Buch lesen: «Territorios funcionales rural-urbanos en Guatemala», Seite 8

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ANEXOS
Anexo 1

Variables que integran el IRU


Anexo 2

Código del municipio, nombre y posición del Índice Rural-Urbano (IRU)






Anexo 3

Variables socioeconómicas






CAPÍTULO 2 IDENTIFICACIÓN Y CARACTERIZACIÓN SOCIOECONÓMICA DE TERRITORIOS FUNCIONALES URBANO-RURALES EN EL SALVADOR, CENTROAMÉRICA

ÍNDICE DE MAPAS


Mapa 1.Niveles de intensidad de luces nocturnas
Mapa 2.Niveles de intensidad 4 y 5 de luces nocturnas
Mapa 3.Agrupamientos de municipios por conmutación laboral
Mapa 4.Territorios funcionales
Mapa 5.Razón PEA agropecuaria/PEA agropecuaria nacional. Convergencia en torno al promedio nacional

ÍNDICE DE FIGURAS


Figura 1.Total de habitantes de cada territorio funcional y resto del país, por área de residencia, 2007 (en miles de habitantes)
Figura 2.PEA por territorios funcionales y el resto del país, 2007 (en porcentaje de PEA total)
Figura 3.Porcentaje de empresas diferenciadas por el tamaño, total nacional, territorios funcionales y resto del país, 2011-2012
Figura 4.Nivel económico versus inclusión. PIB per cápita y pobrezas municipales en relación a sus medias nacionales por tipo de territorio. El Salvador, 2007
Figura 5. Nivel económico versus bienestar socio-económico. PIB per cápita e IDH municipales en relación con sus medias nacionales, por tipo de territorio. El Salvador, 2007
Figura 6. Nivel económico versus desigualdad. PIB per cápita y Gini municipales en relación con sus medias nacionales, por tipo de territorio. Logaritmos. El Salvador, 2007

ÍNDICE DE TABLAS


Tabla 1.Territorios funcionales y municipios que los constituyen
Tabla 2.Variables respecto a la media nacional (Z) por territorio. El Salvador, 2007

LISTA DE SIGLAS Y ACRÓNIMOS


Arena:Alianza Republicana Nacionalista
Cepal:Comisión Económica para América Latina y el Caribe
CNR:Centro Nacional de Registros
Digestyc:Dirección General de Estadísticas y Censos
DN:Digital Number
FISDL:Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local
FMLN:Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
GOE:Gobierno de El Salvador
IDH:Índice de Desarrollo Humano
MAG:Ministerio de Agricultura y Ganadería
Mined:Ministerio de Educación
Minsal:Ministerio de Salud
NOAA:National Oceanic and Atmospheric Administration
PEA:Población Económicamente Activa
PEI:Población Económicamente Inactiva
PET:Población en Edad de Trabajar
PIB per cápita:Producto Interno Bruto per cápita
PNUD:Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Seteplán:Secretaría Técnica y de Planificación
TFM:Territorio funcional metropolitano.
TFUR:Territorios funcionales urbano-rurales
URL:Universidad Rafael Landívar

INTRODUCCIÓN

El presente estudio se ha llevado a cabo a solicitud de la Universidad Rafael Landívar (URL) y del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), con fondos de este último. Los objetivos generales de esta investigación son identificar y caracterizar territorios funcionales urbanos-rurales, así como determinar los factores que posibilitan o limitan que dichos territorios generen dinámicas virtuosas de crecimiento económico e inclusión social. De cara a la generación de políticas públicas que coadyuven al desarrollo de los territorios. Con base en estos se plantearon los objetivos específicos:

1 Identificar los territorios funcionales urbano-rurales de El Salvador.

2 Analizar la importancia y las características de los territorios funcionales urbano-rurales identificados en el territorio nacional.

3 Sentar las bases para un análisis del porqué algunos territorios funcionales urbano-rurales crecen con inclusión y otros no.

4 Con base en estos se plantearon preguntas generales que guían la investigación:

5 ¿Cuál es la naturaleza de los territorios funcionales urbano-rurales de El Salvador?

6 ¿Cuál es la importancia y las características de los territorios funcionales urbano-rurales en el conjunto nacional?

7 ¿Por qué algunos territorios funcionales urbano-rurales crecen con inclusión y otros no?

8 ¿Cuáles son los factores que posibilitan o limitan dinámicas virtuosas de crecimiento económico e inclusión social en territorios funcionales urbano-rurales?

Para desarrollar lo anterior, el documento se divide en nueve partes: la primera desarrolla el marco teórico en el que se definen los territorios funcionales, la diferencia entre ciudades y territorios, los planteamientos de la teoría del desarrollo sobre las relaciones rural-urbanas y cómo se lleva a cabo el desarrollo de las ciudades pequeñas y medianas, estas últimas relacionadas con los territorios funcionales urbano-rurales. En la segunda parte se delimitan los territorios funcionales, llegando a la definición de 13 territorios urbano-rurales y de un territorio metropolitano. Esta definición se hace a partir de la metodología desarrollada por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), la cual recurre a fotografías satelitales de luces nocturnas y datos de conmutación laboral entre municipios, así como a partir de la experiencia de los investigadores en los territorios.

Como tercer apartado se incluyen algunos elementos demográficos y del mercado de trabajo y empresariales agropecuario y no agropecuario. Posteriormente se presenta la caracterización socioeconómica en la que se analizan los valores del PIB per cápita, Índice de Desarrollo Humano (IDH), pobreza de hogares, coeficiente de Gini y consumo eléctrico per cápita en relación al promedio nacional. Por último, se plantean las conclusiones del estudio, así como los alcances y limitaciones de la investigación inicial.

El presente documento representa una síntesis de los elementos más relevantes del informe completo de los resultados de la investigación publicado como Documento de Trabajo de Rimisp bajo el título: Identificación y caracterización socioeconómica de territorios funcionales urbano-rurales en el Salvador, Centroamérica.

1. Marco teórico

La presente investigación está motivada por una serie de interrogantes sobre el papel de las relaciones urbano-rurales en la configuración de dinámicas territoriales. Para ello se parte de los conceptos de territorio y territorio funcional, entendidos en esta investigación como regiones o localidades de carácter subnacional. Un repaso de los distintos usos y definiciones del término territorio indica que en este concepto se conjugan los elementos físicos del espacio geográfico y las cualidades de los grupos o sistemas sociales –comunidades o sociedades– que vinculan su vida a un espacio determinado (Giménez, 1996, Bran y Salamanca, 2005, González Fuenzalida, 2011, Berdegué y Meynard, 2012). Debe entenderse entonces el término territorio como una realidad socio-espacial, que conjuga procesos sociales (económicos, culturales, políticos, etc.) y su base material o física (Bozzano, 2000).

Esta doble dimensión (espacial y social) está en la base de la diferencia conceptual entre el espacio geográfico abstracto y el territorio en cuanto un espacio en uso y valorado por los grupos humanos (Giménez, 1996 y Ramírez Velázquez y López Levi, 2012). Un territorio sostiene esta última perspectiva, presupone la existencia de un grupo social o colectividad humana (Giménez, 1996). Algunos autores se suman a esta perspectiva haciendo énfasis en la idea de que un territorio no es un dato preexistente a la acción humana, por el contrario, los territorios deben entenderse como productos o «construcciones sociales» (Bran y Salamanca, 2005). Por ello se entiende que los territorios funcionales «emergen y adquieren identidad a partir de la actividad de los actores sociales a lo largo del tiempo» (Berdegué y Meynard, 2012, p. 5).

La presente investigación está orientada a identificar territorios funcionales, entendiendo por tales aquellos territorios donde se presenta «una alta frecuencia de interacciones entre sus habitantes, sus organizaciones y sus empresas» (Berdegué y Meynard, 2012, p. 5). Como resultado de estas interacciones, los territorios funcionales resultan ser «espacios relativamente autocontenidos donde las personas viven y trabajan» (Berdegué y Meynard, 2012, p. 5).

Se plantea así un contraste con la reducción del territorio a las circunscripciones político-administrativas, u otros «territorios normativos», es decir, definidos legalmente o por ejercicios oficiales de zonificación o regionalización. No todos los territorios normativos resultan ser territorios funcionales, en el sentido ya indicado. Es más, las dinámicas que interesa estudiar con frecuencia sobrepasan o «rebalsan» los límites de las unidades administrativas municipales o departamentales. Los territorios funcionales son «construcciones sociales» en todo el sentido de esta expresión: se trata de los espacios donde las personas viven sus relaciones sociales, desarrollan sus actividades económicas y realizan sus desplazamientos cotidianos (Berdegué y Meynard, 2012).

El interés del presente artículo en los territorios funcionales se orienta específicamente a los territorios funcionales de carácter urbano-rural, caracterizados por una alta frecuencia de interacciones entre una ciudad pequeña o mediana y su entorno rural. (25) La tradicional clasificación de los hogares según su zona de residencia (rural o urbana) esconde la realidad de que muchos hogares viven en «ambos mundos», especialmente en los territorios funcionales urbano-rurales, donde la movilidad entre uno y otro medio se ve favorecida por la existencia de vías y medios de transporte a un costo accesible. Los territorios urbano-rurales resultan de interés en el marco de los estudios sobre desarrollo territorial, pues existe un cúmulo de literatura sobre relaciones entre zonas rurales y urbanas que sugiere que la presencia de ciudades medianas o incluso pequeñas en el territorio pueden ser factores importantes en la reducción de brechas territoriales que afectan principalmente a la población rural (Tacoli, 1998 y 2003, Berdegué y Meynard, 2012, Satterthwaite y Tacoli, 2003, Berdegué, Carriazo, Jara, Modrego y Soloaga, 2015).

Interesa destacar tres ideas clave en la literatura referida, y que parecen justificar la importancia de estudiar el rol de las ciudades en el desarrollo territorial. Estos planteamientos proponen que las ciudades tienen la siguiente funcionalidad para la población rural circunvecina:

1 Las ciudades pequeñas o medianas suponen más acceso a servicios para los hogares y productores familiares,

2 Las ciudades pequeñas o medianas favorecen la diversificación productiva en el territorio y, por lo tanto, la incorporación de la población rural en las actividades no agrícolas que se desarrollan en las ciudades y

3 Finalmente, un planteamiento central para el argumento de la funcionalidad rural-urbana es que las ciudades pequeñas y medianas constituyen un mercado para los productos agrícolas de los productores próximos o, al menos, ellas sirven como enlace hacia mercados nacionales y de exportación.

Una de las ventajas de vivir en un territorio urbano-rural, en lugar de un territorio propiamente rural, sería la de contar con mayores probabilidades de acceder a la educación, los servicios de salud, electricidad, agua y alcantarillado, conectividad digital, alternativas de recreación, etc. (Berdegué y Meynard, 2012). Para los productores agropecuarios, la cercanía con una ciudad puede significar también acceso a servicios como extensión agrícola, salud veterinaria, servicios bancarios y profesionales (Satterthwaite y Tacoli, 2003).

La segunda función indicada anteriormente plantea que el desarrollo de ciudades pequeñas o medianas favorece la diversificación productiva en el territorio, como resultado del crecimiento y consolidación de empleos y actividades no agrícolas en la misma ciudad. Esto puede ocurrir por un desarrollo endógeno de pequeñas y medianas empresas locales, en la medida que la población urbana ofrece el mercado más accesible para sus bienes y servicios (Berdegué y Meynard, 2012). La llegada, desde fuera del territorio, de empresas privadas o entidades del Estado también puede inducir la diversificación de empleos (Satterthwaite y Tacoli, 2003), sin embargo, no siempre se trata de empleos que se mantienen en el largo plazo.

Por otra parte, se argumenta que la población rural cercana a las ciudades pequeñas y medianas puede beneficiarse de la diversificación productiva accediendo a empleos en actividades no agrícolas, lo que tiene como resultado una mejora en sus ingresos (Berdegué y Meynard, 2012, y Satterthwaite y Tacoli, 2003).

Se puede observar que los primeros dos planteamientos argumentan que el desarrollo de las dinámicas socioeconómicas de ciudades pequeñas y medianas lleva a una mejora de las condiciones de vida del territorio en general, no solamente de la población urbana. Sin embargo, la capacidad de compra de los productores rurales también resulta importante para el desarrollo de una oferta de bienes y servicios en la ciudad (Satterthwaite y Tacoli, 2003). En este sentido se puede visualizar una relación de sinergias positivas entre las dinámicas urbanas y rurales de territorios funcionales.

El tercer planteamiento vincula el desarrollo de la agricultura con la funcionalidad de las ciudades cercanas como mercados locales. De acuerdo con Satterthwaite y Tacoli (2003), la teoría clásica del desarrollo rural y regional está construida alrededor de un modelo que establece un círculo virtuoso del desarrollo urbano-rural. Esta relación se resume en un modelo de causalidad circular donde las dinámicas urbanas y su espacio rural cercano favorecen tanto la economía agrícola como las actividades no agrícolas más típicamente urbanas. A grandes rasgos, este modelo se puede resumir en tres etapas:

1 Los hogares rurales se vinculan a mercados urbanos, obteniendo mayores ingresos de la venta de sus bienes agropecuarios y de esa manera aumentan su demanda de bienes y servicios no agrícolas;

2 La demanda de los hogares rurales dinamiza la economía de los pequeños o medianos centros urbanos cercanos a las áreas de producción agrícola, mediante la diversificación de la matriz productiva (desarrollo de actividades no agrícolas y generación de nuevos tipos de empleo) y

3 La diversificación productiva permite la ocupación del trabajo rural excedente en empleos no agrícolas, que aumenta así la demanda de productos agrícolas y, al hacerlo, incrementa la productividad agrícola y los ingresos rurales.

El interés por los territorios funcionales, particularmente los territorios funcionales urbano-rurales, sigue basándose en la búsqueda de ese círculo virtuoso. Suponiendo que la presencia de un mercado de consumidores en el territorio es en sí misma un factor positivo, la forma que toman las relaciones urbanas-rurales, y la posibilidad que los agricultores se beneficien de esta relación, dependen de tres aspectos (Tacoli, 2003): (a) la infraestructura y medios de transporte; (b) las relaciones de poder entre productores, comerciantes y consumidores y (c) la difusión de información acerca del comportamiento de los mercados.

Aparte de estos factores, hay otras situaciones que relativizan los beneficios que ofrece la ciudad a la población rural cercana, y para los productores agropecuarios en particular. Por ejemplo, la rápida expansión urbana tiene un impacto en los precios de la tierra, que afectan las posibilidades de acceder a la misma (Tacoli, 2003). También debe considerarse la estructura de propiedad de la tierra (Satterthwaite y Tacoli, 2003). (26) Por otra parte, la abundancia de divisas, como en el caso salvadoreño, favorece la importación de alimentos a bajo costo, lo que desestimula la producción local.

Adicionalmente, no todas las formas de agricultura son favorables a la integración territorial. En zonas dominadas por la producción orientada a la exportación o la agroindustria, las ciudades pequeñas y medianas no adquieren mayor importancia como mercados locales (Satterthwaite y Tacoli, 2003). Por una parte, los bajos salarios de los trabajadores en el territorio generan poca demanda de bienes y servicios, y por otra parte la producción local de alimentos se ve desplazada por productos que no están destinados a su consumo en el territorio.

También hay que considerar que algunas ciudades intermedias y pequeñas pueden no llegar a desarrollar una economía diversificada debido a su cercanía a una ciudad grande con mayor oferta de bienes y servicios (Satterthwaite y Tacoli, 2003). Posiblemente viajar a la ciudad más grande no impone mayores costos para la población circunvecina o, incluso, puede suceder que resulte ventajoso trasladarse desde el medio rural hasta las grandes ciudades, sin pasar por las ciudades de tamaño pequeño o intermedio.

Esta investigación no pretende abarcar todas estas aristas de la funcionalidad urbana-rural. Como se explica en el apartado metodológico, el alcance del estudio está orientado a identificar territorios funcionales con base en criterios de conmutación laboral y procesos de conurbación para, en segundo lugar, verificar si en ellos se presentan dinámicas de crecimiento económico y de inclusión social (menos pobreza y desigualdad).

2. Metodología
2.1 El objeto de estudio

En razón del objetivo principal del estudio, una definición de entrada para la investigación fue centrarse en territorios donde se constata la presencia de una ciudad de tamaño intermedio dentro del sistema de ciudades del país. Si bien el área metropolitana alrededor de la ciudad capital, constituye un territorio funcional bajo los criterios de conurbación y mercado laboral, no ha sido considerada como objeto de esta investigación, aunque sí un elemento de comparación en distintos análisis.

Conforme a estas definiciones de partida, el estudio consideró solamente territorios conformados por municipios vinculados entre sí por su dinámica laboral y por procesos de conurbación alrededor de ciudades de escala intermedia, con un mínimo de densidad de su tejido urbano y/o intensidad de sus actividades económicas. Dados estos criterios, la metodología empleada debía considerar dos preguntas esenciales: ¿cuáles de las ciudades intermedias existentes en El Salvador deberían ser incluidas en los territorios funcionales a estudiar y cuáles no? Y, en segundo lugar, ¿qué municipios cercanos a dichas ciudades intermedias serían incluidas y cuáles no en los territorios funcionales? Para lograr la delimitación de los territorios funcionales, se siguió la siguiente secuencia, con base en las orientaciones metodológicas del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp):

 Definición de agrupamientos de municipios, con base en fotografías satelitales de luces nocturnas. La intensidad de las luces nocturnas es indicio de un tejido urbano con alta densidad de población y/o indicio de actividad económica intensa (zonas francas, puertos y aeropuertos, etc.);

 Definición de agrupamientos de municipios a partir de datos de conmutación laboral (metodología de Tolbert y Sizer y enseñada por Rimisp). La conmutación laboral refiere al flujo de trabajadores que viven en un municipio y se trasladan a trabajar a otro, lo cual es un indicio de una fuerte interacción económica y social entre municipios y

 Delimitación final de los territorios funcionales, al eliminar o sumar municipios a los agrupamientos definidos con las dos metodologías anteriores y en algunos casos, se integran agrupamientos relacionados entre sí.

La aplicación de estos tres pasos no constituye un algoritmo, de modo que la delimitación final de los territorios funcionales depende mucho de algunas decisiones hechas por el equipo investigación: por una parte es necesario fijar umbrales de intensidad de luz nocturna para delimitar conurbaciones; también es necesario fijar umbrales relativos a la intensidad o fuerza de la conmutación laboral (suficiente para definir espacios económicos) y en tercer lugar se hace necesario definir criterios para eliminar, sumar o integrar municipios a partir de los agrupamientos municipales surgidos de los dos primeros pasos. Los dos primeros pasos se realizan paralelamente, ya que el orden no determina el resultado final.