180 días en Siria

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180 días en Siria
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Fabricio Pitbladdo

180 días en Siria


Pitbladdo, Fabricio

180 dÌas en Siria / Fabricio Pitbladdo. - 1a ed. - Ciudad AutÛnoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

ISBN 978-987-87-1521-6

1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. TÌtulo.

CDD A863

Índice de contenido

Portada

Créditos

Índice

Capítulo I: Purgar

Capítulo II: Estambul

Capítulo III: 180 días en Siria

Capítulo IV: Guerra

Capítulo V: Pérdidas

Capítulo VI: Viaje de regreso a Turquía

Capítulo VII: Ascenso

Capítulo VIII: Reencarnación

Capítulo I: Purgar

—Hacía varias semanas ya lo veníamos planeando, pero los recursos escaseaban y el viaje sería un suicidio... pero si nos quedábamos lo único que conseguiríamos sería una muerte en vida, larga y extremadamente dolorosa. Pienso que eso fue lo que nos animó a lanzarnos y a emprender el famoso viaje de la vida... hoy lo recuerdo en esta eternidad de silencio, de pura nada y no hago otra cosa que no sea llorar y maldecir mi decisión. Mi madre siempre me decía que no hay decisiones malas o buenas, simplemente hay decisiones. Quizás si lo analizo en frío no fue tan mala, ¿no?

—¡Pero por supuesto que no! Me acerque a él y definitivamente fue lo mejor que me pasó en la vida aunque tuvo sus costos, y los que más me pesan es que lo tuvo que pagar él y no yo... ¡Qué desgraciada que fue la vida conmigo! Pero supongo que lo es con todos... ¿Habrá sido así con todos? No lo sé, pero pensar que no soy la única infeliz, aunque suene egoísta mi pensamiento, noto que me hace bien, me da un sentimiento de acompañamiento. Qué extraño... Cuando me deprimo el cielo aquí se oscurece, me pregunto por qué será, todo es muy raro.

—Y... ¿Por qué te parece raro, Farah? —preguntó una voz jovial y pura, parecía la de un joven no mayor de 20 años.

La joven comenzó a mirar hacia todos lados, girando en su propio eje, con intención de ver algo más que esa espesa niebla blanca en una eternidad de universos completamente gris... eterna que la rodeaba, quizás con ver de dónde provenía la voz o solo quizás con intención de ver algo, la locura se encontraba a un paso en ese lugar.

—¿Quién eres tú? ¿De dónde me hablas? —preguntó Farah un poco asustada y sorprendida, ya que no podía conocer de quién era esa hermosa voz ni mucho menos reconocer su procedencia.

Por tanto girar, termino cayéndose.

—¿Te asusté? Perdóname no fue mi intención... si quieres puedo irme y volver más tarde.

—Un poco tengo que admitir, pero por favor no te vayas... no hablo con nadie hace demasiado tiempo... —La joven mujer aún en el piso seguía mirando hacia arriba, como si fuera a ver algo o a alguien—. ¿Eres real o estás en mi cabeza? —insinuó al borde de un colapso nervioso.

—¿Y porque esté en tu cabeza no soy real? —rio la voz—. Aquí te vas a llevar unas cuantas sorpresas si no expandes tu visión un poco—. Y pregunta—: ¿Hace cuánto tiempo crees que estás aquí? —preguntó la voz en un tono burlón.

Farah se queda pensando unos instantes...

—Demasiado tiempo creo, días enteros, no lo sé en verdad... no tengo referencia de nada aquí. —Agacha la cabeza y se agarra el estómago—. No tengo hambre ni sed ni sueño, ni tan siquiera deseo, solo tristeza —dijo Farah un poco decepcionada.

—Quizás te sorprendas o te extrañes al enterarte que estás aquí hace tan solo unas pocas horas, me atrevería a especificar unas 10 o 9. El problema es que aún no te has acostumbrado y no sabes dominar este nuevo poder que tienes... por eso es que estás tan triste y este lugar te parece... ¿Cómo lo habías llamado? Una eternidad de puro silencio, pura nada —dijo la voz—. Pero ¡tranquila! Todo eso que quieres aquí ya no te será necesario.

—¡Espera un minuto! —exclamó Farah.

El único ser en toda la faz de esa nada volvió a pararse y erguirse con toda seguridad, seguridad que no sentía hace mucho, se acomodó su blanco vestido, se tiró el pelo para atrás, con su nueva paz, la niebla se había hecho menos espesa y se podía ver mejor... kilómetros de pura nada, ya no era gris, sino blanco, su premio había sido pura inexistencia.

—Dime... ¿Qué sucede? —susurró la voz—. ¿No está bueno que ya seamos amigos y podamos hablar así con tanta confianza? —La voz decía barbaridades como esta, siempre de manera burlona.

—¡No somos amigos!

—No te conviene tenerme como enemigo...

A Farah le molestaba mucho que la sobraran, y sentirse "menos" que alguien, aunque ese "alguien" sea una voz omnipresente, pero ante la innegable verdad de que esa voz era su única compañía, decidió aceptar sus cargadas y de tanto en tanto seguirle el juego al dueño de esa voz, que parecía un poco loco o como mínimo un ser bastante morboso, la joven entre los intervalos de la conversación había pensado una serie de interrogantes que ella seguía sin poder resolver.

—¿Puedo preguntarte una cosa?

—Sí, por supuesto... ¡ya lo hiciste!

—¿Perdón? —Farah no podía entender con qué nueva bromita le iba a salir.

La voz comienza a reírse de una manera ya ni siquiera infantil, como su habla y tono delataba que era, sino enfermiza, ya no podía entenderse para qué estaba esa voz, si para ayudar o para hacer su estadía más larga y poco llevadera... ¿Era un castigo?

—Me dijiste si me podías hacer una pregunta, ¡y sí... ya me la hiciste! —a carcajadas arremete contra la golpeada conciencia de Farah—. Palabras tuyas, no mías...

—Pero por favor te lo pido. —Farah se dejó caer sobre sus rodillas, ya completamente decepcionada y sintiéndose derrotada—. Ayúdame, eres todo lo que tengo.

La voz al ver a Farah caer en un nuevo estado de tristeza, al ver el cielo ponerse gris nuevamente... ¿Eso podía llamarse cielo?, decidió cambiar rápidamente de tema, al ver que sus bromas no estaban ayudando en nada, decidió ser un poco más benévolo y comprensivo con la niña que estaba derrotada en el suelo.

—Bueno, perdón... solamente quería hacerte reír un poco, con risas este lugar se te hará más llevadero, ¡bah! Todo en la vida es más llevadero con risas, ¿o no? —La Voz con un tono notoriamente culpable intenta arreglar un poco las cosas—. De verdad, no quería hacerte mal, estoy acá para ayudarte y eso puedo jurarlo... ¿Me disculpas? —En la nada de esos murmullos, había una sinceridad indudable.

—Bueno, voy a intentar confiar en ti. —Farah vuelve a pararse—. Pero por favor intenta mantener las bromas y chistes a lo mínimo posible, al menos hasta que me haya acostumbrado a estar acá.

—Lo prometo... Y ahora ya fuera de bromas. ¿Qué querías preguntarme?

—Bueno, primero que nada... ¿Cómo sabes que pensé eso?

—¿Qué? —preguntó La Voz medio confundido.

—Que llame a este lugar una Eternidad de silencio, de pura nada.

—¡Ah eso! Perdóname. —La Voz ríe tímidamente—. Es que memoria nunca fue mi segundo nombre y bueno, tiendo a olvidar detalles de ese tipo.

—Bueno... —Farah mira con los ojos hacia arriba ya medio cansada de las vueltas—. ¿Podrías decirme?

—Es entendible que estés confundida, todos cuando llegamos entendemos poco. —La Voz hablaba con un tono bastante calmo, como si fuera un maestro al que le apasiona enseñar—. Algunos más que otros, pero tú eres uno de los casos que entiende poco. ¡Pero no pasa nada! Todo a su tiempo, Farah, querida... bueno, primero, no lo pensaste, simplemente estuviste contando tu historia una y otra vez durante horas, y no, no soy ningún tipo de adivino ni tengo poderes místicos —suelta una risa media burlona—. Hablaste sola sin parar varias horas y por eso sé algunas cosas tuyas, como tu nombre, entre otras cosas, frases que crees que pensaste, pero en verdad dijiste ¡fuerte y claro!, pero no te preocupes que a todos les pasa, yo simplemente estuve escuchando para entender un poco y poder ayudarte... pero debo admitir que no será fácil, ya que tienes una historia complicada. ¡Pero suerte la tuya que me gustan los desafíos!

A Farah le tomó unos segundos procesar toda esa información e intentó hacer memoria para corroborar si lo dijo o no, o si simplemente lo pensó y este ser podía leer sus pensamientos, por más que se esforzara, no había caso, tenía todos sus recuerdos en blanco.

—¿Por qué no puedo recordarlo? Es raro...

—No sabría decirte, hasta que sales de las paredes en las que tú misma te encierras al comienzo, no empiezas a retener cosas nuevas... y sí es raro, no le des vueltas a un tema que ni yo entiendo.

 

—¡Ay! Qué vergüenza que hayas tenido que escuchar todo eso —dijo Farah sonrojada—. No quería que escucharas cosas así.

—No hay problema y no tienes que disculparte, Farah... Estoy aquí para ayudarte, esa es mi única misión en este momento y lugar. —La voz con un tono reconfortante se lo hizo saber—. De verdad, no sientas vergüenza y confía en mí todo lo posible.

—Bueno, está bien... ¿Puedo preguntarte otra cosa?

—Sí —exclamó el niño, del cual solo Farah conocía su tierna voz—. ¡Pregúntame lo que quieras!

—Hace un rato dijiste que tengo un poder y aún no se controlarlo... ¿De qué poder hablas?

—Ese poder que te digo es simplemente poder cumplir lo que quieras. Quizás poder está mal dicho, simplemente es que tu deseo sea plasmado, sin prejuicios ni cinismos, todo lo que quieras puede ser real acá, sin tiempos ni frenos, nunca más estarás atada a un reloj o a algún impedimento de cualquier índole ¿Podríamos llamarlo capacidad? Más que "poder", ya que es una palabra muy abstracta, creo que capacidad va mejor.

—Y este lugar ¿qué es?

—Este lugar y todo, incluso tú pueden ser lo que quieras que sea es todo y no es nada... Por eso para ti es todo silencio y millares de kilómetros de pura nada. —La Voz toma repentinamente un tono serio—. Es solamente eso, esta realidad, esta existencia, existe y se rige por tus reglas, hay reglas comunes para todos. Pero la realidad que tú ves, sientes y vives es que la tú quieres. Pero tranquila que de a poco ya lo entenderás y lo aprenderás a controlar.

Farah, sin muchos remedios ni ideas, se agarró la cabeza y empezó a reír.

—Este será un día para el olvido, definitivamente. —Rio tímidamente.

—¡Tranquila, niña!... Que de a poco irás digiriendo todo.

—A todo esto, y sacando tu faceta un poco chistosa... Eres muy amable y estoy segura de que entenderás que ese planteo que me hiciste genera más preguntas de las que contesta —dijo Farah mirando para todos lados, como si quisiera verlo y con un tono bastante calmo.

—Sí, puedo imaginarlo. —Hizo escuchar en su mente la voz riéndose.

—¿Solamente voy a escucharte en mis pensamientos?

—Por el momento sí —contestó La Voz sin demasiadas vueltas—. Igualmente todo a su tiempo, ya me conocerás y verás lo lindo que soy. —Ríe la voz...

—¡Pero no es justo! Tú puedes verme y escucharme a mí —exclama Farah algo molesta—. ¿Por qué no puedo yo a vos?

—Simplemente, porque no y punto... no es algo que puedas cambiar solo con quererlo o que se pueda negociar.

—Bueno, entonces... —gritó Farah con bastante confianza—. Si esta realidad es lo que yo quiero que sea y pasa lo que yo quiero que pase, ¡quiero que te personifiques delante de mí! —dijo Farah con un tono muy seguro, golpeando la mano derecha en forma de puño contra su mano izquierda abierta.

—No puedo, por favor entiéndeme...

—¿Por qué no? —preguntó Farah.

—¿Recuerdas que te dije algo sobre unas reglas generales para todos? Bueno, esta es una de ellas, no puedes ver ni interactuar con nadie hasta que no hayas asumido tu nueva existencia y estés lista.

—¿Cómo? ¡No es justo! —dijo Farah con bastante enojo y frustración.

Cuando Farah terminó de decir eso, toda esa eternidad sin principio ni mucho menos fin pasó de un blanco profundo a un rojo muy fuerte, el clima se tornó cálido y húmedo, se podía sentir una atmósfera bastante pesada y triste.

—¿Qué pasó? ¿Por qué cambió todo? —preguntó Farah asustada.

—Ya te lo he dicho, Farah... esta realidad es por acción u omisión lo que tú quieres que sea, trata de calmarte porque este lugar refleja todo lo que quieres o sientes, y cambia bastante rápido —la Voz dijo eso con un tomo irónico—. Esto ya no es como cuando estabas viva, trata de acostumbrarte porque si no se convertirá para ti en un verdadero infierno —dijo la voz con un tono serio

—Estaba pensando en eso hace un rato. —Una lágrima le atraviesa la cara—. Pero no me animaba a preguntártelo... ¿Estoy muerta, no? —pregunta Farah un poco decepcionada.

—Siento ser yo el que te lo diga Farah, pero sí... lo estás.

—¿Cómo morí? —preguntó Farah con un tono sorprendentemente calmo.

—No lo sé, hablaste muy poco de tus últimos momentos, intenta hacer algo de memoria y quizás salga, si no con el tiempo lo recordarás —dijo La Voz con algo de tristeza—. Igualmente tengo que felicitarte... La noticia de tu muerte te la tomaste bastante bien. —La Voz intentaba buscarle el lado positivo para distraer a Farah y que esta no pensara mucho.

—Espera un minuto. ¿QUÉ PASÓ CON ABDEL? —comenzó a gritar Farah, exigiendo una respuesta.

Su realidad pasó de un rojo a un negro profundo y un fuerte viento sin ninguna fuente lógica se había levantado, sin luz sin nada por lo que luchar ni ningún deseo de existir Farah se dejó caer en el suelo y poco a poco sus brazos pasaban de su característico color de piel a un blanco cada vez más profundo, su pelo se volaba de aquí para allá por culpa del fuerte viento y cuando su lágrima tocó ese oscuro suelo de a poco empezó a llover.

—¡ESPERA, FARAH! ¡POR FAVOR! Tu realidad cambia según lo que quieras y sientas, sea lo que sea eso se verá plasmado en todo tu existir, ¡intenta calmarte y escucharme! POR FAVOR. —La voz no paraba de gritar dentro de la cabeza de la adolescente desesperada—. Por tu bien, INTENTA CALMARTE.

—¿Pero por qué? —gritaba Farah desesperada tirándose de los pelos. ¿Por qué se dieron las cosas así?

Farah inmersa en su inagotable desesperación, se tiró de costado al piso, su piel, de tez morena se volvió roja por los nervios, se cubría la cara mientras lloraba la muerte de su hermano, mientras que el viento le volaba todo el pelo y su vestido, no podía dejar de preguntarse ¿por qué? ¿Por qué —Si seguía recibiendo malas noticias, la desesperación en ese lugar se volvería moneda corriente en su nueva vida.

—¡Porque sí!, esto ha sido así, y lo será por toda la eternidad, no depende ni de ti ni de mí, la muerte es inherente a la vida, ¡nunca podría existir la luz si no hubo oscuridad antes! Tendrás que aceptarlo o pasar el resto de tus días en esta miserable existencia... —La Voz cuando quería, daba argumentos bastante convincentes, y este era uno de esos—. Él murió de la misma manera que moriste tú y que morí yo, entiéndelo o enloquecerás.

Al escuchar estos argumentos Farah empezó a recapacitar y no le quedo más alternativa que aceptar su realidad, se secó las lágrimas, se volvió a parar, miró toda esa dimensión ahogada en un profundo color negro y soltó un risita un poco tímida, pero más que reconfortante para hacer que ese interminable negro se convierta en un suave blanco, automáticamente vio cómo su color de piel empezaba a volver a la normalidad, pasaba de ese rojo provocado por los nervios a su color habitual.

—Es raro esto, ¿así que estoy muerta? Ya estoy empezando a recordar —se agarró la pera y miró hacia arriba... me dispararon creo, o ¿me disparé? No estoy segura, solo sé que fue una bala la que me dio muerte, este lugar es gracioso, ojalá en la tierra fuera tan fácil broncearse y cambiar de color de piel. — Farah con una sorprendente calma se lo hizo saber a la voz.

—¿Esto es el famoso cielo? —pregunta Farah con ganas de saber más, para poder entender y entenderse a sí misma. Muy tímidamente comenzó a caminar sin rumbo alguno por esa llanura desierta de vida o de colores—. Es largo esto, eh, realmente interminable. —Su paso era continuo y seguro, sin corte alguno, ni tan siquiera para ver a dónde iba, ella podía sentir que ese lugar valía la pena conocerlo y, si las cartas se le habían jugado de esa manera, entonces bienvenido sería su nuevo destino

Todavía no debería contestarte esa pregunta...pero como estas avanzando lo hare. Si podría decirse que esto es el cielo, aunque aún no estamos en el completamente, te falta solo un poco.....—¡Ah! ¿Viste que sería más fácil de esta manera? Perdóname pero tengo que decírtelo, ¡te lo dije!... —dijo la voz riendo.

—¡Ja! ¿Así que te gusta echar cosas en cara? —dijo Farah con un tono amigable.

—Cuando es pertinente hacerlo sí, me encanta hacerlo... —dijo la voz con un tono serio de repente.

—¡Ah! ¿Ahora te volviste serio de vuelta?

Farah empezó a reír como hacía toda una vida no reía y se queda pensando en que el famoso paraíso es real, pero según esa voz que parecía ser una especie de guía, no estaba aún en él, entonces... ¿Dónde está? ¿En qué sueño o realidad alterna se había metido?, la cabeza se le estaba empezando a llenar de preguntas de nuevo, tenía miedo de estar soñando todo, pero si lo soñaba era porque esa Voz le había mentido y seguía viva, podía volver a ver a toda su familia y la gente que ella amaba y quizás hasta por la que dio la vida. Ya nada parecía real o cierto, solo horizontes repletos de preguntas e incertidumbre, también tenía miedo en que si pensaba demasiado podía volver a cambiar su realidad, quizás hasta cambiarse a ella misma, y eso es algo que jamás permitiría, entonces solo quedaba en la mente de Farah una pregunta lógica que se respondía prácticamente por sí sola... ¿Cómo poder avanzar sin miedos ni dudas?, y la única respuesta sería de la misma manera que vivió sus últimos momentos, confiando en la gente que le rodea y simplemente seguir, pensando lo menos posible en las tormentas que podían presentarse en esos horizontes y recordó algo de sus clases de psicología en su escuela en Estambul... "los miedos simplemente no desaparecen, solo nosotros adquirimos la maduración necesaria para no pensarlos y aprender a vivir con ellos"... cuánto había cambiado todo desde aquel entonces.

—Qué hermosa risa tenés, deberías reír más seguido... me das un extraño sentimiento de compañía, gracias, Farah, hacía mucho no lo sentía... —dijo la voz conmovida—. ¿Estás bien, nena? Te quedaste callada unos segundos, cosas rara en vos... hablas mucho —dice la voz riendo.

Farah se sorprende por lo perspicaz que es el sujeto o el jovencito dueño de esa voz, y que muy probablemente él estaba observándola a ella...

—Nunca te agradecí lo que estás haciendo por mí, perdóname... —intentó disculparse la adolescente algo avergonzada por la falta de modales o como mínimo por ser malagradecida con aquel joven que tanto estaba haciendo por ella sin pedir nada a cambio.

—Ya te lo he dicho, mi única labor aquí es que esa sonrisa sea el amanecer de todas las mañanas... bueno, aquí no hay mañanas y, si las hay, solo será porque tú lo deseas, pero tú entiendes —dijo la voz riendo—. Sacando toda la poesía barata que uso para hablar, de verdad, si te ayudo me ayudo a mí mismo, estoy acá exclusivamente para que puedas seguir adelante, ni más ni menos.

—¡Eres muy bueno conmigo! Eres realmente excepcional... ¿Por qué eres así conmigo? —preguntó Farah, algo desconcertada por la amabilidad que demostraba aquella extraña voz.

—Porque cuando yo llegué —guarda un instante de silencio—. Alguien lo fue así conmigo y a ese alguien, alguien lo habrá sido con él y así sucesivamente, es como un precio que hay que pagar o, como se le dice, una especie de derecho de piso que todos tenemos que pagar, incluso tú, Farah, pero cuando llegue el momento.

—¿Cuándo será eso? —pregunta Farah.

—La deuda que todo hombre paga, tarde o temprano todo lo que hacemos, lo devolvemos... toda la energía que consumimos durante nuestra vida, al momento de perecer, nuestro mortales cuerpos, al fin y al cabo, simples caparazones para nuestras almas, sirven como abono para la tierra o alimento para otros animales... la oscuridad trae luz, la muerta trae siempre nueva vida, simplemente hay que tener buen ojo para darse cuenta, mientras estás vivo, claro... ya en muerto, esas cosas se hacen obvias. —La voz guarda silencio—. Acá, se aplican más o menos los mismos patrones, cuando llegamos, así completamente perdidos como tú, otra alma que ya pasó por eso, te ayuda a tomar conciencia, purificarte y alcanzar una real superación —explicó la voz con bastante claridad.

—Y... ¿Cómo te das cuenta de que ya está todo listo?

—Simplemente te das cuenta... Cuando tu momento llegue, al igual que la muerte, llega antes de lo que crees y sorpresivamente, ¿no es cierto? —dijo la voz en un tono irónico y nuevamente burlón.

—Ya volviste a ser vos de nuevo, con tus comentarios irónicos y demás... ¡espera un momento! —dijo Farah, como si hubiera descubierto algo que estuvo siempre frente a sus ojos.

—Y ahora ¿qué sucede? —la voz comenzó a reír.

 

—¿Estuviste vivo? —preguntó seriamente Farah.

—¡Pues claro que sí! Como todos aquí, allá y en todas las direcciones que imagines de este lugar, todos alguna vez estuvieron vivos —dijo la voz con mucha tranquilidad—. Soy simplemente un alma que busca reencarnar, y para eso, primero tengo que ser un guardián y ayudar a un alma desamparada y confundida como la tuya.

—Y un guardián es... —insinúa Farah.

—Un guardián es un alma humana, no, no somos ángeles por si pensabas preguntarlo. —Ríe la voz—. Que su única función es ayudar a otra alma y únicamente solo a esa, a pasar al paraíso, o como lo llaman también, al cielo común, en donde están todas las demás almas que ya pasaron por este proceso y una vez ahí, si deciden pueden ser guardianes también, para una vez concluida su labor, reencarnar.

—¿Hay casos de almas que no pudieron pasar nunca al paraíso?

—Em... —La voz piensa—. Supongo que sí, la verdad no lo sé, seguro hay almas a las que les toma más tiempo que a otras aceptar su nueva existencia, no solos los humanos, también las almas tienen mucho apego a la vida, pero la verdad no sabría especificarte una respuesta.

Farah, ante toda esta nueva información, volvió a cuestionarse varias cosas, que días atrás, o para ella parecían días, ya que el tiempo ahí avanzaba distinto a la tierra, días, semanas e incluso años, millares de ellos, quizás eran minutos en la tierra, aquella que había sido su todo, su vida, hoy ya ni siquiera podía recordar o sentir qué era el tiempo, cómo se sentía ver la frustración del avance del tiempo y el no cumplimiento de las expectativas de vida, todo eso acá no valía una mierda, Farah volvió a tomar valor, para querer saber, al fin y al cabo, los más infelices son los que más saben, eso era así en la tierra, debía ser también ahí—. Y entonces... ¿Qué es este lugar?

—Todavía no estás lista para saberlo, Farah, perdóname, una vez más —explica pacientemente la voz a Farah . —Este labor, para que salga bien, tiene que ser extremadamente meticuloso y protocolar, sé que te sientes lista y preparada, pero ignoras que estás constantemente a un paso de la locura, solo alguien que te mira desde afuera y que sabe cómo mirar, notaría que un paso es lo que te separa del desquicio —concluye la voz aparentemente de unos 13 años.

—Bueno, ya entendí... no me lo repitas más, a todo esto... ¿Cómo te llamas? —pregunta Farah resignada pero interesada en el muchacho.

—William es mi nombre. ¿No te lo dije todavía? Qué raro...

—¡William! ¡Qué hermoso nombre que tienes! Y no, no me lo habías dicho. ¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó Farah un poco decepcionada...—Ella pensaba que ya tenían confianza.

—Es que me da pena, siempre he sido una persona tímida... si lo era en vida, imagínate ahora en muerte. ¡EY! —exclama William—. Igualmente tú no me lo preguntaste, ¿o sí? —respondió William riendo.

—¿Eres tímido y por momentos bromista? ¿Qué más eres? —pregunta riendo Farah—. Pero en esta tengo que darte la razón... no te lo pregunté, no sé por qué no lo hice, supongo que me metí demasiado en la conversación que olvidé preguntarte tu nombre, perdóname —concluyó.

Ríe William.

—Los nombres no son necesarios o como mínimo son detalles menores... piensa en todos los ángeles que deben existir y prácticamente no sabemos los nombres de ninguno y a pesar de eso siguen siendo uno más majestuoso que el otro. —Se para de hablar y recuerda lo que dijo Farah—. ¡Ey! Y no me digas "tímido y poco bromista", nadie es perfecto y todos tenemos algo malo dentro nuestro.

—Bueno, perdona... y que conste que para mí los nombres importan. Ahora que tenemos más confianza, ¿puedo llamarte Will? —pregunta Farah.

—¡Pero por supuesto! —dijo William.

—Entonces, Will, creo que todavía no te lo pregunté, pero ¿cómo sabes mi nombre? No recuerdo habértelo dicho... ¿o sí? ¡No me mientas!

—¿Por qué te mentiría, Farah? Y sí, me lo dijiste... igualmente siento como que si ya nos conociéramos de antes, es raro, no lo sé... quizás me enamoraste... por eso nuestra conexión ... ¡ya sabes todo lo que se dicen de esas cosas!

—¡Ay! ¿Cómo dices esas cosas? —dijo Farah sonrojándose—. No bromees con estas cosas, William.

—Y... uno nunca sabe. —William responde riéndose y burlándose de Farah—. Además tenemos para rato acá juntos.

—Bueno, puede ser, pero ¿cómo voy a enamorarme si ni siquiera te conozco? —Farah se sonrojaba y miraba al cielo con un poco de vergüenza

—¡Es broma, Farah!... me gusta verte reír y sonrojarte.

—Bueno, está bien... y dime, ¿cuándo podré pasar al cielo, cielo? Por favor no me digas que "cuando esté lista", me explicaste detalladamente todo menos eso... —preguntó Farah.

—Es que esa es la única respuesta, tú todavía estás en el paso anterior, cuando estés lista pasarás al cielo, edén, nirvana, elíseo, paraíso... cada cultura lo llama de una manera distinta, pero al fin y al cabo todas se refieren más o menos a lo mismo —agrega Will—. No pienses en cosas que no necesitarás saber.

—¿Por qué se refieren todas "más o menos" a lo mismo? —insiste Farah con las preguntas que según William eran innecesarias—. ¿No son todos lo mismo?

—No exactamente... hay muchos cielos y realidades dentro de más realidades... es complicado de entender, ni yo lo entiendo del todo —insiste William—. No le des mayor importancia —replicó con un tono medio esquivo. Querida Farah... quizás no lo notaste todavía, ¿o sí?

—¿Qué debería notar? —preguntó Farah extrañada.

—Sube la cabeza y mira para arriba... ¿Qué ves? —dijo William riéndose.

—El cielo y las nubes... ¿Qué tienen? No logro entender.

—¡Exacto! El cielo y las nubes... ¿no te das cuenta? Tu realidad está dejando de ser vacía y aburrida, ya hay un cielo y nubes —exclama con felicidad Will.

—¡Ay, es cierto! ¡También ya hay pasto! ¿Cómo no lo noté?

Farah no podía creer lo que estaba frente a sus amarronados ojos, de vuelta lo estaba volviendo a ver. "¿Estoy viva de vuelta?", no podía dejar de preguntarse, era imposible ver un paisaje así, si era el cielo o no, ya no importaba nada, podía pasarse toda su eternidad para descubrir toda la belleza de ese lugar... Al oeste habían montañas con altos picos nevados, muy al oeste, tal vez cientos de kilómetros, jamás iba a saberlo ¿y qué importaba?, al este podía divisarse un playa, también muy lejana, hermosa de verdad, sus ruidos y siluetas de arena de asomaban para ser vistos por quien sea que quiera disfrutar de su blanca y limpia arena, te invitaba a volver a morir o a nacer en sus médanos, con la brisa como a puñados y el ruido del agua como el llanto de bebé que alguna vez fuiste. La joven con los ojos llorosos de la emoción, se agachó y agarró un trozo de pasto solo para arrancarlo de darle muerte, ¿para qué?, solo deseaba acercárselo a la cara e inhalar con toda la capacidad de sus pulmones... Tan solo ella quería volver a sentir ese hermoso olor a vida. Nunca según sus recuerdos, que volvían a ella como una lluvia que cae sobre una hoja en blanco, había tenido tantas ganas de oler algo, ella lo habría definido, solamente como algo hermoso e infinito, fue único. —Así que esto era estar viva —se decía Farah a sí misma. Ahora podía notar lo que significaba, en vida no le habría dado nunca importancia a tal majestuosidad que se abría entre sus ojos, sin más vueltas comenzó a correr, como si quisiera llegar a algún lado pero no apuntaba a nada, solo quería cansarse, agitarse, respirar todo ese aire una vez más. Había vuelto a sentir esa real felicidad, esa que no se disimula, que sin conocer a la persona, se nota real.

—¿Te gusta? —pregunta Will.

—Es hermoso ¡Mira este campo!, horizontes y horizontes de estos hermosos paisajes y todo para mí.

—Impresionante, ¿no? —pregunta William—. Y lo hiciste todo vos.

—¿En qué momento? No pensé en que quería esto.

Entre los pastizales, comienza a hacer memoria e intentar recordar si ella había pensado en ese paisaje, quizás era algún recuerdo de ella, algún lugar que visitó durante su vida y al pensarlo aunque sea por un instante, se plasmó el deseo en la realidad... o en teoría esto funcionaba así según la voz que se hacía llamar por William.

—No lo sé, solo tú lo sabes, quizás es algún lugar que visitaste en tu vida, un recuerdo o algún lugar que te hubiera gustado conocer, también simplemente algo que imaginaste de manera inconsciente, lo único que tienes que saber es que estás acá para descansar y encontrar la paz... disfrútalo.

Farah consideró seriamente lo que la jovial voz le estaba diciendo, cansada de correr prácticamente en círculos grandes, se tiró al pasto a descansar, su pecho se expandía en cada respiración, en cada onda de aire que entraba a su cuerpo, aire más puro que ese no podía existir, podía volver a sentir cómo el pasto le picaba la piel, cómo el sol le calentaba el cuerpo, puso sus brazos atrás de su cabeza y soltaba pequeñas risitas de a ratos... parecía una loca, pero no era más que una niña que se sentía viva una vez más.