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5.3 Las desigualdades en la distribución territorial de empresas

El análisis de la distribución de las zonas de medios de vida puede complementarse con el de la distribución espacial de las empresas y de las agencias bancarias en el país, con el fin de hacer una aproximación a la dinámica económica territorial. (9) Esto porque existe poca información confiable y desagregada por municipio que posibilite analizar la dinámica económica a nivel territorial, pero aquella sobre agencias del sistema bancario y empresas es de las excepciones.

I. La distribución de las empresas

De acuerdo con los datos del Directorio Nacional de Empresas y sus Locales (Dinel) 2013, ese año existían en el país un total de 79 516 empresas formales; (10) de las cuales el 90.1 % eran lucrativas y el restante 9.9 % sin fines de lucro. Los datos indican la existencia de una fuerte concentración territorial de las empresas, tanto si los resultados se analizan para el total de empresas como para las empresas lucrativa. Para el primer caso, en el territorio urbano-metropolitano se concentraba el 56.4 % del total de empresas; el 19.4 % se distribuía entre los veintidós territorios funcionales rural-urbanos; un 15.6 % se ubicaba en los ocho territorios funcionales urbano-rurales y en los 163 municipios del resto del país se localizaba el otro 8.6 %. Es decir, se constata que a mayor urbanidad la presencia de empresas es mayor. El mismo patrón aplica para las empresas lucrativas. En cambio, las entidades no lucrativas tienen una menor concentración pues de estas el 32 % se ubicaban en el territorio urbano-metropolitano; un 25 % se localizaban en los territorios funcionales rural-urbanos; 17 % en los territorios funcionales urbano-rurales y un 26 % en los municipios del resto del país.

En lo que se refiere a cantidad de personas ocupadas en las empresas, según los datos del Dinel 2013, ese año las empresas censadas tenían un total de 1 434 475 personas ocupadas; bien fuese como dueños, socios o trabajadores remunerados o sin remuneración. En el caso del personal ocupado la concentración es aún mayor que la relativa a las empresas. Así, en el territorio urbano-metropolitano estaba el 71 % del personal; en los territorios funcionales, en conjunto, laboraba el 23 % del personal y en los municipios del resto del país un poco más del 7 %. Lo anterior se debe a que en el territorio urbano-metropolitano las empresas tienden a ser de mayor tamaño dadas las mayores facilidades que les brinda la concentración de población y el acceso a diversos servicios, incluidos aquellos que facilitan su vinculación a mercados externos.

Tabla 7

Porcentaje de trabajadores según tamaño de la empresa y tipología rural-urbana


Al desglosar los datos de los trabajadores ocupados según tamaño de las empresas, se puede observar que solamente el 12.7 % de estos laboran en las microempresas y el 19.8 % en las pequeñas. Por el contrario, las grandes empresas, es decir, aquellas que tienen cien o más trabajadores retienen el 58.6 % de trabajadores. Este resultado obedece a que, como ya se indicó, la encuesta Dinel no recopila información sobre la denominada economía informal donde opera el grueso de microempresas y en el que, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (Enei) 2018, labora el 69.5 % de la población ocupada total.

Al comparar cómo se distribuye el total de trabajadores según tamaños de las empresas por categorías de territorios se puede observar que en todos predomina la gran empresa como principal empleadora, aunque su peso varía de unos a otros. También es posible advertir que en los territorios funcionales rural-urbanos y urbano-rurales las micro y pequeñas empresas tienen una mayor relevancia como empleadoras.

Al considerar al total de las 1 434 475 personas con empleo formal igual al 100 % se repite el dato de la alta concentración que tiene el área metropolitana y, dentro de la estructura del mercado, las grandes empresas. El 45 % del total de la población ocupada labora en grandes empresas ubicadas en el área metropolitana, otro 23 % en grandes empresas instaladas en los territorios funcionales; y el 7 % en grandes empresas localizadas el área rural.

De igual manera, la figura 5 permite apreciar que, independientemente de la rama de actividad a que se dediquen las empresas, tienen una mayor concentración en el territorio urbano-metropolitano. Incluso en el caso de la agricultura, más del 50 % del total de empresas que realizan esta actividad están ubicadas en ese territorio. Eso se explica porque en la recolección de datos se solicita la información sobre la dirección física de la casa matriz y no tanto sobre dónde se realiza la mayor parte de su producción y, por lo tanto, la fuente de sus ganancias.

Figura 5. Guatemala: Distribución territorial de empresas (en %)


Figura 5. Los porcentajes de la primera barra para Metropolitana = 64 %, TFRU = 12 %, TFUR = 20 % y Rural = 4 % suman el 100 % del agregado de empresas en la industria, electricidad, gas y agua. De igual manera para las siguientes actividades económicas. La proporción de las empresas tiende a disminuir conforme aumenta la ruralidad.

Metropolitana = área metropolitana, TFRU = territorios funcionales rural-urbanos, TFUR = territorios funcionales urbano-rurales y Rural = área rural. Fuente: elaboración propia a partir de Banco de Guatemala (2018). Actualización del Directorio Nacional de Empresas y sus Locales 2013 (Dinel 2013) [base de datos en archivo electrónico], Guatemala.

En los territorios funcionales rural-urbanos se ubica un poco más de la quinta parte del total de empresas que se dedican a la agricultura y al comercio; en esos territorios el menor peso lo tienen aquellas empresas cuya actividad es la industria, electricidad, gas y agua con 12 % del total nacional. Distinto es el comportamiento en el caso de los territorios urbano-rurales, donde se localiza cerca de la quinta parte del total de empresas industriales y comerciales; mientras que allí el menor peso lo tienen las empresas agrícolas.

Al ordenar la información acerca de la presencia de empresas por rama de actividad en cada territorio según nivel de urbanidad no parece existir una relación clara entre estas dos variables. Esto porque, aunque cambia la posición de cada territorio, se mantiene la tendencia a que los territorios funcionales rural-urbanos y urbano-rurales se distribuyan en todos los rangos definidos por encima y por debajo del promedio. Por lo tanto, en este tema los resultados no son concluyentes. Es preciso recordar que, como se dijo, la información se refiere a donde se localiza la casa matriz y no a donde se realiza la mayor parte de actividades productivas. Esa es una limitante de la información que en este trabajo es imposible superar.

II. Agencias bancarias

Para complementar el análisis de la dinámica económica-social a nivel territorial se recurrió a la información sobre la presencia de agencias del sistema bancario. A lo largo de la exposición las principales variables analizadas muestran la macrocefalia que constituye el área metropolitana. Este hecho se presenta con mayor contundencia al observar la presencia del sector bancario. En efecto, al ordenar los municipios con mayor número de agencias bancarias hasta los de menor presencia se observa la condensación del sistema financiero en pocos municipios. Para el año 2005 los municipios de Guatemala, Mixco y Quetzaltenango concentraron el 31 % del total de las agencias; para 2018 estos mismos municipios aumentaron su participación a 33 %. En la figura 6 también se observa que, en el 2005, catorce municipios tenían la mitad de todas las agencias; para el 2018 fueron diecisiete municipios.

Figura 6. Número de agencias bancarias por municipios


Figura 6. En el eje horizontal se ordenaron los 331 municipios, se inició con el de Guatemala que en los dos años tuvo el mayor número de agencias hasta los que carecían de agencias bancarias. La forma de las dos gráficas es el reflejo de la alta concentración de los servicios financieros en pocos municipios del país. Fuente: año 2005 con datos de Close (2005); año 2018 con datos de Rosales (2018).

Esta misma estructura se repite al obtener el promedio de agencia bancarias de los municipios en el área urbana, en la rural y en los territorios funcionales, donde se constata una enorme concentración de agencias en el área metropolitana con 215 y 662 para los años 2005 y 2018 respectivamente. Eso significa un incremento de 54 a 166 agencias por municipio (tabla 8), es decir, tres veces más que en el 2005. También en el área rural hay un crecimiento de 2.7 veces, sin embargo, tanto el área rural como los territorios funcionales están muy distantes de la densidad de agencias que presentan los cuatro municipios que integran el área metropolitana (figura 6).

Tabla 8

Agencias bancarias por municipio según tipología rural-urbana


Lo anterior permite afirmar que en el país existía, en 2005, una enorme disparidad territorial. Así, aunque la mayor asimetría se daba entre el territorio metropolitano respecto de los demás; también se podían observar diferencias intra e interterritoriales. Las diferencias se daban entre los territorios funcionales, donde trece de estos tenían menos de una agencia por municipio y otros tres tenían más de dos.

Lo anterior tuvo como correlato la existencia de 157 municipios que, en 2005, carecían de agencias bancarias. Cerca del 22 % de estos se localizaban en los territorios funcionales rural-urbanos, un 28 % en los territorios funcionales urbano-rurales; alrededor del 50 % en el resto del país. En diecisiete de los veintidós territorios rural-urbanos había municipios que carecían de agencias. En el caso de los territorios urbano-rurales en siete de los ocho territorios había municipios que carecían de agencia bancaria.

Para 2018 los siete principales bancos del sistema tenían distribuidas en el país más de dos mil agencias bancarias, es decir, casi el doble del total que había trece años atrás. En el área metropolitana se ubicaban 32 % de estas, los veintidós territorios funcionales rural-urbanos tenían el 27 %, en los ocho territorios funcionales urbano-rurales se localizaba el 20 % y en los municipios del resto del país se distribuía el otro 21%.

Figura 7. Promedio de agencias por municipio y tipología rural-urbana


Figura 7. Las barras son una representación de los datos de la tabla 8 de las columnas encabezadas con el título de agencias por municipio. La barra más alta del año 2005 con 54 agencias promedio para los cuatro municipios del área metropolitana y 166 para el año 2018. Fuente: elaboración con datos de la tabla 8.

Los resultados anteriores son producto de un avance notorio en la bancarización de los diversos territorios que tuvo como efecto la menor segregación espacial de estos. Ello se comprueba al ver que en el total de territorios en los cuales existía, en 2005, al menos un municipio sin agencia bancaria disminuyó de veinticinco a diez. Otra forma de verlo es que el total de municipios sin agencia bancaria pasaron de 157 a 27. Aunque estos datos reflejan una mayor desconcentración del sistema bancario, que puede atribuirse a una mayor dinámica económica tanto en los territorios funcionales como en el resto del país, no en todos los casos se trata de agencias formales, sino que algunos de estos son «agentes autorizados» (11) que tienen el aval para prestar algunos, pero no todos, los servicios que ofrece una agencia bancaria formal.

Tabla 9

Número de agencias bancarias cada 100 mil adultos


Esta mayor bancarización tiene que ver con el dinamismo económico del sector financiero y bancario, así como también con una mayor participación dentro de la economía. Con datos del Banco de Guatemala, para el año 2005 este sector representó el 3.9 % del PIB y para el año 2018 alcanzó una proporción del 6.3 %. Por otro lado, según datos del Banco Mundial, Guatemala tiene una cobertura de 26.2 agencias bancarias por cada cien mil personas adultas. Esta relación es superior a la que tienen los países de ingreso alto donde es de 20.3 por cada 100 mil adultos, y muy por encima del grupo de países de ingreso medio alto (16.5), al cual pertenece Guatemala.

Con los datos disponibles para los siete bancos más importantes del país, para el año 2005 la relación era de 14 agencias por cien mil habitantes, con un acelerado crecimiento del 267 % para el año 2018, cuando la relación fue de 23. Al enfocar los datos territorialmente se advierte que, aunque el área metropolitana tiene el número más alto de agencias (49) hay un desplazamiento de los territorios urbano-rurales. En efecto, en estos hubo un crecimiento de 328 %, mientras que en el área metropolitana fue de 308 %. Ambos valores están por encima del promedio nacional (267 %).

Un punto sobre el cual profundizar, en el futuro, es explorar la razón del enorme crecimiento del sector financiero bancario y de las agencias. Una hipótesis es que su expansión no corresponde al crecimiento de la economía real ni al desarrollo social del país. Puede haber un componente importante de una economía especulativa, particularmente por los bajos niveles de la demanda que hace el sector público, la baja inversión pública y privada, limitada y deficiente infraestructura básica; particularmente en el área rural.

Probablemente esta característica de una economía especulativa sea el trasfondo de los datos publicados por el banco mundial, al considerar que para la medición se ha utilizado el mismo criterio para todos los países. (12)

También el análisis territorial de la tabla 9 es coherente con los datos del Banco Mundial, pero además es notorio que en el área metropolitana la variación porcentual de las agencias es 2.4 veces mayor que el de la población, y en los territorios rural-urbanos se aproxima a 1.2 veces.

De lo anterior se puede afirmar que, aunque en el país se ha dado una ligera modificación en cuanto al grado de concentración de las agencias del sistema bancario (o lo que es lo mismo, una mayor cobertura territorial), todavía persisten las desigualdades entre territorios.

6. El mercado laboral

El desarrollo de una economía o más precisamente su nivel de complejidad se asocia a la división social del trabajo y, por lo tanto, al grado de desarrollo del mercado de trabajo. Esto posibilita un uso más eficiente de los recursos y el incremento de la productividad de los factores; con ello se generan excedentes cuya distribución no necesariamente se da de forma equitativa entre todos los actores participantes en el proceso productivo. En sociedades más desarrolladas la mayor parte de la fuerza de trabajo se emplea a cambio de un pago en forma de salario; pero en sociedades menos desarrolladas, como es el caso de Guatemala, solo una parte de la población está inserta en el mercado laboral de forma asalariada, aunque de hecho el porcentaje de personas que conforma la Población Económicamente Activa (PEA) sea mucho mayor. Es decir, se trata de una economía en la que los hogares combinan una diversidad de estrategias para agenciarse de los recursos que les permitan encarar sus necesidades. Entre tales estrategias se encuentran: la producción agrícola para autoconsumo, el trabajo por cuenta propia no agrícola, los emprendimientos, el trabajo asalariado de algún integrante (que puede ser estacional o permanente), las trasferencias provenientes de diversas fuentes (gubernamentales, no gubernamentales, familiares, entre estas últimas se ubican las remesas). Para entender esta complejidad se analiza la composición y distribución de la población económicamente activa ocupada, que adelante se denominará Población Ocupada (PO). (13)

De acuerdo con los datos del XI censo de población realizado en el 2002, ese año había en el país un aproximado de nueve millones de Personas en Edad de Trabajar (PET); de estas cerca de 3.5 millones conformaban la Población Ocupada (PO), lo que representa una tasa de participación del 39 %.

Como se puede ver en la tabla 10, del total de personas que conformaban la Población Ocupada una de cada cinco se ubicaba en el territorio metropolitano (cuatro municipios), una proporción menor se localizaba en el conjunto de territorios funcionales urbano-rurales (14) (75 municipios), en los territorios funcionales rural-urbanos (89 municipios) estaban tres de cada diez personas que conformaban la PO total (15) y en los 163 municipios del área rural había una proporción similar a la existente en los territorios rural-urbanos.

Para el año 2002, las distribuciones de la Población Total, de la Población en Edad de Trabajar y de la Población Ocupada entre los tipos de territorios seguían un patrón similar. Así, en el área metropolitana vivía el 16 % de la población total, el 17 % de la PET y el 21 % de los ocupados. En los territorios funcionales los datos eran de 52 %, 48.1 % y 48.6 %, respectivamente. Para el área rural los valores eran de 31 %, 34.8 % y 30 %, en el mismo orden (ver tabla 2 y tabla 10). Si los datos se analizan considerando la cantidad de municipios que tiene cada territorio se observa que existe una fuerte concentración en el metropolitano.

Estos resultados son congruentes con los que se muestran para el análisis de agencias bancarias y de empresas, que indican una alta concentración en el área metropolitana (que incluye a la ciudad capital), la cual se explica porque esta es la que presenta una dinámica económica mayor y más compleja, lo cual facilita el involucramiento de su población en actividades económicas. Cabe aclarar que el cálculo de la PEA oculta todo el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que se realizan al interior de los hogares, principalmente por las mujeres, y que contribuyen al bienestar de sus integrantes.

Tabla 10

Guatemala: Distribución de la PET, PO y desempleo por tipo de territorios


La distribución espacial de la PO por territorio sigue la misma tendencia de la distribución según el grado de ruralidad. Esto se verifica al comparar el mapa 9 que refleja el porcentaje de población ocupada (16) por territorio con el mapa 3 que visualiza los territorios funcionales, así como el área rural y urbana. En seis de los territorios funcionales urbano-rurales y en uno rural-urbano la PO representa entre el 32 y el 35 %. En once territorios rural-urbanos y en uno rural la PO oscila en un valor igual o mayor al 29 % y menor al 32 %. En el área rural, donde se presenta la menor proporción de población ocupada, esta es inferior al 29 %.

En la gráfica de barras adyacente al mapa 9 se puede observar esta tendencia: a mayor ruralidad menor es la población ocupada. En efecto, en el territorio metropolitano el porcentaje de la población ocupada es de 40 %, en los territorios urbano-rules, de 32 %, en los rural-urbanos de 29 %, y en el área rural, de 26 %. Uno de los factores que explican esta tendencia es el hecho de que en las áreas más rurales los hogares suelen tener un número mayor de hijos o hijas, lo que amplía el tamaño de la PET. Al mismo tiempo, eso incrementa la relación de dependencia. (17) Esa relación para el XI censo de Población de 2002 fue de 2.8 % para área metropolitana, 3.5 % para los territorios funcionales rural-urbanos y 3.9 % para la rural.

Mapa 9. Guatemala: Tasa de participación en la PO 2002 según territorios funcionales


Mapa 9. El mapa dibuja los 30 territorios funcionales rural-urbanos según porcentaje de población ocupada. El numeral 31 es el área metropolitana. En color claro el área rural. A la derecha del mapa se observa el porcentaje de población ocupada que es descendente según aumenta la ruralidad. Fuente: elaboración con datos del Instituto Nacional de Estadística. (2003b), Censos Nacionales: XI de Población y VI de Habitación 2002 [base datos en CD-ROM], Guatemala y con datos del anexo 3. Territorios: con datos del anexo 2 sobre la base del shape de municipios del Instituto Nacional de Estadística (2005), Información Geográfica, Sistema Geoestadístico Nacional [CD-ROM], Guatemala.

La figura 8 muestra la distribución de la población ocupada según tipología de territorios funcionales y categoría ocupacional. (18) En ella se puede apreciar la disparidad de la participación que en cada uno de los territorios tienen las distintas categorías de trabajadores. La mayor proporción de quienes laboraban por cuenta propia (19) se ubicaba en el área rural (34 %); por el contrario, en el área metropolitana solo se localizaba el 16 %. En el caso de los 417 mil miembros de familia no remunerados, la distribución es aún más desfavorable para el área rural, donde se concentraba el 52 % versus el 4 % del área metropolitana. Eso se explica por la mayor importancia en estas áreas de la agricultura en pequeña escala para el autoconsumo (cuya labor es realizada usualmente por los integrantes del hogar), así como por la menor presencia de empresas que demanden trabajo asalariado, como se muestra en el apartado respectivo.

El contraste rural-urbano es menor en el caso de los empleados o empleadas, con una diferencia de nueve puntos porcentuales entre ambas áreas. Según los datos del XI censo de Población 2002, en el país había ese año cerca de 1.7 millones de empleados o empleadas, de ese total el territorio metropolitano tenía más del 30 % y el área rural el 21 %.

En una situación intermedia están los territorios funcionales rural-urbanos y urbano-rurales, en las tres categorías ocupacionales representadas en la figura 8. Esta posición intermedia es una bisagra que refleja la tendencia que a mayor ruralidad mayor precariedad en las condiciones de trabajo. El trabajo por cuenta propia y las o los trabajadores no remunerados son parte del llamado empleo informal, que carece de las condiciones mínimas del trabajo digno y no cuenta con las prestaciones laborales vigentes en la propia Constitución de la República y el Código de Trabajo. Mayor contraste se aprecia al utilizar la división dicotómica área urbana tipificada y área rural tipificada, descritas en el recuadro 1. En efecto, en la figura 8 al agregar los datos del área rural con los de los territorios rural-urbanos se tiene que de cada diez personas ocupadas que no reciben remuneración ocho viven en el área rural tipificada.

Figura 8. Guatemala: Población Ocupada según categoría y tipología rural-urbana (en %)


Figura 8. Cada categoría de ocupación (cuenta propia, empleados(a), familiar no remunerado) representa el 100 % de población ocupada que se distribuye en el área metropolitana, rural y los territorios funcionales urbano-rurales y rural-urbanos. Por ejemplo, del total de quienes trabajan por cuenta propia el área metropolitana tiene el 16 % y el área rural concentra el 34 %. Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística. (2003b), Censos Nacionales: XI de Población y VI de Habitación 2002 [base datos en CD-ROM], Guatemala. Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística. (2003b), Censos Nacionales: XI de Población y VI de Habitación 2002 [base datos en CD-ROM], Guatemala.

La Población Ocupada según rama de actividad y tipo de territorio parece distribuirse de acuerdo con una especialización productiva. Así, en los territorios funcionales rural-urbanos y en los municipios rurales del resto del país se concentra el 87 % del total de quienes se dedican al sector agropecuario y de minería; en cambio, en el área metropolitana y en los territorios funcionales urbano-rurales dos tercios de la población ocupada laboran en el sector de la industria (figura 9).

Como se expresó en el apartado 1.2 sobre la expansión y distribución espacial de lo rural y urbano, la figura 9 muestra el patrón de asignación de la fuerza de trabajo. En el sector agropecuario la participación de la PO es de apenas el 2 % en el territorio metropolitano. Este porcentaje va ascendiendo conforme aumenta la ruralidad hasta llegar al 50 %. Lo contrario sucede con el sector industrial y los servicios cuya tendencia es a declinar cuando aumenta la ruralidad.

Figura 9. Guatemala: Población Ocupada según sector económico y tipología rural-urbana (en %)


Figura 9. Cada sector de la economía del país (sector agropecuario, industria y servicios) representa el total de la población ocupada, la cual se distribuye porcentualmente según el área rural, urbana o territorios funcionales urbano-rurales y rural-urbanos. Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística (2003b), Censos Nacionales: XI de Población y VI de Habitación 2002 [base datos en CD-ROM], Guatemala.

Los datos parecen indicar que en 2002 existía una relación directa, aunque imperfecta, entre el porcentaje de la población ocupada en la agricultura en cada territorio y el nivel de pobreza registrado en este. En la figura 10 se presenta la distribución de estos resultados. En el primer cuadrante (extremo superior derecho) se ubican diecisiete territorios donde los ocupados en la agricultura representan entre el 45 % y el 81 % de la PO total y donde, al mismo tiempo, la pobreza afecta a entre el 45 % y el 80 % de la población total. En el segundo cuadrante (extremo superior izquierdo) se ubican ocho territorios que presentan entre el 19 % y el 44 % de su población ocupada en la agricultura y niveles de pobreza en un rango similar al de los territorios del primer cuadrante. En el tercer cuadrante hay seis territorios en los que la población ocupada agrícola representa entre el 3 % y el 44 % del total de los ocupados, y niveles de pobreza del orden de entre 9 % y 41 %; sobresale en este conjunto el territorio de urbano-metropolitano, donde la pobreza era de solo el 9%. Finalmente, en el cuarto cuadrante solo se ubica el territorio funcional rural-urbano 19, que si bien presenta un alto porcentaje de población ocupada en la agricultura (58 %) su nivel de pobreza está más próximo al que existe en los territorios del tercer cuadrante.

Figura 10. Guatemala: PO agrícola y pobreza según territorios funcionales 2002


Figura 10. Los puntos del diagrama de dispersión representan el área metropolitana, área rural y los territorios funcionales rural-urbanos y urbano-rurales. La línea que recorre desde el lado inferior izquierdo hacia el lado superior derecho es la tendencia entre el porcentaje de población ocupada en el sector agrícola y el porcentaje de pobreza. Fuente: elaboración con datos del Instituto Nacional de Estadística (2003b), Censos Nacionales: XI de Población y VI de Habitación 2002 [base datos en CD-ROM], Guatemala e Instituto Nacional de Estadística de Guatemala (2008), Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2006) [base de datos en CD-ROM], Guatemala: INE.