Correspondencia 1928-1940

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26. WIESENGRUND-ADORNO A BENJAMIN
BERLÍN, 16/12/1934


Berlín, 16 de diciembre de 1934 *Error222

Querido Sr. Benjamin: Tengo que agradecerle a Wissing* el haber podido acceder a su Kafka y hoy solo quisiera decirle que a los motivos de este ensayo les debo la extraordinaria impresión que me causaron, la más profunda que he tenido de usted desde que terminó el Kraus.223 Espero encontrar en estos días el tiempo para expresarme con más detalle y solo a modo de adelanto destaco la colosal definición de la atención como figura histórica de la plegaria,224 al final del tercer capítulo. Por lo demás, ¡nunca me resultó más clara que en este ensayo nuestra coincidencia en los puntos filosóficos centrales!

Aquí estoy pasando una linda estadía.


Siempre, suyo, Teddie W.

27. WIESENGRUND-ADORNO A BENJAMIN
BERLÍN, 17/12/1934

Berlín, 17 de diciembre de 1934

Querido Sr. Benjamin: Permítame, a raudo vuelo, cumplir con mi promesa –pues Felizitas está pensando en quitarme el ejemplar de su Kafka que pude leer solo dos veces– y decirle unas pocas palabras, más con el fin de expresar la espontánea y abrumadora gratitud que me invadió ante él que porque crea poder dilucidar o incluso “juzgar” este bosquejo descomunal. No lo tome como una falta de humildad si comienzo mencionando que nunca estuve tan plenamente consciente como aquí de nuestra coincidencia en puntos filosóficos centrales. Basta con que alegue mi más antiguo intento de interpretación de Kafka,225 que data de nueve años atrás: se trataría de una fotografía de la vida terrenal desde la perspectiva de la vida redimida, de la que no aparece sino una punta del pañuelo negro, mientras que la óptica horriblemente desplazada de la imagen no es otra que la de la cámara misma ubicada en posición oblicua; de este modo no hacen falta más palabras sobre nuestra coincidencia, aunque sus análisis apunten más allá de esta concepción. De todos modos, esto también concierne, al mismo tiempo y en un sentido muy fundamental, a la posición con respecto a la “teología”. Debido a que insistí en ella antes de ingresar a sus Pasajes, me parece doblemente importante que la imagen de la teología en la que con agrado vería desaparecer nuestras ideas no sea otra imagen que aquella de la que aquí se alimentan sus ideas; por cierto, podría ser denominada teología “inversa”. La posición en contra de la interpretación natural y, al mismo tiempo, sobrenatural, que se encuentra formulada ahí por primera vez con absoluta agudeza, me parece exactamente igual a la mía; en efecto, en mi Kierkegaard226 no se trata de otra cosa que de eso, y si usted se burla de la vinculación de Pascal con Kierkegaard,227 entonces permítame recordarle que en mi Kierkegaard se expone la misma burla contra la vinculación de Kierkegaard con Pascal y Agustín.228 Sin embargo, si, por el contrario, me aferro a una relación entre Kierkegaard y Kafka, no es ni por lejos la de la teología dialéctica, cuyo abogado ante Kafka se llama Schöps.229 Se encuentra, por cierto, exactamente en el lugar de la “escritura”,230 de la cual usted dice de un modo tan definitorio que lo que Kafka habría tomado como su vestigio podría ser entendido socialmente como su prolegómeno. Y de hecho este prolegómeno es el criptograma de nuestra teología, él y ningún otro; pero, por cierto, ni un ápice menos. El hecho de que irrumpa aquí con una fuerza tan enorme es para mí la más hermosa garantía de su logro filosófico, desde que conocí los primeros fragmentos de los Pasajes.231 Además también quisiera añadir a nuestras coincidencias los enunciados sobre la música, sobre el gramófono y la fotografía; tal como espero, en pocas semanas le llegará un trabajo sobre la forma del disco232 que escribí hace aproximadamente un año, que parte de un determinado punto del libro sobre el Barroco233 y que al mismo tiempo hace uso de la categoría de alienación de las cosas y en la contracara, casi exactamente en el mismo sentido en el que las encuentro construidas también por usted en el Kafka; y, sobre todo, quisiera agregar los enunciados sobre la belleza y la desesperanza.234 Podría decir que lamento que la futilidad de las interpretaciones oficialmente teológicas de Kafka235 esté expresada, pero no completamente explicitada como la de Gundolf en Las afinidades electivas236(dicho sea de paso que las trivialidades de Kaiser237 del psicoanálisis distorsionan la verdad menos que aquel sentido burgués profundo). En Freud, uniforme e imagen paterna van de la mano.

Si usted mismo considera el trabajo como “inconcluso”, sería del todo convencional e insensato si yo quisiera contradecirlo. Usted sabe más que bien cuán hermanado está aquí lo significativo con lo fragmentario. Sin embargo, esto no excluye que pueda indicarse el lugar de lo inconcluso, justamente porque este trabajo es anterior a los Pasajes. Pues este es su carácter de inconcluso. La relación entre protohistoria y modernidad no está aún elevada a concepto y una interpretación lograda de Kafka en última instancia ha de depender de eso. Una primera laguna se encuentra al comienzo, en la cita de Lukács238 y en la antítesis entre “era del tiempo” y “era del mundo”.239 Esta antítesis no podría resultar fructífera en tanto mero contraste, sino en tanto simplemente dialéctica. Yo diría: para nosotros el concepto de era del tiempo es por completo inexistente (del mismo modo que no conocemos la decadencia o el progreso en el sentido pleno que, por cierto, usted mismo destruye), solo tenemos el de era del mundo como extrapolación del presente petrificado. Y sé que nadie en la teoría me lo admitiría con más gusto que usted. Sin embargo, en Kafka el concepto de era del mundo permaneció abstracto en sentido hegeliano (dicho sea de paso, es sorprendente y probablemente usted no sea consciente de cuán estrecha relación tiene este trabajo con Hegel. Solo aduzco lo siguiente: que el pasaje que trata la nada y el algo240 está engastado, de la forma más aguda, al primer movimiento hegeliano del concepto: ser-nada-devenir, y que si bien el motivo de Cohen241 del viraje del derecho mítico a la culpa está tomado de la tradición judía, también lo está sin duda de la Filosofía del derecho de Hegel). Esto no significa sino que la anamnesis –o el “olvido”– de la protohistoria en Kafka está interpretada en su trabajo esencialmente en un sentido arcaico y no atravesado por la dialéctica: con lo cual el ensayo se arrima al comienzo de los Pasajes. Sería el último en poder emitir un juicio al respecto, debido a que sé muy bien que puede atribuírseme haber caído en lo mismo en el Kierkegaard, en la misma articulación deficiente del concepto de mito, donde era superado como construcción lógica, pero no de una manera concreta. Justamente por eso puedo señalar este punto. No es una casualidad que, de todas las anécdotas interpretadas, una, a saber, la de la fotografía infantil de Kafka,242 quede sin interpretación. Su interpretación equivaldría a la neutralización de la “era del mundo” en el resplandor de un relámpago. Esto se refiere a todas las posibles discrepancias in concreto, aquí todavía síntomas de la parcialidad arcaica, de la falta de realización de la dialéctica mítica. La más importante me parece ser la de Odradek.243 Pues arcaico es solo hacerlo surgir a partir del “mundo prehistórico y de la culpa”, en lugar de leerlo una vez más precisamente como aquel prolegómeno que usted estableció de manera tan penetrante ante el problema de la escritura. ¿No tiene él un lugar junto al padre de familia? ¿No es él precisamente su cura [Sorge] y riesgo, no se anuncia con él justamente la superación de la relación de la culpa propia de la criatura? ¿No es la cura –verdaderamente un Heidegger consolidado– la cifra, la promesa más cierta de la esperanza, precisamente en la superación del hogar? No hay duda de que Odradek, en tanto contracara del mundo de las cosas, es un signo de la deformación; como tal, precisamente, es un motivo del transcender, es decir, de la quita del límite y la reconciliación de lo orgánico y lo inorgánico o de la superación de la muerte: Odradek “sobrevive”. Dicho de otro modo: solo a la vida devenida cosas se le ha prometido escapar de su vinculación con la naturaleza. Aquí hay algo más que “una nube”,244 esto es, hay dialéctica, y sigue siendo el interés más íntimo de una interpretación de Kafka no tanto “esclarecer” la figura de la nube, sino más bien dialectizarla por completo –en cierto modo, hacer que llueva la parábola–; lo mismo que la completa articulación teórica de la “imagen dialéctica”. No, Odradek es tan dialéctico que de él puede decirse realmente “prácticamente nada ha mejorado todo”.245 A la misma problemática compleja pertenece el pasaje del mito y del Märchen,246 donde por lo pronto habría que objetar desde un punto de vista pragmático que el Märchen se presenta como algo que supera al mito en astucia o como su refracción; como si los trágicos áticos fuesen cuentistas, que es lo último que son, y como si la figura clave del Märchen no fuese el mundo premítico, incluso, el libre de pecado, tal como se nos presenta cifrado cósicamente. Es sumamente extraño que los “errores” materiales que tal vez podrían reprochársele al trabajo comiencen justamente aquí. Pues, si la memoria no me engaña totalmente, los delincuentes de la colonia penitenciaria247 son marcados por la máquina no solo en la espalda, sino en todo el cuerpo, incluso se habla del proceso en el que la máquina los da vuelta (la inversión es el corazón de este relato, tal como se da también en el instante del comprender; además justamente en este relato, que en su parte principal tiene una cierta abstracción idealista como la de los aforismos248 que usted rechazó con razón, no se debería olvidar el sorpresivo final con el sepulcro del viejo gobernador debajo de la mesa de la confitería). También me parece arcaica la interpretación del teatro natural con la expresión “kermés campesina o fiesta infantil”;249 la imagen de un festival de música en una gran ciudad en los años ochenta sería, sin duda, más verdadera y el “aire de pueblo” de Morgenstern250 siempre me resultó sospechoso. Si Kafka no es un fundador de religiones251 –¡y cuánta razón tiene usted!, ¡claro que no lo es!–, ¡sin duda tampoco es en ningún sentido un poeta de la patria judía! Me parece que en este punto son decisivos los enunciados sobre el entrecruzamiento de lo alemán y lo judío.252 Que los ángeles lleven alas atadas253 no es una falencia, sino su “rasgo”, como apariencia obsoleta, son la esperanza misma y no existe otra que esta.

 

A partir de aquí, de la dialéctica de la apariencia como modernidad premoderna, me parece que surge la función del teatro y del gesto254 que usted puso por primera vez en el lugar central que corresponde. Los tenores del Proceso son, por completo, de este tipo. Si se quisiera buscar el fundamento de este gesto, me parece que habría que buscarlo quizás menos en el teatro chino y más en la “modernidad”, es decir, en el fenecer del lenguaje. En los gestos kafkianos, se da a luz a la criatura a la que se le han sustraído las palabras de las cosas. Sin duda, como usted dice, ella se abre, de este modo, a la profunda reflexión o al estudio como plegaria. Me parece que no hay que entenderla como una “disposición experimental”255 y lo único que en este trabajo se me presenta como ajeno a la materia es la incorporación de categorías del teatro épico. Pues este teatro del mundo, debido a que se representa solo ante Dios, no tolera ningún punto de vista exterior para el cual se cerraría sobre sí mismo como escenario; como usted dice, no podría colgarse el cielo256 en la pared encuadrado en un marco, así como tampoco hay un marco escénico para la escena misma (a no ser precisamente el cielo sobre la pista de carrera) y, por eso, pertenece a la concepción del mundo como “teatro” de la redención, en la adopción callada del término, el hecho de que la forma artística de Kafka (y, en efecto, no se podrá prescindir de la forma artística después de haber rechazado la figura didáctica) se encuentre en extrema antítesis a la forma teatral y sea una novela. En este punto me parece que Brod con su evocación banal del cine estuvo mucho más atinado de lo que él podía sospechar. Las novelas de Kafka no son guiones para el teatro experimental, porque fundamentalmente les falta el espectador que pudiera intervenir en el experimento. Más bien, son los últimos textos en extinción que se vinculan con el cine mudo (que no por nada desapareció casi en el mismo momento en el que murió Kafka); la ambigüedad del gesto es la que se encuentra entre el hundimiento en el mutismo (con la destrucción del lenguaje) y el ascender a música a partir de aquel; así, la parte más importante de la constelación gesto-animal-música es la representación de un grupo de perros que hace música muda, tomada de las Anotaciones de un perro,257 representación que no dudaría en ubicar junto a Sancho Panza.258 Quizás su incorporación podría aclarar muchas cosas aquí. Permítame decir todavía algo más con respecto al carácter fragmentario: la relación entre el olvido y el recuerdo,259 seguramente central, todavía no me resulta clara y quizás podría articularse de un modo más unívoco y riguroso; como curiosidad, permítame decirle con respecto al pasaje sobre la “falta de carácter”260 que el año pasado escribí el breve texto “Aplanamiento”,261 en el cual también consideré positivamente la extinción del carácter individual; y permítame decirle como otra curiosidad que en primavera escribí en Londres un texto sobre los innumerables modelos de boletos de color de los autobuses londinenses,262 que se vincula de un modo muy curioso con su fragmento de Infancia en Berlín sobre los colores263 que me mostró Felizitas. Pero permítame, sobre todo, subrayar otra vez la importancia del pasaje sobre la atención como plegaria.264 No conozco nada más importante de usted, nada que pudiera explicar con mayor precisión sus motivos más íntimos.

Casi me parecería que gracias a su Kafka quedaría expiado el sacrilegio de nuestro amigo Ernst.265 Todavía no recibí respuesta de él a mi extensa carta y, ante todo, estoy intrigado si la recibiré. El sábado viajamos a Frankfurt. A Felizitas la encontré en buen estado y también yo estoy bien.

A Levy le escribo en términos claros. Amistosamente, suyo

Teddie W.

28. BENJAMIN A WIESENGRUND-ADORNO
SAN REMO, 7/1/1935

Querido Sr. Wiesengrund:

Supongo que estará de vuelta en casa y me dispongo a responder su extensa carta del 17 de diciembre. No sin vacilar: es tan sustanciosa y da de tal manera en el corazón del asunto que no tengo expectativas de poder hacerle justicia por vía epistolar. Por eso me importa sobremanera que, antes que nada, le pueda transmitir a usted una vez más la gran alegría que despertó en mí su vívido interés. A su carta no solo la leí, sino que la estudié; conmina a una reflexión sobre cada una de sus frases. Dado que ha captado con total precisión mis intenciones, sus avisos de error son de enorme relevancia. En primer lugar, esto aplica a los comentarios que hace sobre la defectuosa resolución de lo arcaico; aplica, entonces, de manera sobresaliente a sus reparos acerca de la cuestión de la era del mundo y la cuestión del olvido. Por lo demás, abandono sin más el campo de juego frente a sus objeciones al término “disposición experimental” y me propongo reflexionar acerca de los comentarios tan importantes que realiza sobre el cine mudo. El hecho de que usted remita con tanto énfasis a las “Anotaciones de un perro” significó una señal para mí. Porque ese escrito, y es posible que ningún otro, siempre me siguió resultando ajeno incluso en el transcurso de mi trabajo sobre mi Kafka y sabía –probablemente también se lo haya comentado yo a Felizitas– que aún tenía pendiente pronunciar su palabra genuina. Sus comentarios cumplen con esa expectativa.

Ahora, con dos partes publicadas –la primera y la tercera–, hay vía libre para una nueva versión;266 ahora bien, que la meta termine siendo una publicación y Schocken267 vaya a publicar la versión ampliada en forma de libro es algo que no deja de ser dudoso. La reescritura, por lo que veo ahora, afectará principalmente la cuarta parte,268 que pese al gran acento que recae en ella –o quizás por el excesivo acento–, no indujo ni siquiera a lectores como usted o Scholem a tomar partido. Por lo demás, entre las voces que se escucharon hasta ahora, tampoco falta la de Brecht;269 y así, dentro de todo, se ha formado una figura sonora a su alrededor que aún tengo que descifrar con atención. Por el momento reuní una serie de reflexiones, cuya proyección al texto original todavía no me ocupa. Se agrupan en torno a la relación “símil-símbolo”, en la cual creo haber resumido la antinomia determinante en las obras de Kafka de manera más acorde al pensamiento que con la oposición “parábola-novela”. La definición más detallada de la forma de la novela en Kafka, sobre cuya necesidad acuerdo con usted y que aún falta, solo puede alcanzarse mediante un desvío.

Desearía –y no es tan improbable que así sea– que algunas de estas preguntas sigan abiertas cuando nos veamos la próxima vez. Si es que realmente puedo tener esperanzas en virtud de una alusión de Felizitas, según la cual usted sopesó la posibilidad de realizar un viaje a San Remo para Pascua.270 Sería una gran alegría para mí, incluso más de lo que usted, sin poder imaginarse mi aislamiento actual, probablemente presuma. Por cierto, en este momento está previsto que se vea brevemente interrumpido: espero a Wissing y así tal vez me convierta en testigo indirecto de sus últimos meses Berlíneses, cuyo desenlace usted presenció de manera directa. Y también esto me da esperanzas de encontrarme con usted.

No veo más allá de las fechas de Pascua. Brecht me volvió a invitar a Dinamarca, ahora mismo. Ahora bien, no voy a dejar San Remo de ningún modo antes de mayo, por el otro lado, mi estadía aquí, por más valiosa que me resulte en tanto refugium, no la prolongaré ininterrumpidamente. Porque estar aislado de amigos y recursos laborales a la larga la convierte en una prueba de resistencia demasiado peligrosa. A esto se suma, por supuesto, el hecho de estar acotado a lo estrictamente esencial para la supervivencia, algo que en todo momento me resulta paralizante, y ya que ahora –esto lo digo para responder su amistosa pregunta de diciembre, que le agradezco de corazón–, gracias a los 100 francos suizos del Instituto,271 en las circunstancias locales lo esencial para la supervivencia no me falta, no parece de hecho indicado acercar mis asuntos a personas más distantes. Aunque un mínimo de libertad de movimiento y así un máximo de iniciativa justamente ahora me sería procurable con los recursos más ínfimos. ¿Pero cómo?

Y, por otro lado, usted sabe por experiencia que para los primeros textos en lengua extranjera es necesario inyectar un máximo de iniciativa. Lo estoy sintiendo con el “Bachofen”272 que justo estoy escribiendo para Nouvelle Revue Française. Podría decirse mucho al respecto sobre nuestras cosas más propias. Para Francia, donde nadie conoce a Bachofen –no está traducido ninguno de sus escritos–, tengo que poner en primer plano cuestiones de índole informativa. Pero justamente hablando de esto, en lo que atañe a los comentarios sobre Klages y Jung,273 no quiero olvidar expresarle mi acuerdo absoluto con su carta del 5 de diciembre. Precisamente en el sentido en que usted lo interpretaba, considero necesario procurarme un mejor conocimiento de Jung. ¿Tendrá a disposición por casualidad su estudio sobre Joyce?

Dígame por favor de dónde proviene esto: “Prácticamente nada ha mejorado todo”.274 ¿Y no quiere enviarme el escrito sobre los boletos de Londres al que alude? Como sea, espero lo más pronto posible su escrito sobre el disco, que tiene ingerencia en asuntos tan importantes.

El primer ejemplar del libro de Bloch275 que iba dirigido a mí tiene que haberse perdido; la editorial me anunció que me enviaría otro. Lo que lamento mucho es que Bloch, que sin duda no necesita menos que cualquiera de nosotros la orientación de amigos con conocimiento de causa, traza sus círculos viajeros espaciosos sin tenerlos en cuenta y se da por contento con la compañía de sus papeles.

¿Leyó “La novela de los tres centavos”?276 A mí me parece sumamente lograda. Escríbame lo que piensa al respecto. Y en general, dé noticias suyas de manera detallada y no olvide el estado de situación de sus propios trabajos.

Por hoy lo saludo con el mayor de los afectos


7 de enero de 1935 Suyo
San Remo Walter Benjamin
Villa Verde