Hermano, dulce hermano

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Hermano, dulce hermano
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Acosta, Maximiliano David

Hermano dulce hermano / Maximiliano David Acosta. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-0908-6

1. Novelas. 2. Narrativa Argentina. I. Título.

CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

MAXIMILIANO DAVID ACOSTA

Hermano

dulce

hermano


Editorial Autores de Argentina

“Ya deja de llorar, mi niño.

Usted es un hombrecito”

Silvana Andrea Giles

Agosto 9, 1974- Noviembre 6, 1997

Prólogo

Quien escribe estas palabras es la persona real en la cual se basó el personaje de Fiorenza. Hoy estoy aquí para contarles de que va todo esto, pero para hablar con honestidad, no sé si pueda dar una respuesta que los deje conformes. Creo que esta obra plantea varios problemas por los que cualquiera pasa en la adolescencia y no sabe cómo lidiar con ellos. Las preguntas y respuestas que cada situación inesperada de la vida te puede dar son la gran virtud de lo que están a punto de leer. Temas como el amor, la familia, la amistad son abordados desde un punto de vista muy personal en los que yo me sentí identificada al leer. La idea no es enseñar, sino plantear preguntas en voz alta y que cada uno encuentre su camino de cómo vivir la vida.

Me gustaría poder dar más de mí a la hora de hablarles sobre esto pero solo podría describir de una sola manera a este relato…

“Hambre. Hambre de amar, hambre de ser amado”

CAPÍTULO 1

Apocalipsis

Fiorenza– Es real lo que dicen sobre todas las ideas apocalípticas. No creo que piense todo el mundo en esto, y tal vez suene exagerado, pero me refiero a que muchas veces escuché que relacionen el final de una cosa con el comienzo de otra cosa. Es decir que el equilibrio entre el fin y el comienzo, entre el nacimiento y la muerte, entre lo que viene y lo que se va, es indiscutiblemente perfecto y tangible. Como si todo fuera energía. No sé si sabrán pero en la escuela me enseñaron que lo primero que debes saber de la energía es que no se puede crear ni destruir, solo la puedes transformar. Y como ya dije, aunque suene exagerado de mi parte, creo que todo, absolutamente todo es así. Por cada persona que muere alguien nace, tal vez no cerca, tal vez en otra parte del mundo. Entonces si piensas en ello, nada termina nunca realmente, solo son ciclos, tan extensos que uno no puede ni siquiera distinguir su horizonte. Todo lo que parece desaparecer o disiparse en los vientos del tiempo, solo se transforma en algo más.

Recuerdo el día que comencé a pensar todo esto, y no es importante, pero lo que sí importa es de donde salió. Existen esas pequeñas ocasiones que se cruzan en tu vida, las cuales logran introducirte una idea, y déjenme acotar que es cierto lo que se dice sobre una idea. Mete una idea en tu cabeza y crecerá como un cáncer. En fin, recuerdo que empezó todo por ella, por Alfonsina. Fue un día común, nada raro, Alfonsina se reunió con su novio y él fue con la intención de romper con ella. No estuve allí, ni siquiera me lo contaron con detalles, pero lo tengo en mi cabeza como si lo hubiera visto en una película. Puedo verla a ella recibiendo la noticia en una imagen distorsionada, con una melodía lenta y melancólica. Nunca enfocarían su cara ya que la idea del nuevo comienzo no tiene que resultar ningún final perdido por más triste que sea. No se verían las lágrimas ni tampoco se podría escuchar la conversación. Es mejor así, entonces no tendremos ninguna opinión del novio ya que no es importante para el espectador generar sentimientos hacia alguien que no pertenece a esta historia. Nada es nítido, solo se nota que hablan en paz y luego se abrazan despidiéndose. De repente puedo ver sus pies caminando dentro de sus zapatillas preferidas, esas converse que ya están bien gastadas, pero que siguen siendo tan cómodas que es imposible deshacerse de ellas. Camina con sus pies para adentro, chueca, y muy rápido. La veo pasar, la veo alejarse de espaldas a mí, con los brazos cruzados, como si tuviera frío, y la mirada baja. Se va sola, sobre el borde derecho de la calle–.

Verano de 199... Italia

Costelo estaba en su habitación a solas, usando la computadora como de costumbre. Lo único que iluminaba la oscura habitación era el resplandor del monitor que luego de unas horas le hacía arder los ojos. Escuchaba música y miraba esto y aquello en el Facebook. Estaba ansioso sin motivo alguno. Su pie que apoyaba solo la punta en el suelo, se movía de arriba abajo haciendo una especie de temblor. Nada llamaba su atención en particular hasta que vio en el perfil de Alfonsina que había cambiado su situación sentimental, de “en pareja” a “soltera”. Ver eso lo descolocó, se puso algo extraño consigo mismo, era algo que no esperaba para nada. Estuvo más de quince minutos esperando, mirando la ventana del chat abierto, y pensando si hablarle o no. Antes de poder decidirlo, lo llamaron para cenar y así como si nada se fue el poco valor que había reunido para comenzar esa conversación. Salió de su habitación desganado, arrastrando los pies, y antes de bajar quiso entrar al baño. La puerta estaba con traba, estaba su hermana Fiorenza ocupándolo. Enojado, bajó al comedor y se sentó en la mesa sin decir ni una sola palabra. Su padre estaba sentado mirando la televisión y su madre servía la comida.

Madre– Hijo, llama a Fioren para comer–.

Costelo– Está en el baño, como siempre–.

El padre tosió fuerte– ¿Qué hace siempre ahí? Falta que se lleve la cama– dijo sin quietarle la vista al televisor.

Costelo– No sé por qué no hacen otro baño. No se puede vivir con esa chica que vive ahí encerrada. Los demás también tenemos que usar el baño–.

Padre– Ve a avisarle que ya está la comida servida y saldrá–.

Costelo desganado subió las escaleras y golpeó la puerta del baño gritando de mala manera– ¿Puedes salir? Te están diciendo que vamos a comer hace más de una hora–.

Fiorenza estaba dentro del baño parada en frente del espejo, inmóvil. Miraba su reflejo sin hacer absolutamente nada. Sus ojos buscaban en aquel cristal un mínimo de amor propio desde hace un rato largo, pero no lo hallaba. Solo veía disconformidad y reproche. Levantó una mano, donde sostenía una hoja de afeitar de las que se usaban antes, y la colocó en la muñeca de su otro brazo.

Al no responder, Costelo golpeó más fuerte la puerta y dijo violentamente– ¿Vas bajar?–.

Fiorenza suspiró con violencia y dijo enojada– Ahí bajo, no me molestes más–.

Costelo volvió al comedor y Fiorenza esperó unos segundos estática, con la hoja de afeitar al contacto de su piel. Estaba helada, y aunque en aquella situación no debería darle importancia a algo tan insignificante como la temperatura del metal de su posible arma suicida, era algo que le molestaba mucho y ya casi no soportaba. Ella no entendía por qué el filoso trozo de metal no se templaba al contacto de su piel. Luego de un segundo suspiro tiró la hoja de afeitar a la basura envuelta en papel higiénico, jaló la cadena y bajó a cenar con su familia.

Fiorenza– Estaba la familia cenando, todos juntos, pero cada uno estaba en su lugar. Mi hermano y yo no nos soportábamos y nada de lo que hacíamos, o no hacíamos, nos venía bien a ninguno. Mi padre hablaba de muchas cosas y preguntaba cosas que ni a Costelo ni a mí nos importaban, y hasta nos llegaban a molestar muchas veces. Igual, como siempre vivo pensando y analizando todo sin razón, he llegado a la conclusión de que mi padre no es el que está mal. Sus preguntas y comentarios son totalmente normales, no había nada que estuviese demás en sus pensamientos u oraciones. Sin embargo, a pesar de ser consciente de eso, nos molestaban de todas formas. ¿Será que vivimos enojados? ¿Será que constantemente atentamos contra nosotros mismos o contra nuestro entorno? Aquellos que quieren vernos bien. ¿Será que no soportamos la vida que tenemos y nos autodestruimos al igual que a nuestro ambiente? La vida que nos tocó era ideal para ser felices, pero estábamos tan lejos de eso y no sabría explicar por qué. Recuerdo a mi tía que solía decirnos que la vida era muy sencilla en realidad, pero que nosotros la complicamos excusándonos e inventando pretextos delante de todo. De repente algo tan sencillo como ser amable, se vuelve tan complicado como viajar a la luna. Mi tía… qué mujer, por dios. Si hay alguien a quien me quisiera parecer, sería a ella. Siempre tenía una respuesta para todo. Todo lo que decía era algo que podrías repetirle a tus hijos algún día, era de esas personas que con el hecho de hablarte te enseñaba a vivir. Es como si al inicio de todo, alguien hubiera guardado absolutamente todos los secretos del universo en un pequeño frasco de vidrio, y luego su contenido fue volcado en la cabeza de ella, y sin que lo supiese portaba miles de respuestas consigo… Creo que el último día que compartí con ella, antes de que muriera, fue la última vez que me sentí cómoda en algún lugar. Siempre espero que ocurra el milagro de poder hablar con ella en mis sueños aunque sea, hacerle esas mil preguntas que necesito expulsar, pero cada mañana despierto sin haber soñado absolutamente nada–.

 

La cena terminó y lo único que hicieron fue irse cada uno a su habitación. El padre y la madre se quedaron limpiando los cubiertos y luego, también, fueron a su habitación a descansar tranquilos. Ellos no percibían nada de lo que sucedía a sus hijos. Esa intolerancia mutua, esa vida llena de enojos. Para ellos, era cosa de adolescentes y nada más, y tal vez tenían razón. No eran malos padres para nada, y ninguno de ellos les podía reprochar algo en esa labor.

Apenas entró a su cuarto, Costelo se sentó frente a su computadora. Miró si estaba conectada Alfonsina y sí lo estaba, era hora de decidir. Esta vez no tardó en analizar la situación ni en juntar valor. Abrió el chat y cuando estaba por hablarle hubo un corte de luz en varias cuadras de la zona. Él se enfureció, y aunque no era de creer en la mala suerte, esa noche lo pensó demasiado, tanto, que casi no pudo dormir de la rabia interna que se le había generado.

Al otro día Fiorenza se despertó temprano para ir a la escuela, como siempre, ya que era muy puntual. Costelo, casi sin haber dormido, también despertó temprano, pero fue directo a bañarse para poder despabilarse bien. Mientras ella tomaba el desayuno, miraba las noticias en donde anunciaban que al parecer haría un tremendo calor ese día y ya se sentía de temprano. Sufría al escuchar esa notica ya que la humedad no ayudaba nada a su cabello, algo que la ponía muy de malhumor.

Fiorenza– Ese día, como todos lo demás, salí temprano camino a la escuela. Siempre iba caminando al igual que mi hermano Costelo, pero yo salía un rato antes para no tener que ir con él. Muchos pensarán que soy una mala hermana por eso, y tal vez yo también lo creería así viéndolo desde afuera, pero les tengo que confesar que estoy muy segura de que él pensaba lo mismo que yo, y estaba muy agradecido por esto. En fin, Costelo entró a clases como todos los días, entonces vio a Alfonsina sentada a dos bancos de él. Cada tanto levantaba disimuladamente la mirada para verla, pero notaba que ella estaba distraída, como perdida, y jamás llegaban a encontrarse sus ojos. Si no la conocieran pensarían que estaba de mal humor o que estaba dormida aún, pero Costelo sabía que ella estaba deprimida por la separación reciente–.

Cuando llegó la hora del receso, Costelo solo fue al patio exterior siguiendo con cautela a Alfonsina, intentando no quedar como un acosador. Ella estuvo todo el recreo con su mejor amiga, por lo tanto, inalcanzable. Hablaron de la separación, pero se notó que el tema no duró mucho tiempo. Cuando ya tocó la campana que daba aviso para volver a las aulas, la vio salir del baño.

Él caminó frente a ella y dijo abruptamente– Hola ¿Cómo estás?–.

Alfonsina dio un pequeño salto de sorpresa y respondió con su voz enternecedora– Hola Cos…ahí ando, supongo que con el tiempo voy a mejorar–.

Costelo–¿Sucede algo?–.

Alfonsina– ¿Me vas a decir que no te enteraste? Todo el mundo habla de que él me dejó–.

Costelo– Nadie me habló de ello, pero sí, lo sé–.

Alfonsina–¿Cómo?

Costelo– Facebook–.

Alfonsina– Ah claro, a veces me olvido que todo eso es público. ¿Tú cómo andas?–.

Costelo– Yo bien, no me quejo por ahora–.

Alfonsina– Bueno, tenemos que ir a clase. ¿Te acercaste a verme o ibas a alguna parte?–.

Costelo avergonzado y tartamudeando mintió– Iba camino al baño– dijo en voz baja.

Alfonsina con una sonrisa melancólica respondió– Bueno, apúrate o te regañarán–.

Ella comenzó a caminar rumbo al aula pero Costelo le llamó la atención con un grito.

Alfonsina se dio vuelta y él dijo– Si necesitas hablar con alguien o lo que sea, puedes contar conmigo–.

Ella sonrió y dijo– Gracias, es muy amable de tu parte– entonces se fue sin decir más.

Costelo entró al baño para seguir su mentira y se quedó allí pensando qué tan estúpido había sonado en esa breve conversación. Se mojó la cara y esperó unos minutos para disimular. Cuando creyó que ya era suficiente, salió corriendo a su siguiente clase.

CAPÍTULO 2

Confesiones de una mente adolescente

Fiorenza– Pasaron varios días y mi hermano comenzó a chatear con Alfonsina regularmente. Una noche que ella se sentía sola le habló, fue entonces que todo comenzó. No se contaban nada fuera de lo normal, eran conversaciones un poco más espontaneas. Al principio sí se habló de la separación, pero luego solo fueron charlas de lo que sea, ese tipo de cosas que hablas con alguien que recién conoces. A pesar de que siempre fueron compañeros de escuela, no sabían mucho uno del otro, entonces había mucho de qué hablar sin pensar demasiado. Es raro como una persona puede estar tanto tiempo en tu mente. Es difícil de diferenciar ciertos estados mentales cuando uno se enamora. Quiero decir, que cuando te enamoras, te obsesionas con esa persona de alguna manera, no sé si de una manera insalubre, pero es seguro que pasa. Todo el día piensas ¿qué hace? ¿Dónde está? ¿Con quién estará? Recuerdo que mi tía solía decir que en el amor solo hay dos cosas difíciles de comprobar. La primer cosa difícil que pensarás y te volverá loco, es lo costoso que es darse cuenta cuándo uno ama a una persona en verdad ¿Cómo estar seguro si es amor? Hay quienes están años para darse cuenta que aquella vez fue amor. Ella se refería al verdadero amor, es como que al principio todo es color de rosa y tal vez las situaciones de romanticismo y pasión te llevan a creer que amas y no es así. Es un dilema pero no tanto como la segunda cosa, que es más difícil. Esto, por experiencia propia, y según lo que dijo mi tía, puedo confirmar que es lo más difícil. Con esto me refiero a saber cuándo ya no amas a la otra persona. Creo que comprenderse a uno mismo al tratar de saber si uno sigue enamorado de su pareja es casi imposible. Cuando ya crees que estás cansado de alguien, que ya no lo amas, piensas en dejarlo, pero luego de ello vienen las miles y miles de preguntas que nos hacemos constantemente hasta que tomamos una decisión, la cual, puede que sea incorrecta. Yo no veía lógico que uno mismo no pueda ver la diferencia de seguir amando a alguien o no, pero admito que mi tía tenía razón. Las preguntas nos vuelven loco y hacen cada vez más difícil la decisión. Todo rebota en la cabeza ¿ya no lo amo? ¿Y si lo dejo y me estoy equivocando? ¿Y si pierdo a la persona más importante de mi vida? ¿Y si solamente es algo pasajero este sentimiento de desamor? Y creo que la pregunta que más retumba es ¿y si ya nadie vuelve a amarme como él/ella? Todas esas preguntas nos hacen dudar a tal punto que terminamos tomando la decisión de seguir de pareja o no, aun teniéndolas retumbando en tu cabeza. Es como si tu decisión fuera arriesgarse sin ninguna seguridad de que es lo correcto. Mi tía era una persona muy sabia, no sé si había leído demasiado en su vida o si salían solas esas cosas de su cabeza, pero me encantaba. Creo que me enamoré de su idea de lo que es el amor. Ella solo decía lo que pensaba sin ofender a nadie. Recuerdo ser una niña muy pequeña y ella me decía cosas a futuro, me enseñaba como debería vivir cuando sea un adulto y cada vez que me sucede algo siempre tengo algo de ella, siempre hay una respuesta en algún recuerdo. Casi como si supiera que el día que yo necesitase sus consejos, ella ya no iba a estar con nosotros y ahora me doy cuenta que todo lo que decía me serviría en algún momento. ¿Hablarán de esto cuando mencionan que cada uno tiene un ángel guardián?–.

Fiorenza bajó en plena madrugada para ir al baño. Esta vez, si era para hacer sus necesidades y no para intentar su suicidio nuevamente. Luego fue por un vaso con agua a la cocina y se sorprendió que allí, en la penumbra, estuviera su hermano en completa soledad. Él estaba sentado en la silla alta de la barra y estaba tomando gaseosa en silencio. Fiorenza abrió la heladera y sacó el agua, se sirvió en un vaso y se quedó mirando a Costelo mientras bebía intermitentemente pequeños sorbos.

Costelo–¿Qué miras?– cuestionó malhumorado.

Fiorenza respondió en el mismo tono– A un estúpido en plena madrugada sentado solo y sin hacer nada–.

Costelo– Vuelve a la cama– dijo dando una orden.

Fiorenza no pudo evitar que sus sentimientos le ganasen y respondió cediendo el combate– Bueno, no te molesto más, pero… ¿Sucede algo?–.

Costelo dijo con tono áspero–¿Te importa?–.

Fiorenza– No dije que me importara, pero parece que tienes ganas de hablar y no tienes a nadie que te escuche aquí cerca, más que a mí–.

Costelo– No pasa nada– dijo cortante.

Fiorenza– ¿Es una chica?–.

Costelo– ¿Qué comes que adivinas?–.

Fiorenza– En realidad vi que chateabas con Alfonsina el otro día cuando mamá me mandó a buscarte–.

Costelo– Eres igual que mamá, para meterse en la vida de los demás están bien atentas–.

Fiorenza– Solo lo vi, estaba frente a mí. No importa, ¿Es por eso que estás aquí?–.

Costelo– Tal vez. En realidad ni yo sé que me pasa–.

Fiorenza– Es muy linda chica–.

Costelo– Lo sé, pero es solo una amiga, no intento nada con ella. Se acaba de separar y no quiere nada con nadie–.

Fiorenza se sentó junto a él y dijo– Sí, todo el mundo habla de eso, eran la pareja más popular de la escuela–.

Costelo– Igual no hablamos sobre ello, solo nos conocemos y hablamos de lo que sea–.

Fiorenza– ¿Te gusta?–.

Costelo– Eso es lo que me tiene aquí, desde que me enteré que se separó no paro de pensar en ella. Recuerdo que siempre fue mi amor imposible, desde pequeño, y luego ella se puso de novia y con el tiempo no pensé más en ello. Continúe la vida sin volverme loco. Tal vez lo hice resignado o no sé, pero ahora pasa esto. Mi mundo se detiene constantemente para verla a ella pero no puedo evitar pensar que también puede ser por capricho. Es decir, siempre estuve encantado con ella, y ahora tengo una oportunidad de intentar algo, pero no sé si en realidad estoy enamorado o solo es un simple capricho de obtener algo bonito, algo que siempre quise–.

Fiorenza– Lo escuchaba y entendí que mi hermano si tiene sentimientos… hablando en serio, lo que más me sorprendió es que tenía inseguridades, complicaciones y justamente en el tema del amor. Él que es una persona tan fría, que nunca lo ves expresando nada por nadie y de repente viene a desahogar estos conflictos amorosos, y conmigo. Como ya lo mencioné, mi tía decía que lo primero que debes entender del amor es que tiene dos grandes complicaciones. Y mi hermano estaba sufriendo la primera, “no tener la certeza de si en realidad amas a esa persona”. Sinceramente yo lo veo hablándome de ella y le creo que en verdad su mundo se detiene al verla pasar y, si eso no es amor ¿Qué otra cosa podría ser?–.

Costelo, al terminar de expresar sus complejos, la interrogó de inmediato –¿Qué opinas?–.

Fiorenza– Creo que debes arriesgarte. Si tú me dices que en realidad sientes todo lo que acabas de mencionar creo que estás muy enamorado–.

Costelo– ¿Pero qué debo hacer? Siento que no está lista para otra relación. Todo terminó para ella tan pronto que no puedo imaginar que me diga que sí. Es como si estuviera en ese pozo todavía, y no está ni cerca de la superficie–.

Fiorenza– Entonces tal vez, si le dieras un tiempo, ella podría considerar–.

Costelo– ¿Y si aparece alguien más en su vida en ese tiempo? No quiero ser el que la ve irse con alguien más, otra vez. Pero tampoco quiero que se aleje de mí, si le digo lo que siento y no está de acuerdo puede que tome distancia–.

Fiorenza– Te entiendo porque me sucede algo parecido con Agostino–.

Costelo– ¿Te gusta ese idiota?–.

Fiorenza– No le digas así– dijo enfadada– Estoy enamorada de él desde que tengo memoria y, aunque todos me dicen que con el tiempo se me va a pasar, siento que cada vez lo amo más y más–.

Costelo– Pero es tu mejor amigo, si le das consejos con sus chicas y él te cuenta todo lo que hace con ellas ¿Cómo soportas esa situación?–.

Fiorenza– Convengamos que es un poco nerd y no tuvo muchas oportunidades con chicas. Igual toda la vida junto a él tuve que tragarme el hecho de que éste profundamente enamorado de Nina, la del otro curso, y la detesto con toda mi alma. Estoy frente a él, esperando hace años, y es como si fuera invisible–.

Costelo– Pero esa chica es una modelo, y con el grupo falso que tiene no le daría una oportunidad a Agostino ni aunque se tome todo el alcohol del planeta tierra–.

Fiorenza– Lo sé, y me da bronca que ella ya lo rechazó miles de veces. Él sigue esperando el día que ella lo vea como un hombre pero no creo que llegue porque es muy superficial–.

 

Costelo– ¿Alguna vez intentaste decírselo?–.

Fiorenza– Una vez. Él tenía planeado ir a una fiesta. Era el día que ella se había peleado con el chico ese que se mudó a EEUU. Ella supuestamente estaba triste y susceptible. El plan de él era consolarla y entonces así vería lo que sentía por ella y a continuación Nina se enamoraría de él y se pondrían de novios y serian felices por siempre. Así de estúpido como suena era el plan. Esa noche estábamos juntos en su casa, me pidió que lo lleve, papá me había prestado el auto. Estábamos en su habitación, se sentó en su cama y me dijo que lo ayude opinando sobre lo que tenía planeado decirle a ella. Entonces actuamos cómo sería la supuesta situación, yo hacía de Nina. Casi me largo a llorar, por momentos sentía que me lo decía verdaderamente a mí y sentía que la emoción me iba a quebrar, pero me daba cuenta que todas esas cosas dulces que decía eran para ella, entonces tenía miedo de llorar de tristeza. Le pregunté por qué insistía tanto con ella y me dijo que el amor valía la pena y que no había nadie más en quien pudiera pensar. Es como si estuviera hechizado por esa chica. Yo le dije que tal vez alguien muy cercano a él daría lo que fuera por estar en el lugar de Nina. El problema fue que no entendió que me refería a mí y no me animé a decir más. Esa noche, ella ignoró por completo a Agos y terminó encamándose con su propio primo segundo. No sé cómo se llama. El que llevaron al reformatorio un tiempo después por robar un auto–.

Costelo– Lo recuerdo. Todos decían que ella había quedado embarazada de su propio primo y luego estuvo el rumor de que había abortado–.

Fiorenza– Lo hacía para llamar la atención, seguramente. En fin, como era de esperarse, ella lo ignora hasta el día de hoy y yo lo amo en secreto–.

Costelo se quedó callado pero se notaba la empatía en su mirada.

Fiorenza– A veces pienso en todas esas cosas que nos decía la tía. Trato de apoyarme en ello, pero no es lo mismo si no está–.

Costelo– ¿Piensas mucho en ella?– preguntó con curiosidad.

Fiorenza– Bastante, igual soy de pensar todo el tiempo en todo. Debe ser por eso que no puedo dormir bien. ¿Tú piensas en la tía?–.

Costelo– A veces–.

Fiorenza– ¿Qué piensas de ella?–.

Costelo– No sé, generalmente en la noche en la que murió–.

Ambos se quedaron callados en un silencio incómodo y dolido ante un recuerdo traumatizante para los dos. Luego de un rato largo de pleno silencio, Costelo y Fiorenza fueron a dormir.

Fiorenza– Recuerdo la noche de esa conversación. Esa fue la primera vez que mi hermano hizo un comentario sobre mi tía. Yo me recosté y me quedé pensando en ella, su sonrisa era la imagen más clara que solía tener. Esos cachetes hinchados, bien rosados que resaltaban en el resto de su pálido rostro. Estaba triste porque el comentario de mi hermano me dejó pensando en la noche que murió. Eso fue desgarrador en mi familia, como que todo cambió luego de ello. Lo peor fue que la muerte de mi tía fue absurda, fue uno esos accidentes que nadie cree que van a suceder. El día había sido común, recuerdo que esa tarde ella nos cuidó a mi hermano y a mí, nos cocinó galletas con su receta especial; qué ricas que eran, las amaba comer con chocolatada tibia. Esa noche se fue y no la volví a ver nunca más. Recuerdo algo, un detalle que a veces me llama la atención. Ese día al atardecer cuando se despidió de nosotros me pareció sentir que su abrazo fue mucho más largo de lo que acostumbraba a ser. Pero por otro lado pienso que una vez escuché que psicológicamente a veces tendemos a deformar situaciones para complacernos sentimentalmente. Puede que esté exagerando subconscientemente para crear una especie de pseudo–lazo extraordinario con mi tía… sinceramente no sé, prefiero creer que de alguna manera sin darse cuenta se despidió de nosotros. Esa noche fue escalofriante, todos dormíamos en paz, pero un llamado nos trajo la maldita noticia. El cielo caería sobre nosotros. Mis padres recibieron la noticia y nos despertaron en plena madrugada. Esa noche la recuerdo como flashes, porque casi todo lo que les cuento es lo que mis padres me narraron, pero la imagen que tengo grabada en mi cabeza es ver el rostro de mi padre despertándonos ahogado en un llanto desgarrador. No recuerdo la secuencia de como sucedió, pero lo que si recuerdo es la imagen estática de mi padre en pleno llanto. Fue horrible, algo verdaderamente traumatizante. A partir de esa noche todo cambió. Una vez mi tía me dijo que era extraño al límite que tenía que llegar una persona para cambiar. Cuando ella murió entendí de qué me hablaba, es decir que a veces hace falta que sucedan estas cosas para que alguien mejore. Lo normal sería pensar que nada bueno puede venir de la muerte de alguien, pero tengo que admitir que mi padre cambió mucho. Antes era frío y reacio con todos nosotros, pero luego de eso él está presente, nos acompaña enserio y creo que es mucho mejor así. Ahora lo siento como un padre presente en muchos aspectos que antes no. Siento que a mi hermano y a mí nos está pasando eso ahora. Nuestros tristes y penosos desamores nos están acercando… no lo sé bien, tal vez solo sea pasajero, pero me agrada–.

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