Correspondencia 1928-1940

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12. BENJAMIN A WIESENGRUND-ADORNO
PARÍS, 29/1/1934

Querido Sr. Wiesengrund:

Hay circunstancias en las cuales las dificultades y el riesgo que trae consigo una separación prolongada cobran todo su peso. Circunstancias de esa índole son las que rodean para mí “El tesoro de Joe, el indio”.78 En la relación que tenemos hace años, muy pocas veces se ha dado que uno se encontrara con un trabajo extenso del otro ya concluido y sin que mediara conversación alguna al respecto. Mientras leía esta obra, siempre volvía a desear que hubiéramos tenido la oportunidad de hablar detalladamente acerca del plan. Quizás sea un deseo un tanto egoísta: pero cuánto habría aliviado mi postura actual si se hubiera cumplido. Muy pronto habría visto que –dejando de lado la cuestión de orden musical, sobre la que no puedo emitir opinión alguna– el tema en sí no me hubiera parecido una elección afortunada. Ni siquiera estoy seguro de si no me lo había anunciado mencionando el título. Pero claro, ese Mark Twain para mí no era más que un título. Tampoco nos vimos en el período de producción, y las circunstancias que lo motivaron79 quizás lo hayan llevado a trabajar con mayor recogimiento. Sea como fuera, mi largo silencio, sin duda, le habrá anunciado las dificultades inusuales que enfrento esta vez a la hora de expresar mi opinión. Si, no obstante, he decidido hacerlo, también allí usted, ponderando más el hecho en sí que la manera, podrá reconocer un retrato inalterado de nuestra relación. Mucho más me habría gustado felicitarlo ampliamente por los bonitos apuntes infantiles “A cuatro manos, una vez más”,80 lo último que leí de usted. Me es más cercano que la atmósfera en la que su opereta sitúa a la infancia. Creo reconocer lo que usted se proponía. Y si mi intuición no me falla, después de Cocteau ya no era posible lograrlo en su totalidad. En los “Enfants Terribles”81 la cosa es más peligrosa. Y el peligro es a fin de cuentas la vara con la que se mide aquello a lo que usted, a mi juicio, parece haber aspirado, en el más elevado de los sentidos. No crea que paso por alto elementos de gran belleza en la obra. Entre estos, principalmente el paseo por la caverna. Pero la reducción a lo idílico que expresan tanto las canciones como el transcurso de la trama es, a mi modo de ver, incompatible con los contenidos que allí se tratan. Porque tan directamente, la infancia solo podría ser convocada de hecho en torno a una fosa con sangre de las víctimas. En el caso de Cocteau, fluye a borbotones. En el caso de usted, el tono rudo y rústico de los diálogos se le opone.

Sin otorgarles a estas líneas otra pretensión que la que radica en mi juicio más personal, le pido que de todos modos no vea en ellas menos compenetración de la que pude expresar en su momento en mi juicio público sobre su “Kierkegaard”.

Con todo el afecto


29 de enero de 1934 Suyo
París VI Walter Benjamin
I Rue Du Four
Palace Hotel

13. WIESENGRUND-ADORNO A BENJAMIN
BERLÍN, 4/3/1934

Berlín N 20, Prinzenallee 60, c/o Karplus

4 de marzo de 1934

Querido Sr. Benjamin:

Hace varias semanas estoy dedicado a escribirle una carta detallada sobre cuestiones referentes a Tom Sawyer, debido a que sus líneas fueron, por cierto, lo único relevante de todo lo que escuché hasta ahora sobre este asunto. Pero entretanto Felicitas82 me contó de su situación sumamente crítica83 y dadas tales circunstancias puedo imaginarme que unas exposiciones largas sobre estética le hubieran parecido una broma de mal gusto.

Por eso he preferido intentar hacer algo por usted y lo hice a través de la señora Herzberger,84 a quien usted visitó una vez en Frankfurt conmigo, y a través de mi tía,85 quien se ocupó de la gestión con la señora Herzberger, al estar casualmente en Frankfurt (ella vive en Neunkirchen, donde tiene un comercio). Mi tía me escribió que su gestión fue exitosa. No puedo aún estimar el alcance86 y hay que contar con que será moderado, pero, por lo menos, evita el peligro más acuciante. Planteé que la situación era muy grave y pedí que se haga algo de inmediato y quisiera suponer que así será. De todos modos le agradecería que me informase a la brevedad sobre todo este asunto para tener la posibilidad de volver a insistir en la cuestión.

Hay otro plan,87 que todavía no puede ser anunciado, debido a que el hombre al que le concierne, el cual vive en París, justamente no está ahí. Pero también aquí estoy dispuesto a hacer lo que sea posible.

Con respecto al Tom, solo esto: creo que los astros de los Enfants terribles no le fueron favorables a la obra. Se trata de algo completamente distinto y quisiera pensar que no lo fuese solo para mí. El lenguaje rudo no es el lenguaje rudo de los jóvenes, sino de los escritos de juventud; el transcurso de la trama, cuyo punto central es naturalmente la escena de la caverna, no me parece tan liviano; sin que suene arrogante, podría decir quizás que en la obra hay muchas cosas compactadas, que nada es lo que parece, y que se demuestran cosas muy serias recurriendo al modelo de la infancia: se trata mucho más de una demostración recurriendo al modelo de la infancia que de la evocación de la infancia. Incluso la historia de la producción de la obra tiene precisamente algo de los momentos de peligro que usted echa de menos. Sin duda, no puede ser comparada con Cocteau, ni con el teatro épico, más bien tiene que ver con el Kierkegaard. El perjurio es lo central y todo resulta un plan de fuga: representación de la angustia. Quizás si vuelve a leerla, se le presente con un mejor aspecto; precisamente de este escrito no puedo creer que haya sido un desatino y menos aún teniéndolo a usted como su lector ideal. Además usted no conocía solo el plan sino dos cuadros (“Cementerio” y “Casa de los fantasmas”) que leí esa misma noche88 en lo de Schoen cuando usted leyó las primeras partes de los Pasa (¡iba a escribir Pasajes!89 ¡Qué acto fallido!) de Infancia en Berlín. Esto solo a modo de defensa contra el reproche de haberlo tomado de improvisto. En lo concerniente a la música, ya hay de todo.90

¿En qué está ahora realmente la Obra de los pasajes? Se me pasó por la cabeza la idea de concretar una de las dos gestiones (la segunda, que está aún pendiente) a la vieja usanza de una dedicatoria a cambio, mediante el amigo mencionado. No sé si podré entusiasmarlo, pero primero me gustaría saber qué le parece a usted un plan como este. ¡No hace falta que le diga que está en juego el interés descarado y egoísta de poder aprender de memoria la Obra de los pasajes! Y quizás no le viniese mal el apoyo de un pedido puntual de este tipo.

Tengo mucho trabajo y algunas cosas son bastante curiosas. Estoy escribiendo un extenso artículo para “Musik91 sobre la crisis de la crítica musical. Está vinculado estrechamente con el tratado de sociología de la música.92

Con fidelidad y lealtad, suyo

Teddie Wiesengrund

14. BENJAMIN A WIESENGRUND-ADORNO
PARÍS, 9/3/1934

Querido Sr. Wiesengrund:

El silencio que se interpuso entre nosotros el año pasado fue tan extenso como fue memorable y determinante el modo en que usted lo ha interrumpido de parte suya. Créame que todo lo que implica su postura en los asuntos que toca su carta me afecta profundamente y que lo tendré muy presente.

Por favor, dígale también a su tía que le estoy sumamente agradecido por su intervención exitosa. Albergo la esperanza de poder darle las gracias algún día en persona.

Pero un encuentro entre nosotros, espero, ya no se podrá demorar mucho más tiempo.93 Ahora me resulta aún más apremiante, ya que tenemos que conversar acerca del “Tom” detalladamente. Por supuesto que ya a primera vista me quedó en claro que en los pliegues del abrigo de Tom se halla la muerte, tal como dice el proverbio beduino. Y mi carta se impuso cierta reserva no frente a la intención de usted, sino a su implementación. Pero ahí todo depende del concepto de “modelo de infancia”, y para debatirlo y desarrollarlo necesito de su presencia.

Si usted se aparece, uno de mis mayores intereses sería mostrarle algunos aspectos de la Bibliothèque Nationale, que no pueden ser más pertinentes para nadie que para usted.

De hecho, allí se encuentra una de las salas más curiosas94 de las bibliotecas del planeta, y se trabaja como en un decorado de ópera. Lo único que es de lamentar es que cierran a las seis, una disposición que proviene de la época en que los teatros comenzaban a las seis. Los Pasajes han vuelto a cobrar vida y fue usted el que avivó la débil chispa, que además no podía ser más vital que yo mismo. Desde que vuelvo a salir, me paso todo el día en la sala de lectura y al fin también logré acomodarme de manera medianamente confortable a la reglamentación fastidiosa.

Uno de mis descubrimientos más interesantes es curiosamente un libro alemán95 que quizás tampoco usted haya tenido aún ante sus ojos, pero que seguramente esté a su disposición en alguna biblioteca de allí: la historia en cuatro tomos de la Asociación de Obreros Francesa, escrita por Engländer.

 

Mis noches son cortas. Me duermo tarde y me despierto temprano. Estas líneas le traen el primer fruto de un día espabilado por las campanas de Saint-Germain y luego adormecido por la lluvia.

Lo saludo con mucho afecto


9 de marzo de 1934 Suyo
París VI Walter Benjamin
I Rue Du Four

15. WIESENGRUND-ADORNO A BENJAMIN
BERLÍN, 13/3/1934

Berlín, 4 de marzo de 1934

Querido Sr. Benjamin:

Le agradezco cordialmente su carta, que me ha sido reenviada; me quedaré todavía aquí hasta después de Pascua, luego viajaré por una semana a Frankfurt y después a Inglaterra, donde de a poco pareciera concretarse una oportunidad para mí en la universidad.96 Estoy muy contento de que mi gestión haya tenido algo de éxito. Con miras a continuar con ella, quisiera consultarle varias cuestiones: ante todo, si lo conseguido hasta ahora97 resulta suficiente como base, en el caso de que se logre darle regularidad, o si usted considera conveniente que siga presionando a las mismas personas; lo cual, sin duda, es adecuado y necesario si lo logrado es demasiado modesto, en caso contrario, solo sería perjudicial. Comprenderá que es por su interés y por el del procedimiento que se iniciará que quisiera tener esto claro. En segundo lugar, qué le parece mi propuesta de una dedicatoria a cambio para la Obra de los pasajes. En este caso se trataría de despertar el interés del hermano (que vive en París) de la señora que esta vez estuvo especialmente involucrada. Es un hombre difícil y a usted no le resultará fácil (tampoco para mí es fácil: un intelectual frustrado que se convirtió en comerciante y que con sus logros prácticos y las consecuencias derivadas de eso, descarga el resentimiento por lo perdido en otro ámbito), pero tiene una generosidad fuera de lo habitual, si uno sabe tratarlo bien, y en caso extremo podría llegar a ser un amigo como pocos y podría ocuparse de usted en más de un aspecto. Ahora no está en París, pero me escribió que volverá pronto y tengo razones para suponer que sería un momento bastante oportuno para convocarlo. Para esto y en virtud de las razones mencionadas, podría ser conveniente algo como la dedicatoria en cuestión, desde ya solo si él realmente hiciera algo que lo amerite. Sea como fuese, entienda así mi insistencia en este punto. Por favor, respóndame cuanto antes.

Además sucedió lo siguiente: también convoqué al sobrino de la señora en cuestión,98 que se encuentra aquí y que si bien no es rico, tiene todo tipo de contactos y está esforzándose mucho. Convocó a un conocido suyo en París, un tal Schwartz99 (con la razón social Martin) que quiere hacer algo por usted y que intentó, sin éxito, ubicarlo varias veces en el hotel, no sé si telefónica o personalmente. Este tal Schwartz parece ser un hombre activo y prudente. Si usted estará trabajando todo el día en la Bibliothèque nationale, sería conveniente que dejara dicho en el hotel en qué momento se lo puede encontrar y que estén atentos para que no pase inadvertido. Mi amigo tiene la esperanza de que este contacto sirva a los fines prácticos. Además este amigo mío (hablando siempre del sobrino), que antiguamente fue librero, gestionó algo para usted en Rowohlt (dicho sea de paso, sin haberme preguntado antes; yo no se lo hubiese permitido sin consultarle primero a usted). Tuvo un éxito relativo: R. cede sin costo veinte ejemplares del libro sobre el Barroco y veinte de Calle de mano única, que hay que intentar ubicar entre conocidos; la ganancia ha de ser toda para usted. Debido a que naturalmente los conocidos en los que había pensado ya tienen los dos libros, Gretel y yo no sabemos bien a quién acudir, quizás usted pueda ubicar aunque sea una parte en su círculo en París. En tal caso me ocuparía de que le enviaran un paquete inmediatamente. Huelga decir que yo también aquí haré lo posible.

¿Ha hecho un intento en Erich Reiss100 con la Infancia en Berlín? Conozco un señor que fue editor hasta ahora en esa editorial,101 alguien que conoce muy bien sus trabajos y que los valora mucho. Si bien ya no trabaja más ahí, supongo que todavía tiene alguna influencia. De todos modos sería bueno que quedase un ejemplar disponible aquí. Por cierto, las oportunidades editoriales son en general muy malas. La editorial Bote und Bock rechazó la edición de mis composiciones,102 a pesar de haber sido recomendadas especialmente por una entidad muy influyente en la escena musical actual. No hay que sobrestimar las posibilidades, pero tampoco descuidarlas. Además, el actual director de Erich Reiss103 es un gran sionista ante el Señor. Quizás su amigo Gerhard104 pueda hacer algo al respecto.

No hace falta que le repita cuánto me alegra que se hayan retomado los Pasajes, yo que en eso asumí el papel de Catón, el restaurador. Yo mismo escribí mucho: una cantidad de cosas musicales, todas aceptadas por Voss,105 pero que se van publicando de a poco; también escribí para la misma revista un ensayo sobre el volumen de prosa de George recientemente publicado,106 que espero no le resulte aburrido. Ese volumen contiene cosas extraordinarias, sobre todo los protocolos de los sueños y la traducción de un fragmento insólito de Mallarmé107 que no conocía. Además hice muchas anotaciones filosóficas,108 pero no publiqué ninguna. En cambio, parece que se publicará el gran ensayo sobre la crisis de la crítica musical que concluí recientemente.

No puedo aún estimar con precisión cómo se desarrollará mi viaje a Londres, pero espero realmente que al regresar pueda pasar por París,109 a no ser que tuviera que quedarme allá ni bien comenzara el semestre y dar clases (por ejemplo, con Cassirer110 en Oxford), una perspectiva que entretanto me parece demasiado color de rosa como para temer seriamente que se concrete. De todos modos, ahora me han de ver pronto, sin que pueda guardar la esperanza de que ahí me estén esperando con tanta franqueza, como sí lo hace usted, para mi gran alegría, en nombre de los Pasajes o de la discusión sobre el Tom.

Paso mucho tiempo estudiando inglés. Apropiarse de una nueva lengua siendo adulto es una de las experiencias más peculiares.

Por favor, respóndame muy pronto. ¿Ha sabido algo de Friedel111 y conoce su dirección? ¿Cómo le va a Schoen?

Con cordial fidelidad, suyo, Teddie.

16. BENJAMIN A WIESENGRUND-ADORNO
PARÍS, 18/3/1934

Querido Sr. Wiesengrund:

Le agradezco de corazón su carta atenta, tan prudente en todo sentido. Me ha concedido un profundo aliento de esperanza, algo que, en mi situación, ya es infinitamente mucho. En esa esperanza resuena la expectativa de poder conversar entre nosotros tantas cosas pendientes en un futuro cercano. Las posibilidades que surgen para usted en Inglaterra, a las que debemos tal expectativa, me producen gran alegría.

Londres –me dijo hace poco alguien que venía de allí– sigue siendo la puerta al mundo. Si, además, uno maneja el inglés, es probable que se le abran vías completamente diferentes al que conozca París, por más que sea a la perfección. También verá allí a Schoen, de quien, por cierto, no escucho demasiado. El hecho de que siga rodeado de los suyos no es una prueba desdeñable de la firmeza del suelo inglés.

En la última carta le agradecí por la intervención veloz y útil de sus amigos, y añado –en relación con su consulta– que cierta regularidad de este tipo de auxilio tendría un valor que aquellos dadores desconocidos difícilmente podrían sobrestimar. Porque al menos me permitiría intentar planificar y pensar con antelación. Y quizás en el modo de vida que vengo llevando en los últimos meses, nada ejerza una influencia más nefasta que la completa imposibilidad de prever siquiera el más modesto de los lapsos.

La esperanza que inauguró para mí la mano de sus amigos y luego su carta me recondujo a mi trabajo y ahora, de hecho, a su mismo centro con tal intensidad que solo así pude dimensionar el estado de desconsuelo previo. No puedo confiar a esta carta nada de esto, con más razón si nos veremos en un futuro cercano. Espero poder llevarlo entonces un buen día a mi lugar de trabajo en la biblioteca. En cuanto a la cuestión de la dedicatoria, creo que mi siguiente reflexión engrana perfectamente en la suya: la realización de ese trabajo efectivamente sería algo que habría que arrancar al “tiempo del ahora”,* el mío y de aquel que me lo conceda. Tal realización constituiría un anacronismo en el mejor de los sentidos, porque, ojalá, no estaría tanto galvanizando un pasado como anticipando un futuro más digno del ser humano. Eso es precisamente lo que expresaría la dedicatoria de tal trabajo, al que yo mismo doy un futuro.

Por lo demás, sin embargo, doy por supuesto que la configuración de esta expresión, así como de aquel interés, obtendrá su forma más precisa a partir del encuentro en persona que el futuro nos deparará, cuando usted lo considere adecuado.

Entretanto he estado en lo del señor Schwartz, quien, como usted bien dice, es un hombre activo y prudente, de modo que mi breve conversación con él transcurrió de manera muy satisfactoria. Me despidió con la esperanza de recibir novedades de su parte.

Me alegra mucho poder leer en lo que me anuncia que su producción ha permanecido tan constante. No es necesario que le explique con lujo de detalles por qué espero con tanto interés su texto sobre George. Por favor, envíelo en cuanto esté listo; y lo mismo le pido respecto de su ensayo sobre la crítica musical.112 Tomaré revancha aquí con el manuscrito de una gran reseña sobre el “Jean Paul” de Kommerell,113 que por lo visto no tendrá la suerte de ser publicada.

Que la situación esté tan difícil para nuestras producciones es algo que el destino de sus obras musicales en Bote und Bock me demuestran de manera desagradable e innecesaria en todo sentido. ¿Pero acaso no estamos dispuestos a surtir un efecto apócrifo? En ese sentido –como usted sabe– he interpretado de buen grado el destino de mis textos en términos editoriales; ya se trate de la edición incinerada de mi tesis doctoral114 o de la propuesta de Rowohlt de la que usted me escribe: reconozco la misma ley y en ese sentido de muy buen grado recibiría aquí la mitad de los veinte ejemplares de cada caso.

Usted menciona a Erich Reiss; no sé formarme un juicio acerca de las posibilidades que hay allí. Un manuscrito de la “Infancia en Berlín” estaría, como fuera, a disposición. Hermann Hesse me ha escrito acerca del libro115 de una manera muy bella y perspicaz. Claro que también de manera melancólica; su círculo de influencia propia se fue estrechando; y además su padecer visual no parece haber mejorado.

Pero usted me escribirá antes de ir a Frankfurt, ¿no? ¿Y me comunica sus fechas en París, en cuanto estén firmes?

Lo saludo con mucho afecto


18 de marzo de 1934 Suyo
París VI Walter Benjamin
I Rue Du Four
Palace Hotel