Buch lesen: «Una madre coraje», Seite 3

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- ¿Cómo se te ocurra otra vez, venir a mi habitación para que te cuente un cuento?

- ¿Te voy a dejar a dormir en mi cama? Y el niño, que ya había pensado en más de una ocasión quedarse a dormir con ella en su cama, este niño le dijo.

- ¿Pues eso es justo lo que quiero? - ¿dormir en tu cama? - ¿es que la mía es muy estrecha y la tuya es mucho más grande? Y la joven Martina le dijo.

- ¿Pero Carlitos, te vas a portar bien si te quedas a dormir conmigo en mi cama? Y Carlitos le contestó.

- Ella siempre me decía.

- ¿Carlitos cierra los ojos y duerme y si no la respetaba y me ponía enseguida a dormir, mi mamá me reñía, y me decía.

- ¿Cómo no duermas, mañana te quedas sin salir a la calle con tus amigos? - ¿por eso mismo que si duermo contigo yo estoy seguro que no me vas a reñir? Y la joven le dijo.

- ¿Pero Carlitos, es mejor que tu duermas en tu cama y le hagas compañía a tu hermanito? - ¿por qué si no, él podría coger celos de ti? Y la joven Martina le preguntó a Carlitos.

- ¿Porque vosotros dos os lleváis bien? - ¿verdad? Y Carlitos le dijo a Martina - ¿no te creas? - ¿mi hermanito Paulito, es muy malo y muy revoltoso y casi nunca me hace caso? - ¿yo le digo las cosas para que las haga bien y el siempre hace lo contrario? Y la joven Martina le dijo.

- ¿Bueno Carlitos, eso lo hace porque al ser él, el más pequeño necesita más cuidados y si no se las dan todas a él, entonces la única forma de protestar la manifiesta haciendo las travesuras?

- Y en aquel momento la madre de los niños llamó a Martina y le dijo.

- ¿Tienes que ir a limpiar y a vestir a la niña, que creo que se acaba de despertar?

- ¿Y está llorando en su habitación?

- Se trataba de la niña pequeña de la familia, que se encontraba durmiendo en su habitación que estaba al lado de la de los niños mayores y que a aquella hora se solía despertar y solicitaba ayuda para poder limpiar sus caquitas y para que alguien la vistiese y la joven se despidió de Carlitos (que justo en aquel momento se encontraba muy encariñado con la joven) y este niño le dijo a Martina.

- ¿Ya verás que guapa es mi hermanita? Y Martina le preguntó (antes de ir a cambiarle sus ropitas).

- ¿Bueno Carlitos, me tengo que ir? - ¿pero no tengas celos de tu hermanita? - ¿qué enseguida que termine con ella, vengo otra vez a estarme contigo? Y el niño antes de que Martina se marchase de allí, este le dijo.

- ¿Si yo, no tengo celos de mi hermanita? - ¿el que tiene celos de los dos es Paulito?

- ¿Ese sí que tiene celos de los dos? - ¿de mi porque soy su hermano mayor y de mi hermanita porque Daniela, porque es la benjamina de la familia?

- Y Martina se marchó hasta la habitación de la pequeña Daniela y después de haberle cambiado sus ropitas y limpiarle todo el cuerpo la niña se quedó jugando (después de haberle también dado el desayuno) y Martina se marchó de nuevo hasta donde se encontraba Carlitos y al llegar hasta allí, esta le dijo.

- ¿Tienes una hermanita muy guapa? - ¿pero nunca te va a poder igualar? Y eso se lo dijo Martina para que Carlitos no cogiese celos de su hermanita y a continuación la joven le dijo.

- ¿Bueno Carlitos? - ¿quieres que te cuente un cuento (ahora que tengo algo de tiempo)? Y Caritos le contestó.

- ¿Pero? - ¿cuéntamelo despacito, para que pueda entenderlo bien?

- ¿Y quiero que ese cuento sea un cuento para niños? Y este añadió.

- ¿Es que los cuentos de niñas, no me gustan? - ¿esos cuentos siempre acaban igual?

- ¿Qué la niña encuentra a su príncipe azul y se casaron y fueron felices? - ¿y siempre es el mismo rollo? - ¿yo no soy ni un príncipe y me puedo casar para ser feliz? - ¿y a mí me gustan los cuentos en donde los niños son los héroes, son los que luchan y al final salen victoriosos y solucionan todos los problemas, algo así cómo Superman?

- Y la joven Martina le dijo a Carlitos - ¿es que yo esos cuentos nunca me los he aprendido? Y esta joven añadió.

- ¿Claro es que al ser yo una mujer, de niña solo me contaban cuentos de niñas, y de esos cuentos recuerdo muchos, pero cuentos de niños, solo sé de memoria 2 o 3 y uno de ellos ya te lo he contado?

- ¿Fue aquel de los cerditos? Y el niño le rectificó y le dijo a Martina.

- ¿El de los 3 cerditos? - ¿por qué eran 3? Y Martina le dijo.

- ¿Quieres que te cuente el cuento de Pulgarcito? Y el niño le contestó.

- ¿Joooooooooooo? - ¿es que ese ya me lo sé? Y la joven le dijo.

- ¿Bueno Carlitos? - ¿ya te contaré alguno de niños, cuando vayamos al parque?

- Pero la joven Martina se tuvo que marchar a la llamada que desde la habitación de la niña que le había hecho su hermanito Paulito y se dejó allí plantado a Carlitos, muy enfadado por no haberle contado en aquel momento el cuento y la joven Martina que tenía muy poco tiempo para dedicárselo a ella, cuando ya llegaba la hora de la noche, nada más tenía ganas de descansar, porque no eran solo dos los niños, sino que eran 3, pero la que más tiempo requería era la niña que era sin duda la más pequeña y Martina le tenía que dedicar mucho más tiempo que a los demás, pero cuando en el país argentino se promulgó una ley, en la decía que las doncellas y las mujeres de compañía de mayores o interinas, se les concedía un día de permiso para su cuidado a la semana, la joven Martina que ya contaba con 20 años, cuando esta pudo hacer su primer día completo de fiesta solo para ella, la joven se marchó hasta una sala de baile para su diversión y para mover un poco el esqueleto y aquel primer domingo que ya hacía mucho tiempo que no podía salir para nada, se despachó de lo lindo, porque fue ella quien amenizó aquel baile con su forma tan original de mover el cuerpo y enseguida se arremolinaron en su entorno algunos jóvenes varones, que intentaron sacarla a bailar, ya que ella había competido algunas veces en su país en concursos de baile de samba y por tanto ella sabía muy bien bailar esa clase de bailes, lo llevaba en la sangre y quiso exhibirse en aquella sala, y si no lo hacia ella no se sentía realizada y aquel primer día que pudo ya tener libre solo para ella, se marchó a aquella sala de baile (y aunque allí no se bailaba normalmente samba) sí que ella se despachó a gusto bailando lo que ella más sabía (como era la samba brasileña) y como su figura era bastante delgada (aunque no fuese vestida con sus mejores prendas) enseguida hubo algunos jóvenes de su edad e incluso algunos mayores que ella, que al verla bailar con aquella gracia y lozanía, se interesaron en saber quién era aquella joven (de la que algunos sabían muy poco) y otros la veían como una chica nueva en aquella zona de la ciudad.

- Así que la siguiente canción que interpretaría la orquesta en directo, hubo un joven que se fue directo hasta donde se encontraba la joven Martina y la casó a bailar y la joven agradeció mucho que la sacaran a bailar, porque de aquella forma, ese joven daba opciones para que otros jóvenes algo más vergonzosos le pudiesen copiar y hacer lo mismo que él, y la joven Martina aquel día no paró de tener pretendientes que quisieron bailar con ella y esta se pasó toda la tarde distraída y divertida, al mismo tiempo que la joven se estaba dando cuenta de que los jóvenes que había en la sala, tenían sus ojos puestos en ella, y les divertida todo lo que Martina hacia en aquella sala de baile y cuando ya había terminado la velada, la joven que pensaba regresar a la casa sola, enseguida se encontró con un joven (que había estado bailando algunas canciones con ella) que se ofreció a acompañarla en el regreso a su casa, a aquella casa en donde ella prestaba sus servicios de cuidadora de los niños, pero el joven que se ofreció a acompañarla, al ver que Martina se dirigía hacia aquel distrito de la ciudad, este pensó.

- ¿Esta joven debe ser hija, de alguna familia adinerada? - ¿todo puede ser que cuando llegue con ella a su casa, su familia la emprenda conmigo y no me dejen continuar con ella, y ni siquiera podamos llegar a ser ni amigos?

- Y cómo que la joven no le había comentado nada de su situación familiar al joven, este se montaba su propia historia con respeto a la joven, incluso hubo un momento en que el joven acompañante, pensó.

- ¿Si su padre fuese tan rico? - ¿cómo parece que son todas las familias que residen en este distrito de la ciudad? - ¿hasta podría llegar a trabajar algún día en su empresa?

- Pero conforme iban los dos caminando hacia la casa, el joven le iba preguntando algunas cosas sobre su vida y sobre su pasado, y conforme ella iba contestando el joven se iba desengañando de sus primeros pensamientos sobre la riqueza de los padres de la joven Martina, y los sueños del joven se iba truncando, hasta que llegó un momento en la conversación de ambos, que la joven le dijo a su acompañante.

- ¿Cómo puedes observar por mi acento? - ¿yo no soy argentina, yo soy brasileña? Y antes de que el joven le preguntase nada más la joven le dijo.

- ¿Mis padres residen en Brasil? - ¿y yo me encuentro trabajando en Buenos Aires trabajando en el cuidado de unos niños? - ¿de un matrimonio bonaerense? Y esta joven añadió.

- ¿Supongo que ya te habrás dado cuenta de ello? Le dijo la joven.

- Y el joven que le acompañaba le contestó - ¿pues si te digo la verdad?

- ¿No me había dado cuenta de ello? Y este añadió. - ¿es que soy bastante despistado con las mujeres? - ¿sabes? Y este aún añadió.

- ¿Yo había decidido acompañarte, para que no caminases sola por estas calles, no quería que una chica tan joven y tan guapa como tú, le llegase a ocurrir algo o tuviese algún percance en el regreso a su casa?

- ¿Solo pretendía protegerte? Y este añadió.

- ¿Aunque este sector de la ciudad, no es nada peligroso, pero nunca te puedes fiar de nadie? - ¿Buenos Aires es como cualquier otra ciudad, tiene cosas buenas y cosas malas, y cuando la joven oyó aquello de “cosas malas”? Esta le preguntó al joven que la acompañaba.

- ¿Y cuáles son esas cosas malas? - ¿por qué yo quiero saber? - ¿cuáles son esas cosas malas? Y el joven le dijo.

- ¿Pues esas cosas malas, son qué en cualquier calle de Buenos Aires, pueden secuestrar a cualquier persona para pedir por ello un rescate millonario? - ¿nadie estamos a salvo de ello? Y este añadió.

- ¿Los secuestradores de personas saben muy bien a quien han de secuestrar para pedir después un rescate millonario por ello? - ¿y saben a qué personas deben secuestrar? - ¿pero? - ¿a veces cuando estos secuestradores pagan a algunos sicarios para que ellos hagan el trabajo sucio del rescate, estos no siempre suelen acertar y cuando se equivocan de persona y cogen a otra en su lugar y se la llevan en el auto a la fuerza, diferente a la persona a la que los secuestradores le habían propuesto y esta no dispone de suficiente dinero, estos locos asesinos incluso llegan a cumplir sus macabros planes y ese es el verdadero peligro de las calles de Buenos Aires?

- Y entonces fue cuando Martina le comenzó a contarle a su acompañante parte de su vida en aquella ciudad y esta comenzó a contarle.

- ¿Pues a mí, no creo que me lleguen a secuestrar? - ¿por ser la hija de un matrimonio rico? - ¿mis padres son trabajadores y tampoco los tengo aquí en este país? Y la joven aún le contó algunas cosas más sobre su vida y esta le dijo.

- ¿Aquí en Buenos Aires me encuentro sola, no tengo ni siquiera a una amiga con quien poder hablar, ni salir? - ¿la única que tenía, (que nos hicimos muy amigas) fue el primer día que llegué a Buenos Aires? - ¿y cuándo encontramos las dos un trabajo, dejamos de vernos y ya no nos hemos vuelto a ver más? - ¿espero tener algún día, un día de fiesta solo para mí, y la pueda ir a ver? Y esta añadió.

- ¿Era una amiga excepcional? - ¿el caso es que ella que se llama Garbiñe, es de aquí de Argentina, aunque no es de Buenos Aires? - ¿y me ha enseñado muchas cosas que yo no sabía de esta ciudad y la verdad es que la echo mucho de menos?

- Y después de haber pasado hablando con su acompañante más de una hora delante de la puerta de la casa, la joven Martina le dijo a su eventual acompañante.

- ¿Bueno? - ¿ya es la hora en la que tengo que entrar en la casa?

- ¿Tengo orden de mis jefes, que no puedo llegar más tarde de las 10 de la noche? - ¿Y ya solo falta para esa hora, unos 10 minutos? Y el joven acompañante le preguntó.

- ¿Te parece bien, que nos veamos el próximo domingo en esa misma sala de baile? Y Martina antes de que el joven llegase a marcharse le contestó.

- ¿Es que no se, si podré salir ese día? Y esta añadió.

- ¿Si el próximo domingo puedo salir, pues iré a esa sala de nuevo? - ¿solo para verte a ti?

- ¿Pero? - ¿si me tuviese que quedar por alguna circunstancia entonces nos veríamos el siguiente día festivo? Y aquel día el joven ni siquiera intentó darle un beso de despedida en la mejilla, por temor a que ella llegase a pensar que la acompañaba hasta allí para sacar por ello alguna contrapartida de ella, y este se giró hacia atrás y le dijo.

- ¿Ha sido para mí, un placer acompañar a una chica tan guapa y tan educada?

- ¿Me gustaría volver a verte en cualquier otra ocasión? Y el joven se marchó de allí, mientras que Martina iba mirando en su marcha cada uno de sus pasos y antes de que el joven volviese la esquina y dejase Martina de verle, a la joven le salió de la boca un suspiro y dijo.

- ¿Buffffffffff? - ¿qué chico tan guapo y servicial? - ¿un hombre así, es lo que yo quisiera encontrar en este país? Y esta joven añadió.

- ¿Y aunque fuese algo mayor y que me diese estabilidad, también me podría valer? Decía la joven Martina tras aquel suspiro de esperanza y la joven entró en la casa de sus jefes y esta se marchó directamente hasta su habitación, para tomarse su tiempo y así de esa manera poder descansar antes de tomarse un pequeño refrigerio que tenía guardado en un pequeño frigo en su habitación y una vez que la joven se tomó aquel tente en pie, Martina se dejó caer en su cama dispuesta ya, a conciliar el sueño, cuando uno de los niños que se había despertado y le estaba pidiendo a su madre, que quería que la doncella de la casa, le contase un cuento para poder dormirse y su mamá, para que el niño no continuase llorando, se subió hasta la habitación de Martina y esta le dijo.

- ¿Oye, Martina? - ¿podrías hacerme un favor? - ¿ya sé que hoy es tu día de fiesta?

- ¿Pero? - ¿es que Paulito no para de llorar, y no se puede dormir sin que le cuentes un cuento de esos que tú sabes contar? Y esta mujer añadió.

- ¿Y yo sé que tú los cuentas muy bien, y así el niño dejará de llorar?

- Y la joven que estaba muy agradecida a sus jefes, ella no opuso ningún inconveniente (a pesar de encontrarse aquel día bastante cansada) por haber estado danzando durante toda la tarde en aquella sala de baile, y en aquel momento Martina cogió al niño Paulito entre sus brazos y le comenzó a contar un cuento y a los pocos segundos de tenerlo en los brazos el niño ya estaba dormido y su madre le dijo a Martina.

- ¿Es que no sé, que tienes? - ¿que a los niños les gusta tanto tu acento, que enseguida se quedan dormidos? Y la joven, aunque no le contestó nada a la señora, esta pensó.

- ¿Y a su esposo también le gusta mucho mi acento? - ¿por qué siempre que paso por su lado, se me queda mirando embelesado? - ¿aunque yo vaya vestida con el vestido de doncella? Y cuando ya Paulito estaba dormido en sus brazos, la joven se lo llevó a su habitación y lo puso a dormir sin el más mínimo problema, y Martina se marchó hasta su dormitorio y aquella noche el niño, ya no se quiso duchar, por miedo a que el sonido del agua al correr por las tuberías, despertase al otro hermanito más pequeño, y le pidiese a su mamá, lo mismo que ya le había pedido su hermano Paulito y la joven nada más dejarse caer en la cama, esta se quedó dormida en unos pocos segundos.

- La vida de la joven en aquella casa era bastante monótona, aunque en aquellos momentos lo que más le importaba (aparte de que los niños estuviesen bien cuidados) era el crecimiento feliz de aquellos niños que ella cuidaba y también se preocupaba mucho, en ver a aquella amiga que se llamaba Garbiñe para intercambiar con ella impresiones sobre sus respectivos trabajos y del porvenir de ambas dos en aquellos trabajos que encontraron el primer día de su estancia en la capital, pero ella por sí sola no podía saber cuándo podría ver a su amiga, cuando iba a tener un día de fiesta solo para ella para poder ir a verla, y los días iban pasando y la joven se estaba dando cuenta de que era siempre lo mismo y pensaba que tal vez debería cambiar para mejor, y tener para ella algo más tiempo libre del que tenía hasta entonces, para poder tener una mayor vida social y más amigos con quien dialogar, conocer más gente para poder tener una mejor calidad de vida y para ella, la única forma de conocer gente era entonces salir todos los domingos a mover el esqueleto y que los jóvenes pudiesen ver sus sensuales movimientos en aquel baile, (aunque solo fuesen unos cuantos minutos).

- Pero el siguiente día festivo Martina no pudo asistir al baile por problemas de los niños, ya que el niño mayor (el que se llamaba Carlitos) aquel domingo el niño, se encontraba con fiebre y no quería estar con nadie que no fuese con la doncella de la casa, y esta para que el niño se encontrase en la casa más tranquilo, se quedó para hacerle compañía, lo que provocó que el joven que la acompañó el domingo anterior, llegase a pensar.

- ¿Hoy esa joven brasileña no habrá querido venir, seguro que será porque ella no quiere que yo la vuelva a acompañar a la casa de sus jefes?

- Pero el joven no se conformó con pensar aquello, sino que el siguiente domingo este volvió a acudir hasta allí, con el pensamiento puesto en poder hablar con ella y preguntarle cual había sido el motivo de su no asistencia, y por si le fuese posible hablar con ella para preguntarle algunas cosas más.

- Y cuando al cabo de dos domingos los dos ,se volvieron a ver en aquella sala, la joven Martina ya había encontrado a otro joven que también suspiraba por sus encantos y este joven se encontraba al lado de Martina al lado de la barra del bar invitando a Martina, a lo que a ella más le gustaba que era “la caipiriña” y el acompañante del domingo anterior, al ver allí a los dos al lado de la barra del bar con una caipiriña en la mano, este se enfadó mucho con él mismo, por no haberle podido declararle su amor el día que la acompañó hasta la casa de sus jefes, y tras estar la joven bailando y divirtiéndose con el nuevo acompañante, una vez que la sala cerraba las puertas, los dos jóvenes salieron a la calle dispuestos a acompañar a la joven Martina, y como que los dos intentaban estar con ella lo más cerca posible, entre ellos se entabló una dura competencia para ver quién de los dos conseguía las simpatías y el cariño de la joven, y entre ellos hubo algunas palabras (primero discordantes) y posteriormente cuando ninguno de los dos llegaba a ponerse de acuerdo con el otro, uno de ellos después de insultar gravemente al otro chico, este no pudo resistir a aquellas embestidas dialécticas y dirigiéndose a este, le propinó un duro golpe con el puño en su mejilla derecha, dañándole el pómulo derecho y saliendo de este trance ensangrentado de aquella reyerta, y la joven al ver todo lo que estaba ocurriendo cerca de ella, esta le dijo a aquellos desconocidos jóvenes acompañantes.

- ¿Ya no quiero que esta tarde me acompañe ninguno de los dos?

- Y a pesar de aquella advertencia de la joven, ninguno de los 2 veía razones para dejar de acompañar a la joven, pero Martina aquel día todo lo que le quedaba hasta llegar a la casa de sus jefes lo hizo ella sola sin la compañía de ninguno de los dos.

- Pero cuando ella creía que el problema ya se había acabado, no fue así porque algún vecino que vio toda aquella discusión de los jóvenes, había llamado a los agentes del orden que no tardaron en llegar, llevándose a los dos jóvenes esposados hasta el departamento policial del distrito bonaerense del barrio, en donde permanecieron retenidos en calidad de haber producido alteraciones de orden público.

- Así que la joven el siguiente domingo cuando se presentó en aquella sala de baile, allí ella no pudo ver a ninguno de los dos jóvenes que se enzarzaron en aquella disputa, ya que aún permanecían retenidos en la comisaria por alteración del orden público y a la joven aquella ausencia le extrañó mucho, pero ella pensó.

- ¿Bueno si no han venido será porque no le debo interesar a ninguno de los dos?

- Y la ausencia de aquellos dos jóvenes fue suplida por otros que también se encontraban esperando para tener su oportunidad de poder bailar con Martina.

- Y la joven (aunque se encontraba sola sin amigas que le pudiesen acompañar a aquella sala de baile) ella asistía todos los domingos que podía a aquella sala, ya que era para ella la única que se encontraba cerca de su domicilio y se daba cuenta de qué en aquella sala, eran muchos los jóvenes que asistían en busca de chicas para poder divertirse con ellas y al mismo tiempo aquellos jóvenes que eran de una clase adinerada, también eran educados y divertidos con todas las féminas y los admiradores, a la joven nunca llegaron a faltarle, pero para ella tampoco era aquello su principal preocupación, porque conforme iban pasando los meses, la joven pensaba cada día más y más en sus padres, en cómo les iba ella a recompensar por haberle dejado salir de Brasil y gran parte del dinero que le pagaban en aquella casa, se lo enviaba a la casa de sus padres en Brasil y con eso la joven se sentía orgullosa y realizada porque con aquella aportación que ella les enviaba, (que era la tercera parte de su salario) sabia al menos que su familia no iba a pasar problemas económicos y aquello a Martina le hacía muy feliz, porque la joven les estaba muy agradecida a sus padres por haberle dejado salir en busca de nuevos horizontes y casa día que llegaba la hora de irse a la cama a dormir, Martina agradecía que sus padres no se hubiesen opuesto a su marcha, la joven continuó trabajando en aquella casa durante bastante tiempo, y se pudo integrar muy dulcemente a aquella familia, tanto a los niños (que le daban bastante trabajo) cómo con los jefes y padres de aquellos 3 niños, y que al principio la joven sufría por los celos de la señora, pero que después cuando la señora dejó de ser celosa con Martina, esta se integró en la casa perfectamente y nunca pensó en regresar a su país, porque en aquella casa ella tenía todo aquello que quería y todo lo que ella necesitaba para ser feliz.

- Y cuando la joven llevaba trabajando en aquella casa más de 6 meses, un día festivo que ella había salido a bailar a aquella sala, se encontró con un hombre, algo mayor que lo era ella, y a su entender aquel hombre era todo un caballero y un conquistador nato, era todo un galán de la seducción femenina y aunque en un principio la joven se dio cuenta de que su edad era muy diferente a la suya, sí que al verle la joven se le quedó mirando, cómo quien mira a un actor de cine, sin preocuparse para nada más, pero el hombre también tenía serio interés en conocer a la joven, pero al tener siempre a su lado a multitud de chicos de su misma edad, el hombre veía que no tenía cabida en aquel corrillo y el hombre pensó.

- ¿Es una chica muy guapa? - ¿pero? - ¿tiene tantos admiradores cerca de ella, que me va a ser imposible ni siquiera poder hablar con ella?

- Pero no por ello el hombre desistió de acercarse a la joven, ni dejó nunca de mirar todos y cada uno de sus movimientos en aquella sala de baile, ni cada uno de los bailes que la joven hacia mientras estaba con otros jóvenes y cómo que el hombre también tenía bastante interés para ella (se le notaba en cada una de sus miradas), y en la primera oportunidad que tuvo el hombre en acercarse a la joven, este le propuso salir los dos a bailar hasta el centro de la sala, y aquello para la joven fue todo un honor y un gran descubrimiento, porque aquel hombre (aunque era algo mayor que ella) enseguida congeniaron y se entendieron a las mil maravillas bailando en aquella sala, como si hubiesen estado bailando toda la vida juntos, Martina no paraba de mirarle y el hombre que se llamaba ”Gustavo” se encaprichó perdidamente de la joven y pensó que aquella mujer era sin duda la mujer de su vida y el hombre después de estar bailando con Martina las últimas canciones de aquella tarde, ellos continuaron viéndose cada domingo en aquella misma sala en los sucesivos domingos, dejando a los demás jóvenes que llegaban hasta allí, perplejos ante los ojos de Martina que veía cómo dejaban de sacarla a bailar, mientras tuviese allí a su amor Gustavo.

- La joven prefería bailar con Gustavo, algo mayor que ella permaneciendo a su lado el mayor tiempo posible, porque Martina se había enamorado perdidamente de aquel hombre, un hombre qué, aunque no era de Brasil, pronto llegaron a congeniar al ser los dos de diferentes países extranjeros y cómo ya he dado a conocer, el hombre que se llamaba “Gustavo” cada vez que veía a Martina, este la sorprendía llevándole hasta donde ella se encontraba un ramo de rosas rojas, de esas rosas que a Martina le encantaban y que cada vez que el hombre le sorprendía con este obsequio, a la joven se le encendían todas las luces de la vida y se le abría de par en par el corazón hacia aquel hombre.

- Y a partir de aquel domingo, todos los días en que se amenizaban bailes en aquella sala, allí estaba el hombre esperando a Martina, aquel hombre que ya se había enamorado de la joven, y también la inseparable Martina que llegaba hasta allí para pasar los dos una tarde más que inolvidable, hasta que llegó un momento en la vida de Martina que la joven estaba dudando, entre continuar trabajando en aquella casa, en el cuidado de los niños (que tenía con ellos una familiarización muy buena) o seguir a su amor (aunque tampoco sabía cuál era su trabajo en aquel país) ni su forma de vida, pero que a ella la enamoraba cada vez que se veían los dos, y cuando aquel domingo finalizaba la verbena de la tarde, la joven Martina se quedaba muy triste y desconsolada, viendo desde la puerta de la casa en donde ella trabajaba, como el hombre desaparecía andando entre el resto de la gente su enamorado y cuando ella entraba a la casa de sus jefes, la joven solo quería estar sola para recordar cómo podría ser su vida junto a la de aquel galán que le había robado el corazón y la había dejado tocada y casi hundida.

- Cuando la joven se encontraba con su amante (con aquel hombre enamoradizo), ella no dejaba ni un momento de suspirar pensando siempre en él, y la joven pensaba en cómo podría ser su vida junto al hombre de sus sueños, sin que nada ni nadie pudiera ponerse entre ellos dos, y cuando al siguiente domingo caminaban los dos hacia la casa de Martina (completamente enamorados) inter cambiándose besos y arrumacos sin importarles para nada, que los vecinos de la calle les llegasen a ver en aquella actitud tan positiva, sin llegar a pensar nunca que las cosas llegasen algún día a cambiar y mientras que ellos dos se encontraban juntos, se sentían profundamente felices y hasta llegaron a pensar en buscar alguna vivienda allí en la ciudad de Buenos Aires, para llegar a compartir sus vidas sin que la joven dejase de trabajar en aquella casa, en lo que hasta entonces estaba haciendo, que era el cuidado de aquellos tres niños, (que Martina ya les tenía como si fuesen sus propios hermanos) incluso muchos días les llegaba a confundir con aquellos hermanos que había dejado en Brasil, y que además la joven se sentía muy querida por sus jefes y también por parte de los niños, ya que el mayor de los 3 le había cogido mucho cariño a Martina y el muy pícaro, algunas noches se hacia el despistado para poder dormir en la misma cama que lo hacía Martina (su cuidadora) y la joven aquello lo entendía porque el niño la quería mucho y lo hacía porque era un niño muy cariñoso, hasta que una noche mientras que la joven se encontraba profundamente dormida en su cama, (que era algo más amplia que la que tenían los niños), Carlitos con la excusa de que aquel día tenía frio, se fue a dormir a la cama de la joven y con aquella excusa del frio el niño se iba arrimando cada vez más a la joven, juntando su cuerpecito con el de Martina y esta al notar en su parte trasera algo que parecía ser bastante duro, la joven se despertó precipitadamente, toda exaltada y algo cortada en su interior, por aquello que había notado en su parte trasera, y en aquel momento pudo ver al niño todo excitado, intentando (no se sabe que) y cuando Martina notó en su cuerpo aquel roce, esta se giró hacia el lugar que estaba ocupando el niño y le preguntó.

- ¿Oye Carlitos? - ¿qué te pasa? - ¿te noto muy excitado?

- ¿Te ocurre algo? Y el niño en aquel momento se quedó muy cortado y tembloroso sin saber que contestar ante aquellas preguntas que le estaba haciendo su cuidadora, hasta que de nuevo la joven le tuvo que volver a preguntar.

- ¿No me quieres decir nada Carlitos? - ¿te he hecho una pregunta y si no me contestas, tendré que decírselo a tu papá? Y fue entonces cuando Carlitos se buscó una excusa para salir del paso y este le dijo a Martina.

- ¿Es que tenía frio y estaba buscando algo de calor? Y la joven le contestó al niño (que estaba todo tembloroso).

- ¿Y para buscar un poco de calor, te tienes que arrimar tanto a mí? Y la joven aún añadió.

- ¿Y qué era eso tan duro que me estabas arrimando en mi parte trasera? Pero el niño no sabía ni quería comentarle nada a la cuidadora de aquella actitud, ni le quería decir a la joven, porqué se arrimaba tanto a ella, el solo sabía que aquello para él, era una satisfacción sin llegar a llamarle “placer” y era porque el niño no llegaba aún a entender que quería decir aquella palabra y cuando la joven Martina le preguntó.

- ¿Qué sientes Carlitos? - ¿cuándo te arrimas fuerte a mi cuerpo?

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