Buch lesen: «Cenicienta trabaja en Wall Street»
Cenicienta
trabaja en
Wall Street
Maena González
© Maena González
© Cenicienta trabaja en Wall Street
Septiembre de 2021
ISBN papel: 978-84-685-6092-2
ISBN ePub: 978-84-685-6159-2
Editado por Bubok Publishing S.L.
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A los cenicientos y cenicientas que con generosidad y confianza
compartisteis las vivencias que han hecho posible este libro.
A mis hijos, mis mejores maestros de vida.
Índice
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1: EL PODER DE LAS CREENCIAS
CAPÍTULO 2: LAS EMOCIONES
CAPÍTULO 3: LA SOMBRA DEL DINERO
CAPÍTULO 4: TU HERENCIA GENÉTICA
CAPÍTULO 5: EL CUERPO COMO MENSAJERO
CAPÍTULO 6: IRRACIONALMENTE ADORABLES
CAPÍTULO 7: INTEGRANDO EMOCIÓN Y RAZÓN
BIBLIOGRAFÍA
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
Iguales no somos. Y en la diferencia está la gracia.
Nuestros cerebros son distintos (eso nos lo cuenta muy bien la neurociencia) y por tanto nuestra forma de decidir y actuar tiene matices diferentes.
Tópicos aparte y prescindiendo de estadísticas que a día de hoy inundan los medios, sospecho que además parte de la diferencia tiene que ver con nuestra educación… ¿Qué cosas nos contaban de pequeñas? ¿Qué nos animaban a hacer? ¿Cuáles eran nuestros modelos?
Si empezamos con una mirada a la infancia, los cuentos de niñas son bastante diferentes, también en lo que respecta a nuestra relación con el poder y el liderazgo: Cenicienta, Rapunzel, Blancanieves, la bella durmiente Aurora… son mujeres que esperan «mirando por la ventana» (o echándose una larga siesta) a que otros resuelvan sus problemas. Y claro, con este currículum no les hables de ETF, hedge funds o PPA cuando sean mayores. Eso es cosa de príncipes azules. Es cierto que en todos estos cuentos aparecen también mujeres astutas y bien preparadas: las madrastras o el hada Maléfica no tienen un pelo de tontas ni de pusilánimes, pero se nos presentan como modelos de vida poco deseables, movidas por valores como el egoísmo, la venganza o la envidia. ¿Quién querría ser así?
Estos modelos están cambiando, y las protagonistas de las nuevas películas de Disney son chicas más emprendedoras: Mulan o Vaiana son buenas noticias para nuestros hijos. Sí, en masculino. Los príncipes estaban también muy cansados de tener que hacerlo todo en la peli para acabar teniendo un papel secundario en el guion.
¿Ha sido siempre tan pasivo el papel de la mujer en nuestros arquetipos sociales?
•Nuestra bíblica Eva tomó la iniciativa de probar la manzana, y hasta animó a su compañero a dar un mordisco. Experta en salir de su zona de confort, si hubiera vivido en el siglo xxi sería feliz invirtiendo en tecnológicas (¿tal vez Apple?).
•Morgana, discípula del mago Merlín, era famosa entre otras hazañas por preparar pócimas sanadoras. Sería la perfecta presidenta de Pfizer o Moderna en 2021.
•También en la mitología griega aparecen figuras femeninas muy traviesas, como Pandora. Los dioses del Olimpo le entregan una caja que debía regalar al titán Epimeteo. Prohibido abrirla. Pandora no pudo resistir la tentación de echar una miradita y dejó escapar todos los males que hoy acechan a los humanos. Solo la esperanza quedó atrapada en el fondo de aquel recipiente. Si Pandora existiera hoy invertiría en todos los derivados existentes en el mundo, que según el señor Warren Buffet son «armas de destrucción masiva».
Y travesuras aparte, ¿qué podemos hacer para animar a las futuras inversoras a asomarse a los mercados financieros? Te sugiero algunas ideas:
1.Más Evas que Cenicientas: Invitar a nuestras futuras Janet Yellen a explorar nuevos arquetipos. Dos libros inspiradores:
a.Nunca beses a una rana de Fiona Waters. Historias de princesas de andar por casa que resuelven sus problemas con mucha gracia y valentía.
b.Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes de Francesca Cavallo. Biografías de mujeres deportistas, artistas o científicas que alcanzaron sus sueños profesionales. Espejos en los que vernos reflejadas.
Ni que decir tiene que estos cuentos son igualmente recomendables para niños, aunque tengan protagonistas femeninas.
2.Educación financiera en las escuelas. Existen diversos programas en nuestro país de carácter voluntario, aunque en esto el mundo anglosajón nos lleva bastante ventaja. Desde 2014 en Reino Unido la educación financiera se incluye en el currículum académico. Los alumnos de secundaria aprenden sobre gestión del dinero, presupuestos, gestión de riesgos, pensiones, y cálculos relacionados con las finanzas. Me sorprendió leer que el 82 % de los alumnos de estos programas deseaban más horas de formación al respecto. Y también que el 69 % de ellos sigue considerando a su familia como la principal fuente de educación financiera. Y eso nos lleva al siguiente punto.
3.El papel de los padres. Se puede educar en confianza y en finanzas. Al cumplir los dieciocho años es habitual abrir una cuenta corriente a los hijos para que aprendan a manejar su dinero. Son varios los amigos con hijos de esta edad que han querido compartir la experiencia y sensaciones de sus hijos en este «primer contacto serio» con el dinero: desde la ansiedad de no saber qué hacer y encontrarse de golpe con un montón de conceptos desconocidos (IBAN, tarjetas, descubiertos, transferencia, MIFID…) hasta la total indiferencia con algo de miedo.
Aprender las bases de la planificación e inversión es más sencillo de lo que parece (lo hacía mi abuelita en una libreta, y ahora tienes herramientas mucho más sencillas y avanzadas) y es algo que te será de utilidad toda la vida.
El programa EFEC del IEF lleva desde 2012 haciendo esta labor con alumnos de primaria. EFPA imparte estos programas entre colectivos profesionales. En mi web Econoviva encontrarás algunos recursos sencillos para explorar la parte humanística y técnica en tu relación con el dinero. La iniciativa de BDE y CNMV en Finanzas para todos a nivel nacional es otra muestra del creciente interés en nuestro país por la educación financiera.
Como ves, el título del libro —como el saber —no tiene sexo ni raza. Escribir la historia de tu relación con el dinero en clave masculina o femenina no es lo importante: lo que importa es que el relato te lleve allá donde quieras ir.
Hoy Cenicienta trabaja en Wall Street. Especialista en el sector automoción. Resolvió los problemas de aparcamiento en la gran manzana con aquel coche eléctrico que se transformaba en una calabaza de bolsillo… y viceversa. A nadie le importa cómo va vestida ni qué zapatos lleva puestos. Ya no necesita hada madrina ni príncipe azul, pero quedan de vez en cuando los tres en la Quinta Avenida para recordar viejos tiempos.
Maena González
Economista. Coach. Comunicadora. Madre. Mujer
INTRODUCCIÓN
¿Alguna vez has sentido que el dinero «sale más rápido de lo que entra»? ¿Tienes dificultades para llegar a fin de mes? ¿Te preocupa tu futuro financiero pero nunca encuentras el momento de planificar tus ahorros? ¿Sientes que nunca te pagan por tu trabajo lo que mereces, pero no te atreves a pedir más?
Aunque el dinero no da la felicidad, unas finanzas equilibradas facilitan mucho nuestra vida.
El dinero no es un fin en sí mismo. Es un medio más para llegar adonde tú quieras.
Dedicamos muchísimos años a estudiar diversas asignaturas en las escuelas, más o menos útiles para la vida. Sorprendentemente en nuestro país sigue habiendo dos asignaturas pendientes en la formación curricular: la educación emocional y la financiera.
1.Somos lo que sentimos. Aprender a gestionar nuestras emociones es vital para una convivencia en sociedad. La gestión emocional te permite ser libre de elegir cómo actuar ante los acontecimientos de tu vida: la pérdida de un ser querido, un examen difícil o el nacimiento de un hijo pueden ser experiencias demoledoras o de gran crecimiento personal, en función de nuestra gestión emocional.
2.La educación financiera. Aunque ha aumentado en los últimos diez años, sigue siendo una asignatura pendiente en nuestras escuelas y familias. Trabajamos muchísimas horas para conseguir el dinero necesario para nuestro día a día. Tan importante como ganarlo es saber gestionarlo. Nadie nos enseña a hacerlo. En otros países de nuestro entorno, la educación financiera engloba conocimientos técnicos, comportamientos y actitudes emocionales relacionadas con el dinero1. En nuestro país, las iniciativas de educación financiera abordan la parte técnica, pero rara vez se centran en la parte emocional: ¿Cómo te sientes frente al dinero? ¿Te gusta tenerlo? ¿Prefieres ignorarlo? ¿Te sientes capaz de planificar tus necesidades futuras? Y si así es, ¿Sabes invertir tu dinero para que te acompañe a conseguir tus objetivos vitales?
El dinero es una de las principales fuentes de estrés para las personas2. Los problemas de índole financiero son una de las principales causas de absentismo laboral en las empresas3 y una importante fuente de ansiedad para los empleados.
Las mejores empresas del mundo anglosajón incorporan programas de bienestar financiero para sus trabajadores. En nuestro país, estos programas rara vez se incluyen en los planes de RSC de las empresas. Y eso a pesar de que la cultura financiera de los españoles es una de las más bajas de nuestro entorno4.
¿Cuál es la buena noticia? Las finanzas son sencillas y divertidas. Conocer unas cuantas reglas básicas te ayudará a sentirte cómodo gestionando tu dinero. No importa tu edad o conocimientos previos.
Muchos de nuestros bloqueos en relación con el dinero tienen que ver con nuestras creencias, emociones y herencia genética. Tratar de armonizar tu relación con el dinero ignorando esta parte es como querer adelgazar muchos kilos con una dieta draconiana. Se puede hacer, pero es probable que sufras mucho en el camino y que recuperes el peso perdido poco después de abandonar la dieta.
Gran parte de nuestra historia actual tiene que ver con los mensajes escuchados en la infancia. Si te dijeron insistentemente «Para conseguir dinero hay que esforzarse mucho», es muy probable que ese sea tu patrón hoy en día. Por eso ves impasible cómo a tus compañeros les suben el sueldo más que a ti o cómo los negocios de otros prosperan mientras los tuyos se estancan: «No te has esforzado lo suficiente».
Si tu padre decía que «los Pérez somos derrochadores», puede que te sientas obligado a gastar cada céntimo que cae en tus manos.
Lo que aquí te propongo es un viaje a tu interior, donde podrás explorar las creencias y emociones que obstaculizan una sana relación con la energía del dinero. Si quieres, puedes escribir una nueva historia.
El objetivo es alcanzar tu armonía financiera. ¿Y eso qué es? Al igual que una persona con buena salud no se preocupa (pero sí se ocupa) de cuidarla (ejercicio, nutrición, descanso), el equilibrio financiero es ese estado en el que te sientes tranquilo con respecto al dinero y lo conviertes en un medio para conseguir tus objetivos vitales. No consiste en tener mucho o poco, sino en armonizar la energía del dinero en tu camino de vida. Nada más y nada menos.
En tu camino hacia el equilibrio financiero, te propongo cinco grandes vías para explorar posibles desajustes en tu relación con esta energía.
a.Las creencias: Esas cosas que nos contaron de pequeños acerca del dinero, que hemos asumido como ciertas y que nos impiden acercarnos con naturalidad a esta energía («Los Martínez somos manirrotos» «Los ricos son corruptos»).
b.Emociones. Van muy ligadas a las creencias. Las emociones son esas fuerzas invisibles que nos hacen movernos en una dirección. Si el dinero te provoca emociones poco agradables (asco, envidia…) difícilmente podrás atraerlo a tu vida.
c.Sombras. son esa parte de nosotros que no nos gusta mostrar a los demás. Si te sientes avaricioso o egoísta en relación al dinero pero no quieres que se note, el día menos pensado harás algo que delate tu actitud. O pasarás la vida enfadado y reprimiendo estas conductas.
d.Transgeneracional. Heredamos el color de ojos y la estatura de nuestros antepasados. Y también sus traumas y creencias. Tener la misma condición económica que tus ancestros es una manera de expresar «fidelidad al clan».
e.Cuerpo físico. El cuerpo habla lo que la mente calla. Nuestros desequilibrios con el dinero se manifiestan también en nuestro organismo: sequedad de manos para expresar «No tengo liquidez» (dinero = liquidez), estreñimiento para expresar «No quiero soltar» ante un gasto inesperado. Explorando el sentido biológico y simbólico de las señales del cuerpo podemos llegar a descubrir algunos de estos bloqueos.
Cuando las personas entienden para qué hacen lo que hacen y eligen conscientemente otras pautas de pensamiento y conducta, el camino hacia la armonía financiera es más sencillo y duradero. Ya no tienes que confiar en «la fuerza de voluntad» para evitar ir de compras compulsivas. Reconoces la emoción, creencia o herencia que te lleva a ahogar tus emociones con tu tarjeta Visa y eliges consciente y voluntariamente hacer algo distinto.
Por eso, este es un camino hacia tu libertad, recorrido por la senda de tu relación con el dinero.
Espero que te diviertas en este viaje, en el que te comparto mi experiencia en banca de inversión y mi pasión por el conocimiento profundo del ser humano. Muchas gracias por tu confianza.
1. OCDE y CFPB: La educación financiera es un conjunto de conocimientos, comportamientos y actitudes necesarios para tomar decisiones financieras sólidas y en última instancia lograr el bienestar financiero individual.
2. Consumer Financial Protection Board es un organismo de protección a los consumidores en EE. UU.
3. Employee Financial Wellness Survey de PWC 2020.
4. BDE y CNMV. Encuesta de capacidades financieras 2016.
CAPÍTULO 1:
EL PODER DE LAS CREENCIAS
Síntesis: tus creencias inciden en tu relación con el dinero. En este capítulo exploramos su origen y finalidad. Verás que todas tienen una intención positiva. Te propongo tres caminos para revisarlas: cuestionarlas, entender su utilidad e inventar nuevas premisas.
“Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos”. Epícteto
Encontré un precioso cuento de Jorge Bucay acerca de las creencias que te cuento en primera persona, ya que me sentí muy identificada al leerlo.
El elefante encadenado
Cuando era pequeña, me encantaba ir al circo, y dentro del circo, lo que más me gustaba eran los animales… y en concreto ¡¡el elefante!! ¡En una ocasión le vi levantar al peso a seis humanos sin inmutarse! Lo que más ilusión me hacía era que me llevaran al terminar la función a ver a los elefantes. Y siempre me sorprendía ver a tan poderoso animal atado al terreno con una diminuta estaca de madera. «¿Por qué el elefante no se escapa?». «Porque está amaestrado», me respondían. «Y si está amaestrado, ¿por qué es necesario atarlo?». Nunca había respuestas convincentes, pero para mi mente infantil era más que evidente que aquel pequeño palito era muy poca cosa para contener a un elefante… Hasta que leí el cuento de Jorge Bucay. El elefante no se escapa porque le ataron de pequeño a una estaca similar. Imagino al pequeño elefantito revolviéndose y tratando de liberarse de sus cadenas, siempre sin éxito. Hasta que un día se rindió. Decidió que sus cadenas eran demasiado pesadas como para resistirse. El elefante creció, pero nunca más volvió a intentarlo.
¿Cuántas cadenas invisibles nos hemos puesto a lo largo de nuestra vida? ¿Cuántas veces nos negamos a intentar cosas nuevas, simplemente porque en el pasado no lo conseguimos o decidimos que no éramos lo suficientemente hábiles (fuertes, inteligentes, valientes…) como para seguir intentándolo? ¿Cuánto tiempo más queremos seguir así?
Las creencias son axiomas, principios en nuestra vida que nos parecen inamovibles. Muchas de ellas se formaron en nuestra infancia (generalmente antes de los seis años), o las recibimos de las personas que nos educaron. Algunas son inconscientes, y nos hacen vivir la vida de un modo poco flexible.
Si cuando eras niño tus padres te contaban «El dinero no crece en los árboles», tendrás una actitud frente al dinero diferente que si el mensaje fue «Mereces disponer de todo cuanto necesites». No juzgo si un mensaje es mejor que otro. Solo aventúrate a pensar cuál de los dos niños tendrá una actitud más natural o desprendida con el dinero.
¿Somos víctimas de nuestras creencias?
¿Qué hacemos con ellas?
En cierto modo, las creencias son el GPS de nuestra vida. Venimos al mundo sin manual de instrucciones y necesitamos unas «guías» para orientarnos. Nuestros padres, tutores, amigos… y en general las personas importantes de nuestro entorno nos van dando directrices que muchas veces adoptamos sin cuestionarnos. Esto no es bueno ni malo, simplemente es parte de nuestra naturaleza humana. Pero ¿qué pasaría si intentaras moverte por el Madrid del 2021 con un mapa de 1950? Seguramente el mapa te valdría para poco. Esto mismo ocurre con nuestras creencias: nos sirven durante un tiempo, pero si no las actualizamos/revisamos/cuestionamos periódicamente se pueden convertir en un compañero de viaje muy incómodo. Te cuento un ejemplo extraído de una sesión de coaching.
Natalia es una mujer de treinta y cinco años recién divorciada y con un hijo. Acaba de empezar una relación con una nueva pareja, ha cambiado de ciudad y de trabajo. Se siente incómoda porque su nuevo compañero de vida se ofrece a hacerse cargo de los gastos familiares más importantes (casa, colegio) hasta que ella consolide su nueva situación laboral. A ella la educaron en la cultura del esfuerzo (y se sigue esforzando muchísimo en su trabajo y con su familia). No concibe «que la mantenga tu pareja». Además, recuerda en la sesión que su madre le repetía con frecuencia la frase «Nunca dependas de un hombre». Por un lado entiende que actualmente la única forma viable de venir a vivir con su pareja a otra ciudad es dejar que él la ayude económicamente. Pero esto choca con su mensaje materno de ser independiente.
Todas nuestras creencias tienen una intención positiva
Estas ideas sobre el dinero nos las cuentan para conseguir «algo bueno» para nosotros. Tratan de protegernos, o de incitarnos a conductas que nos vienen bien. En el caso de Natalia, reconoce que el mensaje de su madre le ayudó a esforzarse mucho para estudiar su carrera y conseguir un buen trabajo… y esto le vino muy bien. ¿Cuál es el problema? Como el pequeño elefante, en ocasiones nos convertimos en esclavos de nuestras propias creencias y perdemos nuestra libertad de decidir. A Natalia le costó entender que era compatible «dejarse apoyar» por su pareja con ser independiente (mensaje materno).
Así que tal vez la clave es estar atento al territorio (la vida real) y cuestionar cada cierto tiempo el GPS (nuestras creencias) para ver si nos siguen siendo útiles o toca actualizarlas (revisarlas).
Revisar nuestras creencias no consiste en romperlas. Está de moda hablar de las creencias limitantes (cosas que creemos y limitan nuestra vida). Yo no creo que existan. Más bien somos nosotros los que nos autolimitamos a través de las creencias. En el caso de Natalia, «como una mujer tiene que ser independiente, no permito que mi pareja me ayude económicamente». La creencia «Debo ser independiente» no es la que te limita, sino tu interpretación del mensaje. Si aprendes a ser independiente entiendes que eso no es incompatible con pedir ayuda habrás «reorientado/actualizado» el GPS y te sentirás libre de hacer lo que quieras:
•Tal vez (como hizo Natalia) con un compromiso con su pareja para aportar en un futuro más dinero a la familia.
•O aportando otro tipo de ayuda a cambio del apoyo económico (recoger a los niños del cole, hacer la compra).
Una creencia como «Los vascos son buenos cocineros» puede ser limitante para ti si eres vasco y te sientes obligado a cocinar cada vez que ves a tus amigos (si cocinar no es de tu agrado, puede ser un suplicio). Y puede ser potenciadora si te anima a mejorar tus dotes culinarias, convencido de tu capacidad innata para la cocina.
En definitiva, que una creencia te limite o te potencie depende principalmente de ti y la interpretación que hagas de ella.
¿Dónde nacen nuestras creencias?
¿Cómo se forman?
Conocer el origen de tus creencias es una de las vías más sencillas y rápidas para transcenderlas y/o reorientarlas.
Es importante hacer de detective, conocer su origen y su «intención positiva» (¿para qué te sirve creer eso?) para integrarlas en nuestra vida sin juzgarlas.
Aquí te propongo tres posibles fuentes de creencias que puedes explorar en tu biografía:
1.Los mensajes de nuestra infancia
Julia veía a menudo a sus padres discutir por temas de dinero. Ni siquiera se molestaban en disimular en su presencia para echarse en cara lo mucho que costaba el colegio, o la casa donde vivían, o lo que comían cada día. Ella, en medio de estas discusiones acaloradas se sentía perdida. A los cuarenta años vino a la consulta porque era incapaz de ahorrar dinero. Así descubrió que el dinero le causaba miedo (si tengo dinero, mi pareja peleará conmigo, así que prefiero no tenerlo).
Hacer consciente esto le supuso una liberación, y pudo empezar a organizar su vida financiera. Se dio cuenta de que era compatible tener una buena relación de pareja y unas finanzas sanas. Incluso pueden ser tremendamente complementarios.
Lo que nos dicen de pequeños nuestros padres, tutores y figuras importantes de nuestro entorno se queda grabado en nuestro inconsciente. Si tu padre te decía a menudo «El dinero no llueve del cielo» o «Para ser rico hay que esforzarse» tu actitud ante el dinero será muy diferente que si el mensaje recibido fue: «Mereces tener todo lo que desees» o «Todo lo que hay en casa está a tu disposición». No juzgo si un mensaje es mejor o peor, solo invito a reflexionar sobre la importancia de los mensajes recibidos en nuestros seis primeros años de vida y su impacto en nuestra relación con el dinero y la abundancia.
Y a ti, ¿qué te decían de pequeño sobre el dinero?
2.Los hechos impactantes en nuestra infancia (incluso lo acaecido antes de que naciéramos)
Te comparto la historia de Warren Buffet, un magnate nonagenario que sale cada año en la lista Forbes de hombres más ricos del mundo. Warren fue concebido durante la crisis del 29, uno de los momentos económicos más difíciles de la historia contemporánea de EE. UU. El padre de Warren trabajaba en Wall Street. Era corredor (intermediario) en la bolsa y perdió todo su patrimonio en esta época. Cuando Warren nació, su familia atravesaba momentos difíciles. Su historia ha sido siempre un ejemplo de cómo ganarse la vida y ser autosuficiente: empezó de niño vendiendo periódicos. Desde muy joven conocía el mundo de las inversiones y realizaba sus apuestas bursátiles. Y acabó, de acuerdo con su deseo, estudiando los más modernos métodos de inversión de la mano de su admirado Benjamin Graham. El crecimiento exponencial de su fortuna personal ha sido una constante en su vida hasta hoy. Presidente de Berkshire Hathaway, uno de los fondos de inversión más grandes del mundo, controla empresas tan importantes como Apple, Coca-Cola o General Motors. Con más de noventa años y una fortuna de miles de millones de dólares, no tiene previsto retirarse del mundo laboral. Tal vez, esclavo de esta herencia genética, se siente en la necesidad de irse al otro mundo «con las botas puestas».
3.Las sombras
La sombra es todo aquello que ocultamos de nosotros, por juzgarlo feo, sucio o poco deseable. A todos nos gusta mostrar algunos aspectos de nuestra personalidad que consideramos agradables: inteligencia, sentido del humor. Y hay otros aspectos que consideramos feos u oscuros y decidimos esconder a las personas de nuestro entorno: egoísmo, ansiedad. Aunque hablaremos detenidamente de ello en otro capítulo, te comparto un ejemplo de sombra que viví en mi infancia:
Desde muy pequeña, mis padres me instaban a ser generosa, compartiendo juguetes y libros con mis hermanos. Éramos cuatro hermanos y los comportamientos «egoístas» (hacer lo que tú quieres sin tener en cuenta a los demás) estaban castigados. Así que aprendí a «contener» a la Maena «egoísta» que llevo dentro. Esto no quiere decir que me convirtiera en generosa el cien por cien de las veces. Me daba tanta vergüenza pensar en mí antes que en los demás que no me atrevía a mostrar este comportamiento. Cuando crecí y tuve mi propia familia, me seguía forzando a mí misma a ser generosa. Así que nunca me quedaba dinero (o tiempo, o energía) para comprarme las cosas que me hacían ilusión. Siempre había alguien más importante que yo a quien dedicar mis esfuerzos. Y cada día me sentía más agotada y enfadada, sin saber por qué. Al tomar conciencia de esta creencia, pude darme poco a poco permiso para cuidar de mí y priorizar mis necesidades. Hoy sigo pensando que ser generosa es fantástico, pero no me obligo a serlo siempre ni con todo el mundo. Yo decido cuándo y qué quiero hacer por los demás, en vez de sentirme obligada a atender cualquier demanda de atención, tiempo o dinero de mi entorno.
Al liberar las sombras nos volvemos libres para elegir lo que queremos, independientemente de la opinión de los demás.
¿Cómo sabes si toca revisar el GPS de las creencias? Algunas señales de alerta
El GPS de las creencias te avisa cuando toca pasar la revisión periódica (ITV). Te sugiero tres posibles señales de alerta para detectar que es el momento de revisar estos axiomas:
1.Cuando se repite una y otra vez una misma escena en tu día a día
Ángel se queja constantemente de su trabajo: su jefe es un inepto. No le suben el sueldo ni tampoco consigue el ascenso que (según sus propias palabras) merece desde hace tiempo. Por lo visto las personas que tienen capacidad para favorecer su progreso en la empresa le tienen envidia. Después de oírle varias veces estos mismos comentarios, le sugerí que buscara alternativas: cambiar de área en tu empresa, o buscar otra entidad donde valoren sus capacidades, o inventar otro trabajo que nada tenga que ver con este y empezar de nuevo…
Siempre encuentra alguna razón para no actuar. En el fondo, quejarse también es agradable (le ayuda a desahogarse). Pero al final todo sigue igual. Tras su frustración encontró una creencia: «Soy demasiado mayor para cambiar de trabajo o de empresa». Agazapado tras esta premisa se siente frustrado, pero a la vez animado a seguir viviendo «el día de la marmota».
Si te sientes identificado con esta situación, tal vez es el momento de cuestionar esas creencias: ¿No conoces a nadie mayor que tú que haya conseguido cambiar de trabajo con éxito? ¿Qué habilidades/conocimientos necesitas para conseguir ese nivel profesional que mereces?
2.Cuando te enfadas mucho en una misma situación
Adela tiene alergia a los bancos. Piensa que todos los bancarios son unos ladrones y tratan de engañarla. Por eso, mantiene el mínimo contacto posible con entidades financieras. Un día me llama muy enfadada. En la sucursal de su banco han extraviado un contrato que firmó hace dos años. Ella está convencida de que han hecho desaparecer el contrato para engañarla y «sacarle los cuartos». En la conversación telefónica que mantiene conmigo insulta una y otra vez a su interlocutor en el banco. Le pregunté si su intención era resolver el trámite que había ido a arreglar en la sucursal o demostrar que los banqueros y bancarios son unos ladrones.
En este caso, su creencia («los bancos roban») le impedía avanzar en la resolución de un problema sencillo que tenía pendiente desde hace tiempo. Negociar con un ladrón no resulta agradable. La perjudicada por esta situación era ella, que no conseguía resolver su problema con el banco.
3.Cuando no consigues tus objetivos a pesar de intentarlo una y otra vez
Rosa tiene un buen sueldo desde hace años, más que suficiente para hacer frente a sus gastos. Vino a verme porque «el dinero se va más rápido de lo que entra». Nunca conseguía ahorrar, y si lo hacía, en poco tiempo llegaba un gasto extraordinario e imprevisto que la llevaba al punto de partida. Tras esta dificultad se escondía una creencia: cuando era pequeña, sus padres le decían que «los ricos son corruptos».
Para no ser corrupta, evitaba tener dinero. Si le duplicaban el sueldo, gastaba el doble de dinero, a pesar de su intención de ahorrar. La simple toma de conciencia le ayudó a dibujar un camino más acorde a sus deseos.
Como ves, detectar que nuestras creencias se han quedado obsoletas puede mejorar mucho nuestra vida y desatascar problemas y situaciones que vivimos desde hace años. Te animo a explorar tu GPS con las pistas sugeridas y darte permiso para probar nuevas creencias/caminos.
¿Para qué sirven las creencias?
Como comentábamos al principio del capítulo, todas las creencias tienen una intención positiva. Explorar esta intención es muy valioso para entender el «para qué» nos sirven y poder modularlas.