Formas de vida
Jacques Fontanille
Colección Biblioteca Universidad de Lima
Formas de vida Primera edición digital: septiembre, 2018
© Jacques Fontanille, 2015
© De la edición francesa: Presses Universitaires de Liège, 2015
© De la traducción: Desiderio Blanco
© De esta edición:
Universidad de Lima
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ISBN 978-9972-45-460-8
Presentación
PRIMERA PARTE. LA VIDA ADQUIERE FORMA: ENTRE NATURALEZA Y SOCIEDAD
Preámbulo I
Capítulo I. De la semiótica del ser vivo a las formas de vida
Las formas de vida en cuanto «lenguajes»
¿La vida puede tener una forma semiótica?
Semiosfera y formas de vida
¿La vida puede mentir?
Dar forma y dar vida
El punto de vista paradigmático
A cada cual su semiosfera: «Más allá de naturaleza y cultura»
Modos de existencia y formas de existencia sociales
El punto de vista sintagmático
Vivir es sobrevivir: el esquema de la perseverancia
Capítulo II. Maneras de vivir y de sentir: definir y describir las formas de vida
Coherencia y congruencia de las formas de vida
El sentido de un curso de vida reside en un esquema sintagmático
Una vida semiótica es una forma congruente
Variaciones de la presencia sensible
Expresiones y contenidos experimentados por los actantes
Formas de vida imperfectas
Estados de alma elementales
SEGUNDA PARTE. REGÍMENES DE CREENCIA EN CONCURRENCIA: PROVOCACIONES, CONFLICTOS, CONCESIONES
Preámbulo II
Capítulo I. Formas de vida emergentes: provocaciones éticas y estéticas. El caso del bello gesto
Introducción
La moral y la sintaxis narrativa
¿Moral con o sin destinador?
El saber-hacer y el saber-ser como rejillas de lectura
El intercambio y la ruptura del intercambio
Mantener, distender o reafirmar el vínculo: las morales transitivas
Romper el vínculo, interrumpir el intercambio: la ética intransitiva
El bello gesto en actos
Dos ejemplos
El bello gesto y el espectáculo de las formas de vida
La negación y la invención de valores
La cuantificación del plano de la expresión
El espectáculo intersubjetivo
Conclusión: del bello gesto individual a las formas de vida socializadas
La irrupción y la emergencia singular
Una organización sociosemiótica lábil y pasional
Anexo
Capítulo II. Competitividad: creencias paradójicas y mala fe
La paradoja de las competiciones socioeconómicas
Competiciones clasificadoras y competiciones ganadoras
Una racionalidad semiótica
Paradoja, concesión y denegación modal
Lo individual y lo colectivo
La parte del otro
¿Somos todos calvinistas?
Necesidad y contingencia: disociación modal y epistemológica
Una incompatibilidad sobrevalorada
Del destino al proyecto
Perseverar en el ser
Hacer de la necesidad virtud
Un islote de libertad y de proyecto: la escapatoria calvinista
Golpes de fuerza y malas excusas: el bricolaje sartriano de las necesidades
Para terminar: las formas de vida de mala fe
Capítulo III. Transparencias: creencias y concesiones
Una configuración transversa
Un topos en el corazón de una forma de vida
Un fenómeno de naturaleza concesiva
La transparencia y lo visible
El fenómeno físico
El fenómeno semiótico
La estructura narrativa
La enunciación visual, la exploración y la transparencia imperfecta
La transparencia práctica y estratégica
La transparencia cognitiva
Transparencia de las estrategias cognitivas individuales
Transparencia de las estrategias cognitivas colectivas
La transparencia en la era de la sospecha
Transparencia financiera: de la sospecha a la confianza
Transparencia de la decisión y de la cadena de imputabilidad
Transparencia de la vida urbana: de la sospecha a la amenaza
La transparencia de la vida pública
Transparencia, notoriedad y continuidad de la información
La vida pública puesta en ficción
La transparencia radical en democracia
La transparencia radical acumula las propiedades de todas las transparencias sociales
La transparencia radical encuentra los límites de la competencia
Transparencia radical contra responsabilidad
Conclusión
Predicación concesiva y variaciones fiduciarias
El control y el reglaje de la interacción
La enunciación de la transparencia imperfecta
Capítulo IV. Formas de vida invasivas: regímenes de creencia mediáticos y mundialización
La semiosfera y los «medios»
Los «medios», las formas semióticas y sus planos de inmanencia
Regímenes de creencia, pasiones y formas de vida
A cada tipo semiótico, su régimen de creencia
Cruzamientos, hibridación y conflictos de los regímenes de creencia
Por una ética de los regímenes de creencia
¿Ética o estrategia?
Para terminar: esas creencias que nos introducen en el mundo
TERCERA PARTE. EL ESPACIO-TIEMPO DE LA PERSISTENCIA Y DE LA PERSEVERANCIA
Preámbulo III
Capítulo I. El espacio y el tiempo de las formas de vida
Los regímenes topológicos de las formas de vida
Regímenes topológicos de la presencia
Formas de vida en tensión y en transformación
Los regímenes temporales de las formas de vida
Tiempo de la existencia y tiempo de la experiencia
Capítulo II. Temporalidades
La invención del tiempo y las formas de vida en el mito griego
El relato mítico del nacimiento de los dioses griegos
La invención de los regímenes temporales y de las formas de vida
La pulsación vital original
Los regímenes temporales distensivos
Los regímenes temporales híbridos
La conjugación de los regímenes distensivos
La superposición de los regímenes temporales y la confrontación de las formas de vida
El tiempo social y las formas de vida «de derecho»
El derecho y el tiempo social
Los cuatro tipos de desarreglos temporales
El «fuera-del-tiempo» trascendente
El tiempo irreversible
El determinismo exclusivo
La desincronización dispersiva
Cuatro regímenes temporales para fundar las formas de vida sociales
Los regímenes temporales sociales constituyen un sistema deformable
Desarrollar y preservar las perspectivas temporales
Las dos tensiones directrices del sistema
La construcción de la estructura tensiva
Los regímenes temporales de la vida le dan forma [a la vida]
Capítulo III. Periodicidades: Julien Fournié y las estaciones de la moda
El corpus, el cuerpo y el objeto
El recorrido de las estaciones
Primeros modelos (invierno, 2009)
Primer verano (2010)
Primer invierno (2010-2011)
Primeros colores (verano, 2011)
Dos estaciones y cuatro formas de vida
Formas de vida espectaculares e incorporadas
Núcleo pasional de las formas de vida
Congruencia interna de las cuatro formas de vida
Capítulo IV. Territorialidades: de las formas de vida en su dominio
Introducción
Espacio, límites y red
Poner y sobrepasar el límite
Crítica de los límites: movimiento, movilidad, red y escalas
Control, apropiación, poderes y espacio modal
Especificidad, legitimidad y pertenencia simbólica
Morfología y vivencia figurativas
Identidad cultural y pertenencia simbólica
Autorreferencia y proyección simbólica
Crítica de la identidad territorial: movilidad y mundialización
Transformación antrópica, trabajo y donación de sentido
Una producción semiótica: escribir el territorio
Crítica del vínculo entre territorio y donación de sentido
Para terminar: el territorio como forma de vida
Conclusión
Bibliografía
Glosario
Anexos
¿El siglo XXI será el siglo de las ciencias humanas y sociales? La pregunta semeja un desplante, a tal punto casi todos nos hemos convencido de que nuestro futuro dependerá, para lo mejor y para lo peor, de la tecnología, de la digitalidad y de la robótica, de las nanociencias, de la biología de los sistemas y del descubrimiento de nuevas formas de energía. La pregunta tal vez está mal formulada. Ensayemos de otra manera: ¿será el siglo XXI el siglo de las ciencias del sentido? ¿El que dirá el sentido de nuestras opciones tecnológicas? ¿El sentido de nuestras elecciones de sociedad y el de nuestras opciones políticas? ¿El que diga el sentido de la intrusión de los robots en nuestra vida cotidiana? ¿O el de aquella de los captores biológicos de nuestro cuerpo? ¿El que diga el sentido de nuestra relación con la naturaleza, cuyas leyes y sistemas se esfuerzan por decir y por describir las otras ciencias?
¿Cambios tecnológicos tan radicales y tan rápidos transforman a la vez nuestras culturas y la naturaleza? ¿Nos autorizan aún a distinguir naturaleza y cultura? Estas son las preguntas que olvidan con frecuencia hoy en día los programas de difusión de la cultura científica y técnica cuando se trata de proponer todas las condiciones para que todos puedan comprender y apropiarse de las novedades científicas descubiertas y de sus consecuencias tecnológicas. Esos programas son, en efecto, emblemáticos del rol que deberían cumplir las ciencias humanas y sociales, y que ellas podrían dar. Sin embargo, el presupuesto de tales programas es, con frecuencia, lo primero que habría que discutir y demostrar, a saber, que las transformaciones tecnológicas son inevitables, deseables y apropiables, y que es necesario actuar de tal manera que las poblaciones las admitan, las comprendan, las acojan y, en las versiones más audaces, participen en ellas activamente. De ese presupuesto se sigue implícitamente que las sociedades y las culturas deben adaptarse para integrar esas novedades técnicas.
Un razonamiento semejante comporta al menos dos zonas ciegas, que son las referidas a la opción política: (i) al comienzo de las transformaciones científicas y tecnológicas, las decisiones ya están tomadas, las opciones estratégicas ya están hechas, los determinantes socioculturales ya están instalados: ¿quién los interroga?, ¿cómo ocurren?; y, (ii) al final, en el momento de la apropiación, ¿quién pregunta por el impacto de la interpretación y de la integración de esas transformaciones sobre el equilibrio de nuestras culturas y sobre los valores de los que son portadoras? Las ciencias humanas y sociales están en capacidad de dar a ese horizonte de cuestionamiento la profundidad histórica, la base antropológica y el alcance sociológico necesarios para que las respuestas que se planteen tengan sentido.
¿Ciencias del sentido? Serán y son ya ciencias del cuestionamiento; usted ha hecho una pregunta, ¿cuál es el sentido de su pregunta? Usted se pregunta por el impacto de las transformaciones tecnológicas sobre las culturas, ¿cuáles son las respuestas históricas que la gran diversidad de sociedades ha aportado ya a transformaciones parecidas? Usted se pregunta por qué la comunicación y los «medios» han adquirido tal importancia en los asuntos políticos, ¿cuáles son, en las diferentes sociedades, las relaciones observables entre las artes de la palabra y de la comunicación y los modos de gobierno? Usted se pregunta qué impacto han tenido los cambios tecnológicos y sociales sobre la cultura y la naturaleza, ¿cuál es el sentido de la distinción entre naturaleza y cultura hoy en día?
¿Ciencia del sentido y del cuestionamiento? La semiótica se reconoce en este retrato rápido: propone uno o varios cuerpos de doctrina y métodos para interrogar primero el sentido de las prácticas, de los textos y de los objetos propios de las culturas humanas. Ha elaborado procedimientos para construir la significación de los sistemas de signos y de los conjuntos significantes que son los textos, las imágenes, los objetos cotidianos o las interacciones sociales. Se encuentra en capacidad de decir el sentido, colaborando en lo posible con todas las otras ciencias humanas y sociales que comparten también el sentido como patrimonio, cada una desde su punto de vista particular. Entre otras, la historia, la filosofía, la psicología, la antropología, la economía, el psicoanálisis y la sociología.
Pero el nivel de cuestionamiento que necesitamos hoy en día tiene otra amplitud, puesto que se trata de aprehender bajo qué formas y con qué efectos semióticos las opciones tecnológicas, políticas y de modelo social influyen sobre la transformación de nuestras sociedades y de nuestras culturas, concebidas como totalidades portadoras de sentido y como focos de identidad para cada uno de nosotros. Y no es a los semiotistas* a quienes hay que recordarles que la significación del todo no resulta de la suma de las significaciones de todas las partes, que lo global determina lo local. Necesitamos, pues, proponer un nivel de cuestionamiento adecuado y de alcance suficiente, y, como dicen los semiotistas, un «plano de inmanencia» apropiado al alcance y al nivel de los problemas por tratar.
Ese plano de inmanencia será aquí el de las formas de vida, definidas en una primera aproximación como conjuntos significantes heteróclitos y coherentes que son los constituyentes inmediatos de la semiosfera, los cuales sin duda se asimilan rápidamente a la cultura. Las formas de vida, a su vez, están compuestas por signos, textos, objetos y prácticas; portan valores y principios directores; se manifiestan por medio de actitudes y de expresiones simbólicas; influyen en nuestra sensibilidad, en nuestros estados afectivos y en nuestras posiciones de enunciación. Dicen y determinan el sentido de la vida que llevamos y de las conductas que adoptamos; nos proporcionan identidades y razones de existir y de obrar en este mundo.
Existir, vivir: no hay ahí nada que se pueda reducir por principio al dominio cultural. Existir: los seres humanos comparten la existencia con los no-humanos, y más allá del viviente. Este será un punto decisivo de la discusión sobre las formas de vida: ¿son únicamente constituyentes de las culturas? ¿Los seres humanos las comparten con los no-humanos? Como veremos, la mayor parte de las configuraciones semióticas que examinaremos –la competición, la transparencia, el territorio, las estaciones– no son patrimonio exclusivo de las culturas humanas.
Las formas de vida constituyen, por consiguiente, el campo de cuestionamiento pertinente para que la semiótica pueda ejecutar hoy y mañana su partitura en el concierto de las ciencias humanas y sociales. Sometidas a determinaciones múltiples pero solidarias, ofrecen entradas diversas, pero que dan acceso al conjunto de los otros constituyentes y, en tal sentido, están reguladas por interacciones a escala múltiple, desde los signos mínimos hasta los conjuntos significantes más transversales. Se dan a captar, por definición, en sus mismas transformaciones y en sus interacciones con otras formas de vida, y se manifiestan tanto en dominios de actividad cultural como la moda o los «medios», como en los grandes conceptos recurrentes del discurso social y político, como la transparencia, la competición y la competitividad. Están presentes también en los mitos, en los principios del derecho, en la organización de los territorios y en los gestos cotidianos.
Con las formas de vida, la semiótica recupera la perspectiva que era la suya cuando Roland Barthes y Algirdas Julien Greimas ponían los fundamentos de una aproximación crítica al sentido de la vida social e individual: una mirada «desmitificadora» para uno, una mirada «elevada» para el otro, y para los dos, la opción de la «buena distancia» para comprender los mitos cotidianos, el mundo tal como se desenvuelve, y los hombres y las mujeres tales como son y tales como se sueñan. La «buena distancia», en este caso, es la que permite interrogar sistemáticamente los presupuestos y los implícitos de una práctica o de una representación, para reconstruir sobre ella la significación.
La elección de la «buena distancia», para captar con una mirada crítica la coherencia de las formas de vida que nos dicen el sentido de nuestra existencia y de nuestra acción, es el proyecto de este libro, en tres tiempos: (i) para comenzar, la definición del «plano de inmanencia» y del análisis que constituyen las formas de vida, acompañada de algunas propuestas metodológicas; luego, (ii) una exploración de la confrontación entre formas de vida, a través principalmente de sus regímenes de creencia; y, finalmente, (iii) un estudio de los regímenes del espacio y del tiempo que dan lugar y sentido a las formas de vida.
Las formas de vida no pueden constituir el objeto, por principio y por definición, de ninguna tipología general, y eso las distingue de todas las tentativas de clasificaciones totalizantes de naturaleza sociológica, antropológica o ideológica. Esa situación es de la misma naturaleza que aquella encontrada, hace más de treinta años, con la investigación semiótica sobre las pasiones: frente a las múltiples tentativas de tipologías filosóficas o psicológicas, todas marcadas por sus inflexiones culturales e ideológicas, la semiótica se consagró al estudio de la «vida» de las pasiones en los textos y en el conjunto de las semióticas-objetos, es decir, en su contribución a los procesos de la semiosis y a los procesos en general.
Lo mismo ocurre con las formas de vida: se las puede captar, describir y explicar cuando se manifiestan y se imponen, y es preciso disponer de los medios para hacerlo. Pero las formas de vida «viven» en las sociedades y en los mundos significantes que nos damos a nosotros mismos; aparecen y desaparecen; y si su emergencia y su desaparición están sometidas a esquemas que se pueden identificar y describir, no obedecen, sin embargo, a un marco tipológico global y único (a priori o a posteriori). Por lo mismo, nuestros estudios de casos pretenden, por cierto, ser representativos, pero de ninguna manera exhaustivos e inmediatamente generalizables. Son en cierto modo ejercicios prácticos, cuyos objetos se nos han impuesto poco a poco al hilo de algunas lecturas y de experiencias vividas.