Yo y el Todo

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Yo y el Todo
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Lara, María Teresa

Yo y el todo / María Teresa Lara. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-1418-9

1. Ciencias Naturales. I. Título.

CDD 507.1

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Principalmente a Victorio, mi esposo

que este año dejo su cuerpo físico

pero sigue su energía vibrando a mi lado,

a mis hijos que entre bromas y alientos me acompañaron

siempre a seguir investigando mis locuras,

y a mis nietos que alegran mi vida.

A todos los amigos que me alentaron a empezar

a volcar en el papel lo que iba descubriendo e investigando,

a mis profesores de toda la vida

que aún hoy siguen pasandome información

para continuar el camino del conocimiento del yo.

PRÓLOGO

Yo y el Todo orienta hacia el conocimiento de la relación que mantenemos con lo que nos rodea y nosotros mismos.

Sabemos quienes somos? porqué vinimos? A donde vamos? Vemos más allá de la imagen que nos devuelve el espejo? Conocemos nuestros miedos? Qué conección tenemos con la naturaleza, miramos a nuestro alrrededor, escuchamos los mensajes de nuestro interior y del espacio exterior? Por qué nos enfermamos? Cómo funciona nuestro cerebro?

La intención es orientarnos hacia el conocimiento de la relación energética del universo donde estamos sumidos todos los seres, sujetos, objetos y todo lo pensable, con la influencia cósmica y lo que podemos lograr manteniento un cuerpo, mente y espíritu sano.

Como actúa la influencia externa en nosotros y las reacciones como respuesta.

La reacción del planeta frente a la saturación de energías fuera de su ritmo armonioso, lo cual desequilibra Todo.

Vivir mejor es conocernos, pensar y sentir mejor, así nos mantendremos sanos.

Nos implantamos en este planeta, nos dan una vida para que la desarrollemos y evolucionemos como seres pensantes, pero no nos dicen cómo vivirla, debemos aprender por nuestros propios medios, no hay un manual de desarrollo de vida original, pero sí que la mayoría de los factores por vivir los tenemos en contra, por lo que es muy importante analizar dónde estamos, cómo estamos y por qué estamos y así aprender a conocernos, querernos, cuidarnos y protegernos manteniendo un buen funcionamiento físico-mental-metabólico.

Superar las tensiones, la toxicidad o la negatividad es posible si se logra acrecentar la relajación; pero esto es un proceso tanto físico como mental.

Debemos examinar nuestras bases de valores, puntos de vista, pautas erradas de pensamiento, y así comprenderemos cómo el estrés negativo es ante todo la interrelación del medioambiente y las formas de percepción de las que se hace un anclaje, y si consideramos que el estrés (no solo físico, sino también mental) genera células neoplásicas, sabemos que el fantasma del cáncer está sobre nuestras cabezas dándole un 50% de posibilidades.

Al volver a revisar los patrones de tensión podemos percibir dónde estos reflejos-anclajes han quedado congelados, formando un engrama neuronal que permanecerá latente, listo para funcionar frente al elemento disparador (cualquier situación que tenga una similitud a la formación de engrama) que es el disparador inconsciente.

Vemos cómo un factor ligado al agotamiento y al estrés negativo se halla en el hecho de que frecuentemente el cuerpo no discrimina entre imágenes internas e imágenes externas. Esto nos puede llevar a un desorden en la percepción y en la vida afectiva.

Hoy la ciencia moderna comienza a confirmar esta capacidad psicosomática del pensamiento o la influencia que afecta, con la cual las imágenes pueden ayudar o dañar individual o colectivamente.

Este comportamiento en la actualidad resulta fundamental para explicar el aumento masivo de afecciones sociales como la hipertensión, el colesterol o el aumento del cortisol del plasma, factor metabólico asociado a la ansiedad.

Las practicas autogénicas: el quijongo o la euritmia permiten armonizar el biorritmo corporal fomentando el descanso y la concentración a partir de que la actividad mental y física pueden coordinarse. De este modo, se fortalece la respuesta de relajación, pudiendo acrecentarla siempre para afrontar emergencias, mediante la armonía de la mente y el cuerpo a la homeostasis, el equilibrio básico de orden psicosomático, estado natural donde vuelve a hallarse tranquilidad y tono.

En el mundo entero cientos de científicos se encuentran abocados al estudio del comportamiento del hombre.

El hombre: ser complejo lleno de temores que manifiesta encubierto con enojo, ira, mal humor, indiferencia, fobias, depresión, etc. Todo a causa de no aprender a mirar hacia adentro, conocerse y reconocer las falencias y limitaciones. Querer mostrar al entorno una imagen segura, firme y valerosa, cuando se está lleno de inseguridad y minusvalía o no querer aceptar lo que realmente somos.

El Dr. Suzuki, profesor de violín y creador del método que lleva su nombre, observó que era bastante difícil y trabajoso despertar la sensibilidad del estudiante universitario, mientras se daba cuenta de que esto limitaba su aprendizaje; en cambio veía cómo los niños pequeños aprendían con facilidad cosas como idiomas diferentes. El éxito de sus métodos hizo que el Dr. Suzuki diera conferencias acerca de “Su método pedagógico del despertar de la sensibilidad”, en la sede de la Unesco. Asimismo el maestro Noguchi, famoso en el campo pedagógico y cuya teoría va más allá de la enseñanza en la primera etapa de la infancia, indicaba este principio en el claustro materno postulando que “la sensibilidad se va conformando a través de las vivencias, por lo que podemos hablar de la importancia de la vida intrauterina”. ¿Qué podemos hacer en esta etapa? “Prestarle la atención más minuciosa y reconcentrada para permitir su evolución natural”.

La perspectiva adoptada por Noguchi es la misma que la del Dr. Suzuki y apunta a mejorar la vida humana y el mantenimiento de la salud física y mental desarrollando su sensibilidad y despertando su espíritu.

Si miramos la vida con franqueza y de frente, esto mismo nos enseña, y no son menester grandes conocimientos para aprender de ella: ¡La vida es real!

Cuando aprendamos a mirar hacia adentro, vamos a cambiar nuestra visión externa y nos vamos a dar cuenta de que nada de lo que nos rodea es tan real como parece; que la única realidad verdadera es la fuerza de la naturaleza, el sol, el viento, la lluvia, la tierra, las piedras, las plantas, los ríos, los mares, los animales, etc. ¿Por qué ellos? Todos ellos siguen la rueda de la vida en su natural desarrollo, sin cuestionamientos, ni ambiciones desmedidas, sin envidias ni resentimientos, sabiendo que cada uno debe cumplir su ciclo.

Cada cosa, cada ser que está puesto sobre el planeta, emite una radiación energética, la cual debe mantener cierta armonía para con su entorno para que todo marche bien y de esta forma sentirnos integrados, lo cual hará que estemos seguros de lo que somos y de lo que nos rodea.

Todo esto hace que el ser humano se sienta seguro de sí mismo, que los avatares de la vida (lejos de deprimirlos) le den las fuerzas necesarias para la lucha diaria siendo y sintiéndose responsable de su accionar o inercia, sabiendo que el único responsable de sus actos, y por ende del proyecto de vida, es uno mismo.

Todos los seres vivos actúan instintivamente hacia el progreso, el hombre además utiliza el pensamiento para ello, pero a veces el pensamiento consciente se convierte en una actividad malsana y destructiva; de hecho, ¿cuántas personas no pueden detener su pensamiento y sufren, razonan, critican, especulan, pero no pueden actuar? Ese pensamiento constituye una traba para el proceso de desenvolver la vida humana, y todo esto no les permite percibir la calidad de cada momento de sus vidas. Así influye el pensamiento en nuestra vida y nuestra salud; tomemos como ejemplo: cuando el estómago segrega demasiada acidez, se suele recurrir al bicarbonato o cualquier antiácido para neutralizarla, desde luego esta práctica puede ser efectiva en determinas circunstancias, pero no por eso el cuerpo se vuelve sano y lleno de vitalidad; sin embargo, el hombre suele confundir la neutralización de los síntomas con la recuperación de la salud.

La medicina no es curativa, pese a los adelantos de las investigaciones es en su principio preventiva, por eso debemos prestar atención a nuestro cuerpo, el cual no es como se dice “el templo del espíritu”, es en realidad la sinergia de cuerpo, mente y espíritu, por lo que es de suma importancia prestarles atención a los mensajes que comúnmente desoímos.

Las enfermedades más temidas como el cáncer, el infarto de miocardio, el infarto cerebral, la leucemia, el sida, la arterioesclerosis, por nombrar algunas de ellas, presentan un rasgo común, la falta de síntomas subjetivos hasta ya avanzado el proceso, hasta la muerte o la invalidez; o sea, uno no siente malestar que lo preocupe a pesar de estar mal.

 

Cuando nos encontramos con una tortícolis o lumbago, suele pensarse que son producto de un mal gesto como si nacieran de la nada en determinado momento. La realidad es que no sentimos la dureza y rigidez de nuestra cintura o cuello hasta llegado el momento en que estos no responden ya al esfuerzo. ¿Cómo es posible que no percibamos todo aquello que acontece en nuestro organismo sino cuando la situación llega al límite? Esto sucede porque no aprendemos a escuchar los mensajes del cuerpo; es el no mirar ni escuchar hacia adentro. Son tan grandes y ensordecedores el ruido y la vorágine exteriores que no nos permiten escucharnos en ningún sentido, ni orgánico, ni mental, ni espiritualmente, estamos sordos a nuestras necesidades.

La responsabilidad del ser humano es el reconocimiento del hombre mismo, aprendiendo de todo lo que nos rodea a ser nosotros mismos, escuchando nuestro palpitar del corazón, el ritmo de la respiración, el fluir de la sangre en las venas, el funcionamiento digestivo, los movimientos en las articulaciones, etc. Aprendiendo a amarnos y desarrollándonos en el amor al prójimo, comprendiendo que todos los humanos somos iguales dentro de nuestras diferencias y uniéndonos a la evolución de la naturaleza sin destruir el entorno, por el contrario, ayudando a que ese entorno también se desarrolle en armonía formando así un todo.

Con respecto a mantener la salud física, digamos que son innegables los progresos de la medicina ortodoxa, con grandes programas de investigación en todas las áreas, tanto en el conocimiento del funcionamiento orgánico como en los adelantos quirúrgicos que en momentos determinados permiten salvar vidas; pero no podemos negar que todos estos progresos constituyen ayudas externas al cuerpo.

Conocemos el proceso de la digestión, que órganos intervienen y qué tipo de específicos o hierbas usar como digestivo colagogo o laxante. ¿Cuántos son los que se quejan de anomalías gástricas o estreñimiento? Y es muy distinto que el organismo funcione en forma natural o por medio de medicamentos o estimulantes, aunque estos puedan ser naturales.

Hablemos de las horas de sueño o de trabajo, ¿es lo mismo trabajar durante ocho horas o estar en el lugar de trabajo?, el que se cansa en ocho horas de trabajo, también se cansa en seis horas o simplemente aunque esté en el lugar de trabajo; el tiempo no existe para quien se dedica con ganas a lo que hace, pone su atención a su actividad y por eso no se da cuenta de cuántas horas pasan. En el sueño sucede algo parecido, es mejor dormir profundamente de cuatro a seis horas que despertarse pesado después de ocho horas de sueño. Si uno se despabila después de cuatro horas de haber dormido bien y decide tomarse un somnífero para completar seis u ocho horas de sueño, es lógico que la próxima noche sufra insomnio. Más que el número de horas que se duerme lo que importa es la calidad del sueño. Un sueño reparador no se puede medir por tiempo, sino por intensidad, es la paradoja de la vida, no importa cuán larga sea, sino la intensidad con que se vive cada instante, cada segundo que pasa. Si vivimos nuestra vida prestando atención a cada instante de ella, vivenciando cada segundo, vamos a disfrutar el vivir porque a cada momento tendremos nuevos aprendizajes; y no hablo de la vida contemplativa hablo de la vida cotidiana, la vida del trabajo, la oficina, la atención de la casa, la crianza de los hijos, el cuidado de los mayores y todas las responsabilidades que significa vivir, como repito siendo reiterativa, pero a veces es necesario para tomar conciencia de ello: “Cada cual es responsable de su proyecto de vida”.

Hasta las vivencias más dolorosas y que nos golpean fuerte y feo, de ellas debemos aprender a rescatar lo positivo porque todo tiene un motivo de ser, nada es porque sí, todo es un aprendizaje y es nuestra obligación aprender para vivir mejor. Dentro de estos cánones también cuenta la respiración, sin negar las bondades del aire puro del campo, fresco y perfumado con distintos aromas de flores, hierbas, tierra húmeda y pastos frescos, lo más importante es una buena respiración con ritmo acompasado y profundo, oxigenando la sangre para llevar ese oxígeno al cerebro para alimentar las neuronas, mantener alerta nuestra mente y tener un razonamiento claro para el buen entendimiento de los ciclos de la existencia; oxigenar la sangre para que ese oxígeno sea llevado al corazón, bajando así el ritmo cardíaco a un palpitar más sereno, ayudando a prevenir el infarto, posibilitando el funcionamiento adecuado junto a otros nutrientes, manteniendo el equilibrio y la armonía con el entorno, disfrutando con alegría y salud de todo lo que está a nuestro alcance. Una respiración lenta y profunda elimina el cansancio muscular porque, al oxigenar los músculos, se elimina la lactosa acumulada por la fatiga y relaja la tensión.

Una respiración profunda hace expandir el pecho, corrigiendo la postura de agobio, de hombros caídos hacia adelante, característica de las personas depresivas; por ende la práctica de la respiración controlada ayuda en los casos de depresión. Una persona que respira a pecho abierto no puede agobiarse y paulatinamente corrige la postura y levanta los hombros; esto ayuda a no encerrarse en un caparazón –como la mulita o el puerco espín que se protegen de cualquier agresión externa– y eso generalmente es lo que hace la persona depresiva.

Ninguna persona que respira a pulmón lleno se puede deprimir, porque esta forma de respiración nos hace cambiar la actitud. Muchas personas depresivas se niegan a realizar este ejercicio aduciendo que se marean, y esto es real porque el cerebro no está acostumbrado a recibir abundante oxígeno y hace que la persona se maree, pero dura solo unos minutos hasta acostumbrarse a estar bien oxigenados, luego empieza a sentirse más despierto y con mejor actitud saliendo del pozo donde está sumergido.

Apuntemos hacia la alimentación, otra de las energías que incorporamos diariamente. Hay quienes seleccionan los alimentos y afirman - “El alimento cambia al ser”, y hasta llegan a enunciar - “La carne ensucia el espíritu”. Que si fuera verdad deduciríamos que los esquimales son auténticos demonios. De hecho, sí, la carne contiene más toxinas que los vegetales, también proporciona una mayor resistencia energética a quien debe soportar los rigores de climas fríos, lugares inhóspitos, o trabajos de mucho desgaste físico. Por otra parte si el intestino no evacúa, las verduras también se pudren en él, intoxicando el organismo. Sé de un caso de envenenamiento por arvejas, que después de siete días despidió en vómitos, habiendo pasado por una semana de fiebre y dolores musculares. Nuestro cuerpo está preparado para digerir lo necesario y expulsar lo que no sirve, y si sus funciones son correctas podemos vivir más libremente, sin depender de las limitaciones del lugar, disponibilidad de alimentos y otros factores.

Generalmente se recomienda que incorporen una dieta naturista, macrobiótica o vegetariana; ello no significa que tal o cual dieta sea la perfecta, simplemente que el cuerpo necesita una dieta más ligera; de allí la libertad de enriquecer la alimentación eligiendo entre diferentes formas de comer, para que así también nuestros hijos sepan variar su alimentación según las necesidades del momento y el lugar. El adulto, una vez desarrollado su organismo es muy poco lo que necesita para vivir, pero no debe faltar la variedad en la alimentación.

Debemos entender que el ser humano antes que nada es un ser vivo; hay necesidad pues de cultivar nuestra fuerza interior, que es lo que nos hace vivir sanos, vigorosos y con plenitud, en este mundo donde siempre existen y existirán dificultades, conflictos y limitaciones; por eso es tan importante nuestra retroinspección para conocer y corregir los errores, conflictos internos y limitaciones para sobrevivir a todo esto con alegría.

En la medicina China se habla permanentemente del Chi. ¿Qué es el Chi?, es la diferencia entre la vida y la muerte; vivir es tener Chi corriendo por todo el cuerpo armoniosamente, así además de vida tendremos salud, morir es quedarse sin Chi. Para mantener la salud debe haber un equilibrio del Chi, ni mucho ni poco. Las fuentes del Chi son tres: el primer Chi original es transmitido en el momento de la concepción, pero es limitado, finito y a través del tiempo se va gastando poco a poco; la segunda fuente es la respiración, es el primer aliento que tomamos al nacer, pero es constantemente usada y renovada, y la tercer fuente de energía o Chi es la alimentación es la energía que obtenemos de la comida que consumimos y a diario y también es usada y renovada.

Toda patología humana puede verse en término de equilibrio y desequilibrio. El estado de equilibrio corresponde a la salud, cualquier exceso o deficiencia corresponde a enfermedad. Cuando el cuerpo está en un estado de equilibrio interno con respecto del medio exterior, entonces tiene vitalidad positiva en forma de Chi que protege el cuerpo y lo defiende de los factores patogénicos.

La enfermedad se debe a la lucha en el Chi, energía vital, y los factores patógenos; si la energía vital no es suficiente para rechazar esos factores, entonces el cuerpo se torna disfuncional y si no se trata este desequilibrio desembocará en enfermedad. Si el cuerpo está desequilibrado, entonces habrá un debilitamiento de la vitalidad positiva, y en estas circunstancias hasta un agente patógeno sin importancia puede provocar una enfermedad, inversamente si el propio cuerpo está en excelente estado de armonía, habrá una vitalidad positiva fuerte y el factor patógeno más virulento no perturbará al cuerpo.

El concepto de vitalidad positiva fue el intento que hicieron los chinos para hablar de este aspecto curioso de la salud y la enfermedad. El Chi corre por todo el cuerpo por canales o conductos llamados meridianos que conectan todas las partes del cuerpo. Estos meridianos son utilizados en acupuntura, en la que por medio de una estimulación en determinados puntos del meridiano simplemente se restablece la fluidez normal del Chi allí donde haya desequilibrio o estancamiento. El propósito de la digitopuntura o digitopresión es el mismo. El Chi fluye a través de todos los órganos internos, huecos o sólidos, y cualquier exceso o deficiencia relativa de Chi resulta en enfermedad.

¿De qué nos protege esta vitalidad positiva? De los elementos de la vida que nos conducen a la enfermedad, incluyen los seis excesos: viento, frío, calor, humedad, sequedad y fuego; los siete humores: alegría, enojo, ansiedad, obsesión, pena, horror y miedo; también la intemperancia en el comer y en el beber, la dieta incorrecta, demasiado o muy poca actividad sexual, demasiado o muy poco trabajo o ejercicio.

Los factores patogénicos pueden dañar algunas partes del cuerpo como un todo. Una vez que se haya producido un desequilibrio, la enfermedad se manifiesta.

El hombre hereda de sus padres al nacer cierta cantidad de Chi, de su energía vital, aquello que le dio vida y lo hizo lo que es. Esta porción de la composición de su cuerpo es inalterable y nos dura todo el tiempo de nuestra existencia sobre el planeta; pero el medio, la dieta, el comportamiento, el pensamiento y la emoción también juegan un rol integral en determinar cuán saludable será su vida. Llevando un estilo de vida equilibrada podemos maximizar la capacidad para evitar la enfermedad y combatirla una vez que se haya manifestado.

¿Qué tipo de enfermedades pueden ser influenciadas por nuestras acciones y nuestros pensamientos? Prácticamente todas, porque con nuestras acciones y pensamientos podemos mantener el equilibrio energético y la armonía con el entorno, de esa forma no nos enfermamos, y no debemos olvidar que el ritmo de vida que desarrollamos puede llevarnos a un estrés, ya que la vorágine social nos arrastra a un ritmo no tolerado, y el estrés genera células neoplásicas, por lo tanto nos exponemos al cáncer.

Encontramos en el tratado de medicina del Emperador Amarillo información de que antiguamente la gente vivía más de cien años y sin embargo permanecían activos y no se volvían decrépitos; actualmente en cambio la gente alcanza la mitad de esa edad y debe reducir sus actividades. ¿El mundo cambia de generación en generación o el hombre se torna cada vez más negligente con respecto a las leyes de la naturaleza? Antes se cultivaba la temperancia en la comida, la bebida, las horas de levantarse y acostarse eran regulares y no desordenadas. Por estos medios nuestros antepasados mantenían unidos cuerpo y alma para completar el tiempo que les había sido destinado, que eran muchos más de cien años antes de morir. Hoy la gente adoptó el descuido como su comportamiento habitual, ya no saben encontrar satisfacción interior, no son hábiles en controlar su espíritu; según las creencias orientales, un espíritu descontento se sale del cuerpo y se lo lleva flotando como un globo inflado con gas, sostenido por el cordón de plata, dejando así el cuerpo físico totalmente desprotegido a los embates de todo lo negativo que pulula alrededor, y esta es una de las razones por las que no se alcanza más que la mitad de los años que el ser humano debía vivir.

 
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