Buch lesen: «Pedagogía y literatura: enseñar a pensar», Seite 2

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Para pensar lo rural lo haremos desde la cultura escrita y no escrita. En todo caso, nuestra aproximación al tema es la escritura. De paso, es una crítica a la cultura escrita de la escuela, a la divulgación de la escritura desde su cultura escolar que, con la ausencia de la escritura, no ha hecho otra cosa, que ruralizar la ciudad, o sea, extender la ausencia de escritura a la ciudad. Ese es uno de efectos de la escuela en Colombia: impedir que haya escritura en la sociedad, mantener la falsa identidad entre enseñar escritura y la escritura, y con ello lograr que la sociedad no pueda conocer su historia y saber de sus límites, no conozca su presente y no sepa cómo construir su futuro y reconstruir su pasado.

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Una sociedad se mide y mide su valor por las ideas que ha tenido, así mismo, podemos pensar que escribir y saber escribir es tener ideas, partir de ellas. No solo de cosas, objetos o experiencias, es tener ideas de las cosas. El pueblo griego fue maestro en tener ideas, ellos crearon la idea de los rivales, del simulacro, de lo abierto, de lo interior, de lo masculino, de la penetración. Colombia ha tenido pocas ideas y superficiales, primero, fue la idea de ser católico o cristiano, luego, la idea de ser liberal o conservador, idea que se mantuvo por dos siglos, en el siglo XX, apareció la idea de lo público y lo privado. Hasta García Márquez, que no solo fue un gran escritor, sino un gran filósofo, no apareció una gran idea: la diferencia entre el amor y la muerte, idea que recorre toda su obra. Botero quizás logró construir una nueva idea, que es la de los gordos. Hasta allí este país sin ideas.

La escritura no consiste en hacer copias de las cosas o de los signos, que es lo que nos enseñan en la escuela, la escritura tiene el sentido de crear ideas y de crearlas porque se hace sobre la escritura, que no hay que entender como copia, sino cómo establecer un orden preciso con signos, sobre los signos. En la escuela hay que dar y crear ideas y hacer escribir sobre ellas, no sobre cosas y objetos. Hay que crear ideas de objetos que se vuelvan signos. Se sabe que tener ideas es muy difícil, sobre todo para una sociedad y una cultura. La soledad de Macondo es que no tuvo una sola idea. La riqueza de la Cartagena de principios del siglo XX está en que tuvo una idea, la idea del amor. Sin ideas no hay escritura y sin escritura no hay ideas. Los hombres y mujeres deben tener ideas y no solo puntos de vistas. La idea es una imagen total y vertical del mundo, como lo es la contemplación, gran idea medieval, como la conducción, el gobernar, que, por su parte, es una idea moderna, o la dialéctica, la fuerza, la energía que son las ideas del siglo XX.

La idea parte el mundo y la vida, trazando una raya de lado a lado, haciendo una ruptura, estableciendo un antes y un después, es una fuerza que se impone de fuera, que nace de la historia. Es la fuerza de la idea. Quizás la idea primordial de la modernidad y que es muy importante para la educación y para la escuela, es la idea del saber empezar y saber terminar, la idea de saber cuándo algo comienza y cuándo llega a su final, lo que no es otra cosa, que saber cuál es nuestro destino en la tierra. Es en la escritura que está escrito el destino de los hombres, como lo dice muy bien García Márquez en Cien años de soledad.

Estas palabras preliminares son para pensar lo rural en Colombia, saber la diferencia entre rural y ciudad. Nuestra hipótesis inicial es que lo rural tiene que ver con una cultura que no tiene ideas, y que no las tiene, por falta de escritura. La vida rural, tiene muchas cosas: pasiones, luchas, avatares, desafíos, pero no tiene ideas, porque no tiene escritura de ideas. Para tener ideas se necesita que varias generaciones de hombres y mujeres busquen la idea, la idea que explica sus vidas y la historia de sus vidas. Esa es la primera idea, conocer el destino propio, antes de vivirlo. La escritura es eso: conocer antes, lo que uno es, conocer la historia, sin haberla vivido, uno es, antes de ser, uno sabe lo vivido para poder vivir, sabe de la vida para conocer la vida. Saber de la vida es saber (representársela) la vida, antes de vivirla. La idea es pues una representación que está fuera de uno, fuera del sujeto. Esa representación es una imagen, muchas imágenes, redes de imágenes, que enlazan cosas, objetos y acciones, que no es la imagen que uno se hace, sino otra, una imagen que viene de otra parte. La representación es una imagen del otro lado de las cosas, el lado desconocido, el lado oscuro, el lado oculto. Escribir es dar con la idea oculta, con la imagen que se escapa, con la representación que uno no puede tener por sí mismo, con sus propias percepciones, sino que requiere creer que vienen de otra parte, de una parte, que uno no conoce. Tener ideas es llegar a este mundo que se oculta y se desconoce. Es llegar a las cosas secretas o al secreto de las cosas.

Tener ideas y buscar secretos es convertir las cosas y los objetos en textos, en “textos sagrados”, como se dice en Cien años de soledad, cuando José Arcadio vio y tocó el hielo por primera vez. Partir entonces del texto, convertir las cosas en textos, los signos en textura, en discursos. Eso es lo que se usa en la disertación, que se ha empleado en las escuelas para enseñar a tener ideas y pensar en ellas. La disertación es un esquema de escritura que parte de empezar a escribir anteponiendo dos ideas, una idea que se enfrenta con otra idea distinta, el método consiste en buscar sus diferencias. El ensayo es otro esquema o composición de escritura para aprender a escribir, trata de buscar la idea, surge de poder saber plantear una idea, que es situarla, construirla y darle forma. El problema es otro esquema de escritura, alude a la posibilidad de construir una idea y darle un desarrollo tensionado, largo y consistente. Finalmente, tenemos la interpretación, que va a ser muy importante porque lleva a la búsqueda de la idea, el que interpreta sabe que hay una idea a perseguir, que detrás de las cosas y los objetos, está el mundo de la idea. ¿Cómo hacer para poder conocer la escuela rural y poder diferenciarla de la escuela de la ciudad? Para ello hay que partir de una idea, es la idea de la diferencia entre ciudad y ruralidad. Ciudad es una idea y ruralidad es otra idea. ¿Cuál es la diferencia? pensar la diferencia es empezar a hacerlo por pensar la escritura. Una sociedad rural es aquella que no escribe y una sociedad urbana es aquella que escribe. En Macondo (pueblo rural), no hay escritura, mientras que en la ciudad de Cartagena sí la hay. Ciudad puede asimilarse a cultura escrita y ruralidad a cultura no escrita. No es que no haya en ésta última escritos o cuadernos de escritura, es que no hay interpretación de los signos que tienen las cosas. Interpretación, quiere decir: no se parte de los textos para poder descifrar con ellos la realidad. Macondo tiene ante sí, los textos manuscritos que les dejó Melquíades, y ninguno de sus habitantes supo leerlos para saber, por anticipado, cuál sería su destino. Leerlos, desde el comienzo de su historia, como pueblo, les hubiera dado dos oportunidades, anticipar su final y luchar por cambiar ese destino. Interpretar es leer y descifrar lo que una sociedad puede llegar a ser al cabo de su historia, antes que esa historia se cumpla. Aunque esa misma sociedad no pueda impedir que esa historia se haga realidad, como dice Hegel, una vez se cumple como tragedia y otra, como comedia. Macondo no conoció sino la tragedia, por no haber interpretado la escritura de Melquíades, que le hubiera dado la oportunidad de reírse de sí misma.

Rural no es zona, campo o sector, rural es la condición de no saber escribir y escribir, es saber que la realidad es un texto que hay que interpretar. Todo es texto, primero que todo, todo es discurso, para que todo se pueda volver realidad, sino es así, la realidad es confundible, imposible de saber si es real o no. Esto lo dijo Comenio, el primer pedagogo que puso en la escuela la escritura. Comenio dijo que enseñar es saber representar con imágenes (textos), las cosas y, además, que enseñar es saber organizar la imagen en textos que puedan ser leídos para luego ser escritos. Dicho de otra manera, la realidad son relatos sobre las cosas. Saber organizar los relatos, como lo hizo Melquíades, que ordenó, distribuyó, separó, clasificó y organizó la historia de los Buendía, que nadie supo descifrar, porque no conocieron las claves de la escritura. Comenio fue el primer maestro que llevó a la escuela el orden que necesitan las cosas y los objetos para que la realidad pueda ser descifrada, comprendida, aprendida. Sin este orden, la realidad es indescifrable y lo que le pasa al hombre también.

Introducción

En este libro se piensa la pedagogía desde una metáfora temporal, la que uno se imagina cuando dice que han pasado cien años. Estos largos años son un siglo, pero si uno dice cien años, parece decir algo más, es mucho tiempo, un largo tiempo, y si a estos años le agregamos que son de soledad, el tiempo es aún más largo, casi infinito, un tiempo que no se puede contar. Esta metáfora la usamos para pensar la pedagogía en Europa y la pedagogía en Colombia. No es para hacer una comparación entre las dos culturas, es sólo trazar una línea entre ellas, que permita ver cómo se construyó la pedagogía. Me sitúo en la Europa del siglo XVII, exactamente en 1667, y en la Colombia de 1886. En estas dos fechas aparecen dos libros de pedagogía, uno de Didáctica y otro de Elementos de pedagogía. Pienso en este comienzo de lo que podríamos denominar pedagogía, que es la pedagogía que se creó para pensar la nueva sociedad, con un nuevo Estado y una nueva forma de producción económica. Pedagogía que representa un corte en el saber sobre el individuo, la escuela y la educación, pues por primera vez el objeto de la pedagogía es la escritura y su enseñanza. La pedagogía antigua y aún la medioeval, en Europa, no tenía estas características, era una pedagogía fuera de la escuela y no era para enseñar, en la antigüedad era para conducir un joven, y en el medioevo era para conducir la vida espiritual y religiosa. En Colombia no existió la palabra pedagogía antes de 1886, lo que se representaba como tal era la enseñanza y la instrucción.

La metáfora de cien años

La metáfora de cien años la tomo del libro Cien años de soledad, de García Márquez, allí la soledad se refiere al aislamiento de Macondo, que es la figura mítica del libro, una sociedad agraria y campesina, este aislamiento no es geográfico, sino lingüístico, es el aislamiento y la soledad por no poder descifrar los libros, no poder leerlos, Macondo es un pueblo que no tiene escritura y por eso está aislado, solo. El no saber escribir aísla, nos envuelve en un manto de soledad, que es la de la palabra, la de la cultura oral. El libro describe el comienzo y el final de una cultura y una sociedad que no escribe y que siente como una destrucción de sí misma el encuentro con la escritura. Esta destrucción no solo le acontece a este pueblo y a esta sociedad, la vamos a encontrar en otro libro de García Márquez, El amor en los tiempos del cólera, Florentino, el personaje de la obra, ha de pasar por destruirse así mismo para construirse después. El acceso a la escritura tiene una condición: llegar a ser otro, distinto al ser que se es. Macondo no llega a ser otro, pues perece en la aventura de no poder interpretar lo escrito, Florentino no perece, llega a ser escritor.

En Europa, y en relación con la pedagogía, encontramos un fenómeno parecido al acontecimiento de Macondo en el libro de García Márquez. En 1632 Juan A. Comenio escribe la Didáctica magna1 y su gran libro Pampedia2 que representa el paso de la pedagogía antigua y medioeval, a la pedagogía moderna, a la didáctica, al arte de enseñar, a la ciencia del enseñar. Este acontecimiento, como en Macondo, representa la transformación de una cultura oral y de una pedagogía oral, desde estos años la pedagogía se vuelve escritura, se puede decir que lo que se representaba hasta ese entonces en Occidente como pedagogía, desapareció de la cultura, si bien se mantuvo el nombre, éste ya no representa lo que era, la palabra pedagogía pasó a significar otra cosa, pedagogía era instruir, ahora pasa a saber escribir lo que se dice con instruir. La pedagogía antigua y medioeval había nacido en una cultura que no era escrita, era una cultura oral, y si lo escrito figuraba en esa cultura no era para definir la pedagogía, sino para darle sentido e importancia, al lado de otras experiencias de más valor, como la política, la moral y la religión. La pedagogía tenía como finalidad llegar a la escritura, pero ella misma no estaba escrita. Cuestión muy distinta a lo que ocurre en el momento de Comenio, aquí la pedagogía es escrita, es un tratado, y no busca descubrir la escritura, llegar a ella, sino que la escritura es su condición, es lo que la explica. Esta figura discursiva nos revela que, si la pedagogía es escrita, con ella y desde ella, se puede enseñar a escribir.

La Didáctica magna de Comenio enseña a escribir, y el sentido de su pedagogía es que el sujeto adquiera la cultura escrita. La escuela, el tratado, el arte y la ciencia se ponen al servicio de la escritura. Un siglo más tarde las cosas van a cambiar, el enseñar a escribir no se hace solo en la escuela, el individuo puede aprender a escribir apoyándose en el arte y en la literatura, podemos decir que, en el siglo XVIII, en el paso al siglo XIX, nace el escritor, el hombre que sabe escribir por sí mismo. Este el comienzo de la novela de formación de Goethe, que leemos en la saga de Wilhmer Meister. García Márquez, el que escribió Cien años de soledad, también escribió una novela de formación, que es El amor en los tiempos del cólera, que es la saga de Florentino Ariza, en este libro él aprende a escribir por sí mismo.

Comenio escribe la Didáctica magna al comienzo de la modernidad, en 1632, que es el encuentro de la escuela con la escritura, es la pedagogía la que propicia este encuentro, bajo el nombre de la didáctica. En Colombia, García Márquez, en Cien años de soledad, nos explica qué sucede cuando se pasa de la cultura oral a la escrita. La sociedad que es descrita en la obra es la Nueva Granada, una sociedad que existe entre los años 1730 y 1830, que es el período colonial, es también la Colombia de 1830 a 1930, que es una sociedad agraria, conservadora y católica; estas dos sociedades forman una única sociedad, la sociedad que no escribe, sino que habla, la sociedad que no ha inventado la escritura, la sociedad que no tiene una pedagogía escrita, sino una pedagogía oral. Desde 1730 hasta 1930, la pedagogía de la Nueva Granada y de Colombia, es de la conducción católica, que no es una pedagogía escrita, que, si bien esta pedagogía se propone enseñar a escribir, no lo puede cumplir, porque esta enseñanza hunde sus raíces en la cultura y la pedagogía oral. En 1930 se crean las condiciones para que surja la pedagogía escrita, la didáctica, el arte y la ciencia del enseñar, 1930 tiene un parecido con el momento Comenio, pues fue en esos años que se pasó de la pedagogía oral a la pedagogía escrita, con el nombre de Didáctica magna.

La sociedad que sirve de fondo a Años de enseñanza y aprendizaje de Goethe es muy parecida a la sociedad que sirve de horizonte a García Márquez para situar las aventuras de Florentino en El amor en los tiempos de cólera. Las dos obras son de aventuras, aprendizajes y andanzas, son experiencias donde Guillermo y Florentino aprenden a escribir y a ser escritores. Para que esto ocurra, para que nazca la escritura y emerja el escritor, se necesita que haya amor, desamor, tragedia y dolor, en una palabra, soledad. Florentino vivió cincuenta años solo, antes de poder ser escritor, por vencer esta soledad es que aprendió a escribir. En el libro Cien años de soledad, los Buendía, la estirpe Buendía, desaparece, como también la sociedad Macondo, y solo queda un último descendiente de la familia, que es aquel que sobrevive porque sabe escribir, sabe interpretar los libros. Se mantiene vivo el que sabe leer lo escrito, este saber tiene la propiedad de revelar, la historia, el pasado, el presente y revelar el misterio de saber quién es uno.

Didáctica y escritura

La didáctica, desde Comenio, no es solo saber enseñar, es también saber enseñar el escribir. Este saber consiste en saber cómo se construyó el pasado, lo que ha pasado y no deja de pasar. La frase escrita habla del pasado, de lo que fue imagen, recuerdo, memoria, el significado de la frase ya pasó, cuando se lee la frase, el significado ya no existe porque lo escrito separa lo que fue y lo que es. Se sabe lo que fue porque está escrito y lo que fue es el pasado más lejano y el más cercano. Cuando Comenio establece la didáctica, separa la pedagogía de lo que fue y de lo que es y por esta separación sabemos qué es la pedagogía, sabemos de su pasado, sin necesidad de ir a su pasado, al solo leer lo escrito, ya sabemos lo que fue, aunque lo que fue se nos escape, porque ya no es. Solo cuando desaparece la pedagogía oral, del diálogo, la conversación y la amistad, sabemos qué es la pedagogía, porque pedagogía es escribir y no hablar.. Este efecto de la escritura ilumina lo que es la historia, el tiempo, el espacio y la vida de las sociedades. Creo que este efecto fue el que aconteció en la cultura europea cuando Comenio escribe la Didáctica magna. Un efecto claramente pedagógico, si por ello entendemos la manera como se puede llegar a ser otro, que fue el sentido de la pedagogía antigua y medioeval, formar a alguien para que llegue a ser otro. La escuela que se ve en este libro pretende formar el hombre católico para que llegue a ser otro y esta formación se produce al aprender a escribir. La escuela es la que enseña a escribir y la pedagogía es la que, al dirigirse al hombre, lo conduce para que aprenda a escribir. En la novela de formación y después en la Bildung, pedagogía es la conducción que uno se hace así mismo para llegar a leer lo escrito y poder llegar a ser escritor. La escritura es una multiplicidad de separaciones, nos separa de lo que fuimos, nos separa de la escuela, nos separa del amor, nos separa en el tiempo.

En Colombia, la pedagogía como didáctica, la pedagogía como el arte de enseñar a escribir y la escuela como la institución que enseña a escribir fue un acontecimiento que se aplazó históricamente y fue ese acontecimiento el que investigó García Márquez en sus dos libros citados. En Cien años de soledad nos da una versión de la sociedad colombiana, desde la Colonia, el siglo XIX hasta 1930, para mostrar lo que significa el no poder entender que las cosas existen en sus separaciones naturales, sociales y culturales, que amar se da cuando algo se separa, que pensar es establecer divisiones, que hablar se produce al construir unidades distintas, que todo está en relación con el adentro y el afuera, el interior y el exterior, el pasado y el presente, lo que fue y ya no es. En una cultura oral esta potencia de las divisiones y las separaciones no existe, todo, el ser, las cosas están unidas. Existe un solo ser, contrario a lo que nos enseña la escritura que es la multiplicidad del ser. Saber leer lo escrito es poder entender y comprender el no ser, la negatividad, la diferencia, lo otro. En El amor en los tiempos del cólera, lo que estudia García Márquez es cómo Florentino llega a ser escritor, cuál es la pedagogía que forma el ser escritor y la escritura. Para llegar a ser escritor, Florentino pasa por múltiples separaciones en su vida: de sus padres, de su familia, de su casa, de su oficio, de su imagen social, de su identidad, de sus relaciones con los otros, de sus aventuras, y, finalmente, de su amor y de sus amistades. La escritura separa la imagen del signo, el significado del significante, la visión de la cosa y nos separa también de nosotros mismos, nos separa del tiempo pasado, nos separa, y en ello nos deja solos, para que podamos volver a unir, nuevamente, todo lo separado. Escribir es entender la separación y unir de otro modo lo separado, pegarlo a nuestro modo y con nuestro estilo de vida, es decir, con nuestra ética y estética.

En 1886 se escribió en Colombia el libro Elementos de pedagogía de los hermanos Restrepo Mejía, un libro que se ocupó del tema de la pedagogía y de la pedagogía como didáctica, diríamos que el libro se sitúa en el momento Comenio y en el tema de investigación de García Márquez, pues trata el problema de la división o separación de los objetos de la educación, la división de las palabras y conceptos, de la separación de las instituciones educativas y las funciones de los educadores. Diríamos que tiene en cuenta la escritura, la enseñanza de la escritura y la formación de escritores, pues eso es lo que define a la escritura, una técnica cultural que separa y divide. Separa lo oral de lo escrito, separa lo que está unido por la semejanza, establece la diferencia, y define cada cosa según su espacio y su tiempo. Si bien, el libro tiene el valor de pensar la escritura, lo hace con una técnica que no es escrita, pues a pesar de que el libro se reclama de ser una ciencia y un arte, es una copia de los pedagogos que lograron construir la pedagogía como saber escrito, nos referimos a Comenio, Locke, Rousseau, Pestalozzi, Froebel y Herbart. El libro copia lo que escribieron estos pedagogos, y no cumple lo que se propuso, cual es establecer, en Colombia, el momento en que la escuela enseñe a escribir, que la pedagogía sea una escritura y el pedagogo un escritor3.

La escritura no consiste en hacer copias de las cosas o de los signos, que es lo que nos dicen y enseñan en las escuelas. La escritura tiene el sentido de crear conceptos y de crearlos porque se hace sobre la escritura, que no hay que entender como copia, sino cómo establecer un orden preciso de signos, sobre los signos. En la escuela hay que producir conceptos, crearlos y producir símbolos, sobre las ideas y las percepciones y no sobre las cosas y los objetos. Hay que crear ideas de objetos que se vuelvan signos. La idea es una imagen total y vertical del mundo, como lo es la contemplación, gran idea medioeval, como la conducción, el gobernar, que, por su parte, es una idea moderna, o la dialéctica, la fuerza, la energía, que son las ideas del siglo XX. García Márquez creó el concepto o la idea de la escritura, como aquella pasión que a la vez que nos destruye también nos crea y nos inventa. La escritura es un concepto que partió el mundo y la vida, trazó una raya de lado a lado, creó una ruptura, estableció un antes y un después, es pues una fuerza que se impone de fuera, que nace de la historia. Es en la escritura donde está el destino de los hombres, como lo dice muy bien García Márquez en Cien años de soledad.

La escritura es eso: conocer antes, lo que uno es, conocer la historia, sin haberla vivido, uno es, antes de ser, uno sabe lo vivido para poder vivir, sabe de la vida para conocer la vida. Saber de la vida es saber (representársela) la vida, antes de vivirla. La escritura es pues una representación que está fuera de uno, fuera del sujeto. Esa representación es una imagen, muchas imágenes, redes de imágenes, que enlazan cosas, objetos y acciones, que no es la imagen que uno se hace, sino otra, una imagen que viene de otra parte. La representación es una imagen del otro lado de las cosas, el lado desconocido, el lado oscuro, el lado oculto. Escribir es dar con la idea oculta, con la imagen que se escapa, con la representación que uno no puede tener por sí mismo, con sus propias percepciones, sino que requiere creer que vienen de otra parte, de una parte, que uno no conoce. Tener escritura es poder comprender el mundo que se oculta y se desconoce. Es llegar a las cosas secretas o al secreto de las cosas.

Tener escritura es buscar secretos, es convertir las cosas y los objetos en textos, en “textos sagrados”, como se dice en Cien años de soledad, cuando José Arcadio vio y tocó el hielo por primera vez. Partir entonces del texto, convertir las cosas en textos, los signos en textura, en discursos. Eso es lo que se usa en la disertación, que se ha empleado en las escuelas para enseñar a tener escritura y pensar en signos escritos. La disertación es un esquema de escritura que parte de empezar a escribir anteponiendo dos ideas, una que se enfrenta con otra distinta, el método consiste en buscar sus diferencias. El ensayo es otro esquema o composición de escritura para aprender a escribir, trata de buscar la idea, surge de poder plantearla, que es situarla, construirla y darle forma. El problema es otro esquema de escritura, alude a la posibilidad de construir una idea y darle un desarrollo tensionado, largo y consistente. Finalmente, tenemos la interpretación que va a ser importante porque lleva a la búsqueda de la idea, el que interpreta sabe que hay una idea a perseguir, que detrás de las cosas y los objetos está el mundo de la idea.

El nacimiento de la pedagogía moderna

El final de Cien años de soledad le da sentido a la historia de la enseñanza de la vida pública en Colombia. Este acontecimiento no tiene una fecha precisa, se desliza a través del siglo XIX, y se fija en ciertos momentos, en 1821 cuando se introduce la Escuela Mutua, en 1848 cuando el manual es oficial en la Escuela Normal, en 1870 con las reformas liberales y la publicación de la Revista de la Normal, con la publicación del libro Elementos de pedagogía, y avanza hacia el siglo XX, en 1932, con los cursos de información para Normales, en 1933 con la creación de la facultad de educación y en 1938 con la Escuela Normal Superior, en 1948 con su disolución, en la década del cincuenta con las reformas de las facultades de educación, la escuela y la normal, y en 1980 con la emergencia del Movimiento pedagógico, que termina con la Ley 115 de 1994.

En todos esos años, ni en la Colonia o en la República hay una pedagogía que se ocupe de crear el hombre, la razón, el pensamiento, la escuela y el maestro público. No hay que confundir público con el Estado, educación pública con instituciones, vida pública con los espacios públicos, razón pública con hablar en público, pensamiento público con decir públicamente alguna cosa. Público es el tema, el objeto, el problema de la pedagogía y tiene que ver con el individuo, la razón, la vida y el pensar. Ninguno de estos temas y problemas pasa por el Estado o pasa por los espacios, ellos pasan por la cultura, el saber y la educación de la pedagogía. En Europa, en los siglos XVII y XVII, y desde Comenio, la educación pública no era la del Estado, era la educación del hombre racional, del hombre ético, del hombre que lo sabía todo. Kant planteó otro sentido de lo público que como fue la razón, y la educación pública consistía en formar la razón, que no era la razón en el hombre o en el individuo, sino la razón fuera de los dos, la razón como experiencia de las cosas, del individuo enfrentado a esa experiencia. Con la Bildungroman o novela de formación, lo público no es el hombre o la razón, sino la vida. Esta novela desarrolló tres formas de vida o tres culturas: la vida privada, la pública y la secreta. Desde el siglo XIX y XX, lo público es el pensamiento, es el pensar, y esto desde el libro de Heidegger ¿Qué significa pensar?4. Es muy probable que lo público haya cambiado de sentido para finales del siglo XX, desde el libro de Derrida De la gramatalogía, escrito en 1968, lo público como el problema de la escritura.

Si la finalidad de toda sociedad moderna, la que se crea después de la imprenta en 1492, es de instalar la formación de la escritura y la formación de sujetos para que lleguen a escribir y a leer, entonces de lo que se trató fue de darle importancia al manual de enseñanza, a la didáctica, a la enseñanza, a los saberes que se ocuparon de ello. Fue establecer prácticas pedagógicas sobre la formación de un cuerpo que escribiera y que leyera, un cuerpo productivo y colectivo, y también de crear prácticas individuales que hicieran de ellos mismos hombres. Estas tres líneas de formación son las que establecieron la pedagogía: un método para enseñar a escribir, un tratado sobre el cuerpo productivo y una ciencia sobre el hombre interior, y son las que formaron la pedagogía moderna, que en Colombia no tuvieron discursos y saberes que los explicaran y dieran cuenta de sus objetos, caso contrario a Europa, en donde vemos una amplia reflexión y estudio sobre ellos.

Esta disyunción para explicar el nacimiento y el desarrollo de la pedagogía moderna, que va entre el silencio y el habla, el discurso y su práctica, hizo necesario que hiciéramos un análisis de la pedagogía moderna en Europa y en Colombia. No se trató de comparar las dos pedagogías, sino de desentrañar lo que pasó en Colombiaa partir de lo que pasó en Europa. Los problemas son puntuales: estudiar la enseñanza desde la didáctica y en ella, el individuo productivo; pensar la pedagogía moral y el hombre interior, desde los tratados de moral; y estudiar el sí mismo desde la confesión y las novelas de formación. En Colombia no existieron tratados para explicar la formación de la pedagogía, lo que no sucedió en Europa, en donde el tratado tiene una larga tradición, y esto desde la antigüedad griega. Hemos partido de tres tratados de pedagogía: el tratado de didáctica, el de pedagogía moral y el tratado autobiográfico o de confesión. En Colombia, el primer tratado de pedagogía es de 1888 que tiene la forma de catecismo, de libro de confesión católica. La novela de formación en Colombia funciona como un tratado del hombre interior. En general en Colombia no se tienen tratados de pedagogía o de didáctica, hasta muy avanzado el siglo XX. El Movimiento Pedagógico no construyó tratados, sino metodologías y posturas epistemológicas. El tratado es importante porque permite una mirada sobre las tres líneas de fuerza que queremos estudiar: la enseñanza de la lectura y la escritura, el hombre productivo y el hombre interior. La pedagogía es la conjunción de estas tres líneas, su formación es tanto hacia la construcción de la enseñanza, como hacia la formación del hombre, en sus dos campos de saber: el hombre que trabaja, que tiene un oficio, una profesión y el hombre que se conoce así mismo y conoce a los otros.