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Pues bien, la contabilidad del crecimiento también entra en la consideración de los componentes que hacen aumentar la PTF, la eficiencia de la economía. Por ejemplo, Reig y Picazo (1997) consideran dos de los factores que hemos mencionado antes a la hora de precisar las razones del crecimiento de la PTF: el capital público o infraestructuras y el capital humano. Pero también consideran un residuo conjunto para el resto de componentes, si bien enfatizan que lo que puede sintetizarlos es el cambio de la estructura productiva de la economía. Lo hacen, sin embargo, para el período 1964-1991.

Según estos autores, la PTF había crecido tanto en el caso español como en el valenciano: la tasa media de crecimiento en el período mencionado había sido del 3,03% en la economía española y del 3,11% en la valenciana, tal y como muestra la tabla 2.6.

Pero si analizamos la descomposición de la PTF (si la eficiencia ha crecido por aumentos del capital público, y/o del capital humano y/o por cambios de la estructura productiva), ponemos de manifiesto que son, efectivamente, los cambios en la estructura productiva, es decir, la reasignación de recursos, los que principalmente explican la alta tasa de crecimiento, tanto en un caso como en otro, pero más aún en el valenciano.

TABLA 2.6

PTF (1964-1991)


Fuente: Reig y Picazo (1997: 152).

Así pues, el profundo cambio de la estructura productiva española y valenciana, que había implicado un importante transvase de recursos entre sectores –un poco más intenso en el caso valenciano, como mostraban las tablas 1.1 y 1.2 del capítulo 1–, había reforzado el proceso de crecimiento y de modernización productiva porque había tenido lugar desde actividades menos productivas, como la agricultura, a otras que lo son más (industria y servicios).

Evidentemente, el comportamiento negativo de la PTF posterior –recordamos el gráfico 2.1 de este capítulo 2– viene explicado, en buena parte, porque, agotada la etapa de cambios estructurales en profundidad, el progreso técnico no ha implementado suficientemente las mejoras de la eficiencia de la economía que la PTF debe poner de manifiesto.

2.4.2 El capital social

Finalmente, en la lógica del crecimiento económico, en el lado del importante papel que tenían los factores económicos que hemos mencionado hasta ahora, también operaba de manera significativa lo que se acordó en llamar capital social (Putnam et al., 1993; Putnam, 2000), porque había evidencia de que una determinada organización social, con valores idiosincrásicos que facilitan la confianza para la coordinación y la cooperación para beneficio mutuo, contaba también en la lógica del crecimiento económico, ya que se reducían los costes de transacción, particularmente en entornos de incertidumbre.

Hay que tener en cuenta que, cuanto más avanzada y compleja es una economía, mayor es su eficiencia potencial, pero también son más frecuentes las transacciones en las que existe una cierta dosis de incertidumbre. De todos modos, hay que reconocer que es difícil de cuantificar, y más difícil aún de precisar, si el capital social es aditivo o multiplicativo respecto a los otros factores de crecimiento.

Putnam (1993) puso el ejemplo italiano donde, en un marco estatal único y a raíz de una regionalización uniformista, las tasas de crecimiento del norte y de la Terza Italia (hasta Roma por el sur) eran muy superiores a las del Mezzogiorno (de Nápoles a Sicilia) por razones derivadas de la diferente dotación de capital social. Un capital social que comprende las instituciones formales y, sobre todo, las informales. Es, en realidad, una atmósfera.

En cuanto a las instituciones formales, cuenta el marco jurídico y jurisdiccional, y las formas asociativas y cooperativas de todo tipo. Sin embargo, en primer lugar, cuenta el modelo de estado y los procesos de integración política supraestatal. En el caso español y valenciano cuentan los profundos procesos de descentralización política mediante las administraciones autonómicas y locales, por una parte, y, por otra, el avanzado proceso de integración continental en el seno de la unión económica y monetaria europea.

Todos estos factores pueden incrementar la eficiencia económica y el bienestar colectivo si permiten mejorar la responsiveness, es decir, la capacidad del sector público para responder bien a los problemas concretos de la población. Ahora bien, para que todo eso sea eficaz, las competencias políticas se deben ejercer bajo los principios de subsidiariedad y de colaboración y coordinación interinstitucional e interterritorial, incluida, naturalmente, la transfronteriza.

Ahora bien, las instituciones informales son tan importantes o más que las formales. Destaca, en primer lugar, la existencia de cultura empresarial, un activo intangible determinante como factor de crecimiento. Esta cultura empresarial se refiere principalmente al papel del empresario (como artífice principal del complejo proceso de la actividad de la empresa) ante los retos permanentes del mercado que exigen una actitud muy activa, inductora de la innovación continua, de la calidad de los procesos y de los productos, y de la búsqueda permanente de nuevos nichos.

Pero esa actitud empresarial depende mucho de la estructura de la propiedad. En España, por ejemplo, hay una estructura de la propiedad muy concentrada (el accionista principal suele controlar la mayoría de las acciones, al contrario de lo que ocurre en el modelo anglosajón), sobre todo en las empresas pequeñas, que son, además, de carácter familiar. Pues bien, la empresa familiar sacrifica a menudo potencial de crecimiento al mantenimiento del control interno. Por lo tanto, se puede convenir que la estructura del accionariado no debería ser un obstáculo para el crecimiento si se abandonaran ciertas actitudes conservadoras (Costa, 2003: 165). Estamos hablando de problemas de agencia.

Finalmente, también cuenta el entorno empresarial, particularmente en el mundo de las pequeñas y medianas empresas –que constituyen la dimensión característica del tejido empresarial español y valenciano–, donde es muy difícil obtener economías internas a la empresa y son muy altos los costes de transactión, los costes de relación con el resto de agentes económicos y sociales. En este sentido, conviene cultivar las economías externas más convenientes, como, por ejemplo, las que potencialmente se dan en las aglomeraciones territoriales de actividades económicas del mismo tipo, el efecto distrito industrial7 (Becattini, 1979: 1.1; 2002).

2.5 El nivel de bienestar

2.5.1 Renta per cápita: productividad y tasa de empleo

El nivel de bienestar de una sociedad depende en buena medida de la capacidad de conseguir un crecimiento sostenible económica, social y medioambientalmente. La productividad del trabajo no sirve, por lo tanto, sólo para explicar el crecimiento sostenible y la competitividad de una economía, sino también para explicar el nivel de vida de la población.

Y eso también es tarea de la contabilidad del crecimiento. Porque, si convenimos que el indicador sintético más conveniente para evaluar el nivel de vida es la renta per cápita, es obvio que este indicador está claramente relacionado con el de productividad del trabajo. Aunque deberíamos añadir que la diferente tasa de utilización del trabajo potencial (de la población en edad de trabajar), es decir, la diferente tasa de empleo, pero también la diferente cantidad de horas trabajadas por trabajador, puede hacer divergir los niveles relativos de la productividad y los de la renta per cápita entre países, como muestra la tabla 2.7.

TABLA 2.7

Niveles de PIB per cápita y de productividad* (2002)


PIB per cápita Productividad
Por ocupado Por hora trabajada
EE. UU. 139 132 115
UE 100 100 100
España 85 91 81

* EU = 100, en paridad de poder adquisitivo (PPA)

Fuente: Eurostat.

Es decir, la renta por habitante y la productividad por hora pueden comportarse de manera diferente porque entre estas dos variables se interponen dos factores: las horas trabajadas por ocupado y la tasa de empleo (asociada a la relación entre la cantidad de gente que trabaja y el conjunto de la población).

Efectivamente, como se puede ver, las diferencias entre España y EE. UU. y la UE, en términos de PIB por habitante (una buena aproximación a la magnitud de renta per cápita), eran más pronunciadas en el 2002 que las de productividad por trabajador, debido a que las tasas de empleo americana y europea eran más altas que la española.

Ahora bien, estas diferencias cambian cuando hacemos la comparación con la productividad por hora trabajada, ya que las horas efectivamente trabajadas por trabajador en EE. UU. y en España eran más que en el caso de la media de la UE. Por ello, las diferencias aún eran más grandes en el caso americano, pero se acortaban en el caso europeo, ya que la cantidad de horas trabajadas por trabajador en el caso español era superior a la media europea.

En todo caso, el comportamiento de la renta per cápita en los últimos años ha sido positivo, como señala el gráfico 2.3.

Ahora bien, la convergencia relativa en renta per cápita valenciana y española con la UE (aparte del efecto estadístico de las sucesivas ampliaciones con países de menor nivel de renta que hacen bajar la media) en los últimos años se ha basado en que se trabaja más horas que en Europa y, sobre todo, en que ha aumentado la tasa de empleo.

Desgraciadamente, no se ha basado en una mejora relativa en términos de productividad, sino al contrario, como muestra fehacientemente el gráfico 2.4.

GRÁFICO 2.3

Renta per cápita (1995-2007) (dólares EKS PPP de 2007)


Fuente: INE, GGDC Total Economy Database, enero 2008 (en línea <hhttp://www.ggdc.net>), EU KLEMS Database, marzo 2008 (en línea <http://euklems.net>) y elaboración de Matilde Mas.

GRÁFICO 2.4

Renta, empleo y productividad (1985-2007) (1985 = 100)


Fuente: INE, GGDC Total Economy Database, enero (en línea 2008 <hhttp://www.ggdc.net>), EU KLEMS Database, marzo 2008 (en línea <http://euklems.net>) y elaboración de Matilde Mas.

2.5.2 Distribución de la renta

En España, también ha mejorado la equidad en la distribución espacial, tal y como se estudiará más detenidamente en el capítulo 3. Ahora bien, hay que recordar que todo crecimiento económico, desde esta perspectiva espacial, comporta normalmente (cuando hay movilidades de factores y el mismo entorno institucional) dos procesos diferentes: uno de convergencia en términos de renta per cápita y otro de divergencia en términos de producción, que acentúan los fenómenos de polarización espacial.

El primero de estos procesos se basa en el supuesto de rendimientos decrecientes del capital y, por lo tanto, las funciones de producción de las zonas retrasadas tenderán a sustituir trabajo por capital (modelo neoclásico). El otro proceso cuestiona el marco analítico neoclásico y se explicaría por lo que Krugman valora como importante: los factores geográficos que van desde las características del medio físico hasta las sociales, entre las que hay que destacar la cultura emprendedora que haya (Parellada, 2007: 336).

En este sentido, se forman claramente dos períodos en cuanto a la intensidad en estos dos procesos, con un punto de inflexión en 1979: antes, de mucha intensidad y, después, de mucha menos. Además, mientras en el primer período las diferencias en términos de renta per cápita se explicaban básicamente por los diferenciales en los niveles de productividad (excepto en los casos de Valencia y Aragón); en el segundo período, cada vez más por las diferencias en la tasa de empleo (también con la excepción valenciana).

Después de cuanto se ha dicho, hay que hacerse una pregunta clave: qué grado de igualdad tiene la distribución personal de la renta. En una primera aproximación podemos decir que, en el País Valenciano, este grado es superior al español. De todos modos, todo eso se contestará con cálculos rigurosos en el capítulo 3.

2.5.3 El Estado del Bienestar

En cualquier caso, todos los cálculos que se hacen, o se pueden hacer, se realizan sobre la base de referencias monetarias explícitas. Detrás de todo están, básicamente, los ingresos de los trabajadores vía nómina, los salarios monetarios. Pero evidentemente, la calidad de vida no depende sólo de este tipo de ingresos. Depende también de la posibilidad de acceder de manera adecuada a servicios esenciales como la sanidad, la educación, la seguridad o los servicios sociales en general.8

Por ello, el llamado Estado del Bienestar plantea que la producción equitativa y de calidad de este tipo de servicios por parte del sector público es una pieza clave en la consecución de una mejor redistribución de la renta. Es la mejor manera conocida de corregir la eficiente pero a menudo no equitativa asignación de recursos, y concretamente de la renta, por parte de las leyes del mercado. Significa, además, el salario social de los trabajadores.

Pese a la dificultad de cuantificar los aspectos que hacen referencia al bienestar de una colectividad, el Anuario Social de La Caixa del 2004 fijaba una posición intermedia de la sociedad valenciana respecto a la española. De los doce indicadores de bienestar, sólo en uno hay un nivel significativamente más alto (accesibilidad económica y seguridad vial); en cinco, la superioridad es muy ligera (servicios sanitarios, nivel de empleo, condiciones de trabajo, vivienda y equipamiento del hogar, y entorno y clima); en tres, el nivel es el mismo que la media española (renta, nivel de educación y convivencia y participación social), y, finalmente, hay tres en los que el nivel es, incluso, inferior a la media (salud, oferta de cultura y ocio, y seguridad ciudadana).

2.6 Resumen y conclusiones

2.6.1 Fuentes del crecimiento económico

La contabilidad del crecimiento puede explicar de manera sencilla las fuentes del crecimiento económico. Por ejemplo, estimando la tasa de crecimiento económico como la suma de la tasa de variación de la población ocupada y de la tasa de variación de la productividad.

Ahora bien, el papel de cada una de estas dos fuentes de crecimiento (el incremento de la población ocupada y el incremento de la productividad) varía en el tiempo y el espacio. Desde la perspectiva temporal, tanto en el caso español como en el valenciano, el incremento de la productividad desempeñó un papel fundamental en las décadas posteriores al Plan de Estabilización de 1959, mientras que, a partir de la segunda mitad de los noventa, su papel ha sido escaso, cuando no negativo. Dicho de otra manera: el crecimiento económico de estos últimos años se ha basado fundamentalmente en el aumento de la población ocupada.

Este patrón de crecimiento ha sido aún más exagerado en el caso valenciano que en el español. La razón estriba en que el modelo de crecimiento valenciano se ha basado, como quedó claro en el capítulo 1, en un uso relativamente más intensivo del factor trabajo no cualificado. De hecho, se puede constatar que la economía valenciana creaba relativamente más puestos de trabajo que la española, pero con unos niveles medios de productividad inferiores.

Ahora bien, como también sabemos, estos diferenciales negativos de productividad del trabajo (y) no significaban unos mayores costes del factor trabajo –en términos del coste laboral unitario (CLU)– porque iban acompañados de unos diferenciales negativos aún mayores de los salarios (w).

Así, pues, la economía valenciana sostenía unas ventajas competitivas porque su especialización productiva se daba, efectivamente, en actividades más intensivas en el uso de mano de obra. Pero esas ventajas se han ido desvaneciendo porque los CLU valencianos, en los últimos años, ya son superiores a los españoles, al haber aumentado más rápidamente los salarios que la productividad.

En todo caso, la intensidad del crecimiento de la productividad y los componentes que explican esta intensidad –la intensificatión de la capitalizatión (dotatión de capital por trabajador) y la eficiencia económica aproximada mediante la PTF– también cambian en el tiempo y en el espacio.

Con todo, un tema siempre sobre la mesa es el de la convergencia real, en términos de productividad del trabajo, desde el punto de vista territorial. En España, utilizando conceptos como el de σ y ß convergencia, se ve que hay una ligera convergencia entre las diversas comunidades autónomas. Un hecho que se explica por unas dotaciones de capital TIC y de capital humano con un perfil convergente. Por el contrario, las dotaciones en capital público (infraestructuras) muestran un perfil ligeramente divergente.

Asimismo, se comprueba que, actualmente y a diferencia de épocas anteriores, el componente que resta dinamismo tanto a la productividad de la economía valenciana como a la de la española es la PTF, al contrario que en el caso del conjunto de la UE, en el japonés o en el americano. Este comportamiento negativo de la PTF viene explicado, en buena parte, porque, agotada la etapa de cambios estructurales en profundidad, el progreso técnico no ha implementado suficientemente las mejoras de la eficiencia de la economía que la PTF pone de manifiesto.

2.6.2 Fuentes de bienestar social

El nivel de bienestar de una sociedad depende en buena medida de la capacidad de conseguir un crecimiento sostenible económica, medioambiental y socialmente. En una economía globalizada como la actual, tal y como se profundizará en el capítulo 15, un crecimiento económicamente sostenible se interpreta en términos de mantenimiento de la competitividad internacional. Una competitividad que se asienta básicamente en el incremento de la productividad del trabajo, cuyos componentes acabamos de estudiar.

Por su parte, la consecución de un crecimiento medioambientalmente sostenible exige tener en cuenta, además de la productividad, otros factores de índole territorial, como se hace en el capítulo 4. Preservar el medio ambiente significa fundamentalmente crecer sobre un medio físico con limitaciones, pensando en las condiciones de vida de las próximas generaciones.

Finalmente, el crecimiento socialmente sostenible focaliza su atención en las condiciones de vida de las generaciones actuales sin comprometer las de las próximas. Para medirlas disponemos de algunos indicadores sintéticos muy sólidos. El primero de los cuales es el PIB per cápita o renta per cápita o por habitante. En todo caso, este indicador también está relacionado con el de productividad del trabajo. Aunque no solamente con él, obviamente. Pensemos que el PIB de un país es el resultado del esfuerzo del conjunto de trabajadores. Dicho en términos contables, es el resultado de multiplicar la productividad media por el número de trabajadores.

Por lo tanto, si queremos saber el PIB por habitante convendremos que éste dependerá de la productividad, pero también de la tasa de utilizatión del trabajo potencial, es decir, de la cantidad de trabajadores ocupados con relación al conjunto de los habitantes del país. Naturalmente, esta tasa puede aproximarse sencillamente en términos de personas, mediante la tasa de empleo, o, de manera más precisa, teniendo en cuenta además la diferente cantidad de horas trabajadas al año por trabajador.

En este sentido, la convergencia relativa en renta per cápita valenciana y española con la UE (aparte del efecto estadístico de las sucesivas ampliaciones con países de menor nivel de renta que hacen bajar la media) puede explicarse más porque ha aumentado la tasa de empleo –y las horas efectivamente trabajadas– que no por una mejora relativa de la productividad.

Por su parte, desde 1959, se constata una convergencia relativa de la renta per cápita entre las comunidades autónomas españolas, pero simultáneamente se ha dado un proceso de divergencia en términos de producción que acentúa los fenómenos de polarizatión espacial. Esto se explica por la movilidad espacial de factores de la producción que acarrean desplazamientos de la población. Así, en algunos casos el aumento de la renta per cápita, que recordemos es un cociente, no se debe tanto al crecimiento del numerador, la renta, como a la caída del denominador, la población.

Hay que destacar que esta convergencia fue más intensa hasta 1979 y, además, explicada entonces fundamentalmente por los diferenciales en los niveles de productividad (excepto en los casos de Valencia y Aragón). Posteriormente, las diferencias se han debido más a las diferencias en la tasa de empleo (también con la excepción valenciana, donde se da un diferencial negativo mayor en productividad).

Finalmente, debemos poner de manifiesto que el nivel de bienestar también depende de otros factores, la mayoría asociados a la cohesión social. Uno de ellos es la mejor distribución personal de la renta en la lógica de la equidad, como se estudiará en el capítulo 3. Pero también a la posibilidad de acceder de manera adecuada a servicios esenciales como la sanidad, la educación, la seguridad o los servicios sociales en general.

Estos bienes públicos conforman el llamado Estado del Bienestar y, de acuerdo con el modelo europeo de provisión de éstos, son las administraciones públicas las que deben plantear una producción equitativa y de calidad de éstos para tratar de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y ciudadanas.

PRÁCTICAS

Práctica 2.1 Cambios estructurales y crecimiento económico

Con la informatión contenida en las tablas 1.1 (p. 39) y P. 2.1:

a) Analícese la cronología de los principales cambios que han tenido lugar en la estructura de la producción y el empleo en el País Valenciano y en España para averiguar si se corresponde con la de una economía second comer o de industrialización retrasada.

b) ¿Hay correspondencia entre los períodos de mayor crecimiento y los períodos de cambios estructurales más intensos? Razónese la respuesta.

c) Averígüense las semejanzas y las diferencias entre el caso valenciano y el caso español tanto en cuanto al crecimiento económico como al cambio estructural.

TABLA P.2.1

VAB, al coste de factores (tasas de crecimiento medias anuales) (1960-2007)


País Valenciano España
1960-73 7,0 7,0
1974-85 2,5 1,8
1986-89 5,4 4,8
1990-94 1,6 1,6
1995-02 3,8 3,4
2003-07 3,1 3,2

Fuente: FUNCAS.

Práctica 2.2 Determinantes del crecimiento de la producción y de la productividad

Con la información contenida en la tabla P.2.2:

a) Calcúlese el crecimiento de la productividad del trabajo en la Comunidad Valenciana y España en las tres etapas históricas y analícese la importancia relativa de la evolución del empleo y de la productividad en el avance del VAB real, teniendo en cuenta que el VAB real de una economía puede descomponerse como el producto de la productividad del trabajo (relación entre VAB y número de trabajadores) y el empleo:


y que, si tomamos logaritmos y diferenciamos respecto al tiempo, la tasa de variatión del VAB puede obtenerse como la suma de la tasa de variatión de la productividad y del empleo.

b) Obténganse la tasa de progreso técnico y la contribución relativa de ésta y del avance de la dotación de capital por trabajador al crecimiento de la productividad, teniendo en cuenta que,


es decir, que la tasa de variación de y (productividad) depende de λ (el incremento de eficiencia, ligado al progreso técnico) y de la tasa de variación de k (la intensificación de capital, por trabajador), y que suponemos un valor de a = 0,27.

TABLA P.2.2

VAB, empleo y dotación de capital por trabajador en el País Valenciano y España (tasas de variación media anual acumulativa) (1964-2007)


Fuente: Fundación BBVA y actualización de Matilde Masía.

Práctica 2.3 Determinantes del PIB per cápita y el empleo per cápita

Con la información contenida en la tabla P.2.3:

a) Analícese el origen de las diferencias del PIB por habitante entre las comunidades autónomas –tomando como referencia los datos de España–, para averiguar si las diferencias se deben a diferencias en la productividad aparente del factor trabajo o a diferencias en el empleo por habitante. Hay que tener en cuenta que el PIB por habitante de una economía es el resultado conjunto del rendimiento por trabajador (relación entre el PIB y el número de trabajadores) y el porcentaje de población que realiza actividades productivas (ocupados per cápita). Es decir:


b) Examínese si las diferencias en el empleo por habitante surgen a causa de diferencias en los activos por habitante o a causa de las distintas tasas de empleo.

Hay que tener en cuenta que el empleo por habitante depende de la parte de la población que participa activamente en el mercado de trabajo (activos por habitante) y de la relación entre los trabajadores y la población activa (tasa de empleo). Es decir:


TABLA P.2.3

Macromagnitudes básicas (2007*)


* Población activa y trabajadores, 1.° T 2008.

Fuente: INE.

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* Agradezco las sugerencias del profesor Ernest Reig y de la profesora Matilde Mas.

1. Los determinantes de la productividad del trabajo son principalmente del propio país. Las mejoras de productividad de otras economías no dañan en absoluto la de una concreta (Reig, 2007: 21-22).

2. Hay que saber que el progreso técnico (λ) está asociado a la llamada productividad total de los factores (PTF) o residuo de Solow. Este concepto viene a hacer patente el crecimiento económico no explicado por un mayor uso de los factores de producción, de trabajo o de capital, sino por la utilización más eficiente de estos factores, aquello que refleja el parámetro A de la función de producción agregada de Cobb Douglas, Y = AKα Lβ.

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936 S. 211 Illustrationen
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9788437082837
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