Looderish hsiredool: Interdimensional

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—Ya cálmense todos. Looderish necesita comer, acaba de pasar por un viaje interdimensional, e igual todos los días trabajamos para conseguir comida, así que no se hable más y todos coman. —El que había acabado de hablar era Plathor, el representante mayor de esa sección en particular de WDM. Él era el encargado de comunicarse con los directivos de mayor rango y expresar las urgencias y necesidades de la gente, al igual que de coordinar algunas misiones.

No dije nada. Mary y Ghust tampoco abrieron la boca. Estaban al otro lado de la larga mesa, tomando a pequeños sorbos su chocolate.

Pronto descubrí que el horario en WDM era aún más duro que en el Omhusk Flair. Aunque, después de todo, ¿qué iba esperar de una sociedad de humanos viviendo bajo tierra y en un mundo totalmente destruido?

Sin embargo, los primeros días tuvieron piedad conmigo y no me pusieron a hacer casi ningún trabajo. Lo único era ir al gimnasio para mantenerme en forma y asistir a las reuniones de WDM para ambientarme más al lugar.

La hora de levantada y acostada eran igual para mí que para todo el mundo y la de las comidas también.

Le asignaron a Luci ser una especie de tutora para que el contraste de mi dimensión con esa no fuera demasiado duro. Aunque, en realidad, a los directivos de WDM no les importaba mi salud mental ni emocional, sino que en un futuro no fuera a volverme un salvaje y arremeter contra las vidas de los agentes de WDM, como lo habían hecho los integrantes de la Brigada de las tinieblas.

El primer día, como lo había predicho Luci, me sentí terrible y la mayor parte de tiempo me quedé en la cama. Pero el cambio de horario y el Contrallgasth, como le llamaban al contraste entre dimensiones, no eran las únicas razones por las que no salí.

Tal vez por Mary o tal vez por Ghust, de repente todas las personas de WDM ya se habían enterado de quién yo era, y cada vez que iba caminando por los pasillos o las oficinas me miraban, sorprendidos o asustados, y empezaban a susurrarse cosas al oído. De esa manera, me sentía como un niño en una escuela nueva, donde a nadie le caía bien.

El hecho de haber venido de la DIB por accidente y llegar de pronto a WDM, triste y confundido, tal vez les hacía recordar demasiado de los cinco niños que crecieron y asesinaron a sus compatriotas.

O tal vez esta impresión que sentían hacia mí era debido a mi versión original. Pero ¿qué podría haber hecho de mal? y ¿por qué habría muerto?

Luci me preguntó si todo estaba bien además de mis ataques de vómito y, aunque estuve a punto de contarle lo que sucedía, decidí no hacerlo. Desde ese momento, comprendí que debía mostrarme siempre lúcido y estable, o si no la gente podría empezar a dudar de mí y todo podría terminar en catástrofe.

—Habrá una charla importante para los de nuestra sección dentro de un rato, pero los directivos decidieron que, si no querías ir a esta primera, no era obligatorio, y…

—No, no —dije yo—. Sí iré. Tranquila.

Esa no era una reunión como a las que asistía Mary, de directivos y decisiones importantes, sino una pequeña charla de personas de menor rango sobre decisiones pequeñas, como asistencia psicológica, cumpleaños y bienvenidas y tareas logísticas de nuestra sección de WDM, así que, al menos esto, me hacía sentir un poco más confiado.

La sección a la que hacía parte era la 23, e incluía equipos militares, científicos, administrativos, psicológicos y directivos pequeños.

Además, esta sección, se dividía en dos minisecciones, la de novatos y la de veteranos. Yo, por supuesto, pertenecía a la de novatos.

La primera reunión se efectuó en el salón de juntas de nuestra sección, a las 8 a. m., una hora después del desayuno.

Durante esa hora antes de la reunión, me mantuve en mi cuarto, procurando dormir, pero sin poder hacerlo. Simplemente era incapaz. Estaba hecho un manojo de nervios. A cada momento me preocupaba más cómo iba a ser la reunión y sentía intriga sobre qué pensarían de mí y de lo que yo dijera, ya que estaba completamente seguro de que, debido a mi inexperiencia, iba a decir incoherencias u obviedades ridículas frente a los demás. Después de todo, en una reunión de otra dimensión en un planeta destruido con alienígenas mutados, por muy pequeña que fuera, quién sabe qué podría pasar.

Traté de hacerme a la idea de que todo saldría bien y, aunque estuviera en otro mundo desconocido, los humanos seguirían teniendo algo de humanos y, por lo tanto, compasión.

Hice estiramientos, me preparé mentalmente, practiqué trabalenguas para mejorar la fluidez de mi habla e incluso traté de replicar, inútilmente, el acento de las personas de aquel lugar.

Leí un poco sobre los estatutos y la historia de WDM en una pequeña guía de operativos que Luci, amablemente, me había regalado, y traté de informarme lo máximo posible, concentrándome al 100 % y sin omitir detalles.

Cuando no faltaba más que un cuarto de hora para la reunión, decidí bañarme para estar fresco y relajado, pero cuando le pregunté a alguien dónde se encontraban las duchas, ya que en mi baño solo había un lavamanos y un extraño inodoro de forma triangular, quedé sorprendido: no había duchas.

Con el propósito de ahorrar el agua y la energía del QMR, se habían desinstalado de los baños todas las duchas de WDM, y solo había tres para las habitaciones de los directivos de mayor rango, y eso que esas tenían un tiempo de baño limitado de media hora cada semana.

Quedé perplejo y miré a mi alrededor. ¿Todas esas personas… no se bañaban?

Después me explicaron que, para tener un nivel de limpieza medio, se inyectaban un tipo de sustancia química que se colaba por entre los poros de la piel y limpiaba las glándulas sudoríparas de todo el cuerpo en unos minutos, quemando las bacterias y la suciedad, y luego se limpiaban la piel con reservas de pañitos húmedos.

Sin embargo, además de doloroso y muy desagradable, se había descubierto que podía llegar a ser sumamente peligroso, ya que, además de quemar la suciedad de las primeras capar de la piel y las glándulas sudoríparas, podía llegar a descontrolarse y penetrar hasta más adentro y representar un importante riesgo para el sistema nervioso.

No quise ni pensarlo, y abandoné la idea de inmediato.

Me limité a echarme un poco de agua del lavamanos (la cual estaba también restringida, a diez minutos por semana) en la cabeza y peinarme un poco.

Me sentí mejor y finalmente estuve preparado para la reunión.

Cuando entré a la sala, la mayoría de las personas ya estaban reunidas. Temí que se pusieran a hablar de mí o que alguna me dirigiera la palabra, pero pasé casi desapercibido y pude sentarme en un pequeño escritorio en paz, el cual estaba flotando, apartado del suelo.

Sonó una pequeña alarma, que indicaba el comienzo de la reunión y todos prestaron atención a los brillantes hologramas que parecieron en el aire. Un hombre se situó en el centro y nos dio la bienvenida a todos.

Los hologramas eran algunas gráficas estadísticas de temas de WDM, y constantemente aparecían mensajes en la parte derecha.

Pronto descubrí que toda la superficie de mi mesa era realmente una pantalla en la cual podías hacer anotaciones personales o mandar mensajes al holograma principal de la reunión, aunque también era tangible para sostener los brazos. «Wow», pensé yo.

Al contrario de lo que imaginé, la reunión no fue angustiante ni aburrida, sino interesante y bastante relajada. Los novatos de la sección 23 eran bastante amables y la mayoría, al parecer, recordaban a mi versión original como un buen trabajador. Quise preguntarles sobre el yo de esa dimensión, pero no tuve la oportunidad. Sin embargo, ellos siempre me incluían en las conversaciones, siendo comprensivos conmigo, y pronto me sentí con casi tanta confianza como la que tendría con Julius.

Además, debido a mis cortos pero intensivos estudios sobre WDM, no quedé como un completo ridículo, sino que me gané la aprobación de algunas de las personas que allí estaban.

Al final de la reunión, me sentí lúcido y la alegría rebosó en mí. Lancé varias exclamaciones de satisfacción.

Debido a mi increíble victoria en la sala de reuniones, decidí quedarme afuera de mi cuarto el resto del día. Me paseé por el comedor, el cual era incluso más pequeño que el del Omhusk Flair.

Según había sido informado, no había ninguna cocina en WDM, sino que después de recolectar el maíz, la papa, la cebada, el trigo o las otras verduras necesarias para las comidas los agentes de WDM los pasaban a una máquina de procesamiento, la cual, cargada de un nivel de inteligencia bastante alto, preparaba los alimentos, los pelaba, los lavaba y luego los trituraba para que cupieran por los ductos de comida.

Cuando los alimentos llegaban a estos ductos, se iban soltando cantidades de cada cosa cada tres segundos y luego el ducto se cerraba automáticamente, para que así cada bandeja tuviera una cantidad proporcionada de comida.

Las bandejas, ya llenas, esperaban durante algunas horas reposando en un brazo robótico móvil, hasta que llegábamos y las reclamábamos.

Así mismo se hacía con las carnes, que eran sometidas a un proceso de salado y cocinado, antes de triturarlas y ponerlas en nuestras bandejas. En unas pequeñas cápsulas, en otra sección de WDM, criaban, alimentaban y finalmente asesinaban a los animales productores de carne y lácteos, como vacas y ovejas. Sin embargo, las especies de animales en la dimensión original habían cesado drásticamente y las únicas que quedaban sobre la Tierra, además de humanos y Goorgops, eran vacas, ovejas, cangrejos, lobos, zorrillos, arañas, osos, castores, zarigüeyas, algunos tipos de aves y la mayoría de los insectos. Todos los demás se habían extinguido, incluyendo absolutamente todos los animales marinos.

 

Por lo tanto, un 90 % de veces comíamos alimentos triturados, y la mayoría de las bebidas eran tratadas químicamente para que pudieran ser bebibles, entre ellas, el agua. Solo en unas pocas ocasiones, nos daban almuerzos más completos y sin triturar, en días de celebración o alguna vez que los directivos de WDM se dignaban a reprogramar las máquinas y, mandando personal humano, nos servían la comida completa. El alimento orgánico había dejado de ser una necesidad en aquel extraño mundo y ahora era un lujo más de los que casi nunca podían permitirse. Aunque, para mí, la comida triturada siempre tuvo un excelente sabor.

Poco a poco, la gente de WDM se acostumbró a mi presencia, dejándome de mirar como bicho raro.

Asistí continuamente a las reuniones de la sección de novatos desde aquel día, enterándome de los acontecimientos más importantes de nuestra pequeña división y divirtiéndome con mis nuevos compañeros.

Los nombres de las personas en WDM eran muchos y bastante raros. Había nombres como Liersink, Velmoré, Cheiksohmgn, Alramtanowl, y otros que mi boca no era capaz de pronunciar, como HuxluwwetrZ´lawpd y Zdewyotrr. Sin embargo, había muchos otros con nombres conocidos.

Entre los temas que abordamos en las primeras sesiones, no se mencionó mi llegada a WDM, ni los problemas con el QMR, lo que me sorprendió bastante, pero me alivió porque era lo que quería.

Hubo nueve cumpleaños la primera semana, tres el miércoles, uno el jueves y cinco el sábado. No podía entender cómo cumplían años tantos al mismo tiempo, hasta que me explicaron que la mayoría de las personas de WDM nacían en este mes, ya que, para poder elevar la población en el planeta pero no llegar a descontrolarla, solo se permitía tener hijos en un rango trimestral.

Todos aquellos datos que me contaban me parecían extraordinarios, algo totalmente nuevo y diferente, y cada vez las reuniones, que se realizaban diariamente, me parecieron más interesantes.

Al final de la segunda semana, Mary me dijo que debía empezar a trabajar desde el siguiente lunes. Esto me puso un poco nervioso, pero lo tomé de buena manera y me preparé.

—Cada vez está peor —dijo Gilbert mirando la comida el sábado. En las comidas nuestros puestos estaban asignados, para evitar desorden.

—Siempre ha sido mala —respondió Grace. Yo reí en mi mente. Si hubieran probado la comida en el Omhusk Flair…

—El ganado se está acabando, las vacas se enferman cada vez más y ya casi no dan leche, eso es lo que pasa —dijo Ghust.

—Es culpa del maldito QMR, cada vez produce más oxígeno con partículas dañinas, es posible incluso que esté afectando a la superficie… —exclamó Grace, enojada.

—Estamos trabajando para que mejore, Grace. Es una situación difícil —le respondió Plathor.

—¿Ha habido avances en la búsqueda del microchip? —pregunté yo. Era la primera vez que hablaba en el comedor y todos me miraron, extrañados.

—No —dijo Plathor—. Desde que Mary falló en su búsqueda, el grupo de Goorgops que lo tenía se desplazó hasta un lugar afuera de nuestros radares. Más allá de esta zona, el localizador pierde su señal. Será más difícil localizarlo ahora.

—Y ¿qué podemos hacer?

—Hemos enviado algunos equipos de exploración fuera de los perímetros, pero no pueden cubrir demasiado espacio. —Hubo un silencio.

—Y ¿entonces? —pregunté yo finalmente.

—Nada. No podemos hacer nada por el momento. Los equipos científicos y logísticos están tratando de implementar nuevas maneras de localización o estrategias para que nuestros radares tengan más cobertura, pero es muy difícil. Por ahora, además de cumplir con nuestros trabajos para conseguir comida, agua y materiales para elaborar más máscaras de oxígeno, no podemos hacer nada —terminó. Todos callamos y seguimos comiendo.

Me sentí un poco desanimado. Tal vez Gilbert lo notó y me dio unas palmaditas en la espalda. Esto me hizo sentir mejor.

Una hora después, asistí a la reunión de novatos de la sección 23 de WDM.

Me preparé como siempre. Me sentía bastante relajado. No sabía lo que habría de pasar ahí dentro. Cuánto tendría que sufrir por eso.

Ese día hubo algo distinto. Repasé como siempre sobre la historia de WDM y me peiné, pero cuando crucé los pasillos con cara sonriente y llegué a la sala de reuniones no había llegado nadie.

Esperé. Esperé. Seguí esperando. Habían pasado más de veinte minutos desde el supuesto inicio de la reunión, pero nadie llegaba. Tuve curiosidad sobre lo que pudiera estar ocurriendo, pero no me moví del sitio. Temía que me castigaran por impuntualidad si llegaba a empezar allí finalmente.

Empecé a inquietarme después de la media hora, pero entonces la gente comenzó a llegar. Se veían angustiados. Todos se sentaron y prendieron sus pantallas, pero en lugar de los hologramas habituales de las reuniones el techo en el centro del salón se abrió de par en par, dejando salir de la parte de arriba una brillante luz violeta. Quedé boquiabierto. Traté de preguntar qué era lo que estaba pasando, pero todos me ignoraron y prestaron atención a la enorme apertura en el techo, de la cual apareció otra luz amarilla en el fondo y una cascada de humo blanco cayó a nosotros. Todo se vio borroso.

La luz amarilla se intensificó detrás de la cortina de humo y se escuchó un ruido como si un coche frenara de repente.

Cuando el humo se disipó, apareció un hombre saliendo de un ascensor caído del «cielo», o más bien de algún piso superior de las instalaciones de WDM.

La apertura del techo se cerró y el ascensor, que parecía estar flotando en medio de la estancia, finalmente aterrizó.

El personaje era alto y rubio, con aire de marinero, y tenía dibujada en la cara una gran y dientuda sonrisa.

Avanzó unos pasos hacia nosotros y luego dijo:

—Me presento. Me llamo Clorck Faints, y soy el director de los agentes novatos de todas las secciones de WDM. Muchos ya me conocerán. Hace unos minutos hubo un pequeño incidente cerca del QMR y por eso la mayoría de ustedes llegó tarde a esta reunión. Les prometo que para ustedes no habrá ninguna sanción, ya que la demora fue justificada. Sin embargo, en esta sesión no estamos para discutir esto. Hoy les transmitiré un comunicado de la comisión superior sobre un tema que considero muy importante, incluso crucial para WDM. Por eso lo propuse a los directivos de mayor rango.

»WDM está pasando por un momento de extrema dificultad, aunque los líderes no quieran admitirlo. Con el daño del QMR y la imposibilidad de repararlo sin el microchip, el oxígeno se nos está acabando, al igual que la energía eléctrica y el gas, lo que nos hará perecer bajo tierra tarde o temprano. No hay manera de ocultarlo. El ganado está disminuyendo debido a las partículas tóxicas que fluyen en el ambiente, las verduras ya no crecen y necesitamos cada vez más químicos para un vaso de agua. Hay cortos de oxígeno cada pocos días, el agua se está acabando y cada vez la gente tiene más miedo.

»Según las predicciones de los cuartos científicos, el daño provocado en el QMR es bastante grave y, por supuesto, de origen desconocido. Según nuestras más recientes estimaciones, el oxígeno no durará más de tres o cuatro meses.

Mientras hablaba, algunas personas se estremecían, pero otras se mantenían inmóviles.

—Y cuando ese lapso termine, tendremos que estar ya en la superficie, al borde de la extinción por los Goorgops, porque si nos quedamos aquí abajo todos vamos a jodernos igual. Es una situación desesperada.

»Hemos intentado muchísimas soluciones; sin embargo, ninguna ha funcionado y nadie ha logrado todavía localizar el microchip o crear uno nuevo. Es simplemente irremplazable.

»Los equipos exploradores tampoco han conseguido nada y, de hecho, ayer llegó la noticia de que al menos un 80 % de ellos ya están muertos. Nuestras esperanzas se están acabando.

Decía enérgicamente, mientras anunciaba la terrible realidad de la situación de WDM. La gente se sobresaltó al decir este último dato, y con expresiones aterrorizadas murmullaban entre sí.

—¿Cómo se atreve a decir eso? ¡¿Acaso no cree que podamos salir de esta situación?! ¡WDM se ha librado de crisis gigantescas, hemos afrontado y logrado todo lo que nos hemos propuesto! Es gracias a este modelo subterráneo que estamos parcialmente a salvo de los Goorgops —exclamó una persona entre la multitud a Clorck.

—¡Pero qué espíritu tan pesimista! —le vociferó otra.

—Señores, no es un espíritu pesimista, es realista. Los directivos les han ocultado el verdadero estado de nuestro QMR. La situación es mucho peor de lo que pensábamos… —respondió él, impasible.

—¿Qué? —murmullaron las personas—. ¿Está diciendo que nuestros líderes nos engañaron? ¿Que nos ocultaron la verdad?

—Sí, señores, pero fue por una noble causa: minimizar todo lo posible el dolor de recibir esta noticia, que implica nuestra inminente extinción, para así salvar vuestro estado psicológico —dijo. Las personas dejaron de murmullar y se quedaron consternadas mirando aquel hombre. En sus miradas se expresaba claramente la frase: «Pues, no lo lograron».

Hubo un silencio. Parecía que a quien menos afectaba la noticia era a mí, porque no sentía ningún tipo de tristeza o sentimiento contradictorio. ¿Pero cuál era el problema? Había personas viviendo en la superficie según me contaron, ellos se las apañaron para sobrevivir a los Goorgops. ¿No podrían hacer los mismo los de WDM?

En mi mente solo aparecían posibles soluciones a aquel problema; sin embargo, el resto de las personas se dejaron llevar por las palabras de aquel hombre y se derrumbaron. La mayoría quedó con la mirada baja. Algunos incluso salieron corriendo de la reunión, mientras pavorosas lágrimas corrían por su rostro. ¿Quién se creía aquel hombre? ¿Por qué todos se dejaban afectar tanto por él? La situación del QMR había sido anunciada con anterioridad, tal vez no con las cifras reales, pero ya se les había expuesto a las personas. Entonces ¿por qué sufrían tanto?

Finalmente, una mujer sentada a unos puestos de mí rompió el silencio:

—¿Y qué haremos ahora?

—Bueno, queridos compatriotas, aquí es donde entra mi maravillosa propuesta, que calmará sus terribles dolores —dijo Clorck retomando la palabra, todavía con su amplia sonrisa de plástico—. Primero que todo, para iniciar mi idea, deberemos darle la bienvenida a nuestro querido (o más bien a su clon) ¡Looderish Hsiredool! ¡Bienvenido, apreciado Lood! ¡Qué bien que te tenemos entre nosotros una vez más! —Al terminar su frase, todos aplaudieron con frenesí, como si fuera la primera vez que me veían y exclamaron con emoción «¡Bienvenido, Looderish!».

Me sentí muy incómodo. Lo que no habían hecho en las varias reuniones anteriores lo hacían ahora cuando él lo ordenaba, y sus bruscos cambios de ánimo eran provocados también por Clorck. Sonreí ficticiamente por unos segundos mientras me aplaudían, y luego, preguntándome para qué había dicho eso, me retorcí en mi puesto, nervioso. Luego él continuó:

—Dicho esto ya, ahora sí iré al punto —dijo, restregándose las manos—. Recuerden que antes cada semana le hacíamos una visita a Jenny para preguntarle si nos podía dar las coordenadas del microchip o de algún Vhold, ya que ella lo ve todo. Sabe todo de las tres dimensiones y su mirada se extiende por kilómetros y kilómetros por todo el planeta. Efectivamente es un mecanismo impresionante y el artefacto científico más poderoso del mundo.

»Sin embargo, aunque Jenny tenía la capacidad de comunicarse con nosotros los humanos, era bastante selectiva, y nuestras visitas fueron detenidas tras la muerte violenta de más de 40 de nuestros hombres a manos de ella.

Quedé desconcertado mientras contaba aquella historia, pero a la vez me preguntaba a dónde quería llegar, hasta que al fin dijo:

—Pero, a diferencia del resto de nosotros, a Looderish sí lo escuchaba, respondía a sus preguntas y alcanzaron a entablar una relación de amistad. No hay palabras para explicar lo que pasaba entre ellos dos, ni por qué Jenny solo accedía a hablar con él. Era casi un milagro. Pero lastimosamente nuestro amigo Lood se negaba a preguntarle acerca del microchip por razones desconocidas y, al negarse a ayudar a la supervivencia de WDM, hace un par de meses…, bueno…, sufrió las consecuencias —dijo Clorck en un tono fúnebre, aunque luego se animó tremendamente—. ¡Pero ahora que llegó un nuevo Looderish podremos empezar de cero! Así que ¿¡quién vota por que nuestro querido recién llegado sirva a su patria, salve a WDM y encuentre el microchip?! —terminó y todos, alegres, levantaron la mano. Quedé petrificado.

 

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —pregunté, perplejo. Clorck me miró directo a los ojos, con una mirada burlona, y luego dijo:

—¿Acaso no entendiste, tarado? ¡Te vamos a enviar a salvarnos! Jenny solo le prestaba atención al Looderish original, así que, aprovechando la gloriosa oportunidad de tu llegada, ¡irás a preguntarle a esa máquina dónde está el maldito microchip! —exclamó en tono victorioso y luego lanzó una risa macabra. ¿Pero qué era lo que quería ese sujeto? ¿Qué tenía contra mí? ¿Por qué creía que al clon de su antiguo compañero le iba a prestar atención Jenny? Al fin y al cabo, no éramos la misma persona, solo éramos iguales biológicamente.

—Pero… pero… —dije yo, sin poder expresarme.

—¡Pero nada, Looderish! ¡La votación ya dio sus resultados y los directivos aprobaron mi propuesta! ¡Ja, ja, ja! —exclamó apuntándome al rostro con su dedo. Empecé a desesperarme.

—No —dije—, hace poco llegué a WDM. Vengo de otro mundo completamente diferente a este… Por favor… ¿Cómo todos tienen la certeza de que Jenny no me va a…?

—No la tenemos —me cortó con brusquedad Clorck. Se me heló la sangre y un escalofrío recorrió mi cuerpo—. Puede que Jenny no reconozca tu cara, o que tan solo no le simpatices tanto como el otro y te triture, te desgarre la carne o te electrocute con violencia hasta que quedes hecho trizas, o puede que te degüelle primero y te retuerza los huesos y te arranque la cabeza…, pero ¿qué perdemos si mueres? En cambio, si te acepta, si te reconoce y está dispuesta a responder tus preguntas, entonces WDM estará salvado y tú serás nuestro salvador. ¡Vamos, Looderish, enfrenta tu destino! —dijo maliciosamente, y rió de nuevo—. ¡Puede que mueras, pero, si no, entonces recuperaremos el microchip y todos seremos felices! —Al terminar, todos se emocionaron y empezaron a gritar: «¡Hip hip hurra, Looderish! ¡Hip hip hurra!». Sentí que el mundo se me venía encima.

—¿¡Qué?! ¿Podría morir? —exclamé, aterrorizado.

—Sí —dijo Clorck, y luego se acercó a mi oreja y susurró—. Y, de hecho, sería un placer personal para mí.

Sus ojos me miraban de forma escalofriante y pronto entendí que eso iba más allá de un simple plan para recuperar el microchip. Me odiaba. ¡Quería acabar conmigo! Y había encontrado la ocasión perfecta…

—No iré —dije yo, enojándome. Clorck arrugó su cara y me miró con ternura.

—¡Gugugaga! ¡Gugugaga! ¡El bebé tiene miedo! ¡El bebecito tiene miedo! ¡Mejor no lo mandemos y murámonos todos! ¡Él es el centro de WDM! ¡No podemos dejar que corra el riesgo de morirse! ¡Mejor no lo mandemos! —exclamó mirando a la multitud, la cual reaccionó con un «¡Buuuu! ¡Buuuu!».

—¡Es un aprovechado! ¡Saquen a Looderish de WDM! —gritaron algunos, mientras otros se limitaban a abuchearme. Todo el trabajo que había hecho para ganarme la confianza y la amistad de algunos se había esfumado en un instante.

—Tú… —murmuré mirando con una rabia increíble a Clorck.

—Yo… —me respondió—. Yo… al menos sí tengo familia. Así que, pensándolo bien, deberías alegrarte por tu misión, porque irás a hablar con tu mamá cuando le pidas a Jenny que nos ayude, huérfano… —dijo y yo exploté. Sin pensarlo dos veces, me lancé hacia el cuello de ese rubio irritante, pero él, mucho más fuerte y ágil, me atrapó en el aire y con un puñetazo me tumbó al suelo.

Todo el mundo hizo silencio y observó con atención mi rostro, empapado de sangre. Me había reventado la nariz y mis labios también habían sufrido el golpe.

Traté de levantarme, pero Clorck puso su pie en mi pecho y se apoyó con fuerza en mí, inmovilizándome. Entonces, mirándome con desprecio, dijo:

—Nunca me cayó bien Looderish, pero creo que su clon es aún peor —me susurró en el oído y, después de apuntalar su talón en mi estómago, caminó hacia el ascensor en el que había llegado y se fue.

Como ya pueden ver, tuve un enemigo que me complicaría la vida por culpa de mi yo original. Yo estaba sufriendo las consecuencias de las acciones de una persona de otra dimensión.

La alarma anunció el final de la reunión y todos los demás también se fueron, dejándome solo y ensangrentado en la tarima.

Adolorido, traté de detener el derrame de sangre, pero me fue imposible, y el color blanco del piso fue reemplazado por el rojo.

Sentí un odio hacia las personas de mi sección. Me habían abandonado. Me habían dejado tirado allí, con la nariz rota. Sin embargo, yo sabía que habían actuado bajo las palabras hipnotizadoras de Clorck, y a él era a quien le guardaba el mayor rencor. Además, me había condenado a cumplir una peligrosa misión en la que nada era certero.

Pensando en esto, me quedé mirando al techo del salón, mientras la sangre no paraba de salir de mi nariz, hasta que vi a Mary a mi lado. Me sobresalté.

—¿Qué diablos pasó? —preguntó, mirándome preocupada.

—Me estrellé contra un poste —dije con sarcasmo.

—¿Qué? ¿Cuál poste? —me preguntó ella. Quedé boquiabierto.

—No… no hay ningún poste… ¿Acaso no…? Sabes qué, olvídalo —dije, y volví a mirar hacia el techo. Mary me miró extrañada y luego se fue.

Pensé que no volvería y me limité a permanecer allí y cerrar mis ojos, pero entonces sentí una sensación de alivio en los labios. Era fría, helada, y cuando abrí los ojos estaba Mary poniéndome hielo en la boca. A su lado traía todo un botiquín médico con curitas, vendas y agua oxigenada, además de un rollo entero de papel higiénico con el cual secó la sangre que salía de mi nariz.

—Clorck puede ser un poste bastante grande, pero es un idiota —me dijo. Al fin, logré recuperarme e hice algunos estiramientos de los músculos de la cara. Entonces, miré a Mary.

—Gracias —le dije, con suavidad.

—De nada.

No tuve opción. Me obligaron a prepararme para ir a visitar a Jenny, pero todavía no estaba listo, así que tuve que hacer un largo y duro entrenamiento sobre la lucha contra los Goorgops o un posible ataque violento de Jenny, desde las 2 p. m. hasta las 6:30 p. m. todos los días durante tres semanas.

Pero desde ese día en donde se me asignó la misión también me volví más cercano a Mary y la consideré incluso como una amiga.

Mi misión se archivó en las oficinas de WDM y la situaron de urgencia negra en el cuarto de predicciones.

Con el microchip en nuestras manos, el QMR podría ser reparado, el oxígeno restablecido y el ganado sobreviviría, ya que no habría partículas tóxicas en el ambiente. El gas y la electricidad serían casi ilimitados y los avances tecnológicos, estancados por la falla del QMR hasta ese momento, avanzarían de una manera colosal, posicionando a la humanidad sobre los Goorgops.

El punto es que de mí ahora dependía la salvación de WDM, o su declive final.

En un momento, era solo un raro llegado de otra dimensión, ajeno a los problemas más fundamentales de WDM, y un novato en casi toda su organización. Un simple niño, una persona más entre los cientos de ese lugar, y en el otro, de repente, después de la reunión de Clorck, era la persona de la que dependía la vida de todos los demás.

No lograba entender hasta cuál estratosférico punto había llegado la desesperación de los trabajadores de WDM, que los hacía depositar todas sus últimas esperanzas en mí. Pero tampoco lograba entender su frialdad. ¡Me iban a sacrificar! ¡Me iban a entregar a Jenny sin importar si salía con vida o no! Y yo estaba muerto de miedo, porque dentro de mi cabeza la muerte que me iba a dar Jenny iba a ser mucho más creativa que cualquiera de las que Clorck había mencionado.