Buch lesen: «Escultura Barroca española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la sociedad del conocimiento», Seite 36

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3.2.Escuela castellana

En esta escuela encontraremos grandes escultores e imagineros. El primero que vamos a tratar es Inocencio Soriano Montagut (Tarragona, 1893-Cataluña, 1979), quien se formó en el taller de los escultores Ramón Sabater y Ramón Cerveto[145]. Luego se trasladó a Barcelona, continuando sus estudios en el Taller de Arte y Oficios Artísticos. Próximo a los años treinta, recibe una beca para estudiar en la Real Academia de San Fernando de Madrid, y unos años más tarde, en 1935, entra como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Salamanca. Allí se convierte en uno de los máximos artífices de la escuela de imaginería salmantina, realizando gran cantidad de imagen religiosa para ser procesionada. Entre sus imágenes destacan: Dolorosa (1939, Salamanca); Piedad (1942, Tortosa); Oración en el Huerto (1943, Oviedo); Piedad (1944, Madrid); san José (1944, Salamanca); La Flagelación (Fig. 30).


Fig. 30. Inocencio Soriano Montagut, La Flagelación, Salamanca (Fuente: http://tarracom.blogspot.com.es/2009_07_01_archive.html)

Otro autor que se forma en Madrid será Francisco González Macías (Béjar, Salamanca) 1901- Madrid, 1982), primero en la Escuela de Artes y Oficios y posteriormente a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Tiene como profesores a Victorio Macho y a José Capuz. Aunque aprende la tradición escultórica, su viaje a París y su contacto con el círculo de artistas que estaban llevando a cabo la renovación plástica a mediados de siglo influirá en su obra. Aun así, realiza gran cantidad de obra civil y religiosa, tanto de carácter público como con fines devocionales[146].

Luis Marco Pérez (Fuentespino de Moya, 1896- Madrid, 1983) se formó en Valencia y Madrid. Ya a principios de siglo inicia sus vínculos con Cuenca, donde será profesor en la Escuela de Artes y Oficios. Realiza numerosos conjuntos procesionales para la Semana Santa de Cuenca. Destacan la Santa Cena y un Descendido, realizados antes de 1936, y que desaparecieron en la guerra. Tras el conflicto se reconstruye la Semana Santa de Cuenca, para la que se le encargan numerosos pasos[147]. Otro de los grandes de este momento es Federico Coullaut-Valera (Madrid, 1912- 1989). Su padre era el escultor Lorenzo Coullaut Valera, que también fue su maestro. Tuvo que hacerse cargo de las obras inacabadas que dejó su padre cuando falleció, completando el Monumento a los hermanos Álvarez Quintero y el Monumento a Cervantes. Esto hizo que sea considerado escultor de monumentos y retratos, pero también hizo obra religiosa de gran envergadura[148].


Fig. 31. Federico Coullaut-Valera, Jesús Orando en el Huerto, 1947.

Uno de los escultores e imagineros que renovó la estética de la escuela de imaginería salmantina[149] fue Damián Villar González (1917-2003). Se formó en Salamanca y Madrid, y en torno a las décadas iniciales del siglo, lo encontramos ejerciendo como profesor en la Escuela de Artes de Granada. A partir de los años cincuenta se traslada definitivamente a Salamanca, donde realizará una gran cantidad de obra religiosa, destacando, entre otras: Nuestro Padre Jesús de la Pasión (1945, Salamanca), Nuestro Padre Jesús en el Prendimiento (1947, Salamanca), Cristo de la Agonía (1959, Salamanca) y Virgen de la Esperanza (1952, Salamanca).

El más joven de los escultores que reforman la estética de la Semana Santa castellana en el siglo XX es Vicente Cid Pérez (Alicante, 1948). En sus obras mezcla el clasicismo y la mesura de la escuela con la innovación propia de la escultura de su tiempo. Se formó en la Escuela de Artes de Salamanca, ciudad para la que realiza el Cristo de la Liberación, obra de alabastro reforzada con resina, realizada en 1988 para la Hermandad del Cristo del Amor[150].

El afamado pintor Ricardo Segundo fue profesor de la Escuela de Bellas Artes, y a inicios de los años cuarenta recibe el encargo de tallar la Santa Cena (1943, Zamora) (Fig. 32), para sustituir al grupo que realizara Blas González en los años veinte del siglo XIX[151]. Ya en 1942 realizó La Dolorosa de la Vera Cruz[152] y otras obras.


Fig. 32. Ricardo Segundo, Boceto en barro de la Santa Cena, 1943 (Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/toro/2009/03/22/perro-judas/343440.html)

Venancio Blanco[153] (Salmanca,1923- ). Comienza su formación en la Escuela de Artes y Oficios de Salamanca. Allí destaca por sus habilidades y destrezas, lo que le permite conseguir una beca que le lleva a Italia. También estudió en Madrid, en la Escuela de San Fernando[154]. A finales de los cincuenta, el escultor ya reconocido por su trabajo, sigue buscando un estilo propio y personal al que llegará tras una gran depuración formal. Hay dos temas que están presentes en toda su trayectoria: la temática religiosa y la tauromaquia. En el primero de los temas, que es el que nos ocupa, Blanco se ha mostrado próximo a las preocupaciones estéticas del Concilio Vaticano II, lo que le lleva a realizar obras de gran dramatismo y expresividad. Fue uno de los renovadores de la escultura madrileña contemporánea en los años sesenta, perteneciendo al grupo Seis Escultores[155]. Fue director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, y desde allí trabaja en una de sus obras más relevantes, el Cristo Yacente, en madera tallada y policromada (Fig. 33), que recoge la tradición de la escuela castellana, siendo una obra de gran clasicismo y dramatismo[156].


Fig. 33. Venancio Blanco, Cristo Yacente. (Fuente: http://www.nuevarevista.net/articulos/el-lenguaje-de-los-espacios-abiertos-en-venancio-blanco)

Fernando Mayoral (Cáceres, 1930- )[157], estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Cáceres y en la Academia de San Fernando de Madrid. Realiza una gran cantidad de obra monumental, de carácter profano o religioso. Es profesor en Salamanca, labor que compagina con la realización de su obra. Y no en Salamanca, pero sí en Zamora, contribuye al recogimiento con su espectacular Santa Cena (1989, Zamora).

3.3.Escuela levantina

Juan Adsuara (Castellón de la Plana, 1893-1973)[158]. Es becado y marcha a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Trabaja en varios talleres, donde destaca su labor en los talleres Granda. En 1920, monta su propio taller y comienza a recibir numerosos encargos para privados y de obra pública, monumentos para embellecer las calles. Estuvo vinculado durante toda su vida a la Escuela de Bellas Artes de Madrid, siendo docente y director de la misma hasta su jubilación a comienzos de los sesenta. Entre su obra procesional destaca el Cristo crucificado para la Cofradía de la Purísima Sangre de Castellón[159].

Pío Mollar Franch (Valencia, 1878-1953). Estudió en la Real Academia de San Carlos[160]. Dominó las distintas técnicas y materiales de la escultura, tanto mármol o bronce, como madera policromada. Se especializó en la escultura de carácter religioso, dejando un cuantioso número de obras repartidas por España. Entre 1925 y 1931, desarrolla una gran actividad en Málaga, realizando el desaparecido misterio de la Sagrada Cena, antigua Magdalena de la Expiración, imágenes secundarias para el grupo del Rescate, o la Virgen del Rocío, que aún se conserva y procesiona en Málaga. Sus obras tienen una estética muy sensiblera y cercana al efecto plástico de la imaginería de serie de los talleres de arte religioso[161].

Nacido en Valencia, Juan García Talens (1890-1961) pronto se sentirá atraído por la imaginería, aunque también era pintor. Con veinticinco años marcha a Madrid. Allí trabaja con Capuz y en el taller de Adsuara, donde reproduce obra de taller. Paralelamente abre taller personal, donde realiza escultura variada en distintos materiales, como bronce, madera y piedra. También en Madrid, conoce a Mariano Benlliure, con quien trabaja a partir de 1931. Una de las características más importantes de Talens es la policromía que le confiere a la madera tallada. Tiene obra repartida por toda España: Galicia, Asturias, Málaga, Valencia, Crevillente, Cartagena, etc. García Talens también fue profesor de la escuela de Artes y Oficios en la asignatura de policromía. Una de sus grandes obras en el conjunto del altar de la Cueva de la Virgen de Covadonga. Para la Semana Santa de Cartagena realizó diversas obras, como el grupo de La Santa Cena, Santísimo Cristo de los Mineros, La Magdalena en el Calvario y la imagen de la Virgen Dolorosa[162].

Un valenciano con una ingente producción dispersa por distintas ciudades españolas es José Dies López (Valencia, 1905-1969)[163]. Con pocos años entra a trabajar en el taller familiar, en el que se realizan tallas en mármol. Luego pasa a la Escuelas Superiores de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y de San Carlos en Valencia, destacando en tallado y composición. Recibe un gran número de encargos de la provincia de Albacete. Desde 1939, se dedica en exclusiva a la talla de madera. En Tobarra realiza: Grupo escultórico de la Encarnación (1950); Un sayón (1951); Cristo de la Columna (1953); Trono de Nuestro Padre Jesús Nazareno (1957).

Gregorio y José Molera. Padre e hijo, de tradición escultórica y que trabajan en la región de Murcia. José trabaja y aprende en el taller paterno. Entre su imagen procesional destaca el Paso del Pretorio de la Cofradía de la Preciosísima Sangre de Murcia, y el san Pancracio de la iglesia de San Antolín.

Otro escultor es Vicente Segura Valls, escultor murciano. Entre sus primeras obras destaca el paso para el Stmo. Cristo de la Flagelación, realizado en 1947. Fue el primer trono metálico de la Semana Santa de Cartagena. Se componía de peana de madera, sobre la que se alzaba un cuerpo cuadrangular rematado en sus esquinas por columnas salomónicas. En el frente, escudo de la Cofradía California[164].

Juan González Moreno (Murcia, 1908-1996)[165] destaca su labor imaginera, siendo amigo de escultores de la talla de José Capuz o Clemente Campos. Perpetúa los modelos de Salzillo, obviando los elaborados movimientos y curvas del Barroco y añadiendo modernos tratamientos en la policromía[166]. Destacamos, el grupo del Ecce-Homo.

Otro de los escultores murcianos que más ha influido en su región es José Planes Peñalver (Murcia, 1891-1974). Nació en Murcia, y allí comenzó a modelar en barro, recreando belenes y escenas de la pasión. Marchó a Madrid para continuar su formación, pero en la década de los treinta vuelve a Murcia. Allí es nombrado director de la Escuela de Arte y Oficios. Realizó una cuantiosa obra de temática y lenguaje variado[167].

Francisco Sánchez Araciel (1851-1918) fue escultor e imaginero, hijo del también escultor Francisco Sánchez Tapia. Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, pero principalmente se formó en el taller paterno, donde trabajó esculpiendo piedra y realizando imágenes religiosas en madera. También fue restaurador, realizando numerosas obras para Murcia y otras localidades de la región. Fue el restaurador principal de la obra de Salzillo. Francisco Liza Alarcón (Murcia, 1929). Desde niño comienza a modelar en arcilla. Durante la Guerra Civil realiza sus estudios primarios y comienza a frecuentar diversos talleres, luego trabaja en los talleres de escultores murcianos como: Juan González Moreno, Clemente Cantos, Antonio Carrión Valverde, José Noguera y José Sánchez Lozano, al que considera su maestro. Allí, con Sánchez Lozano, aprende las técnicas del modelado, la talla en madera, el dorado y el estofado, la policromía de las imágenes, colocar los postizos, ojos, pestañas, lágrimas, etc., pero además, lo más importante es que mantiene la tradición imaginera de Salzillo. Durante toda su vida ha estado dedicado a la talla de imagen religiosa para pasos procesionales que desfilan en la Semana Santa de León, Almería, Valencia, Alicante, Zaragoza y otros pueblos y ciudades de la Región de Murcia.

José Nicolás Almansa (Murcia, 1921-1988). Es otro de los artistas murcianos que durante décadas estuvo olvidado. Cuando acaba la Guerra Civil, entra en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, donde estudió escultura, pintura y dibujo. Desde 1947 comienza la realización de una ingente producción de obra escultórica de temática religiosa para distintas iglesias y conventos de la región murciana, aunque su obra comienza a ser conocida y le llegan encargos de Jaén, Alicante, etc.; todas, obras realizadas en madera policromada. Sin embargo, su fama y pena le vino por ser el escultor seleccionado para realizar la copia del Belén de Salzillo[168], que el horno de Manuel Guillén Cerezo quiso hacer, uno para regalar a su nieta y otro al Generalísimo Francisco Franco[169].

3.4.Imagineros españoles en el resto de España

Faustino Sanz Herranz (1923-2010). Nace en Madrid en 1923, y con solo doce años comienza a dibujar y modelar. Entra en el taller de D. Manuel Trillo Torija y D. Bernabé de la Calle. Se inspira en las grandes escuelas del Siglo de Oro español, en Alonso Cano, Martínez Montañés o Salzillo[170].

Víctor de los Ríos (Santoña, 1909-1996). Con solo quince años se traslada a Madrid para formarse con otros escultores. Entra en el taller de Enrique Sierra, Martínez Otero y Francisco Martorell. Realizó numerosas obras, sobre todo religiosas, para Palencia y otras ciudades como Zamora, León o Linares, etc.[171]

Luis Marco Pérez (Cuenca, 1896-1983)[172] nació en 1896 en Fuentelespino de Moya (Cuenca)[173], en una familia de artesanos. Su padre era carpintero, por lo que sintió desde pequeño un gran interés por la talla en madera. Entre sus obras destacamos el gran número de obras que realiza para la Semana Santa de Cuenca. La mayoría de sus obras se realizan en la década de los cuarenta y cincuenta, donde destaca la Santa Cena, El Descendido y un Cristo Agonizante.

José Zamorano Martínez (Hellín, 1929-2008). Pronto se sintió atraído por la escultura, y es discípulo de Coullaut Valera, después marcha a Madrid. Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, dibujo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y en el Casón de Reproducciones Artísticas. También fue discípulo de José Manuel Rodríguez Fernández-Andes. Con solo 19 años presentó la Virgen de la Amargura, en su Hellín natal[174].

Ricardo Iñurria (Santurtzi, 1908- ). Estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao y frecuenta el taller de la familia Basterra para perfeccionar sus conocimientos técnicos. Le conceden una beca para viaja a París. También fue pintor, pero sobre todo escultor e imaginero, ya que le influyó la estética y el magisterio de los grandes de la escuela castellana que pudo conocer en Valladolid y Burgos. Para la Semana Santa de Bilbao realizó: Ecce-Homo (1945) y los Azotes, o Flagelación (1950).

Enrique Pérez Comendador (Cáceres, 1900-1981). En 1907 su familia se trasladó a Sevilla, a los catorce años ingresa en la Escuela de Artes, Industrias y Bellas Artes. Obtiene el título de perito aparejador, pero se siente atraído por la escultura, lo que le lleva a entrar en el taller de Joaquín Bilbao. En torno a los años veinte marcha a Madrid, luego viaja por Italia y Francia para seguir formándose y conocer a los maestros de la escultura. En 1934 recibió el Gran Premio de Roma, permaneciendo en la ciudad hasta 1939, pensionado en la Academia Española de Bellas Artes de Roma[175]. En 1941, vuelve a España, ingresó como profesor en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde permaneció como catedrático hasta 1970. El escultor realizó uno de los grupos más populares, La Despedida de Jesús, grupo con pocos antecedentes en nuestra imaginería, pero que Pérez Comendador lo realiza en 1957 para la Semana Santa zamorana. Para ello, realiza un grupo de gran perfección técnica, donde quizás su propia esposa le sirvió como modelo para la figura de la Virgen María[176]. Es un grupo de volúmenes sólidos, de gran influencia barroca, visible en la forma de componer y tratar técnicamente las formas.

Juan De Ávalos y Taborda (1911-2006). Nació en Mérida[177] e inicia su formación en Madrid, en un taller de restauración de muebles y en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (1926–1931). Luego será profesor y director en la Escuela de Artes de Mérida desde 1936. Tras el conflicto bélico, hizo numerosos encargos de carácter religioso y monumental, convirtiéndose en el escultor más representativo del régimen franquista[178]. Es importante su labor en el ámbito de la restauración y en el terreno arqueológico, sobre todo en Mérida. Una de sus obras más destacadas es la Glorificación de la Soledad, para la Semana Santa de Málaga. (Fig. 34)


Fig. 34. Juan De Ávalos y Taborda, Glorificación de la Soledad para Málaga.

4.PRODUCCIÓN ESCULTÓRICA DURANTE EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX: DE LOS SETENTA HACIA EL FIN DE SIGLO. IMAGINEROS ESPAÑOLES DE LOS FOCOS TRADICIONALES: ANDALUCÍA, CASTILLA Y LEVANTE
4.1.Escuela sevillana

Francisco Buiza Fernández (1922-1983). Desde pequeño mostró un gran interés por el modelado, realizando figuras de barro para belenes. Entra en el taller de Sebastián Santos, montando taller propio a partir de 1950. Ha sido uno de los imagineros más importantes de la segunda mitad del siglo XX, y su obra se encuentra repartida por distintas ciudades españolas[179]. La generación de Buiza viene a sustituir gran parte de las imágenes realizadas durante la década de los cuarenta y cincuenta en distintas localidades españolas[180]. En Cádiz, por ejemplo, Buiza sustituye muchas obras realizadas por Miguel Láinez en décadas anteriores. Entre sus trabajos para Sevilla destacan: Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna (Las Cigarreras) o el Santísimo Cristo de la Sangre (Hermandad de San Benito)[181].

Luis Álvarez Duarte. Nació en Sevilla y sus inicios no fueron fáciles pues no tenía vínculo con la profesión. Además, tampoco pudo asistir a clases específicas que le permitieran el aprendizaje académico[182]. Su formación parte de la asistencia a la Escuela de Artes Aplicadas y la asistencia a los talleres de Buiza, Barbero y Eslava, ayudando en diferentes fases de realización, sacado de puntos, y conociendo directamente los trabajos de restauración de obras escultóricas, muchas de ellas grandes obras de la escultura barroca (Fig. 35). El contacto con las imágenes barrocas que adquiere en estos talleres será fundamental en su formación artística[183]. En la década de los sesenta inicia su andadura. Son los años de juventud, en los que traslada algunos modelos de barro a madera, se comienza a valorar su trabajo, e incluso irrumpe en el panorama sevillano con la Virgen Dolorosa de la Hermandad de las Aguas (1967). La década de los setenta será la época de los encargos para las hermandades de Semana Santa, como el de la realización de la Virgen del Patrocinio tras el incendio y destrucción de la original en 1973. Su estilo se consagra, confiriendo a sus imágenes gran realismo, patetismo y dramatismo. Hay grandes ejemplos de virtuosismo a nivel técnico y anatómico[184]. En la década de los ochenta, su trabajo se popularizó en el resto de Andalucía, España y también recibe encargos internacionales de ámbito privado, y otros para culto público[185]. Durante los ochenta[186] y noventa, la obra de Duarte se diversifica y acomete numerosos encargos de restauración[187]. Su trabajo se realiza en solitario desde su taller, si bien ya en los años ochenta y noventa la obra de Duarte se considera madura en el ámbito de la nueva creación como en el de la restauración. Sin embargo, en el siglo XXI acomete restauraciones de algunas obras iniciales de los años setenta.


Fig. 35. Luis Álvarez Duarte en su taller.

Otro de los imagineros más importante del último tercio del siglo XX en Sevilla es Antonio Joaquín Dubé de Luque. Nace en Sevilla en 1943[188], hijo de artista, desde pequeño estuvo vinculado al mundo de la pintura, del arte y sus técnicas, por lo que su interés por el mundo artístico se despierta pronto en él[189]. En la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla aprende las técnicas propias del arte de la pintura y la escultura, coetáneamente inicia los estudios de Bellas Artes. Se considera autodidacta, y como tal, le llegan los primeros encargos en la década de los años sesenta, se le encarga el arreglo de los apóstoles del paso de la Cena (Sevilla)[190]. Su trabajo gustó a la Hermandad, lo que ayudó a que pronto recibiera otros encargos de Sevilla capital[191]. Uno de los primeros encargos más complejos que tuvo que acometer fue el retallado de una imagen de una Dolorosa realizada por Castillo Lastrucci para la Cofradía de Servitas, Nuestra Señora de la Soledad. A ella le siguieron otras restauraciones de imágenes relevantes en la Semana Santa sevillana, como la Virgen de la Candelaria y la Virgen de los Dolores[192], etc. Ha sido un gran renovador de la imaginería procesional andaluza, especialmente en Granada, Almería y Málaga, así como de Extremadura, Castilla, Cataluña, Valencia, Canarias e Hispanoamérica, destacando la copia de la Virgen de la Esperanza Macarena realizada para Ecuador[193].

Francisco Berlanga de Ávila. Nace en 1958 en el seno de una familia de tradición artesana vinculada al oficio de la carpintería. Se forma inicialmente en la Escuela de Artes y Oficios, donde comenzó a trabajar como aprendiz en el taller de su profesor de policromado y dorado Carlos Bravo Nogales[194], de quien aprende los aspectos técnicos de la talla[195]. Su gran salto lo da cuando entra como oficial en el taller de Francisco Buiza, en torno a 1980. Allí perfeccionó lo que había aprendido en el taller anterior y aprende otras técnicas y procedimientos que realizaba el maestro Buiza. Allí coincidió con otros grandes imagineros de las últimas décadas del siglo XX, tales como Juan Ventura, Álvarez Duarte o Augusto Morilla[196]. La relación entre Berlanga y Buiza fue algo más que maestro-discípulo. A la muerte del maestro, quedaron trabajos por concluir, por lo que su viuda le traspasó el taller y este se encargó de la finalización de los trabajos inacabados o solo contratados. Un ejemplo significativo de este hecho es la imagen de Jesús de la Humildad (1983, Málaga), que Buiza deja sacado por puntos y solo tallado en su parte inferior. Su estética sigue la escuela neobarroca sevillana, realizando interesantes aportaciones a partir de los inicios de la década de los ochenta[197]. También destacan las restauraciones de imágenes procesionales de distintas ciudades y localidades andaluzas.

Manuel Carmona Martínez. Nació en Badajoz en 1938. Su padre era carpintero. Compaginó su formación con la asistencia a la Escuela de Artes y Oficios. A principios de los cincuenta se traslada a Sevilla, buscando trabajo relacionado con la imaginería. Allí se formó en la Escuela de Artes y Oficios, recibiendo el magisterio de José Morillo (dibujo), José Luis Vasallo y Manuel Vergara (modelado)[198] e incorporándose al taller de José Ovando Merino y más tarde al taller de Escamilla. Después se incorpora al taller de Rafael Barbero, quien le introduce definitivamente en la imaginería y de quien se considera discípulo, a pesar de que en pocos años se desliga de su maestro y abre un taller propio[199]. A partir de los años ochenta, se reconoce su labor en el ámbito de la imaginería, sobre todo gracias al encargo del Retablo de la Ermita de Nuestra Señora del Rocío, en Almonte, Huelva[200] (1983). Este hecho le obliga a un traslado de taller y a la ejecución de obras relacionadas más estrechamente con la imagen religiosa, la imagen policromada, el dorado y los estofados, ofreciendo una gran calidad en sus obras[201]. Su obra se relaciona estéticamente con la obra del barroco andaluz, sin embargo, también muestra interés por la estética del barroco castellano, realizando un Cristo descendido de la cruz de la Hermandad de la Amargura de Dos Hermanas (1991). También destaca la imagen del Ángel confortador que acompaña a Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, (2003, Olivenza, Badajoz), de talla completa, en madera policromada con vestiduras doradas y estofadas que sigue los modelos de la imaginería del XVII.

Juan Antonio González García (Juan Ventura) (Sevilla, 1954). Su formación como imaginero la recibe de mano de uno de los grandes escultores de la imaginería barroca del siglo XX, Francisco Buiza. Juan Ventura se considera escultor-imaginero, puesto que no solo le interesa la escultura sagrada, sino también la profana. Sin embargo, a partir de su primer encargo para la realización de una imagen procesional, el Cristo de la Sentencia (1979, Vélez-Málaga, Málaga) le han seguido numerosos encargos religiosos para diversas ciudades[202].

Manuel Hernández León (Sevilla, 1938- ). De madre pintora y padre ebanista, el joven Manuel pronto se decanta por la imaginería[203]. En 1957, se matriculó en la Escuela de Artes Aplicadas de Sevilla, asistiendo a clases de dibujo, modelado, talla, sacado de puntos, etc. Trabajó de forma temporal y esporádica en los talleres de Domínguez Rodríguez y José Lemus. A partir de los años ochenta, se dedica por entero a la escultura, trabajando para particulares, además de hermandades y cofradías. Su estética se vincula a la escuela neobarroca sevillana. El primer encargo le llega de la Hermandad de la Trinidad, para la que realizó el Cristo de las Cinco Llagas (1980, Sevilla, sustituido por otro del mismo autor en 1981, que se posesionó hasta el año 2001), seguidamente la Virgen de los Dolores de Salteras (1980). Tras esta imagen del Crucificado para Sevilla, le llegan otros encargos para ciudades como Cádiz, Málaga y Jaén[204].

Juan Herrera Cala (Cádiz, 1959). Se forma en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Jerez de la Frontera, asistiendo como oyente la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Su aprendizaje en el mundo de la imaginería se realiza en el taller de Sebastián Santos, de quien es discípulo, y de Jesús Santos. Destaca su trabajo como escultor de obra pública de carácter conmemorativo, y en cuanto a la imaginería, destaca tanto su trabajo de escultura religiosa de carácter no procesional, como las imágenes para ser procesionadas. En este sentido, destaca la Virgen de los Siete Puñales (1991, Bailén), Dolorosa (1994, Olula del Río, Almería, Virgen de la Estrella, para la Hermandad de la Borriquita de Lebrija (1999), y las imágenes secundarias para los misterios de la Borriquita y la Oración en el Huerto de Lebrija[205].

Juan Manuel Miñarro López (Sevilla, 1954) Desde pequeño siente predilección por la escultura y la imaginería. Estudia en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y en el 1978 obtiene el título de profesor en dibujo. Él mismo considera relevante en su formación magisterio de Juan Abascal, José Escasi, Julián Ortiz, Carmen Jiménez y Antonio Gavira[206]. En principio, Juan Manuel no tenía la intención de ser imaginero, pero será Juan Ventura, a quien conoce en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, y que ya colaboraba en el taller de Francisco Buiza, quien le enseñe un camino que terminará convirtiéndose en su vocación. Miñarro entra en el taller del afamado imaginero sevillano en 1976, y aunque fue corta su estancia en él, le sirve para conocer el mundo de la talla y el trabajo del imaginero[207]. A comienzos de los ochenta trabaja como restaurador en el Museo Arqueológico de Sevilla, hasta que entra como docente en la Escuela Superior de Bellas Artes en el año 1981. Durante varios años es profesor de Dibujo geométrico y Proyecciones, y en 1986, a consecuencia de la jubilación de Carmen Jiménez, pasa a ser docente en la asignatura de Modelado, de la rama de Escultura[208].

En 1981 recibe el primer encargo para la Hermandad del Cerro del Águila[209], que había recibido de la Diputación de Sevilla, un Crucificado que necesita una pronta restauración. Dos décadas más tarde volverá a realizar otra imagen para esta hermandad, en esta ocasión un Nazareno con la cruz a cuestas[210] que forma parte de la exposición El Hombre de la Síndone. También en este año reinicia sus relaciones con Buiza, con el que colaborará hasta 1984. Los encargos en imaginería se suceden a partir de 1984, de los que muchos de ellos le vienen por la amistad con Guzmán Bejarano. Entre esas primeras obras destacan: Virgen de la Caridad (Rota, Cádiz), Crucificado del barrio de Rochelambert (Sevilla). En 1987 realizó para Málaga el Cristo de la Redención, para la Hermandad de los Dolores de San Juan. Sin duda fue una imagen soberbia e imponente de un Cristo muerto que destaca por la gran calidad artística, una imagen que se alejaba de la tendencia neobarroca popularizada en las décadas anteriores, abriendo un nuevo camino de formas plásticas realistas y mesuradas que aproximan la estética procesional a la escultura manierista. Otra de sus obras significativas para Málaga es la imagen de Jesús Nazareno, del Grupo de la Puente del Cedrón. Un año más tarde realiza para Córdoba[211] un Jesús Resucitado de pose clásica, mirada altiva y rostro sereno, aspectos que convierten la obra de Miñarro en una de las más importantes representaciones iconográficas del tema[212]. Le interesa el estudio anatómico del cuerpo humano, llegando incluso a reproducir un cuerpo desollado para estudiar con detenimiento los músculos y tendones. Esas investigaciones se trasladan a la imagen religiosa, sobre todo las que acentúan el sufrimiento de Jesús durante la Pasión[213]. (Fig. 36.A y 36.B)


Fig. 36A. Juan Manuel Miñarro. Rostro de Jesús inspirado en la Sábana Santa.


Fig. 36B. Juan Manuel Miñarro. Ecce-Homo inspirado en la Sábana Santa.

Augusto Morilla Delgado (Utrera, 1953). Pronto se traslada a Sevilla. Su padre era ebanista, por lo que desde pequeño estaba familiarizado con la madera y sus potencialidades. Con trece años ingresa en la Escuela de Artes Aplicadas y asiste al taller de Carlos Bravo Nogales, con quien trabaja durante cinco años. Más tarde, entra en el taller de Francisco Buiza y aprende la talla en piedra en el taller de Francisco Chico. A principios de los setenta ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes[214]. Alternó aprendizaje y trabajo artístico, trasladándose incluso a la ciudad parisina para completar su formación. Al volver a Sevilla abrió taller propio en torno a 1976. La obra de Morilla no solo se centra en la imagen religiosa, puesto que se considera sobre todo escultor, premisa esencial para ser un buen imaginero, criticando incluso la poca formación como escultores de muchos imagineros, lo que incide negativamente en la concepción de la propia imagen policroma. Sus obras están alejadas de la tendencia neobarroca, son imágenes muy expresivas, fruto de un estilo muy personal. Su obra se encuentra repartida por Sevilla, Málaga, Córdoba y Huelva[215].