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MADRES DE FAMILIA CON TRABAJO REMUNERADO Y NO REMUNERADO

Este trabajo se enfoca en el análisis de la organización cotidiana de familias cuyas madres tienen trabajo remunerado porque en estos casos, a diferencia de los de familias cuyas madres se dedican al hogar, se puede identificar mayor complejidad en términos de la disponibilidad de tiempo y presiones asociadas a ello, que afecta la organización de su vida diaria. Aunque el criterio de inclusión se centra en la madre con trabajo remunerado, se analiza también la participación de los padres en los casos de las familias en que el padre forma parte del hogar. Por otra parte, se presentan contrastes y similitudes entre los cinco grupos socioculturales participantes.

De las 80 familias entrevistadas, se identifican 54 familias (67.5%) en las que la madre tiene un trabajo remunerado y 26 familias (32.5%) en las que la madre se dedica al cuidado de los hijos y al trabajo del hogar no remunerados. La siguiente tabla muestra las frecuencias y porcentajes de madres de familia con trabajo remunerado y de madres que se dedican al hogar por cada grupo sociocultural (véase tabla 3.1).

TABLA 3.1 NÚMERO Y PORCENTAJE DE FAMILIAS CUYAS MADRES TIENEN TRABAJO REMUNERADO

(Tr) Y MADRES QUE SE DEDICAN AL HOGAR POR GRUPO SOCIOCULTURAL


Como se puede observar, prácticamente siete de cada 10 madres (67.5%) están incorporadas al mundo laboral. En la muestra total, todos los padres de las familias biparentales y reconstituidas de todos los grupos reportaron contar con trabajo remunerado; en el caso de las familias monoparentales, ya fueran nucleares o ampliadas, no se solicitó información acerca de los padres.

En su conjunto, el promedio de horas de trabajo que reportan es de 34 horas semanales, la jornada mínima es de cuatro horas y la máxima, de 70. La jornada laboral de los padres promedia 54 horas, con un rango de 35 a 112 horas a la semana.

La figura 3.1 muestra los promedios de horas semanales de jornada de madres y padres con trabajo remunerado en cada grupo sociocultural, donde se observa que el promedio de jornada semanal para los padres de los grupos 2 y 3, (GP2 FRL y GP3 FHD) sobrepasa cuantiosamente la jornada de tiempo completo con un promedio de 60 horas semanales. En cuanto a las madres, las del GP3 FHD y GP4 FHA son las que en promedio trabajan jornadas de tiempo completo de 40 horas semanales. En estos datos resulta notable que en las familias con hijo con discapacidad tanto los padres como las madres son quienes tienen los promedios más altos de horas de jornada semanales.

En cuanto al trabajo a lo largo de la semana, el 88.7% de las madres trabaja de lunes a viernes mientras que el 11.3% trabaja también durante el fin de semana; en cuanto a los padres, el 83% trabaja de lunes a viernes y el 17% trabaja entre semana y durante el fin de semana.

Como un referente comparativo, en España, a lo largo de las últimas tres décadas se ha incrementado el número de personas que compaginan el trabajo con las responsabilidades familiares. Dicho incremento se relaciona con la incorporación de manera más extensa de las mujeres madres de familia al mundo laboral, ya sean de familias monoparentales o biparentales, acompañado de un incremento en el número de padres con mayor involucración en la crianza de los hijos y en el reparto de las tareas del hogar (Pérez Rodríguez, Palací Descals & Topa Cantisano, 2017). En la investigación que aquí se reporta, también se observa la tendencia de incremento en la incorporación de la mujer al mercado laboral, pero no así —como se evidenciará posteriormente en el análisis cualitativo, la del reparto más equitativo de la atención a los hijos y de las tareas del hogar.

FIGURA 3.1 PROMEDIO DE HORAS SEMANALES DE JORNADA DE PADRES Y MADRES DE LOS CINCO GRUPOS SOCIOCULTURALES, INCLUYENDO HORAS DE TRABAJO EN CASA


A nivel comparativo entre los grupos socioculturales, se muestran algunas diferencias relevantes en varios aspectos laborales. En relación con el lugar donde realizan el trabajo remunerado, las madres del GP4 FHA y las del GP5 FIU lo realizan de forma exclusiva fuera de casa ya que en su mayoría son empleadas domésticas o de comercios.

En contraste, 52% de las madres del GP1 FRA lleva a cabo su trabajo fuera del hogar con ocupaciones en general de tipo profesional (por ejemplo, maestras, doctoras, contadoras, etcétera). El 43% realiza su trabajo tanto fuera como en casa, y el 5% lo realiza exclusivamente en casa.

En el GP2 FRL, la mayoría de las madres también realizan su trabajo fuera de casa, ya que son empleadas de comercios o instituciones (67%), cerca de un tercio (26%) lo realiza tanto en casa como fuera, ya que varias de estas madres de familia elaboran alimentos en casa para su venta fuera de ella, mientras que el 7% realiza el trabajo exclusivamente en casa, este es el caso de quienes venden productos por catálogo mientras atienden las ventas en su propia casa.

El GP3 FHD se trata de familias más heterogéneas en términos de nivel educativo, ocupacional y de condiciones socioeconómicas, pero en este grupo es mayor el porcentaje de las madres con trabajo remunerado que lo realiza exclusivamente fuera de casa (80%), con solamente un 20% que combina el trabajo tanto fuera como en casa.

En el caso de los padres, en términos generales, en todos los grupos prevalece el realizar el trabajo fuera de casa, aunque un buen porcentaje de padres del GP1 FRA también lleva trabajo para realizar en casa (52%) y un porcentaje menor también del GP3 FHD (25%).

Conjuntando los datos de jornada y lugar de trabajo, se observa que las madres, en comparación con los padres, tienden a tener una jornada laboral más reducida pero un porcentaje considerable se lleva el trabajo a casa. Estas condiciones de trabajo les permiten la flexibilidad para estar más tiempo en casa y al pendiente de sus hijos.

Una comparación entre los grupos socioculturales respecto de la naturaleza de las ocupaciones, refleja que las madres del GP2 FRL, cuyo nivel educativo y socioeconómico es más limitado, se dividen entre trabajos que pueden realizar en casa, como preparación y venta de alimentos o ventas por catálogo que les permiten un horario de trabajo hasta cierto punto flexible, o trabajos como empleadas de comercios o de limpieza de edificios o casas que implican un horario fijo. Esto último también aplica al grupo de mujeres de familias indígenas urbanas (GP5 FIU) que en su gran mayoría son empleadas domésticas.

En otras palabras, algunas de las madres profesionistas tienen oportunidad de realizar parte de su trabajo en casa; las madres no–profesionistas de menor experiencia educativa buscan oportunidades de obtener ingresos laborando prevalentemente en casa; mientras que otras madres, también con recursos educativos limitados, apoyan a las familias en que las madres son profesionistas, atendiendo las labores de las casas de estas últimas con trabajos domésticos con horarios fijos.

Este resultado es similar al reportado en el estudio de Fawaz y Soto (2012) quienes señalaron que la mayoría de las mujeres adapta su inserción laboral eligiendo tipos de ocupaciones y duración de la jornada que permitan combinar el trabajo remunerado con el tiempo destinado a las responsabilidades familiares.

Pérez Rodríguez, Palací Descals y Topa Cantisano (2017) resaltan el conflicto que puede surgir de la necesidad de invertir tiempo y dedicación tanto al trabajo, que proporciona ingresos y seguridad económica, como a la familia que representa apoyo afectivo y desarrollo personal; de ahí que se genere una necesidad de conciliación entre estos dos ámbitos de vida. Los resultados de una investigación que reportan estos autores indican que los trabajadores y trabajadoras tienden a utilizar cada vez más las medidas conciliadoras relativas a la flexibilidad horaria que el recurrir a personas que ayuden en el cuidado de los hijos. Sin embargo, el análisis de Enríquez, Medrano y Maldonado (2020) reportan que las familias participantes en nuestra investigación recurren con bastante frecuencia al apoyo de los abuelos para el cuidado de los niños.

Es importante considerar que, excepto en el caso de las ayudas que provienen de la familia extensa, como es el caso de los apoyos que proporcionan los abuelos, otras ayudas externas usualmente implican una inversión económica que no es factible para todas las familias (solo un grupo de los cinco tiene estas posibilidades económicas), mientras que la organización y participación de los diferentes miembros de la familia no implicaría dinero, pero sí cambios en las ideas predominantes de la cultura respecto de la distribución de las responsabilidades familiares.

Estos dos ámbitos, del trabajo y de la familia orientan a preguntar acerca de qué demandas o responsabilidades enfrentan las familias, qué tareas, y actividades prevalecen en su vida diaria, qué importancia le dan y si estas son realizadas con fluidez y facilidad o les representan una carga en sus vidas.

DEMANDAS DE VIDA COTIDIANA

La organización diaria familiar implica ir resolviendo una diversidad de tareas y asuntos que tienen diferente peso y valor para las familias. La figura 3.2 muestra las diferencias entre los cinco grupos socioculturales en cuanto a qué consideran prioritario como “demandas” a atender en la cotidianeidad de sus vidas.

FIGURA 3.2 PORCENTAJE DE TIPOS DE DEMANDAS DE VIDA COTIDIANA SEÑALADOS POR LOS PADRES Y MADRES ENTREVISTADOS


Resulta un tanto paradójico que las familias del GP1 FRA que son las que cuentan con mayores recursos económicos, reporten lo económico como demanda y preocupación prioritaria a atender, mientras que en los grupos 2, 4 y 5 (GP2 FRL, GP4 FHA y GP5 FIU), que tienen mayores limitaciones económicas, esta demanda aparece en segundo lugar, ya que consideran más demandantes las labores del hogar, lo cual está asociado a que no cuentan con empleadas domésticas, cosa que sí ocurre en el GP1 FRA de familias con recursos amplios.

Para las familias del GP1 FRA, en segundo lugar, señalan como demandante o responsabilidades prioritarias a atender todo lo que está implicado en la educación escolar de los hijos. Las madres de los grupos 2, 4 y 5 (GP2 FRL, GP4 FHA y GP5 FIU), identifican en segundo lugar de importancia las demandas que refieren a lo económico, mientras que para las familias con hijo con discapacidad (GP3 FHD), en segundo lugar, reportan como demandante la atención a los hijos.

La figura 3.3 presenta información complementaria, en el sentido de qué tanto estas demandas resultan agobiantes, implican dificultades de tiempo, u otras complicaciones. Como se observa en la figura, para los grupos 1 y 2 (GP1 FRA y GP2 FRL), las demandas que reportan les resultan especialmente agobiantes; sin embargo, las dificultades de tiempo y otras complicaciones son también señaladas como algo frecuente en el GP1 FRA, mientras que no se alude a ello con tanta frecuencia en el GP2 FRL.

FIGURA 3.3 SIGNIFICADO QUE DAN LOS PADRES Y MADRES ENTREVISTADOS A LAS DEMANDAS DE VIDA COTIDIANA


En el GP3 FHD diversas complicaciones aparecen mencionadas con mayor frecuencia; estas complicaciones en general se relacionan con diversas dificultades que enfrentan para atender al hijo con discapacidad, como lo detalla Velasco Jáuregui (2020). Para las madres del GP4 FHA y madres y padres del GP5 FIU, las demandas de vida les representan dificultades de tiempo. Se trata de familias que requieren de tomar transporte público para llegar y regresar de sus trabajos, lo cual les resta tiempo y energía para atender otras actividades de la vida familiar.

Estas dificultades de tiempo que reportan especialmente cuatro de los grupos, junto con la baja frecuencia con que reportan las familias el atender a demandas de tipo personal que se muestra en la figura 3.2, coinciden con investigaciones de Gershuny (citado en Christensen, 2002) que indica que los padres y madres de familia dedican un número considerable de horas al trabajo y a la atención a los hijos a costa de una reducción en su tiempo de actividades y atención personal.

Uno de los aspectos especialmente importante en términos de la salud física y psicológica que se puede considerar “atención personal” refiere al descanso, al tiempo que se dedica a dormir y descansar. A continuación, se presentan los datos relativos al tiempo que reportan los padres y madres de dormir y su contraparte, el periodo de vigilia o tiempo en que se tiene actividad.

DESCANSO Y ACTIVIDAD COTIDIANA

Las horas de sueño y de actividad diurna de los padres resultan especialmente relevantes dado que crean condiciones de salud física y psicológica para atender a las diversas demandas de la vida diaria. En las entrevistas se obtuvieron los datos de horas de acostarse y levantarse y con ello se obtuvieron las horas de sueño y de actividad diurna. De acuerdo con las horas que declararon, aunque no hay mucha diferencia entre padres y madres, solo los padres y madres de los grupos 4 y 5 (GP4 FHA y GP 5 FIU) duermen 8 horas en promedio entre semana, mientras que en los demás grupos la mayoría de padres y madres duermen poco más de 6 horas diarias en promedio.

En el GP1 FRA, las madres duermen entre semana un promedio de 6.4 horas y los padres 6.2. Aunque las diferencias en tiempo de dormir de padres y madres son mínimas, en los demás grupos las madres duermen un poco menos tiempo que los padres: en el GP2 FRL, las madres duermen 6.8 horas y los padres 7.3 horas; en el GP3 FHD, las madres duermen 6.1 horas y los padres 6.8 horas. En síntesis, las madres y padres de los grupos 1 y 3 (GP1 FRA y GP3 FHD) son quienes duermen menor número de horas en promedio, lo cual significa que su actividad diurna ocurre en periodos más extensos.

Como se observa en la figura 3.4, vale la pena notar que el periodo de actividad diurna de los padres de tres de los grupos es extenso, y como se mostró con anterioridad, se verá más adelante la atención a las diversas demandas y labores de la vida diaria hace que este periodo resulte estresante o una carga pesada para muchas familias.

En el GP1 FRA, la actividad de las madres entre semana promedia 17.6 horas diarias, y de los padres 17.8; en el GP2 FRL, 17.2 horas, y los padres 16.7; en el GP3 FHD, las madres promedian 17.9 horas y los padres 17.2; y en los dos grupos restantes (4 y 5), 16 horas en promedio tanto de los padres como de las madres. En la figura 3.2 resalta que las madres de familia con hijo con discapacidad son quienes tienen el promedio más alto de horas diarias de actividad. En síntesis, los padres y madres de estos tres grupos no llegan a dormir las 8 horas recomendables entre semana.

FIGURA 3.4 PROMEDIO DE HORAS DE ACTIVIDAD DIURNA ENTRE SEMANA DE PADRES Y MADRES EN LOS CINCO GRUPOS SOCIOCULTURALES


En resumen, aun cuando se observan diferencias relevantes entre los grupos culturales, resulta preocupante identificar las atribuciones de agobio y dificultades de las familias ante las diversas demandas de vida cotidiana y cómo se enfrentan a un posible deterioro por no contar con el tiempo para atender el debido descanso.

ANÁLISIS CUALITATIVO DE UNA SUBMUESTRA DE FAMILIAS CUYAS MADRES TIENEN TRABAJO REMUNERADO

Para el análisis cualitativo se seleccionó una submuestra de 38 casos de familias cuyas madres tienen trabajo remunerado, ya fueran biparentales, monoparentales, ampliadas o reconstituidas. De las familias con recursos socioeconómicos y educativos amplios (GP1 FRA) y del grupo de familias con recursos limitados (GP2 FRL) se seleccionaron al azar diez casos de cada grupo. De las 10 familias con hijo con discapacidad entrevistadas (GP3 FHD) se incluyeron los 5 casos en que la madre de familia tiene trabajo remunerado; igualmente, del GP4 FHA de las siete familias entrevistadas con un hijo en albergue, elegimos las siete, dado que todas estas madres tienen empleo o trabajan por su cuenta, y de las 10 familias indígenas urbanas entrevistadas identificamos y analizamos las seis cuyas madres reportan tener trabajo remunerado.

TABLA 3.2 PROMEDIO DE JORNADAS LABORALES DE LOS CASOS ANALIZADOS


FIGURA 3.5 HORAS DE JORNADA SEMANAL POR CASO, POR GRUPO


Las jornadas de trabajo de estas madres son muy variadas, la tabla 3.2 presenta los promedios y los rangos de horas jornada semanales, y la figura 3.5 muestra caso por caso las jornadas de las madres de familia por grupo sociocultural.

En general, en el GP1 FRA se puede notar que la mayoría de estas madres de familia trabajan jornadas completas, es decir de 40 o más horas semanales; en los extremos se encuentran el caso de una madre que trabaja cuatro horas semanales apoyando con la contabilidad en el negocio del esposo y otra que trabaja 70 horas semanales.

En el GP2 FRL, quienes tienen un empleo externo al hogar o de horarios fijos reportan ya sea jornadas completas o de 30 horas semanales. Los grupos 3 y 4 (GP3 FHD y GP4 FHA), de madres con hijo con discapacidad, y de madres con hijo en albergue presentan un perfil similar en términos de las jornadas semanales laborales al reportar, en general, jornadas de tiempo completo, incluso casos muy por encima de ello con 60 y 62 horas semanales.

En el GP5 FIU de familias indígenas urbanas, la mayoría de las mujeres tienen trabajo como empleadas domésticas y presentan un promedio y rango menor, de alrededor de 25–30 horas semanales, excepto un caso que, además de su trabajo como empleada doméstica, atiende el negocio familiar de abarrotería con un reporte de 65 horas semanales.

Estos perfiles de jornada, si bien son bastante variables, reflejan una carga laboral fuerte, en muchos casos similar o igual a la que reportan los padres de familia. Esto permitiría suponer que lo deseable en estos casos sería que estas mujeres compartan equitativamente la carga de responsabilidades del hogar y de atención a los hijos. A continuación, se presentan las tareas relativas a la atención a los hijos y posteriormente las del hogar y su distribución entre los miembros de las familias.

LA ORGANIZACIÓN COTIDIANA DE LA RESPONSABILIDAD DE LA ATENCIÓN Y CUIDADO DE LOS HIJOS

Según Macmillan y Copher (2005), los integrantes de las familias asumen roles que se pueden identificar como herramientas culturales que definen la configuración de las funciones que cada integrante desempeña. Estos roles que se relacionan con la organización familiar interactúan con otros roles que cada integrante de la familia asume en otros contextos culturales y que pueden cambiar a través del tiempo en el curso de la vida, impactando a su vez la configuración de roles al interior de la vida familiar. Las configuraciones de los roles familiares involucran complejas relaciones de interdependencia intra y extra familiar, como puede ocurrir, por ejemplo, en el caso de las demandas que representan para la familia las relaciones con otras instituciones y actividades como la escuela y el trabajo.

Al interior de la familia, esta definición y organización de los roles ha sido estudiada por diversos autores. De acuerdo con la revisión que han realizado Torres Velázquez, Ortega Silva, Garrido Garduño y Reyes Luna (2008), son los hombres quienes típicamente consideran que la responsabilidad primordial de ser padres es trabajar para el sustento económico de la familia y que las tareas relativas a la educación y la formación de los hijos son obligación de la madre. Con frecuencia, las madres asumen estas creencias, a pesar de participar en el sostenimiento económico del hogar. Esto se puede apreciar en los resultados que se describen a continuación, en donde se evidencia que la madre asume la mayor parte de las responsabilidades relacionadas con la vida de los hijos.

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