Poemas de Sixto

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Poemas de Sixto
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SIXTO ROLANDO ESQUIVEL

Poemas de Sixto


Esquivel, Sixto Rolando

Poemas de Sixto / Sixto Rolando Esquivel. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2002-9

1. Poesía Argentina. I. Título.

CDD A861

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com

Índice

1  Poemas del alma

2  1. La música del alma

3  2. Tiempo pasado

4  3. Yo soy tu padre

5  4. Buscando a Dios en el dolor

6  5. Lágrimas

7  6. Viejo artesano

8  7. Como el viento

9  8. Relato gaucho

10  9. Tu palabra

11  10. Mi barrio

12  11. Extrañas sensaciones

13  12. Mi amor Inolvidable recuerdo

14  13. Hija mía

15  14. Sin olvido

16  15. Gotas de amor

17  16. Sentimientos del vivir

18  17. Pobre esperanza de un ciego

19  18. El colibrí experiencias transcurridas

20  19. Valorando lo perdido

21  20. Que habré sido

22  21. La rosa

23  22. Soy poeta

24  23. Escribir yo quiero

25  24. La rosa y el jardinero

26  25. Un verso para vos

27  26. Recuerdos de niño

28  27. Quiero saber dónde estás

29  28. Racimos y retoños

30  29. Hijo del pecado

31  30. Regreso en el avión

32  31. Mamita y yo muy solas

33  32. Un último adiós

34  33. Amándote por siempre

35  34. Sueño perdido

36  35. Hoy te fuiste de mi lado

37  36. Esclavo de un sueño

38  37. Náufrago soy

39  38. Paso por el amor

40  39. Un día

41  40. Te fuiste

42  41. Un pobre soñador

43  42. Regalo a mi Dios

44  43. Los ojos del supremo

45  44. La plaza

46  45. Letras

47  46. El tren

48  47. Reflexiones

49  48. Inmigrante

50  49. Mi último verso

51  50. A la espera

52  51. Gracias, señor todopoderoso

53  52. Sin razones

54  53. Pensamientos de hoy y de ayer

55  54. Miradas

56  55. Pintor que pintó en septiembre

57  56. Lejano ayer

58  57. La alegría

59  58. Los ojos del silencio

60  59. El pasado y el presente

61  60. Cuando el sol ilumine esta tierra

62  61. Una vez más besar el cielo

63  62. Así eras mi amor

64  63. Abrazado a la muerte

65  64. Mi oración

66  65. Quiero

67  66. Yo quisiera

68  67. Asombro

69  68. Así te quiero

70  69. Atardecer

71  70. La vida es bella

72  71. Querida mía

73  72. Quiero morir

74  73. Tesoro de tapas negras

75  74. Sin recuerdos, sin olvidos

76  75. Una flor en el camino

77  76. Tinta azul

78  77. Camino del amor

79  78. La noche

80  79. Las tumbas abren su boca

81  80. Nunca pensaste…

82  81. Sin adiós

83  82. Extrañezas

84  83. Rocío de un amanecer

 

85  84. Amor sin olvido

86  85. Noha

87  86. Anochecer

88  87. Un instante nada más

89  88. Volverás un día

90  89. Un momento, no más

91  90. Palabras

Landmarks

1 Table of Contents

A mi Dios y Padre Jehova

Familiares, amigos y conocidos

Poemas del alma

Aunque este relato pueda emparentarlo con alguna experiencia propia, le diré que en principio son recuerdos que a posterior incluyen unas cuantas poesías…

Tal vez algún nieto diga “este era mi abuelo”, sí, y no trascien­da. Tal vez opine del sentido de lo escrito; tan solo me confor­maría con que mis palabras sean un bálsamo a su pensamiento y al saber que en esta vida y en cada casa se vive diferente, se vive apegado a una cultura diferente.

Hallará alguna simple historia; recordará alguna vivencia propia, evaluará principios, cualidades inherentes o no al subsis­tir. Tan solo si lograran mis palabras llegar al corazón, suficiente; son 75 años, desde los brazos de mis padres hasta este momen­to. Ya un poco adolorido recorro calles y algunos polvorientos caminos que se han erigido como soles de un pensar profundo. Nací en Belgrano, poco tiempo después residí en provincia.

Los años de la adolescencia transcurren, no así como los de la infancia. Siempre al ver un niño vuelven a mí los recuerdos, pasados de años y alegría.

Si algo no olvido son las higueras, las ciruelas a campo abier­to. La aventura de una siesta comiendo brevas; y una pileta her­mosa o revolcándose en los tréboles del campo donde el color incitaba ya el deleite.

Mis padres pasaron las penurias de los años 30 viviendo en Entre Ríos, quien de chico ayudaba en un frigorífico y el pago eran monedas más alguna cabeza de ganado que la madre sabiamente faenaba; mi padre hombre de poco hablar.

A mi abuelo le gustaba el juego de naipes y a veces perdía sus ganancias, tanto que no alcanzaba para los propios hijos que lo ayudaban a comprar un par de alpargatas.

Al seguir la rutina, recibí un regalo de un tío, una valijita de viaje justo a la medida. ¿Qué resolví? ¡Vender!

Iba a Once, allí compraba aritos, hilos, moños, medias y algo que me encargaban, así siempre 2 pesos tenía para gastar y si no cuando no tenía era manguear al viejo que rezongón te los daba.

A los 15 años trabaje en un almacén por unos 2 años, 1 año en la feria, a su vez estudiaba y jugaba al fútbol, mi deporte favorito, sin trascendencia, pero corría rápido.

Con mucho esfuerzo terminé el secundario y después de una grave enfermedad (meningitis) a los 21 trabajaba como soporte técnico en INTA, de allí pasé por varias empresas a la vez que llevaba otro emprendimiento.

Me casé a los 25 años y era conocedor por algunos años de principios que marcarían a fuego mi vivir.

La religión cobró vida en mi existencia y la vida adulta con­llevó nuevas responsabilidades.

Terminé mis estudios terciarios y paralelamente compartía mis ideas religiosas con un representante de los testigos de Jehová, la decisión más acertada de mi vida.

Todos no recorremos un mismo camino, es cierto, pero estamos sujetos a decisiones que pueden afectar nuestro futuro.

Como todo joven de 25 años surge la ansiedad de formar una familia, me casé a esa edad y con cuatro hijas a mi cargo surge una separación inesperada.

Todos estos desaciertos lo registran las páginas de algún pa­pel que como hojas de otoño se las llevó el viento, otros escritos taladraron la frescura de mi piel.

Así nacieron mis versos y ellos van a tu encuentro.

Algunas heridas sangran todavía, pero nunca olvidemos que estamos ante un inminente naufragio y la desesperación y atur­dimiento toman dimensiones inusitadas y no creo ser la excepción, pues a veces el tesón y el esfuerzo por hacer lo bueno es terminar con los brazos cansados, sin que por esto señale que no está bien hacer lo bueno.

Hay algo maravilloso que podés dar sin costo, contales, inventales, recordales historias y cuentos a tus hijos… no los olvidarán jamás, especialmente los que les dejen una enseñanza.

Nada ha cambiado, más bien se han acentuado los hechos calamitosos, por lo que hago el intento en estos recordatorios de acariciar un poco el sueño de los muchos sufrimientos del hombre y la desigualdad.

Verás que mis versos te unirán a Dios, él observa profundo tu corazón, entiende y te da valor; falta que te acerques y él te concederá tus pedidos

Leamos algunos relatos…

1. La música del alma

La música del alma

Es la esperanza

Amasada en el sudor

De aquellos que aman

Desde el corazón

Que pueden mirarse

En el espejo de otros ojos

Como a sí mismos

Sentir sus tristezas y alegrías

Que sin temor ven la pérdida

Para volver a empezar

Que dejan caer sus lágrimas

Sobre las manos del trabajo

Y que desde la soledad

Pueden construir un mundo

Y en el complejo laberinto de la vida

Saben soñar.

2. Tiempo pasado

Hoy que la lluvia ha traído

La paz de una noche tranquila

Y que el alma adormece

El cansancio de los años perdidos

El espíritu busca

En los ecos del tiempo

La respuesta

No sé a qué pregunta escondida

El silencio se acerca

Sin temor distendido

Invitado eterno, borrador de olvidos

Amigo de historias y seres queridos

Corazón de un amante

Desangrado de heridas

He dejado en la almohada

Luminarias de tiempo

Alegrías y perlas, cristalinas de ausencias

Invocando al amor ya descansa mi alma

Abrazado a un paisaje de soles y vientos

Amanezco en la historia

Cotidiana de días

En que siembro ilusiones

De poeta grotesco

Sin saber yo le he escrito

Al amor tantos versos

Y el amor sin querer

Ha vivido en mis cuentos.

3. Yo soy tu padre

El origen de tu vida

El que por sentir la alegría de amar

Inició en el microscópico mundo

De tu primer existir, el latido de tu ser

Este héroe que aún no terminas de conocer

Es feliz por tu existencia

Trabaja, sueña, ríe, goza y se sacrifica

Y en sus desvelos pinta un cuadro de tu porvenir

Pinta tu cuarto, tus cabellos, tu almohada

La que habrías de dormir

Tomó su vino y le puso una mortaja a su cansancio

El que junto a tu madre

Vio entretejer desde tu infancia

Los gestos, las pasiones, la geografía de tu ser

Yo soy tu padre y lo que soy

Es todo lo que pude ser

Soy todo lo que he podido darte

Un nombre, un apellido, este instante

El paso por la vida, la esperanza

Cuentos, sueños realizados, otros no

Más que todo un amor inagotable

Caricias, besos, aun retos

Y hoy que me visitas y puedes expresarte

Y que te sientes madre

Y que estoy algo más viejo

Siempre te recuerdo, ¡yo soy tu padre!

Y tú, la luz de mi vivir.

4. Buscando a Dios en el dolor

Perdón, Señor

Porque siento el dolor

A flor de sensitiva piel

Porque tanto odio e impotencia?

Porque me has llenado de amor

Y a la vez me alejas de él?

También del azar, las flores, la alegría

Ese mirar curioso de las tumbas

¡Adiós irremediable

Oh, dolor, que turbulento!

Insensibilizaste mi alma

Y en lo agitado

De mi sangre

Cuando a la noche gritaba un reto

Y era una delicia el mirar el cielo

Tú que tienes el poder de la sentencia

Dictamina el fallo y cuenta mis pecados

Libre al fin de tu condena

Si a veces con la muerte se presiente

Que le hicieras una ofrenda a esta vida

Tal vez así broten las semillas

Que no vieron mis ojos concebidos

Darte al fin una alabanza

Pareciera ser al fin algo injusto

Porque toda mi vida se ha perdido

Tras los pasos de tu amor y no he podido

Más que hallar soledad, pena y castigo

Quiero, Dios, decirte que estoy vacío

Ya sin odios ni rencores quiere mi alma

Ser caricia aun al que me odie

Y entrar en un jardín cubierto de magnolias

Impregnarme de su azar para tu gloria

Dejando en este adiós una sonrisa

E inocente perderme en tu memoria.

5. Lágrimas

Lágrimas que silenciosas

Se dejan caer, se abandonan

Tenues, amargas

Perlas cristalinas

Collar de sueños

Trabajadas, que unieron

A una mis mañanas

Las estrellas de un atardecer

Las lunas de esas noches

Que se fueron perdidas

Sin un dejo de esperanza

Hoy vuelven a escondidas

Se abandonan, se dejan caer

Tenues, amargas

Sembradoras de silencio

Copos de nieve buscando su descanso

En la planicie blanca

De todo lo que fue

Y el amor, maravilloso amor

Espejismo, frágil flor

Pasaje de un desierto

Lágrimas que silenciosas

Se abandonan, se dejan caer

Tenues amargas

Que dicen te quiero

Y un saber que eternas

Llenas de resignación

Muertas en la espera

Lágrimas que, en silencio, buscan morir.