Dios y el ángel rebelde

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Dios y el ángel rebelde
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Dios y el ángel rebelde

Sally P. Dillon


Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Índice de contenidos

Tapa

Dedicatoria

Reconocimientos

Introducción para los padres

Introducción

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39

Capítulo 40

Capítulo 41

Capítulo 42

Dios y el ángel rebelde

Sally Pierson Dillon

Título del original en inglés: Michael Asks Why, Pacific Press Publishing Association, Nampa, Idaho, E.U.A., 2000.

Dirección: Pablo M. Claverie

Traducción: Claudia Blath

Diseño de tapa: Carlos Schefer

Diseño del interior: Marcelo Benítez

Ilustración de la tapa: Andrei

Libro de edición argentina

IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

Primera edición, e - Book

MMXXI

Es propiedad. Copyright de la edición en inglés © 2011 Bruce Dillon.

Esta edición en castellano se publica con permiso de los dueños del copyright. Todos los derechos reservados. © 2012, 2021 Asociación Casa Editora Sudamericana.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-330-2


Pierson Dillon, SallyDios y el ángel rebelde / Sally Pierson Dillon / Dirigido por Pablo M. Claverie . - 1ª ed . - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2021.Libro digital, EPUBArchivo digital: OnlineTraducción de: Claudia Blath.ISBN 978-987-798-330-21. Iglesia Adventista. I. Claverie, Pablo M., dir. II. Blath, Claudia, trad. III. Título.CDD 268.4

Publicado el 05 de enero de 2021 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: ventasweb@aces.com.ar

Website: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Dedicatoria

A Miguel Dillon, el pensador, por hacer tantas preguntas; y a Don y Betty Pierson, mis padres, por relatarme estas historias y enseñarme lo que necesitaba saber para responder las preguntas de Miguel.

Reconocimientos

Este libro no estaría en tus manos hoy si no fuese por la ayuda de muchas personas dedicadas. Gracias a todas ellas. Virginia Smith, directora del departamento de Ministerio del Niño de la Asociación General, fue el catalizador para que este proyecto se hiciera realidad. El pastor Roberto J. Kloosterhuis abrió el camino para que se publicara. Ruth Satelmajer lo incorporó al Patrimonio E. G. White. Denice Grove y LuWana Kumalae dedicaron incontables horas a mecanografiar el manuscrito. La Pacific Press7 Publishing Association produjo la gran edición en mylar de The Triumph of Gods Love [El triunfo del amor de Dios], con las hermosas ilustraciones a color que captaron la atención de Miguel y le hicieron preguntarse “¿Por qué?”

Introducción para los padres

Las conversaciones de este libro ocurrieron de verdad entre Miguel y yo. Hace poco, leímos Margie Asks Why [Margarita pregunta por qué], y Miguel todavía tenía dudas. Nos sentamos juntos a hojear un ejemplar grande de El conflicto de los siglos, de Elena de White, mirando las ilustraciones a color mientras yo respondía sus preguntas y le describía las historias representadas en las figuras.

Margie Asks Why es un libro maravilloso para explicar el origen del pecado y del sufrimiento, y el plan de salvación a niños en edad escolar. Pero termina en la ascensión de Jesús. ¿Qué ocurrió después de eso? ¿Por qué creemos lo que creemos? Y, ¿qué va a suceder después? El conflicto de los siglos se ocupa de todas estas cuestiones. El primer tercio del libro narra la historia de la Reforma protestante. El libro luego continúa revelando la evolución de nuestras creencias adventistas específicas, seguidas de la descripción paso a paso, que hace Elena de White, del tiempo del fin y de la segunda venida de Jesús. Todo esto, junto con la interpretación adventista del Santuario, la Expiación, el Milenio, nuestra llegada a la Tierra Nueva y el Juicio Final, está explicado a gusto de Miguel.

Este libro no es para niños que no saben nada de Dios ni de su plan de salvación. Para que sirva de provecho, los lectores ¡y los oyentes! necesitan conocer las historias bíblicas básicas. Solo entonces pueden encuadrar todas esas cosas en su marco de referencia. Dios y el ángel rebelde no debería considerarse un sustituto de Margie Asks Why sino, más bien, una continuación. El propósito de este libro es: a) brindar información a sus hijos y respuestas a sus preguntas, b) cimentarlos firmemente en sus creencias y en la base bíblica para ellas, y c) ayudar a prepararlos para la pronta venida de Jesús y el Juicio Investigador, y para que los aguarden con gozo y confianza.

Este libro tiene 42 capítulos. Cada uno incluye el mismo material que el capítulo correspondiente de El conflicto de los siglos. El vocabulario, la extensión del capítulo y la complejidad están adaptados para niños de ocho a diez años. Estas conversaciones se dieron cuando Miguel tenía siete años. Miguel tenía un fuerte trasfondo religioso y, por lo tanto, estaba preparado para entender esta información.

 

Al niño promedio de ocho años no le será fácil leer este libro solo. Fue ideado para la interacción adulto/niño, como la que compartimos Miguel y yo. Sugiero encarecidamente que usted lea esto con su hijo. Analicen los puntos de interés. La interacción entre Miguel y yo ofrece un modelo para la formación espiritual y la interacción padre-niño. Obviamente, no fue posible incluir todos los detalles de las más de seiscientas páginas de El conflicto de los siglos. Pero, todos los conceptos importantes están aquí. Animo a los padres a leer los capítulos correspondientes de El conflicto de los siglos para mayor información y para responder preguntas que su hijo pueda formular y que a Miguel no se le hayan ocurrido.

Mi mayor anhelo es que los propósitos de este libro se cumplan: que usted y su hijo estén más firmemente cimentados en Jesús y que día a día tengan más confianza en su capacidad para llevarlos a salvo a su hogar en la Tierra Nueva.

Sally Pierson Dillon

Introducción

Miguel entró en la cocina cuando su mamá estaba cortando trozos de zanahoria. Ella le sonrió cuando se arrimó a su lado con un banquito.

–Estuve pensando –comenzó él.

–¡Oh, no! –dijo la mamá–. ¿Te dolió?

Miguel se rió.

–¡No! Estuve pensando en tu amiga, la señora García. La escuché decir que su iglesia era la única iglesia cristiana verdadera y que todas las otras iglesias salieron de su iglesia. Dijo que su iglesia todavía es la misma que cuando los discípulos de Jesús la fundaron al principio. Eso ¿es cierto?

–Bueno –dijo la mamá–, mi amiga Florencia García pertenece a la Iglesia Ortodoxa Rusa.

–¿Qué es eso? –preguntó Miguel.

–Inmediatamente después de que Jesús regresara al cielo –dijo la mamá–, había solo una iglesia cristiana. Por aproximadamente mil años hubo solo una iglesia oficial. Entonces, los líderes tuvieron un gran desacuerdo, y la iglesia se separó en dos grupos. Cada uno afirmaba ser la verdadera iglesia. El grupo oriental se autodenominó Iglesia Ortodoxa. Su iglesia todavía existe; se la conoce como la Iglesia Ortodoxa Griega, o la Ortodoxa Rusa, o la Ortodoxa Oriental, dependiendo del idioma utilizado. El otro grupo se quedó en la parte occidental de Europa, y por mucho tiempo fue la iglesia cristiana oficial allí. Hoy, a esa iglesia se la conoce como la Iglesia Católica Romana.

–Ah –dijo Miguel–. ¿Así que los ortodoxos creen que los católicos romanos se separaron de su grupo?

–Sí –la mamá asintió.

–Bueno, y ¿por qué hay tantas iglesias hoy? Casi no hay ningún católico en nuestro barrio, y la señora García es la única ortodoxa que conozco. Pero hay muchos bautistas, metodistas, luteranos, episcopales y hasta algunos adventistas del séptimo día. ¿De dónde vienen todos?

–¡Bueno! –exclamó la mamá–. ¡Una pregunta a la vez!

–Y ¿cómo es que, aunque se supone que los cristianos son amables y se aman, hacen cosas tan malas? Yo sé que hicieron cosas malas hace mucho tiempo en la historia, como perseguir gente y matarla; y cosas así; pero los cristianos todavía hacen cosas malas. En las noticias, había un cristiano en Florida que amenazaba a algunas personas en una clínica, y otro baleó a un médico y a otras personas que trabajaban allí. Y la noticia también hablaba de cristianos que se bombardean entre sí en Irlanda. Los cristianos no debieran bombardear a nadie, ¿o no, mamá?

–No –respondió la mamá–; no si viven de la manera en que Jesús les enseñó.

–Hay otras cosas que también me pregunto –anunció Miguel.

La mamá se tragó la explicación y se sentó a escuchar.

–Nuestra iglesia comparte muchas creencias con otras iglesias. Los no adventistas que conozco creen en una o dos cosas diferentes de las nuestras apenas. Pero la diferencia depende de a qué iglesia pertenecen.

–Sí, eso es verdad –dijo la mamá.

–Yo sé cuáles son las cosas que creo que son diferentes –continuó Miguel–, pero no siempre estoy seguro de por qué creo en ellas. Especialmente las cosas realmente diferentes, como si los muertos están realmente muertos, y por qué adoramos en sábado y no en domingo. Y, ¿qué es ese “Santuario” del que te escucho hablar a veces? ¿Por qué es tan importante?

–Esa es fácil –dijo la mamá–. Te la puedo responder.

Pero Miguel estaba inspirado.

–Algo más... en la escuela, hablamos de que Jesús viene otra vez y que va a ser pronto, especialmente con todas las cosas que pasan en las noticias. Algunos chicos estaban realmente asustados y hablaban de las cosas terribles que iban a pasar. Yo no estaba asustado hasta que empezaron a hablar de eso, pero ahora me da miedo de veras. ¿Cómo puedo estar listo para cuando Jesús venga otra vez? Y, ¿cómo sé que estoy listo? Y, ¿cómo puedo enfrentar las cosas terribles que ocurrirán sin tener miedo? ¡Estoy realmente preocupado por esto ahora!

La mamá puso su brazo sobre los hombros de Miguel.

–Has hecho unas cincuenta preguntas importantes en los últimos diez minutos –le dijo–. ¿Y si nos tomamos un tiempo cada día, después de que termines tu tarea, y hablamos de eso? Comenzaremos con lo que sucedió cuando Jesús regresó al cielo y llegaremos hasta nuestros días. Y entonces hablaremos del futuro.

–Eso me parece muy bien –Miguel aprobó la propuesta–. ¿Y si lo hacemos antes de que haga mi tarea?

–Buen intento –se rió la mamá.

–Supongo que tendré que comenzar con mi tarea, entonces –concluyó Miguel, suspirando.

Capítulo 1
Jesús ama a todos

–Mamá, estoy listo –llamó Miguel–. Ya terminé toda la tarea.

–Bueno –dijo la mamá, y se sentó en la cama al lado de Miguel–. ¿Recuerdas lo que sucedió justo antes de que Jesús fuese crucificado en Jerusalén?

–Creo que sí. ¿Sobre qué quieres que te cuente?

–Sobre la entrada triunfal.

–Claro –dijo Miguel–. Jesús entró en Jerusalén montado en un burrito, y toda la gente gritaba “Hosanna” y estaba realmente entusiasmada. Cuando Jesús llegó a la cima de la colina y miró hacia Jerusalén, comenzó a llorar.

–¿Sabes por qué? –preguntó la mamá.

–Porque sabía que Jerusalén sería destruida algún día.

–Sí –la mamá asintió–. La destrucción de Jerusalén y su gente fue horrible. Jesús pudo mirar hacia el futuro y ver lo que iba a suceder, y eso quebró su corazón. Jesús les advirtió a sus discípulos y a sus seguidores. Les dijo exactamente lo que ocurriría y cuándo debían escapar. Puedes encontrar lo que dijo en Mateo 23 y 24.

–Muy bien –dijo Miguel, y leyó Mateo 23:37 al 24:3 en su Biblia.

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada”.

Miguel miró a su mamá. Entonces, leyó la explicación de Jesús de lo que ocurriría durante este tiempo (ver­sícu­los 9 al 12):

“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.

–Ahora lee Lucas 21:20 y 21 –le indicó la mamá.

Miguel leyó:

“Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella”.

–Bien –dijo la mamá–. Así que, Jesús les dijo que cuando vieran soldados rodeando a Jerusalén, debían escapar. Durante cuarenta años, después de que Jesús dio todas estas advertencias, todo continuó igual día tras día. Pero los seguidores de Jesús recordaban sus advertencias, velaban y esperaban. La gente se volvió cada vez más perversa. El amor de muchos se enfrió para con los demás. Incluso en las familias se traicionaban y se mataban entre sí. Todas las predicciones de Jesús se cumplieron.

“Sucedieron muchas otras cosas extrañas que hicieron que la gente se asustara. En medio de la noche, una luz resplandeciente iluminó el altar del Templo. La tierra tembló. La enorme puerta oriental de la ciudad era tan grande que se necesitaban veinte hombres para cerrarla. Se la cerraba con grandes barras de hierro profundamente clavadas en la calle, que estaba pavimentada con piedra sólida. Sin embargo, se abrió por sí misma a medianoche. La gente comenzó a preguntarse: ‘¿Es hora de salir? ¿Deberíamos huir?’ Los sacerdotes les pagaron a falsos profetas para que dijesen que la gente debía quedarse a esperar, que todo estaba bien. Todo estaba sucediendo tal como Jesús había dicho.

“Los soldados romanos rodearon Jerusalén y no permitían que ninguno entrara ni saliera. ¿Era esta la señal de la que había hablado Jesús? No todavía, porque nadie podía conseguir comida ni agua, ni escapar. Lentamente eran obligados a rendirse por el hambre.

“Pero, justo cuando la gente de Jerusalén estaba a punto de darse por vencida, ¡el general romano y sus ejércitos de repente se marcharon! Los soldados de Jerusalén los persiguieron, atacando a los de la retaguardia. Salieron a raudales de la ciudad y echaron mano a todas las pertenencias que los romanos habían dejado atrás. Ahora no había nadie que impidiera que el pueblo de Dios huyera de la ciudad, ni la gente de Jerusalén ni los romanos. Los cristianos reconocieron esto como una señal para escapar, y eso hicieron. Huyeron a la ciudad de Pella, en las montañas, más allá del río Jordán. Pero la gente que no creyó en las advertencias de Jesús volvió a entrar en la ciudad para celebrar, llevando consigo todas las cosas que habían robado del campamento romano.

“Sin embargo, el general Tito pronto regresó con un enorme ejército romano. De nuevo rodeó la ciudad, y miles de personas murieron de hambre y de diferentes enfermedades. Cada vez que los romanos capturaban a alguien, trataban con crueldad a sus prisioneros y los crucificaban en el exterior de la muralla de la ciudad. La señora de White habla de esto en un libro llamado El conflicto de los siglos. Dios le mostró cosas que ocurrieron hace mucho tiempo y también cosas del futuro, y le pidió que las escribiera para que la gente pudiera comprender lo que significaba todo eso. La señora de White dijo que había tantas cruces alrededor de Jerusalén y en las proximidades que casi no quedaba espacio para pasar entre ellas.

“Cuando Tito atacó Jerusalén, los soldados romanos entraron en tropel a la ciudad, matando a todos a su paso. Tito les ordenó a sus soldados que no tocaran el Templo. Sin embargo, un soldado arrojó una antorcha encendida dentro de él, y pronto comenzó a salir humo. Los soldados irrumpieron en masa y mataron a los que se habían reunido allí pensando que estarían a salvo”.

–¡Tremendo! Y Jesús, ¿estaba viendo todo eso del futuro cuando estaba sobre el burrito en la colina?

–Sí –respondió la mamá.

–¡Con razón lloró! –exclamó Miguel.

–Jesús se entristeció mucho –dijo la mamá–. Murieron más de un millón de personas. Aunque lo habían rechazado, Jesús los amaba mucho. Pero debemos recordar que, cuando Jerusalén fue destruida, no murió ninguna persona que había escuchado las advertencias de Jesús e hizo lo que les dijo que hicieran. Jesús les había dicho por anticipado lo que iba a suceder, y él cuidó de ellos durante el sitio de Jerusalén.

–¡Increíble! –dijo Miguel–. ¿Quieres decir que no murió ningún cristiano?

–Ninguno –contestó la mamá–. Busca en tu Biblia otra vez y lee lo que dijo Jesús.

Miguel estuvo varios minutos leyendo todo el capítulo de Mateo 24. Entonces, preguntó:

–Jesús ¿está hablando solamente de la destrucción de Jerusalén aquí? Parece como que también está hablando del fin del mundo y de su segunda venida.

 

–Eso es cierto –afirmó la mamá–. Estaba describiendo ambas cosas. Y si Jesús pudo cuidar a todos los cristianos de entonces, cuando Jerusalén fue destruida, ¿no crees que puede cuidar de nosotros durante los días difíciles cuando venga otra vez? ¿Piensas que necesitamos tener miedo de las cosas que ocurrirán justo antes de la segunda venida?

–No –respondió Miguel–. Pienso que no. Me siento mucho mejor ahora.

Capítulo 2
Cristianos fieles

–¡Hola, mamá! –saludó Miguel al entrar de sopetón en la cocina.

–Hola, Miguel. Volviste de tu paseo.

–¡Estuvo realmente genial! –comenzó a contar Miguel–. Fuimos a esa vieja iglesia de Wáshington D.C., llamada el Monasterio Franciscano. Y, por debajo, han construido una copia casi exacta de algo llamado las “catacumbas” de Roma.

–¿De veras? –lo animó la mamá.

–Sí –continuó Miguel, entusiasmado–, había muchos túneles bajo tierra, con pequeños espacios donde los cristianos solían esconderse; no en Wáshington, por supuesto, sino en Roma. Tenían que esconderse porque eran perseguidos. Vivían allí abajo, hacían sus cultos allí y hasta enterraban a sus muertos allí. Por supuesto, no había ningún muerto de verdad allí abajo donde estuvimos hoy en Wáshington, porque estas catacumbas se construyeron para ser visitadas. Pero las de Roma tenían personas de verdad adentro.

–Sí, lo sé –respondió la mamá–. Visité las verdaderas catacumbas de Roma cuando era pequeña.

–¡Buenísimo! –exclamó Miguel–. Pienso que son fantásticas. Sería muy divertido vivir bajo tierra.

La mamá sonrió.

–En realidad, creo que debió haber sido un poco difícil para los primeros cristianos. Antes que nada, estaban viviendo bajo tierra porque eran tratados con tanta rudeza que tenían miedo de salir. Además, las catacumbas que viste hoy fueron construidas para ser visitadas por turistas. Las mantienen limpias y arregladas. Las de Roma eran frías y húmedas, llenas de barro, malolientes y mohosas. No tenían electricidad para iluminarse ni ventilación. Tampoco tenían aire acondicionado ni calefacción. Así que, probablemente eran oscuras y estaban mal ventiladas.

–Bueno, podrían haber usado grandes antorchas allí adentro –sugirió Miguel.

–Sí –dijo la mamá–, y entonces se hubiesen llenado de humo.

–Ah –reconoció Miguel–. Sospecho que no era el mejor lugar para vivir, pero al menos estaban a salvo allí abajo.

–Eso es verdad –explicó la mamá–. Se escondían porque la vida era difícil para los cristianos de esa época. Algunos eran arrojados a los animales salvajes para que murieran, y otros eran quemados. Otros eran crucificados, y algunos hasta eran cubiertos con pieles ensangrentadas de animales para que se los comieran los perros salvajes.

–¡Eso es horrible! –exclamó Miguel.

–Sí –continuó la mamá–, pero lo más horrible de todo era que a muchos romanos realmente les encantaba ver cómo sufrían y morían los cristianos; ¡consideraban que era un entretenimiento! Los cristianos tenían que escoger entre renunciar a su religión o enfrentar una de estas muertes horribles. Algunos cristianos permanecieron firmes y fieles en sus creencias. Otros buscaron una forma más fácil de vivir.

“La mayoría de las personas de Roma no eran cristianas; adoraban al emperador y a toda clase de dioses. Se los llamaba “paganos”. Algunos cristianos descubrieron que, si mezclaban sus creencias cristianas con las creencias de sus vecinos paganos de Roma, no tendrían que preocuparse tanto de que los persiguieran. Así que, adoptaron ídolos que los paganos habían adorado durante años, los colocaron en sus iglesias cristianas y les pusieron nombres de personajes bíblicos: José, la virgen María o los apóstoles. De modo que las creencias cristianas y las creencias paganas se mezclaron entre sí”.

–¿Fue así cómo comenzaron las estatuas de los santos? –preguntó Miguel.

–Sí –respondió la mamá–. Entonces, hubo una separación dentro de la iglesia. Un grupo quería parecerse más a los paganos, y llevar algunas de esas ideas y prácticas a la iglesia cristiana. Otro quería conservar la sencillez de su culto y de su adoración, como Jesús había enseñado, y basarse solamente en las Escrituras. El grupo que trató de parecerse más a sus vecinos romanos paganos no fue perseguido; pensó que valía la pena abandonar algunas de sus creencias.

–¿Por qué no hay tantas persecuciones en la actualidad? –quiso saber Miguel–. No conozco a nadie que se vea obligado a abandonar su fe en Jesús.

–Algunos creen –explicó la mamá– que es porque muchos cristianos no han sido fieles a las formas sencillas que Jesús nos enseñó para que lo adoremos. Al igual que algunos de los primeros cristianos de Roma, los cristianos actuales han llegado a parecerse tanto a sus vecinos no cristianos que la iglesia se ha vuelto popular, y no hay mucha persecución.

“Pero, en algunos lugares del mundo, hay persecución hoy. En estos lugares, los cristianos actuales tienen que resolver ser fieles a Cristo a cualquier precio. Como resultado de eso, la iglesia es fuerte y crece en estos lugares. La señora de White nos dice que, si hubiese un verdadero reavivamiento de fe entre los cristianos de todas partes, comenzarían las persecuciones otra vez”.

Mmm –Miguel mostró pensativo.

–¿Quiénes crees que molestarían más a los cristianos? –preguntó la mamá–. ¿Los que no creen para nada en Jesús o los cristianos infieles que se han vuelto como paganos y están enojados con los que no son como ellos?

–Probablemente los cristianos infieles –contestó Miguel.

–Tienes toda la razón –la mamá asintió.