Sello de Sangre

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Aus der Reihe: Ángeles Guardianes #3
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La visita de esa noche asintió con la cabeza al malévolo, sin decir palabra en esos momentos, no deseaba hablar más y empeorar las cosas más de lo que estaban.

—Veo que nos entenderemos desde ahora ¡Recapacitaste! ¿Quién lo diría?

Sarah en un comienzo no podía descifrar quien era, la oscuridad no les permitía ver bien, pero al escuchar su voz, ambos muchachos se paralizaron —¡No! No puede ser él —dijo Sarah perpleja.

—Se supone que él no debería pisar estas tierras —Olid se encogió de hombros, tratando de cerrar la boca —Él se supone que es el bueno ¿No?

—Quizás me decidí a hacerte una visita. Y saber que necesito para salvarle —respondió la voz masculina y a la vez mostrándole su rostro, tan solo sus ojos azules se distinguieron entre las sombras —Estoy dispuesto a servirte —apretó la mandíbula —Pero a cambio de salvarle.

La luz de las velas se expandió, iluminando tenuemente el rostro de Joe, él había asistido a una reunión ilícita rompiendo sus promesas, sus votos, los votos que una vez le hizo a su padre, a Natle y a él mismo, tragó saliva y se enderezó formando puños a sus costados, había traicionado a su pueblo, su raza, pero lo peor, era que estaba dispuesto a romperle el corazón todo para mantenerla a salvo y fuera de las garras de Piora.

—¡Querido niño! Tienes mi apoyo, salvarle y arrancarla de la muerte es mi objetivo, siempre lo fue.

—Ella no pisará los infiernos —le advirtió.

—Ella no pisará los infiernos —repitió el malévolo —Pero sabes que todo tiene un precio.

—Sé que tu precio será elevado, pero vale la pena intentarlo.

—¿Dispuesto a arriesgar todo? —le preguntó

—Todo —Joe inspiró profundamente, su pecho se infló tan fuerte que sus costillas mismas dolieron —Arriesgar todo es poco comparado con mi amor por ella.

—Si quieres salvarla, deberás alejarte de ella. Es así de simple, debes irte, continuar con tu vida, con tus planes, debes dejarla sola.

—Cómo me aseguraré que tú no entraras a su vida después de ello.

Piora se encogió de hombros restándole importancia a las palabras de Joe —Deberás de confiar en mi palabra —volvió el rostro para ver a Sagira, quién lentamente se ponía de pie, extendió la mano y ordenó —Tráeme la daga.

Joe por un momento él no la reconoció, pero sabía que ese rostro le era familiar, la vio caminar hacia la mesa de piedra que resguardaba esa daga, al tenerla entre sus manos retrocedió viéndole fijamente, mientras que Piora no daba crédito a lo que sus ojos veían, jamás pensó que las cosas dieran un giro tan conveniente e inesperado.

—He aquí a un conquistador, un demoledor de almas perturbadas y un ser despreciable para nosotros, aunque su corazón es solo de una persona, marcado hasta el cuello de amor. Un joven enamorado que desea salvar a su gente y ser el vencedor, un joven que daría su vida a cambio de aquel amor que creció en cautiverio, creció ocultándose, creció sin saber que es un arma mortal, un arma destructiva que desde su inicio fue construida para ello —cuestionó al visitante, acercándose a él rodeándole como una presa, escrutándole con la mirada.

Los masculinos pómulos de Joe se tiñeron de rojo al verse bajo ese enervante escrutinio, tomó tanto aire como sus pulmones se lo permitieron para tratar de controlar sus emociones en ese momento.

Sarah al sentir los pasos en su dirección quiso adentrarse a la oscuridad de la habitación, pero Olid no se lo permitió —¡No, Sarah! Vámonos de aquí, es peligrosos y aun ahora que sabemos tantas cosas —antes de que ella pudiera objetar, él la tomó de la muñeca y desaparecieron del lugar, ellos ahora eran un peligro inminente, algo que ni Piora mismo podía ya controlar.

Sagira se acercó a él y le entregó el frío metal a las manos, él no se amilanó ante la presencia de la mujer, pero sí se percató de su marca y lo familiar que le resultó ser, él no era el único que había traicionado a su raza, no era el único en estar bajo el servicio de Piora. Por un instante sintió el poder que esa daga emanaba y pudo sentir que era la misma fuerza que sintió en Roma cuando Natle se descontroló —Yo quiero evitar que muera —respondió observando la daga con desprecio y desdén —No quiero adelantar su muerte con esta daga ¿Para qué me le entregas si no quieres que muera por mis manos?

—Tan solo te muestro qué y quién le quitara la vida, no es una espada, no es accidente, o una enfermedad, es esa daga y quien la posee es quien le arrebatará la vida. Es algo que no se podrá evitar en su momento, pero —hizo una pausa significativa —Se puede evitar ese final si tú haces algo por mí.

—¿Cómo sé que no es un truco? —preguntó él sin apartar la vista del demonio.

—Por la misma razón que esa tarea te lleva a salvar su vida, su alma y cuerpo.

—Sabes que yo llegaré hasta el fin de los mundos con la única tarea de salvarle de la muerte, por eso soy su guardián, para ello me crearon, me entrenaron, para protegerle, para guiarle —elevó la barbilla, mostrando su valentía, pero aun así su cuerpo temblaba precipitadamente ante el miedo.

—Veo que recordaste tu pasado —no se limitó en decir la verdad —Tus enseñanzas. Eso, eso es querido Ïlarian. Te crearon para matarla, para poder obtener su vida, para darle a Dios el poder de destruir este mundo corrupto, pero veo que las cartas se han invertido al sentirte enamorado de la joven arma de poder, al sentirte enamorado de tu protegida ¿Dime? No es curioso el amor. Es una ciencia difícil de entender —negó con la cabeza, como podía burlarse cuando él mismo había sufrido de la misma enfermedad —No hay nada que hacer ¡El amor! ¡El dulce amor! —sus palabras eran tan frenéticas, como disparatadas, había cierta burla en ellas, pero su odio reprimía todo, en cada palabra dicha apretaba los dientes con fuerza.

—Solo ve al grano y dime ¿Qué debo hacer? —le interrumpió, lanzándole nuevamente la daga en sus manos.

—¿Estás dispuesto a hacer todo con tal que ella viva?

—Estoy dispuesto a morir si es necesario y creo que ya quedó claro.

—Ante lo que te pediré a cambio debes pensarlo bien, no es una decisión que se pueda tomar a la ligera ante el precio que pagaras. Para todo hay un precio y un sacrificio.

—No era de suponerse. Contigo hay un precio para todo Piora —espetó Joe, mordaz —No importa si pago con sangre este pecado, esta traición que cometeré. Tan solo la vida de ella es la que me interesa. Tan solo su vida y no la de los demás —su expresión no cambio en nada pero sus ojos se endurecieron aún más de que costumbre

—¡Niño! El precio es mucho más alto que tu vida misma. Tu vida es un grano de arena comparada con la de ella. El precio que deberás pagar será tu amor por ella al igual que su olvido... Su olvido ETERNO.

A tales palabras su rostro se volvió lívido como la cera y sus ojos azules carentes de vida, titubeó, trató de decir algo, de negarse, obligarse a retroceder, pero sus pies estaban clavados al suelo, pero tan solo una palabra salió de sus labios sin control alguno —¡Esta bien! —hizo una pausa significativa, intentó tragar el duro nudo que se formó en su garganta, pero sintió la boca más seca de lo que él mismo creía —Lo haré, es una tarea. Puedo hacerlo, lograré hacerlo.

—¿¡Fácil!? No lo creas así muchacho —disfrutaba, le causaba placer ver como los demás sufrían, era un dulce juego de niños para él —Creo que no me has entendido, Ïlarian.

—Me dices que me aleje de ella, que trate de olvidarla.

—No es tan simple. Si quieres que ella conserve su vida y luche por ella, romperle el corazón es la clave, su corazón es la clave de todo este juego sin reglas. Con tu olvido, ella podrá iniciar, podrá vivir, elegirá seguir —hizo a un lado su camiseta para poder ver su hombro sin mancha, pero con un leve rasguño en su piel, la marca se hizo presente, sin dolor, sin tener idea que apareció —Ambos no eligieron esa vida, no tuvieron opción. Aunque sus padres los concibieron sabiendo que ustedes serían tan solo cenizas después de la guerra que estaba predestinada para este mundo.

—Dime que es ese símbolo que acabas de conjuran en mí —replicó Joe, no era tonto, sabía que Piora tenía cosas muy ocultas, sabía que tenía muchas maneras de jugar sucio.

—Solo trató de darte un pequeño empujoncito, acabo de cerrar mi mejor trato y sé que con el tiempo comenzarías a recordar tu vida pasada y con ello la misión para la que fuiste entrenado tomaría el control de tu vida, pero después de esta noche no podrás recordar.

—Me obligaras a olvidarla.

—Olvidar un amor de esa magnitud no es fácil, llevará tiempo pero me aseguraré de que tú cumplas tu parte del trato.

—Cómo saber que tú cumplirás tu parte.

—Porque ella estará con vida —su fría mirada perforó el rostro de Joe —Haz tomado la mejor decisión, ya que ella sin mi intervención moriría, morir y salvar a la gente que le rodea, morir por tus propias manos, tus manos y su sangre son el arma para la salvación del mundo, sacrificarla en su nombre y darles libertad a pueblos oprimidos, pero también destruyendo al mal, toda una misión sin sentido y todo porque eres el último varón de la generación, lamentablemente hubiese sido distinto si ella no hubiese sido una adorable mujercita —rodeaba al muchacho con la mirada, además de con sus pasos, tocando su espalda —¿Por qué dar la vida por seres miserables? Por seres que ni siquiera lo merecen, acaso no ves la crueldad de este mundo, y créeme cuando te digo que yo no estoy involucrado... —gesticuló con ambas manos —Como padres matan a sus hijos, hijos matan a sus padres, como niños matan a sus mascotas, como el hombre ultraja a las mujeres, como el hombre mata al hombre ¡Reacciona! Ve a tu alrededor, acaso no ves televisión. Tengo la certeza que sí viste todo en el hospital cuando llevaban a Max a que le quiten la bala de su hombro —levantó su mentón observándole con firmeza —El caso más reciente de crueldad es Michel, como su propia madre le rechaza después de años. Su padre te pidió que te la llevaras. Muchacho no seas ingenuo, ve la crueldad del mundo, estamos hoy en una era muy cruel y nefasta donde los principios y la moral quedaron atrás, tan solo queda el pecado y el libertinaje, es la única manera de divertir hoy a los nuevos jóvenes, con drogas y... —hizo una pausa dejando de hablar por solo unos segundos —Sabes bien a que me refiero... Creo que ya eres mayorcito como para saber de qué ese evento está fuera de nuestro control ¿Acaso eso es bueno? ¿Acaso eso merece vivir en el mundo? Querido Ïlarian, has hecho lo correcto al venir a mí.

 

—Ella no deberá sacrificarse por nadie, eso no lo permitiré.

—Entonces está hecho —extendió las manos —Seré misericordioso y conservarás no solo su vida, sino la de tus seres más queridos —regresó a tu trono y soltó un suspiro —¡Vete ya!

—Antes de que me vaya y me aleje de ti, quiero saber la verdad.

—Tienes una lengua viperina —lanzó una carcajada menos ronca y estridente de lo normal —Me gusta tu manera de ver las cosas... Crudas, sin maquillaje, sin tintes y vacilaciones —dijo con fingida indiferencia —¿Quieres saber si hubieses podido tener un futuro con ella?

—La verdad, solo quiero saber la verdad ¿Tuve alguna oportunidad?

—¿Quieres que sea sincero? —por un momento Joe vio en Piora un atisbo de debilidad y compasión.

—Claro que sí. Aunque creería que jamás lo has hecho en tu vida.

—Antes de ti. Antes de todo, antes de ser lo que soy, tuve un corazón al cual desecharon e hicieron que se pudriera en lo profundo de su miseria —le explicó —Así que digamos que hoy es tu día de suerte —arrugó la nariz —Me siento compasivo y es algo muy raro ¡Créeme! Y mereces la verdad después de todo —hizo una pausa significativa, tomando aire y continuando —No tienes futuro con ella. Jamás sucederá, aunque si prefieres que te mienta, podría decirte que podrás irte con ella, huir, vivir una nueva vida y tener la familia que sueñas, que Natle sea tu esposa, la madre de tus dos adorables hijos, que por cierto son encantadores y muy fuertes. Aunque tu hijo mayor será un poco duro como su abuelo Linus…Bueno —se encogió de hombros —Siempre el crimen se lleva en la sangre ¡No lo crees así, Joe! Pero alejarte de ella, para que conserve su vida es alejarte de todo lo que ella fue una vez, alejarte de sus besos, de sus caricias.

Trató de tragar sus lágrimas, mostrarse débil y dolido solo magullaba su ego ya herido, con los ojos aun brillantes se dio cuenta de que Piora por una vez en largo tiempo mostraba pena, aunque sabía que solo era fingida, además de su charla de moral y ética, sugestionando todas las palabras, habló de lo justo e injusto, de lo bueno y malo, de lo caótico y determinado que era la vida.

—En verdad no logro entenderte, no entiendo qué tratas de hacer Piora ¿Qué es lo que deseas lograr?

—Una pregunta justa. Un punto justo creo yo —declaró aferrándose a sus palabras —Yo solo quiero lo que es mío. Lo que me arrebataron hace décadas y sin miedo alguno me condenaron a un mundo oscuro. Acaso no estás cansado de ser un segundo plano —volvió el rostro hacia la daga, aquella daga que como él tenía una larga historia.

—¡No! ¡No creo! —respondió cortante Joe.

—Es de suponerse ¿Ni con Max?

—No entiendo. ¿Qué tendría que tener él? ¿Quién es él para que yo pudiera sentirme rechazado, excluido?

—A su debido tiempo, lo sabrás a su debido tiempo.

—Creo que el tiempo implica mucho. Ya que estamos hablando ahora, porque no decir la verdad.

—Soy tan claro, como la tela que cubre el dosel de mi cama. Su vida estará a salvo, pero no te aseguro que tendrás a Natle contigo cada día, cada noche al despertar, en tu cama… Como ahora.

—¿Podré despedirme de ella? —dijo con la voz rota ante las lágrimas.

—Es mejor que no, solo vete.

—No es fácil poder tomar una decisión así, darte todo y dejarla

Las opciones que ese demonio le daba no eran del todo negociables, pero la salvaría de una penosa extinción, la salvaría de él mismo, aunque la idea de escapar y dejar todo atrás era tentadora, pero sabía que tarde o temprano, esas ansias, esa locura de la que tanto Piora hablaba, podría surgir y se vería cegado en tomar su vida, su corazón y llevarse su alma en el proceso.

—Te estoy ofreciendo la mejor de las salidas, la mejor opción, algo que ni Miaka te permitiría.

El muchacho confundido, cerró los ojos por un momento —Por favor, solo dame tiempo para despedirme.

—No tienes tiempo, Miaka está en busca de todas las pistas del sello y con ello hará posible seguir los mandatos de Linus, desaparecer hará que aún viva —le sostuvo la mirada.

Joe se negó, sacudió la cabeza y trató de no pensar en ello —¡Dios! —gimió, cerró los ojos y trató de irse, pero Piora lo detuvo.

—Conservará la vida, pero no te aseguro que conservará su amor por ti —Joe se paralizó, abriendo los ojos como platos, había aceptado un trato y una condena —El final de un maravilloso cuento de hadas no existe, no existe el felices para siempre. ¡Mantén tu parte del trato que yo mantendré la mía! Pero si osas a traicionarme, te acabaré como lo hice con tus padres, ahora desaparece de mi vista antes que mi oferta deje de ser tan tentador ¡Tómalo o déjalo! pero lárgate de mí maldita vista ¡Ahora! —ordenó dejando a Joe a la deriva, regresó a su asiento deslizando su capa hacia atrás, obligándole a seguir con el curso que ese demonio le había dado a su nueva vida, volvió el rostro viendo por última vez la daga, pero supo que no sería la última vez que vería a ese demonio embustero.

Deslizó sus alas, cubriéndose con ellas y desapareciendo de ese lugar, solo para dejar a un demonio sonriente —Mi querido niño acabas de darme más tiempo para obtener lo que por derecho me corresponde —inquirió él a la oscuridad —Acabas de unirte a mí sin saber que tu alma me pertenece —sin poder evitarlo las carcajadas de ese maligno resonaron por la habitación, Piora había vencido y esta vez era real —Su vida vale oro, sus sueños valen mucho más que el oro y su corazón, vale más de un mundo. Vive o muere, surge o húndete, levántate o cae, gana o pierde… Tómalo o déjalo. Es la opción que tendrás, pero junto a mí tendrán inmunidad al igual que los tuyos obtendrán la libertad y lo más importante de todo, ella seguirá con vida.

CAPÍTULO 3

TORTURAS SENTIMENTALES

Joe no sabía si regresar a la habitación de Natle era lo correcto, de pie ante su puerta no supo en qué momento se había dejado llevar por sus miedos, intentó en no pensar en cada palabra que Piora le había arrojado sin más, pero la amaba demasiado como para ser su verdugo, la amaba demasiado y tenía que tomar por primera vez una decisión que le arrancaría el corazón mismo.

Su opción era dejarla de la manera más cobarde, sin despedidas, sin llanto, sin reclamos, sin verla llorar ante su ausencia, aunque supo que era un desgraciado por dejarla después de haberla hecho suya por primera vez, después de haberle arrebatado la virginidad, en realidad él no deseó llegar tan lejos pero la necesitaba con una hambre más que feroz, necesitaba de ella.

Pasó el duro nudo que se había formado en su garganta, se llevó las manos a los bolsillos y sin poder resistirse, dejó caer su frente contra la puerta, como saber la verdad si su mundo estaba plagado de mentiras, sus guardianes no eran de fiar y sus decisiones solo lo llevaban a un solo camino, al tener que arrancarle el corazón del pecho y obtener un poder que ninguno de los dos pidió, cerró los ojos con fuerza y endureció su corazón, era la única salida que le quedaba —Lo siento, cariño mío. No sabes cuánto lo siento —sin más, giró sobre sus talones, los escasos rayos de luz iluminaron su rostro, un rostro endurecido, la mandíbula tensa y los ojos perdidos, caminó por los pasillos y salió de Ben Cork para siempre, era mejor de esa manera, era mejor no verla al rostro y romperse, era mejor olvidarla para siempre.

Abandonándola en aquella habitación que fue testigo de un amor sincero, dejándole aun dormida, sin explicación, sin motivo, sin una palabra o un beso de despedida, sin el calor de sus brazos, de sus caricias y besos, cubierta con las sábanas que aun mantenían su sudor y el lodo de sus cuerpos.

Natle jamás le perdonó su ida, jamás le perdonó la manera en cómo la dejó sin explicación, sin motivo y sin un beso de despedida, solo sintió repulsión por ella misma, repulsión ante esa entrega total y creo que yo contribuí con ello en los posteriores días.

Joe había tenido la terrible idea, la estúpida y más absurda idea de dejarla de lado, dejándola un lío, después de haber unido sus pedazos solo para romperlos como todo un maldito campeón, admitiendo una alianza maligna mientras ella aun yacía en la cama desnuda. Condujo a su casa de manera precipitada, acelerando sin importarle ya nada, quizás había perdido parte suya también en aquella habitación al dejarla, endurecido, trasformado en alguien que ni yo mismo llegué a conocer, sin muchas explicaciones estacionó su auto y bajó de él solo para entrar a su casa, subir las escaleras y encerrarse en su habitación. Abrió su closet y sacó su bolso y una maleta, abrió cajones, estantes, y guardó todo como si le faltara manos para llenarlo de sus pertenencias, el ruido que hacía era estrepitoso, cajones que caían, prendas de una lado a otro, con el ceño fruncido, la boca en una línea recta, no quería decir ya nada y no había más que decir.

Entonces su mano tomó instintivamente la última foto que se tomaron, ambos estaban abrazados, besándose, mientras que la luz del sol de ese atardecer brillaba en sus rostros, la cámara logró captar la imagen en su esplendor, logró captar un verdadero amor, pero todo debía acabar y Joe se lo repetía tantas veces como si quisiera convencer a alguien, sin saber que deseaba convencerse a sí mismo de ello —Todo acabo —repitió en voz alta —Todo termino. Nunca más, nada de sueños absurdos, de ideas estúpidas —se reprendió a sí mismo por sus sentimentalismos tontos y después de minutos de tortura mental quiso aceptar que era lo mejor, pero una parte de él se negaba a comprender que quizás ese sacrificio no era necesario —Eres parte de mi pasado.

«Nunca tendré una familia contigo, tener dos maravillosos hijos. Poder acariciarte cada noche, tenerte a mi lado cada mañana y saciarme de tu olor, embriagarme de tu amor ¿Cómo poder tener esa oferta? Siempre hay luz al final del túnel, pero perderte será el sacrificio más doloroso que he tenido que hacer en toda mi maldita vida.»

Se lo repitió tantas veces convirtiéndolo en su mantra, tantas, que solo le quedó lanzar la fotografía enmarcada contra la pared y ver como se hacía añicos, sin poder más cerró la cremallera de su bolso y de su maleta, encontrándose desesperado por primera vez en años, necesitaba escapar.

Los ruidos provenientes de la habitación contigua, solo alertaron a sus padres de su presencia, levantándose apresurados de la cama, abrieron la puerta de la habitación de su hijo de par en par, solo para encontrarlo a punto de irse —¿Joe? ¿Qué es lo que estás haciendo? —preguntó su padre, aturdido por su extraño comportamiento.

—Creo que es obvio lo que hago, papá —respondió con agresividad.

Su padre consternado por la manera tan agresiva y ruda en la que su hijo respondió, le pareció extraño y fuera de lugar —¡Joseph! Se lo que es obvio, pero merecemos una explicación. Venir y hacer las maletas es indicio de que algo tramas.

—¡No! Mamá, papá. Estoy bien, más bien díganme ¿Cómo está Max? —logró sacar muchas más cosas necesarias para su viaje, no quería tener un motivo para regresar.

—Hijo... Hijo —su madre no lograba entender la prisa de su hijo.

—Max está recuperándose bastante bien, aunque tú —respondió su padre.

Tomó sus bolsos y trató de irse, pero su madre se interpuso —¿A dónde vas? ¿Qué estás haciendo Joseph?

—¡Debo irme! Debo irme de aquí lo más antes posible —apretó la mandíbula como si el simple hecho de pronunciar su nombre le causaba daño, tanto que sentía como su piel se desgarraba —Pero sin Natle.

—¿Qué? ¡Joe! ¿Has perdido la cabeza? ¿Adónde diablos podrías ir? Estás en la universidad. ¡Natle! Natle enloquecerá cuando se entere —su padre trataba de hacerle entrar en razón, mientras que Anna trataba de detener a su hijo.

 

—Ella estará bien sin mí. Será lo mejor, por la universidad no te preocupes, solo quiero alejarme de ella —las palabras que Joe emitía hizo que su padre lo desconociera.

—No comprendo Joe. Si has tenido una discusión con ella, arréglalo lo más pronto posible, no la puedes dejar sola en estos momentos, se lo que sucedió, Jonathan me llamo, me explicó y eres la única persona que puede mantenerla... —trató de buscar la palabra adecuada.

—¿Mantenerla a régimen? ¿Tranquila? ¿Mantenerlos a todos a salvo? ¿O él único que puede matarle cuando pierda el control? —dio un paso adelante con sus cosas, pero su madre lo detuvo sosteniéndole de los brazos, rogándole no solo que se quedara sino que diera una explicación a su conducta, pero Joe solo veía la forma de salir de allí, no quería escenas, no quería reproches y sobre todo no necesitaba la presencia de Natle en esos momentos, ni ahora, ni nunca —Yo no pedí esa responsabilidad.

—Joseph, cariño. Por favor —rogaba entre lágrimas, lágrimas que a ese hijo no le importaron.

—Mientras yo esté cerca de ella todo acabara más rápido. Necesito tiempo, tiempo para poder salvarla de mí mismo, todos ustedes correrán riesgos. Pueden morir y eso no puedo permitirlo, no puedo dejar que a ustedes les pase algo malo como paso con la familia de Natle o con la familia de Max. Eso jamás me lo perdonaría y no me arriesgaré a que ella los mate —concluyó.

—Hijo, eso se puede solucionar ¿Para qué irte? ¿No puedes acaso hablar? —preguntó su padre —Trata de hablar con Natle. Estás cometiendo una locura.

—Irme es lo mejor, mientras más alejado este, no correrá riesgos a morir por mis manos.

—Pero correrá el riego de morir por otras manos que no sean las tuyas —su padre sostuvo su mano con fuerza.

—Sin mí a su lado estará a salvo de todo. Jamás le quitaría la vida, pero tampoco permitiré que otro lo haga, acabo de tomar una decisión que implica que me aleje de ella lo más posible a cambio de su vida —se soltó con brusquedad mostrando su lado tétrico y oscuro —Así que quítate de mi camino —al ver Tom la forma agresiva de su hijo, opto por levantar la mano tratando de darle una bofetada, pero su madre se interpuso en medio de ellos dos.

—¡No! ¡Tom, no lo hagas! ¡Es nuestro hijo! —le rogó.

—¡No lo es! ¡Este no es mi hijo! —dijo con desdén.

—Por favor... Por favor —gritó su madre desesperada —No digan cosas de las cuales se puedan arrepentir después —volvió el rostro hacia su hijo tratando de calmarlo, pero era inútil —¿Estás seguro de ello? Ambos deben calmarse, hijo debes recapacitar, no puedes irte así por así. Natle te necesita, ella te necesita más de lo que tú puedes llegar a creer.

—Madre no hay nada que recapacitar —volvió a su maleta, tomándola finalmente entre sus manos —Debo irme, por bien de todos.

—¡Hijo! ¡Hijo! ¿Dónde iras? ¿Cómo le explicaremos esto a Natle?

Su padre logró obstruir la puerta, evitando que pudiera salir —No te iras de aquí. No lo permitiré —rogó con desesperación, pero ese no era su hijo, estaba absorto de emociones, de sentimientos, no importaba nada más que su bien —¡Mírame a los ojos! Mírame a los ojos cuando de hablo.

—¡Tom! Por favor, debes dejarme ir. Tengo medios, tengo manos y puedo trabajar. Debo irme y no quiero faltarte al respeto por esto —dio un paso, pero su padre lo contuvo con la mano.

—¡No! —rugió —No dejaré que salgas de aquí y no saldrás por esa puerta —su padre estaba haciendo lo posible para poder retenerlo.

—Quiero que le regreses esto a Max —le entregó a su padre el mismo sobre que yo le había entregado la noche anterior —Él es la persona más adecuada para ella, él sabrá que hacer.

—¡No! No lo harás. Joseph Daniel Cooper Greisen ¡No lo harás! —gritó su madre.

—Tom… Anna ¡Lo siento! Son unos maravillosos e increíbles padres, pero no puedo hacerlo —tomando la iniciativa, pasó por entre sus padres, bajó las escaleras con sus cosas en mano y salió por la puerta principal rumbo a su auto. Abrió la maletera y guardó sus cosas lanzándolas con furia, mientras sus padres bajaban con rapidez para poder detenerlo, pero Joe ya había encendido el auto y salió del lugar, escuchando los gritos de sus padres detrás de sí, implorando que regresara, pero Joe hizo caso omiso a los gritos pisando el acelerador perdiéndose en medio de la calle, Tom abrazo a su esposa deseando poner alto a sus gritos, pero era imposible, habían perdido nuevamente a su hijo.

—¡Tom! ¿Por qué? ¿Por qué? —se recriminó la esposa aun en sus brazos, mientras que su llanto la vencía.

—Son las circunstancias de la vida. De nuestra vida cariño mío —ambos vieron a su hijo a la distancia perdiéndose entre la colina y el sol de esa mañana.

Joe tomó el volante con ambas manos, sus nudillos se volvieron blancos ante la presión que ejercía en él, con el corazón martillando y la boca apretada en un gesto hosco, la mirada al frente, sin dejar de parpadear, ya que las lágrimas brillaban rebosantes por salir —¡Oh Dios! ¡Oh dios! —gritó con amargura mientras conducía.

El móvil que yacía en el asiento delantero comenzó a sonar, Joe sin mirarlo, lo tomó y silenció, dejando que la imagen de sus padres resonara una y otra vez, una y otra vez.

—No contesta cariño —le dijo Tom a su esposa que con piernas y manos temblorosas, trataba de no retorcer sus manos que se encontraban en su regazo.

—Quizás el móvil este guardado, está conduciendo.

—Cariño... —dejó el teléfono sobre la mesa, acuclillándose tomó sus manos entre las suyas, besándolas y sintiéndolas frías —No nos engañemos. Joe no quiere hablar, se fue cariño, se fue. Por segunda vez —Anna tan solo rompió en llanto, abrazando a su esposo con todas sus fuerzas, sin decir más, sin mencionar o tratar de considerar las cosas.

Las cosas no son siempre como se suele creer, vi que ese camino era muy largo, cosas que a simple vista estaban incompletas, Joe había elegido excavar en lo profundo para obtener una respuesta, una sola respuesta a la que concluyo como única. No intentó ver desde otra perspectiva, se cerró en una sola dirección, dejando a muchos con el corazón roto y a mí con las ganas de romperle la cara y patear su trasero hasta matarlo. Pero que más decir, muchos tomamos las decisiones correctas e incorrectas, acertadas o no, siempre supimos que tomarlas cambiaría nuestro destino de una u otra manera.

Entre nuestro camino, cruzamos muchos mundos, entre ellos, vimos a la muerte y pudimos ver que era vivir nuevamente, no conocí a mi madre, pero sé que ella me dejó algo aún muy valioso, el poder amar sin recibir nada a cambio, sin embargo, Joe le dio a Natle mucho más que simple amor, le dio la oportunidad de vivir nuevamente, una nueva oportunidad de poder ver la luz del día. Ambos teníamos la misma misión, cuidarla sin importar el costo, sin saber que ambos nos enamoraríamos de ella, algo que nos obligó a tener una odisea sin fin.

Piora tan solo precipitó las cosas, le mostró un pasado, presente y un dolorosos futuro, haciéndonos entender a todos que éramos vulnerables, éramos débiles, pero aun así teníamos las ganas de vivir, aunque el mundo que nos dejaron estaba lleno de decadencia y peligro, de odio y rencor, éramos parte de algo, éramos parte también de su mundo y debíamos defender lo que también nos pertenecía por derecho, debíamos proteger la tierra que nos cobijó cuando nuestro mundo fue cruelmente destruido y devastado por la guerra.

No deseábamos ser simples títeres de Miaka, él solo seguía las reglas de alguien que ya había muerto, de alguien que no entendía muy bien el valor del sacrificio, del amor, la verdad, lealtad y de la libertad. Sin embargo, jamás se nos mencionaron cosas que podrían darnos señales, la manera adecuada de seguir, forzándonos a enterarnos y seguir caminos que creíamos incorrectos, direcciones que parecían lejanas, pero nada era así, todos, todos nosotros no habíamos elegido ser parte de ello, pero aun así decidimos lo mejor.