Me quedé sin empleo

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
Me quedé sin empleo
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa

© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

info@Letrame.com

© Romina Dondé

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz

Diseño de portada: Rubén García

Supervisión de corrección: Ana Castañeda

ISBN: 978-84-1114-288-5

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

.

Para mi mejor amiga, mi madre.

PRÓLOGO

Con rotundidad, el 2020 ha sido un año que quedará marcado para todos. El 13 de marzo de dicho año daba comienzo un confinamiento global a causa de la pandemia por la COVID-19 que desencadenaría en situaciones de abatimiento y aflicción: separaciones de nuestro entorno más cercano durante meses, colapsos en centros médicos y hospitalarios, muertes, pérdidas de empleo…

De todas ellas, una de las que más ha afectado a la población ha sido la pérdida de empleo. Las empresas, ante la situación de incertidumbre en la que nos encontrábamos, decidieron prescindir de muchos de sus empleados. Así fue el caso de Romina Dondé, nuestra autora, una gran profesional que contaba con diversos años de experiencia laboral y que se vio, de repente, sin empleo.

Como ella, muchos se vieron en esa tesitura, entrando así en un estado de ansiedad y tristeza ante el desconocimiento de lo que estaba por venir. Sin embargo, gracias a las sabias palabras que Dondé plasma en este libro, cualquiera que haya pasado por esa situación podrá sentirse identificado y recibirá el empujón que necesita para superarlo y encontrar su lugar en el mundo laboral, porque tras sus consejos hay prudencia y saber, y es que Dondé conoce muy bien lo que habla.

Este libro de Romina Dondé no es una guía de búsqueda de empleo más, es un aliento para no rendirse, un soplo de esperanza para tomar las riendas y lanzarse al encuentro del empleo que merecemos.

María Jiménez

1.

Fracasar para triunfar

¿Has escuchado alguna vez la palabra resiliencia? Confieso que la primera vez que la escuché no tenía ni la menor idea de su significado. La escuchaba constantemente en las conversaciones de negocios y también la veía escrita en artículos y noticias. Decidí buscar más información sobre esta palabra y aprendí lo siguiente:

El Diccionario de la Real Academia Española define la resiliencia como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador, a un estado o una situación adversos, y también como la capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.

Entonces, ¿cuál es el efecto de la resiliencia en nuestra vida profesional y en nuestro éxito? Pues, alcanzar el éxito tanto a nivel personal como a nivel profesional no es cuestión de suerte, es una combinación de esfuerzo, trabajo duro, constancia, aprendizaje, disciplina y de saber aprovechar los momentos y las oportunidades que se nos presentan.

Una persona exitosa posee, entre muchas otras características, la resiliencia; es capaz de sobreponerse a los fracasos y a los golpes que la vida le presenta. Además, lo hace siempre con una actitud positiva. Vive la vida como si fuera un juego de vídeo en el que hay retos que superar y acepta que en ese juego hay buenos y malos momentos.

No es fácil ser una persona resiliente y seguramente tú, querido lector, al igual que yo, muchas veces has estado a punto de sucumbir ante los problemas. Has estado a punto de darte por vencido y de tirar la toalla, e incluso tal vez lo has hecho. Sin embargo, si lo que quieres es conseguir el éxito, debes estar consciente de que este no llega fácilmente; hay que caminar por senderos de terracería, caerse, lastimarse las rodillas, sobarse y volverse a levantar.

No todos poseen esta habilidad, pero hay personas que han logrado no solo enfrentar el fracaso, sino superarlo una y otra vez. Estas personas no son extraordinarias o de otro planeta, simplemente tienen fe en sí mismas.

Voy a contarte algunas de estas historias para que te sirvan como inspiración cuando sientas que ya no puedes seguir adelante. Eres más fuerte de lo que crees.

 Michel Jordan: antes de convertirse en uno de los basquetbolistas más famosos del mundo, fue rechazado del equipo de basquetbol de su escuela secundaria. En sus propias palabras: «He fallado una y otra vez en mi vida y es por eso que he triunfado».

 Steve Jobs: vivió una época difícil en Apple ya que, a pesar de ser uno de sus fundadores, fue despedido. Steve sufrió un periodo de depresión, pero nunca se rindió, logró regresar a Apple y revolucionó el sector tecnológico y la manera en la que nos comunicamos.

 J.K. Rowling: la escritora inglesa autora de la saga de Harry Potter vendió su primer libro por 4000 dólares. En ese tiempo esta madre soltera vivía de las ayudas del Gobierno y luchaba día con día por subsistir. Hoy en día es una de las mujeres más ricas del mundo.

 Oprah Winfrey: fue despedida como presentadora de televisión, pues los productores pensaban que no tenía lo necesario para salir en pantalla. Además, sufrió una vida de abusos y acoso. Hoy es una de las figuras más reconocidas en el mundo de la televisión y el espectáculo.

 Walt Disney: fue despedido de su trabajo en el Kansas City Star porque su jefe pensaba que no tenía buenas ideas y le faltaba imaginación. Sus fracasos continuaron hasta que estrenó su película Blancanieves. ¿Te imaginas cómo hubiera sido nuestra infancia sin Walt?

 Steven Spielberg: intentó ingresar a la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California y fue rechazado no una, sino varias veces. Él nunca se rindió y hoy es uno de los directores más reconocidos a nivel mundial.

 Coronel Harland David Sanders: el famoso rey del pollo frito fue despedido de varios empleos antes de conseguir su imperio. KFC es hoy una de las franquicias más famosas del mundo.

 Lady Gaga: su primera discográfica, Island Def, la dejó a los 3 meses. Hoy es un ícono de la música pop.

 Jack Ma: no fue un buen estudiante e incluso estuvo a punto de no lograr entrar a la secundaria. También aplicó 10 veces a Harvard y todas ellas fue rechazado. Su historial de rechazos continuó, pues le negaron 30 trabajos e incluso fue el único de 24 candidatos en ser rechazado para un puesto en KFC. En sus propias palabras: «Darse por vencido es la mayor de las derrotas».

Así es que no importa si en este momento te sientes derrotado, las cosas siempre pasan por algo y siempre encuentran cómo ponerse en su lugar nuevamente. Este momento de confusión, tristeza e incertidumbre pasará, es solo un periodo.

¡Levántate y lucha!

2

Mi historia

Es probable que te estés preguntando quién soy, cuál es mi experiencia y por qué me siento capaz de ayudarte. A diferencia de lo que pudieras pensar, yo no soy head hunter y tampoco me he dedicado a trabajar en áreas de reclutamiento o selección de personal. Si bien no cuento con la experiencia profesional en ese campo, te puedo asegurar que conozco más sobre cómo conseguir trabajo que cualquier reclutador.

Al contario de un profesional de recursos humanos que te podría hablar desde su trinchera y explicarte una parte del proceso, yo puedo hablarte tanto desde el punto de vista del candidato como del del gerente o director contratante. Alguien que trabaja en el área de recursos humanos o que es head hunter no sabe lo que es ser ignorada por un reclutador, esperar una llamada de seguimiento que nunca llega, vivir una entrevista desde el punto de vista del candidato ni lo que es entrevistarse con los expertos en el negocio, pero yo sí.

A lo largo de mis casi 20 años de carrera he entrevistado a alrededor de 500 personas y he sido entrevistada en más de 300 ocasiones. Esto me ha dado una enorme experiencia en todo lo relacionado a procesos de reclutamiento. Como candidata me he enfrentado a todos los tipos de entrevistas posibles, a casi todas las preguntas existentes, a head hunters, a reclutadores y a personas de todos los niveles jerárquicos de una organización. Como entrevistadora también he conocido a candidatos de toda clase, algunos excelentes y otros tan malos que quisiera no haberlos entrevistado jamás.

Lo aprendido -en conjunto con mi preparación académica y mis logros profesionales- me ha ayudado a avanzar a pasos agigantados en mi carrera, ocupando posiciones gerenciales desde los 23 años y directivas desde los 32.

Por supuesto, no todo ha sido fácil, al igual que tú he sido despedida no una, sino varias veces, pero esto no ha sido nunca una limitante para avanzar en mi carrera. Algunos de mis amigos y familiares creen que poseo un don para encontrar empleo, otros simplemente piensan que tengo mucha suerte. La realidad es que ninguna de esas dos opciones es correcta. Al igual que cualquier otra, mi habilidad para encontrar empleo fue desarrollada gracias al conocimiento y a la experiencia. Las 800 entrevistas y los innumerables procesos de selección a los que me he enfrentado como candidata y como directora contratante me han enseñado cosas que muchos reclutadores ni siquiera se imaginan. Es claro que no he conseguido todos los empleos a los que he aplicado o a los que me han invitado a aplicar; sin embargo, cada uno de esos procesos me ha enseñado algo que he podido utilizar para conseguir después un mejor empleo o para nunca haber estado más de unos cuantos meses sin uno.

 

Muchas veces mis amigos me recomendaron escribir un libro para ayudar a más personas a encontrar un nuevo empleo más fácil y rápido. «Comparte tu sabiduría», decían. Lo postergué por años hasta que yo misma me quedé sin empleo en uno de los peores momentos, no solo en México, sino a nivel mundial. Me di cuenta de que si a pesar de toda mi experiencia y conocimiento yo lo estaba pasando mal y de que, si para mí estaba siendo difícil encontrar un nuevo empleo, debía de haber mucha gente que estuviera pasándola mucho peor. Personas que tal vez habían durado muchos años en su empleo anterior y que debido a la crisis sanitaria ahora se veían obligadas a buscar una nueva oportunidad sin saber ni siquiera por dónde empezar. Personas frustradas por no lograr conseguir el tan ansiado sí, a pesar de cumplir con todos los requisitos para el puesto. Personas que se postulan a montones de ofertas pero que nunca las llaman. En fin, personas que como tú buscan un nuevo empleo, pero que por diversas razones todavía no lo consiguen. Escribí este libro para compartir contigo mi experiencia. Para hacer más fácil tu camino y evitarte el tiempo y el esfuerzo de realizar 800 entrevistas o pasar por cientos de procesos de selección para aprender lo que yo ya sé.

Si quieres saber cómo adquirí toda esta experiencia y conocimiento aquí está mi historia.

Estudié la licenciatura en Administración de Empresas en una de las universidades más importantes de México y como parte de esta carrera tomé varias materias relacionadas con el área de recursos humanos. Cuando estaba en el penúltimo año de la carrera decidí irme a estudiar un año a Madrid, España, y allí cursé varias asignaturas que me permitieron obtener la especialidad en Relaciones Industriales, mejor conocida como Recursos Humanos.

Cuando estudiaba allá me inscribí, un poco por azar y otro poco porque se adaptaba bien a mi horario, en una materia llamada Mercado Laboral. Ahora admito que esta materia fue una de las que más valor ha agregado desde entonces a mi vida profesional, ya que su principal objetivo era el de enseñarnos a colocarnos en el mercado laboral una vez terminada la carrera o incluso como practicantes mientras seguíamos estudiando.

En esa clase me enseñaron a realizar mi curriculum vitae, a utilizar las bolsas de trabajo de manera eficiente e incluso me prepararon para enfrentarme a una entrevista laboral. Realizábamos juegos de roles en los que el profesor o algún otro compañero sacaba sus mejores dotes de actuación, adoptaba el rol de entrevistador y realizaba una serie de preguntas previamente definidas. Se trataba de una recopilación de las preguntas más frecuentes en una entrevista de trabajo y el entrevistado tenía la oportunidad de estudiarlas y de preparar sus respuestas antes de realizar el ejercicio. Otro de los alumnos asumía el rol de candidato y se enfrentaba a esta serie de preguntas y a un ambiente muy similar al de una entrevista real. El ejercicio era grabado en vídeo y después era revisado por toda la clase. Ahí recibíamos retroalimentación no solo de nuestras respuestas, sino también de nuestra comunicación no verbal. Sin duda, el verte a ti mismo mientras eres entrevistado es una de las mejores maneras de prepararte. Cuando terminé mi año de estudios en España regresé a México para estudiar mi último semestre y me gradué.

Hasta ese momento no entendía el valor de lo que había aprendido, pero cuando empecé a buscar mi primer empleo lo comprendí. A diferencia del resto de mis compañeros, yo sí estaba preparada para enfrentarme a ese proceso, tenía todas las herramientas y me sentía confiada de salir vencedora en esta nueva etapa. Lamentablemente, sé que, a pesar de lo importante que debería de ser para las universidades proporcionar a sus alumnos las herramientas para que aprendan cómo encontrar un empleo, muy pocas realmente lo hacen. Algunas veces le he preguntado a mis amigos si alguno de ellos recibió una preparación similar a la que yo tuve y hasta el momento el 100 % de las respuestas han sido negativas. Y te pregunto a ti, querido lector, cuando estudiabas, ¿te enseñaron a hacer tu currículum o a enfrentarte a una entrevista? Supongo que no.

Las universidades no incluyen en su plan de estudios este tipo de materias, a pesar de que al hacerlo te darían algunas de las habilidades más importantes para tu vida profesional y las cuales, además, te servirían durante toda tu vida.

Me gradué en el mes de diciembre y para febrero ya había conseguido mi primer empleo. Me sorprendí mucho cuando me di cuenta de que el proceso que a mí me tomó un mes resultó ser algo más complicado para el resto de mis compañeros. Muchos de ellos tardaron entre 6 y 8 meses en colocarse.

Mi primer puesto fue en un área contable que simplemente no me gustaba. Después de unos meses empecé a aburrirme y a querer más. Constantemente sentía que el trabajo que realizaba no me retaba, así que decidí buscar una nueva oportunidad. Al igual que la primera vez, logré encontrar un nuevo empleo en menos de un mes. Fue entonces cuando me hice consciente de que tenía la habilidad de encontrar empleo más rápido que los demás. A partir de ese momento inicié una carrera profesional exitosa.

Después de esa ocasión he cambiado de empleo y de empresa 13 veces más en un periodo de 20 años. 10 de esos cambios se dieron acompañados de un crecimiento laboral y económico. El resto fueron despidos.

La primera vez que perdí mi trabajo fue en 2008. Ese fue un año difícil, ya que hubo una crisis muy importante a nivel mundial que ocasionó que muchas personas como yo perdieran su empleo. En la empresa en la que trabajaba en ese momento corrían los rumores de que algunos puestos serían eliminados, pero jamás, entre todas las probabilidades que llegamos a considerar, hubiéramos podido imaginar lo que realmente sucedió.

Yo trabajaba en un área relativamente nueva y llevaba solamente 5 meses en el puesto. Éramos un equipo de 54 personas, 50 ejecutivos de venta, 3 líderes de equipo (yo incluida) y un gerente. Cuando los rumores de recorte empezaron a surgir, asumimos que uno de los líderes sería eliminado y con él un 10 % o hasta un 20 % del equipo de ventas. Estábamos muy equivocados.

Una tarde, el gerente del área nos convocó -a los 3 líderes de equipo- a una reunión y nos informó que la empresa había decidido eliminar a toda el área. 54 personas perderíamos nuestro empleo el día siguiente. Pero existía todavía una pequeña esperanza, pues tanto él como nosotros tres tendríamos 15 días para intentar encontrar una nueva oportunidad dentro de la empresa y reubicarnos. De no lograrlo, correríamos el mismo destino que el equipo comercial. Si ya confían, aunque sea un poco, en mis habilidades seguramente ya dedujeron el final. Efectivamente, yo fui la única que en esos 15 días logró no solo conseguir una nueva oferta dentro de la empresa, sino que también obtuve un aumento de sueldo. Tal vez creas que esta historia tuvo un final muy feliz, pero de hecho el final fue todavía mejor. El mismo día que recibí la noticia del despido inicié mi búsqueda de empleo tanto en mi empresa actual como en otras empresas, contacté a mis jefes anteriores, a antiguos compañeros y les pedí apoyo. En esas dos semanas conseguí no solo quedarme con la posición interna, sino también en otra posición en una empresa externa. Dos puestos en dos semanas supongo que no está mal. Podrías pensar que tuve mucha suerte, pero déjame decirte, querido lector, que nada en la vida sucede solo por suerte. La diferencia fue que yo utilicé cada uno de esos 15 días y no desperdicié ni un solo minuto. El resto de mis compañeros decidieron irse a casa el día en que nos avisaron de nuestra salida e incluso no se presentaron a trabajar en los próximos tres días. Mientras ellos descansaban y se lamentaban, yo buscaba empleo y contactaba a todas las personas que podían ayudarme. Esa es la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Después de eso, tuve 4 años muy felices en esa empresa hasta que llegó mi momento de salir. En el 2012 hubo nuevamente una de las crisis económicas más fuertes y sus efectos se sintieron a nivel mundial. Derivado de ello, muchas empresas recortaron posiciones incluyendo la mía. Cuando me avisaron de mi salida, nuevamente tuve la oportunidad de buscar otra oportunidad dentro de la empresa. Como era de esperarse, logré conseguirla, pero, a diferencia de la primera vez, en esta ocasión no estaba feliz. La propuesta era en un área que no me entusiasmaba y además el sueldo era mucho menor a lo que ganaba en ese momento. Así que, después de pensarlo, decidí que lo mejor era terminar mi camino en esa empresa, tomé mi liquidación y me fui. Un mes y medio después de mi salida ya había encontrado empleo, con un mejor sueldo y con una mejor posición. Ahí estuve dos años hasta que las cosas dejaron de funcionar, decidí que era el momento de cambiar de dirección y renuncié. A los dos meses conseguí una nueva oportunidad en una empresa multinacional. Estaba muy emocionada por la nueva oportunidad, pero el gusto me duró poco, ya que algunas semanas después de haber ingresado el corporativo en Londres pidió reducir costos en México y me despidieron. Ya saben, siempre es más fácil despedir a la nueva.

Esa fue la primera vez en mi vida que en verdad me derrumbé, simplemente no estaba preparada. Hacía menos de tres meses que estaba en la misma situación, desempleada. Y ahora con menos de dos meses en esa empresa me encontraba nuevamente sin nada. No tenía ninguna oportunidad en la mira, ya que todos los procesos que llevaba avanzados los había abandonado cuando conseguí ese empleo. Además, no tenía fuerzas para seguir adelante.

Estaba cansada de luchar, cansada de buscar y cansada de los constantes noes que se escuchan cuando estás en búsqueda de empleo. También estaba muy agotada de las miradas de compasión de mi familia. Me hacían sentir todavía más fracasada. Pasé varios días en cama sin querer comer, ni bañarme ni hablar con nadie. Fueron tiempos difíciles y llegué a pensar que nunca más volvería a estar bien. Pero un día me desperté y lo que vi en el espejo no me gustó. Ya no podía seguir así. Me di cuenta de que si quería salir del agujero en el que me encontraba tendría que hacerlo yo sola y que nadie vendría a rescatarme. Así que me levanté, me bañé y empecé a buscar empleo de nuevo. Afortunadamente, uno de los procesos que había empezado hace más de 3 meses se reactivó y finalmente al cabo de un mes tenía de nuevo trabajo. Lo mejor de todo fue que era una posición directiva y con un sueldo mayor al que tenía.

A partir de ese momento mi carrera despuntó. Gracias a ese nuevo empleo pude adquirir una nueva experiencia que en los siguientes años me dio muchas satisfacciones. Nunca pensé que todo el sufrimiento y la angustia que había sentido cuando estuve desempleada podría tener un final feliz, pero así fue. De hecho, creo que fue una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Si no hubiera sucedido, seguramente hubiera continuado trabajando en áreas comerciales y en puestos intermedios; sin embargo, esa situación me llevó a iniciar un nuevo camino en un área totalmente diferente. Un área que me dio un alto valor en el mercado y la oportunidad de distinguirme de otras personas.

Estuve casi 4 años en esa empresa y descubrí que esta nueva área me apasionaba y que además era buena en ella. Recibí entonces una nueva oferta ahora en una empresa mexicana que me ofrecía una maravillosa oportunidad y decidí aceptarla. No solo era una gran oportunidad para seguir creciendo en mi carrera, sino que venía acompañada de una oferta económica bastante atractiva. Durante los 2 años y medio que trabajé ahí, vi cómo mi carrera se iba haciendo cada vez más sólida, recibí oportunidades increíbles tanto en México como en el extranjero y me gané un lugar privilegiado en la empresa. En fin, estaba en el mejor momento de mi carrera, todos los malos momentos por los que había pasado en mi vida laboral estaban olvidados y superados, nada podía salir mal, o eso pensaba yo.

 

El 2020 inició como un año lleno de posibilidades y de grandes planes. Mi carrera seguía muy estable y me convertí en una de las mujeres más respetables de la industria.

En febrero una empresa chilena de tecnología me ofreció unirme a sus filas como responsable de una de las principales verticales. Era una oportunidad increíble y, aunque no sentía pasión por la posición y tenía el presentimiento de que no era lo mejor para mí, decidí aceptar. La posibilidad de ocupar una posición ejecutiva, todavía en mis treinta, y de ganar más dinero me llevaron a aceptar. Me ganó la avaricia.

Resultó que fue una de las peores decisiones que he tomado en mi vida. Empecé en mi nueva posición en marzo y, a los pocos días de estar trabajando ahí, el tema de la COVID-19 empezó a ser mucho más relevante y, como ya sabemos, se salió de control.

Un día de finales de abril recibí una llamada en la que me informaban que derivado de la crisis mi puesto desaparecía y que a partir de ese momento estaba despedida.

Es muy difícil recibir esa noticia, el miedo, la vergüenza y la furia te invaden y es imposible pensar. En ese momento, únicamente podía llorar y maldecir a la empresa que se había atrevido a dañarme de esa manera. Una empresa por la que renuncié a un excelente trabajo estando en el mejor momento de mi carrera me acababa de despedir tan solo 1 mes después de haberme contratado. No les importó qué iba a pasar con mi carrera, tampoco les importó que yo hubiera renunciado a un magnífico empleo confiando en su oportunidad, tampoco les importó que la crisis fuera a hacer mi búsqueda más difícil; en fin, no les importó nada.

Nuevamente caí en total depresión, pensé que mi vida se había acabado y no me sentía capaz de hacerlo todo de nuevo. Lloré durante días y caí en depresión. Hasta que un día toqué fondo y me di cuenta de que a partir de ese momento solo había un camino… ¡hacia arriba! Estuve un tiempo sin empleo, pero en menos de 6 meses conseguí 4 ofertas.

Hoy estoy de nuevo en un trabajo que me hace feliz y que me da la tranquilidad económica que había perdido. Además, tengo mi propio negocio, encuentraMEtrabajo.com, en donde ayudo a personas a mejorar sus currículos y a facilitar su camino hacia el tr abajo de sus sueños. ¿Cómo logré esa hazaña en uno de los peores momentos no solo a nivel nacional, sino también internacional? Bueno, de eso se trata este libro.

Voy a compartir contigo todo lo que he aprendido en estos 20 años de carrera, todos los secretos y todos los tips que te ayudarán a encontrar el empleo de tus sueños o a crearlo por ti mismo en un tiempo récord.

¡Tu éxito empieza ahora!

3

Conoce tus derechos al ser despedido

Derivado de esta crisis, muchas empresas han atravesado una situación económica complicada. Lamentablemente, para hacer frente a ella, algunas han recurrido al recorte de personal. En caso de que tú hayas sido uno de los afectados por estos recortes es importante que conozcas tus derechos.

¿Cuánto dinero debo recibir por ley?

La Ley Federal del Trabajo protege los derechos de todas las personas que, por causa de un despido, dejan de percibir un ingreso. Si fuiste despedido injustificadamente, por ley, deberás recibir una liquidación.

Desafortunadamente, hay muchas personas que desconocen sus derechos y, al ser despedidas, no los exigen. Por otro lado, existen empresas que se aprovechan de este desconocimiento y hacen todo lo posible por evitar realizar el pago de esta liquidación.

Para poder tener derecho a una liquidación por despido injustificado es necesario que cumplas con los siguientes requisitos:

 Contar con un contrato individual de trabajo. Lo ideal es firmar un contrato antes de iniciar una relación laboral, pero la ley te protege incluso si no lo tienes. En la Ley Federal del Trabajo se menciona: «Se considera la existencia del contrato y de la relación de trabajo entre el que presta un trabajo personal y el que lo recibe», por lo tanto, aunque no exista un contrato, cuando la empresa recibe un acto por parte del trabajador hace implícita la relación del trabajo. En caso de que no exista un contrato físico ante la ley se considerará como un contrato por tiempo indefinido.

 El despido debe ser injustificado, es decir, no debe de haberse generado de manera justificada por una falta de tu parte como incurrir en actos de violencia, dañar los bienes de la empresa, agredir al patrón o mentir sobre tus títulos y conocimientos. Algunos ejemplos de despido injustificado son las reestructuras, ya sea de un área, de la empresa en general o el cierre definitivo de la empresa. Si deseas conocer todas las razones por las que podrías ser despedido justificadamente puedes consultarlas en el artículo 47 de la Ley Federal del Trabajo.

En caso de que seas despedido de manera injustificada tendrás derecho a recibir:

 El importe de 3 meses de salario por concepto de indemnización.

 Prima de antigüedad equivalente a 12 días de salario por cada año trabajado.

 Pago proporcional de aguinaldo.

 Pago proporcional de prima vacacional.

 Pago proporcional de vacaciones.

 El equivalente a los días trabajados y no pagados en el mes.

Si no estás de acuerdo con recibir estas cantidades podrás solicitar la reinstalación en el puesto. Para ello deberás acudir a la Junta de Conciliación y Arbitraje. En caso de confirmarse el despido injustificado, podrás solicitar que se te reinstale en el puesto. Si la empresa se niega a reinstalarte deberá pagarte, adicional a la indemnización, el equivalente a 20 días de salario por año trabajado.

Existe la creencia de que todas las personas despedidas injustificadamente tienen derecho a recibir estos 20 días; sin embargo, las empresas estarán obligadas a pagarlos únicamente cuando la Junta así lo determine.

Es importante que consideres que cuentas con dos meses para demandar contados a partir del día siguiente en que ocurrió el despido y que, en caso de no contar con un contrato, deberás aportar pruebas de la relación laboral.

Si necesitas asesoría puedes acudir a la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet).

Teléfono 01800 911 7877

www.profedet.gob.mx

Descuentos

Existen algunos casos en los que la empresa puede llegar a descontar parte de tu liquidación, por ejemplo:

 Pagos correspondientes a tu crédito Infonavit.

 Adeudos de tu crédito Fonacot.

 Préstamos.

 Cuotas sindicales.

 Pensión alimenticia.

 Adeudos a la empresa.

 Pago de los impuestos correspondientes.

Quiebre de empresas

Como ya mencioné, la crisis mundial ha provocado el quiebre de miles de empresas en un periodo de tiempo muy corto. Si la empresa de la que fuiste despedido argumenta que no puede pagarte tu liquidación por este motivo, deberás acudir a la Junta de Conciliación y Arbitraje, ya que el quiebre no la exime del pago de estas obligaciones.

Malas prácticas

Algunas empresas buscan evitar el pago de una liquidación obligando a sus trabajadores a firmar su renuncia. Esta es una práctica ilegal, así que, si esto te sucede a ti, estás en todo tu derecho a negarte.

Otra práctica incorrecta en la que pueden llegar a incurrir las empresas es la de ofrecerte una liquidación por un monto menor al que te correspondería por ley. Estas compañías se aprovechan de la necesidad de los trabajadores, pues saben que un juicio toma meses o incluso años. Muchas personas no pueden soportar todo ese tiempo sin recibir un ingreso, así que acceden a recibir una cantidad menor con tal de tener aunque sea un poco de dinero para mantener a su familia.