Venerio Gonorreaga

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
Venerio Gonorreaga
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa

[no image in epub file]



C, Omar José María

Venerio Gonorreaga : periodista Racing de Avellaneda / Omar José María Vallari. - 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-0773-0

1. Humor. 2. Narrativa Humorística Argentina. I. Título.

CDD A867

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Dedicatoria y agradecimiento

Todo comenzó en abril o mayo de 1965 en “Remember”,

un pequeño café ubicado en el codo de una galería de doble entrada

en el centro de Rosario, donde un grupo de empleades socializaban,

café de por medio, unos minutos antes del ingreso al trabajo después

del descanso del mediodía. En esa mesa grande en la que yo participaba como invitado, estaba Bety (Beatriz), la vidrierista de la tienda Casa Beige.

Tuve una excusa para separarla de la mesa grande y llevarla a una mesa

individual, donde comenzamos una charla que hasta hoy continua.

Vinieron los hijos Ale (Alejandro), Tito (Ernesto) y Lali (María Laura).

Y al final, los nietos Tai (Tahiel Santiago), Luca (Luca León),

Joaqui (Joaquín), Sofi (Sofía), Santi (Santiago Francisco)

y por último Vale (Valentina).

Para todos ellos que son mi familia es esta, mi zarzuela prima.

Mi agradecimiento a Lili, que le ha puesto a esta obra sus conocimientos

profesionales como correctora de textos y muchísimo más.

INTRODUCCIÓN

Venerio Gonorreaga se hace llamar periodista racing, solo para diferenciarse (y mofarse) de sus colegas que dicen ser independientes. Desde muy joven fantaseaba con ser famoso por haber conseguido realizarle una entrevista a Dios.

Para esa tarea, había que crear a Dios. Así como Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, Venerio creó a Dios a partir de su propia imagen. El resultado es un Dios que, como Venerio, es bastante viejo, un poco sabio y otro poco “hot” (viejo verde).

Esta lectura no te va a llevar más tiempo del que dura una “peli” o, como dice Venerio, del tiempo que lleva un turno de hotel alojamiento y claro, sería bueno que, por lo menos, sea la mitad de placentero.

ENTREVISTA CON DIOS

Mi nombre es Venerio Gonorreaga, periodista racing (de Avellaneda), ¿puedo llamarlo Cristo?

No. Cristo se llama mi Hijo. Llámeme Dios.

¿Cuál fue el motivo de la creación?

Cuando despertaba de una siesta, transcurría la eternidad número 678, noté que se reiteraba una bendita erección.

¿6, 7, 8?

No, no, ese número era otra cosa. Sí, ya me acuerdo, era un religioso docente de una escuela que llevaba el nombre de un santo reciente. Me comentaban que uno de sus ex alumnos trataba de convencerlo, insistentemente, de que el número 678 era una especie de demonio posmoderno. La eternidad a la que me refería era otro número, ya me voy a acordar.

Verifiqué con mis manos esperando estar equivocado, pero no, ahí estaba, firme como soldado saludando a la bandera. Volví a tocarme varias veces, comprobando que era muy placentero y pensé que no es bueno que Dios esté solo.

Bueno, le comentaba que, hasta ese intento anterior, insistía en una versión simplificada para la creación del hombre y que, según mi parecer, todo debería haber funcionado a la perfección… Los humanos debían tener el corazón puro, serían pacíficos, amarían al prójimo como a sí mismos y, cuando morían, venían todos derechito al cielo. Pero… siempre hay un pero, cuando estas sociedades llegaban a cierto nivel de desarrollo, se pasaban de buenos y la totalidad de la especie se iba a la… paulatina extinción.

¿Y a empezar de nuevo?

Debo aclarar que intenté infinitos retoques, pero ninguno solucionó el problema. Ante esta decepción, no me quedó más remedio que cortar por lo sano e iniciar un nuevo camino. Ya me acuerdo, era la eternidad número 666 y no la 678, que era otro demonio, pero del medio Evo … ¿evo? no, no, perdón.

Y entonces ¿cuál fue el error?

Debo confesar que, en ese intento, se me fue la mano en la dosis de neuronas espejos, lo que redundó en que los hombres tuvieran un exceso de eso que los “psicólogos” llaman empatía, es decir, esos hombres fueron demasiado solidarios, amaron mucho más al prójimo que a sí mismos, y a los egoístas, que tanta falta hacían en la lucha por la existencia, bueno, a esos te los debo, como dijo alguien.

¿Había que inventar a los malos?

Claro, pero no todos los “malos” iban a tener la misma intensidad, tanto de egoísmo como de falta de empatía, inclusive había más o menos un tercio con empatía negativa, también conocidos como “envidiosos”.

No entendí eso de la empatía negativa.

Se entiende que una persona es empática cuando es capaz de sentir como propia las penas y las alegrías del otro. En cambio, los que tienen empatía negativa (los envidiosos) sienten alegría cuando el otro tiene penas y cuando el otro siente goce le produce un profundo malestar, que inevitablemente se transforma en odio.

En el relato anterior, quería comentarle que una distracción hizo que se me colaran algunos egoístas “puros”, hombres que carecen totalmente de empatía. Cuando me di cuenta del error, y de que tenía que empezar todo desde cero, me invadió eso que en la Argentina llaman fiaca, y claro, ya era la hora de la siesta, y bueno… que Darwin se encargue de enmendar mi equivocación.

¿Se subsanó el error?

Al parecer, a Darwin también le gustaba dormir la siesta.

Los que me iban a acompañar en el cielo eran los mismos del esquema anterior, pero en esta nueva versión había un excedente humano que había que descartar. Para realizar esta tarea, separar a los solidarios de los otros, tuve que crear una organización jerárquica a la que llamé “iglesia”, compuesta por un Papa, cardenales, obispos, párrocos, monjas, monaguillos y otros dependientes, que son los que se encargarían de la selección celestial, esperando que ninguno de estos me interrumpiera la siesta.

¿Quién elige esa jerarquía?

Bueno, en el cielo no existe la democracia, soy yo quien elige al Papa, el Papa a los cardenales. Y así sucesivamente.

Pero en esta Tierra, al Papa lo eligen los cardenales

Se habrán tomado esa atribución para no despertarme de la siesta, se habrán… O, como dicen los burócratas, lo habrán tomado como una función delegada.

Debo confesarle que he descubierto que, en esta organización, los que ascienden en la jerarquía no siempre son los más píos, que pasan sus días ayudando a los más necesitados, sino que algunos son muy egoístas y hasta se han colado algunos egoístas puros, que sospechaban que no serían seleccionados para el cielo y, por lo tanto, hicieron grandes esfuerzos para trepar en la organización y ser ellos los encargados de la selección para poder autoelegirse.

¿Puede ampliar ese concepto?

Los individuos con alta empatía son producto de cierta combinación genética que, a su vez, deriva en un cerebro con existencia de neuronas llamadas espejo, que son las responsables de que sean solidarios en forma natural, más allá de los mandatos religiosos.

¿Todos los que se ocupan del bienestar del prójimo se salvarán?

Son muchos los que se definen como ateos; sin embargo, disfrutan ayudando a sus congéneres.

En cambio, los escasos de empatía son grandes egoístas y algunos de ellos solo “simulan” ser solidarios, y dicen amar al prójimo porque es un mandato bíblico, con el único fin de no perder el tren al paraíso, pero no pueden estar todo el tiempo “actuando”, y en algún momento dejarán su egoísmo al descubierto... Mostrando la hilacha, como dicen en el barrio.

¿Cómo es eso de los ateos solidarios?

El ejemplo es el del Che Guevara, que no creía en Mí; sin embargo, Yo creía en él. Mi opinión era que tenía que estar en el cielo (San Ernesto de Rosario, llamado el Che) pero los cardenales contemporáneos se opusieron, así que decidí esperar un mejor momento y, mientras tanto, lo puse en el purgatorio. Al poco tiempo, descubrió que la carga de los extinguidores estaba vencida y armó una protesta con piquetes. Así que no me quedó otra opción que sacarlo del purgatorio y ponerlo en el limbo. Fue espectacular, con mucha calma, el Doctor Guevara pasa sus días ense ñando tácticas guerrilleras a los pequeños que, según manifiesta, ya van a crecer. Estos son los pichones del hombre nuevo, dice.

 
Sie haben die kostenlose Leseprobe beendet. Möchten Sie mehr lesen?