Jerónimo Muñoz

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Jerónimo Muñoz
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JERÓNIMO MUÑOZ

Matemáticas, cosmología y humanismo

en la época del Renacimiento

JERÓNIMO MUÑOZ

Matemáticas, cosmología y humanismo en la época del Renacimiento

Víctor Navarro Brotons

Universitat de València

Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, de ninguna forma ni por ningún medio, sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso de la editorial.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

© Del texto: Víctor Navarro Brotons, 2019

© De la presente edición: Publicacions de la Universitat de València, 2019

Publicacions de la Universitat de València

http://puv.uv.es

publicacions@uv.es

Coordinación editorial: Juan Pérez Moreno

Maquetación: María Aránzazu Pérez

Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

ISBN: 978-84-9134-460-5

A mis nietasClaudia y Valentina

Índice

Presentación

Prefacio

Agradecimientos

1. Datos biográficos y escritos de Jerónimo Muñoz

1.1. Los escritos de Jerónimo Muñoz

2. Las enseñanzas de Muñoz en las universidades de Valencia y Salamanca

2.1. Las matemáticas: aritmética, geometría, trigonometría y óptica geométrica o perspectiva

2.2. Astronomía y geografía o fundamentos de la esfera

2.3. Muñoz y la geografía descriptiva: la descripción de España

2.4. Los instrumentos astronómicos y las «teóricas de los planetas»

2.5. La astrología: los «Comentarios a Alcabitius»

3. Astronomía, cosmología y humanismo

3.1. Sobre si hay o no esferas celestes

3.2. La versión latina comentada del Comentario al Almagesto de Teón de Alejandría

3.3. Novedades celestes: la «nova» de 1572

3.4. Los comentarios a Plinio

4. Cosmología, astronomía y humanismo: la obra de Muñoz en el contexto de la crisis renacentista

5. Perfil de un astrónomo en la España del siglo XVI

6. La influencia de Jerónimo Muñoz

Apéndices

Bibliografía

Escritos de Jerónimo Muñoz

Fuentes impresas

Referencias bibliográficas

Índice de autores

Presentación

La historia de la ciencia en la España del siglo XVI, en particular la de las disciplinas matemáticas y entre ellas la astronomía, tiene probablemente en el valenciano Jerónimo Muñoz su representante más eminente. Tal afirmación está justificada a pesar de que la mayor parte de su producción quedó inédita y se ha conservado en forma de compilación de manuscritos conservados en diferentes bibliotecas europeas, de Nápoles a Copenhague, de Madrid a Múnich. Solo pocos de sus trabajos vieron la luz, el más importante de los cuales –el Libro del nuevo cometa (Valencia, 1573), escrito a solicitud del rey Felipe II, que recababa su opinión e interpretación de la nova aparecida en la constelación de Casiopea en noviembre del año anterior– fue traducido al francés en 1574 y valorado como una de las contribuciones más importantes a la interpretación de la nova por Tycho Brahe en su obra póstuma Astronomiae Instauratae Progymnasmata (Praga, 1602).

La exhumación de la obra de Jerónimo Muñoz es, en gran parte, obra del profesor Víctor Navarro Brotóns, que en 1981 publicó una edición facsímil del Libro del nuevo cometa, acompañada de ediciones también facsímiles de la importante carta de Muñoz al astrónomo austríaco Bartholomaeus Reisacher (abril de 1574) y de la ciertamente poco importante Summa del Prognostico del Cometa (Valencia, 1578), dedicada al cometa del año anterior, junto con una extensa introducción que reconstruía el itinerario biográfico e intelectual de Muñoz.

Víctor Navarro Brotóns, valenciano y profesor durante muchos años de Historia de la Ciencia en la Universitat de València, formaba ya entonces parte del equipo de investigadores que, en torno al recientemente fallecido José María López Piñero, estaba reconstruyendo desde unos parámetros historiográficos profundamente renovados, la historia de la ciencia española en la época moderna. El equipo había publicado en ese momento una interesante y rica antología (J. M. López Piñero, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Materiales para la historia de las ciencias en España: siglos XVI-XVII, Valencia, 1976), a la que siguió pocos años más tarde y con la incorporación de Thomas F. Glick un admirable y bastante extenso Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, 2 vols., Barcelona, 1983.

En las casi cuatro décadas que siguieron a estas contribuciones, Navarro Brotóns ha llevado a cabo estudios decisivos que lo han convertido en quizá nuestro mejor historiador de la ciencia española en el periodo del Renacimiento y de la primera Edad Moderna en el campo de la filosofía natural y de las disciplinas matemáticas, especialmente astronomía y cosmología. Bastantes de esas contribuciones, publicadas en revistas y en obras colectivas, han quedado recogidas en un volumen de reciente publicación: Disciplinas, saberes y prácticas. Filosofía natural, matemáticas y astronomía en la sociedad española de la época moderna (Valencia, 2014), pero a él se debe añadir la publicación de las actas de un importante congreso internacional, por él organizado en colaboración con Wiliam Eamon, sobre la dimensión internacional de la ciencia española y la correcta evaluación de la relación española con la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII: Más allá de la Leyenda Negra. España y la Revolución Científica (Valencia, 2007). Y no se puede olvidar su edición facsímil, acompañada de una traducción al catalán y de un amplio estudio introductorio, de las obras astronómicas del mallorquín Vicenç Mut i Armengol, el mejor astrónomo observacional de la España del siglo XVII: Vicenç Mut i Armengol (1614-1687), i l’astronomia (Mallorca, 2009). A todo ello se ha unido una larga carrera docente en el campo de la historia de la ciencia que ha dado sus frutos en la dirección de un número apreciable de tesis doctorales, algunas de las cuales complementan en puntos específicos momentos importantes de la actividad científica en la España moderna, como el libro de Victòria Rosselló Botey, Tradició i canvi científic en l’astronomia españyola del segle XVII (Madrid-Valencia, 2000).

En medio de toda esta actividad destaca, no obstante, el trabajo prolongado e incansable sobre la obra inédita de Jerónimo Muñoz. Además de seguir las huellas y localizar el legado manuscrito de Muñoz, Navarro Brotóns ha llevado a cabo (en colaboración con otros estudiosos valencianos) la publicación de algunas de estas obras manuscritas. Especialmente importante es la edición bilingüe (original latino y traducción castellana) del Comentario de Muñoz al segundo libro de la Historia Natural de Plinio, el libro cosmológico-astronómico del autor latino que fue objeto de renovadas ediciones y comentarios a lo largo del siglo XVI, por autores tanto reformados como católicos que vieron en su acercamiento estoico a la cosmología una alternativa al aristotelismo, por ejemplo en la concepción de un cielo fluido de aire frente a la doctrina aristotélica de las esferas celestes sólidas y la rígida jerarquía entre el éter celeste y el mundo sublunar. Me refiero a la obra, en colaboración con Enrique Rodríguez Galdeano, Matemáticas, cosmología y humanismo en la España del siglo XVI. Los «Comentarios al segundo libro de la Historia Natural de Plinio» de Jerónimo Muñoz (Valencia, 1998). A este importante trabajo, que constituye –entre otros muchos puntos de interés que el lector encontrará presentados en este libro– una excelente aportación a los estudios sobre el debate en torno a la eliminación de las esferas celestes en la Europa de la segunda mitad del siglo XVI, hay que añadir la rica edición bilingüe de otra obra de Muñoz, en este caso una introducción asociada a su enseñanza universitaria: Jerónimo Muñoz, Introducción a la Astronomía y Geografía (Valencia, 2004). Con la colaboración de Vicente Salavert, Arsenio Pastor y Encarna Pastor, Navarro Brotóns editó el original latino a partir de los manuscritos en la Biblioteca Vaticana y la Bayerische Staatsbibliothek de Múnich, y la traducción castellana de los Seis Libros de Instituciones Astrológicas y Geográficas, además de la Descripción del Reino de Valencia.

 

Por todo ello nadie estaba más capacitado que el profesor Navarro Brotóns para realizar el necesario trabajo que aquí se presenta al lector: una monografía sobre la vida y obra de Jerónimo Muñoz en el contexto intelectual de la España y la Europa del momento. Apoyándose en su sólido y profundo conocimiento de la cultura científica europea y de la biografía y obras de Muñoz, Navarro Brotóns ha elaborado una presentación nueva, unitaria y completamente actualizada de la vida y obra de quien ha sido calificado, con justicia, como el más importante astrónomo y matemático del siglo XVI español, profesor en las universidades de Valencia y Salamanca –en esta última fue muy probablemente profesor de Juan Cedillo Díaz, que iba a ser cosmógrafo de Indias y catedrático en la Academia de Matemáticas de Madrid entre 1611 y 1625, así como traductor al castellano del De revolutionibus de Copérnico: una traducción manuscrita de los tres primeros libros en la que Cedillo se declara no solo copernicano confeso, sino además partidario de un cielo fluido, sin esferas, como Muñoz–.

La presente biografía pone además de manifiesto la pertenencia de Muñoz –al igual que su admirado Regiomontanus– a la tradición renacentista de «humanismo matemático», entregada a la recuperación del legado matemático de la Antigua Grecia mediante traducciones a la lengua latina y comentarios, tradición a la que Muñoz contribuyó –además de con su comentario al libro segundo de Plinio– con sus Comentarios a la Óptica de Euclides, sus Anotaciones al Comentario de Proclo al libro primero de Euclides y muy especialmente con su traducción manuscrita del Comentario de Teón de Alejandría al Almagesto de Ptolomeo. Esta última es ciertamente comparable a la Defensio Theonis de Regiomontanus, obra realizada en el siglo anterior en polémica contra el abuso que Teón había recibido del traductor del Almagesto Jorge Trapezuntius (mientras la larga extensión de la traducción y comentario de Muñoz impidió su publicación, el manuscrito de Regiomontanus, también inédito, ha encontrado en nuestros días una reproducción facsímil acompañada de transcripción diplomática a cargo de Michael Shank, accesible online (<http://regio.dartmouth.edu>). De todo ello da cuenta este hermoso e instructivo libro que, además de proporcionar una completa reconstrucción del itinerario intelectual de Muñoz, facilita, por la contextualización que de ese itinerario se lleva a cabo, una amplia reconstrucción del estado y de las transformaciones de las disciplinas matemáticas en España y en Europa, especialmente de las matemáticas aplicadas (‘scientiae mediae’ o ‘mathematicae mixtae’ en la terminología de la época) y de la astronomía como una de ellas.

Mencionaremos finalmente un problema interesante que el profesor Navarro Brotóns señala, pero cuya solución (si fuera posible) asigna a especialistas en ese otro tipo de estudios: en qué medida el profundo conocimiento de Muñoz de la lengua hebrea –raro en la España del momento fuera de los estudios teológicos– podía ser indicativo de un origen converso. Y por nuestra parte nos permitimos añadir otro, que el profesor Navarro Brotóns ciertamente menciona ya en su libro Diciplinas, saberes y prácticas (p. 254): la posible vinculación de Muñoz –seguramente a través de Benito Arias Montano o Fadrique Furió Ceriol, aunque quizá la profunda dimensión religiosa de esa conexión le era desconocida– con miembros de la secta Familia del Amor (Familia Charitatis), radicada en Amberes y de la que era miembro el famoso impresor Plantino, el editor de la Biblia Políglota de Amberes, o con personajes cercanos a ella. Es el caso de Abraham Ortelius, el geógrafo y cartógrafo que se sirvió del mapa del reino de Valencia de Muñoz, o del traductor al francés de su Libro del nuevo cometa: Guy Lefèvre de la Boderie, el colaborador en la Biblia de Amberes y discípulo de Guillaume Postel.

MIGUEL Á. GRANADA

Universitat de Barcelona

Prefacio

Jerónimo Muñoz es sin duda uno de los científicos y humanistas más destacados de la historia valenciana. Si el siglo XV fue la Edad de Oro de la literatura valenciana, con personalidades como Joan Rois de Corella, Ausiàs March, Joanot Martorell o Jaume Roig, puede decirse también que el siglo XVI lo fue de la medicina, el humanismo y la ciencia, con autores como los médicos Gaspar Torrella, Pere Pintor, Pere Jaume Esteve, Pere Jimeno, Lluís Collado, Miquel Jeroni Ledesma, Joan Plaza, Jaume Honorat Pomar y Llorenç Coçar, entre otros, a los que habría que sumar filósofos y lógicos como Joan de Salaya, divulgadores como Jeroni Cortés y tratadistas de álgebra como Marc Aurel, por no mencionar a los que desarrollaron sus actividades fuera de Valencia, entre los que destaca, por supuesto, en el campo del humanismo, Lluís Vives; pero también habría que mencionar a los ingenieros de la familia Escrivà, y a filósofos como Benet Perera. En el campo de las matemáticas, la figura más relevante fue sin duda Jeroni o Jerónimo Muñoz.

Muñoz cultivó casi todas las ramas de las disciplinas matemáticas: aritmética, geometría, trigonometría, óptica y astronomía y sus aplicaciones, a saber, cartografía y geografía, náutica, topografía y astrología. Sabemos que también se interesó por la balística, realizando experiencias de tiro en Salamanca. Por otra parte, tenía un gran dominio del griego y del hebreo y una excelente formación literaria y filosófica, por lo que su perfil como matemático se corresponde bien con los científicos-técnicos-humanistas del periodo renacentista. Su obra y actividades se sitúan en los albores de la llamada Revolución Científica, un proceso que estableció las bases de la ciencia moderna. En este proceso, el período del Renacimiento cultural y científico europeo al que pertenece Muñoz tiene como mínimo un estatus ambiguo. Por una parte, muchos de los aspectos de la actividad que podemos calificar, retrospectivamente, como científica en el Renacimiento, y también aspectos destacados de la actividad técnica, fueron mera continuación de desarrollos medievales y resulta difícil trazar fronteras cronológicas precisas. Pero, por otra parte, en el Renacimiento aparecieron en escena nuevos elementos que, de forma compleja e incluso a veces contradictoria, contribuyeron notablemente a crear las condiciones de posibilidad de la nueva ciencia y a preparar su emergencia.

Muñoz participó activamente en estas corrientes y cambios, como hemos adelantado. Como humanista sentía gran admiración por las realizaciones en el mundo clásico griego y romano, contribuyendo a restaurar y recuperar el saber clásico en las disciplinas matemáticas y en la filosofía natural. En su época disfrutó de un enorme prestigio en España y en Europa, esto último sobre todo gracias a sus trabajos sobre la supernova de 1572, citados y comentados por algunos de los mejores astrónomos europeos, como Tycho Brahe de Dinamarca y Thaddaeus Hagecius de Praga. Trabajos que aún hoy en día son citados por los astrofísicos por su interés para estudiar el remanente de este fenómeno. El primer mapa del entonces Reino de Valencia, editado por Abraham Ortelio en Amberes, se basó en los trabajos de Muñoz y se puede considerar obra de él. La labor de Muñoz fue continuada por sus discípulos, profesores en Valencia y Salamanca o cosmógrafos al servicio de la Corona en el Consejo de Indias.

Como astrónomo, Muñoz afirmó con claridad la competencia de esta disciplina para discutir cuestiones de filosofía natural y mostró una actitud de apertura a los nuevos hechos y una curiosidad sin inhibiciones que de algún modo anuncia las obras de Galileo y Kepler. En los Comentarios a Plinio Muñoz usó hábilmente su doble condición de teólogo (profesor de Sagradas Escrituras) y matemático-astrónomo para legitimar sus críticas a la cosmología aristotélica y proponer sus ideas alternativas, y en su Libro del nuevo cometa recurrió a los argumentos tomados de la astronomía y las matemáticas para cuestionar los dogmas de la doctrina aristotélica. Muñoz se planteó tanto una reforma de la astronomía como de la cosmología. Sus observaciones astronómicas y la comparación de sus resultados con las diversas tablas y datos existentes, desde Ptolomeo a Copérnico y Reinhold, le condujeron progresivamente a dudar de la fiabilidad de las observaciones y de los parámetros de Ptolomeo y de los astrónomos posteriores. Así se lo expresaba a Reisacherus: «yo soy de la opinión de que en las cosas que pueden demostrarse no hay que dar crédito a nadie, ni a Ptolomeo, ni al rey Alfonso, ni a Juan Regiomontano, que para mí es más docto que Nicolás Copérnico y Erasmo Reinhold».

Pero la reforma de la astronomía exigía una profunda transformación en el ámbito instrumental, un programa sistemático de observaciones y todo un equipo de trabajo, condiciones con las que contaron los astrónomos de corte: el Landgrave de Hesse-Kassel y, sobre todo, Tycho Brahe, que contó con el apoyo del rey de Dinamarca primero y del emperador Rodolfo II después. Según nos informa el propio Muñoz en una carta a su colega de Viena Bartholomaeus Reisacherus, su libro sobre la «nova», escrito a petición del rey, le valió las «injurias de muchos teólogos, filósofos y palaciegos del rey Felipe». Por ello, decidió no publicar sus obras, siguiendo la sentencia horaciana según la cual «ni las alegrías son solo para los ricos, ni vivió mal quien en vida y en muerte pasó inadvertido». A Muñoz, lo que más debió de decepcionar fue la nula recompensa recibida por parte del rey, «instigador para que escribiera el libro acerca del cometa». El matemático y humanista valenciano aspiraba probablemente al patronazgo real para proseguir sus investigaciones y publicar sus obras, pero tuvo que contentarse con la sanción real para la cátedra de Salamanca, en la que Muñoz debía encargarse de preparar a buenos matemáticos y cosmógrafos, una de las principales preocupaciones de Felipe II.

Así, la biografía y la obra de Muñoz también nos ilustran de los condicionamientos y limitaciones para la actividad científica y filosófica en la Valencia y en la España del Renacimiento: Muñoz se trasladó de Valencia a Salamanca en busca de mejor salario y reconocimiento, formando parte así de la fuga de cerebros que ya denunció con preocupación el humanista aragonés establecido en Valencia Lorenzo Palmireno.

Las obras y actividades de Jerónimo Muñoz han sido uno de los principales objetos de estudio al que he dedicado una parte importante de mi labor como historiador de la ciencia desde mis primeros trabajos en los años setenta. En 1981 publiqué varios trabajos de Muñoz dedicados a la supernova de 1572 junto a un estudio titulado «La obra astronómica de Jerónimo Muñoz». Posteriormente, encontré un importante conjunto de manuscritos de Muñoz (que publicó muy pocas obras) en diferentes bibliotecas europeas (Nápoles, Biblioteca Vaticana, Múnich, Copenhague, Madrid, Salamanca, Barcelona), cuyo estudio y edición he ido llevando a cabo, particularmente de sus comentarios a la Historia Natural de Plinio, cuyo manuscrito autógrafo se conserva en Copenhague. En 1998 publiqué la transcripción anotada y traducción de este manuscrito, realizada en colaboración con Enrique Rodríguez Galdeano y acompañada de un estudio preliminar, obra mía. También me encargué de la edición de su tratado Astronomía y Geografía, manuscrito del que se conservan copias de sus discípulos en Múnich y en la Biblioteca Vaticana. La transcripción, traducción anotada y estudio las realicé en colaboración con Vicente Salavert, Arsenio Pastor y Encarna Pastor. La edición apareció en 2004. Al mismo tiempo, he publicado un buen número de artículos y capítulos de libros en diferentes revistas especializadas y de divulgación y en colecciones, o ponencias presentadas en diversas reuniones científicas, publicadas en las actas correspondientes, en los que he estudiado aspectos particulares de la obra de Muñoz. Este libro pretende ser una síntesis y actualización de mis investigaciones de más de cuatro décadas sobre Jerónimo Muñoz y sus obras y actividades, incorporando también las contribuciones de otros autores, oportunamente citados y poniendo al día y añadiendo nuevos datos y conclusiones de mis estudios sobre Muñoz.

 

AGRADECIMIENTOS

Como he indicado, este libro lo he confeccionado a partir de diversos trabajos e investigaciones realizados a lo largo de más de cuatro décadas, trabajos varios de ellos realizados en colaboración con otros autores con los que he contraído deudas de gratitud. Especialmente con las personas ya mencionadas en el prefacio: Enrique Rodríguez Galdeano, Vicente Salavert i Fabiani (ya fallecido), Arsenio Pastor (ya fallecido) y Encarna Pastor. También con Ángel Aguirre Álvarez, que me ayudó a transcribir y traducir la carta de Muñoz a Reisacher. Con Milagros Cárcel Ortí, que también colaboró en la transcripción de la carta y con Jorge Ballester (ya fallecido), este último, un extraordinario artista que no tuvo a menos ayudarme a reproducir algunas figuras. Con Elizabeth Ladd, que tradujo al inglés la carta a Reisacher.

Agradezco también a las personas que me han proporcionado información sobre aspectos de las actividades de Muñoz o han precisado aspectos relevantes de la misma, oportunamente citados en este libro. A los estudiosos que me han proporcionado información o pistas sobre los manuscritos de Muñoz, muy especialmente C. Gilly, en cuyo estudio sobre la imprenta en Basilea (Spanien und der Basler Buchdruck bis 1600, 1985) encontré referencias a manuscritos conservados en bibliotecas de Dinamarca e Italia y a Ugo Baldini y Pierre Danielle Napolitani en cuya edición de la Correspondencia de Clavius encontré referencias a los manuscritos conservados en Múnich. Al personal de diversas bibliotecas que nos proporcionaron microfilms o copias de los manuscritos. A los colegas con los que he compartido diversos proyectos de investigación y muy especialmente a José María López Piñero con el que me inicié en el oficio de historiador de la ciencia, dirigió mi tesis de doctorado y me animó a estudiar la obra de Jerónimo Muñoz. A los colegas que han confiado en mí y me han invitado a participar en diversos congresos y reuniones científicas o a colaborar en diversas obras colectivas, dándome la ocasión de difundir los trabajos de Muñoz. Y especialmente a Miguel Angel Granada, colega y amigo, con el que he compartido el interés por las novedades celestes y su importancia histórica y otros temas de la astronomía y la cosmología «en el umbral de la modernidad», cuestiones y temas en los que Muñoz tuvo una participación digna de ser considerada.

A Tayra Lanuza le agradezco que haya leído el texto y me haya señalado alguna errata, además de su colaboración en la elaboración del índice de autores.

Al cabo de tantos años he contraído deudas de gratitud con muchos otros colegas y amigos, pero necesitaría muchos pliegos para mencionarlos, y cometería imperdonables olvidos. Pero no puedo dejar de mencionar a mi esposa Carmina y repetir lo que ya he expresado en otras ocasiones: que su compañía, confianza y amor me han guiado siempre, iluminando los oscuros cauces por los que con frecuencia discurre nuestro trabajo y nuestra vida.