Bogotá en la lógica de la Regeneración, 1886-1910

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Bogotá en la lógica de la Regeneración, 1886-1910
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Bogotá en la lógica de la Regeneración (1886-1910)

Bogotá en la lógica de la Regeneración (1886-1910)

El municipio en el Estado forjado por el movimiento regenerador

Adriana María Suárez Mayorga



Reservados todos los derechos

© Pontificia Universidad Javeriana

© Adriana María Suárez Mayorga

Primera edición: diciembre de 2020

Bogotá D. C.

ISBN (impreso): 978-958-781-580-1

ISBN (digital): 978-958-781-581-8

DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.9789587815818

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

Editorial Pontificia Universidad Javeriana

Carrera 7.a n.° 37-25, oficina 1301, Bogotá

Edificio Lutaima

Teléfono: 3208320 ext. 4752

WWW.JAVERIANA.EDU.CO/EDITORIAL

Corrección de estilo | Hernado Escobar

Diseño de pauta, cubierta y diagramación | Boga visual, Julián Roa Triana y Jenny Rojas Borda

Montaje de cubierta | Nathalia Rodríguez

Imagen de portada | Plano de Bogotá realizado por Alfred Hettner. Bogotá, 1882-1884 y Plano de la ciudad de Bogotá realizado por la Secretaría de Obras Públicas Municipales, 1911. American Geographical Society Library.

Pontificia Universidad Javeriana. Vigilada Mineducación. Reconocimiento como universidad: Decreto 1270 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento como personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

Suárez Mayorga, Adriana María, 1979-, autora

Bogotá en la lógica de la Regeneración (1886-1910) : el municipio en el Estado forjado por el movimiento regenerador / Adriana María Suárez Mayorga. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2020.

Incluye referencias bibliográficas (páginas 509-548).

ISBN (impreso) : 978-958-781-580-1

ISBN (digital) : 978-958-781-581-8

1. URBANISMO - HISTORIA - BOGOTÁ (COLOMBIA) - 1886-1910 2. MOVIMIENTOS POLÍTICOS - COLOMBIA - 1886-1910 3. DESARROLLO URBANO - HISTORIA - BOGOTÁ (COLOMBIA) - 1886-1910 4. BOGOTÁ (COLOMBIA) - HISTORIA - 1886-1910 5. COLOMBIA - HISTORIA - SIGLO XIX I. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales

CDD 711.40986142 edición 21

Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J.


inp 03/12/2020

Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan la opinión de la Pontificia Universidad Javeriana.

Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin autorización por escrito de la Pontificia Editorial Javeriana.

Autora

Adriana María Suárez Mayorga es doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, magíster en Historia e historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Ha sido becaria de la AECI, de la Fundación Carolina y de la Universidad Nacional de Colombia. Como investigadora, se ha especializado en la historia urbana bogotana y latinoamericana de finales del siglo XIX y comienzos del XX; como docente universitaria, se ha especializado en historiografía y metodología de la investigación. Es autora de diferentes publicaciones, de las cuales cabe destacar tres libros: La escenificación del poder en el espacio urbano capitalino, 1870-1910. La lógica urbana de Bogotá a finales del siglo XIX y comienzos del XX (2017); Tras las huell as de la política exterior española del siglo XVIII (2010); y La ciudad de los elegidos. Crecimiento urbano, jerarquización social y poder político. Bogotá, 1910-1950 (2006). Es miembro fundador de la Red Colombiana de Historia Urbana.

Contenido

Índice de figuras

Índice de tablas

Agradecimientos

Al lector

Introducción

Progreso, modernidad y modernización

Las bases historiográficas

La estructura de la investigación

Capítulo 1 | Meditando el problema en clave histórica

La aproximación al tema en el entorno colombiano

El planteamiento final

Capítulo 2 | Los cimientos de la Regeneración

Los antecedentes requeridos

La ideología regeneracionista

La capital regeneradora

El planteamiento final

Capítulo 3 | La pugna alrededor de la distribución de funciones y atribuciones

Construyendo el Estado regenerador

La gestión urbana capitalina en medio de la conflictividad

El planteamiento final

Capítulo 4 | La antinomia centralización-descentralización

Ordenando el territorio regenerador

La politización de la administración

El municipio como eje de la transformación del país

El planteamiento final

Capítulo 5 | La lucha por la autonomía

Reflexionando sobre el papel del gobierno local

Tanteando los réditos políticos de la autonomía local

El planteamiento final

Capítulo 6 | Las elecciones para regidores municipales en Bogotá

Las elecciones municipales de 1898

Las elecciones de 1904 para regidores capitalinos

El Concejo de Bogotá tras el derrumbe del Quinquenio

Las elecciones para regidores bogotanos de 1909

El planteamiento final

Capítulo 7 | Conclusiones

Anexos

Anexo 1. Contrato celebrado por Abraham Aparicio, Eduardo Posada, Vicente Castro Amado por parte de la administración local y José Domingo Ospina Camacho y Gonzalo Arboleda, dueños del Molino de Tresesquinas. 14 de mayo de 1902

Anexo 2. Periódicos consultados

Referencias

Fuentes primarias

Fuentes secundarias

Índice de figuras

Figura 1. Plano topográfico de Bogotá. Levantado por Carlos Clavijo en 1891 y reformado en 1894 (detalle)

Figura 2. Plan von Bogotá. Realizado por Alfred Hettner, 1888 (detalle de Reisen in den Columbianischen Anden in den Jahren 1882 bis)

Figura 3. Plano topográfico acotado de la ciudad de Bogotá. Realizado por Manuel José Peña, 1906 (detalle)

Figura 4. Plano de Bogotá. Publicado por el Almacén Del Día, 1910 (detalle)

Figura 5. Plano de la ciudad de Bogotá. Realizado por la Secretaría de Obras Públicas Municipales, 1911

Índice de tablas

Tabla 1. Modelo federal. Florentino González (1839)

Tabla 2. División territorial. Florentino González (1839)

 

Tabla 3. Funcionarios de la administración departamental y municipal, 1886

Tabla 4. Funcionarios de la administración departamental, provincial y municipal, 1890

Tabla 5. Funcionarios de la administración departamental, provincial y municipal, 1893

Tabla 6. Funcionarios de la administración departamental, provincial y municipal, 1902

Tabla 7. Consejo Nacional de Delegatarios, 1886

Tabla 8. Aportes voluntarios para enfrentar la secesión de Panamá, 1903: regidores bogotanos que suscribieron la Resolución

Tabla 9. Aportes voluntarios para enfrentar la secesión de Panamá, 1903: funcionarios que posteriormente se adhirieron a la propuesta

Tabla 10. Modelo de Federación municipal propuesto por Modesto Garcés, 1897

Tabla 11. Miembros de la Asamblea Nacional elegidos por Cundinamarca en 1905

Tabla 12. Departamentos creados con la nueva división territorial, 1905

Tabla 13. División territorial, política, administrativa y electoral creada en 1905

Tabla 14. Organización del Distrito capital, 1905

Tabla 15. Pavimentos adoquinados construídos, reparados o embaldosados, 1908

Tabla 16. Pavimentos macadams, 1908

Tabla 17. Pavimentos empedrados, reparados o reconstruidos, 1908

Tabla 18. Pavimentos ennemados, 1908

Tabla 19. Puentes construidos y puentes reparados, 1908

Tabla 20. Colocación/traslación y reparaciones de fuentes públicas, 1908

Tabla 21. Obras (construcciones y reparaciones), 1908

Tabla 22. División territorial establecida por la Ley 65 de 1909

Tabla 23. Votos emitidos por los concejales capitalinos para avalar la Convención

Tabla 24. Junta de Delegados, 1910

Tabla 25. Grupo de Delegados. 9 de septiembre de 1910

Tabla 26. Elecciones para regidores. Ley 7ª de 1888

Tabla 27. División electoral de la provincia de Bogotá para efectos de la Ley 7ª de 1888

Tabla 28. División de la provincia de Bogotá para efectos políticos y fiscales, 1889

Tabla 29. División de la provincia de Bogotá para efectos judiciales, 1889

Tabla 30. División de la provincia de Bogotá para efectos de notaría y registro, 1889

Tabla 31. Miembros de la Junta electoral de Bogotá, 1890

Tabla 32. Lista de los candidatos nacionalistas para la Asamblea de Cundinamarca, 1898

Tabla 33. Lista de los candidatos nacionalistas para el Concejo de Bogotá, 1898

Tabla 34. Regidores elegidos para el Concejo de Bogotá, 1898

Tabla 35. Miembros del Directorio. 31 de diciembre de 1902

Tabla 36. Miembros de la Junta para reformar las circunscripciones electorales, 1902

Tabla 37. Regidores elegidos para el Concejo de Bogotá, 1903

Tabla 38. Regidores elegidos para el Concejo de Bogotá, 1904

Tabla 39. Miembros del Concejo de Bogotá. 19 de abril de 1909

Tabla 40. Miembros del Concejo de Bogotá. 11 de septiembre de 1909

Tabla 41. Individuos propuestos por el diario El Porvenir para ser elegidos concejales de la capital en las elecciones de noviembre de 1909

Tabla 42. Individuos propuestos por “Otro bogotano” para complementar la lista del periódico El Porvenir

Tabla 43. Listado de candidatos para el Concejo de Bogotá. Noviembre de 1909. Directorio constituido por los artesanos

Tabla 44. Listado de candidatos para el Concejo de Bogotá. Noviembre de 1909. Republicanos en general y Republicanos gobiernistas

Tabla 45. Listado de candidatos para el Concejo de Bogotá. Noviembre de 1909. Bloque Unionista (conservadores y nacionalistas) y Bloque de Industriales y Obreros

Tabla 46. Miembros del Concejo de Bogotá elegido popularmente el 14 de noviembre de 1909

A mi abuela,

che, raccontandomi la sua storia, mi ha insegnato ad amare la storia.

Agradecimientos

Las disquisiciones aquí efectuadas no hubieran sido posibles sin la generosidad de quienes con su paciencia, sus críticas y su aliento, compartieron un conocimiento invaluable sobre los temas que abarca la pesquisa; además de gratitud, quiero manifestar mi profunda admiración hacia Gustavo Montañez Gómez, Adrián Gorelik, Germán Mejía Pavony, Iván Padilla Chasing, Marcela Ternavasio y Delfín Ignacio Grueso, porque fueron un sostén permanente en la realización de esta obra. Las ideas que discutieron conmigo en el transcurso de la investigación son la base de los planteamientos propuestos.

También quiero agradecer a las entidades que facilitaron el proceso investigativo al conservar la información que le dio sentido a todos estos años de inquietud intelectual: la Biblioteca Nacional de Colombia, la Biblioteca Luis Ángel Arango, la Biblioteca Nacional de la República Argentina, la Biblioteca de la Academia Colombiana de Historia, el Archivo de Bogotá y la American Geographical Society Library, la cual se encuentra en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee (UWM).

Tengo, por último, una deuda infinita con las personas que han estado a mi lado a lo largo del camino. Sin su afecto, este libro nunca hubiera existido.

Al lector

La génesis de este libro se encuentra en la tesis doctoral sustentada en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en el segundo semestre de 2015. La investigación llevada a cabo es producto de años de reflexión sobre el espacio urbano bogotano, entendido no solo desde la dimensión físico-arquitectónica, sino especialmente desde la dimensión política, social, cultural y, en menor medida, económica.

Interesa enfatizar en esta cuestión porque está directamente ligada a una de las premisas fundacionales de la pesquisa: a saber, que el hecho arquitectónico o físico no explica per se el fenómeno urbano ni el fenómeno urbano se reduce a ese hecho. La afirmación anterior podría parecer una obviedad para un investigador versado en la materia, pero lo cierto es que buena parte de la bibliografía publicada en Colombia mantiene erradamente esa concepción.

La comprensión de la ciudad no se limita entonces a estudiar lo construido; para poder aprehenderla en toda su magnitud es preciso aceptar que es un universo complejo en donde se cruzan diversas fuerzas e ideologías que inevitablemente permean el espacio edificado, a la par que se ven permeados por él. La ciudad es el locus por antonomasia del proceso histórico; lo construido es tanto un producto social, político y cultural, como una inversión o un desafío técnico.

La historia urbana, campo disciplinar en el que se inscribe este texto, tiene sus cimientos en dicha constatación; ello no implica, empero, como bien lo plantea Bernard Lepetit (2001), que sea una disciplina totalizante, pues se afinca en el reconocimiento de que es en esa multiplicidad de enfoques, de miradas, que convergen en la urbe, en donde radica su esencia.

Fundamentada en esta conceptualización, la disciplina histórica concibe la ciudad como un espacio históricamente construido que se nutre de modelos, nociones e intereses procedentes de los diversos sectores de la sociedad que se encuentran inmersos en la lógica que es inherente a todo régimen político: el damero, la infraestructura, la arquitectura, ponen en escena esos intereses, los sacan a la luz (Mejía Pavony, 1999; Suárez Mayorga, 2006, 2011). Pensar lo urbano supone entonces pensar la trama como si fuera un “observatorio de las relaciones entre los hombres”, donde disímiles pasados “se encuentran formando nuevos sistemas” (Lepetit, 2001, p. 15).1

La necesidad de escudriñar la esfera local a partir del estudio del municipio y de la administración municipal, con miras a comprender el desarrollo urbano bogotano, es el punto de partida del presente texto. La elección de esa esfera como escala problemática (Lepetit, 2001, p. 58) no responde a una mera preferencia metodológica sino que encarna la reivindicación de una postura teórica: coincidiendo con Lepetit, aquí se sostiene que la especificidad de la historia urbana reside principalmente en una mudanza de escala que no es de tipo geográfico ni cronológico.2 Los estudios realizados en este campo de conocimiento deben tipificarse por el abandono del horizonte historiográfico que exige la elaboración de una historia total de la ciudad, para dar paso a pesquisas más prudentes que se encarguen de ubicar, en las múltiples dimensiones de la urbe, “cuestiones parciales” (2001, p. 58).3

Tales ideas tienen como precursor a Henri Lefebvre, quien determinó que el fenómeno urbano debía ser examinado a partir de tres niveles: el global (G), el mixto (M) y el privado (P). El primero de ellos, que es en el que se ejerce la autoridad, lo definió como “el de las relaciones más generales”, cuya materialización se traduce en “una parte del terreno construido” (“edificios, monumentos, proyectos urbanísticos de gran envergadura, nuevas ciudades”) y en una parte del no construido (“carreteras y autopistas, organización general del tráfico y de los transportes, del tejido urbano y de los espacios neutros, defensa de la ‘naturaleza’, etc.”) (Lefebvre, 1976, p. 86).

El segundo, el nivel “mixto, mediador o intermediario”, lo definió como el “nivel específicamente urbano”, en el que se revelan las funciones relacionadas con “el territorio circundante” y con las estructuras (comerciales, de transportes, etc.) que se ponen, o bien al servicio de “la vida urbana propiamente dicha”, o bien al servicio de las localidades más pequeñas o pueblos aledaños (Lefebvre, 1976, p. 87).

 

El tercero, el nivel privado, lo definió como el ámbito del habitar, es decir, no solamente el de “la familia, el grupo de vecinos y las relaciones ‘primarias’” (Lefebvre, 1976, p. 88), sino, sobre todo, el de los seres humanos que se apropian de su hábitat con la finalidad de instituir un nexo que trasciende “el lugar de habitación” para articularse “con lo posible y lo imaginario” (pp. 88-89).4

La investigación aquí efectuada se sitúa en lo que sociológicamente se llama el nivel mezzo, que es el que se ocupa tanto del estudio de las instituciones (representadas aquí en las entidades municipales que tienen la potestad de tomar las decisiones sobre el desarrollo bogotano) como de los actores sociales que hacen parte de ellas. Sin embargo, en aras de esclarecer el vínculo poder local-poder central que se dio en Bogotá durante el período 1886-1910, se optó por establecer un enlace con el nivel macro o nivel global, en el cual el Estado se configura como voluntad y como representación: como voluntad, porque “los hombres” que detentan el poder estatal “tienen una estrategia o estrategias políticas” que buscan imponer en la grilla, y como representación, porque allende esa imposición, la ciudad es el lugar por excelencia para que se produzca la convergencia de “imágenes particulares del tiempo y del espacio” (Lefebvre, 1976, p. 85).5

El municipio ha sido poco estudiado en el medio colombiano, precisamente por las dificultades metodológicas y analíticas que reviste, generó que, desde el inicio, este libro se proyectara como un trabajo destinado a profundizar en aquellos aspectos en los que la historiografía sobre la capital no ahondaba o, por el contrario, ahondaba con base en premisas que un análisis histórico adecuado pone fácilmente en entredicho. Más que puntualizar sobre las obras realizadas en la urbe, lo que interesa saber es por qué se hicieron, qué juegos de poder se entretejieron a su alrededor y qué se derivó de estos procesos.

Los resultados obtenidos con base en este esquema facultan, en efecto, para advertir acerca de la urgencia de crear una nueva historiografía sobre Bogotá. Una historiografía basada en una gran amplitud de fuentes primarias, recopiladas e interpretadas rigurosamente, que aprehenda la ciudad desde la realidad local, en vez de subsumirla a lo sucedido en la esfera nacional, y que asuma el carácter multifacético del espacio, admitiendo que se pueden utilizar distintos y complementarios niveles de observación para analizarlo.

La lectura de la historia local, departamental y nacional del territorio patrio debe hacerse, por consiguiente, desde un ángulo diferente al que hasta ahora ha primado: no es desde la nación ni desde la animadversión sentida desde la región como se entiende la capital; es desde la capital y su interacción con las otras dos instancias como se comprende apropiadamente la realidad histórica bogotana. Haciendo una suerte de paráfrasis con una de las máximas más importantes de la época examinada, es ostensible que en tanto no se comprenda el municipio, no se podrá entender la República.6

La aserción precedente se arraiga en la certidumbre de que para estudiar la ciudad no solo se debe analizar cuál es la expresión material de los lazos sociales que caracterizan a determinada comunidad, sino también cuál es el papel que cumplen las instancias involucradas en el proceso de afianzamiento o debilitamiento de un determinado ordenamiento político. Como lo plantea Lefebvre (1974), “el espacio ha sido siempre político” (p. 221).

La política constituye un elemento crucial para comprender la producción tanto física como social del espacio, en la medida en que se erige en un referente cardinal para examinar la acción de los grupos e individuos que conforman el entorno urbano; de hecho, es justamente la facultad que poseen las urbes para autogobernarse o para escoger, por medio de la representación popular, a sus dignatarios la que genera que la administración municipal adquiera una significación trascendental en la esfera nacional.7

Bogotá no puede comprenderse por fuera de estos preceptos porque su condición de “cerebro i corazón” (Suárez Mayorga, 2015, p. 219) de la República, adquirida en el siglo XIX, hizo de ella un escenario inmejorable para entender el país.8 La lucha por la autonomía local que comienza a finales de dicha centuria es justamente lo que permite comprender por qué la corporación capitalina se convirtió a partir de 1909 en un lugar privilegiado para hacer política en Colombia.9 No es producto del azar, por ende, que figuras de tanta relevancia a nivel nacional como Alfonso López Pumarejo, Laureano Gómez, Jorge Eliécer Gaitán y Eduardo Santos, hicieran parte del Concejo bogotano; es, en contraposición, un indicio palmario de la trascendencia que adquirió el gobierno municipal para mantener la institucionalidad republicana.

Indiscutiblemente, lo acaecido en el período en estudio es parte de un proceso histórico de largo aliento que ha sido decisivo para el desarrollo posterior del territorio patrio. El discurso ideológico sobre el cual la Regeneración legitimó su poder caló más hondo entre los connacionales que sus propias acciones: en los colombianos actuales, incluso sin ser conscientes de ello, persiste la impronta de un pensamiento decimonónico.

Vale anotar que los razonamientos que se efectuarán a continuación parten de una concepción concreta de la historia: aquella que entiende esta disciplina según el nexo pasadopresente-futuro. La investigación histórica supone dentro de este contexto situarse en tres temporalidades diferentes que implican: a) un proceso de desciframiento, en la medida en que ese pasado “ido, muerto, lejano”, inteligible, es “ajeno” a la propia experiencia (Tenorio Trillo, 2012, p. 61); b) un proceso de comprensión, en cuanto es necesario (siempre que sea factible) traducir esa realidad al presente para lograr construir una interpretación acerca de lo ocurrido, y c) un proceso de discernimiento, porque es precisamente en “el hacer y el re-hacer” (p. 69) donde, además de dialogar con los muertos, se puede pensar o incluso, proyectar el futuro.

La cristalización de esa tríada no es una tarea sencilla. Los historiadores frecuentemente están expuestos a muchos dilemas, dudas, tentaciones, que en ocasiones llegan a suscitar que de antemano el investigador suponga “que existe evidencia en el pasado de lo que el presente [...] dicta” (Tenorio Trillo, 2012, p. 74). El riesgo que se corre al darse esta situación es que la pesquisa se oriente a encontrar tales testimonios, originando con ello no solo que se traduzca con impunidad lo que sucedió, sino, sobre todo, que se “plagi[e], tergivers[e], malentiend[a]”, el ayer (p. 76).10

La singularidad del oficio histórico radica, en síntesis, en reconocer los límites de la profesión: por más que se emplee una metodología sistemática para recopilar, examinar e interpretar las fuentes, debe admitirse que es tácitamente imposible aprehenderlas por completo, prueba de lo cual es que muchas transitarán varias veces por distintas manos antes de ser apreciadas a cabalidad. Si bien es cierto que en la labor de quienes se interrogan por el tiempo que pasó “siempre ha de regir la certeza de que nada es construible, reconstruible o ‘deconstruible’ del todo” (Tenorio Trillo, 2012, p. 77), también lo es que la pertinencia de aquello que sea posible de descifrar, comprender, rumiar, dependerá fundamentalmente de la rigurosidad con que se aborde el problema de estudio. Quizás el pasado no se pueda resucitar, pero el desafío que representa la disciplina histórica consiste en aproximarse a él desde la “imaginación” (p. 54) del presente, haciendo uso de las herramientas teóricas, analíticas y metodológicas que sean apropiadas para la temática específica que se va a tratar.

La escritura de la historia no puede vislumbrarse, en consecuencia, como un acto aislado, sino que debe inscribirse en una sucesión de pesquisas precedentes; el universo historiográfico en el que se inserta cualquier investigación relacionada con esta área de conocimiento resulta por ello primordial para generar argumentos inéditos que trasciendan la simple enunciación de los acontecimientos.

Finalmente cabe señalar que, con el propósito de conocer a fondo el ámbito municipal bogotano, este texto se divide en ocho capítulos: en el primero, se establece el marco conceptual e historiográfico de la investigación; en el segundo, se analiza cómo se concibió el gobierno local en el pensamiento de Florentino González, con el fin de sentar las bases de lo que algunos letrados finiseculares plantearían al respecto durante la Regeneración; en el tercero, se examina el pensamiento de los líderes del movimiento regenerador; en el cuarto, se confronta la legislación expedida en materia de régimen municipal con el accionar de cada una de las esferas gubernamentales que tenían potestad sobre el desarrollo de la ciudad; en el quinto, se indaga sobre la administración distrital en el contexto político nacional a través del debate centralización-descentralización; en el sexto, se ahonda en los principios que fundamentaron el reclamo de los capitalinos por la autonomía local; en el séptimo, se estudian las elecciones para concejales bogotanos desde las postrimerías de la centuria decimonónica hasta la primera década del siglo XX, y en el octavo, se concluye la argumentación.11

Notas

1 La traducción del portugués es mía.

2 Lepetit acuñó la noción de escala problemática para designar tanto los distintos niveles o desniveles de articulación que confluían en la ciudad, como las distintas y complementarias escalas de observación que se podían adoptar para analizar el espacio urbano.

3 La traducción del portugués es mía.

4 Para ampliar esta cuestión, véase Lefebvre (2013).

5 El término grilla se utiliza en el sentido que lo hace la historiografía argentina; en concreto, se refiere “a la parrilla de manzanas que cuadriculan el territorio” de la ciudad (Gorelik, 2004, p. 19).

6 Esta última frase debe entenderse en un doble sentido: en tanto no se entienda el municipio de Bogotá y en tanto no se entienda el municipio como pieza clave del ordenamiento territorial instaurado por el movimiento regenerador. En las fuentes de la época, las palabras Municipio, Provincia y Departamento usualmente van con mayúscula; sin embargo, en adelante solo se escribirán así cuando sean citas textuales.

7 Al respecto, véase Gottdiener y Budd (2005). Estos postulados se enmarcan en la nueva sociología urbana, corriente emergida en la década de 1980 que aboga por “entrelazar explicaciones políticas y culturales junto con consideraciones económicas” (Gottdiener y Feagin, 1990, p. 227), mediante la introducción en el análisis de cuatro áreas de observación: a) el contexto global, b) los actores urbanos, c) el espacio, y d) el Estado. Sobre esta temática, véase también Gottdiener (1998).

8 “La alusión mas antigua” que hasta el momento se conoce del término cerebro i corazón de la República “se remonta a 1874, año en el que Miguel Samper escribió un artículo en el Diario de Cundinamarca, en el que responsabilizaba al Estado cundinamarqués de la ‘mugre, oscuridad e inseguridad’ que el Municipio exhibía. La trascendencia de su disertación reside en que él denunciaba la injusticia que constituía que ‘el Estado tratara a la capital como no querría ser tratado por la Nacion’. La convicción que primaba en su razonamiento era que la localidad representaba la médula de la patria, circunstancia que además de otorgarle a Bogotá una posición hegemónica dentro del entorno nacional, la convertía en un claro reflejo” de lo que era Colombia pues, a su juicio, “las carencias urbanísticas” que exteriorizaba el damero citadino “eran la prueba fehaciente de las falencias” que tenía el país (Suárez Mayorga, 2015, p. 219).

9 Sobre el Concejo bogotano para el período 1910-1950 véase Suárez Mayorga (2006). Municipalidad, Cabildo y Concejo o Consejo Municipal son sinónimos utilizados en la Regeneración para hacer referencia a la “corporación popular” creada por la Constitución de 1886 para “ordenar lo conveniente” a la localidad (República de Colombia, 1911, p. 59). Hay que anotar que el término Concejo se encuentra escrito con c y con s en las fuentes consultadas.Téngase en cuenta que en este libro la palabra localidad hace referencia a lo que en la mencionada carta magna se denominó, indistintamente, el municipio o el Distrito municipal. No debe confundirse, por lo tanto, con la organización en localidades que actualmente rige en Bogotá.

10 Las palabras inscritas en los signos [] no pertenecen al texto original, pero se utilizan para darle coherencia a la redacción de la cita; este mismo procedimiento se utilizará a lo largo del escrito. De igual forma, se utilizará para anotar la actualización ortotipográfica de los números y cantidades tomados de documentos originales, que, por su carácter variado, no aparecen bajo el mismo criterio en sus presentaciones.

11 Se utiliza el término distrital en alusión al Distrito municipal establecido en la Constitución de 1886.