Historias necesarias

En tiempos de pánico, nadie se anima a escarbar sus miserias.

Hay que ser muy cojudo para dejar una pata afuera de las sábanas.

Sin embargo los monstruos están debajo de ellas.

Acá, en estas páginas, los desnudé.

Los míos, los de todos, son iguales.

Desfigurados según el poder que les hayan dado.

Invito a que encuentren el propio.

Y una vez identificados, elijan el sitio donde ubicarlos; que sigan durmiendo abajo de la cama al acecho de un juanete frío… o sobre ella, en cucharita, y que nos calienten los pies, nos cobijen y después del beso de las buenas noches, tengan miedo de que los dejemos solos… en su propia oscuridad.