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Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora de bestsellers # 1 de LOS DIARIOS DE LA VAMPIRESA, una serie para jóvenes adultos que comprende once libros (y contando) ; la serie bestseller # 1 LA TRILOGIA DE LA SUPERVIVENCIA, un thriller post-apocalíptico que comprende dos libros (y contando) ; y la serie de fantasía épica bestseller # 1 EL ANILLO DEL BRUJO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan están disponibles en audio e impresos, y han sido traducidos al alemán, francés, italiano, español, portugués, japonés, chino, sueco, holandés, turco, húngaro, checo y eslovaco (y en más idiomas próximamente).

A Morgan le encantará saber de ustedes, por favor no dude en visitar www.morganricebooks.com para unirse a la lista de correos electrónicos, recibir un libro gratis, regalos gratis, descargar la aplicación gratuita, recibir las últimas noticias exclusivas, conectarse en Facebook y Twitter, y ¡estar en contacto con ella!

Aclamada por EL DIARIO DEL VAMPIRO

"Rice hace un gran trabajo arrojando a los lectores en la historia desde el principio, demostrando una gran calidad descriptiva que trasciende la mera recreación del ambiente … La novela esté muy bien escrita y es extremadamente rápida de leer."

Críticas –Black Lagoon (sobre Convertida)

"Una historia ideal para los jóvenes lectores. Morgan Rice ha hecho un buen trabajo dándole un giro interesante … es refrescante y única. La serie se centra en torno a una chica … ¡una chica extraordinaria! … Es fácil de leer, con un ritmo extremadamente rápido … Calificación PG ".

--The Romance Reviews (sobre Convertida)

"Me llamó la atención desde el principio y no podía dejar de leerla … .Esta historia es una aventura increíble con un ritmo rápido y llena de acción desde el principio. No hay oportunidad para aburrirse."

--Paranormal Romance Guild (sobre Convertida)

"Está repleta de acción, romance, aventura y suspenso. ¡Ponga sus manos en este libro y enamórese nuevamente."

--vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Una gran trama y, sobre todo, es la clase de libro que tendrá problemas para dejar de leer por la noche. El final creó un suspenso tan espectacular que inmediatamente voy a querer comprar el siguiente libro, sólo para saber cómo sigue.”.

--The Dallas Examiner (sobre Amada)

"Un libro que rivaliza con TWILIGHT y con VAMPIRE DIARIES, y ¡uno que te hará querer seguir leyendo hasta la última página! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es para ti! "

--Vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Morgan Rice prueba de nuevo que es una narradora de gran talento … .Este apelaría a una amplia variedad de públicos, incluyendo a los aficionados más jóvenes del género de vampiros / fantasía. Termina con un suspenso inesperado que te dejará conmocionado ".

--The Romance Reviews (sobre Amada)
Libros de Morgan Rice

EL ANILLO DEL BRUJO

UNA BÚSQUEDA DE HÉROES (Libro # 1)

UN MARZO DE REYES (Libro # 2)

EL DESTINO DE LOS DRAGONES (Libro # 3)

UN GRITO DE HONOR (Libro n º 4)

UN VOTO DE GLORIA (Libro n º 5)

UNA CARGA DE VALOR (Libro # 6)

UN RITO DE ESPADAS (Libro n º 7)

UNA CESIÓN DE ARMAS (Libro # 8)

UN CIELO DE HECHIZOS (Libro n º 9)

UN MAR DE ESCUDOS (Libro # 10)

UN REINADO DE ACERO (Libro # 11)

UNA TIERRA DE FUEGO (Libro n º 12)

UNA REGLA DE REINAS (Libro n º 13)

LA TRILOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA

ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro # 1)

ARENA DOS (Libro # 2)

EL DIARIO DEL VAMPIRO

CONVERTIDA (Libro # 1)

AMADA (Libro # 2)

TRAICIONADA (Libro # 3)

DESTINADA (Libro # 4)

DESEADA (Libro # 5)

COMPROMETIDA (Libro # 6)

JURADA (Libro # 7)

ENCONTRADA (Libro # 8)

RESUCITADA (Libro # 9)

ANSIADA (Libro # 10)

DESTINADA (Libro # 11)

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Derechos Reservados © 2012 Morgan Rice

Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio o ser guardado en una base de datos o sistema de recuperación, sin la autorización previa del autor.

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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o han sido usados como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia.

“¿Quien haya amado no ha amado a primera vista?”

—William Shakespeare


CAPÍTULO UNO

Rhinebeck, Nueva York (Valle del río Hudson)

Época actual

Sentada en su sala de estar, agotada, con los ojos rojos de tanto llorar, Caitlin Paine contemplaba la puesta de sol color rojo sangre, y apenas escuchaba a los agentes de policía que estaban en su casa. Sentía como si todo fuera un sueño. Miró lentamente a su alrededor y vio que el lugar estaba lleno de gente -había demasiada gente.

Los agentes de policía, todos policías locales, se arremolinaban en la sala, unos estaban sentados, otros estaban de pie, varios sostenían tazas de café en la mano. Con caras sombrías, sentados en los sofás y en las sillas frente a ella, le hacían pregunta tras pregunta. Habían estado allí desde hacía varias horas. Todo el mundo en este pequeño pueblo se conocía, y eran personas que Caitlin conocía, ya sea del supermercado o que saludaba en las tiendas locales. No podía creer que estuvieran allí. En su casa. Era como una pesadilla.

Era muy surrealista. Todo había sucedido tan rápidamente, su vida se había vuelto al revés tan de repente, que apenas podía darse cuenta de lo que estaba pasando. Trataba de aferrarse a la normalidad, a alguna rutina que pudiera brindarle consuelo, pero todo parecía escapársele de las manos. La normalidad parecía no existir más.

Caitlin sintió que una mano le apretaba la suya y vio a Caleb sentado a su lado, con el rostro pálido por la preocupación. En los sillones junto a ellos estaban Sam y Polly, con la preocupación también marcada en sus rostros. La sala estaba llena de gente -demasiado llena para el gusto de Caitlin. Quería que todos simplemente desaparecieran y que todo volviera a ser como el día anterior. El cumpleaños de Scarlet, todos ellos sentados a la mesa, comiendo pastel, riendo. Sintiendo que todo era perfecto en el mundo, que nada podía cambiar.

Caitlin pensó en la noche anterior, recordó sus pensamientos de la medianoche, cuando deseaba que su mundo, su vida, no fuera tan normal. Ahora se arrepentía de haberlo deseado. Daría cualquier cosa para que todo regresara a la normalidad.

Había estado envuelta en un torbellino desde que había regresado a casa de su terrible encuentro con Aiden. Después de que Scarlet había irrumpido fuera de la casa, Caitlin había corrido tras ella y la había perseguido por las calles. Caleb se había recuperado de su golpe y la había alcanzado y, como locos, los dos habían corrido por el pequeño pueblo tratando de recuperar a su hija.

Pero no había servido de nada. Se habían quedado sin aliento, mientras perdían de vista a Scarlet. Scarlet había corrido muy rápidamente y había saltado por encima de un seto de ocho pies, sin siquiera frenar. A Caleb le había sorprendido, no así a Caitlin: sabía qué era Scarlet. Sabía, incluso mientras corría, que estaban haciendo un esfuerzo inútil porque Scarlet podía correr con la velocidad del rayo, saltar por encima de cualquier cosa y en pocos segundos la perderían de vista.

Y así ocurrió. Regresaron corriendo a casa, subieron a su coche, y la buscaron frenéticamente por las calles. Pero Caitlin sabía, incluso mientras Caleb se pasaba las señales de alto y doblaba en las esquinas a alta velocidad, que no tenían ninguna posibilidad de encontrarla. No lograrían atraparla. Scarlet, lo sabía, se había ido.

Después de buscar por horas, Caitlin aceptó que no tenía ningún caso y había insistido en regresar a casa y llamar a la policía.

Horas más tarde, estaban casi sobre la medianoche. Scarlet no había regresado, y la policía no había logrado encontrarla. Por suerte, era una ciudad pequeña, y no tenían nada para hacer, y de inmediato habían enviado varias patrullas, y todavía seguían buscándola. Tres oficiales sentados frente a ellos, junto con otros tres oficiales de pie- les estaban haciendo una pregunta tras otra.

“¿Caitlin?"

Caitlin regresó a la realidad. Se volvió y vio el rostro del oficial sentado en el sofá frente a ella. Ed Hardy. Era un buen hombre, tenía una hija de la edad de Scarlet que estaba en su mismo año. Él la miraba con compasión y preocupación. Ella sabía que él sentía su dolor como padre, y que haría todo lo posible por ayudarla.

"Sé que esto es difícil para ustedes", dijo. "Pero tenemos un par de preguntas más. Realmente necesitamos saberlo todo para poder encontrar a Scarlet.”

Caitlin asintió. Trató de concentrarse.

"Lo siento," ella dijo. "¿Qué más necesita saber?"

El Oficial Hardy se aclaró la garganta y miró a Caitlin y a Caleb, luego nuevamente a ella. Parecía renuente a formular la siguiente pregunta.

“No me gusta preguntar este tipo de cosas, pero ¿Ustedes han discutido con su hija últimamente?"

Caitlin le devolvió la mirada, estaba desconcertada.

“¿Discutir?", le preguntó.

“¿Han tenido algún tipo de desacuerdos? ¿Alguna pelea? ¿Hay alguna razón para que hubiera querido irse?"

Entonces Caitlin se dio cuenta: él le estaba preguntando si Scarlet había huido. Él no estaba entendiendo lo que había ocurrido.

Ella sacudió la cabeza con vehemencia.

"No hay ninguna razón para que ella hubiera querido irse. Nunca discutimos. Nunca. Queremos a Scarlet y Scarlet nos quiere. Ella no es de discutir. No es una chica rebelde. No saldría corriendo de esa manera. ¿No lo entiende? No se trata de eso. ¿No escuchó todo lo que le hemos estado diciendo? ¡Ella está enferma! ¡Y necesita ayuda!"

El Oficial Hardy miró a sus compañeros oficiales, quienes lo miraron con escepticismo.

“Discúlpeme por preguntárselo", continuó. "Pero tiene que darse cuenta que todo el tiempo recibimos llamadas así. Los hijos adolescentes muchas veces huyen de sus casas. Es frecuente que lo hagan. Se enojan con sus padres. Y en el 99% de los casos, regresan. Por lo general, unas horas más tarde. A veces, después de un día o dos. Se quedan en la casa de un amigo. Sólo quieren alejarse de sus padres. Y suele ocurrir después que han tenido una discusión con ellos.”

"No discutimos," Caleb intervino con vehemencia. "Scarlet era muy feliz aquí. Anoche celebramos su decimosexto cumpleaños. Tal como lo dijo Caitlin, ella no es ese tipo de chica.”

“Me parece que no escucharon ni una sola palabra de lo que dijimos," Caitlin añadió. "Scarlet estaba enferma. La enviaron temprano a casa de la escuela. Ella estaba teniendo … no sé qué. Tenía convulsiones … quizás eran convulsiones. Saltó de la cama y salió corriendo de la casa. No se trata de una muchacha que huyó de su casa. Es una chica que está enferma. Que necesita atención médica.”

El Oficial Hardy miró de nuevo a los demás oficiales, que continuaban con su mirada escéptica.

"Lo siento, pero lo que nos están diciendo no tiene ningún sentido. Si ella estaba enferma, ¿cómo pudo salir corriendo de la casa?"

"Usted dijo que fue tras ella," intervino otro oficial, con mayor dureza. "¿Cómo pudo correr más rápidamente que ustedes? ¿Sobre todo si estaba enferma?”

Caleb negó con la cabeza, se veía desconcertado.

"No lo sé", dijo. "Pero eso es lo que pasó."

"Es cierto. Cada palabra que dijimos es verdad ", Caitlin dijo en voz baja, con remordimiento.

Ella tenía la repentina sensación de que esos hombres no los iban a entender. Pero ella sabía por qué Scarlet había sido capaz de huir; por qué había podido correr aun estando enferma. Sabía la respuesta que lo explicaría todo. Pero era la única respuesta que no podía darles, una que esos hombres nunca creerían. No eran convulsiones; eran punzadas de hambre. Scarlet no estaba corriendo; estaba cazando. Porque su hija era un vampiro.

Caitlin se estremeció por dentro, y ardía con ganas de decirles, pero sabía esos hombres nunca entenderían. Así que se quedó mirando por la ventana, esperando, rezando, para que Scarlet regresara. Que se sintiera mejor. Que no se había alimentado. Deseaba que esos hombres se fueran y la dejaran sola. No le servirían de nada, de todos modos. Había sido un error llamarlos.

“Detesto decirle esto", añadió el tercer oficial, “pero, por lo que está describiendo … su hija regresó a casa de la escuela, tenía convulsiones, se le subió la adrenalina, salió corriendo por la puerta .... No me gusta decirlo, pero suena como si hubiera tomado drogas. Tal vez cocaína. O Meth. Suena como si estuviera bajo los efectos de alguna droga. Como si estuviera teniendo un mal viaje. Y le subió la adrenalina.”

“Usted no sabe de lo que está hablando", Caleb respondió inmediatamente. "Scarlet no es ese tipo de chica. Nunca en su vida ha tomado drogas.”

Los tres oficiales se miraron entre sí, escépticos.

"Sé que es difícil saber sobre esto" dijo el Oficial Hardy en voz baja, "es difícil para la mayoría de los padres. Pero nuestros hijos pueden llevar una vida que muchas veces no conocemos. Ustedes no saben lo que ella está haciendo cuando no la ven y está con sus amigos.”

“¿Les ha presentado algún nuevo amigo últimamente?", otro oficial preguntó.

De repente, la cara de Caleb se endureció.

"Ayer por la noche", él dijo, con una ira creciente. "Trajo un novio nuevo. Blake. Fueron juntos al cine.”

Los tres policías se miraron en complicidad.

"¿Cree que es eso?", Caleb preguntó. "¿Cree usted que ese chico está empujándola a las drogas?" Mientras hacía la pregunta, Caleb empezaba a sonar más seguro de sí mismo, hasta optimista al haber encontrado una respuesta lógica para poder explicarlo todo.

Caitlin permaneció en silencio, sólo quería que todo eso terminara. Ardía de ganas de contarles la verdadera razón. Pero sabía que no serviría de nada.

"¿Cuál es el apellido del muchacho?" Uno de los oficiales le preguntó.

"No tengo idea." Caleb se volvió y miró a Caitlin. “¿Tú lo sabes?"

Caitlin negó con la cabeza y se volvió hacia Sam y Polly. “¿Ustedes?"

Ellos negaron con la cabeza.

"Tal vez pueda averiguarlo", dijo Polly. "Si son amigos en Facebook …" comenzó Polly, entonces sacó su teléfono celular y comenzó a escribir. "Soy amiga de Scarlet en Facebook. No conozco su contraseña, pero tal vez pueda ver a sus amigos. Y si ella es amigo de él … ".

Polly tecleó, y sus ojos se iluminaron.

“¡Aquí está! Blake Robertson. ¡Sí, es él! "

Los policías se inclinaron y Polly les acercó su celular para que pudieran leer. Los oficiales lo tomaron y se lo entregaron el uno al otro, miraron su rostro de cerca y anotaron su apellido.

"Vamos a hablar con él", dijo el Oficial Hardy, mientras le regresaban el celular a Polly. "Tal vez él sepa algo."

"¿Qué averiguaron con los otros amigos de Scarlet?", otro oficial preguntó. “¿Se han comunicado con ellos?"

Caitlin miró a Caleb sin comprender, habían estado demasiado aturdidos.

“No había pensado en ello", dijo Caitlin. "No se me ocurrió. Ella no iba a la casa de un amigo. Estaba enferma. No parecía ir a ningún lugar en concreto.”

"Hágalo," dijo un oficial. "Póngase en contacto con todos. Es el mejor lugar para empezar.”

"Después de todo lo que he escuchado,tengo que decir," el Oficial Hardy declaró como dando por concluido el asunto, “que esto tiene que ver con drogas. Creo que Bob tiene razón. Suena como un mal viaje. Mientras tanto, vamos a seguir patrullando las calles. Lo mejor que ustedes pueden hacer es quedarse en su casa. Esperarla aquí. Ella volverá.”

Los oficiales se miraron, luego, de repente se pusieron de pie. Caitlin se dio cuenta de que ya querían irse.

Caleb, Sam y Polly se pararon y lentamente Caitlin lo hizo, sintiéndose débil en las rodillas. Mientras le daba las manos a los oficiales y todos se preparaban para salir, de repente, algo le sobrevino. No podía permanecer en silencio por más tiempo. Ya no podía contener el deseo de decirles lo que sabía. Para darles a entender de que no estaban pensando correctamente.

"¿Y si se trata de otra cosa?" Caitlin gritó cuando los policías estaban a punto de salir.

Mientras se ponían sus abrigos, todos se detuvieron, y, lentamente, se volvieron hacia ella.

"¿Qué quiere decir?", el Oficial Hardy le preguntó.

Con el corazón latiendo en su pecho, Caitlin se aclaró la garganta. Sabía que no tenía que decirles; iban a pensar que se había vuelto loca. Pero no podía contenerlo por más tiempo.

"¿Qué pasa si mi hija está poseída?", preguntó.

Todos se quedaron quietos y la miraron como si ella estuviera completamente loca.

“¿Poseída?" uno de ellos preguntó.

"¿Y si no está actuando como si fuera ella?", Caitlin preguntó. "¿Y si estuviera cambiando? ¿Transformándose en otra cosa? "

Un silencio espeso y pesado llenó la habitación, y Caitlin sentía como todos, incluyendo a Caleb y Sam y Polly, se volvían y la miraban. Tenía las mejillas rojas de vergüenza. Pero no podía parar. Ya no. Tenía que terminar la idea. Y sabía que iba a ser un punto de inflexión, a partir de ese momento todo el pueblo ya no la vería como una persona normal y su vida cambiaría para siempre.

"¿Qué si mi hija se estuviera convirtiendo en un vampiro?"

CAPÍTULO DOS

Caleb acompañó a los policías afuera, cerró la puerta y regresó a la habitación con el ceño fruncido. Nunca antes Caitlin lo había visto mirarla con tal ira, y su corazón se colapsó. Sentía como si toda su vida se estuviera desmoronando ante sus ojos.

“¡No puedes estar diciendo esas cosas frente a la gente!", él espetó. “¡Es como si te hubieras vuelto loca! Van a pensar que estamos todos locos. No nos van a tomar en serio.”

“¡Yo no estoy loca!" Caitlin espetó. "Y tú deberías estar de mi lado, y no del de ellos, y deja de fingir que todo esto es normal. Estabas en esa habitación conmigo. Sabes muy bien lo que viste. Scarlet se lanzó por el cuarto. ¿Una convulsión podría provocar una reacción así? ¿Una enfermedad?"

"Entonces, ¿qué quieres decir?" Caleb replicó, alzando la voz. “¿Quieres decir que ella es un monstruo? ¿Un vampiro? Eso es ridículo. Parece como si hubieras perdido el contacto con la realidad."

La voz de Caitlin se elevó con furia . "Entonces, ¿cómo lo explicas tú?"

“Se puede explicar de muchas maneras", él respondió.

“Dime una.”

"Tal vez tenga que ver con su enfermedad. O tal vez, como dijeron, ella está tomando algún tipo de droga. Tal vez ese chico Blake- "

"Eso es ridículo", Caitlin espetó. "Blake es un buen chico. Él no es un traficante de drogas. Y, además, viste cómo ella nos dejó atrás. Ni siquiera pudimos alcanzarla. Eso no es algo normal. No finjas que no lo viste.”

“No quiero saber más de esto", dijo Caleb.

Él se volvió y cruzó la habitación, tomó la chaqueta del ejército del gancho, se la puso y rápidamente subió la cremallera.

"¿A dónde vas?", Caitlin preguntó.

"Voy a buscarla. No puedo quedarme aquí sentado. Me estoy volviendo loco. Tengo que salir a buscarla.”

"Los policías dijeron que lo mejor es estar es aquí. ¿Y si llega cuando estás fuera? ", Caitlin preguntó.

“Entonces, quédate tú aquí y me llamas," Caleb respondió. “Voy a salir.”

Entonces, él cruzó la habitación, abrió la puerta y la cerró de un golpe. Caitlin escuchó el sonido de sus botas mientras descendía rápidamente por la escalera del porche y el crujido de la grava; luego lo oyó entrar en su coche e irse.

Caitlin tenía ganas de llorar. No quería pelear con Caleb, especialmente ahora. Pero no podía dejar que él la convenciera de que estaba perdiendo contacto con la realidad. Ella recordaba lo que había visto. Y sabía que tenía razón. No iba a permitir que otros trataran de convencerla de que estaba perdiendo la cabeza.

Caitlin se volvió hacia Sam y Polly, quien seguían allí, inmóviles, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Nunca antes habían visto a Caitlin y Caleb pelearse. La misma Caitlin nunca antes había visto algo así -hasta ese momento, su relación siempre había sido muy armoniosa. Sam y Polly se veían atónitos, con miedo a interferir. También la miraban como si ella se hubiera vuelto loca, como si no estuviera en su sano juicio. Caitlin se preguntó si ellos estaban del lado de Caleb.

"Creo que tal vez debería buscarla también," dijo Sam tentativamente. "Dos coches buscando por las calles es mejor que uno. Y no sirvo de nada aquí. ¿Te parece bien? ", le preguntó a Caitlin.

Caitlin asintió, no quería abrir la boca por miedo a ponerse a llorar. Sam tenía razón; él no era de mucha utilidad en la casa. Y Polly estaba con ella. Sam se acercó y le dio un rápido abrazo, luego se volvió y salió.

“Tengo mi celular", dijo al salir. "Llámenme si saben algo."

Sam cerró la puerta y Polly se acercó a Caitlin y le dio un largo abrazo. Caitlin le devolvió el abrazo. Se sentía acompañada al tener a su mejor amiga junto a ella. No sabía qué hubiera hecho sola.

Las dos se sentaron una al lado de la otra en el sofá, mientras Caitlin se enjugaba una lágrima que se estaba formando en la esquina de sus ojos. Sus ojos estaban muy rojos y en carne viva después de tantas horas de estar llorando. Ahora, sólo se sentía vacía.

"Lo siento tanto", dijo Polly. "Es como si todo esto fuera una pesadilla. Es simplemente horrible. No tengo palabras qué decirte. No entiendo que pasó. Nada tiene ningún sentido. Sé que Scarlet no se droga. Ella nunca lo haría. Y tienes razón: Blake parece un buen chico.”

Sentada allí, Caitlin se quedó mirando por la ventana mientras caía la noche, y asintió automáticamente con la cabeza. Quería hablar, pero se sentía tan débil, que tenía miedo de ponerse a llorar de nuevo.

"¿Qué crees de lo que dijo la policía?", Polly preguntó. “¿Sobre ponerte en contacto con sus amigos? ¿Crees que sea una buena idea? "

De pronto, Caitlin lo recordó: era lo que tenían que hacer. Se estrujó el cerebro, preguntándose cómo podía ponerse en contacto con sus amigos.

Entonces recordó: el teléfono de Scarlet. Scarlet había salido sin siquiera detenerse a agarrarlo. Su teléfono debía estar en algún lugar de la casa. Tal vez en su bolso. Probablemente en su dormitorio.

Caitlin se levantó del sofá.

"Tienes razón", Caitlin dijo. "Su teléfono. Debe estar en su dormitorio.”

Caitlin atravesó el cuarto y subió la escalera con Polly y Ruth tras sus talones.

Se apresuró a la habitación de Scarlet, vio las sábanas y las almohadas vueltas hacia arriba, vio el hueco en la plancha de yeso donde Caleb había caído y se había golpeado la cabeza, y lo recordó todo. Se sintió mareada mientras revivía todo nuevamente. Se veía como si hubiera ocurrido un desastre.

Caitlin sintió una oleada de determinación mientras revisaba la habitación. Buscó entre el desorden, en su escritorio, en su tocador, entonces vio su bolso colgado en una silla. Buscó en el bolso, sintiéndose un poco culpable, y palpó su teléfono. Lo sacó, victoriosa.

“¡Lo encontraste!" Polly gritó, corriendo hacia ella.

Todavía tenía un poco de batería. Lo abrió, sintiéndose mal por estar espiando, pero necesitaba hacerlo. No sabía los números de los amigos de Scarlet, y no tenía otra forma de ponerse en contacto con ellos.

Apretó los contactos de Scarlet, y luego fue a sus favoritos. Movió el cursor por la lista y vio docenas de nombres. Reconoció algunos nombres y otros no.

"Deberíamos llamar a todos", Polly dijo. "Uno por uno. Tal vez alguien sepa algo.”

Caitlin se quedó sin moverse, como paralizada, de repente se sintió abrumada. Cuando fue a marcar el primer contacto, se dio cuenta cómo le temblaban las manos.

Polly también lo notó; se acercó y puso una mano sobre la muñeca de Caitlin, y la miró.

"Caitlin, cariño, todavía estás en shock. Déjame llamar a todas estas personas. Por favor. Me daría algo que hacer. Siéntate y descansa. Has pasado por un infierno, y ya has hecho todo lo que estaba a tu alcance."

Caitlin sabía que Polly tenía razón. No estaba realmente en su sano juicio. Miró el teléfono y, por un momento, casi olvidó lo que estaba haciendo. Extendió la mano y se lo pasó a Polly.

Caitlin se dio vuelta y salió de la habitación y, en unos instantes, oyó la voz de Polly mientras hablaba con alguien en la línea.

"¿Eres Heather?" Polly llamó. “Yo soy Polly Paine. Soy la tía de Scarlet Paine. Lamento molestarte, pero estamos buscando a Scarlet. ¿La has visto?”

Poco a poco, la voz de Polly se iba desvaneciendo mientras Caitlin bajaba los escalones. Se agarraba de la barandilla, se sentía mareada, como si el mundo fuera a desplomarse debajo de ella.

Finalmente, entró a la sala, se acercó a una silla grande y mullida, y se hundió en ella. Se sentó allí, mirando por la ventana, la cabeza le daba vueltas. A pesar de sus mejores esfuerzos, las imágenes pasaban por su mente: Scarlet en la cama, gritando; su gruñido, cuando arrojó a Caleb, saliendo de la casa .... ¿Todo eso había sido real?

Mientras pensaba en todo ello, no podía dejar de recordar su reunión con Aiden. Sus palabras, su diario. ¿Su diario había causado todo eso? ¿Por qué había tenido que ir a ese estúpido ático? ¿Por qué tuvo que ir a verlo? Si no lo hubiera hecho, si no lo hubiera tocado, ¿todo esto habría sucedido?

Pensó en la advertencia de Aiden, que Scarlet desataría el vampirismo de nuevo en el mundo.

Es necesario que la detengas.

Caitlin se quedó sentó allí, mientras se preguntaba. ¿Qué estaba haciendo Scarlet en ese momento? ¿Se estaba alimentando de la gente? ¿Se estaba convirtiendo en un vampiro? ¿Lo estaba propagando? ¿El mundo nunca sería el mismo? ¿Era Caitlin la responsable de eso?

Caitlin tenía ganas de agarrar el teléfono y llamar a Aiden.Para presionarlo. Exigirle que le dijera todo, hasta el último detalle.

Pero no se atrevía. Agarró el teléfono y lo sostuvo pero algo dentro de ella la detuvo. Recordó las palabras finales de Aiden, que le provocaron una nueva oleada de náuseas. Quería a Scarlet más que a la vida misma, y nunca podría hacerle daño.

Mientras seguía sentada allí, con el teléfono en la mano, mirando por la ventana, escuchando la voz lejana de Polly en el piso de arriba, su mente daba más vueltas y vueltas. Sintió sus párpados pesados. Antes de que pudiera darse cuenta, estaba profundamente dormida.

*

Caitlin despertó y se encontró sola en su casa grande y vacía. Todo estaba en silencio. Se quedó sentada allí, preguntándose donde se habían ido todos, se levantó y cruzó la habitación. Curiosamente, todas las persianas y cortinas estaban cerradas. Se acercó a una de las ventanas, y abrió la persiana. Miró hacia fuera y vio un sol rojo sangre, pero esta vez se veía diferente. No parecía la puesta del sol, sino el amanecer. Estaba confundida. ¿Había estado durmiendo toda la noche? ¿Scarlet había vuelto a casa? ¿Y dónde se habían ido todos?

Caitlin se dirigió hacia la puerta principal. Por alguna razón, sintió que tal vez Scarlet estaba allí, esperándola.

Lentamente, abrió la pesada puerta y miró hacia fuera. Pero el mundo se veía completamente inmóvil. No había ni una sola persona en la calle, y ni un solo coche a la vista. Todo lo que oía era el canto solitario de un pájaro. Levantó la vista y vio que era un cuervo.

Caitlin escuchó un ruido repentino, y se volvió y regresó a la casa. Entró a la cocina, buscando alguna señal de alguien. Escuchó otro sonido metálico, y se dirigió a la ventana en la pared del fondo. Las cortinas estaban corridas allí también, lo cual era extraño, porque Caitlin siempre las dejaba abiertas. Tomó las cortinas, y tiró de la cuerda.

Entonces, dio un salto atrás con miedo. De pie afuera, con su rostro hacia la ventana, estaba el rostro pálido, blanco de un vampiro, completamente calvo, con los colmillos extendidos hacia el cristal. Gruñía y siseaba mientras colocaba sus palmas contra el cristal. Caitlin vio sus largas uñas amarillas.

Se escuchó otro ruido, y Caitlin se volvió y vio la cara de otro vampiro en la ventana lateral.

Se oyó el ruido de cristales rotos, Caitlin se dio vuelta y vio otra cara en otra dirección. Este vampiro rompió el vidrio con la cabeza mientras se burlaba de ella.

De repente, su casa se llenó con el sonido de cristales rotos. Caitlin corrió por la casa y, por todas partes, las paredes eran diferentes a como las recordaba. Ahora, todas eran de cristal, y por donde viera, se corrían las cortinas y se rompían las ventanas cada vez que vampiro tras vampiro pegaba contra los vidrios con su cabeza.

A medida que más y más ventanas se rompían Caitlin salió corriendo de una habitación a otra, hacia la puerta principal, tratando de escapar.

Llegó a la puerta principal, la abrió de golpe y se detuvo en seco.

Allí, de pie, frente a ella, con una mirada mortal en sus ojos, estaba Scarlet. Miraba a Caitlin, se veía más muerta que viva, completamente blanca y con una mirada feroz: quería matar. Aún más sorprendente, detrás de ella había un ejército de vampiros, miles de ellos. Todos estaban esperando para seguirla y precipitarse en la casa de Caitlin.

“¿Scarlet?", Caitlin preguntó con miedo en su voz.

Pero antes de que pudiera reaccionar, Scarlet hizo una mueca, se echó hacia atrás, y se abalanzó sobre Caitlin, dirigiendo sus colmillos a su garganta.

Caitlin se despertó gritando e irguiéndose en la silla. Se tomó la garganta, frotándola con una mano, mientras con la otra mano, trataba de alejar a Scarlet.

“¿Caitlin? ¿Estás bien?”

Después de varios segundos, Caitlin se calmó y miró hacia arriba y se dio cuenta que no era Scarlet. Era Sam. Al principio, estaba confundida. Entonces se dio cuenta con gran alivio que había estado durmiendo. Había sido sólo una pesadilla.

Caitlin se quedó sentada allí, respirando con dificultad. De pie junto a ella estaban Sam, con una mano sobre su hombro y su cara de preocupación, y Polly. Las luces estaban encendidas, y vio que afuera estaba oscuro. Echó un vistazo al reloj de pie y vio que era después de la medianoche. Debió haberse quedado dormida en la silla.

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