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DE LA SOCIEDAD DE NACIONES A LA GLOBALIZACIÓN: VISIONES DESDE AMÉRICA Y EUROPA


DE LA SOCIEDAD DE NACIONES A LA GLOBALIZACIÓN: VISIONES DESDE AMÉRICA Y EUROPA

EDITORES

Mercedes Samaniego B. / Andrés Medina A.

Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile 2020


DE LA SOCIEDAD DE NACIONES A LA GLOBALIZACIÓN:

VISIONES DESDE AMÉRICA Y EUROPA.

Universidad Católica de la Santísima Concepción

Registro Propiedad Intelectual: 2020-A-6596

ISBN edición impresa: 978-956-6068-07-5

ISBN edición digital: 978-956-6068-19-8

En conformidad con la política editorial de Ediciones UCSC, este libro ha superado una evaluación por pares de doble ciego realizada por revisores externos a la Universidad Católica de la Santísima Concepción.

Editorial Universidad Católica de la Santísima Concepción

Alonso de Ribera 2850. Concepción Chile

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1° Edición, Octubre 2020

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ÍNDICE

Agradecimiento Dr. Andrés Medina Aravena

Presentación Rector Christián Schmitz Vaccaro

Prólogo Dra.Mercedes Samaniego Boneu

PARTE PRIMERA. VISIONES DESDE AMÉRICA

Capítulo I: Una aproximación al estudio de la participación chilena en la Sociedad de Naciones

Frank Avilés

Capítulo II: La Guerra Fría y el origen del Pacto de Río

Andrés Medina

Capítulo III: Unasur: Otra experiencia fallida de integración regional

Juan Eduardo Mendoza

Capítulo IV: Chile y el sistema internacional americano: desde entreguerras al contexto de la Guerra Fría interamericana (1920-1973)

Mauricio Rubilar- Claudio Tapia

Capítulo V: La diplomacia de la Santa Sede en las relaciones internacionales multilaterales

Carlos Salinas

Capítulo VI: Un mundo en transformación, Chile y la Sociedad de Naciones

Erna Ulloa

PARTE SEGUNDA. VISIONES DESDE EUROPA

Capítulo VII: España en el mundo entreguerras

Juan Gay

Capítulo VIII: Las Consecuencias de la Gran Guerra: La paz de Versalles y la Sociedad de Naciones. Una visión desde Europa

Ricardo Martín- Guillermo Pérez

Capítulo IX: La Sociedad de Naciones y su contribución al discurso internacional de los Derechos Humanos

María de la Paz Pando Ballesteros

Capítulo X: Estonia y la Sociedad de Naciones: Análisis histórico y crítico

David Troitiño- Tanel Kerikmäe

ANEXOS

Literatura e Historia: Bella del Señor

María Ortiz

Cine e Historia

Mercedes Samaniego

AGRADECIMIENTOS

Con el libro que tenéis a la vista, cerramos un ciclo que se inició en el I Congreso Internacional Chile-España llevado a cabo el año 2010, en la Universidad Católica de la Santísima Concepción, en momentos que vivíamos las dolorosas consecuencias que dejó el terremoto y posterior maremoto que afectó a gran parte del territorio chileno.

Cuando presentamos esta quinta publicación, fruto de los cinco Congresos que se desarrollaron desde ese lejano primer encuentro, podemos sentir la satisfacción de haber cumplido con los objetivos propuestos, entregando a nuestros estudiantes, destinatarios principales que tuvimos a la vista al momento de proyectar estos eventos académicos, conocimientos actualizados, presentados desde variadas visiones interpretativas, por distinguidos académicos de universidades nacionales como españolas principalmente, a todos quienes agradecemos su participación y amistad que nos honra.

Con el objetivo cumplido, es la hora de expresar nuestra gratitud a quienes han colaborado, de las más variadas maneras, a concretar este ciclo de Congresos Internacionales. Que duda cabe en reconocer a nuestra querida profesora y amiga, Dra. Mercedes Samaniego Boneu, catedrática Jean Monnet de la Universidad de Salamanca, como el pilar donde se afirmó todo el andamiaje de los encuentros realizados, sin su colaboración y estímulo, concretar este proyecto no habría sido posible. Por ella, sabemos y agradecemos el respaldo, también decisivo, de la distinguida catedrática española Dra María Dolores Gómez Molledo (Q.E.P.D), que patrocinó la realización de estos encuentros binacionales.

Junto a estos protagonistas externos debemos reconocer y valorar el apoyo institucional de nuestro Rector Christián Schmitz Vaccaro, que con gran convicción y entusiasmo, impulsó la realización del último Congreso, llevado a cabo en nuestra Universidad el año 2018, acompañándonos en su desarrollo.

Nuestra facultad, representada por el decano Dr. Alfredo García, nos brindó su apoyo en todas las necesidades de recursos, tanto humanos como materiales, para alcanzar los objetivos trazados. La editorial de nuestra Universidad,a quien agradecemos en la persona de su director Gonzalo Bordagaray, tendrá a su cargo, como ya lo hizo con los libros anteriores, la edición de la última publicación, permitiendo la difusión de las ponencias presentadas.

Nuestra gratitud en la realización del último Congreso se extiende al Círculo Español de Concepción y al cónsul hispano don Juan Villanueva. Igualmente agradecemos por el apoyo entregado, a la Segunda Zona Naval, en la persona de su comandante en jefe el año 2018, contraalmirante Sr. Marcelo Gómez García.

Un reconocimiento particular a los colegas académicos de nuestro departamento por su participación y respaldo decisivos en la concreción del evento. Especial mención al Dr. Mauricio Rubilar, en la tarea de colaborar con la revisión de las ponencias presentadas. Para la Sra. Vivian España, a cargo de la secretaría del departamento, por su valiosa colaboración en todo el ciclo de Congresos, nuestra profunda gratitud. Igualmente, por su apoyo en la preparación y desarrollo del evento y posterior edición del libro, las gracias a don Alejandro Mora. Valoramos y agradecemos el trabajo de don Juan Bravo, diseñando el afiche de publicidad y portada del libro.

Un evento en cinco capítulos se cierra, todos dedicados a nuestros estudiantes. En esta hora, recordamos desde 2010, a tantos alumnos ayudantes y a otros que se acercaron con el interés de apoyar una tarea que sería enriquecedora tanto para sus propios intereses académicos, como para el departamento. Personificamos y representamos a todos ellos en las figuras de Kabir, Magdalena, Roxana y Monserrat, que trabajaron arduamente en diferentes tareas, para lograr que el último Congreso tuviera el mismo éxito de los que lo precedieron.

Finalmente nuestra gratitud a Dios, de quien todo viene.

Prof. Dr. Andrés Medina Aravena

PRESENTACIÓN DEL RECTOR

Tengo el honor de presentar a través de estas breves líneas, el libro correspondiente al V Congreso Internacional Chileno-Hispano: “De la Sociedad de Naciones a la globalización: visiones desde América y Europa”. Se trata de la época de globalización moderna que se inicia al finalizar la I Guerra Mundial la Gran Guerra. Por primera vez se asoman serios intentos de que los Estados- Naciones de aquella época se organicen a nivel global, una idea que ya aparecía esbozada por Kant en su famosa obra “La paz perpetua”. Nace así la Sociedad de Naciones, en 1919. Con el ingreso de Alemania en 1926, la Sociedad vino a cumplir su verdadera función como instancia de acercamiento y diálogo entre Estados, cuya historia estuvo marcada por el antagonismo bélico y político. En este contexto, merecen ser recordados, particularmente, dos hombres que hicieron historia: Gustavo Stresemann y Aristide Briand, ministros de relaciones exteriores de Alemania y Francia, respectivamente. Ambos políticos, ganadores conjuntos del Premio Nobel de la Paz, demostraron que la reconciliación y el entendimiento entre países son posibles, pese a tantas diferencias acumuladas a lo largo de la historia. Ese mismo espíritu de hacer primar la paz, el entendimiento y acercamiento en las relaciones entre las naciones inspiró luego de la II Guerra Mundial, la creación de la Organización de las Naciones Unidas y sentaron las bases para la cooperación internacional a través del multilateralismo. Sin lugar a dudas, estos antecedentes contribuyeron significativamente al estrechamiento de las relaciones entre Europa y América e igualmente a la configuración de la globalización actual.

Con la ejecución del V Congreso Internacional Chileno-Hispano: “De la Sociedad de Naciones a la globalización: visiones desde América y Europa”, se llegó al final de un fructífero camino de intercambio de conocimientos y experiencias que tuvo sus inicios en 2010, precisamente en esta nuestra casa de estudios superiores, lugar destacado en la celebración del Bicentenario en la ciudad de Concepción.

Desde el primer momento la UCSC comprometió su apoyo, aunando esfuerzos con la cátedra Jean Monnet de las profesoras Mercedes Samaniego y María Dolores Gómez Molledo (Q.E.P.D), ambas de la Universidad de Salamanca, que permitieron la realización de una serie de Congresos internacionales que abordaron temáticas decisivas en la evolución del vínculo Europa–América. Los historiadores participantes han consolidado vínculos académicos y de amistad, que han enriquecido la comprensión del antiguo y nuevo mundo, desde la vereda de dos naciones y continentes.

Por último, quiero agradecer a todos los académicos participantes y que estuvieron comprometidos en estos sucesivos Congresos Chileno-Hispano, y un especial agradecimiento al equipo académico de la carrera de Licenciatura en Historia y al Director del ciclo de seminarios realizados desde 2010, Dr. Andrés Medina Aravena, quienes han sabido traspasar a las nuevas generaciones que están en formación, la importancia del conocimiento de la Historia para plantear, a futuro, el camino que una nación debe transitar en el contexto global.

Concepción, junio 2020

Christian Schmitz Vaccaro Rector

Universidad Católica de la Santísima Concepción

PRÓLOGO

DE LA SOCIEDAD DE NACIONES A LA GLOBALIZACIÓN: VISIONES DESDE AMÉRICA Y EUROPA

Mercedes Samaniego Boneu Cátedra Jean Monnet de Historia de la Integración Europea Universidad de Salamanca

Ha llegado el momento de abordar el balance final de la serie de Encuentros internacionales llevados a cabo gracias a la colaboración de un puñado de profesores de historia contemporánea pertenecientes a la Universidad Católica de la Santísima Concepción de la ciudad chilena de Concepción; a las Universidades españolas de Valladolid, de Granada y del Estudio salmantino; así como a la europea de Tallin en Estonia.

Procede aún con la brevedad propia de un Prólogo, traer a la memoria el origen de estos encuentros congresuales, que no es otro que el impulso de quien patrocinó las reuniones chileno-hispanas a lo largo de los últimos años. Nos referimos a la Profesora María Dolores Gómez Molleda, Catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca, que tras larga y fecunda actividad académica, nos dejó en el año 2017, aunque su recuerdo permanece entre quienes la conocimos y tuvimos la oportunidad de aprender de su magisterio de excelencia. Reconocemos en su persona y en su dedicación a la investigación histórica, un referente que dejó huella entre tantos profesores y alumnos formados en su Cátedra, aprendiendo de sus enseñanzas y de su exclusiva dedicación universitaria.

En los cinco Congresos celebrados tanto en Concepción como en Valladolid, hemos tratado de conmemorar grandes hechos históricos que por su relevancia merecían la atención de docentes e investigadores, con el claro objetivo académico de ofrecer a los estudiantes de nuestras Universidades la visión crítica de un relato histórico fundamentado en contenidos documentados y sometidos a debates alejados de apriorismos de dudosa fiabilidad.

Al cumplirse el centenario de la señalada fecha de 1919, convinimos en la necesidad de centrarnos en los resultados del célebre Tratado de Versalles y de sus, por entonces, inimaginables consecuencias para la humanidad. Es biencierto que la firma del Tratado llevaba aparejada una serie de cambios que las distintas ponencias del Congreso clarifican, procurando dar significado a lo ocurrido en cada país, fuera cual fuese su ubicación territorial y fuera cual fuese su situación político-ideológica, social, económico-financiera o cultural. En general, la historia escrita de la época se inclina por narrar los motivos de tensión que los acuerdos surgidos al finalizar la Gran Guerra alimentaron entre los vencidos. Pero no faltaron en los años veinte motivos de euforia como lógica réplica a los desastres bélicos. Las diferentes visiones generadas, en nuestro caso desde América y Europa, facilitan el repaso de las consecuencias de aquella postguerra, sin pretender agotar todos los factores que dan cuenta de un momento histórico de tanto calado.

No cabe duda de que la etapa denominada de Entreguerras arrastra fenómenos históricos que dan tono a la época y que incluso tomados aisladamente explican tanto lo ocurrido en las circunstancias en que se producen como en el transcurrir del tiempo próximo y más lejano. La consolidación de la democracia en países fortalecidos por el triunfo bélico e incluso entre los vencidos, es una de las notas dominantes del periodo, lo cual no impidió que las consecuencias de la crisis de los primeros años veinte fomentaran la aparición de los regímenes totalitarios que se agregaron al triunfo revolucionario comunista de la URSS.

Sabemos que no es posible contemplar los años que transcurrieron entre 1919 y 1939 como una etapa histórica plana, dadas las mutaciones sufridas a partir de los llamados felices años veinte y el comienzo de la II Guerra Mundial. Y es que no solo deberíamos detenernos en las situaciones históricas indicadas propias de cada país, sino en las tendencias globales que subyacían e iban matizando el devenir del futuro. Sin duda, aquellas dos décadas marcaron no solo la etapa subsiguiente a la Gran Guerra, sino que fueron el origen de un mundo nuevo nacido tras la II Guerra Mundial, cuyos efectos son bien conocidos, quizá por la cercanía en el tiempo y por la fuerza de la llamada Guerra fría, del colapso del comunismo y sus consecuencias en el umbral del siglo XXI.

En este breve apunte inicial de una obra editada por el Profesor Dr. Andrés Medina Aravena, me siento cordialmente obligada a agradecer el interés y buen hacer que ha prodigado desde el primer Congreso de la serie de los celebrados tanto en Chile como en España, donde siempre ha estado presente y donde ha ofrecido sus conocimientos plenos de interpretaciones cargadas de intencionalidad profunda para una mejor comprensión del mundo contemporáneo. Celebro que el punto final de estos Encuentros se haya puesto en la Universidad Católica de la Santísima Concepción, donde sus autoridades académicas y su profesorado han contribuido a la realización de estas reuniones en medio de un clima de entera satisfacción científica y de relación humana que deben subrayarse para conocimiento de propios y extraños.

No es menor la consideración debida a la labor realizada por los Profesores Dr. Guillermo Pérez Sánchez y Dr. Ricardo Martín de la Guardia de la Universidad de Valladolid en orden a la organización de los Congresos celebrados en España y a la edición del libro referido a El Colapso del Comunismo. Su rigor académico e incansable entrega a la tarea de investigar, merecen el elogio de la comunidad universitaria en momentos en que se precisa una seria formación histórica por parte del alumnado.

Numerosos han sido los ponentes procedentes de varias Universidades, tanto españolas como americanas y últimamente de Estonia, que han participado en los cinco Congresos realizados. Vaya para ellos mi agradecimiento, con especial intensidad para el Profesor Dr. Juan Gay Armenteros de la Universidad de Granada, compañero de tantos Seminarios y reuniones europeas. Su participación en nuestros Encuentros merece específicamente mi reconocimiento.

Deseamos que las publicaciones en donde hemos ido recogiendo el contenido de las ponencias presentadas en los cuatro Congresos precedentes y en esta última obra donde se editan los trabajos realizados en agosto de 2018, no cayeran en el olvido de los estudiantes que tanto en Chile como en España han seguido estas enseñanzas, a los que agradecemos su presencia, sin la cual hubiera sido poco gratificante el esfuerzo de tantos docentes que han honrado estas páginas.

En el capítulo de agradecimientos no puede faltar una sincera mención a la acogida que siempre hemos tenido por parte de las autoridades universitarias facilitando las reuniones de trabajo, las aulas para las actividades relacionadas con la presentación de audiovisuales y, sin duda, el acompañamiento dispensado en ratos de relación amistosa entre colegas empeñados en unas mismas metas.

Solo la interpretación del Himno académico traduciría adecuadamente los sentimientos que nos unen en la gratificante vocación intelectual en la que estamos comprometidos y que nos gustaría transmitir a los estudiantes que en nuestros días y en el porvenir se embarquen en esta singladura de la Historia, especialmente la del mundo contemporáneo, interpretado en ocasiones mediante formulaciones ideologizadas, sin contrastar con las auténticas fuentes que dan cuenta de los hechos que deben ser adecuadamente analizados por los maestros del saber histórico, únicos valedores de nuestro pasado.

PARTE PRIMERA


Visiones desde América

CAPÍTULO I

UNA APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LA PARTICIPACIÓN CHILENA EN LA SOCIEDAD DE NACIONES: EL CASO DEL SEGUNDO CONFLICTO ÍTALO-ETÍOPE (1935-1936)

Frank Avilés Morgado*

INTRODUCCIÓN

La Sociedad de Naciones (SDN, 1919-1946) -también conocida como Liga de las Naciones- vio la luz tras el fin de los luctuosos sucesos asociados a la Primera Guerra Mundial, constituyendo el principal referente para las relaciones internacionales en el periodo entreguerras. De acuerdo a lo planteado por Mark Mazower, el citado organismo representó un puente entre el mundo imperial del siglo XIX y el auge del Estadonación del siglo XX1, teniendo la misión de –gracias a los espacios de multilateridad propiciados por este- superar los secretismos tan propios de la época decimonónica y, de paso, favorecer la participación de otros actores de la escena internacional.

A modo general, es posible afirmar que la SDN, junto con buscar la estabilidad del orden internacional recientemente creado, y sentar las bases de la futura paz mundial que idealmente debía imperar en el mundo en lo sucesivo, también se erigió con la finalidad de propiciar la denominada “seguridad colectiva”2 de la comunidad internacional; un concepto novedoso para la época cuya premisa esencial, de acuerdo a Kissinger, era que “todas las naciones considerarían de igual modo cada amenaza a la seguridad y estarían dispuestas a correr los mismos riesgos al oponérsele”3.

Compuesto por tres órganos principales –la Asamblea General, el Consejo (cinco miembros permanentes y cuatro no permanentes) y la Secretaría General- el aludido organismo ginebrino tuvo su época de oro fundamentalmente en el último lustro de la década del veinte, pudiendo solucionar algunas controversias menores, como por ejemplo la existente entre Finlandia y Suecia por las islas Aland4. Para la década del treinta, en tanto, tuvo que hacer frente a una multiplicidad de conflictos que demandaron su pronunciamiento, tales como la guerra de Manchuria, que enfrentó a China con Japón (1931); la guerra del Chaco (1933); el problema ítalo-abisinio (1935) y la Guerra Civil en España (1936)5.

Al respecto, cabe decir que tanto el conflicto manchuriano como los que tuvieron lugar en Etiopía y en España tienen un denominador común: el ser tristemente célebres por la ineficiencia de la SDN a la hora de solucionarlos. En ese contexto, y en el entendido que Chile fue uno de los miembros fundadores del Covenant, y designado posteriormente como integrante rotativo del Consejo del organismo, cabe preguntarse ¿cuál fue su posición en torno a dichos conflictos dentro de la SDN? Siendo más específico, ¿cuál fue la postura de Santiago, particularmente frente al segundo conflicto ítalo-etíope?

La importancia del tema en cuestión radica en el hecho de que la inoperancia de la SDN creó las condiciones ideales para el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, en el entendido que el principal mecanismo para evitar un conflicto de carácter global –la seguridad colectiva- fracasó rotundamente a lo largo de la década del treinta, empezando con el caso de Manchuria, continuando con el ítalo-etíope y culminando con la Guerra de España.

Para dar respuesta a estas interrogantes, hemos basado nuestra labor heurística en el examen de documentación primaria disponible en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, la cual ha sido complementada con bibliografía funcional a los objetivos de investigación anteriormente planteados.

Los estudios dedicados específicamente a la vinculación chilena con la SDN son significativamente escasos, con la saludable excepción de algunos títulos que abordan -de manera tangencial- su participación tanto en el organismo multilateral como en el periodo de entreguerras. Igualmente, las alusiones al conflicto entre Italia y Etiopía son mínimas, por no decir inexistentes.

Por una parte, destaca Historia Diplomática de Chile (1541-1938), la obra clásica en materia de estudios internacionales escrita por Mario Barros Van Buren, que en su parte final aborda el segundo gobierno de Alessandri, la presencia chilena en la SDN y el retiro del país de la citada organización6. Sin embargo, no profundiza en el problema ítalo-etíope; característica que comparte con el texto de Rafaelle Nocera titulado Chile y la Guerra 1933-1943, el cual resalta tanto el rol del panamericanismo en la época entreguerras como la relación chilena-estadounidense posterior a la depresión económica mundial7. A diferencia de los dos anteriores, y haciendo gala de su particular pluma, Enrique Bernstein, en su obra titulada Recuerdos de un diplomático: haciendo camino 1933-1957, en poco más de cinco páginas, sí explica el contexto en el que se dio la guerra en suelo africano y el accionar internacional chileno al respecto, entre otros puntos8; aunque claramente su mirada está lejos de abordar dicho tema particularmente. Igualmente, otorga ciertas luces el libro de Felipe Portales, Historias desconocidas de Chile, quien, apoyado por un acabado estudio de la prensa de la época, entre otros, realiza una investigación detallada en torno a la política exterior chilena de los años treinta, subrayando el rol de la administración Alessandri y su vinculación con los gobiernos italianos y alemanes de la época9.

Por otra parte, es preciso señalar que gran cantidad de datos conocidos sobre la presente temática provienen de investigaciones realizadas fuera de las fronteras de Chile. En esta lógica, el texto de David Jorge, en su obra Inseguridad Colectiva10, dedica un apartado a la importancia del conflicto italo-abisinio como precedente de la Segunda Guerra Mundial; aunque su gran contribución a la historiografía de entreguerras sigue siendo el sólido análisis que realiza en torno a la Sociedad de Naciones y su inacción respecto del conflicto internacional en suelo español, que tuvo lugar entre 1936 y 1939: conflagración en la que el rol jugado por Chile todavía tiene algunas lagunas por saldar.

Finalmente, uno de los análisis más completos y sólidos que existen a la fecha sobre el tema en particular es el libro de George Baer, titulado Test Case: Italy, Ethiopía and the League of Nations. En dicha publicación, el autor somete a un análisis crítico toda la documentación por él recopilada; abordando el rol anglo-francés en el conflicto, el papel desempeñado por la comunidad internacional en el mismo y las consecuencias que trajo -no solo para los involucrados, sino que para el mundo entero-destacando la exigua importancia que ésta le brindó al conflicto11. Aún así, las menciones a Chile y su accionar diplomático son, reiteramos, reducidas y casi inexistentes.

I.- CONTEXTO INTERNACIONAL: EL CAMINO HACIA LA FORMACIÓN DE LA SDN

I.1. ANTECEDENTES

Si bien no es comparable con la SDN por razones obvias, la única especie de antecedente que podría considerarse como equiparable a dicho organismo es el Congreso de Viena de 1815 y el nuevo orden internacional que de este emerge, basado en el concepto de equilibrio entre los Estados y la promoción de la paz por parte de estos. Más adelante, casi al terminar el siglo XIX, la denominada Convención para la Resolución Pacífica de Controversias Internacionales, en el marco de la Conferencia de La Haya de 1899, supone un punto de inflexión en este ámbito, sobre todo en el plano jurídico. Esta primera instancia, en la que Chile no participó, aspiraba básicamente tanto a resolver amistosamente las controversias internacionales y limitar la compra de armamento, como a recurrir al arbitraje y a la mediación de “potencias amigas” en caso de conflicto inminente12. Ello supuso, de acuerdo a lo planteado por Crespo, el primer intento oficial para establecer una codificación de dichos procedimientos13.

Posteriormente, la segunda Conferencia de la Haya, de 1907 -en la cual, a diferencia de la anterior, el país sudamericano si participó- se ocupó de realizar una serie de modificaciones a lo acordado en la primera de estas, con la misión de facilitar el acceso al arbitraje de los países miembros (entre los cuales también se encontraban tanto representantes franceses, ingleses como alemanes; principales protagonistas de los sucesos post 1914)14. Asimismo, al dividir su trabajo en comisiones, se pudo abordar temáticas relacionadas con el arreglo pacífico de las controversias, problemáticas propias de la guerra –tanto terrestre como marítima-, así como también aquellas vinculadas con iniciativas tendientes al desarme15; todas ellas con dispar resultado.

Con todo, es sabido que ninguna de estas conferencias estuvo a la altura de las circunstancias, lo que impidió evitar la Primera Guerra Mundial, con los resultados ya conocidos16.

I.2. LA FORMACIÓN DE LA SDN: SUS PILARES Y DESAFÍOS EN EL PERIODO ENTREGUERRAS

Concluída esta, el periodo entreguerras (1919-1939) se asomó en el horizonte como una época de contrastes, en la cual -si bien el colonialismo se hizo notar en tanto cuanto eran los países septentrionales quienes dominaban el mundo- ciertamente no existía una potencia que detentase el poder en solitario y de manera indiscutida. En dicho contexto, con el imperativo de buscar una paz permanente que permitiese evitar la repetición de conflictos como el vivido entre 1914-1918 surgió la SDN; un bálsamo que representaba un avance para el sistema internacional de ese entonces17.

A diferencia de lo ocurrido en 1899, y en consonancia con lo acontecido en 1907, Chile sí tuvo participación en el surgimiento de este nuevo organismo, creado en torno a los principios expresados en Versalles por el Presidente Wilson tras la conflagración bélica y el triunfo de la Entente. Como parte de su adhesión al Pacto de la SDN, Santiago oficializó su ingreso el 10 de enero de 1920, lo que significó una serie de derechos, pero también de obligaciones a cumplir por parte del país, entre ellas el comprometerse a respetar y mantener tanto la integridad territorial como la independencia política de los miembros (art.10) y no recurrir a la guerra a la hora de alguna controversia, solventándola en lo sucesivo por la vía diplomática e incluso por el arbitraje si fuese necesario (art. 13). Estos puntos cobraban vital importancia, ya que en lo sucesivo, cualquier acto de guerra llevado a cabo por un miembro del citado organismo internacional, implicaba de manera inmediata el que fuese considerado como una agresión a todos quienes integraban la SDN (art. 18). Paralelamente, el ser miembro de la SDN implicaba no solo cumplir, sino también velar por hacer cumplir lo estipulado en el Pacto. Cabe preguntarse entonces,¿Hasta qué punto Chile llevó a cabo lo anterior?

En este sentido, es necesario señalar que para mediados de la década del veinte, tenían la calidad de Estados miembros de la SDN, además de Chile, tanto Italia- uno de los fundadores del Pacto- como el Imperio Etíope (el cual pasó a integrar la SDN en 192318). El primero de estos, bajo el influjo de la ideología fascista encabezada por Benito Mussolini, mientras que el país africano estaba sometido al poder del Negus Haile Selassie19. Veamos cuál era la situación de cada uno de los involucrados en el conflicto.

I.3. SITUACIÓN DE ITALIA

No debemos olvidar que Italia, pese a su unificación tardía, siempre aspiró a tener posesiones coloniales, siendo África, geográficamente, el continente más cercano para alcanzar dicho propósito. Si bien lo logró parcialmente (sus posesiones en Eritrea y Somalia son una muestra de ello), inicialmente los esfuerzos italianos se concentraron mayoritariamente en consolidar el naciente Estado, por lo que las aventuras al continente africano pasaron a ocupar un lugar secundario. Casi al finalizar el siglo XIX, esta visión cambiaría. Roma esperó someter a Addis Abeba mediante la figura de un protectorado, lo que desató la Primera Guerra Ítalo- Etíope20. Sin embargo, esta estuvo lejos de resultar favorable a los intereses imperialistas italianos, teniendo los romanos que reconocer, irremediablemente, la independencia del también conocido como Imperio del León de Judá.