Uno de mil caminos

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Uno de mil caminos
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Letrame Editorial.

www.Letrame.com

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© Paloma Luna

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz

Diseño de portada: Rubén García

Supervisión de corrección: Ana Castañeda

Ilustración de portada: Sthefany Lizbeth Arredondo Davis

ISBN: 978-84-1114-141-3

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

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Para todas las mujeres que cada noche sueltan un par de lágrimas y con un nudo en la garganta reclaman ayuda al cielo.

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¿Sabes…? No estás sola, ni es tan injusto como parece

No sé por dónde empezar.

Es una larga historia… Justo como la tuya.

Mi nombre es Paloma, soy mamá de una amorosa y tenaz niña de 6 años.

Me definen muchas cosas. Estudié psicología, me formé como terapeuta y como maestra, y en los últimos años he trabajo en el ámbito de la educación internacional.

Tengo 32 años. Vivo con mi hija en una agitada ciudad en la que no conozco a casi nadie: no tengo ningún familiar aquí y puedo contar a los amigos con la mitad de los dedos de la mano derecha.

¿Te imaginas estar en ese escenario?

Sí, algunos días es complicado. Sobre todo los domingos, cuando nos encontramos solas en casa ideando qué hacer para pasarla bien o cuando simplemente quiero dormir todo el día y no puedo porque alguien tiene que estar al pendiente de mi hija.

La verdad es que aprendimos a ser felices así; me siento dichosa y afortunada con lo poco o mucho que tenemos. Posiblemente sea porque a lo largo de mi formación siempre estuvo muy presente el valorar lo que tenía y ser agradecida.

En relación con el tema de mi formación y mis creencias, considero que la felicidad es una decisión y no una situación, mucho menos una «suerte» que se presenta a unos pocos afortunados.

La felicidad se trata de disfrutar y aprender de la realidad actual, aunque creamos y sintamos que estamos pasando por el peor momento de nuestras vidas.

Para ti, ¿qué es la felicidad?

¿Crees posible sentirte feliz a pesar de estar pasando por un mal momento?

Vamos a descubrirlo a lo largo de estas páginas que te escribo con la esperanza de aportar sanación a tu presente.

***

«Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo».

—Proverbio árabe.

Me he percatado de que hay muchas mujeres que no disfrutan de su día a día como sería conveniente hacerlo, mujeres que dan vueltas en la cama porque se sienten insatisfechas en muchos aspectos de su vida. Otras que trabajan incansablemente para llegar a casa agotadas y lograr dormir en soledad. Mujeres que a simple vista están plenas, pero en sus redes sociales piden atención a gritos. Mujeres que se dedican a trabajar y a cuidar de sus hijos a la espera de un amor que las acompañe, de alguien que nunca se aleje, de alguien que las rescate del abandono y lo dé todo por ellas.

Todas queremos y necesitamos de alguien en quien podamos confiar, alguien que nos dé un abrazo fuerte y reconfortante al llegar a casa después de un largo día de trabajo, alguien que nos acompañe a ver nuestras películas favoritas o que simplemente nos acepte con todos nuestros fantasmas y nos diga que todo estará bien.

¿Eso te haría sentir feliz?

Otras mujeres prefieren no «arriesgarse» al amor y seguir su camino dedicándose a su familia, al trabajo, a los amigos, a los estudios. Pero, al final de cuentas, por la noche terminan pensando si vivir así está bien o si sería mejor tener a alguien a su lado.

Solo estoy generalizando. Probablemente no te encuentres en ninguno de estos escenarios. Sin embargo, busco reflexionar sobre que, por lo general, la sensación de que algo nos falta para ser felices está presente en muchos de nuestros días.

Antes mencionaba que la felicidad es una decisión, pues la infelicidad también lo es. Sentirnos incompletas es una incomodidad constante que nos lleva a la insatisfacción y sensación de no ser felices.

En ocasiones atravesamos circunstancias que consideramos difíciles, incluso llegamos a pensar que son un castigo, que no las merecemos, que son injustas o que todo pasa por culpa de alguien más. Algunos ejemplos de estas situaciones son: la muerte de un ser querido, el quedarse sin empleo, la ruptura de una relación de pareja, etc.

¿Por qué nos suceden este tipo de cosas que nos lastiman hasta el alma y sacuden toda nuestra existencia?

Según Louise Hay, escritora y oradora estadounidense, el universo nos ama y todo lo que sucede tiene un fin, todo sucede por nuestro bien.

A partir de esta idea me surge la pregunta: ¿Cómo es que alguien, «la vida» o Dios, puede hacerte pasar por escenarios tan complicados si es que te ama?

En algún momento de mi vida no podía asimilar esta posibilidad.

***

«Ninguno de nosotros sabe lo que podría suceder ni siquiera el próximo minuto, pero seguimos adelante. Porque confiamos. Porque tenemos fe».

—Paulo Coelho.

La vida y el universo nos enseñan algo diferente cada día, nos dan lecciones; surgen milagros que no reconocemos con facilidad y los atribuimos a la suerte o a la lógica.

Es tan simple y complejo a la vez. Simple, porque son sucesos que nos pasan todos los días, como que este libro llegara a tus manos, como ir caminando y encontrar una moneda en el piso, como recibir la llamada de alguien que quiere saber cómo te encuentras. Complejo, porque esos detalles no resuelven nuestros ahogos por sí solos.

Sin embargo, es una forma muy peculiar en la que la vida nos está demostrando su afecto y nos dice «aquí estoy para aportar soluciones».

Solo tenemos que aprender a notarlo, recibirlo y aprovecharlo.

Así puedo interpretar que los conflictos familiares, los inconvenientes en el trabajo o las complicaciones en la salud son experiencias que nos dirigen hacia nuevos aprendizajes e indican una pauta para hacer nuestros deberes de nueva, diferente y mejor manera. Depende de cada uno verlo así o como una carga eterna con la cual debemos lidiar.

¿Conoces personas, empresas o familias que llevan años luchando con algo? Con una enfermedad, con peleas, con problemas económicos, con problemas legales…

Si pones atención, esas familias o personas viven sus días quejándose y lamentando su trama, exagerando su desdicha. Realmente hacen muy poco para resolver sus conflictos. Una de las razones por las cuales viven en un remolino es porque aún no aprenden la lección que la vida les quiere enseñar, solo repiten una y otra vez lo mismo, actúan igual cada vez, con quejas y lamentos, convirtiendo su vida en un círculo vicioso, como si el sufrimiento fuera algo necesario en sus vidas.

Y es que la vida te hará repetir la misma situación en diferentes momentos hasta que aprendas la lección y logres evolucionar.

***

«Las cosas solo tienen el valor que les damos».

—Molière.

El objetivo de este libro es ayudarte a encontrar el equilibrio dentro de este lío que no parece tener un significado valioso. Ayudarte a descubrir que no caminas sola, que no te faltan amor ni abrazos, así como tampoco te falta quien limpie esas lágrimas.

Lo que te falta es conocerte, quererte y dejarte querer por esta vida tan abundante y amorosa.

Es un largo camino, yo lo he vivido en todo su esplendor. Quiero compartir contigo los retos que implican llegar a la plenitud. Si yo logré avanzar, créeme que tú también lo harás y lo harás mejor.

Lee despacio, detente a recordar momentos vividos, a analizar tus acciones y no avances al siguiente capítulo hasta no superar el que vas terminando. Lee sin prisa, a tu ritmo. Y si necesitas regresar al inicio, hazlo sin temor.

Disfruta.

Todos necesitamos afecto

«El medio para cambiar de opinión es el afecto, no la ira».

—Dalái Lama.

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El afecto juega un papel primordial en nuestra vida.

Es considerado una necesidad humana.

Una necesidad humana es todo aquello que nos mantiene vivos. Es una sensación de carencia que nos hace dirigir todos nuestros esfuerzos a la satisfacción de dicha carencia. Como sentir sed y salir a buscar agua o sentir falta de aire y salir a un lugar abierto para encontrarlo.

Manfred Max Neef, economista chileno y autor de varios libros, explica que las necesidades humanas fundamentales son pocas, delimitadas y clasificables. Estas son: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Según él, estas necesidades son y seguirán siendo aplicables a todas las culturas, en todos los períodos históricos.

 

Cada persona encuentra su propio método para satisfacer esas necesidades. Aunque algunos métodos pueden no ser los más apropiados, terminan por ayudarnos a cubrir una o varias de las necesidades básicas. Por ejemplo, algunas personas roban para suplir la necesidad de vestido o alimento; otras trabajamos, pedimos, buscamos. Max Neef argumenta que, si los métodos elegidos no son los adecuados, desarrollamos la propia pobreza. Esto tiene bastante sentido si consideramos que una persona que se dedica a robar tiene, por lo general, expectativas de vida limitadas a ello.

También me gustaría hacer mención a la teoría de las necesidades humanas desarrollada por el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, fundador de la psicología humanista y de la teoría de la motivación humana conocida como la pirámide de Maslow. Allí, el autor jerarquiza una serie de necesidades humanas, que van desde las necesidades básicas hasta la autorrealización, las cuales describo textualmente:

1.- Necesidades básicas. Son las necesidades fisiológicas ligadas a la supervivencia, como respirar, hidratarse, alimentarse y dormir.

2.- Necesidades de seguridad y protección. Se refiere a sentirse seguro y protegido, tanto física como financieramente.

3.- Necesidades sociales. Son aquellas relacionadas con nuestros vínculos de amistad y pareja, así como también el contar con aceptación social.

4.- Necesidades de estima. Las necesidades de estima pueden ser de dos tipos: alta y baja. La estima alta tiene que ver con la necesidad de respetarse a uno mismo, incluyendo sentimientos tales como la confianza, la independencia y la libertad; la estima baja se refiere al respeto de las demás personas e incluye la necesidad de atención, aprecio, reconocimiento o estatus. La baja autoestima se da cuando estas necesidades decaen.

5.- Autorrealización. Este es el último nivel, el que está en la cima, pues es la necesidad psicológica más elevada del ser humano. Según Maslow, al satisfacer esta necesidad, la persona encuentra una justificación o un sentido válido a la vida. Se llega a esta necesidad cuando todos los niveles anteriores fueron alcanzados y completados, al menos hasta cierto punto.


Gráfico 1. La pirámide de Maslow. Fuente: Elaboración propia.

Ambas teorías, a pesar de sus diferencias, nos muestran un ejemplo de camino a seguir. Podemos evaluar nuestra situación actual analizando cada una de las necesidades que se nos presentan. ¿Cómo te encuentras? ¿Qué te hace falta reforzar? ¿Qué haces para satisfacer tus necesidades?

Cada área de nuestra vida es una parte fundamental de nuestra felicidad. El afecto no es la excepción, se contempla en las teorías anteriormente descritas, y puede ser un detonante de la plenitud.

Podemos entender el afecto desde dos perspectivas:

1 Como un hecho espiritual de difícil explicación que se manifiesta en nuestras emociones y nuestro comportamiento.

2 Como todo acto de ayuda, protección, cuidado, etc., que contribuya a la supervivencia de otro ser vivo o de tu propio ser.

Enfocaremos la atención en la segunda definición, ya que es la única perspectiva que podemos manejar estando en un estado de conflicto o con la necesidad de equilibrio y autocontrol. Además de que la podemos ubicar en más de dos niveles de la pirámide de Maslow y en las menciones de Max Neef.

El afecto es un proceso de interacción, que, desde mi punto de vista, puede ser interacción contigo misma o interacción con las personas que te rodean. Es algo que puede darse. Por eso decimos «me da cariño», «me cuida», «me da seguridad», «me acompaña», etc. El afecto fluye con gestos que te hacen sentir amor, seguridad, optimismo, alegría, tranquilidad, satisfacción y todas las sensaciones que nos llevan a sentirnos plenos. Involucra acciones como la enseñanza, la alimentación, la educación, la protección, las palabras que demuestran interés, las caricias, etc.

Todas nuestras necesidades, desde las más básicas hasta la necesidad de autorrealización, se cimientan con afecto, de lo contrarío sería imposible sentirnos autorrealizados. Tendríamos una sensación de insatisfacción y, por lo tanto, una necesidad.

¿Quién te proporciona ese afecto?

Tradicionalmente, nosotras, las mujeres mexicanas, acostumbramos a convertir nuestro rol en un manojo de sacrificios. Todo lo hacemos por los nuestros: si trabajamos es para darle lo mejor a los demás o demostrar de lo que somos capaces; si tenemos hijos y salimos a comer con ellos la mayoría de las veces terminamos comiendo una pizza en un sitio lleno de toboganes, así ellos se divierten; hacemos dietas extremas para vernos mejor; sacrificamos noches de sueño por noches de limpieza.

La lista de sacrificios se vuelve muy extensa. Somos capaces de quitarnos el pan de la boca por ver a los demás satisfechos. Por lo menos así nos lo enseñan y así lo hacemos ver. Todo lo hacemos de corazón porque realmente amamos con toda el alma. Pero ¿qué pasa con nosotras?

La respuesta puede ser el primer paso para empezar a brindarte afecto a ti misma.

No se trata de quitarle gusto a tus seres queridos, sino de darte gusto a ti misma y compartir tus mejores momentos con los seres que más amas. Comparte con ellos tus platillos favoritos, tus sitios favoritos y tus hobbies favoritos. Puede sonar egoísta, pero creo que son los hijos los que deberían adaptarse a nuestra forma de vida. Eso sí, siempre y cuando les compartamos una forma de vida sana, segura y confortante. Es un ganar-ganar, encontrar beneficio mutuo.

Un hijo puede llegar a ser un excelente compañero de vida, todo es cuestión de organización, adaptación y amarse mutuamente.

Precisamente son ellos quienes están dispuestos a brindarte todo el amor que necesitas. Solo dales los abrazos que te piden, escucha sus platicas —la mayoría de las ocasiones parecen no ser tan relevantes para nosotras, pero para ellos es importante y muy significativo—, besa sus heridas, cuida sus refriados. Haz todo justo como lo hiciste hasta ahora, pero con conciencia, agrado y amor.

Tú eres la persona más importante para tu hijo. Te apuesto a que esa personita es capaz de darte sus juguetes más preciados por verte sonreír después de haber llorado. No le importaría faltar un día a la escuela o a la guardería por acompañarte y cuidar de ti.

Los hijos están llenos de amor, pero tú te dices estar sola, sin alguien que te ame.

Recibe con amor las flores secas que te trae cada vez que sale a jugar al patio, recibe con admiración sus rocas en forma de corazón, recibe con agradecimiento los dibujos que hace con tanto amor.

Esos regalos son los que están a su alcance, ya que no tiene los medios para comprarte exuberantes ramos de rosas o anillos con piedras preciosas.

Deja que tu hijo te ame, deja que te abrace y se duerma junto a ti. Conviértelo en tu aliado, te necesita tanto como tú a él.

Si no tienes hijos, estás tú para brindarte afecto. No necesariamente necesitas de alguien (por ahora).

Si tienes antojo de un helado, ve por él. Si quieres salir a pasear el fin de semana, busca a tus amigas, a tu familia y sal a pasear. Si quieres ver un hermoso arreglo de flores en tu mesa, sal a buscarlo y escógelo tú misma. Nadie conoce tus gustos mejor que tú.

Dejemos de ser víctimas de las circunstancias.

Tú tienes todos los medios para salir adelante. Recupera tu integridad. Recupera tu vida y recupera el amor. Muchas partes de ti necesitan reconstruirse.

Quiérete como nadie nunca te ha querido.

Afirmaciones

Atiendo mis necesidades con entusiasmo y alegría.

Decido en base en mis gustos y preferencias.

Cuido mi cuerpo.

Cuido mis sentimientos.

Cuido mis pensamientos.

Amor propio

«El único amor consecuente, fiel, comprensivo, que todo lo perdona, que nunca nos defrauda, y nos acompaña hasta la muerte es el amor propio».

—Oscar Wilde.

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Hacía años que la frase «amor propio» me sonaba y se me aparecía frecuentemente. Sin embargo, no la consideraba importante; solo la veía, la repetía en mi mente y listo, podía desaparecer sin dejar rastro.

La verdad es que no le encontré significado hasta que me llevó a cuestionarme lo siguiente: ¿Cómo es que yo misma no me amaría? ¿Qué es el amor propio? ¿Para qué tengo que amarme? ¿Por qué tengo que amarme para poder amar a alguien más? Todo me sonaba ilógico, simplemente no podía ser posible que no me amara.

Todas mis dudas al respecto cobraron sentido cuando, poco a poco, me percaté de mi falta de amor propio. No fue un descubrimiento instantáneo, las situaciones que se me presentaron me llevaron a ello. De pronto me veía dudando de mí misma, con miedo, sintiendo una profunda tristeza, con la sensación de que era un completo fracaso y que mi vida estaba incompleta.

Pasé muchas noches sin dormir, dándole vueltas a las situaciones que me provocaban preocupación y conflicto. Los días me resultaban muy pesados, con mal humor, poca paciencia y la mayor parte del tiempo me sentía enojada. Tenía la paciencia por el suelo, respondía agrediendo con mis palabras y con mis actos. Entonces descubrí que lo que me estaba pasando es que no tenía muy claro eso del amor propio y no sabía cómo aplicarlo, ni siquiera comprendía su significado.

A nuestro alrededor abundan temas sobre la importancia de tener una pareja, de amar a tu familia, de amar a tus amigos. Pero siempre hablan del amor fuera de uno mismo. ¿Dónde queda la enseñanza del amor propio? Nos lo mencionan, sí, y muchas veces, pero en general no nos educan para sentir amor por nosotros mismos.

¿Cómo saber que no me amo?

Señales de la falta de amor propio:

 Criticar tu cuerpo.

 Dudar de tu potencial.

 Aceptar amor a medias o relaciones disfuncionales.

 Trabajar en algo que no te apasiona.

 Dejar tus sueños en segundo plano.

 Ocultar tus sentimientos.

 Alimentación no saludable.

 Tomar decisiones pensando en agradar a los demás.

 Compararse constantemente con otras personas.

 Constante esfuerzo por demostrar que tu vida es perfecta.

 Ponerse en situaciones de riesgo sin medidas de seguridad.

El amor propio es mucho más de lo que podrías imaginar. Poco a poco he descubierto que cuando empiezas a amarte a ti misma todo cambia, siempre para bien. La vida te empieza a proporcionar las herramientas necesarias para lograr lo que siempre quisiste, encuentras tu misión y razón de ser, descubres que puedes ser feliz a pesar de las circunstancias.

El filósofo griego Aristóteles habla sobre los conceptos de egoísmo y amor propio en un mismo texto, mencionando la frágil y estrecha relación que mantienen entre sí. En su libro noveno, específicamente en el capítulo VIII, «Del egoísmo al amor propio», menciona, entre otras cosas, que debe amarse sobre todo al mejor amigo, pues el mejor amigo es quien quiere el bien del amigo. También señala que un hombre egoísta va a atribuirse a sí mismo todas las riquezas porque solo busca satisfacer sus deseos, sus pasiones y, en general, la parte irracional de su alma. Por el contrario, los actos que parecen ser más personales y voluntarios son los que se realizan bajo la dirección de la razón, aquellos que el hombre de bien ama con preferencia a todo. Menciona que el hombre de bien es el más egoísta de todos, pero es un egoísmo distinto al del hombre injurioso. Este egoísmo es noble, supera al egoísmo vulgar, pues se trata de vivir según la razón y desear el bien.

Aristóteles llama hombre virtuoso a quien tiene el hábito de actuar siempre entre lo justo y lo injusto. Esta manera requiere cierto tipo de sabiduría, a la que Aristóteles llama prudencia.

Cuando te amas a ti misma, actuar con prudencia, actuar considerando un bien común y consciente, se vuelve parte de ti, se vuelve una reacción automática y logras transmitir esa armonía entre el bien y el mal. Transmites equilibrio y serenidad. Aunque el fin principal de tus acciones sea tu propio bienestar, como lo menciona Aristóteles, ese es un egoísmo noble.

 
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