Buch lesen: «Organización familiar en la vida urbana», Seite 6

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JEFATURA FAMILIAR

Esta categoría se refiere a quién o quiénes son las personas que están a cargo del hogar. Como se mostró en el apartado de la literatura, la jefatura puede ser declarada o de hecho. A su vez, se divide en femenina, masculina o compartida (véase tabla 2.4).

Los hallazgos muestran de forma contundente el predominio de la jefatura compartida en la totalidad de los grupos. En tres de ellos, asciende a más del 50% y en el GP5 FIU, familias indígenas urbanas, llega a un 80%. Este dato es especialmente importante pues indica cambios en los códigos culturales sobre la autoridad en la familia. El debilitamiento del sistema patriarcal (Therborn, 2007; Jelin, 2007; entre otros) se evidencia en los hallazgos y advierte sobre formas más democráticas e igualitarias de compartir la autoridad en el ámbito familiar.

También llama la atención la presencia de las abuelas como jefas de familia, tanto en el GP4 FHA como en el GP5 FIU. Las organizaciones familiares actuales requieren ser analizadas también en clave generacional. Las abuelas están teniendo un papel preponderante en algunas de las organizaciones familiares, sin embargo, es necesario tomar con cautela estos hallazgos pues advierten sobre personas mayores, que pueden estar teniendo una carga de cuidados importante de los nietos y que se trate de organizaciones de cuidado que fragilizan tanto el bienestar de niñas y niños como de la gente mayor. Con esto, se busca enfatizar que no corresponde a la familia, en solitario, hacerse cargo de las múltiples e inacabables demandas de lo doméstico.

TABLA 2.4 JEFATURA FAMILIAR: NÚMERO DE FAMILIAS Y COMPOSICIÓN


Es impostergable la formulación de un nuevo pacto social que ponga en igualdad de posiciones y de responsabilidades del cuidado y el bienestar de los ciudadanos, al estado, en tanto garante, y a sus instituciones, a las empresas y su responsabilidad social, a las redes vecinales y comunitarias, así como a las organizaciones de la sociedad civil. Las familias no son ni deben ser fuentes inagotables de recursos y respuestas a una realidad que les rebasa por los múltiples riesgos sociales y las formas contemporáneas de vulnerabilidad social.

La jefatura masculina declarada tiene mayor presencia en el GP2 FRL; esto tiene que ver con el nivel de educación formal y el acceso a los discursos e ideologías que confrontan los roles tradicionales de género y promueven la equidad entre hombres y mujeres en las sociedades contemporáneas.

En el GP4 FHA, familias con hijos en situación de albergue, la jefatura muestra la mayor heterogeneidad, este dato es importante pues se trata de organizaciones domésticas que coexisten con organizaciones sociales como los albergues, las cuales son, además, familias en condiciones de pobreza urbana y que están haciendo frente a las demandas domésticas de múltiples formas, sin un patrón claramente definido con respecto a la autoridad.

Estos hallazgos deben interrogar a los estudiosos de las familias y a los hacedores de políticas públicas, acerca de las realidades familiares, las cuales rebasan las clasificaciones tradicionales y merecen especial atención y respuesta, así como claves de lectura, interpretación e intervención particulares. No se trata de incorporar en “camisa de fuerza” las realidades familiares sino de ampliar la mirada analítica y comprehender que el mundo de lo familiar es cada vez más complejo, heterogéneo, creativo y desafiante.

Son las instituciones y el estado quienes deben, en primer lugar, colocar las condiciones para el respeto de los derechos sociales de cada uno de los miembros de la familia, más allá de la conformación doméstica que se tenga.

JEFATURA ECONÓMICA

Esta categoría se refiere a quién es el perceptor de ingresos principal o exclusivo para el sostenimiento del hogar. El criterio económico ha permitido visibilizar a muchos hogares en los que, de hecho, son las mujeres las que se están haciendo cargo económicamente de sus familias, aun cuando cuenten con pareja. También, estos hogares han sido relacionados con situaciones de violencia doméstica contra las mujeres debido a su rol como proveedoras económicas y la confrontación con la proveeduría masculina (véase tabla 2.5).

Los datos muestran un predominio de la jefatura masculina económica, es decir, el padre como principal o único perceptor de ingresos. Sin embargo, hay 19 familias de 80, en las cuales la jefatura económica es femenina. La información confirma la literatura al respecto, la participación cada vez mayor de las mujeres en el mercado laboral y la asunción del papel de proveedoras principales en sus hogares, en un porcentaje importante. Nuevamente el GP4 FHA merece especial atención por la carga importante (57%) que tienen las mujeres, madres y abuelas, de proveer de recursos económicos al hogar. Se trata de mujeres que se desempeñan principalmente como trabajadoras domésticas y que no cuentan con seguridad social. Son organizaciones domésticas especialmente vulnerables a la pobreza y la marginación.

Existen dos abuelas y cinco abuelos que son perceptores principales de ingresos. Cerca del 10% de las familias están siendo sostenidas económicamente por la generación de los abuelos. Visibilizar este tipo de economía doméstica debe confrontar sobre las posibilidades de esta generación para sostener las demandas materiales de los grupos domésticos en cuestión.

TABLA 2.5 JEFATURA ECONÓMICA


CICLO VITAL FAMILIAR

En este apartado se presentan los resultados y el análisis de la situación evolutiva de las familias que participaron en el estudio, en términos de la fase que están viviendo, de acuerdo con la edad del hijo mayor y con ellos las tareas de desarrollo que están encarando como sistema. El ciclo vital refiere no solo a una situación de edades y tareas de desarrollo instrumentales, tiene una gran relevancia en la comprensión de la familia, ya que integra aspectos relativos a los procesos de construcción de vivencias y significados que orientan al curso de vida de cada uno de sus integrantes. En distintos momentos de su evolución, la familia brinda un sentido de pertenencia y de identidad (Zohn Muldoon, 2009).

En la tabla 2.6 se muestra la distribución de frecuencias y porcentajes de las familias de los distintos grupos en las etapas del ciclo vital de la familia, de acuerdo con la clasificación presentada previamente; además, se discuten estos datos en tanto la caracterización de los temas y procesos que están viviendo.

Como se observa en la tabla 2.6, no hay ninguna familia en las primeras dos etapas de formación de la pareja y de familias con hijos en primera infancia. Esto resulta claro en tanto que la investigación está enfocada en la organización familiar y desarrollo de familias con hijos en infancia media, de manera que es evidente que las familias estarían al menos en fase de familias con hijos en edad escolar.

TABLA 2.6 CICLO VITAL FAMILIAR


* En esta categoría, en los grupos 4 y 5 faltó información de una familia.

Se puede apreciar que en todos los grupos socioculturales hay un predominio de familias que están atravesando por la etapa de hijos en edad escolar o infancia media (47 familias de 80, cuyo hijo mayor tiene entre 7 y 12 años de edad). En promedio, el 60% de las familias entrevistadas están viviendo esta fase; esto quiere decir que, en la mayoría de las familias, el niño meta es posiblemente el hijo mayor de la familia, lo cual resulta relevante en cuanto al ordenamiento estructural sistémico. Son familias que están enfocadas de manera prioritaria en la situación escolar y en resolver los dilemas que les representa los inicios de procesos de desprendimiento de los hijos (Carter & McGoldrick, 1989; Minuchin & Fishman, 2004; Belart & Ferrer, 1998).

En segundo lugar están las familias en la etapa de hijos adolescentes (13–18 años), estas configuran el 25% del total. Solamente hay cuatro familias con hijos jóvenes adultos (19 en adelante), las cuales representan el 5%, mientras que hay siete familias iniciando la etapa del nido vacío, las cuales configuran el 10% de las familias.

La etapa que predomina, la de hijos en la infancia media, está asociada con mayores demandas al interior de la familia; demandas referidas al cuidado de los hijos y el trabajo doméstico. Los perceptores de ingresos son menos y el riesgo de vulnerabilidad es mayor, especialmente en familias con recursos limitados.

Es importante comprender los procesos internos que estas familias están viviendo. En términos de Combrinck–Graham (1985), la mayoría de las familias están atravesando por fases de organización centrípeta, es decir, que su energía y tiempo está enfocada en generar lazos de vinculación y cohesión para fortalecer el proceso de crianza y educación de los hijos. Sin embargo, también se presenta el inicio de un periodo de oscilación hacia movimientos centrífugos, en tanto se van incorporando, cada vez más, elementos externos que tienen impacto en la vida de los hijos, sobre todo a través del contexto escolar y la participación de los hijos en distintas instancias extrafamiliares, lo que favorece el desarrollo de cierta autonomía.

En un análisis más detallado por grupos, se puede apreciar que en el GP1 FRA la distribución está básicamente en tres etapas; 19 familias en la etapa de hijos en edad escolar (65.5%), ocho familias en etapa de hijos adolescentes (27.5%) y dos familias con jóvenes adultos (7%).

La situación evolutiva de estas familias (GP1 FRA) está enfocada en atender las demandas del contexto escolar, tanto a nivel primaria alta como en educación media y media superior y en mucho menor medida, educación superior. Así que, como se mencionó anteriormente, en estas familias se están presentando fases de transición importantes en el desarrollo gradual de cierta independencia de los hijos, en contextos con posibilidades económicas y educativas en los que se suele contar con mayor apoyo social y de recursos materiales para el logro de estas tareas.

En este grupo (GP1 FRA) se puede evidenciar que hay heterogeneidad, aunque la concentración mayor está en familias con hijos en edad escolar. Esta concentración demanda de los padres o de los tutores (en familias en las que participan abuelos y otros cuidadores) una serie de tareas de acompañamiento con relación a las actividades escolares, donde está puesta la atención principal del sistema; son familias en donde los hijos no suelen participar en tareas domésticas y mucho menos en la generación de ingresos, de manera que tienen la posibilidad de enfocarse en sus estudios.

En el GP2 FRL hay una dispersión mayor en cuanto a la etapa del ciclo vital que viven estas familias. Prácticamente es el mismo porcentaje de familias que atraviesan por la etapa con hijos en edad escolar (41%) y las que tienen hijos adolescentes (38%). Con todo, las tareas principales de estas etapas tienen mucho que ver con la atención y seguimiento de la vida escolar, pero con diferencias importantes en cuanto a la autonomía, ya que, en las familias con adolescentes, por el propio proceso de consolidación de estos, las demandas de independencia y el desprendimiento es mayor.

En este grupo (GP2 FRL) se podría suponer que los hijos sí tienen mayor participación en tareas domésticas, así como (en las familias con adolescentes y en las de siguientes etapas) en generar ingresos económicos que apoyen el sustento familiar. Llama la atención que en este grupo hay cuatro familias (17%) en etapa de nido vacío, lo que implica que alguno de los hijos ya salió del hogar familiar, de manera que son familias en donde las fronteras hacia el exterior se abren y la distancia interna entre los miembros se incrementa, como parte del proceso centrípeto de organización (Combrinck–Graham, 1985).

En estas familias (GP2 FRL) es importante considerar lo que lo que los padres o cuidadores están viviendo, ya que seguramente son adultos de mayor edad que pueden estar requiriendo tal vez más apoyo de parte de los hijos para cumplir con sus tareas o sus responsabilidades.

En el GP3 FHD hay heterogeneidad en las etapas del ciclo vital familiar, aunque la mayoría se ubica en la etapa de hijos en edad escolar (7 familias o 70%). Hay una familia con adolescentes, otra más con hijos jóvenes adultos y una familia en nido vacío. En estas familias, independientemente de la etapa, prevalece un estilo de funcionamiento centrípeto, de acuerdo con lo que Combrinck–Graham (1985) plantea. Este autor refiere que las enfermedades crónicas en general ejercen una atracción centrípeta en el sistema familiar. Como si fuera un nuevo miembro de la familia, el sistema integra la enfermedad como parte de su funcionamiento y estructura organizativa, con todas las implicaciones y complejidad que esto tiene. De tal manera que los síntomas, la pérdida de funcionamiento, las demandas (prácticas y afectivas) en cuidado y atención generan que la vida familiar se enfoque al interior.

De acuerdo con la tipología psicosocial de Combrinck–Graham (1985), la parálisis cerebral es un padecimiento que le implica a la familia organizar su dinámica para poner al centro la presencia del miembro con discapacidad, ya que requiere de atención y cuidados de manera permanente, lo que enfrenta a la familia con una vivencia de tensión también permanente.

En términos del ciclo vital, más allá de la edad del hijo con discapacidad y de los logros que estos pueden tener en cuanto a su formación educativa y profesional, las familias parecen estacionarse en formas centrípetas de estructuración, ya que, por lo general, los hijos no podrán valerse por sí mismos. Esta realidad requiere de la familia un despliegue de recursos afectivos e instrumentales de enorme envergadura para afrontar una situación de gran complejidad.

En el GP4 FHA de familias con hijos en albergue, se tienen cinco familias (83%) en etapa de hijos en edad escolar y una familia (13%) en nido vacío. Por lo que los hijos mayores de estas familias, en su mayoría, están cursando la primaria; quiere decir que son los que estarían en situación de albergue. De manera que las tareas principales relacionadas con el entorno escolar no son atendidas por los integrantes de la familia sino por lo cuidadores y tutores del albergue.

Así que, de acuerdo con el planteamiento de Combink–Graham (1985), a pesar de la edad de los hijos, las familias de este grupo (GP4 FHA) están organizadas de una forma centrípeta, ya que el intercambio con el exterior —el albergue, como institución en donde se desarrolla la mayor parte de la vida de los hijos— hace que las fronteras externas de la familia se abran y la distancia (física y emocional) entre los miembros individuales, aumente.

Cabe suponer que la convivencia de fines de semana está concentrada en otro tipo de tareas, por ejemplo, las tareas domésticas o, en su caso, ciertas actividades de esparcimiento y recreación. Es importante hacer notar cómo el ciclo vital familiar no se vive de una sola manera sino que se cursa de distintas formas, tomando en cuenta las características y demandas de las familias como es el caso estas familias que tienen a sus hijos en situación de albergue.

Con relación al GP5 FIU, la distribución de las etapas es similar al de los otros grupos, en cuanto a que la mayoría de las familias (6) atraviesan por la etapa de hijos en edad escolar (66%), mientras que hay dos familias con hijos adolescentes (22%) y una familia (11%) en nido vacío.

Las demandas que viven la mayoría de estos sistemas familiares (GP5 FIU) generan una forma de funcionamiento centrípeto, orientado hacia el interior, y centrado en tareas de desarrollo relacionadas con el entorno escolar y la crianza de los hijos. Una diferencia que puede destacarse, con respecto a otros grupos, es que en estas familias se enfatiza el sentido de comunidad, de manera que el sistema más amplio, que genera un sentido de identidad y pertenencia, va más allá del núcleo familiar.

CICLO DOMÉSTICO

De acuerdo con Arias (2013), el concepto de “ciclo de desarrollo doméstico” se generó para comprender a la familia como un proceso dinámico. Desde esta conceptualización, se plantea que los sistemas familiares (o grupos domésticos) transitan por distintas fases de desarrollo como unidades económicas y productivas. Las fases se definen de acuerdo con la edad de los hijos, quienes son los que establecen el balance entre el número de productores y el de consumidores.

Para efectos de esta investigación, se toman como base las etapas propuestas por González de la Rocha (1994), particularmente tres de ellas, las cuales se relacionan de manera directa con la situación de las familias del estudio:

a. Etapa de expansión: familias cuyos hijos mayores tienen entre 6 y 12 años.

b. Etapa de consolidación: familias donde los hijos tienen entre 13 y 18 años de edad.

c. Etapa de dispersión, que atraviesan familias cuyos hijos menores tienen 19 años o más.

Se puede evidenciar que en casi todos los grupos, con excepción del GP2 FRL, la mayoría de las familias están ubicadas en la etapa de expansión, en donde el hijo mayor tiene hasta 12 años de edad. Esto coincide con la etapa predominante del ciclo vital que es la de hijos en edad escolar. Además, en términos de la reproducción, se considera que esta es todavía una etapa de procreación. Por ello, en la mayoría de las familias estudiadas, no se cuenta con la participación económica de los hijos para el sustento del sistema.

En el GP1 FRA, se tiene un predominio de la etapa de expansión (62%), lo que implica mayores demandas al interior de la familia, asociadas a la organización y los cuidados. Suelen ser familias más pequeñas y con prevalencia del modelo biparental nuclear. Esta etapa del ciclo doméstico se caracteriza por una alta demanda en las tareas de procreación, de cuidado y atención de hijos pequeños y de atención también del hogar, de preparación de los alimentos, de aseo y cuidados de hijos pequeños e hijos en edad escolar (CEPAL, 2005).

Como se señaló previamente, la mayoría de las familias de este grupo (GP1 FRA) son biparentales nucleares, lo que quiere decir que los perceptores de ingresos principales son los padres, en muchas ocasiones solo uno de ellos, tradicionalmente el hombre. Por lo que, de manera regular, la mamá estará a cargo de los hijos.

TABLA 2.7 CICLO DOMÉSTICO


* En esta categoría, en los grupos 4 y 5 faltó información de una familia.

Algo característico en estas familias, por el estrato socioeconómico al que pertenecen (FRA), es que contraten servicios domésticos, con ello, las madres tienen más tiempo para dedicar al cuidado de los hijos, el acompañamiento para las tareas, etcétera. Otra característica importante de estos hogares es que están concentrados hacia dentro, por las tareas a las que tienen que hacer frente. En algunos casos sí cuentan con más de un perceptor de ingresos, que puede ser la madre o alguno de los abuelos, según el tipo de configuración familiar que prevalezca. Cuando es la madre quien trabaja, suele hacerlo en medias jornadas, o en actividades que no impliquen un trabajo formal.

En este mismo grupo (GP1 FRA), hay nueve familias que están en fase de consolidación (31%). Son familias que tienen hijos más grandes, adolescentes o terminando la adolescencia; la madre puede estar todavía en etapa de procreación (más o menos en los 40 años de edad). En este nivel socioeconómico se considera que los hijos siguen estudiando. Empiezan a concluir la preparatoria y se preparan para la entrada a la universidad. También estas familias empiezan a tener un incremento en sus redes de relaciones porque los hijos empiezan a tener vínculos más fuertes con sus pares y a tener más atención en sus propias actividades.

Por otra parte, en el GP2 FRL, la mayor parte de las familias (50%) se encuentra en fase de consolidación y se incrementa el número de perceptores posibles de ingreso. Esta respuesta se da principalmente en la economía informal. Esta característica marca la organización familiar, la cual no tiene puesta su atención de manera primordial en el terreno de la educación de los hijos sino que se vive la presión por generar mayores ingresos e incorporar en actividades productivas a los hijos. En segundo lugar, están las familias en etapa de expansión (29%) y cinco familias en etapa de dispersión (21%). Lo que esto refleja es que es menor el porcentaje de familias que están cargadas a las tareas de procreación y cuidado de hijos pequeños.

La mayoría de las familias del GP2 FRL están más bien en consolidación; en este estrato socioeconómico medio bajo, es común que una forma de organizarse para resolver la vida cotidiana y la sobrevivencia sea contar con dos o más perceptores de ingresos en el hogar.

También es importante destacar que se tiene un total de cinco familias en etapa de dispersión y que en muchos de los casos en este grupo socioeconómico y cultural (FRL) puede suceder que los hijos salgan para formar sus propias familias ya que los enlaces se dan en edades tempranas y algunas veces no se llegan a formalizar. También puede ser que en esta etapa de dispersión, los hijos mayores dejen completamente su formación educativa y se dediquen a actividades laborales informales.

Otra cuestión importante en este grupo sociocultural (GP2 FRL) es la presencia de varias familias que viven en configuraciones ampliadas (33.3%) y esto también ayuda a que en las distintas etapas del ciclo doméstico se pueda contar con otros miembros adultos que coadyuven en el cuidado y en el acompañamiento de las tareas escolares. Desde luego, si bien se puede generar menos tensión en lo económico mediante una configuración ampliada en donde hay más perceptores, esto le añade complejidad a la vida familiar, por cuanto representa la interacción cercana de diferentes generaciones en un mismo hogar (Selby et al., 1994).

En los grupos 3 y 4 (GP3 FHD y GP4 FHA) el predominio está en la fase de expansión y puede implicar mayores demandas tanto para las familias con un hijo con discapacidad como para las que tienen a sus hijos en condición de albergue.

En el GP3 FHD, de familias con un hijo con discapacidad, la mayoría de las familias (7 de 10) se encuentran en la etapa de expansión, en la que se viven el mayor número de demandas porque todavía están en procreación o pueden estar en fase de procreación y tienen hijos pequeños. Así que la carga es alta, lo que se exacerba con el trabajo que implica la presencia de un hijo o una hija que tiene discapacidad, específicamente de parálisis cerebral. Esto representa una necesidad de reconfigurar a la familia, en cuanto a los roles que cada integrante asume. Son familias que pueden vivirse sobrepasadas y experimentar niveles altos de estrés.

En este grupo (GP3 FHD) solo se tiene una familia en periodo de consolidación, en donde el hijo mayor tiene máximo 18 años. Es una etapa un tanto más relajada en cuanto a demandas de hijos pequeños, sin embargo, hay que tomar en cuenta la presencia de un hijo con discapacidad, lo cual hace que el proceso del ciclo doméstico no sea similar en estas familias con respecto a lo que vive una familia común en etapa de consolidación. Puede ser que existan hermanos que puedan apoyar en las tareas relativas al cuidado del hermano que presenta la discapacidad.

En etapa de dispersión, solamente hay dos familias; en estas se puede estar viviendo una fase de cierta independencia de los hijos, pero al mismo tiempo la familia continua enfrentando tareas que tienen que ver con etapas anteriores, relacionadas con un cuidado intensivo cotidiano importante hacia el hijo con discapacidad.

En el GP3 FHD, tal como se planteó en la categoría del ciclo vital familiar, es importante considerar que son familias en donde no se podrá vivir (o es muy poco probable) un proceso de desprendimiento de los hijos, porque su condición les va a estar implicando tareas de etapas previas, características de una familia centrípeta, de acuerdo con lo que señala Combrinck–Graham (1985).

En el GP4 FHA, cinco de las seis familias de las cuales se tiene información están en la etapa de expansión, de manera que se trata de familias en donde los hijos están en esta primera fase del ciclo doméstico, es decir, son hijos pequeños y que están residiendo en el albergue, lo que implica que los procesos de cuidado y educación se verifican de manera fundamental en la institución. En el contexto de que la mayoría de las madres de esos niños están solteras o separadas, se puede pensar que el albergue es una respuesta y una solución temporal para este tipo de familias, las cuales son de estratos socioeconómicos bajos; es entonces una respuesta para el cuidado, la supervisión y la atención de los niños.

En el GP5 FIU, siete de nueve se encuentran en etapa de expansión, la cual implica mayores demandas de trabajo doméstico y cuidado de los hijos. Los niveles de saturación pueden ser mayores y las necesidades de contar con apoyos sociales formales e informales pueden ser cruciales.