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CÓMO ESCUCHAR

Los proyectos de transporte son buenos para la economía. La participación de las partes interesadas garantiza que también sean buenos para el medio ambiente y la sociedad. Así es cómo funcionó con los pueblos indígenas de Honduras.

Ana Dilaverakis

En Honduras, el Gobierno ha convertido la mejora de la calidad y la seguridad de la red de carreteras en una gran prioridad dentro de su plan de desarrollo para las próximas dos décadas. La modernización y la rehabilitación del Corredor Occidental era especialmente importante, pues comunica San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande y capital industrial del país, con Guatemala y El Salvador. La carretera incentivaría el turismo y potenciaría la actividad económica, además de mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales en una de las regiones más pobres y desfavorecidas de Honduras. Por ello, el Banco Europeo de Inversiones ha prestado 79,5 millones de euros, además de tres millones de euros en asistencia técnica para el proyecto. (También estamos ayudando al Gobierno hondureño a reparar los daños causados al proyecto por los grandes huracanes de finales de 2020).

Sin embargo, se calcula que el proyecto afecta a 740 hogares, entre ellos unas 180 familias que se verán desplazadas físicamente o afectadas económicamente. Y en la zona donde se desarrolla el proyecto viven unos 40 000 indígenas ch’orti. Los ch’orti dependen principalmente de la agricultura y proporcionan mano de obra estacional a las grandes fincas cafeteras y al negocio del turismo, mientras que las mujeres también contribuyen a la actividad económica mediante la fabricación de productos artesanales. La mayoría del pueblo ch’orti vive en situación de pobreza extrema y tiene un nivel de alfabetización inferior a la media en Honduras. Casi el 50 % están desempleados y en general tienen un acceso limitado a la atención sanitaria.

La situación de los ch’orti ha sido un buen ejemplo de participación de las partes interesadas.

Algunos individuos o grupos pueden ser menos resilientes ante los impactos adversos de un proyecto, especialmente si han sido objeto de discriminación financiera, cultural o de género, si son más dependientes de su entorno o tienen un acceso limitado a la justicia y a la toma de decisiones. Los pueblos indígenas suelen formar parte de estos grupos vulnerables, pues tienen identidades y aspiraciones diferentes de las de los grupos dominantes en las sociedades nacionales y a menudo se ven perjudicados por los modelos tradicionales de desarrollo. La participación efectiva de las partes interesadas garantiza que se satisfagan sus necesidades y que un proyecto no cause efectos sociales o medioambientales negativos.

Los ch’orti son descendientes del antiguo imperio maya de Copán y, según la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, se consideran vulnerables. Aunque la mayoría de los afectados por la construcción de la carretera no eran indígenas, la zona del proyecto se consideró una zona socioeconómica vulnerable. Cuando se enteraron de las obras previstas, los ch’orti temían que significaran la expropiación de sus tierras. Las poblaciones indígenas ya habían vivido situaciones difíciles con proyectos en los que no se los había consultado.

La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas reconoce la necesidad de respetar y promover los derechos inherentes a los pueblos indígenas. El artículo 26 de la Declaración otorga a los pueblos indígenas derechos sobre las tierras y los recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado, utilizado o adquirido. Además, las normas medioambientales y sociales del BEI exigen que los prestatarios mantengan un diálogo abierto, transparente y responsable con todas las comunidades afectadas por el proyecto y con las partes interesadas pertinentes de manera adecuada y eficaz. También protegen los derechos e intereses de los grupos vulnerables.

El compromiso de las partes interesadas va más allá de las obligaciones de transparencia.

Como condición para cofinanciar el proyecto, el Banco Europeo de Inversiones acordó con el Gobierno hondureño unos estrictos requisitos de salvaguardia. «Había que diseñar y aplicar un plan satisfactorio de participación de las partes interesadas antes de poder disponer de los fondos del BEI», afirma David López, ingeniero principal del BEI en el proyecto.

«La vulnerabilidad de los asentamientos ch’orti llevó al banco a exigir que se prestara más atención a la protección de los derechos e intereses de los pueblos indígenas», añade Joana Pedro, especialista en desarrollo social del BEI para el proyecto.

Para ello, el proyecto recibió una subvención de asistencia técnica financiada por la UE y se contrató a un consultor con experiencia en relaciones con los pueblos indígenas, que ayudase a informar a los ch’orti sobre los detalles del proyecto. Los ch’orti enseguida manifestaron su opinión positiva sobre el proyecto y reconocieron que el proyecto de carretera les supondría importantes beneficios. Esto llevó a la preparación del Plan de Desarrollo de los Pueblos Indígenas, que establecía medidas de mitigación y de reparto de beneficios. Estas medidas incluían 56 km de carreteras rurales para que las comunidades ch’orti tuvieran un mejor acceso a través de la red principal de carreteras a los servicios públicos y los centros económicos. Se contrató a un gran número de ch’orti para que trabajaran en las carreteras, con buenos salarios, lo que aumentó la renta media de los hogares y, por lo tanto, la calidad de vida. El Gobierno también acordó proporcionar apoyo agrícola mediante el asesoramiento y el suministro de semillas. El plan incluía la organización de talleres para asesorar y ayudar a las mujeres artesanas ch’orti en sus actividades comerciales y facilitar el acceso a los mercados. Estos cambios se reflejaron en un aumento de la asistencia de los niños a la escuela, gracias a la mejora de la economía familiar. Además, la mejora de la accesibilidad durante todo el año facilitó el desplazamiento a la escuela. Un plan de acción de reasentamiento, tras consultar a todos los afectados, estableció un programa de 4,1 millones de dólares para financiar el reasentamiento de las familias y las indemnizaciones en metálico. También preveía medidas de acompañamiento para apoyar a los afectados más vulnerables.

El compromiso de las partes interesadas va más allá de las obligaciones de transparencia. Incluye a la sociedad civil y a la comunidad de interesados en general, permitiéndoles analizar los proyectos, la gobernanza y los procesos de toma de decisiones. De esta forma, crece la confianza en que el desarrollo beneficie a todos.

Ana Dilaverakis trabaja en la división de carreteras estratégicas del Banco Europeo de Inversiones.

PROSPERIDAD PARA LA CIUDAD

Los movimientos de población hacia las ciudades se van acelerando en todo el mundo, en busca de trabajo, mejor atención sanitaria, educación y agua potable. Así es cómo las ciudades pueden gestionar estos grandes desplazamientos.

Jean-Philippe Stijns y David Morgant

Algo más de la mitad del mundo vive hoy en una zona urbana. En 2050, esta cifra podría alcanzar el 70 %. Las ciudades africanas serán las que más crezcan. Se espera que la población del continente urbano pase de alrededor de 470 millones en la actualidad hasta 820 millones en esta década. África tiene 1 300 millones de habitantes y el 40 % tiene menos de 16 años. En 2030, 29 millones de jóvenes africanos llegarán a la edad de trabajar. Esto creará una demanda todavía mayor de puestos de trabajo, viviendas y proyectos de obras públicas. El problema es especialmente grave en las ciudades secundarias con menos de 500 000 habitantes, donde se produce la mayor parte del crecimiento urbano.

La urbanización no planificada en África ha frenado el progreso social y económico durante muchos años. Si se lleva a cabo correctamente, la urbanización puede acelerar el crecimiento, hacer que las ciudades sean más innovadoras y diversificar las economías, pero hace falta tiempo y buena planificación. Si las cosas no cambian rápidamente, muchos asentamientos de chabolas en África podrían triplicarse de aquí a 2050.

Debemos trabajar más y planificar mejor para llevar buenos empleos, viviendas asequibles, mejor transporte público y sistemas modernos de saneamiento a muchas ciudades africanas. En los próximos 30 años habrá que construir o sustituir dos tercios de las infraestructuras en África. El déficit de tesorería para hacer frente a estos proyectos oscila entre 68 000 y 108 000 millones de dólares al año.

El crecimiento mal planificado está perjudicando a África de muchas formas. Las ciudades se extienden con la llegada de nuevos habitantes, pero la densidad de población sigue siendo la misma. Esta situación genera dispersión urbana y asentamientos de chabolas. Las infraestructuras, como el transporte, el agua y el saneamiento, no son adecuadas para hacer frente al aumento de la población. El sector privado no invierte suficiente dinero en las ciudades porque hay escasez de proyectos financieramente sólidos. Los responsables de las ciudades y las empresas a veces carecen de los conocimientos o el equipo técnico necesarios para gestionar grandes proyectos de infraestructuras.

Las ciudades deben hacer frente a la congestión

Las ciudades africanas deben abordar ante todo la congestión y la expansión urbana. Cuando una población urbana se extiende, es más difícil proporcionar agua potable y saneamiento. Es más difícil llegar a las escuelas y a los médicos si las carreteras están en mal estado. Es más difícil desplazarse y encontrar mejores trabajos.

Trabajamos directamente en más de 20 países africanos para mejorar el transporte, ampliar las energías renovables, aumentar el acceso al agua potable y al saneamiento y conceder préstamos a empresarios y pequeños agricultores. También estamos mejorando la educación y tratando de ofrecer más oportunidades a los jóvenes y a las mujeres. Nos basamos en los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU, que buscan eliminar la pobreza y crear ciudades sostenibles.

Trabajamos directamente en más de 20 países africanos para mejorar el transporte, ampliar las energías renovables, aumentar el acceso al agua potable y al saneamiento y conceder préstamos a empresarios y pequeños agricultores.

Hemos ayudado a construir viviendas asequibles en Namibia, a las empresas de microfinanciación de Burkina Faso para que concedan préstamos a mujeres empresarias y hemos mejorado las conexiones móviles en muchas regiones. Con un teléfono móvil y una buena conexión a Internet, un nuevo residente en la capital de Burkina Faso puede abrir una cuenta bancaria, pedir un préstamo, pagar facturas y recibir un salario. En Uganda, hemos ayudado a los refugiados a pedir préstamos y crear un negocio. En Dakar, hemos financiado un sistema de autobuses de alta calidad. En Senegal, hemos dado apoyo a centros de salud para mujeres y niños.

Buenos proyectos con escasez de dinero

Debemos animar a las autoridades públicas, las organizaciones no gubernamentales, las agencias de desarrollo y el sector privado a que colaboren en áreas como las infraestructuras, el transporte público, la electricidad y las comunicaciones digitales. Los africanos tienen una gran capacidad para innovar y encontrar soluciones para su situación local. En África existe un potencial inmenso para nuevas ideas en energías renovables, parques solares y parques eólicos.

El Banco Europeo de Inversiones está aumentando sus servicios de asesoramiento en África. Queremos ayudar a los responsables de proyectos a comprender sus mercados, hacer evaluaciones medioambientales y prepararse para riesgos climáticos como inundaciones, sequías o condiciones meteorológicas extremas. Queremos ayudar a los funcionarios municipales o a los directivos de las empresas a mejorar su capacidad para gestionar proyectos. Podemos ayudarles a diseñar una legislación urbanística y sistemas de concesión de licencias más estrictos, para garantizar que la construcción se desarrolle correctamente. Durante muchas décadas ha faltado inversión en buenos proyectos. Un intento reciente de colmar este vacío es el Desafío Mundial de Ciudades por el Clima, lanzado en 2018 por el Banco Europeo de Inversiones y el Pacto Mundial de los Alcaldes. Las ciudades que sean aceptadas en este programa recibirán orientación de expertos y subvenciones para tener la seguridad de que sus proyectos reciban la financiación adecuada.

Apoyar la inversión exterior

Otro camino para mejorar el empleo y desarrollar nuevas ideas son las agrupaciones industriales que están surgiendo por todo el continente. Las empresas que se han trasladado a la Zona Económica Especial de Kigali, en Ruanda, señalan un gran aumento de las ventas y del número de empleados. En el Parque Industrial Hawassa (Etiopía) trabajan 60 000 personas en el sector textil, fabricación de cuero, procesamiento de alimentos, desarrollo de productos farmacéuticos, entre otros sectores. En Marruecos, un clúster de automoción y aeronáutica en la zona portuaria de Tánger-Med abastece a muchos fabricantes europeos. Podemos crear más parques industriales y apoyar la innovación promoviendo la inversión exterior. Más de 40 ciudades africanas han captado un total de 583 000 millones de dólares en inversión extranjera directa entre 2013 y 2016. En los últimos diez años, el Banco Europeo de Inversiones ha invertido en África cerca de 22 000 millones de dólares. Estas inversiones han atraído miles de millones de inversiones en financiación del sector privado. En los próximos siete años tenemos previsto movilizar 100 000 millones de euros para el continente animando a los sectores público y privado a trabajar juntos.

Así es como mejoramos la vida de todos y garantizamos un crecimiento urbano sostenible.

Jean-Philippe Stijns es economista principal y David Morgant es especialista en desarrollo urbano del Banco Europeo de Inversiones.

A MAYOR RIESGO, MAYOR RECOMPENSA

Un agricultor en el África subsahariana necesita solo un ordenador, unos conocimientos básicos de informática y una conexión a internet para convertir una buena idea en una empresa emergente de éxito. Un vistazo al futuro digital de África.

Benoit Denis

La digitalización sirve para igualar la situación de los trabajadores. En una sociedad digital todo el mundo —jóvenes y viejos, ricos y pobres, hombres y mujeres— tiene más posibilidades de competir y triunfar si las tecnologías digitales y móviles están disponibles y son de fácil acceso. Nunca ha sido tan asequible convertirse en empresario.

El Banco Europeo de Inversiones puede mejorar las oportunidades digitales en toda África, especialmente entre la numerosa población joven. Debemos invertir en una educación que mejore las competencias digitales de los jóvenes y destinar más financiación a infraestructuras digitales. Deberíamos fomentar soluciones que se ajusten a las necesidades locales y aportar más financiación a gran escala y a pequeña escala para ayudar a las personas a adquirir conocimientos y permitir que las nuevas empresas despeguen y crezcan.

El espíritu empresarial en África es fuerte. De la población africana en edad de trabajar, el 22 % crea nuevas empresas, que es la tasa más alta del mundo. Las duras condiciones del continente han dado generaciones que asumen más riesgos para garantizar su éxito. Tenemos que darles medios para transformar sus ideas y su creatividad en empresas de éxito y creadoras de valor.

Una década de progreso

África es cada vez más digital. En los últimos diez años, el continente ha tenido el mayor crecimiento a nivel mundial en acceso a Internet, pasando del 2,1 % de la población en 2005 al 24,4 % en 2018. Se ha avanzado mucho en contratos de telefonía móvil y en acceso a internet para los hogares que poseen ordenadores. Sin embargo, este crecimiento sigue dejando atrás a mucha gente sin conexión móvil.

La «economía móvil» representó el 6,7 % del producto interior bruto global en África en 2016, lo que supone 153 000 millones de dólares. Se prevé que en 2020 alcance el 7,6 % (214 000 millones de dólares) del PIB africano. Los aumentos de productividad relacionados con la tecnología en sectores cruciales (servicios financieros, educación, salud, comercio minorista, agricultura y administración) en África tendrán un valor de entre 148 000 y 318 000 millones de dólares en 2025. Con el apoyo adecuado, estos sectores pueden crecer exponencialmente y ayudar a todas las economías africanas.

La infraestructura digital sigue siendo limitada en muchas partes del continente, por lo que es importante aumentar la financiación y el asesoramiento técnico en este ámbito. Las tecnologías digitales ayudan en muchos aspectos del mercado. Cuando un pescador o un granjero puede conectarse a internet o comunicarse mediante el uso de tecnologías digitales, puede saber al instante qué puerto o mercado le interesa más para vender sus mercancías. De esta forma, ahorran mucho tiempo y no necesitan recorrer largas distancias por carreteras en mal estado. Ofrecer servicios bancarios móviles en un teléfono móvil o un ordenador aumenta de forma radical la capacidad de las personas para ganarse la vida, especialmente cuando la sucursal bancaria puede estar a cientos de kilómetros.

Las inversiones para apoyar a los nuevos negocios, infraestructuras y servicios digitales aportan muchos beneficios inesperados.

En Europa, llevamos mucho tiempo ayudando a conectar a la gente en todo el continente. El BEI lleva financiando proyectos de telecomunicaciones desde principios de los años setenta. Hace casi 20 años reconocimos que las redes de telecomunicaciones fomentan la innovación en Europa. Ahora estamos aplicando la misma perspectiva en África. Tenemos que fijar nuevos objetivos para lograr una conectividad digital más asequible en África. Para ello hay que invertir en ampliar las redes y ofrecer más asistencia técnica para crear proyectos financieramente viables. También necesitamos más servicios digitales, como banca móvil, plataformas de comercio y servicios de administración en línea, para ayudar a que aparezca y se desarrolle una economía digital. Un mayor apoyo a las start up impulsará gran parte de este cambio.

Un buen ejemplo de estos servicios digitales es nuestro apoyo a la empresa francesa Famoco, que trabaja con una tecnología de pagos móviles segura que permite a las personas realizar transacciones digitales de forma eficiente y segura. La empresa, que ha recibido un préstamo de 20 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones, está trabajando en África y en docenas de otros lugares en todo el mundo. Los programas de redes sociales seguras ayudan a las personas vulnerables en África a luchar contra la pobreza, la inseguridad alimentaria, la exclusión y la desigualdad. No obstante, cuando estos programas utilizan transferencias de efectivo o distribución de cupones con vales de papel, son una puerta para fraudes y robos. Cuando las personas usan un dispositivo Famoco conectado a una tarjeta de comunicación de campo cercano (NFC), mejora la trazabilidad de las transacciones y se reducen los riesgos. La empresa trabaja con organizaciones no gubernamentales para aplicar este principio y mejorar la distribución de alimentos y la ayuda humanitaria.

Beneficios para todos los sectores de la sociedad

Las inversiones para apoyar a los nuevos negocios, infraestructuras y servicios digitales aportan muchos beneficios inesperados. La digitalización puede aumentar la eficiencia energética al proporcionar información en tiempo real sobre la demanda y la oferta. Puede ayudar al medio ambiente, reduciendo los desplazamientos o sustituyéndolos por comunicaciones en línea. La digitalización permite una agricultura más inteligente cuando los agricultores utilizan sensores digitales que predicen cuándo son innecesarios los pesticidas. Mejora la atención sanitaria al permitir las recetas en línea o las consultas con el médico por teléfono móvil. Las clases en línea mejoran la educación. Se mejoran las interacciones entre los ciudadanos y la administración. La tecnología digital ayuda a la integración de la sociedad africana. El acceso universal a servicios móviles y de internet asequibles permite que surjan mejores soluciones sin importar las fronteras. La digitalización también aumenta la igualdad de género. Por ejemplo, nuestra iniciativa SheInvest: lanzada en 2019, está cerca de movilizar 2 000 millones de euros de inversión para ayudar a las mujeres de toda África a obtener más préstamos y servicios para incorporarse a la economía.

El Banco Europeo de Inversiones está comprometido con la economía digital, con una cartera global que supera los 15 000 millones de euros. Seguiremos aumentando nuestro apoyo a este sector, trabajando con más socios, más ciudades y más comunidades. Los beneficios de esta colaboración ayudan a todos en cualquier parte del mundo.

Benoit Denis es economista principal especializado en infraestructuras digitales en el Banco Europeo de Inversiones.