La Iglesia Hacedora de Discípulos

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Jesús no podía enfocar todos sus esfuerzos en los setenta, pues era un grupo demasiado grande para lidiar con ellos exitosamente. En su lugar, Él estableció relaciones cercanas con los Doce. Los discípulos proporcionaron una variedad de personalidades, dones y peculiaridades, y al enfocarse en un grupo de ese tamaño, Jesús podía enseñarles a trabajar juntos y a través de las diferencias; pero los números nunca llegarían a ser inmanejables. Los discípulos de hoy han descubierto que un grupo pequeño sigue siendo la mejor herramienta de discipulado.

Lentamente Jesús llevó a los discípulos a asumir su ministerio, dándoles gradualmente cada vez más responsabilidad mientras ello pasaban de una etapa a la siguiente. Él había seleccionado a estos hombres sobre la base del carácter y los dones. Ya ellos habían puesto a Cristo antes que a sí mismos, que sus posesiones e incluso que a su familia (Lucas 14:25-33); ellos se sacrificarían voluntariamente y comenzarían su misión (Lucas 9:23-25). A través de estos pocos dedicados, Él podría obrar, expandiendo el ministerio en una manera que ningún hombre podría. Esta descentralización llegaría a ser más relevante después de su ascensión y la venida del Espíritu Santo.

El Modelo de los Primeros Discípulos.

Por las clases de iglesias que formaron los apóstoles, sabemos que ellos hicieron discípulos. Miremos los tres ejemplos dominantes en Hechos y en las Cartas: La primera iglesia, en Jerusalén; la iglesia misionera, un conglomerado de congregaciones que Pablo plantó en sus primeros dos viajes misioneros; y la iglesia discipuladora, fundada en Éfeso (vea el Cuadro No.2). Los principios de los apóstoles fueron establecidos en la primera iglesia, expandidos en la iglesia misionera y madurados en la iglesia discipuladora.


La Primera Iglesia.

En Hechos 2-7, vemos los primeros cinco a siete años del discipulado en la primera iglesia. Como se ve en Hechos 2:42-47, las principales diferencias entre el liderazgo de los apóstoles y la manera en que Cristo dirigió a los Doce llegaron a ser manifiestas en la congregación.

“Ellos perseveraron en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.”

En lugar de seguir un modelo cristocéntrico, ellos empezaron a establecer un enfoque eclesiocéntrico en la congregación. Al expandir el discipulado, los Doce podían alcanzar su objetivo: ganar a todo el mundo para Cristo.

La Iglesia Misionera.

De un puesto de avanzada llamado Antioquía, emergió el primer gran impulso evangelizador del cristianismo. Dos hombres que no habían seguido a Cristo durante su ministerio en la tierra lideraron el camino, estableciendo las mismas prioridades y prácticas que Él había enseñado y los apóstoles habían aplicado en la primera iglesia.

Aunque gobernada por los mismos principios y prioridades de la primera iglesia, la iglesia misionera era diferente. Estaba compuesta por toda una familia de pequeñas iglesias, dirigidas por ancianos desconocidos para la iglesia madre. La iglesia misionera nos proporciona un ejemplo de cómo las iglesias crecen y se multiplican, revela las etapas de madurez que las iglesias atraviesan y lo que ellas necesitan mientras se desarrollan.

De hecho, las iglesias deben pasar por cada etapa que los apóstoles experimentaron bajo el liderazgo de Cristo. Cualquier iglesia que se estanca morirá. Miles de iglesias americanas han probado la verdad de esto mientras la vida empieza a alejarse de ellas.

La Iglesia Discipuladora.

Pablo pasó más de tres años en Éfeso y aquí aprendemos más acerca de la naturaleza de una iglesia discipuladora madura. Tenemos más información acerca de Éfeso que de cualquier otra iglesia en el Nuevo Testamento, y en ella vemos un agresivo ministerio que ganó toda Asia con el evangelio.

La Carta de Pablo a los Efesios detalla las prioridades de la gente y sus Cartas a Timoteo, el pastor de Éfeso, detalla las prioridades pastorales. El relato de Lucas en Hechos proporciona otro punto de vista del trabajo de Pablo. De estos escritos tenemos una rica información para entender una moderna versión de la iglesia discipuladora.

notas

1. Esto se aclara en G. W. Bromily, The Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1967), 457–59.

2. Ibid., 441.

3. Michael Wilkins, The Concept of Disciple in Matthew’s Gospel as Reflected in the Use of the Term Mathetes (Boston: E. J. Brill, 1988), 160.

4. Robert Coleman, El Plan Supremo del Discipulado (Bogotá D.C., Colombia: Ediciones Berea, 2004), 99.

5. Parafraseado de Wilkins, Concept of Disciple. Debo anotar que Wilkins no está de acuerdo con esta tesis y argumenta muy eficazmente en contra de ella.

6. Recomiento grandemente la lectura de los artículos del Dr. Michael J. Wilkins, publicados en el apéndice de The Anchor Bible Dictionary (Garden City, NY: Doubleday, 1992).

7. Mi libro, Jesucristo, el Hacedor de Discípulos (Bogotá D.C., Colombia: Ediciones Berea, 2015) está dedicado a la creencia de que Jesús puso el ejemplo de hacer discípulos.

2

Capítulo

El Enfoque de la Iglesia Hacedora de Discípulos

En sus palabras en el Aposento Alto, Jesús dio a sus discípulos simultáneamente un seminario y una advertencia de que su relación nunca sería la misma. Pronto ellos se relacionarían con Él a través del Espíritu Santo, en lugar de disfrutar su presencia física.

Cuando Él dijo, “les conviene que me vaya” (Juan 16:7), los discípulos no lo creían. Lo haríamos nosotros? Si tuviéramos que elegir entre la presencia física del Señor Jesucristo y la presencia del Espíritu Santo, no tomaríamos a Cristo? Es difícil imaginar que realmente pudiéramos ser mejores con el Espíritu Santo.

Cuando Cristo ascendió, los discípulos pasaron de la etapa de “Vengan y Quédense Conmigo” a la fase de entrenamiento de “Permanezcan en Mí” (Juan 15:7). Ellos usarían el mismo proceso de entrenamiento de cuatro puntos que Jesús les había enseñado. (Ellos no sabían que estaban usando un proceso de cuatro puntos; ellos sólo estaban haciendo lo que Jesús les enseñó). Su nuevo contexto requería alteraciones en quiénes y cuántos harían la obra, en cómo el grupo conocería la voluntad de Dios, cómo serían entrenadas las personas, cómo extenderían el mensaje y cómo satisfacer las necesidades de la gente. Aunque los discípulos no querían que Jesús se fuera, ellos adaptaron sus enseñanzas para acoplarse a las nuevas circunstancias.

La Iglesia necesita un cambio?

Gran parte de la iglesia contemporánea ha estado tan ocupada enfocándose en lo que Jesús hizo que ha ignorado los cambios que los apóstoles instituyeron. El enemigo ha usado este descuido para su conveniencia al retener a la mayoría de la iglesia fuera del proceso de discipulado.

En el modelo cristocéntrico, Jesús era el Maestro y los discípulos los aprendices. Debido a que Él era Dios, Jesús era suficiente para los Doce: Él podía dirigirlos, satisfacer cada necesidad y llevar a la madurez a cada seguidor. Ninguno tenía que hacer conjeturas acerca de la voluntad de Dios o decidir dónde anunciar. Sólo debían preguntarle a Jesús.

El uso efectivo de este modelo aún permanece en uno o dos ministerios de grupos pequeños que se mantienen en los límites de la iglesia y en organizaciones paraeclesiales. Este atrae a gente que piensa de una misma manera, talentosa y orientada a labores, y, enfatiza la acumulación de conocimiento y desarrollo de habilidades ministeriales.

El modelo cristocéntrico obra en un grupo plenamente comprometido con una meta clara y precisa, como la misión de una organización. La naturaleza orientada a labores y de una visión común de tal grupo permite al modelo obrar exitosamente; el evangelismo se enfoca en una estrecha parte de la Gran Comisión, sin comprometerse con la multiplicidad de agendas y la complejidad de la iglesia local. Donde todos los miembros pueden adquirir las mismas habilidades, tomar el mismo entrenamiento filosófico y encajar en un claro objetivo de misión, el modelo se vuelve efectivo.

A la luz del total deterioro de la iglesia evangélica, Dios en su gracia ha levantado muchas misiones para ocuparse de lo que necesita ser hecho. Pero eso no significa que convendría intentar poner la filosofía paraeclesial a la iglesia local. Sería como poner una clavija cuadrada en un agujero redondo.

La organización paraeclesial atrae a una persona orientada a la Palabra, agresiva en evangelismo y comprometida con la labor (una iglesia promedio probablemente tiene cerca de un 20 ó 30% de este tipo de personas). El modelo estrechamente cristocéntrico no ha obrado mucho en la iglesia porque no se ajusta a su variedad. Mucha gente en la congregación local es talentosa en otras áreas, miran la vida a través de diferentes lentes y tienen una multiplicidad de creencias respecto a las prioridades de la iglesia. El modelo cristocéntrico simplemente no puede alcanzar o interesar lo suficiente a la gente para llegar a ser el corazón de la iglesia.

 

La Necesidad de un Nuevo Modelo

Dado que el modelo cristocéntrico no satisface las necesidades de la iglesia, no podemos concluir que los miembros de la iglesia no necesitan tomar parte en el discipulado. El fracaso en la contextualización de lo que significa hacer discípulos en nuestra sociedad y nuestro tiempo ha conducido a la iglesia débil y desobediente de hoy. El discipulado debería permanecer en el corazón de la iglesia, pero necesita un enfoque multidimensional, uno con aplicaciones más amplias que la iglesia acepta por lo general.

Donde nosotros hemos fracasado, los apóstoles actuaron exitosamente: ellos tomaron el modelo de discipulado cristocéntrico paraeclesial y adaptaron sus principios para la iglesia. Nosotros podemos seguir esa transición pasando a través de la primera iglesia, la iglesia misionera y la iglesia discipuladora. Por el tiempo en que Pablo dejó Éfeso, él había forjado el modelo eclesiocéntrico, lo cual hizo de la iglesia discipuladora una realidad.

Qué es el Modelo Eclesiocéntrico?

En el discipulado eclesiocéntrico, existe un equipo de trabajo entre el cuerpo de Cristo. El evangelismo tiene lugar a través de los diferentes dones de toda la iglesia y no sólo de una pequeña porción de la congregación. Aunque algunas personas son fuertes en la oratoria, otras juegan un papel de apoyo, pero todas obran juntas en pos de un objetivo común. Por ejemplo, el cuidado pastoral juega un papel vital en atraer a la gente a la iglesia y afirmarlos en Cristo. A menos que haya una comunidad amorosa y cariñosa que ayude a los bebés recién nacidos y sane a los heridos, la gente no vendrá a Cristo ni permanecerá lo suficiente para ser entrenada. El amor dentro de la comunidad de Cristo es la más poderosa de todas las herramientas evangelísticas de la iglesia.

El modelo eclesiocéntrico reconoce la riqueza en diversidad y talentos del cuerpo de Cristo y la manera en que obran juntos como un equipo para crear un ambiente de discipulado. Cuando los estrechos pasillos del modelo cristocéntrico son derribados y reemplazados por los grandes salones del modelo eclesiocéntrico, muchos de los que han rechazado el discipulado como la prioridad para una iglesia viable, querrán darle una segunda mirada.

El Discipulado y el Modelo Eclesiocéntrico

Para definir el discipulado, yo he propuesto quitar las barreras y abrir las puertas ampliamente, conservando el distintivo del discipulado. Por lo tanto, he desarrollado esta definición: el discipulado es el entrenamiento intencional de discípulos, con seguimiento y sobre la base de relaciones cariñosas.

Observe los componentes de esta definición:

Intencional. Al igual que Jesús, debemos tener una estrategia planeada. Jesús sabía qué clase de personas estaba formando y su propósito para ellos. El equipo de liderazgo de una iglesia discipuladora tiene un propósito definido y ha pensado en cómo hacer discípulos. El liderazgo debe definir lo que significa ser un discípulo, desarrollar un método para hacer discípulos y dar el ejemplo ante la congregación de lo que es un discípulo y cómo hacer un discípulo. Transmitir la visión y el conocimiento de cómo hacerlo es importante.

Entrenamiento. Discipular significa más que desarrollar habilidades, aunque debe incluir eso también. El entrenamiento implica un curso prescrito de estudio y un proceso al que la gente se someta para alcanzar ciertas metas. Los pequeños grupos y otros medios pueden proveer un camino en el que la gente pueda hacer progresos. Cada persona en la congregación debería recibir una invitación para aprender acera de las Escrituras, descubrir sus dones y usarlos en su servicio a Cristo.

Con rendición de cuentas: Dado que la gente necesita ayuda para mantener sus compromisos con Dios, la iglesia debería proveer una variedad de medios para que la gente rinda cuentas. De hecho, sin este elemento no se puede hacer discípulos. Se pueden hacer una serie de acuerdos dentro del programa de discipulado de la iglesia y deberían proporcionarse medios tanto formales como informales de rendición de cuentas, todos desde el sistema de compañerismo hasta los pactos relacionales.

Sobre la base de relaciones amorosas. Todo ministerio exitoso está basado en relaciones. La iglesia discipuladora debe hacer de la edificación de la comunidad una muy alta prioridad, y todo el grupo principal de la iglesia debe animar a la gente a compartir sus necesidades. Un ambiente amoroso y de apoyo edifica la equidad emocional que actúa como un cojín cuando el ministerio enfrente golpes y turbulencias. Esta ancla emocional necesita ser liberada para formar la base relacional de la iglesia.

Para mantener un discipulado efectivo, recuerde que el discipulado no es un evento, sino un proceso. Ningún sistema puede hacer un discípulo, porque el discipulado requiere que la voluntad de una persona sea activada por el Espíritu Santo. La iglesia tiene la responsabilidad de proporcionar la clara visión y los medios que traigan a los cristianos a un discipulado maduro. El crecimiento y la rendición de cuentas deben ser parte de la vida de cada cristiano, por todo el resto de su existencia; la necesidad de ambos no termina hasta que uno sea transferido al cielo.

La clave para el discipulado eclesiocéntrico es trabajar en equipo en un ambiente amoroso que mantiene los distintivos de la misión, la rendición de cuentas y que forma en habilidades ministeriales. La verdadera evidencia de éxito será la producción constante de discípulos que se reproducen y de líderes que se convierten en multiplicadores.

Usando Efectivamente el Modelo Eclesiocéntrico en la Iglesia

La disertación doctoral de Bonhoeffer, “Una Comunidad Santa”, fue considerada por Karl Barth un milagro teológico. Su idea central fue que Cristo está presente en el mundo a través de su iglesia. La existencia de Cristo como comunidad a través de los miembros es un concepto revolucionario. Es absolutamente aterrador darse cuenta de que Dios piensa así de muchos de nosotros que daría esta vital misión a su pueblo. Esto está en el centro del modelo eclesiocéntrico, el cual llama a una descentralización del poder y del proceso.1

Cinco importantes cambios serán necesarios para cualquier iglesia que desee pasarse del modelo cristocéntrico al eclesiocéntrico. Enfocado en estos cambios, un grupo de liderazgo puede empezar a formar un grupo de discipulado efectivo.

1. En Liderazgo: Pasar del Modelo donde Cristo Lidera a los Apóstoles al de Líderes Nombrados que Dirigen una Congregación.

Si Jesús hubiera enfrentado a los miles en Pentecostés, cómo los habría organizado? Cuando llegó el momento de expandir el ministerio más allá de Jerusalén, cómo habría llevado a cabo Jesús la misión? Sin duda, para cumplir estas tareas, Él habría hecho algunos cambios en la manera en que trabajaba. Si Él hubiera tenido tres mil discípulos bautizados, estoy convencido que Jesús habría hecho exactamente lo mismo que hicieron los apóstoles. Él habría expandido el ministerio a los gentiles de la misma manera que Pablo lo hizo. Pero en tanto Jesús permaneciera, los discípulos no podrían desarrollarse plenamente y la gente se habría resistido a su autoridad mientras ellos tuvieran a Jesús para consultarle.

La partida de Jesús da origen a la pregunta: Quién estaba a cargo aquí? Mientras Él estuvo en la tierra, los discípulos discutieron sobre quién se quedaría con los mejores palcos celestiales y quién era el más grande, pero ninguno de los evangelios registra su pregunta sobre quién estaba a cargo. Después de su ascensión, cuando los apóstoles se encontraban en una habitación mal ventilada con otros 110, con una decisión que necesitaba ser tomada, ellos se miraron entre sí y empezaron a hablar. Ellos pasaron de una autoridad basada en una persona a una autoridad compartida.

Cristo es la cabeza del cuerpo, pero qué hacemos nosotros ahora? Pablo escribió que Cristo es la cabeza del cuerpo y esa es una buena teología, pero cuando debe tomarse una decisión, Jesús generalmente no da instrucciones con voz audible. Mientras Cristo estaba en la tierra, la autoridad residía en una persona; después de su ascensión, los líderes la compartieron. El modelo cristocéntrico establece una relación maestro-alumno; el modelo eclesiocéntrico, por su parte, establece una de líderes-congregación. Mientras el modelo cristocéntrico desarrolla un grupo élite de trabajadores dedicados, el eclesiocéntrico incluye una gran cantidad de discípulos en varias etapas de su desarrollo: algunos trabajadores dedicados, pero también un grupo incluso más grande de gente sin estudios, apática, resistente y ambiciosa. En un grupo así, el discipulado se convierte en una tarea multidimensional.

Podríamos comparar la distribución de la autoridad de la iglesia a un árbol: Cristo es el tronco, los apóstoles son las ramas principales, los líderes locales son las ramas secundarias y los miembros son las ramitas. Hoy, Cristo ya ha ascendido y los apóstoles están con Él; al equipo de líderes se le ha dado autoridad para dirigir la iglesia. Para un grupo de líderes regenerados, llenos del Espíritu de Dios pero aún con pies de barro, liderar a un grupo de discípulos es muy diferente al liderazgo de Cristo sobre los Doce. Funcionalmente, eso requiere cambios en la manera como la iglesia opera.

Uno a uno no es apropiado. Ningún individuo puede discipular plenamente a otro, porque nadie tiene el arsenal completo de dones espirituales y sabiduría para traer a otro a la plena madurez en Cristo. Eso no significa que el discipulado uno a uno no sea válido, sino que el modelo de maestro-alumno no es suficiente para la iglesia. El ministerio que piensa del discipulado en términos de uno a uno, no encaja dentro de lo que Dios quería para su pueblo.

Yo necesito varios mentores para desarrollarme plenamente en Cristo: uno en habilidades ministeriales, otro en carácter y varios que me ayudarán a enfocarme en otros diferentes asuntos. Sólo el cuerpo de Cristo puede proporcionar un entorno que da el rango completo de experiencias y desafíos que necesito. Uno a uno puede proporcionar una buena afinación en temas personales mientras camino con Cristo, pero no puede hacer todo el trabajo.

Si una iglesia se enfoca sólo en habilidades ministeriales y en el discipulado uno a uno, la mayoría de la gente queda sin discipulado. Muchas de las necesidades ministeriales de la iglesia se encontrarán latentes y la gente sin discipulado quedará por fuera de todo. Al sentir que no tienen un estatus favorable con el pastor o los líderes, ellos se polarizarán y se volverán antagonistas. Dado que el modelo cristocéntrico sólo puede alcanzar a unos pocos, es demasiado estrecho para la iglesia, exige muy poco de la iglesia y hace pequeño lo que Dios quiere que sea grande. El objetivo de Dios es que todo el cuerpo desarrolle plenamente la iglesia discipuladora y evangelice el mundo.

Cristo era para los discípulos lo que el equipo de liderazgo es para la congregación. Los apóstoles guiaron las oraciones en el Aposento Alto. Ellos llevaron a los 120 del Aposento Alto a las calles, a predicar el evangelio y establecer el rumbo de la primera iglesia. Después de discutir y orar por la disputa sobre la distribución de comida, los retorcidos hábitos de dar y el espinoso tema de qué se le debería pedir a los gentiles convertidos, ellos dieron respuestas. En breve, ellos formaron el equipo de liderazgo para la primera iglesia y para Pablo, y guiaron la expansión de la misión.

Estos hombres podían dirigir en armonía porque ellos habían estado de acuerdo en la misión de la iglesia. Ellos habían sido entrenados por la misma persona, poseían una visión común y creían en una metodología básica. Su pureza filosófica hizo posible un liderazgo eficaz. En la iglesia de hoy, un buen equipo de liderazgo se ha vuelto algo raro porque los líderes generalmente no tienen antes un buen entrenamiento.

Jesús había entrenado a sus discípulos para que fueran una cierta clase de personas, que pensaran de una misma manera y realizaran su labor de una forma similar. Sí, ellos tuvieron opiniones diferentes y experimentaron desacuerdos, pero cuando ponían la tarea delante de ellos, podían ponerse de acuerdo y darle unidad a la iglesia.

Los discípulos dirigieron un grupo mucho más diverso que Jesús y debieron unir su gran variedad de intereses, personalidades, dones, problemas y puntos de vista. Después del rápido crecimiento inicial de la iglesia, doce hombres tenían más de diez mil miembros para delegarles autoridad y poder.

Discipular significa dirigir un sistema en el que la enseñanza, el entrenamiento, el evangelismo y el cuidado pastoral tienen lugar. Esto involucra el trabajo multidimensional del equipo de liderazgo mientras preparan a la congregación en una variedad de caminos y medios. Asegurarse de que la gente vaya a la iglesia y tenga una comida caliente en épocas de crisis, es discipulado, porque eso ayuda a desarrollar una persona para Cristo. Cualquier cosa que ayude a alguien a acercarse a Él, es considerada discipulado.

 

Debemos dejar de pensar que sólo enseñar la Biblia, compartir su fe, memorizar versículos y enseñar habilidades ministeriales hacen parte del discipulado. Muchas iglesias descuidan en gran manera las habilidades ministeriales y estas deben ser enseñadas, pero si usted sólo ha hecho eso, usted no ha discipulado. El primer cambio de un cuerpo cristocéntrico a uno eclesiocéntrico, es que una persona ya no lidera más un grupo pequeño de dedicados soldados de la cruz; en lugar de eso, un equipo de liderazgo prepara a una congregación diversa y de múltiples niveles, hacia la madurez en Cristo.

2. En Dirección: Pasar de la Presencia Personal de Cristo a la del Espíritu Santo y al Ministerio de la Palabra, la Oración, etc.

Cuando Jesús subió a la barca y dijo, “crucemos al otro lado del lago” (Lucas 8:22), ninguno de sus seguidores dudaron acerca de lo que Él quería. La presencia física de Jesús eliminó la necesidad de discernir su voluntad. Pero ahora que Él se estaba yendo, descubrir su voluntad específica se volvió una experiencia compartida. Jesús tenía la palabra final y la completa verdad, pero los apóstoles no tenían ninguna de las dos. En lugar de eso, ellos tenían su Palabra y la verdad suficiente para discernir su voluntad, así como nosotros también.

Cuando Jesús les habló en el Aposento Alto, Él animó a los discípulos con estas palabras: “permanezcan en mí” (Juan 13-16). Él les dijo que tendrían un nuevo maestro, el Espíritu Santo, que era como Él y los guiaría a toda la verdad (Juan 14:26; 16:13). Aunque ellos no tuvieran toda la verdad, sabrían dónde encontrarla y los medios para hacerlo: ellos orarían al Padre, en el nombre de Jesús, por medio del Espíritu Santo (Juan 14:10-17).

A diferencia de los primeros discípulos, nunca hemos ido a Jesús físicamente para encontrar respuestas a nuestros interrogantes. En lugar de Cristo, siempre hemos tenido al Espíritu Santo; en lugar de escuchar sus palabras, consultamos la Palabra escrita; en lugar de un contacto cara a cara, le hablamos a Él en oración. Siglos de historia, barreras culturales, idiomas y costumbres también se levantan entre nosotros y la verdad de Dios. Agregue estas diferencias a las variadas interpretaciones y opiniones de otros, y vea cómo la Palabra de Dios podría volverse difícil.

De manera práctica, cómo recibimos dirección?

Estando de acuerdo con Dios en las cosas básicas. Aún tenemos las claras palabras de Jesús sobre las cosas básicas; conocemos que nuestro propósito es servir a Dios a través de un estilo de vida obediente. Podemos dividir ese estilo de vida en la clase de personas que estamos llamados a ser y la clase de tareas que tenemos por realizar. En su sermón, Jesús definió la clase de personas que estamos llamados a ser: quienes permanecen en Él (Juan 15:7-17). La tarea que Él nos ha puesto es ir y hacer discípulos (Mateo 28:18-20) Las Escrituras eliminan nuestras dudas acerca de lo que significa tener un estilo de vida obediente: ser discípulos y hacer discípulos.

Utilizando lo que Dios ha dado para el resto. Cuando el equipo de liderazgo de una iglesia se convierte en discípulos y pone el hacer discípulos en la mente del ministerio de la congregación, sólo necesita imaginar cómo crear discípulos. Aunque muchos consideran la primera parte fácil y la última difícil, creo que en verdad es todo lo contrario. Una vez que el equipo de liderazgo está de acuerdo en las cosas básicas y motiva a la gente, el método, siendo tan importante, se vuelve menos crítico que la creencia.

Pero para la iglesia común, decidir sobre la metodología es muy difícil. Tales personas se reúnen alrededor de la doctrina pero no de la estrategia, generando unos valores opcionales. Las prioridades y la práctica están en juego y las largas y difíciles sesiones en las que los líderes tratan de formar una política en bloque comienzan. Generalmente los líderes eligen objetivos con el mínimo común denominador, porque cuando alguien lidera en un área en la que no se han podido poner de acuerdo, otros se le oponen tan rigurosamente que se da por vencido. Las reuniones de la Junta Directiva degeneran en luchas sobre frivolidades territoriales, el fruto de la iglesia ecléctica y genérica

Todo esto puede ser evitado cuando la iglesia gira en torno tanto de la doctrina como de la estrategia. Una vez que esto se haya hecho, la metodología se vuelve menos difícil. Como buenos modelos a seguir, los líderes proporcionan el ejemplo necesario para la imitación y que conduce a la reproducción. Como los líderes son el ejemplo de la visión y los valores de la iglesia, ellos dirigen a los miembros a la obediencia.

Los líderes son discípulos que están en contacto con Dios. Ellos practican lo que Cristo predicaba, comunicándose con Dios a través de las herramientas de orientación: ellos buscan la Palabra de Dios para estrategia, oran por dirección y se hablan entre sí para buscar opiniones de sus pares. Encontrar la dirección de Dios para un ministerio específico es una experiencia compartida; puede ser hermoso cuando los espiritualmente maduros son guiados por los claros mandamientos de Dios y juntos buscan obedecerlo.

En el modelo cristocéntrico, una persona que posee visión y valores comunica a una membrecía o equipo de trabajo con ideas afines, quién puede ejecutarla. Cristo no tenía la intención de que su iglesia trabajara de esa manera. Créanme, no funciona, al menos no por mucho tiempo.

Cristo decretó la visión y la estrategia, y el presidente de una organización paraeclesial puede hacer lo mismo. Cuando un pastor intenta esta táctica, tarde o temprano fracasará. Por algunos años, el pastor puede ser capaza de decir: “Dios me llamó y me dio la visión. Usted puede cuestionarme, pero hay un punto donde si no está de acuerdo, no debe tocar al ungido del Señor.” Él puede incluso tratar de señalar que criticar u oponerse al pastor habría sido como si David se hubiera opuesto al Rey Saúl.

Pero un pastor local no es el Rey Saúl de Israel ni tiene la misma autoridad que Jesús, o incluso que los apóstoles. El liderazgo en la iglesia es una experiencia compartida y eso lo vemos claramente en el modelo eclesiocéntrico.

Algunos movimientos que practican el discipulado han abusado de sus principios al tratar de controlar las vidas de otros. Nadie debiera estar obligado a pedir permiso para faltar a la iglesia, hacer compras domésticas importantes, salir con alguien, casarse, salir de vacaciones, etc. Aunque el seguimiento es vital para el discipulado, el enfoque autocrático que tales acciones describen es una errónea aplicación del modelo cristocéntrico y nunca fue la intención de que fuera así en la comunidad de Cristo. La iglesia discipuladora es una comunidad de discípulos en la que sus líderes buscan conocer a Dios y hacer su voluntad. Sólo cuando ellos están conectados por una información básica común y utilizan sus herramientas de orientación, las cuales son el vértice de “Permanezcan en Mí”, esa comunidad puede discipular de manera eficaz.

3. En Entrenamiento: Pasando de un Liderazgo Preparado a una Comunidad de Liderazgo Comprometida en la Formación Multinivel.

El entrenamiento de la iglesia discipuladora empieza la primera vez que uno de sus miembros hace contacto con una persona. Hacer discípulos comienza con presentar a Cristo a hombres y mujeres. Esa sola declaración hace pedazos los parámetros del discipulado tradicional. Recuerda la definición de discipulado con la que empezamos? “Es el entrenamiento intencional de discípulos, con rendición de cuentas, sobre la base de relaciones amorosas.” Esto va mucho más allá de los grupos pequeños o de los encuentros uno a uno. Hay que decir que para la mayoría de la gente, el discipulado es algo que se hace dentro de la iglesia o al interior del hogar. En primer lugar, el discipulado no es para la iglesia, sino para el mundo. Su resultado final es transformar a la gente dondequiera que vivan, cualquiera que sea su posición, incluso si ellos no van a la iglesia y nunca lo hagan.