Patagonia

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VALDIS DREBNIEKS

Patagonia
Vivencias de misterios y leyendas


Drebnieks, Valdis

Patagonia : vivencias de misterios y leyendas / Valdis Drebnieks. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

70 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-87-1280-2

1. Narrativa Argentina. 2. Relatos. I. Título.

CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Índice de contenido

Portada

Créditos

Índice

Patón y el camino de los tiempos

La ciudad oculta del lagarto

El misterio del presagio

El duende del sol

El diablo castrón macho

El chonchón de la cueva

Pedro, el pescador de ilusiones

El misterio del Calcu

La visión del caminante

Un ojo de la Patagonia al cielo

Agradecimiento

Otras obras del autor

Dedico este libro a todas las personas que pueden ver al leer

y que sienten cuando escuchan, pensando que hay muchas

historias fantásticas e impresionantes no solo en los libros

que se escriben, sino también en cada parte de nuestro

hermoso planeta, todas escondidas en lugares inimaginables

y listas para ser descubiertas cada día que pasa,

como un regalo enriquecedor para nuestra mente.

Palabras del autor

Humildemente y, en pocas palabras, quiero expresar a ustedes mi agradecimiento por su interés en conocer estas historias muy particulares que hoy les presento, que resultan de ser nada más ni nada menos las circunstancias reales, que a cierto modo ocurrieron en esta fantástica y misteriosa región del mundo que es la Patagonia; las que rescaté fuera del foco que ilumina nuestra vida diaria, en la que estamos enchufados como máquinas automáticas casi en forma permanente con pocos espacios para dejarnos ver entre nosotros mismos y ocuparnos en descubrir que existen otros momentos que nos acompañan en forma paralela en nuestra corta vida. Gracias. Muchas gracias.

Valdis Drebnieks

Prólogo

Los relatos de este escritor patagónico ofrecen descubrir historias fuera de lo común, como misterios de increíbles leyendas que señalan la real existencia de algo extraordinario y oculto que nos acompaña en nuestras vivencias diarias. Es como ver al lado de nuestro camino una línea paralela y fantástica, en la que se desarrollan circunstancias fabulosas y excepcionales en distintos tiempos que nos lleva a no olvidar quienes somos los humanos en realidad, hasta que logramos ver la unión de estas líneas en el final de nuestra vida, y es allí mismo donde solo la verdad sale a flote.

1

Patón y el camino de los tiempos

Este relato de aventura y misterio nos lleva a conocer un suceso extraordinario que tiene como protagonista a una persona de nombre Patón, que vivía como domador de caballos en unas estancias ganaderas del interior de la Patagonia Argentina. Por la década de los ochenta, este hombre se acercó a un hospedaje familiar ubicado a un costado de la ruta nacional 23 en un pueblo de la línea sur rionegrina. Para el trámite de unos papeles que debía efectuar, no pudo acreditar su identidad personal de otra manera más que con decir su nombre. Decía ser Patón, un peón de campo y domador de potros, tarea que le fue enseñada por la persona que lo crio desde muy chico en unos establecimientos ganaderos, cercanos a la Cordillera de los Andes por el sur patagónico. El campesino, manifestaba que nunca había ido a la escuela, por lo que no sabía leer ni escribir, solo hablar. Además, revelaba que jamás tuvo documento alguno que lo identificara con nombres y apellido, porque nunca había sido denunciado su nacimiento. En sus aproximadamente treinta años de edad, nadie en el país conocía legalmente de su existencia. Nunca había sido llamado a votar en las elecciones, ni tampoco para concurrir al servicio militar obligatorio de aquellos años.

La cuestión es que en una extensa charla durante la noche entre mate y mate con el conserje de la pensión, el gaucho Patón, dialogando de misterios tal cual fuera la estrella o el intérprete de la noche, como una persona hábil y conocedora de la región, dio a conocer su versión mística de que la Patagonia Argentina era en realidad una larga lengua de tierra en el mundo que llegaba a la entrada secreta de una dimensión de espacios paralelos. Por cuanto él mismo había vivido una experiencia paranormal en un camino que no era ninguna de las rutas tradicionales que la rodean, como es la ruta 40 de la precordillera de los Andes, que la atraviesa de sur a norte, ni tampoco la conocida ruta 3, que bordea las costas del mar argentino hasta el sur del continente. El camino era una serie de atajos activos en terrenos ocultos, dispersos en distintos lugares fantásticos de las provincias patagónicas y en donde, a menudo, se encontraban lugares de adoración, de rezo, alabanzas a Dios y otros lugares de religiones actuales, como templos e iglesias. También cerca, se encontraban los puntos de observación a las figuras que representan a creencias populares, como San Ceferino Namuncurá el milagroso gran señor de las pampas; la Difunta Correa, que está constante rodeada de muchos botellones con agua; el Gaucho Gil, con su poncho o ropas rojas, siempre cumplidor a la promesa; el Maruchito, como hacedor de milagros; y otras figuras populares. A la par, había algunos símbolos antiguos de mitologías de ancestrales humanos y que a unos se los notaba, en algunos sectores, como un dibujo de color rojo con motivo de ser dos triple letras be larga invertidas hacia ambos lados que dejaban un espacio vacío en el medio de ambas letras y que entre las líneas paralelas era utilizado como un canal energético metafísico. También cerca, había lugares míticos o misteriosos en donde en un absoluto silencio solamente se escuchan, de repente, los ecos elementales de la naturaleza por unos instantes, como ser zumbidos de fuertes vientos repentinos; el retumbo de cántaros de aguas que caen al suelo como inmensas cascadas, y el estruendo de rocas que ruedan y se quiebran al chocar con otras sobre la tierra. Asimismo, el ruido del crepitar que producen los leños cuando están ardiendo con el fuego y los pulsares de cambios de luces o plasmas luminosos encima de los ojos, y que, solo a estos, algunos podían percibirlos como chasquidos eléctricos de luces multicolores en un intercambio de energía cósmica, y además, algo inexplicable, que incluso con todos los demás sentidos humanos concentrados en la mente y en esa escucha, no se podía descifrar pero allí estaba, como si fuese un séptimo elemento natural que existía en un todo.

Uno de estos portales se encuentra en la región sur del territorio de Río Negro, en un lugar misterioso y casi desconocido situado en cercanías del pueblo de Comallo. Es una puerta que siempre está abierta y cerrada a la vez, a simple vista humana del mundo físico. Resulta ser como un fragmento de luz especial que buscan las personas cuando han dejado de vivir, mientras deambulan por la superficie como almas errantes, privados de la luz del sol, sin saber hacia dónde ir en ese trajinar, ocultos e inmersos como fantasmas en las noches.

Algunos persisten en quedarse amarrados a sus casas, con sus familiares o amigos, sus bienes materiales o lugares de placeres y riquezas en ese apego momentáneo. Persisten hasta que logran encontrar estos lugares espirituales y, al tocar la puerta son transportadas sobre una serie de nubes oscilantes, adentro de un tubo gigante y trasparente, en un agujero negro e iluminado con infinidades de pequeños y diversos insectos o bichos multicolores a modo de estrellas, para pasar hacia otra dimensión. Así llegan hasta un fluorescente portal de entrada, que es una caverna de hielo azul, espectacular e impresionante, que se encuentra en la Antártida Argentina. En este inmenso y paradisíaco lugar, es donde el tiempo se detiene; los relojes que lo marcan no funcionan a su ingreso. Es como en una sala de espera, en donde se encuentran allí todas las almas juntas. Para ingresar, se pisaba una plataforma de tierra que flotaba a pocos centímetros del suelo, que era de agua líquida. Pero al traspasar una espesa cortina de aire gris, las almas de aquellas personas que habían logrado cultivar los valores esenciales de sensibilidad humana, durante su vida en el planeta tierra, podían entrar a un mundo maravilloso y celestial que existía en paralelo, en un plano de dimensión superior conocido como el reino de los cielos, donde todo es luz, calor y felicidad, sin sufrimiento alguno.

 

Muchísimas de estas almas apreciaban, en ese mismo instante, saber que nada era más cierto en la vida, que el que cultivaba lo bueno y cosechaba lo bueno y hacía el bien común, recibían allí mismo como tesoro más preciado, su recompensa en forma de un rayo de luz de vida. Sobre esta exaltación de energía expuesta, se medía el peso de cada alma humana, pero no de esa nube de cinco gramos, casi imperceptible que se desprende del cuerpo al fallecer una persona, sino de la que era medida y pesada con la otra balanza, la que estaba fuera del alcance del ser humano en la vida terrenal. Luego, se sumaban los valores cosechados, valiendo en la deducción, cada siete valores por una virtud de existencia humana. De seguido, cada alma unía sus virtudes logradas, que asemejaban ser como bolitas o canicas con luminiscencias trasparentes y de diversos colores entre sí. Con estas formaban un esplendor que lucía en su ser y le servía para distinguirse entre las otras almas, como un escalafón social, en una posición espiritual que regía y que permitía a cada alma desplazarse dentro de los siete niveles que existían en un mundo paralelo. Esto era lo único que llevaban consigo las almas inmortales para entrar a este mundo divino y maravilloso con diversos espacios de elevación en los cielos, que se apreciaba de una magnitud y belleza imposible de descifrar. Y allí mismo, en ese paraíso, seguían viviendo felices en la evolución como seres de luz y con la gnosis de todo lo aprendido. Estas almas tenían como derecho merecido, utilizar cualquiera de las edades que hubieran vivido, o sea, estar presentes como y cuando les plazca, a modo de ser niños, adolescentes, jóvenes o adultos y con la sabiduría adquirida de todos los años de las vidas vividas, con gozos y placeres que se hacían realidad cuando se lo propusieran. Pero sobre todo esto, había ciertos límites y una supervisión por parte de seres superiores del orden celestial. También, existía un camino de energía, a modo de ser como un arco iris de rayos multicolores a contrapuesta desde el suelo, reservado solo para aquellas almas de quienes sus vidas habían sido frustradas a causa de otras personas. Solo aquellas tenían como preferencia especial, una distinción de luz celestial en un orden jerárquico divino, directamente ligada a los seres superiores. A su vez, allí estaban en la plataforma, las almas de aquellas personas que no podían traspasar la espesa cortina de aire gris para elevarse, por cuanto no les alcanzaba la suma de los valores, o por carecerlos también. Muchas, además, que en el expurgo sus almas debían limpiar. Algunas por haber vivido en la riqueza material y el poder humano de una manera que no les servía para avanzar a la riqueza espiritual, con el olvido del propósito esencial de la vida en la gracia de su creación. Otras de estas almas estaban con un profundo miedo a entrar hacia lo desconocido, apenadas por haber dejado la comodidad en la que vivían, infelices de estar allí, entregadas a su merced y dónde nada podían hacer.

A continuación, desde ese mismo portal, bajaban todas aquellas almas, en forma inmediata, expulsadas por su ingrata presencia y obligadas a estar en una cueva de un mundo oculto y subterráneo. En ese frío y oscuro lugar, el reloj de los tiempos funcionaba al revés su modo de girar las agujas, para conseguir que estas entidades vuelvan a revivir, desde ese preciso instante, año tras año, todos los momentos malos y tormentosos que provocaron con sus acciones. Las almas regresaban a sus tiempos pasados, reviviendo cada una de ellas solamente todo lo negativo, hasta llegar a ver su propio nacimiento. Revelándose a sí mismas, con el pensamiento constante de su arrepentimiento, de que no la supieron hacer, de que no hicieron lo necesario cuando tuvieron las muchísimas oportunidades de pensar en el futuro. No lograron avanzar en cultivar los valores necesarios para equilibrar el peso mágico de su alma y así, poder lograr pasar a otra dimensión superior de evolución y salvación. Porque nada era gratis en la vida, aunque así fuera la manera en la que hubieran vivido. De esta forma les llegaba la hora de pagar las deudas de su existencia, esas verdaderas, las que estaban en lo profundo de su ser, ocultas y encerradas en el pensamiento. Otras que no se podían arrancar del corazón y de la mente. De ese modo, estas almas, eran nuevamente encaminadas. Aun así, también tenían otra oportunidad de vivir en esos tiempos. Revivían estos con el único propósito de que lograsen alcanzar, desde lo más simple, viviendo y dejando vivir, a corregir los errores cometidos en su vida terrenal. A su vez, y como todas tenían la oportunidad de revertir su existencia, muchas de estas almas optaban por renacer como animales de distintas especies o como aves conocidas, porque así les resultaba más fácil que vivir nuevamente como seres humanos. Pero al hacerlo de este modo, se quedaban definitivamente y en su hora, como polvo en la tierra al fundirse sus almas, desapareciendo para siempre su presencia.

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