Tu nombre es el Amor

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ROMINA NATALÍN ALDECOA

Tu nombre es el Amor


Aldecoa, Romina Natalín

Tu nombre es el amor / Romina Natalín Aldecoa. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2255-9

1. Espiritualidad. I. Título.

CDD 133.901

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com

Índice

1  Prólogo Dios y mi alma (I) Los sueños se despiertan en las manos de Dios Dios y mi alma (II) El tiempo

2  Biografía de la autora

Dedico todo el libro a las almas que lo van a recibir, a las almas perdidas y encontradas, para que todos conozcan el Amor.

Prólogo

La gratuidad es propia de este libro, aquello que se entrega soltando todo lo que ata al alma a la tierra, permitiendo que las alas se abran a lo desconocido y escondido en lo más insólito de nuestro ser. Estos textos invitan al descubri-cierto, lo que se descubre en la verdad da luz y paz, a darle nombre al amor mirando nuestro interior y confiar que las puertas que Dios abre tienen una providencial misión. Las puertas y ventanas que Él abrió en mí probablemente no son las mismas que las tuyas, aunque invito a cada ser que se anime a transformarse con la luz divina que a diario nos acompaña en nuestro despistado andar.

BÚSCATE EN MÍ1

Alma, buscarte has en mí,

Y a mí buscarme has en ti.

De tal suerte pudo amor,

Alma, en mí te retratar,

Que ningún sabio pintor

Supiera con tal primor

Tal imagen estampar.

Fuiste por amor criada

Hermosa, bella, y ansí

En mis entrañas pintada,

Si te pierdes, mi amada,

Alma, buscarte has en mí.

Que yo sé que te hallarás

En mi pecho retratada

Y tan al vivo sacada,

Que si te ves te holgarás

Viéndote tan bien pintada.

Y si acaso no supieres

Dónde me hallarás a mí,

No andes de aquí para allí,

Sino, si hallarme quisieres

A mí, buscarme has en ti.

Porque tú eres mi aposento,

Eres mi casa y morada,

Y ansí llamo en cualquier tiempo,

Si hallo en tu pensamiento

Estar la puerta cerrada.

Fuera de ti no hay buscarme,

Porque para hallarme a mí,

Bastará solo llamarme,

Que a ti iré sin tardarme

Y a mí buscarme has en ti.

1 Obras completas de Santa Teresa de Jesús; (1986); ed. 8ª; Madrid; Editorial Católica.

Dios y mi alma (I)
“Abandonémonos en las manos del Señor
y no en las manos de los hombres,
porque así como es su grandeza
es también su misericordia”. 2

(Eclesiástico 2.18)


2 Biblia “El Pueblo de Dios”; ed. 35ª ; Argentina, Buenos Aires; Editorial San Pablo.

Acá, en este bello horizonte deslumbro la amarga soledad, imágenes recorren paisajes en mi mente, silencios asociándose con la paz, vidas olvidadas por la fría noche, solo corro pisando las huellas de los pasos que en un pasado marqué. Un camino tan recto que tiene solo una luz encendida, radiante esplendor hace reflejar mi alma oscurecida como una sombra, aún estás ahí mirándome y meciendo mi corazón en Tus manos acogedoras. Vientos tormentosos mueven mis sentimientos hacia la gran tempestad pero Tu cálido aliento dispersa mi ser por el abismo del amor, capaz de disminuir tanto bullicio en mis oídos y en esta carga que veo pesar en los hombros lastimados; hoy como ayer vuelves a cerrar esas heridas que sangran y duelen como una fina espina en la pupila de un ojo. Amo Tus suaves manos cuando me sostienes y arrastras de esta senda piedras que estorban mi andar, iba tan ciega caminando que de pronto adormecí mis sentidos y ciertamente desperté con el leve movimiento que Tus pies al andar hacían ida y vuelta en mi cansancio rodeado de debilidad. Rugiendo estaban esos seres con estremecedoras miradas, invadían mi alma desorbitada y atraída por la tentación que generaban dudas equivocadas en la traición, para quienes como los idealistas no existía un nombre ni un significado concreto y capaz de vencer a semejante bola de fuego, templada pero con una pausa eterna de inseguridad y persuasión, reflejando en el cielo las rojizas llamas explotando de soberbia condicionada por mi mirada alta sin importar qué es lo que veo, egoísmo tan solitario y verdadero como la mentira, ese individualismo de solo verme a mí en el espejo ajeno, la codicia o avaricia de tener dinero y no almas cerca de Dios, un fuego que quema nuestras pestañas llenas del polvo que mordemos cuando cerramos las manos a la caridad, un calor que enriquece la deshidratación del cuerpo y en la oscuridad ahoga a su espíritu. ¿Cómo vivir Contigo o sin Ti? Cuántas veces me he preguntado semejante absurdo al mirarme en el reflejo de aquella habitación cerrada, colapsada por la brisa de Tu magnanimidad, si vivir Contigo es tan bello por qué alejo mis pasos de Tus huellas y me dejo llevar como una veleta desequilibrada pensando que es mejor sin Ti. Sumergir en el océano mi vida provocó abrir los ojos ante la salida del deslumbrante sol, nadar cuando aún no sabía que podía, intentarlo una y mil veces más sin comprender la inmensidad de la creación, hacerlo solo Contigo es hallar la paz interior, creer que la vida que llevo es Tuya, al igual que todo lo que has pintado a mi lado, no dejaré que nadie apague las luces de ningún camino porque es allí donde estás. Súplicas solo deben salir de mis labios secos por el aire desierto de este lugar deshabitado, ingerir golpes de verdad por mi boca sellada por la timidez de no saber que con Él todo lo puedo, porque una gota de sangre dio la pauta de una nueva herida en mi corazón rasgado como el suelo reseco por la sequía, solo calmar la sed con el agua que hace ver a los ciegos y creer a los incrédulos, el amor más natural de un simple y transparente líquido sediento por la falta de uso, desarrolla en una garganta enmudecida las más suaves y dulces palabras que abren almas con la luz de los rayos de Su corazón y cierran el dolor en el costado. Como niegas todo a mis explicaciones cuando ya dejé de hablar con mi fuerza, es Dios quien transmite este misterio mientras oscurecemos un templo, solo mira a los ojos a cada uno y hay más de una palabra escondida suplicando por salir, cómo hemos dejado pasar el tiempo viendo la ficción en nuestra imaginación y a nuestro lado tenemos pura realidad que pinta la pantalla de color desesperanzador, ya has perdido la fe porque la desesperanza es para los que cercan las ventanas de su hogar y solo miran ver caer todo enfrente de ellos quedando inmóviles ante la crueldad de ser tan crueles, restando claridad al faro que ilumina al mar cuando pasamos en el bote de la vida delante de Ti, somos capaces de ir sin redes ni remos pero la Santa Providencia auxilia nuestro desbaratado andar con el pensamiento de respirar porque el aire lo permite, de oír porque podemos, de pecar porque fuimos tentados, de tanto sin sentido, de tantas excusas para disfrazar nuestra fe de hipocresía y no de verdad. Pero ¿por qué?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿para qué?, ¿cuándo?, ¿quién?, ¿cuánto?, ¿para qué tantas preguntas?, si nunca podemos ser entrevistadores ante el camino, la verdad y la vida, qué preguntas vacías se nos ocurren cuestionar viendo sus respuestas en la necesidad del otro, haciendo con nuestros rostros la tristeza y difícil manera de continuar levantando nuestra mano derecha para saludar al Padre, la sencilla y humilde convicción de acercarnos a Él dejándonos entrar en su morada, abriendo los labios para confesar las lastimaduras que le hacemos y permitirle habitar con una suave comunión en nuestra alma para la vida eterna.

El mundo se convierte en el pecado más inmenso del dolor, dando vueltas en las manos de los débiles Tu palabra se entrecruza con la vanagloria de unos pocos siendo capaces de hacer jugar un sueño a las escondidas, ya para nadie importa un grito apagado de un niño por nacer. Cambiarán a la humanidad los ojos que apenas logran abrirse en el seno materno, transformas tu mano abierta en un puño incitando a un golpe en tu propia mejilla llena de abundante ignorancia disfrazada, das vuelta a la página equivocada en un libro ajeno que aún Dios está escribiendo, borras Su palabra como si fuera tuya, rompes sus hojas sin pensar en nada, vistes las verdaderas expresiones de mentira, ahora sientes tu vida yacer en un pozo profundo y tan completo de vacío como tu corazón sin latidos; pasos que giran en un mismo punto, a donde comenzaste terminarás, en ese lugar similar nos sostiene ese redondel tan perfecto que cubre las pupilas con un brillo encerrado de lágrimas y abierto a la soledad de tu amor. Es solo intentar y todo surgirá olvidando a la verdad en el miedo, equilibrando mis manos al temblar y confiando en la fuerza con la que venció David a Goliat administrada por quien abre los cielos, le da forma a mi alma agotada de tanta inclemencia, habiendo tantos movimientos fuertes por la marea, yendo y viniendo por el océano frío se congela mi mirada solo en Tu voz que ingresa en mí como una suave melodía volando a lo alto despides brisas de libertad con Tu cuerpo herido haces lo que haces.

 

Capaz de arder en soledad, las llamas invaden la profundidad de mi alma que se derrite ante Tu mirada llena de fogosa verdad, abres mis ojos ante la adversidad mostrándome qué tan débil soy a la mentira que pretenden hacerme creer, cuán ciega me convierto con el amor de Su tierna presencia y cómo transformas mi ira en perdón. Confié tanto en lo que el mismo Jesús había dicho en no confiar, pero el Señor es mi compañía durante este camino tan largo y estrecho a la vez, que ya no sé quién soy y cómo hacer para seguir, solo siento cargar esta cruz tan pesada como mi propia tristeza que llena mis ojos de lágrimas constantes y a mi boca de eternos suspiros con un suave rechinar de dientes causado por la fría brisa de este extenso bosque repleto de verde que solo me inspira desesperanza cuando el cielo se nubla y apago la luz del sol que el mismo Dios me enciende. Qué contradicción tan cierta es ver cuando cubren los ojos con un pañuelo, decir una palabra cuando los labios aún no saben moverse, caminar en silencio cuando mis pasos no hacen huellas en la orilla del mar, llorar en soledad cuando mis lágrimas no comprenden mi tristeza, hacer que todo esto salga de mi alma cuando me encierro en mí misma. A veces qué incomprensibles son las palabras calladas, guardadas en la profundidad de un río vacío, cuando salen se disfrazan de miedo extremo a la realidad, paralizan la posibilidad de ser alguien en quien las carga en su yugo, sangrienta y verosímil se presenta esta calle repleta de odio cuando la propia vida se golpea contra un espejo, ocultando la mirada en un único reflejo, luego ves cómo se abren grietas y heridas en el cuerpo. No pienses tanto porque los pensamientos oprimen el alma como un trapo mojado en las manos de un traidor, muestra la belleza por fuera con una altanera sonrisa, pero siempre hay que ir más allá, en ese rincón seguramente oscuro e impregnado de la humedad que respiras desde que abriste los ojos, ahí está la misma claridad como cuando amanece y el sol intenta entrar a tu casa por todos los pequeños agujeros de las ventanas, así logras ver disiparse por el aire partículas de suciedad buscando hacer sombras a la nueva mañana. Por eso deja que el Señor sea quien abra tus labios para proclamar su alabanza, que tu boca despida libertad de amor y paz, no aquella libertad presa de sentimientos, sino la que puede volar lejos con la gracia del Altísimo, niegas todo cuando ves que un ave abre sus alas para emprender un vuelo y aún crees que por su fuerza es capaz de aprender sin necesitar de la mano del Padre. Siempre cuando pierdo toda esperanza pregunto ¿y si Dios enviara sus ángeles? Cómo puedo perder tan fácilmente la fe, pero el mundo oscurece mi amor, clava en mi pecho una filosa espada sin importar cuánto pueda sufrir, aunque sí cuanto pueda resistir, has enviado Tus ángeles en este instante mientras miraba mi dolor y daba hacia Tu perspectiva mi espalda, así como puedo sujetar esta cruz así ciego todo ante mí, pido solo que me escuches y no escucharte, no cierro las ventanas, pero la luz del día se apaga para hablarte del pasado, cuanto más tengo que preguntarme por qué me lastiman tan fácilmente y caigo a Tus pies derritiendo la mirada en las heridas, son solo preguntas y no busco las respuestas que escribes en lo profundo del corazón con un sello indeleble. Cómo deseo alzar mi mano en forma de puño y gritar con toda el alma “En el nombre del amor, qué más en el nombre del amor”, el amor que es Dios y lo dio a su Hijo por amor a nosotros, criaturas imperfectas no dignas de seguir recibiéndote, capaces de no distinguir ni la gran misericordia hacia los seres desagradecidos de Tu perdón por los pecados que arrastramos hacia el altar. Es aquel horizonte del que hablaba cuando caminaba por el muelle y me llevabas en Tus brazos, aquel sol color naranja que está a la mitad cubierto y reflejado en las aguas de este mar infinito, una canción oí que susurrabas en mis oídos, una melodía tan suave y contemplativa que los sueños se entretejieron solos entre las nubes del cielo celeste que dibujabas encima de mí. En un lugar profundo caí y solté Tu mano por rebeldía, pensé que era solo un salto, pero era una caída sin límite que me llevaba a la nada, sabías que volvería hacia Ti afligida y agotada, no me negaste un abrazo como yo lo hice contigo, cubriste mi alma desamparada y sucia con una manta celestial que nuestra Madre te cedió al ver una hija suya de tal manera, la protectora me acunó hasta agotar mis lágrimas. Con el cuerpo lastimado, mi alma llena de cicatrices y de polvo, tenía todo perdido en el mundo donde había puesto mi destino y cada mañana, ahora que puedes decirme si mi cuerpo sonríe y el alma es transparente, ya no tengo que perder nada porque en el lugar donde estoy, mi vida es eterna hoy acá y mañana allá, es cuestión de mover el amor que creí haber extraviado en la soledad de mis pensamientos hacia esa luz roja que titila delante de la visión clara y pura. Como intento suspender en el aire una palabra dirigida a ti, solo así estoy completa, hacia arriba veo la gloria mostrar una puerta abierta en el Señor, me has dado todo por qué no puedo dar todo por ti, Dar Todo Por ti, solo cierra mis ojos del modo tan dulce con que todas las noches lo haces.

Suplico aún que bajes ahora, mi Amado Padre, muéstrame todo en el nombre de la razón y de la verdad, en el nombre de la libertad y de tu Hijo, en Tu nombre haz sonar las campanas de todas las iglesias del mundo y quédate aquí abriendo los ojos a todos los que se cubren para no ver la verdad. Un día más para que salgamos a hablar de Tu vida levantando rumores solo de amor y unirnos en una noche para derribar esta muralla oculta en el camino por el que vamos, no más noticias mentirosas, hagamos cambiar esta guerra interior y exterior por el sueño de un niño que pierde su inocencia y se inclina solo a la violencia de creer que somos dueños de todo hasta de nuestra propia vida, miremos un instante al Dios que abre ese sendero cerrado por la tempestad, que nos sostiene como un padre con su niño recién nacido en brazos.

El silencio cubrió mi mente de una brisa suave y cargada de verdad, un día más en esta existencia teniendo que volver a levantar el cuerpo castigado por el pecado, luchando con el demonio jugué un juego sucio era como aquel en donde cargaba mi orgullo, soberbia y egoísmo y él lo disfrazaba de vergüenza creyendo que mi dolor me hacía arrastrar por el suelo confundiéndome con la basura que todos pisoteaban, la tentación era más grande hasta hacer de mi cuerpo la cárcel más perfecta para el alma, esclava a vicios ciegos, a heridas mentirosas, a lágrimas inexistentes. Era un cuadrado tan pequeño el que me había encerrado que no había luces ni compañía, solo la soledad, el miedo y el silencio de morir hambrienta y sedienta; los pensamientos relataban palabras por las cuatro paredes y la imaginación hacía estragos por la mañana cuando el sol coloreaba de rojo mis ojos cerrados.

No dejaré llevarme por este desconsuelo, pero ya la resistencia deja de ser fuerte y siento culpabilidad de presenciar tanto dolor enfrente de mis ojos, no me perdono ser señalada con mi propio dedo ante errores que cometo y camino entre la adversidad de personas. Cuánto tiempo más veré caer sangre de mis hombros llevando esta cruz cada día más grande y pesada, esto que llevo, Señor, es lo que te doy, el dolor en el alma es muy desgarrador, veo esa luz que enciendes continuamente, pero el demonio busca tentar mis debilidades y hacerme caer en el egoísmo, orgullo, entre la soledad, la oscuridad y el silencio es lo que me impulsa a no amarme como Él lo quisiera, a seguir lo fácil. Ese camino tan erróneo que siempre abre sus puertas cuando arrastro mis pies por encima de las piedras, no mires los tantos pecados que hago cuando lastimo y vuelvo abrir Tus heridas, cuántas palabras hacen recordar y suplicar Tu misericordia, piedad ante tan absurda alma. Cómo las estrellas aumentan la memoria de tiempos antiguos, remontando la vida con sonrisas y juegos inocentes en aquellas noches frías, cómo olvidarme de la alegría cuando hoy la anhelo en mi interior, en la más profunda oscuridad de esta verdad tan angustiosa.

Tal vez sea solo volver, pero somos todos los seres iguales y nos ignoramos como si nuestro dolor fuera diferente al del otro, cuando pruebes mirar a los ojos a alguien con el más profundo amor verás más allá de todo, tu propia tristeza en el ojo ajeno, solo señalar con el dedo sirve para darte cuenta de tus propios errores, ya es hora de no negar los latidos del corazón cubriendo su ruido con el bullicio de la sociedad. Cuántas heridas hemos hecho en el alma de otros y solo miramos nuestro sufrir, si el Padre nos observa cómo destruimos todo lo que nos da y aún así nos perdona dándonos la oportunidad de convertir nuestra perversidad en bondad, justos y dignos son Tus juicios cuando llevo mis sentimientos por donde conviene sin importar cuántas palabras hayas dicho en mis oídos, tanto egoísmo en mi encuentro que pienso únicamente en que “la vida se alarga sobre la tierra y el dolor sigue, a la sombra de mi sombra me arrastro sin solución”, algo que parece remarcarse en la piel como las cicatrices incapaces de borrarse con el transcurso del tiempo, pero que no desista Tu clemencia hacia el desamparo de mi esencia. Otra vez una nueva batalla comenzó, siempre arrastra como la corriente de un río vicisitudes ermitañas en medio de la búsqueda infructuosa de la realidad desnaturalizada por una farsa deteriorada, acabada por la gran fortaleza que emana en cada visita que haces en mi interior instalándote como un huésped hallando su guarida, el Gran Maestro viviendo adentro de mí en cuerpo y sangre a través de la gracia que Él mismo derramó para abrir mi alma en la común-unión, pero aún suplico que Te quedes aquí con y en nosotros. Intentar sosegar el repetitivo pulsar insensato al verte cerca de mí y que mis labios deban ser la puerta para entrar en intimidad conmigo, ser indigna de hospedarte en este lugar.

Haz que seamos como niños, pero sé que no somos accidentes esperando a que ocurran, empaña mis ojos con Tu mirada y que el amor me lleve contigo, no deseo hacer de la luz que has encendido en mí la profunda oscuridad corriendo por lo que pides en el silencio. Cada aurora en que me despiertes que desaparezca en ti mientras que Tú desapareces en mí, sentir que has prendido en mí la llama de la ardiente afición cuando sea hábil en abrir las manos para amparar a quien lo necesita, ya no veré mi rostro en el otro sino Tu pacífica y penetrante visión. Que siempre que Te hable sea como la primera, última y única vez que lo haga, sé que a veces no sé qué desean dictarte mis labios, aunque comprendí que solo basta una mirada para entregarse amor, esa mirada que abraza al alma débil por el pecado, triste por no escuchar Tu voz y solo arrastrarme por la tempestad mundana. Ha sido muy extenso el transcurso sin situarme debajo de Tus pies llagados, de rodillas; sé que has visto cuántas lágrimas derramé en este caudaloso río y la suma que todo el dolor hace pesar esta cruz, no obstante, has estado en mi cuarentena, al lado mío en la rebeldía, en las caídas, en los cambios de ánimo y en todo. Así regreso a ti, también a los brazos de nuestra Madre, a quien imploro que me enseñe amar a Su Hijo como Ella nos ama, a llevarlo en lo secreto del alma como lo llevó en el vientre materno.

La dignidad que has impuesto en mí hizo balbucear vocablos a mi lengua inmóvil por el abandono, sin embargo, el miedo detiene el entorno resguardando Tu delicado clamor del murmurar de los individuos, concédeme la gracia de oírte abnegando las críticas impetuosas que impiden encomendarse en Tus brazos y que Tu voluntad tiña de nubosidad mi visión llevándome a donde deseas. Las ruinas del pasado difaman mi presente porque las palabras son tan fáciles cuando se fugan rápidamente de los labios y tan confusas cuando procuran actuar moviendo las manos. Mientras el reloj sigue marcando el paso del tiempo muestras aquella verdad universal y la otra verdad preparada para cada uno, también para mí, pero me ahoga el pánico de conocer esa verdad y sin ser ninguna excusa, he sido capaz de darte la espalda creyendo en las mentiras mundanas. Desde aquí intento demostrar que ansío dar un paso más en este camino aceptando que sin ti nada puedo, acepta una humilde petición de un alma pecadora que anhela Tu misericordia y pretende mirarte cara a cara sin miedo a nada. Hazme agachar mi cabeza y retornar a ti como el hijo pródigo, clamando Tus sabias enseñanzas para frecuentar la presencia más repleta de amor que das, ofreciendo mi arrepentimiento por desobedecerte y dejar que las repetitivas faltas empujen todo al abismo, pésame por no amarte y enmienda estos insultos porque debido a eso resquebrajé las virtudes que habías hecho nacer en mí, sembré la exasperación en las cercanías hasta en lo más intrínseco de mi corazón.

 

En tantos oráculos apareció Tu nombre encantando la imaginación y el frenesí de mi confianza, como observar el profundo brillo en las pupilas de Tus ojos conquistando este agotado ente petrificado por la espontaneidad de Tus invenciones. Son las canciones más largas y dichosas de alabar al creador de tantas gracias, a quien debemos agradecer y proteger las tantas criaturas impuestas a nuestra prudencia bastante descuidada por el mirar recto a nuestro “yo”, naturaleza tan celestial como el paraíso preparado para ver si caminamos por el sendero que nos va guiando con los rayos del sol, tan perfecto que despreciamos lo que modeló con Sus manos, somos tan idénticos entre seres humanos y a nuestro alrededor hay entes que debemos acunar con el afecto que Él mismo nos entregó para hacer de ellos el reflejo del Dios amante de su creación, hombres y animales compartiendo el cosmos dando sustancia a lo que creemos que es menos insignificante, dándole respeto a eso que pensamos que es lo más pequeño como los animales con solo instinto, así amaremos a aquello tan sabio e inteligente como el mismo hombre y como principio, solo otorgaremos afectuosidad al Dios escultor perfecto de almas si lo contemplamos a Él en los demás. Es decir, entregando al amor por excelencia nuestra vida miraremos en un espejo a Él mismo en todo lo demás, una migaja de pan que puede alimentar al sabio y al que no lo es, ver a Cristo en el sufrido y en el que no, en el hambriento y en el que no, en el enemigo y en el que no, en un ser humano y en un animal, Dios implantado delante de mi visión como único punto de prioridad.

Cuánto de mentira me sabe a verdad cuando las debilidades me hacen irme de mí y verme sin mí, el conocer las tribulaciones del entorno encapsuló la ida de mi avistar más allá, mentira que satisface al rechazo por sentir algo distinto a los ojos de un discriminador, no aceptar ver un color diferente en el arcoíris del Creador, ignorando a que ingrese en el mundo que Dios le designó, alguien que ve mejor que diez, es alguien creado con un gran don, ese alguien puedo ser yo. Enséñame cuál es ese don porque el género humano inhibió mi hablar, mi andar, todo lo que alguien considerado “normal” pueda realizar, es como si estaría envuelta de inmovilidad o de miedo a avanzar, crucial es la realidad pero debo amarte como soy con mis caídas y mis pesares, con la cruz mía que llevas en Tus hombros, porque si espero perfeccionarme totalmente nunca daría este amor que te busca continuamente, que sale inconsciente como las gotas que caen de un vaso colmado de agua en busca de alguien que la tome o la derroche en cualquier lugar, aquí pretendo que bebas esa agua, esa ternura que humedece mi interior indagando Tu calor. Tanta dulzura empalagó mi corazón y lo sació de vehemencia inocente y contagiosa, prueba que el amor es un templo y es la ley primera, abre este dulce caramelo que Dios te regala saboreando la confianza y la verdad, ¿puedes temerle al Dios bondadoso y compasivo?, intenta gritar en la colina más alta lo que sientes por Él y lo escucharás siendo Él mismo, el eco de tu voz.

Cómo hallar el sendero para seguir si las luces fuertes encandilan la visión, pero buscas esta diminuta llama para encender un fuego candente en algún alma desamparada, Te vales de tan poca cosa para enaltecer Tu gloria que aclama misericordia y solo correr detrás de ella secando mis lágrimas, caminar sobre la luna que recubre mis pupilas de un brillo insólito para comprender cuánta belleza rodea a tanta inapetencia de amor, cuánto desprecio hacia nuestro Padre mientras hoy has hecho renacer la afición en mi interior acompañado de soledad reclamando la asistencia de un médico y has estado ahí en el punto clave de la dolencia sangrando lágrimas de sacrificio, desenvolviendo la mirada solo hacia la efervescencia de la credibilidad desplegada ante mi capacidad de recepción.

Has tomado mi nada para amarme tan tiernamente, hazme ser un medio para encaminar al que pisa fuera de Tu huella, a rescatar almas perdidas en las cenizas y en el fuego del infierno, semejante al tesoro escondido en lo más secreto de nuestro ser en manos de su Creador protegiéndola de algún ladrón que no logre apoderarse de ella, en este gran océano vestido de oscuridad sueltas mi mano para dejarme volar pero conmigo solo intento descuidarme en el vendaval del orgullo. Llévame a donde anhelas que esté, sé aquella brisa que eriza mi piel y que ya no exista casualidad en nuestras vidas solo el pensar mueva el andar a donde el mundo cubrió a la pobreza, caridad y obediencia de cada alma, vengo a orar por la constancia en las pruebas y las repetidas rupturas de esta calle reseca por los rayos del sol que hacen rasgar de dolor mi alegría. Hazme vivir la vida para abandonarme en ti y no en aquellos hombres que humillan el nombre de quien los creó, echa raíces en los cimientos para ser fuerte en el holocausto y no temblar de miedo en el oprobio de mis desdichas, enlaza mis sueños como un anillo en algún dedo y reza por ellos para que nunca me separe de Ti. Dame paciencia en las debilidades, cuando mis rodillas se doblan y quedo arrojada en medio del camino sin lograr avanzar, ser paciente y solo en ti confiar hasta el punto que en el mismo silencio que un día me agobió hoy lo has logrado convertir en un puente para darme a conocer Tu suave voz. Cuánta misericordia demuestras en la cruz, en el dolor de Tus santas llagas compadeces nuestras faltas y como el mejor amigo, nos salvas de terminar con las manos nuestra propia vida, en esos instantes efímeros pero de un agudo padecimiento rescatas mi pasado, presente y futuro.

Un nuevo nacimiento, una nueva vida nace en mí como cada día que recibo Tu cuerpo transfigurado en mi interior, la Navidad ha llegado para traer humildad y alegría, un Ángel que anuncia a un hombre y a una mujer tan simples que su Hijo será el mismo Jesús, como si esto lo viviera actualmente y me pregunto por qué a mí me hablas de entrega y renuncia, siendo la nada que soy con tanta perversión, enciendes la llama de la duda y la avivas cada día con Tu amor, todas las mañanas ante mi aflicción dices a mis oídos: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. Así despiertas mi ánimo adormecido y abrumado por la confusión, abrazándome con el cantar de los pájaros y la salida del sol en el horizonte calmas el miedo que detiene mi tiempo y entre oraciones veo resplandecer nuevamente un murmurar que decía : “Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús...”, has dicho que en mi alma como en su vientre lo llevó la Santísima Virgen María, llevaré a Jesús para darlo a conocer a quienes aún no lo han llevado de este misterioso modo, y siendo así mi inseguridad pregunto cómo puede ser esto si mi alma está llena de suciedad por los tantos pecados que la han manchado y sin tardar concedes el perdón de ellos a través de una reconciliación que contagia mi camino de humildad e intenso arrepentimiento por las gracias que Tu mismo Espíritu derrama en este difícil escalar a través de las montañas más altas y peligrosas, el fuerte viento proclama Tu grandeza ya que “no hay nada imposible para Dios”. Luego de esto como no vamos a poder postrarnos ante Él y decirle ser sus servidores, que solo se haga Su voluntad y no la nuestra.

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