¿En dónde están que no los oigo?

La autora capitaliza estados contemplativos de sus viajes, lo que la lleva a valerse de distintos medios para expresarse y manifestar sus sentimientos al recrear para el lector sus vivencias. Y lo hace de forma artesanal, con palabras y dedicación. Encuentra su esencia con la libertad del vuelo lírico, en búsqueda de su estilo entre lo propio y sus circunstancias. Es como un levar del espíritu que conduce y la conduce a zonas fértiles o infértiles, en donde el dolor da frutos y el amor, flores. Y trata de habitar su don antes de que la abandone.

Escribe poesías que están ancladas en lo terreno con esa sutil energía que da la vida. Son su fuerza de gravedad y su empuje. Así descubre verdades y esencias que nos son universales y temporales. Sin brújula precisa. Son sus libros las aldeas protagonistas de su construir al andar, observar el mundo que la rodea entre el aire como paredes y el cielo como su única cúpula que la cubre y la protege.