La Iglesia Hacedora de Discípulos

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La Iglesia Hacedora de Discípulos
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LA IGLESIA HACEDORA DE DISCÍPULOS

Copyright © 1990, 2010 por Bill Hull

Originalmente publicado en inglés bajo el título

The Disciple-Making Church

por Baker Books,

una division de Baker Publishing Group

Grand Rapids, Michigan, 49516, U.S.A.

Todos los derechos reservados.

Esta edición es publicada por

Ediciones Berea

para el mundo hispano.

Todos los derechos reservados.

A menos que se especifique, todas las citas bíblicas son tomadas de la Santa Biblia,

Nueva Versión Internacional 1.999 por la Sociedad Bíblica Internacional.

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de este libro puede ser duplicada, copiada, transcrita, traducida, reproducida o almacenada, mecánica o electrónicamente, sin previa autorización de

Ediciones Berea

Editor General: Héctor Hernán Gómez Iriarte

Traducción: Adriana Marcela Aranguren Medina

Diseño General: Catherine Niño

Primera edición en castellano: 2.015 por Ediciones Berea.

Calle 100 No.49-97 Int. 12-418. Tel.: (571) 257 8886

www.edicionesberea.com

ISBN: 978-958-46-5937-8

Bogotá D. C., Colombia.

DEDICATORIA

El mandamiento de Jesús es difícil, indescriptiblemente difícil para quienes tratan de resistirlo. Pero para quienes voluntariamente se someten, el yugo es fácil y la carga ligera.

Dietrich Bonhoeffer,

El Costo del Discipulado

Contenido

1 Qué significa Hacer Discípulos?

Una Mirada Bíblica al Discipulado

El Enfoque de la Iglesia Hacedora de Discípulos

2 La Primera Iglesia: Jerusalén

Fundando la Primera Iglesia

Prácticas y Prioridades de la Primera Iglesia

Desafíos para una Iglesia en Crecimiento

Rompiendo las Barreras para Hacer Discípulos

3 La Iglesia Misionera

La Primera Iglesia Misionera se Encuentra con Jesús

La Iglesia Misionera Madura siguiendo a Jesús

La Iglesia Misionera se Reproduce

4 La Iglesia Discipuladora

Éfeso: La Congregación y sus Prioridades

Las Prioridades Pastorales

Desarrollo de una Comunidad de Liderazgo

5 Los Principios de una Iglesia en Crecimiento

La Iglesia de Buenos Principios

• Prólogo •

En esta generación de comida rápida y acceso instantáneo, hemos sustituido a menudo el verdadero discipulado por una experiencia de comunidad superficial y un programa orientado a acercar a la fe. Esto exige mucho menos trabajo y un nivel mucho más bajo de compromiso. Nuestras iglesias pueden crecer numéricamente, pero nos hemos quedado incursionando en aguas poco profundas en lugar de sumergirnos en las profundidades de Dios.

Hemos recorrido un largo camino desde los días cuando alguien dejaba todo por seguir a su maestro. La Iglesia Hacedora de Discípulos es una voz que llama a nuestra generación a regresar al perdido arte del discipulado. Bill nos recuerda el claro llamado bíblico que todos tenemos de aprender unos otros, así como aprendemos de Jesucristo. Bill nos inspira a levantar la expectativa en nuestras vidas y en nuestras iglesias a medida que seguimos a Jesús. Además de ser inspirante, este libro no nos deja simplemente esperando por más. Está lleno de verdades prácticas y de herramientas que nos ayudan a dirigir a nuestras iglesias en el proceso del verdadero discipulado y en pos de nuestro Maestro, Jesús.

Como joven pastor que trazó el curso a través de la jungla de plantar una iglesia, y que ahora pastorea esa iglesia, he descubierto que cada vez es más difícil encontrar mentores que me guíen en los entresijos del discipulado práctico y bíblico. Libros sobre cualquier tema que ayude a una iglesia a crecer numéricamente aparecen a ₵10 por docena, pero libros que nos llamen a algo profundo son pocos y muy distantes entre sí. Parece que mi generación está muy obsesionada con soluciones y crecimiento rápidos, así que tiende a escuchar a cualquiera que esté haciendo la cosa más novedosa, grande e impresionante en el ministerio. Pienso que es tiempo de escuchar la rica experiencia de hombres como Bill Hull que han luchado a través de las situaciones que enfrentamos y han descubierto la libertad de tomar el yugo de Jesús y guiar a otros en ese camino.

La Iglesia Hacedora de Discípulos demuestra la rica experiencia pastoral de Bill, además de su profunda comprensión de la Palabra de Dios y la siempre cambiante historia de la iglesia en los pasados dos mil años. Mientras lee, usted siente la pasión de Bill por la iglesia y su visión por su ilimitado potencial. Si usted ha esperado u orado que Dios le dé la sabiduría y la visión para guiar a su pueblo a seguirlo a Él con todo su corazón, este libro ciertamente le ayudará. Oro porque usted disfrute recorrer estas páginas tanto como yo lo he hecho!

Renaut van der Riet

Pastor Principal, Mosaic Community Church

Oakland, Florida

• Introducción •

La Iglesia Hacedora de Discípulos, Una Fuerza a Tener en Cuenta

Hacer Discípulos es para Todos?

Este es el título de la introducción de la edición de 1990 de este libro. La pregunta asumía que las iglesias estaban involucradas en tantas actividades que no podían ser clasificadas como hacedoras de discípulos. Yo aún creo que esto sea verdad. Muchas iglesias han decidido hacer algo más. De hecho, creo que una de las más curiosas preguntas es, “por qué la iglesia insiste en tratar de evangelizar el mundo sin hacer discípulos?” Recuerde que mencioné la importancia del evangelismo en la hechura de discípulos, porque Jesús mismo lo hizo cuando dijo, “vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). No hay necesidad de bautizar a alguien a menos que se haya vuelto un seguidor de Jesús.

Jesús también incluyó la enseñanza en la Gran Comisión: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (v.20). La palabra discipulado se diferencia de hacer discípulos en que describe todas las acciones que implican seguir a Jesús. Es una palabra útil pero no tiene el mismo sentido bíblico que hacer discípulos (el mandamiento) o hacedor de discípulos (la descripción).

Un pastor me dijo una vez: “Me gusta su énfasis en el discipulado, pero eso no es para todos”. Él lo hizo sonar como si Jesús fuera un relativista; Él nos dijo que hiciéramos discípulos, pero no todos querrán hacerlo. Simplemente no va a ser adecuado para algunos. Entonces, qué hacemos con aquellos que están en las iglesias que no quieren seguir a Jesús? Primero que todo, usted no puede hacer nada y no debería intentar. Forzar el comportamiento a través de cualquier medio es contraproducente y generará rebeldía. La respuesta es evidente en lo que vemos en la iglesia contemporánea. Las personas pueden ser acólitos, usar una sotana y cargar una cruz en una procesión. Ellas pueden enseñar un estudio bíblico o ser ujieres. Podrían incluso pastorear una iglesia si lo quisieran o creer en Jesús en la manera que pensamos de la fe ahora, asintiendo mentalmente a sus enseñanzas y a la doctrina de la iglesia. Ellas pueden hacer todo esto y decidir no seguir a Jesús. El evangelio contemporáneo le ha dado permiso a la mayoría de la iglesia para simplemente firmar sobre los hechos básicos del evangelio, lograr el perdón de sus pecados, tener la seguridad de su entrada al cielo y luego, cumplir con algunos deberes religiosos hasta que Jesucristo regrese.

La iglesia contemporánea ha reducido el evangelio y vaciado la respuesta natural de un nuevo discípulo a su llamado, la cual es seguir a Jesús y edificar su vida alrededor de sus prácticas. Recibir a Cristo es la línea de partida, no el final. Eso significa que “está en juego”. Qué le costó a Jesús la salvación? Su vida! Qué me cuesta a mí? Mi vida! Mi vida, entonces, es una respuesta, es una ofrenda, un sacrificio vivo. Como dijo Bonhoeffer de manera tan elocuente: “No debemos abaratar lo que a Dios le costó todo”.1

Toda la actividad de hacer discípulos está basada en lo que el evangelio es y exige de nosotros. Dar una pequeña fórmula de oración que no exija arrepentimiento y desear una nueva vida es una burla al evangelio. La visión más común de la salvación no exige ni incluye la transformación. Eso genera una inquietante pregunta para las congregaciones, “quién es salvo y quién no?”, o más preocupante aún, “quién no es salvo y a quiénes se les ha enseñado falsamente que lo son?”

 

Entonces, qué es esto de hacer discípulos que tantos han evitado y por qué lo han hecho así? Hacer discípulos es en esencia, dos cosas. La primera parte, “vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos”, implica un esfuerzo intencional por parte de los discípulos para hablarles a otros de Jesús, o lo que llamamos dar testimonio o predicar el evangelio. Dar testimonio significa contar su propia historia de la obra de Dios en su vida. Predicar el evangelio quiere decir contar la historia de Cristo, de su encarnación, su vida, su muerte, su resurrección y su regreso, y de la otra vida con o sin Dios.

La segunda parte de hacer discípulos es “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”. Enseñarle a la gente a obedecer es lo que se llama discipulado o aprendizaje. Eso requiere determinación, paciencia e inversión en la vida de otros. La iglesia no posee el carácter para ser lo suficientemente paciente para esperar los métodos de Dios para obrar.

El carácter de la nación y por lo tanto de la iglesia ha sido debilitado por la impaciencia. Los líderes de la iglesia son adictos a la comida rápida de la gratificación inmediata; queremos importancia y crecimiento ya! Esto habla de las almas insatisfechas de nuestros líderes. Sería un cambio importante para los pastores y líderes de la iglesia trasladar sus compromisos de programas individuales. Esto no significa que no haya programas; eso se refiere al cuidadoso aprendizaje a largo plazo de hombres y mujeres en comprender y vivir la vida de discipulado de Cristo. Esto requiere seguimiento, sumisión, vulnerabilidad y una gran cantidad de confianza y afecto. En las siguientes páginas usted encontrará mucho más sobre este tema.

Pero, qué es todo este alboroto? Hay muchas clases y tipos de iglesias que están siendo usadas grandemente por Dios, así que por qué necesitamos prestarle atención a un modelo particular de iglesia, la iglesia hacedora de discípulos? Cuando pensamos en iglesias que son tremendamente usadas por Dios, casi siempre pensamos en números, tamaño y publicidad.

Hay días en los que todo se desbarata en mi mente y no pienso completamente en la iglesia. Veo acontecimientos maravillosos por todo el mundo y doy gracias por la creciente iglesia en Asia y África. En Uganda, China y Nigeria, la iglesia hacedora de discípulos es, de hecho, una fuerza a tener en cuenta. Pero debo decir que en los Estados Unidos, nuestra pereza en el discipulado nos ha dado un nuevo campo de misión. La iglesia hacedora de discípulos no es un modelo o un programa, sino la historia de los hombres y mujeres que siguieron a Jesús y formaron la iglesia al principio. Las iglesias evangélicas, en especial en los Estados Unidos, están declinando, principalmente por su superficialidad en la predicación del evangelio, como lo mencioné antes. Esto ha llevado a una generación de cristianos a creer que seguir a Jesús en el discipulado es una opción y que no es necesario para la salvación sino una ayuda si usted realmente quiere estar más comprometido. Y siendo las lujuriosas criaturas que somos, a menudo hemos optado por un evangelio barato, uno que es fácil de vivir porque no confronta el carácter y los asuntos de la comunidad en el cuerpo de Cristo. Esto ha llevado, por tanto, a una falta de diferenciación en la vida y la práctica entre cristianos y no cristianos. Y cuando la diferenciación desaparece, las dos se vuelven una sola cosa.

Podemos cambiar el acuerdo?

Quién puede decir que no estamos obligados a enseñarle a la gente a obedecer lo que Cristo nos ha mandado? Hay un concepto muy difundido de que debemos hacerlo, pero muchos creen que realmente no podemos, y que no estamos preparados para hacerlo. Lo que eso involucra es aprendizaje y sumisión.

Nuestros sistemas de Iglesias están levantados sobre la profesión de creencias, pero con frecuencia no creemos lo que profesamos. Los sistemas de iglesias que hemos establecido proteger a quienes profesan la intromisión del discipulado. Decimos que está bien ser parte de nuestras iglesias sin la exigencia de seguir a Jesús, una vez más porque nuestro evangelio no exige nada de quienes lo reciben. El evangelio más frecuentemente predicado en América anima a la pasividad más que a un activo seguimiento de Cristo.

Qué puede hacerse respecto a las últimas tres generaciones de cristianos que han sido entrenados para evaluar su vida espiritual por cómo ellos disfrutan el servicio de adoración? Cuando perdemos el discipulado, perdemos la autoridad para enseñar profundamente a la gente a obedecer lo que Cristo ordenó. Y cuando perdemos eso, como sucede en nuestras iglesias, el resultado es la iglesia que tenemos en América.

Entonces, qué hacemos? Les recomiendo el simple plan del filósofo Dallas Willard:

“Les recomiendo que no anuncien que estamos cambiando cosas. Sólo empecemos a hacerlas diferente, incluyendo por supuesto, enseñarle a la gente a hacer lo que Jesús dijo. Enseñen lo que es el discipulado y establezcan una teología del discipulado sobre una base bíblica. Empecemos a asumir actividades de discipulado en la iglesia. Empecemos a enseñar con profundidad las cosas centrales de la enseñanza del Nuevo Testamento: Dios (su existencia y naturaleza), su reino, a Jesús en ese contexto, el discipulado como un estilo de vida y cómo uno se convierte en la clase de persona que quiere ser, siendo transformados desde nuestro interior en la manera de pensar, la voluntad, el cuerpo, el alma y las relaciones sociales, para hacer lo que Él dijo. Este es el verdadero método de crecimiento de la iglesia, probado a través de los años: mejores cristianos. Y esto es precisamente lo que Jesús nos dijo que hiciéramos.2

notas

1. Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship (New York: Macmillan, 1963), 48.

2. Dallas Willard, discurso, Marzo 24 de 2009.

1

Parte

Qué significa Hacer Discípulos?

Yo animaría tanto a aquellos que tienen dudas acerca de la necesidad de hacer discípulos como a los que anhelan hacerlo una parte de su iglesia, a considerar conmigo la evidencia bíblica que creo que muestra que el discipulado debería ser el enfoque de cada iglesia. Antes de rechazar la idea o decidir ponerla en práctica en nuestras iglesias, necesitamos tener claridad acerca de lo que estamos rechazando o desarrollando en nuestra congregación.

Miraremos la descripción bíblica de un discípulo, el modelo bíblico del discipulador (Jesús) y cómo hacer discípulos se convirtió en parte de la iglesia del primer siglo. De esta manera, estableceremos un perfil de lo que es ser un discípulo y una iglesia hacedora de discípulos.

Para ganar el mundo con el evangelio, necesitamos una meta y un plan de cómo alcanzaremos esa meta. Creo que podemos encontrar la dirección para eso en las páginas del Libro de los Hechos de los Apóstoles.

1

Capítulo

Una Mirada Bíblica al Discipulado

El pasaje clave para que podamos entender el discipulado descansa en la misma Gran Comisión. Antes de ascender al Padre, Jesús le dijo a sus discípulos:

“Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”

(Mateo 28:18-20).

A pesar del claro mandamiento de Jesús de “hacer discípulos”, muchos, como el hombre que afirmó que hacer discípulos no era para todos, han tratado de invalidar ese llamado argumentando que la palabra griega mathetes, traducida como “discípulo”, no aparece en la Biblia después de Hechos 21 y que por lo tanto, la iglesia no necesita enfocarse en el discipulado.

Qué significa Hacer Discípulos?

Aunque yo no soy un lingüista, no creo que eso invalide el llamado de Jesús. Permítame hacerle algunas observaciones:

1. Hechos 21:16, la última mención de la palabra discípulo en el Nuevo Testamento, tiene lugar casi veintisiete años después de la conversión de Pablo. Lucas emplea de manera intercambiable los términos hermanos, discípulos, y, pueblo, para describir a los cristianos y no sólo para describir a los Doce. Creo que esta palabra sólo fue una manera de identificar a un seguidor de Jesucristo. Aunque han pasado más de treinta años desde la ascensión de Cristo, la palabra discípulo no ha dejado de ser usada para describir al creyente común. De hecho, Lucas usa las palabras hermanos, cristianos, discípulos, y, creyentes, para describir a la misma gente.1

2. Lo anterior apunta un tanto a disipar la creencia de que la palabra discípulo era algo sagrado en la iglesia y empleada exclusivamente para describir a los Doce. Sin embargo, algo de crédito debe dársele a la idea de que la palabra tenía un especial significado relacionado al modelo de discipulado cristocéntrico, caracterizado por la relación uno a uno entre el maestro y el discípulo. Rengstorf escribe que “Mathetes siempre implica la existencia de un afecto personal que moldea toda la vida del que es descrito como mathetes y que en su particularidad, no deja dudas acerca de quién está desplegando el poder formativo.”2

El cambio a un discipulado eclesiocéntrico requiró una relación de comunidad, un discipulado compartido entre varias personas. Ya que la palabra discípulo llevaba algo del trasfondo cristocéntrico, Pablo intentó explicar en sus escritos el proceso de discipulado en una manera diferente. Aunque Pablo no usó la palabra mathetes, él usó dieciocho veces la palabra manthano.3 Este último significa “aprender”, la forma verbal de mathetes. Aunque Pablo no llamó discípulos a los individuos, a la función de su desarrollo él la llamó, discipulado.

3. El tema no es esencialmente de léxico, pues la desaparición de la palabra discípulo en las Epístolas tiene varias explicaciones posibles. Los Evangelios y Hechos son narrativas históricas que están contando una historia, mientras que las Epístolas son pedagógicas, doctrinales, que transmiten principios y conceptos.4 Otro factor a considerar es la diferencia en el trasfondo y entrenamiento de los autores. Pablo, producto de un hogar hebreo y una cultura griega, había estudiado con Gamaliel y también en escuelas griegas. Un hombre de letras cosmopolita, cuya educación y trasfondo lo habían equipado para el ministerio transcultural e influenciado en la elección de sus palabras.

Pablo pudo haber tenido alguna reverencia por los discípulos históricos o dejado que sus lectores transculturales se confundieran por un término como ese. Rengstorf creía que la palabra discípulo era algo vergonzoso entre los filósofos Socráticos, Platónicos y Aristotélicos y que esta actitud afectaba permanentemente su uso en griego.5 Además, entre más se expandía la iglesia y se alejaba de la cultura judía, el uso cada vez menor de los conceptos y la historia judíos ayudaba a comunicar el mensaje. Pablo pudo haber simplemente sustituido las palabras que él pensó que comunicarían mejor.

4. Los autores de las Epístolas reemplazaron palabras o frases para el término discípulo. Los ejemplos incluyen creyente, hermano, cristiano, fiel, imitador, santo, y, los llamados. Las palabras usadas para describir la función incluyen modelo, practicar, entrenar, madurar, y, ejemplo. Para describir la relación con el mundo, ellos usaron embajador, extranjero, y, peregrino.6

5. Las razones anteriores por la que la palabra discípulo desapareció en las Epístolas representan algunas educadas conjeturas. Pero la razón que está por encima de estas no obedece del todo al léxico. Creo que el cambio vino debido a que la iglesia se movió de un modelo cristocéntrico a uno eclesiocéntrico. Por el curso de treinta años, tomando los principios que Jesús usó para liderar a un grupo unidimensional de doce y hacerlos obrar en una masa multidimensional de miles requirió transición. Aunque la palabra puede haber cambiado, el principio del discipulado nunca fue abolido.

A qué se parece un Discípulo?

Para entender a los discípulos y el discipulado, démosle una mirada a la Gran Comisión, la cual nos da especificaciones o metodología para alcanzar a las naciones con el evangelio. Responderemos cuatro preguntas de Mateo 28:18–20:

 

1. Quiénes serán discípulos?

2. Quiénes harán discípulos?

3. Cuánto durará el proceso?

4. Qué incluye el discipulado?

Quiénes Podrán ser Discípulos?

Técnicamente, desde el momento del nacimiento espiritual, cada cristiano es un discípulo. Los discípulos nacen del Espíritu para madurar como reproductores, como lo describe Juan 15:7-17. Ellos serán formados en cada nación; por lo tanto, cada persona en la iglesia es un discípulo y tiene la divina capacidad de ser lo que Cristo desea.

La idea de que solo personas maduras son discípulos y todos los demás cristianos son conversos inmaduros no aparece en ninguna parte en el Nuevo Testamento. Dios espera que cada creyente sea un discípulo maduro y que se reproduzca. Por tanto, cualquier líder puede levantarse confiadamente delante de la iglesia y llamar a cada creyente a ser discipulado. De hecho, nada menos que eso complacería al Señor. No hay prueba más grande de ser un discípulo que ser discipulado para Cristo en la vida diaria. Seguir a Cristo es la expresión natural de la nueva vida que obra en un discípulo converso. Cada creyente debería permanecer en Cristo por medio de la Palabra y la oración, trayendo fruto, lo cual incluye el evangelismo y caminar en obediencia. Entonces, él o ella traerán gloria a Dios, experimentarán el gozo y amarán a otros. Cada cristiano está llamado a ser un discípulo.

Quiénes Podrán Hacer Discípulos?

Cada discípulo está llamado a hacer discípulos. Jesús dio el mandamiento a los apóstoles, que representaban a lo mejor y a lo peor de la humanidad (usted podría llamarlos “humanidad en microcosmos”). Debido a que tenemos la misma capacidad y responsabilidad que los discípulos originales, cada discípulo contemporáneo no está menos capacitado para este llamado que los Doce.

Hacer discípulos incluía presentarle a otros a Cristo, edificarlos en la fe y enviarlos al campo de cosecha. Este proceso puede ser resumido en tres puntos: proclamar, transformar y enviar. A través del poder de Cristo, somos liberados del pecado; por el proceso de discipulado, somos transformados en creyentes maduros; y, finalmente, Dios nos envía al campo de cosecha para ganar a otros. Algunos discípulos tendrán dones de liderazgo, y Dios los llamará a encabezar la actividad de hacer discípulos. Sólo unos pocos son llamados al liderazgo en la institución, pero cada discípulo debería participar en el proceso de hacer discípulos en algún nivel.

Cuánto durará el Proceso?

Jesús dijo a sus discípulos que hicieran tantos discípulos en tantos lugares como pudieran y prometió que Él estaría con ellos “hasta el fin del mundo”. Cristo sabía que la misión sobreviviría en el tiempo a aquellos hombres, y nosotros aún no hemos llegado al final. Por lo tanto, las instrucciones de Jesús permanecen hoy tan vigentes como en el día en que Él las dio. La tarea de hacer discípulos continuará hasta que Cristo venga de nuevo. La Iglesia de Jesucristo está bajo la orden de mantenerse haciendo discípulos mientras respiremos. Esta es la fuerza conductora y el fundamento de todo lo que la iglesia es y hace.

Qué incluye el Discipulado?

Con dos palabras, bautizar y enseñar, Jesús dejó claro el proceso del discipulado. Bautizar nuevos discípulos significa llevarlos a manifestar públicamente su fe. A través de este único momento de testimonio público, ellos hacen su declaración de lealtad a Cristo.

En el primer siglo, el bautismo era una declaración valiente y costosa. Hoy, ha perdido su impacto público. Culturalmente es algo esperado y una ocasión para estrenar vestido, fiestas y videos caseros. El desafío hoy es enseñar el evangelio como una invitación a seguir a Cristo y entregar el control de la vida de uno para hacerlo. Cuando una iglesia ha sido edificada sobre una profesión de fe en lugar de que la fe esté cimentada en la obediencia, ser bautizado no implica mucho cambio.

Enseñar, sin embargo, es un proceso de toda la vida. La instrucción exacta es: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:20).

Dónde establecemos la línea que separa una actividad de discipulado de una que no lo es? Qué podemos incluir legítimamente en el discipulado? Cristo establece el límite: “todo lo que les he mandado a ustedes”. Todo lo que cae dentro de los mandamientos y directrices de Cristo podemos considerarlo discipulado. El Sermón del Monte, el mensaje del Aposento Alto, los mandamientos de orar y amarse unos a otros, todo cae dentro del plan del discipulado.

Muchos tienen la falsa idea de que el discipulado involucra una estrecha enseñanza de las habilidades del ministerio y una acumulación de conocimientos bíblicos, pero el discipulado es de hecho de un alcance tan amplio como las enseñanzas de Jesús. Al incluir todo lo que Él enseñó, ampliamos nuestra comprensión del discipulado. Sin embargo, aunque nuestro alcance sea más amplio, no debemos permitir que se convierta en una excusa para una falta de intención. Ni debemos perder la noción de la necesidad de una obediencia constante: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”. Si a usted no se le ha enseñado a obedecer ni animado a ello a través del seguimiento, no tenemos discipulado.

Jesús: el Modelo del Hacedor de Discípulos.

Cuando Jesús dijo a los discípulos que fueran e hicieran discípulos de todas las naciones, ellos sabían lo que Él quería decir: Él les había enseñado a través de su ejemplo y ellos entendieron los principios y las prioridades que habían visto en su comportamiento. Ellos fueron a ganar a otros para la fe y hacer que fueran como ellos.7

Jesús les dio el ejemplo tanto de una estrategia como de un estilo de vida. Jesús dijo que cuando un discípulo “haya completado su aprendizaje,... será como su maestro” (Lucas 6:40). Así que cuando alguien pregunta, si los discípulos discipularon, podemos responder: “Por supuesto que sí. Cómo podían ellos hacer algo diferente a lo que Jesús les había enseñado? Ellos hicieron exactamente lo que sabían hacer.”

Algunos han tratado de argumentar que Jesús no tenía una estrategia intencional. “Deben estar leyendo una Biblia diferente a la mía,” les replico yo. Si una cosa se muestra claramente en los evangelios, es que Jesús fue un hombre con un plan, unas prioridades y una meta.

Jesús tuvo un plan de desarrollo en cuatro fases fundamentado en cuatro puntos claves, cada uno de los cuales inauguraba una nueva fase de entrenamiento (vea el Cuadro No.1):

“Vengan y Vean.” En esta etapa formativa, Jesús extendió una invitación para que la gente lo conociera a Él y su obra.

“Vengan y Síganme.” Esta es la etapa de desarrollo en la cual Jesús entrenó y afirmó a creyentes maduros. Él les mostró cómo y lo hizo con ellos.

“Vengan y Quédense Conmigo.” Al unir la corrección a la etapa de desarrollo, Jesús desafió a quienes tenían habilidades de liderazgo a ser como Él. Fuera de esto estuvieron los Doce, que recibieron una posición y autoridad especiales.

“Permanezcan en Mí.” En la fase final, Cristo esperaba que los discípulos se reprodujeran. Él los envió al mundo a obedecer su mandamiento y hacer discípulos.


Podemos ver la estrategia intencional de Jesús en su resistencia al maligno en el desierto (Mateo 4:1-11), en su negativa a satisfacer una sentida necesidad inmediata a expensas de un objetivo mayor (Marcos 1:38), y en su declaración de que Él hace “solamente lo que ve que su Padre hace” (Juan 5:19). Jesús recibió sus instrucciones desde el cielo y no se apartaría nunca de la agenda de su Padre.

Ninguno de nosotros puede dudar que Jesús siempre tuvo presente su objetivo. En al menos cinco ocasiones Él dio a los discípulos las instrucciones de la Gran Comisión (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15-18; Lucas 24:44-49; Juan 20:21; Hechos 1:8). La idea de esparcir el evangelio llenó sus pensamientos incluso desde su encuentro con la mujer en el pozo (Juan 4), cuando Él llamó la atención de sus discípulos sobre los campos maduros para la cosecha.

Consciente de la necesidad, Jesús lamentaba: “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” (Mateo 9:37-38). Su respuesta inmediata fue ampliar la base de trabajadores: “Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con Él. Designó a doce, a quienes nombró apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:13-14). Al preparar a otros para la responsabilidad más grande, Jesús podía multiplicar su influencia. Cinco meses después de su llamado, los Doce salieron de dos en dos, sin su presencia física (Mateo 10). Más tarde ellos liderarían a los setenta en los viajes de ministerio. Pero en cada caso, ellos se reportaron de nuevo con Él para su evaluación y recomendación.

Él inculcó en ellos un sentido de responsabilidad fundamentada en la relación mientras el proceso de aprendizaje continuaba.