Buch lesen: «¿Cómo convertirse en friki y no morir en el intento?»

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ISBN: 978-84-18512-76-6

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A Tania; quien, con amor y paciencia, supo extraer petróleo de mi lado más friki.

A mi madre; por la motivación y el cariño que rodearon mis primeros garabatos.

A mis pequeños padawans; Emma y Arturo, a quienes

pretendo enseñar los secretos de la Fuerza algún día.

A mi familia, especialmente a María, Francisco y Pablo; quienes con sus comentarios y críticas constructivas me han ayudado en este pequeño proyecto.

A la Pentalogía: Paul, George, Giancarlo y Pepe; quienes me soportan día a día en nuestro grupo de WhatsApp y, a veces, me inspiran frases ingeniosas.

Introducción

Si has llegado hasta aquí, estimado lector, es porque en tu vida ha surgido alguna de las siguientes situaciones (bastante comunes en la actualidad):

 Tu ex se ha ido con el empollón de la clase y ya no responde tus mensajes de madrugada cuando sales con tus colegas.

 Eres fan de Sheldon Cooper y crees que sería alucinante parecerte un poco a él.

 Te gusta esa chica (sí, esa) del trabajo que está como un tren, pero tiene algunos hábitos que tú consideras raros como, por ejemplo, ser fan de Juego de Tronos.

 Uno de tus mejores amigos se ha enganchado al DOTA y no tienes ni idea de lo que significa.

 Uno de tus hijos ha empezado a ver dibujos que hablan en japonés y te ha llamado alguna vez «Otosan/Okasan» 1.

 Tu hija adolescente, un buen día, te dice que «Fulano te ha etiquetado en Instagram», has hecho mutis y tus ojos se han quedado mirando al techo.

Quizás yo no sea un antropólogo o un especialista social que haya hecho su tesis en esta nueva corriente (buscando en internet he encontrado muchos textos científicos que hablan del tema con un tono más formal). Esa, claramente, no es mi intención al hacer este pequeño libro.

Sin embargo, todos los días, debido a mi trabajo (soy médico), intento explicar cosas complicadas en términos sencillos. Por lo tanto, más que hacerte un artículo científico de revisión sobre el frikismo, te transmitiré algunos conceptos de forma sencilla y desde mi experiencia como friki (o geek, según la jerga anglosajona) y creo que, de momento, no me ha ido mal en la vida.

Más aún, te confieso que es muy interesante ser uno de ellos o, al menos, tener rasgos o compartir ciertas inquietudes con este tipo de personas. Opino que entrar en sintonía con esta forma de ver las cosas puede ser algo motivador.

Una aclaración: no todos tenemos el mismo tipo de frikismo. De ello te podrás dar cuenta a lo largo de este libro. Pero cuando los astros se alinean y coincides con alguien que tiene tus mismos intereses puede ser algo «legendario» (con la voz de Barney Stinson de Cómo conocí a vuestra madre «How I met your mother»).

Te cuento: de pequeño yo no era muy sociable y prácticamente no tenía amigos (no niegues que ya lo sospechaste al ver el título del libro). Era hijo único y solo me importaba sacar buenas notas (ambas características no ayudaban, en absoluto, a la camaradería).

En secundaria, a principios de los noventa, sin embargo, pasó algo muy interesante. Descubrí, en una revista, una reseña que me encantó. Hablaba de un juego de ordenador en el que podías construir un imperio, desarrollar tecnología, comerciar y conquistar. Se trataba de Civilization I de Sid Meier (Sí, el juego del cual es fanático Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook). No perdí tiempo y lo conseguí, a pesar de las dificultades que había en mi ciudad natal.

Pasé muchas horas conquistando ciudades. Sin embargo, está claro que no es algo que vayas gritando a los cuatro vientos: «Oye, ¡me cargué a los Zulus con bombas nucleares!» o «Firmé la paz con Gandhi, pero luego lo invadí». No. Mínimo me mirarían con extrañeza y dirían que estaba loco.

Sin embargo, un día a la salida del cole empecé una amena charla con otro de los compis. Al poco tiempo descubrí que también tenía Civilization. A los dos se nos iluminaron los ojos. Fue como redescubrir a una persona que creías conocer. Y, obviamente, a partir de entonces se convirtió en uno de mis mejores amigos.

El resto fueron una serie de coincidencias que estrecharon nuestra amistad: nos encantaba H. P Lovecraft, disfrutamos de algunas partidas de rol clásico de Dragones y Mazmorras (Dungeons and Dragons), nos fascinaban los animes (especialmente Neo Genesis Evangelion), y un largo etcétera. Con él y otros tantos amigos que se nos unieron en los primeros años de la secundaria, creamos una especie de pandilla que se fue uniendo para vencer a los malotes (bullies) del colegio (sí, al mismo estilo de Stranger Things). Pero esa es otra historia.

Solo comentaré que, aún hoy en día, hablamos en clave usando términos empleados en nuestros videojuegos, animes u obras literarias en común. A veces, nos gana la nostalgia y jugamos unas partidas del Civilization más actual (ahora estamos en el VI), nos recomendamos animes y nunca dejamos de mencionar al entrañable Cthulhu de Lovecraft (el término entrañable es sarcástico, lo trataremos más adelante).

Por ello, cualesquiera que sean las razones por las que estás aquí, intentaré transmitirte algunos de los principios básicos para que comprendas qué es ser un friki, y cómo apañarte en ese extraño y obsesivo mundo. Si te gusta y decides quedarte en él, ya es cosa tuya.

Principios Básicos

No existe un consenso de cuándo aparecieron los primeros Homus Frikensis (2). Algunos expertos sitúan su aparición a finales de los años setenta y a inicio de los ochenta. Un período intermedio en el que, según los especialistas de marketing, surgió la denominada Generación Xennial (3).

En las películas ochenteras análogas a los Goonies (1985) o La revancha de los novatos (1984) existen referencias veladas sobre estos extraños seres: se les representa como los típicos empollones desgarbados, peinados con raya al lado, vestidos con el uniforme de colegio recién planchado por su madre y, por supuesto, con gafas. Se podría decir que eran todo lo contrario al modelo de chico ideal de esa época: guapo y deportista. Eran los típicos marginados de clase a quienes se les solía hacer bullying después de las aburridas clases de matemáticas. Hasta aquí nada guay.

Lo cierto es que en dichas películas ya se evidencia una tendencia que será regla posteriormente: estos chicos, sin ningún tipo de oportunidad social, en un mundo analógico, se descubren a sí mismos como portadores de una llama especial y empiezan a juntarse con otros con las mismas inquietudes, desarrollando una camaradería que roza la hermandad. Sus conocimientos superiores sobre temas tales como ciencias, historia y literatura actúan como si fueran armas de supervivencia.

Por ello mismo, y desde la óptica contemporánea, no es casualidad que la exitosa serie Stranger Things (2016), cien por ciento ochentera, empiece su historia con una partida de juego de rol clásico: Dragones y Mazmorras (Dungeons and Dragons) y con los típicos dados poliédricos (todo un símbolo de una generación). Esto, querido lector, te debe sugerir de qué va todo esto: el frikismo nace cuando unos cuantos frikis aislados se juntan para luchar contra los malos.

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