En busca del Papo

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Este rápido posicionamiento causó sorpresa, cuando no alboroto, en el infatigable y virtuoso maestro y en su séquito de acólitos. Empezamos a recibir visitas indignadas. Los más bienintencionados rogaban con respeto y humildad el cese de nuestra actividad; los más virulentos increpaban a nuestro árbol genealógico con un léxico que obviaremos; los intermedios, un poquito ácidos, recordaban que nuestra iniciativa no era original y que ya se había hecho antes. Se olvidaban de que lo que no es tradición es plagio, que la poesía es provocación, y que ya Evelyn Waugh felicitó a lady Mary Lygon por su nombramiento como directora de la Biblioteca de Londres con estas palabras: «Confío en que no se olvide de conducirse con el adecuado decoro en tan serio edificio. Vaya siempre al lugar destinado a tal efecto si desea hacer aguas menores. Últimamente demasiados miembros femeninos de la institución han tomado por costumbre recogerse detrás de la sección de Genealogía. No escriba nunca bobadas con un lápiz indeleble en los márgenes de los libros. Y no aborde a las bibliotecarias para fines considerados contra natura». La virulencia más extrema la recibimos del propio inspirador de nuestras acciones, travestido de gatito, que nos alababa con comentarios dignos de los Dies Irae, convertido en juez sentado que espera que lo escondido se rebele para infligir el castigo. Lejos de considerarlo justo magistrado vengador, estimando muy lejos el día del juicio, le agradecimos la visita, le recordábamos la presencia de las pastas, el café y el inexorable tecito y lo felicitamos por actuar del mismo modo que nos criticaba.

La vanidad que va y viene pero no se detiene —como recuerdan los azulejos de la iglesia de Santa Mónica de Valencia, en honor a la respuesta que San Vicente Ferrer le dio al fraile Eiximenis— hacía que nos viniéramos arriba, al menos transitoriamente. Al terminar, la reconducíamos a una no del todo sincera modestia, en la que le recordábamos a nuestro numen que su animadversión hacia nosotros era contraproducente para sus intereses. El leviatán podía no ser tal, pues como afirmaba Saramago en El Evangelio según Jesucristo, cuanto más grande es un dios, mayor es la fama de su demonio.

También le indicamos que, gracias a nuestra labor altruista —que no filantrópica— conseguíamos que el fenómeno se diera a la inversa, motivo por el que no tenía sentido su ánimo irritado cuando no iracundo. El hecho de que nos honrara con su presencia, añadíamos, nos alegraba, porque suponía una aproximación, un diálogo posible y deseado, como la comunidad internacional desea la paz entre judíos y palestinos. Concluíamos argumentando: «Si Dennis Rodman ha podido ser amigo de Kim Jong-un o el tercer secreto de Fátima ha podido derrocar a la URSS, ¿no podría reconducirse la relación hacia una idílica simbiosis entre la libido y Tánatos? Gracias a esta, Freud podrá ser superado y el inconsciente colectivo junguiano será postergado por una nueva era de ciberactores, lejos de las conductas heredadas». No obstante, su consciencia no obedecía al raciocinio. Padecía de un mal de difícil cura. El empacho irónico había sido supeditado a unas ganas de venganza llevadas al extremo. Su paciencia había superado el punto de no retorno. Sus visitas, lejos de conducirlo a una victoria, lo aproximaban a nuevas derrotas. Pronto encontraríamos un nuevo elemento con el que perpetuar la discordia, la ACHBUV.

7. La presidencia no electa de la Asociación de Chilenos Blogueros Unidos Por Vocación (ACHBUV).

En uno de sus relatos breves, El eclipse, Monterroso invierte la trama de una novela de Mark Twain. Así, el fraile Bartolomé Arrazola, al verse perdido ante la inmolación a la que pretenden someterle unos indígenas guatemaltecos, los amenaza con la represalia de la oscuridad. Intenta, desesperado, sacar provecho al conocimiento astronómico aristotélico. Manteniendo la tensión del episodio, Monterroso concluye magistralmente el cuento: «Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles».

Enrabietado Vallranc por nuestras acciones fustigantes, intentaba sin éxito escurrirse entre nuestras protervias. Nuestro doctrinario desconocía las sabias enseñanzas de Sun Tzu. Señala el inteligente militar precristiano que la invencibilidad se encuentra en nosotros mismos y la vulnerabilidad en el adversario. El error habitual de nuestro inspirador fue tomarse en serio aquello que no tenía ningún objetivo. Era nuestra inmunidad. Su vulnerabilidad, el alto grado de exposición pública, facilitaba nuestro desarrollo sobre la anatomía del campo de batalla. De vez en cuando, le entrevistaban o escribía en prensa sobre la blogosfera. Nuestra respuesta a sus aseveraciones no solían hacerse esperar. Pero el recorrido de estas incursiones era tan corto como la mecha de un masclet7. La vida nos somete a circularidades que, por redundantes, se convierten en nocivas, bucles que nos enrocan en aburridas rutinas. Cuando eso ocurre, y nos damos cuenta, conviene encontrar nuevos objetivos. En caso contrario, la existencia se vuelve anodina y la parsimonia se apropia de la motivación.

Encontramos, por fortuna, nuevos retos para nuestra causa. Se fundó una asociación de blogs hechos por chilenos y nuestro pedagogo cibernético se erigió como presidente. Inscribimos el nuestro, El Universo Filosófico Permanece Allí, en ACHBUV. Cumplimentamos el formulario de alta sin perder el tiempo. Uno de los requisitos era proporcionar una dirección postal. No pudimos evitar escribir «13, Rúe del Percebe». Leímos los estatutos de la asociación y descubrimos un punto incumplido del articulado. Nuestro admirado preceptor era presidente, sí, pero no electo. Basándose en la necesidad de registrar la agrupación de blogueros, se había constituido una directiva provisional. Hasta ahí ninguna reclamación. El problema fue que la junta transitoria nunca se ratificó en las urnas.

Por ese motivo, cuando hablábamos de Corazón Vallranc nos referíamos a él como presidente no electo de ACHBUV. La mayor parte de la directiva, que coincidía con el segmento impulsor de la sociedad legalizada, salió en defensa del mandatario no escogido democráticamente. La diversión estaba garantizada.

No hay motivación extrínseca más satisfactoria que aquella que renueva los objetivos cuando uno piensa que en el horizonte solo quedaba tierra baldía. Las Jornadas para la Alfabetización Digital que desarrollaba ACHBUV por todo el territorio chileno fueron el blanco de nuestras imprecaciones. Dadas las faltas de ortografía observadas, los errores gramaticales y las barbaridades sintácticas perpetradas por los egregios miembros de esta comunidad, preguntábamos si los miembros de ACHBUV no preferirían primero recuperar la alfabetización analógica, sin la que el paso al territorio digital no tenía pies ni cabeza. Una víctima colateral fue uno de sus adláteres, casi convertido en centinela pretoriano, Iñaki Epsabrupto Almoiner. Este presunto estudiante de periodismo reinventaba el idioma de Cervantes en cada texto, sin mostrar nunca ningún tipo de turbación. Cada apercibimiento era contestado con la típica indolencia del ignorante. Pronto encontramos un nuevo elemento de satisfacción. Es fácil hacer saltar a quien se cree en posesión de la verdad.

Aumentamos así la nómina de nuestros detractores. Su espectro conductual era diverso. Desde la aversión de Corazón Vallranc y Exabrupto Almoiner hasta las suaves advertencias de Berti Churches, Willard Huayquimil y Ricardo Berzancha, el abanico de las reconvenciones era amplio. Todos coincidían, con registros parecidos a las respectivas personalidades, en invitarnos a desaparecer del foro de ACHBUV. Desconocían que la mejor forma de perpetuar esta conducta es amenazar su durabilidad. En nuestro peregrinaje por las actividades de esta peculiar agrupación encontramos un presidente alternativo, quien no tenía ninguna intención de acceder al cargo, al que convertíamos en candidato popular a la primera oportunidad. Como es fácil de intuir, la tensión se incrementó. Tampoco ayudó que, en cada incursión por la geografía chilena, donde se hacían estos pretenciosos talleres, participáramos activamente en las tertulias previas cibernéticas, en las que aprovechábamos para recordar la situación de provisionalidad de la presidencia, la ausencia de fecha electoral, el escaso rigor democratizador de la comunidad didáctica y la falta de diálogo transparente con los asociados. En más de una ocasión, dada la previsibilidad de estos encuentros, dimos detallada crónica de los eventos, como si hubiéramos asistido de incógnito a los actos, generando estupor y desconcierto entre los miembros de la comunidad ACHBUV, los más educados de los cuales, movidos más por la curiosidad que por el urbanismo, nos recriminaban no habernos presentado.

Dos fueron los últimos elementos de virulento esencialismo democrático: la aparición del poeta Vat Orat y la obsesión de Corazón Vallranc por Paris Hilton. El primero era propietario de un blog gótico y un poemario nigromántico, pretencioso y, como consecuencia, insulso. Allí donde Vat Orat depositaba un comentario, hacíamos acto de presencia, edulcorando nuestra concordancia con sus planteamientos y postulándolo como candidato a la presidencia electa en ACHBUV. El halago inicial por la propuesta pronto se sustituyó —pecamos de insistentes— por sus vehementes peticiones de desestimar la propuesta. Dado el temperamento sanguíneo del personaje, le hicimos caso, no sin dejar caer, como quien no quiere, la posibilidad de que un candidato de consenso reclamara el designado y democrático hito electoral.

 

La última actividad que denunciamos de nuestro prócer era la que más preocupado nos dejó. Observábamos desde hacía tiempo la presencia de Paris Hilton en los textos de nuestro épico Corazón. Al principio pensamos que no tenía importancia, pero nos engañábamos. Un día, la descendiente del propietario hotelero protagonizó un acto ilegal. Creo que no recuerdo mal si afirmo que está vinculado a una infracción de tráfico. Su actitud galante e intolerablemente indulgente en un acto que solo podía recibir la condena social, nos hizo saltar todas las alarmas. Nos dimos cuenta de que los síntomas observados en nuestro obsequioso damnificado correspondían a un delirio erotomaníaco, enfermedad conocida como síndrome de Clérembault, oculto a nuestros ojos hasta ese momento, debido a nuestra impericia y falta de discernimiento.

Este descubrimiento nos hizo entender muchas de las conductas y procedimiento de nuestro chamán. Entre ellas, la cesación no transitoria de su convivencia con la Rove, como él llamaba a su pareja. El pintor de la tiza aspiraba, a través de los textos de su blog, a entrar en el selecto mundo de estrella del firmamento social. Nos conmocionó.

Hicimos un concienzudo estudio de sus textos previos y encontramos que su delirio todavía no estaba estructurado. Intentamos hacerle ver —con voluntad sanadora de evitar que la irrealidad se estructurara en su mente— lo ilusorio de su desordenado pensamiento. La estrategia se concentró en recordar el parecido del eminente prohombre con el actor Danny DeVito y destacar que, al mismo tiempo que admirábamos la valía interpretativa del de Nueva Jersey, intuíamos que no debía de ser el físico preferido para la nueva Dulcinea.

Le había dado fuerte la flecha de Cupido. Recentrar a esta alma evocadora de nuestras voluntades no fue una empresa fácil de llevar a término. Realinear a su mundo onírico con la consistencia requería de una pericia para la que, en esta ocasión, sumamos efectivos. El indulto solicitado por el poeta del pum pum hizo que donde antes encontrábamos enemigos, ahora estos acudieron voluntariosos a nuestra razia. Como le dijimos en una ocasión: «Estamos organizando una leva frente a tu conducta inaceptable, contra la obsesión por la celebridad desmedida, y contra tus melindres inquebrantables». Le llovieron reprobaciones, las cuales envalentonamos con diversos pseudónimos. El rechazo inesperado a su conducta le hizo recapacitar. Entre el amor hacia la notoria vedette y la idolatría de un número considerable de fervientes seguidores, nuestro adalid disimuló el delirio, todavía no estructurado, en favor del acatamiento de su audiencia. Nosotros respiramos tranquilos.

8. La última canallada al gran maestro

Desde los inicios del año 2007 hasta noviembre del año 2008, nuestras tropelías se habían internacionalizado a un ritmo que nunca imaginamos. Pasado el invierno de 2009, las intervenciones se convertían en esporádicas y descoordinadas, debido a dos hechos. El primero fue la imposibilidad de encontrar más ordenadores. El segundo, la irrupción de una nueva red social en la que nuestro poeta, eterno aspirante a la flor natural, entró con fuerza: Twitter.

Los nuevos avatares profesionales, la pereza de estudiar los procedimientos de esta nueva herramienta y el convencimiento de que cualquier acción sería convenientemente censurada nos hicieron desistir de la acción directa. No extinguimos la actividad en pro de la divulgación de la gran labor del profeta cordial. Más bien al contrario: seríamos los primeros en peregrinar a Chiloé.

Si habíamos creado la Sociedad Pinkerton Internacional y definido su reglamento interno, teníamos que ser, por coherencia y consistencia con las propias ordenanzas, ejemplo y protagonistas de la primera visita a las tierras donde vivía el Papo. Además, en caso de unirse más integrantes a la causa, legalizaríamos la sociedad y, a diferencia del maestro cordial, convocaríamos elecciones de manera inmediata.

Expulsados del blog del maestro cordial, decidimos escribirle un obituario. La dificultad era encontrar el espacio adecuado y se nos ocurrió recorrer el blog del amigo del preceptor insigne, el estimado Berzancha, a quien le hicimos llegar estas necrológicas palabras:

«Estamos apenados por este exilio, por volver a ser desterrados hijos de Eva que parten contra su voluntad. Nuestra situación nos recuerda que el día es salido, la noche quería entrar, a sus caballeros mándoles todos juntar: Oíd, varones, no os dé pesar; poco dinero traigo, vuestra parte os quiero dar. Tened en cuenta cómo os debéis comportar: mañana temprano cuando los gallos cantaran, no perdáis tiempo, los caballos ensillad; en San Pedro, a maitines tanderá el buen abad, nos dirá́ la misa de Santa Trinidad; dicha la misa, tendremos que cabalgar, pues el plazo se acerca y mucho hemos de andar. Se ha dado orden en la comunidad bloguera de no darnos hospedaje; se ha hecho saber que la sal cubrirá de hambre los fecundos marjales cibernéticos de aquellos que osen ayudarnos; y se ha añadido que la cólera de ACHBUV caerá sobre quienes desafíen esta prohibición del gobernador perpetuo y no electo de los blogueros chilenos. Berzancha ha sido el único valiente que no ha hecho caso del sátrapa y sus condottieri. Su valor permite que vean la luz estas palabras:

Estimado Cepellample, te enviamos el último comentario a Corazón Vallranc, maestro que, a nuestro pesar, nos tiene censurados: ‘Vallranc, no sabemos por qué nos baneaste, con lo que nosotros te queremos. Te hemos enviado esto a tu correo electrónico, ya que sabemos que somos los primeros que acabamos con tu paciencia. Otros lo intentaron, pero no lo consiguieron. Hemos acabado con tu tradición de no expulsar a nadie y nos sentimos bien. Ahora publicamos para todo el mundo, estimado Corazón, el correo que te escribimos:

Maestro, siempre tuyo:

Corazón, estamos francamente divertidos. No solo has dedicado un texto a nuestra ingeniosa incursión, sino que hay treinta y dos comentarios en tu última entrada que —exceptuando el anónimo, el único con esmero—, son la misma adulación acrítica de siempre. Nos hemos reído mucho. Es una pena que tú no te lo tomaras con sentido del humor. Ahora nos destierras, era previsible. Las críticas siempre son difíciles de asumir. Pensábamos que tu filosofía zen te había hecho madurar, pero no, ya vemos que no. Una lástima.

Imaginamos que la democracia todavía es joven en Chile y tú, que viviste todo el periodo dictatorial junto al Papo, te has impregnado de los vicios del decrépito dictador. Corazón, no imaginábamos que estuvieras tan emputecido. Eso sí, no duele la inexactitud. En ningún momento hemos nombrado personalmente a tu familia. A tu mujer, porque como buenos católicos consideramos el matrimonio un vínculo indestructible para la mano del hombre aunque sea la del Santo Tribunal Apostólico de la Rota Romana. Tampoco hemos hecho alusión a los niños, por ser menores de edad y porque ellos no pueden elegir a sus predecesores. Corazón, por favor, expúlsanos si quieres, pero sé honesto y, sobre todo, exacto con tus planteamientos. Lee, sobre todo lee, desde el corazón, del mismo modo que tú enseñas, a Voltaire. Pero no, no, Corazón, no para rebatir nuestras citas. Te aconsejamos que leas el relato Micromegas. Nos recuerda muchísimo al parodiado secretario de la Academia de Ciencias, quien al recibir el libro de la sabiduría, abrirlo y comprobar que estaba en blanco, dijo: Esto ya lo sabía yo.

Sabemos que nos borraste, pero no nos importa. Nuestro deber sagrado es instruirte y desde los inicios sabíamos que sería una gesta compleja. Al menos, que nuestra presencia, exigua, pero presencia al fin y al cabo, te sirva de recordatorio de nuestras enseñanzas. Con eso nos conformamos. Con eso y con saber dónde está el Papo, interrogante que nos obligaste a formular hasta en inglés.

Corazón, humildemente, no creemos ser merecedores de una entrada (y no post, otro anglicismo innecesario que tanto te gusta) tan extensa. Francamente, a mitad de la lectura nos sentimos aburridos porque el texto era, y es, una crítica constructiva, previsible. Nos hemos subido a esta particular alegoría del carro de heno para evitar que escribieras insignificancias. Olvidas, ajeno a la parábola icónica, que el esplendor de la flor acaba cayendo seco. Insistiremos, y no nos cansaremos, en la levedad ósea aunque no saquemos nada y no entiendas las alusiones envueltas en cromáticos desatinos’.

La nula capacidad analítica te impide ver más allá de la zaragata ocurrente. Carencia clave que replica en un Analízame el tronquito, a la lapidaria sentencia A esta universidad le falta análisis escrita en la puerta del excusado con la que acabar conciliando los micro y los macrocosmos. Ha caído en desgracia el arte de colgar las denuncias en las puertas. Víctimas del exceso, nadie hace caso de los escritos consensuados por los abajo firmantes y que hace un tiempo, conocidos como manifiestos, sirvieron para romper las rígidas normas de los academicismos, obsoletos. Entonemos un réquiem por un género devaluado que difícilmente volverá a su esplendor. Amigo Vallranc, como MacArthur en Filipinas, volveremos».

Así finalizó nuestro incordio directo al maestro cordial. La nueva etapa fue más divertida, más literaria y también más seguida, aunque todavía perpetramos alguna que otra maquinación para conseguir una notoriedad que realmente nunca fue tal. Como advertía Churchill: es lo que tiene dejarse guiar por las estadísticas.

9. La cuarta y última víctima,

me escriben puras huevás

La vida está llena de ocasiones inesperadas, las cuales a menudo surgen en el momento propicio para sacarles el máximo partido. Convertido nuestro demiurgo en la versión masculina de Norma Desmond, apareció una nueva fuente de inspiración para nuestros desmanes.

Pocos meses antes de mi partida hacia Chile, Gabriel Miguel Devesa, reputado científico chileno, a quien nos unía una gran afinidad, fue invitado a participar en un blog de temática sanitaria en un conocido periódico chileno: El Bronce. Sus escritos tenían un claro carácter divulgativo. El lenguaje pedagógico intentaba, de manera didáctica, extender el conocimiento médico a lectores no avezados en estas páginas. Para incrementar el interés de la audiencia, comentaba artículos recientemente publicados y que podían considerarse útiles desde la perspectiva de la Salud Pública. Dado el alto consumo de productos de parafarmacia, especialmente laxantes y preparados con hipérico —conocido en tierras valencianas como hierba sanjuanera—, de propiedades antidepresivas, Devesa alertaba de que los consumidores de estos productores no eran conscientes de esa circunstancia y añadía una detallada relación de posibles riesgos vinculados a su uso indiscriminado. Nosotros aprovechamos el texto para generar una ficticia disputa científica sobre la eficacia de este producto sobre los daños microvasculares. Argumentaba Homero, con un sobrenombre ad hoc, las bondades sobre el incremento del flujo sanguíneo, respaldado con dos referencias bibliográficas apócrifas, y replicaba yo sobre el principal sesgo de este estudio, la no consideración de la circulación colateral, tal como había sido publicado recientemente en el European Journal of Rare Medicinal Herbs. Finamente, Homero contraargurmentaba que el sesgo había sido corregido mediante el cálculo del grosor de las capas íntima y media arteriales. Cada escrito era generado con un sobrenombre diferente, haciendo uso de la lista de los reyes godos y mezclándola con los apellidos de algunos compañeros del hospital donde coincidimos en Toledo y de las víctimas anteriores en nuestro periplo bloguero.

Pronto tuvimos seguidores en nuestros centros de trabajo. En el de Homero, porque estas entradas eran leídas por el diverso personal académico de la institución, y en el mío, porque se me escapó alguna risilla que despertó consiguiente curiosidad en alguien que pasaba por mi lado en ese momento, al que me veía «obligado» a contarle el motivo del divertimento. Aún recuerdo sorprendido el descojone incontrolable de ciertos compañeros, a quienes siempre había considerado más bien graves y taciturnos. Aquello fue, obviamente, todo un halago.

Meses más tarde, cuando visité Santiago, me chocó pasear por los anchos pasillos de la institución académica y tener que interrumpir nuestros pasos para recibir felicitaciones acompañadas de carcajadas por nuestros comentarios. Fue curioso comprobar cómo todo el mundo sabía la autoría de estas bromas excepto el interfecto, quien nunca sospechó de nosotros, a pesar de la proximidad.

 

Otro aspecto inspirador de nuestros atropellos era la mención a la figura póstuma de Pelayo Elm, médico de amplia trayectoria divulgativa en el territorio sudamericano, ya fallecido, y al que habían visitado en su cátedra universitaria no pocos médicos chilenos. Tal era el grado de consideración recibido, que una conocida sociedad médica chilena ofrecía dos becas anuales en honor del doctor Elm. Homero consideraba que había médicos chilenos más dignos de ser titulares de becas, sin tener que recurrir a un científico de otra nacionalidad. Entonces, desplegaba su fina ironía para comentar una posible canonización del difunto al haber obtenido, post mortem, la recuperación ad integrum desde la fragilidad de dos notables enfermos geriátricos, sin utilizar ningún principio activo, recomendación nutricional ni programa físico multicomponente. Como no costará entender, estas glorificaciones encontraban el silencio por parte de los habituales parroquianos del blog.

Unos años más tarde, participando en un curso sobre fracturas, coincidí con una buena amiga, quien trabajaba en el hospital en el que Pelayo Elm había sido jefe de servicio y me dio un tríptico en el que se promocionaban unas jornadas dedicadas a honrar su memoria. Agradecí de forma exquisita la invitación. Al mismo tiempo, me mordía el labio para contener la carcajada al pensar en la reacción de Homero cuando le contara lo ocurrido.

Como ya nos había pasado con otras víctimas precedentes, los textos fueron espaciándose. La diferencia era que, por primera vez, teníamos acceso directo al autor para interpelarlo y sondear sus reacciones ante tal despropósito. La respuesta recibida por Homero, al interrogar al doctor Devesa sobre las evoluciones del blog, fue un lacónico «Me escriben puras huevás»8, emitido con una profunda dejadez. No hace falta añadir las risas que aquel comentario generó cuando Homero me contó su dificultad para controlar las carcajadas delante del cuarto inmolado.

10. El amigo Iñaki Epsabrupto Almoiner

Uno de los más belicosos paladinos de nuestro caudillo metafísico fue el ya nombrado Iñaki Epsabrupto Almoiner. Adalid de la anarquía ortográfica, dejaba sus primeras huellas profesionales en el mundo del periodismo on line. Era, además, uno de los más frenéticos detractores de nuestras peripecias. Después de nuestro siempre putativo Corazón Vallranc, la mayor virulencia procedía de este estudiante de periodismo. Una de las diatribas que peor le sentó fue el paralelismo que establecimos entre la forma de proceder de la cúpula de ACHBUV y la gestión de la cuestión tibetana por parte del gobierno chino en vísperas de los juegos olímpicos de Pekín. Titulamos una entrada en nuestro blog: «Los Juegos Olímpicos, el Tíbet y el silencio de algunos blogueros chilenos», donde, a petición del amigo Almoiner, abordábamos la cuestión sacándole el jugo a sus desvaríos lingüísticos. El texto decía así:

«A petición de nuestro estimado Iñaki Epsabrupto Almoiner, premio de ortografía, sintaxis y facilidad de expresión otorgado por la International South American Journalist Society al joven más prometedor en estas áreas, continuamos nuestro análisis de la cuestión tibetana y la aplicación de la censura por el régimen de Pekín. En primer lugar, estimado Nachete, expresamos desde estas líneas el firme compromiso de la Sociedad Pinkerton Internacional con la lucha frente a los regímenes políticos que atentan contra el más fundamental de los derechos humanos. En China no existen estatutos laborales que protejan y regulen horarios, ni medidas sociales y sanitarias encaminadas a proteger al proletario de los excesos del sistema de mercado. Eso sin entrar en la inefable explotación infantil. Si ocurren estas barbaridades es porque cuentan con la connivencia de las principales corporaciones del orbe. En segundo lugar, apreciado Nachete Almoiner, en China los blogueros son auténticos héroes del periodismo que se dedican a denunciar la total ausencia de estos derechos básicos, mientras que en Chile los blogueros de la alfabetización digital se dedican a escribir bobadas repitiendo tópicos triviales y reiterados. Estos blogueros chinos van a la cárcel por su lucha por la democracia y por el derecho a expresar sus convicciones en lugar de llorar porque los medios de comunicación —especialmente la televisión que tanto gusta a algunos alopécicos como nuestro maestro cardíaco— no satisfacen sus mediocres egos. En tercer lugar, respetado Almoiner, ese país llamado China mantiene una actitud imperial e imperialista respecto a algunas nacionalidades como la tibetana, sobre la que ejercen control militar y militarista impidiendo las elecciones democráticas —como también ocurre en ACHBUV— y la libertad de expresión. Incluso reprimen, asesinando, las manifestaciones legítimas de este pueblo esclavizado, sin que ni el derramamiento de sangre ni la censura militar importen a los blogueros chilenos, quienes no han dedicado ni una palabra a la cuestión. Lamentable, pero cierto. Como cuarto y último punto, al menos de momento, admirado licenciado Almoiner, la comunidad internacional —la de los gobiernos, no la Pinkerton— decidió mirar hacia otro lado mientras el Gobierno chino masacró a los jóvenes en Tiananmen, cometiendo delitos ecológicos a diario y se pasa la libertad de expresión por el arco del triunfo. Y ahora, permitiendo a este mismo gobierno organizar unos Juegos Olímpicos, máxima expresión de la concordia entre los pueblas, vuelve a pecar de hemiplejia moral, puesto que en las antípodas de este espíritu se encuentran las prácticas del régimen comunista de Beijing. Así hablaron los Pinkerton, a petición de Iñaki Exabrupto Almoiner, licenciado en Periodismo».

A veces releo el texto en la red y me resulta imposible no recordar a Bernard Shaw en el inicio de Santa Juana, cuando escribe que en un momento determinado el bufón comienza a bromear en serio y se encuentra en su elemento.

11. De los despropósitos que se

pueden encontrar en YouTube

Una parte de la cultura cibernética, rebautizada pretenciosamente como «redes sociales», ha permitido que hechos, más o menos luctuosos, queden fosilizados en estas plataformas y convertidos en materia prima para un buen número de sagas, sin duda catalogables, siendo generoso, como literatura menor. Responsabilidad de una sociedad impúdica obsesionada con referenciar cada hecho intrascendente y que se dedica con tres propiedades, orden, método y perseverancia, a subir puntualmente toda acción que pueda suponer un «me gusta». Facebook, Instagram, WhatsApp o Line, por nombrar algunas de estas herramientas, favorecen la ostentosa obtención de puntuales momentos de gloria. Es la viralidad de YouTube la que otorga unas oportunidades de multiplicación exponencial que transforman el anonimato de bromas, parodias y reportajes, en notoriedad.

Destacan tres ejemplos que pusimos al eminente humanista como espejo de sus desventuras: Super Taldo, Wendy Sulca y Manolo Cabeza de Huevo. Super Taldo fue un personaje literario creado por un adolescente chileno. Este joven sufría una infrecuente pero llamativa enfermedad que le hizo participar en un documental de la televisión pública del país andino, medio que, por motivos éticos, decidió no emitirlo en su momento. Algún desubicado, removiendo archivos, encontró este curioso testimonio y decidió, por hacer la gracia, subir el vídeo. La rápida expansión de este documento gráfico favoreció que otro gandul creara un mix rapero con la entrevista. El éxito provocó que el adolescente, ya crecidito, inaugurara discotecas y publicitar eventos a ritmo de rap burlón, ganando dinero a costa de su propio escarnio.