filiación y la revuelta. Como cualquier periodo, el postmodernismo es una construcción sincrónico-diacrónica que requiere definición histórica y teórica. Las fechas inaugurales son, pues, arbitrarias y sería posible descubrir antecedentes del postmodernismo en autores tan dispares como Sterne, Sade, Blake o Rimbaud. Hassan apuesta por una visión dialéctica y plural que contemple equitativamente continuidades y discontinuidades, diacronías y sincronías y en la que los rasgos definitorios no sean excluyentes. Los dos últimos problemas conceptuales discutidos por Hassan (nueve y diez) insisten en la necesidad de considerar el postmodernismo no solo como un fenómeno artístico, sino también como un fenómeno social. Se advierte, asimismo, sobre el peligro de convertir algo concebido originalmente como una descripción, en una actitud evaluativa o en categoría normativa del pensamiento literario, lo que llevaría a valorar a unos autores por encima de otros, en función de su adscripción a determinada corriente artística.



En la parte sin duda más conocida de su ensayo, Hassan ofrece una tabla de treinta y cinco diferencias esquemáticas que distancian al postmodernismo del modernismo. En todo momento, Hassan intenta escapar de la acusación de rigidez taxonómica reivindicando una visión dialéctica y plural. Las formas modernistas coexisten en la actualidad con las propiamente postmodernas, y algunos elementos de ambas podrían entreverse en manifestaciones artísticas anteriores. La historia es contemplada por Hassan como un palimpsesto en el que se entremezclan las formas culturales del pasado, presente y futuro (1980). Partiendo de disciplinas tan distintas como la teoría literaria, la antropología, el psicoanálisis o las ciencias políticas, entre otras, su finalidad es establecer una teoría de la “indetermanencia”. Con semejante neologismo Hassan se refiere a los dos elementos teóricos que constituirían la

episteme

 del postmodernismo: la indeterminación y la inmanencia.



La indeterminación responde a la voluntad de deshacer que, como hemos señalado, caracteriza al discurso postmodernista, según Hassan. La ambigüedad, la heterodoxia, la discontinuidad y el pluralismo se manifestarían en una inclinación manifiestamente deconstruccionista: desintegración, descentramiento, diferencia, desplazamiento, discontinuidad, demistificación, destotalización, son tan solo algunos de los recursos deconstructivos que ofrece Hassan. En la literatura, esta tendencia se manifestaría en un cuestionamiento de los conceptos canonizados por el mundo académico: tanto de nuestras ideas del autor, libro y lectores, como del género, la crítica literaria o la propia literatura. Hassan menciona los casos de Roland Barthes, Wolfgang Iser, Paul de Man y Geoffrey Hartman para apoyar su valorización de la indeterminación como un componente indispensable en el acto de la creación y la comunicación literarias.



Por lo que se refiere a la inmanencia, Hassan la define como la creciente capacidad de la mente para generalizarse mediante símbolos, intervenir en la naturaleza, y actuar sobre sí misma, a través de sus propias abstracciones, para acabar convirtiéndose en su propio ambiente (1982: 270). Esta tendencia intelectualizante se manifiesta en conceptos como difusión, diseminación, pulsión, comunicación e interdependencia. Detrás de las diferentes manifestaciones de una postmodernidad fluctuante (como revelan la historia, la ciencia, la cibernética y las tecnologías) encontramos la inmanencia del lenguaje (1982: 270). Como precisará posteriormente, los lenguajes constituyen el ejemplo paradigmático de esta dinámica de la inmanencia, pues “reconstituyen el universo en signos de su propia creación, transformando la naturaleza y la cultura en un sistema semiótico inmanente” (1986: 122).



Hassan concluye su ensayo subrayando las paradojas últimas que encierra el postmodernismo: a pesar de su preferencia manifiesta por lo abierto, lúdico, optativo, provisional, disyuntivo o indeterminado, el postmodernismo se inclina por los procedimientos penetrantes, las interacciones ubicuas, los códigos inmanentes, los medios de comunicación, los lenguajes. De acuerdo con este crítico, la humanidad atraviesa un periodo de globalización, al mismo tiempo que se desintegra en sectas, tribus, y facciones de todo tipo (1982: 271).



Como era de esperar, muchos han criticado los prejuicios jerárquicos que subyacen al conjunto de características contrastivas propuesto por Hassan. En su esquema tantas veces citado el modernismo aparece asociado con principios autoritarios, mientras el postmodernismo se convierte en una especia de utopía libertaria gobernada por el poder ilimitado de la imaginación. Resulta irónico, sin embargo, que, para poder comunicar su mensaje anárquico, Hassan se valga de una nomenclatura binaria que implica una forma profundamente jerárquica de ver la realidad. Como bien ha señalado Steven Connor, “nterestingly, one term that we might have expected to turn up in Hassan´s sinister column of dishonor is ‘binarism’: the fixation upon strict and homogeneous contrasts. Hassan here has to rely upon this binary logi