¡Norman!

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¡NORMAN!

Por Rotimi Ogunjobi

Traducido por Ana Ruiz

© 2021 Rotimi Ogunjobi

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser utilizada ni reproducida de ninguna manera sin permiso escrito, excepto en el caso de citas breves incluidas dentro de artículos críticos o reseñas.

Dedicatoria

Este libro está dedicado a todos los niños de mi vida

TABLADE CONTENIDOS

¡NORMAN!

Capítulo 1 El bebé que podía hablar

Capítulo 2 Norman, el niño problema

Capítulo 3 El doctor vade visita

Capítulo 4 El largo viaje al sur

Capítulo 5 Norman, el pequeño bribón

Capítulo6 Norman regresa a la ciudad de Tillyard

Capítulo 1 El bebé que podía hablar

El gallo siempre cantaba todas las mañanas al amanecer frente a la casa de la granja. El pequeño niño se despertó. Sentado de forma erguida en su cuna, miró alrededor de la enorme habitación. Todo estaba en silencio, excepto por el tictac del reloj sobre la repisa de la chimenea. A unos metros de distancia, sus padres aún dormían profundamente en la cama. Aunque solo tenía seis meses, trepó por el costado de la cuna, saltó al piso y caminó por la oscura habitación hasta la puerta abierta del baño.

Dentro del baño, abrió el grifo de la ducha y se bañó completamente con agua y jabón. Luego, se cubrió con una manta suave y cálida, y se sentó en una silla durante un ratomientras pensaba qué haría a continuación. Después de unos minutos, fue a la cocina. Allí encontró dos hogazas de pan sobre la mesa de la cocina. Se subió a la mesa y se comió hambriento todo el pan. Podría haber comido más, porque tenía mucha hambre, pero no había más pan. Y entonces caminó por el interior de la cocina llorando y pataleando furiosamente porque no podía encontrar más pan.

Fue el ruido del llanto de Norman lo que despertó a sus padres. Ellos corrieron a la cocina y quedaron sorprendidos al ver a su pequeño niño llorando.

—¡Norman! —exclamó su madre bastante asombrada.

—¡Está caminando! ¡Está caminando! — gritó también su padre.

Norman se detuvo y los miró con los ojos llenos de enojo.

—¡Está caminando! ¡Está caminando! —se burló de su padre.

—¡Está hablando! — dijo su madre llevándose las manos a la boca.

— ¡Ustedes me están volviendo loco! Al parecer tendré que vivir toda mi vida en esta aburrida granja —Norman negó con la cabeza disgustado.

— ¿Norman, ¿puedes hablar? —respondió su padre, incapaz de ocultar su sorpresa.

—Claro que puedo hablar. Qué pregunta más tonta —contestó Norman con desprecio.

—Por supuesto, es una pregunta tonta —admitió su madre con miedo en los ojos.

— Tengo hambre, mamá, quiero más comida. Me comí todo el pan que había en la mesa, pero ya sabes, el pan está lleno de agujeros por dentro. ¿Puedes darme tocino, huevos y salchichas?

Temerosa de estar perdiendo el juicio, Mabel Wilson entró a la cocina y fritó seis huevos, seis tiras de tocino y seis salchichas. Norman, sentado de nuevo sobre la mesa de la cocina, devoró ruidosamente la comida de su plato y se bebió, además, medio litro de leche. Eructó estruendosamente, regresó a su cuna y se volvió a dormir, roncando ruidosamente.

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