Giovanni y Erminia

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Giovanni y Erminia
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Marconi, Juan José

Giovanni y Erminia : una verdadera historia de inmigrantes / Juan José Marconi. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

150 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-87-0526-2

1. Biografías. I. Título.

CDD 920

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

La historia que voy a contar va dedicada a mis tres nietas: Carolina, Juliana y Antonela para que, al leerla, sepan cuál es el origen de LOS MARCONI.

Es una historia que me llevó muchos años encontrar y que no se tiene que perder.


Prólogo

Por Claudia Marconi

Desde que nací sentí el amor incondicional de la familia, amor que fue transmitido por mis padres, que son dos en uno. Con mi hermano fuimos creciendo llenos de amor familiar, acompañados en cada paso, educando, forjándonos, primero, dejándonos decidir y resolver, luego. Mucho tenemos que agradecer ese caminar al lado de nuestros padres. Con ese amor mi familia fue superando cada obstáculo que la vida intentó poner en el camino, convirtiéndolo en más amor.

Que hoy mi papá, de más de 70 años y persona resiliente como pocas, me pida que prologue su libro me envuelve de plena emoción, de inmenso orgullo. En parte, porque también, como él, siempre me he sentido orgullosa del apellido “Marconi”, aun cuando estuve más cerca en afecto a la familia “Copla” de mi mamá: mis tíos y primos. En otra, porque, coincido de nuevo con mi papá en el desvelo por las historias de inmigrantes, sus sentimientos, sus fuerzas, sus convicciones por venir desde tan lejos, dejando tanto, a construir nuestra Argentina.

Nunca con mi hermano nos imaginamos que el viaje a Italia, por sus 45 años de casado, significaría tanto para nuestros padres, menos aun que fuera el comienzo para trasmitir una historia de inmigrantes, la de nuestra querida familia Marconi, parte de nuestra identidad, de quienes somos, y porque no una parte de esta Argentina. Esta Argentina que se formó con el trabajo de inmigrantes, iluminada por las luces y ocultada por las sombras del viejo continente, ese que cuando conocí sentí como propio, lo que se reflejó en las lagrimas al ser llamada “tanita” en Roma. Esta Argentina que no supo dignificar a sus pueblos originarios, y que tanta identidad debe reconstruir sin perder el eje de que la persona humana y su dignidad deben ser la esencia, pero a la que mucho le debemos quienes somos hijos y nietos de inmigrantes por su cálida acogida.

La contada en este libro, con detalles y estereotipos propios de época, no es una historia más, es parte de mi historia, pero también la de muchos nietos de inmigrantes, con bisabuelos que pasaron la primera noche en una estación de tren, solos y con miedos, y llegaron a forjar un futuro digno, con mucho, mucho trabajo y sacrificio, y con base en el amor y valor de la palabra.

La historia merece ser leída, por verídica, por detallada, por estar tan bien contada, pero principalmente porque cada palabra está escrita con el corazón y nos devuelve parte del pasado, al que debemos mirar y recordar para dignificar nuestro presente.

Simplemente: gracias papá por contarnos una historia de inmigrantes.

Prólogo

Por Alejandro Marconi

Llegó el viejo a casa a ver el partido de Boquita y al entrar me dijo: “me tenés que hacer el prólogo del libro” (me mató) y rápidamente y con un gran orgullo me mostró lo escrito por Clau (mi Hermanita mayor). Quiero contarles que en ese momento supe que no sabía que me quedaba por escribir. Ella ya había puesto TODO. Pero bueno, acá estamos, tratando de escribir algo.

Como dijo Clau, no sabíamos de la importancia de aquel viaje a Europa. Pensamos que era un viaje para conocer el viejo continente y para mi papá era CERRAR UNA HISTORIA FAMILIAR. Recuerdo cuando llamó diciendo que estaba parado en el Puerto donde un día habían zarpado sus abuelos para quien sabe qué lugar de Argentina. Ahora me cierran las cosas, ahora cierra todo con este LIBRO.

Esta es una hermosa novela de AMOR de dos TANOS LOCOS que vinieron hace más de cien años desde muy lejos con NADA. Simplemente traían mucho AMOR y muchas ganas de formar una familia en estas tierras y por supuesto, ser FELICES. Cayeron en nuestro queridísimo GENERAL ALVEAR (Pcia. de Buenos Aires) para que hoy mi PAPA (el viejo como le dije siempre cariñosamente) la cuente de una manera tan simple y con tanto corazón que nadie puede dejar de leerla. Pero eso, es parte del libro...

Hace 44 años que soy parte de esta linda familia (Los Marconi/Copla) gracias a mi viejita (La Chiqui), al Viejo (Juan)y a mi hermanita Claudia. Crecí junto a mi HERMANA en una familia hermosa, si hay algo que nunca le faltó fue el AMOR. Nuestra casa siempre estaba llena de AMIGOS, de ellos, de Clau y míos. Los viejos son dos personas que te enseñan a SER FELIZ, siempre, hasta el día de hoy, con poco, sin pedir nada a cambio y entregando siempre todo lo que tienen. Desde chiquito decía que si hay algo que de grande me haría muy feliz sería que mis hijos sientan por mi lo que yo siento por mis viejos. No creo lograrlo, ellos son dos grandes, pero GRANDES DE VERDAD..!!! Hoy la Familia se les agrandó, Claudia con Esteban les dieron a Caro y nosotros con Maru les dimos a Juli y a Anto. Esas son sus nietas, sus amores mas grandes. Solo quiero decir que lean este libro porque está escrito con el corazón por una persona que tiene el CORAZON MAS GRANDE DEL MUNDO.

GRACIAS VIEJO..!!!

Prólogo

Por Alicia Gabriela Pessotano

Juan José Marconi es un personaje singular en el pueblo. Pionero de algunos eventos tradicionales, creativo, ingenioso, futbolero de alma, amigo de todos. La casa de los Marconi –Copla fue siempre el lugar de la Amistad y el Encuentro. Es, además, uno de los que ha dejado registradas en películas de video las imágenes de muchos casamientos y eventos.

¡Cómo no recordar su estilizada figura sosteniendo pertinazmente su cámara de filmación!

Juan José, que tantas veces nos miró a través de la lente de su VHS, hoy hace foco en su propia historia ancestral. En esta cinta imaginaria, nos va dejando escenas de sus orígenes, mostrándonos una vista panorámica de aquellos tiempos en la Italia de principios de siglo, para luego hacer zoom en la historia de vida del intrépido Giovanni y la reservada Erminia. La tristeza del desarraigo, la nostalgia de la lejanía, el poder del trabajo constante, la alegría recuperada a través de la familia. Una familia numerosa, que,como tantas otras, construyó este querido pueblo que hoy somos. Una historia que nos enseña que el trabajo es la raíz del progreso.

Anécdotas, encuentros y desencuentros, la mesa familiar, la cosecha, la vida que transcurre, y el rol de la Madre, Doña Erminia, siempre tan callada, guardando todo en un rincón secreto de su corazón.

La tarea de Juan José no ha sido fácil: investigar, buscar, registrar, rebobinar la historia lleva tiempo y esfuerzo, y pueden dejarte con LOW BATTERY. Sin embargo, la Pasión y el Amor por lo que hizo, le recargó las pilas constantemente. Su objetivo, que las nuevas generaciones no olviden su procedencia, se ha cumplido. La memoria salva el alma de las familias. En este caso, el alma de la Familia Marconi está salvada para siempre.

He disfrutado mirando esta película hecha de palabras. He recordado a tantas personas conocidas que ya no están. Soy una privilegiada al ser convocada para escribir este Prólogo.

Ahora, nos acomodamos en el sillón más cómodo de casa, nos disponemos a entrar en el Túnel del tiempo ...y ponemos PLAY.

Los abuelos nunca contaron nada de lo que vivieron en Italia; menos aún, de LA FAMILIA que dejaron allá, cuando decidieron EMIGRAR.

Así, hubo que indagar en lugares públicos, y en personas y familiares de Polverigi para poder armar un poco esta:

“VERDADERA HISTORIA DE INMIGRANTES”.

Empezaré por lo poco que sé de “la parte italiana”, para que después pueda contar lo vivido en la Argentina por el matrimonio MARCONI-MARTELLI.

Un matrimonio concebido con muchos “apuros” y algunas “rarezas” en su conformación, dejando varias preguntas sin respuestas...

CAPÍTULO I

La vida en Polverigi, Ancona

En ITALIA, región de LA MARCHE, provincia de ANCONA, existe una pequeñita comuna llamada POLVERIGI.

 

De ahí, eran LOS MARCONI-MARTELLI. ¡¡¡Mis abuelos paternos!!!

Allá, por los albores de 1900, trabajando mucho, vivían en el “pueblito” dos adolescentes “fortachones” y muy inquietos, que no encontraban una salida laboral estable, para poder cumplir con sus sueños más básicos; algún día, formar una familia con muchos hijos, jugando en los alrededores de una linda casa.

Habían comprobado desde muy chicos el tremendo esfuerzo que hacían sus padres para darles “una vida digna” en una casa, que cada día costaba más mantener.

Podían tratar de “emigrar”, porque tenían una hermana soltera aún, y un hermano adolescente que no pensaban dejar el “hogar familiar” por ahora.

Y además era algo que muchos italianos hacían, en esos tiempos, debido a las “necesidades que se vivían”. Porque la situación era muy pobre, y había que hacer esfuerzos para que en la casa no faltara lo elemental.

Más que “compañía”, sus padres precisaban que “alguien” ayude aportando lo mínimo para comer todos los días.

Los dos tenían “pájaros en el alma”, por eso es que pensaban “en volar”.

Giovanni, el mayor, un poco más pensante, tenía un especial cuidado con sus padres, sobre todo con Ottavio, quien había trabajado mucho y en condiciones muy desfavorables casi siempre, para mantener a “la familia”, y levantar “la casa”, mientras ellos y los hermanos crecían.

Y razonaba que no era justo abandonarlos ahora que podían ayudar, de vez en cuando con “un poco”.

El más chico de los dos, Cèsare, se decidió a buscar donde sea “una vida mejor”, pero era menor y no podía viajar sin un mayor como “tutor”.

En la zona tenían un primo, Federico Marconi, quien vivía la misma situación que casi todos, por lo menos en esa parte de Italia, y andaba con muchas ganas de emprender “el gran viaje”.

Tenía algunos contactos en la Argentina, un país “al otro lado del mundo”, y esto hacía que “se pensara” demasiado la decisión de irse, aunque ese parecía un lindo lugar para poder cumplir con el “SUEÑO DE TODOS”.

En unas “fiestas populares de la región”, se encontraron los tres y pudieron hablar mucho del asunto.

Entre los dos hermanos convencieron al primo, para que, siendo “tutor”, llevara a Cèsare a ese país tan “próspero”, como un adelantado familiar.

Quedaba aún una parte difícil; tener el “visto bueno” de Ottavio, el padre, para que le otorgue el correspondiente permiso; y este, ya pisando los 60 años, no tuvo argumentos ni fuerzas para impedir nada; además se daba cuenta de que, como estaba la situación en Italia, los hijos no podían aspirar a cosas importantes; y se alegró un poco, porque al menos no se iba Giovanni, “el primogénito”, el que siempre aportaba cosas para la casa. El RESPALDO que “tenían” con Paolina, su esposa, madre de los muchachos, para hacer más llevaderos los duros años de “mucha escasez”.

En poco tiempo hicieron todo para viajar; autorización, pasajes y documentos; y entre los dos hermanos convinieron en que, una vez instalado con el primo allá en el sur, escribiría contando todo lo que se podía hacer en el “paraíso al otro lado del mundo”.

Pasaron unos días, y ya partieron Federico y Cèsare para Génova, donde tomarían el vapor SIENA hacia “LA AVENTURA ARGENTINA”. Eran días de mediados de noviembre del muy frío 1906.

Quedó Giovanni con ganas de intentar algo parecido, pero sería más adelante, pues todavía hacía mucha falta “su ayuda” en la CASA MARCONI.

Aunque trabajara todos los días sin descanso, este sabía que no podría cumplir con sus “deseos” ahí.

Se veía a sí mismo “trabajador”, pero cuando llegaba la noche y se encerraba en su cuarto, miraba sus manos, y como dice Alberto Cortez, hablando de su abuelo; estas también... “JÓVENES Y FUERTES ESTABAN VACÍAS”.

Siempre pensaba en tener una esposa y “muchos hijos”, mientras vivía en Polverigi.

Pero ¿CÓMO???

¡¡¡Si no sobraba nada!!!; apenas alcanzaba para uno, y de vez en cuando ayudar a Ottavio y Paolina, con un poquito.

Ya desde esos días, empezó a buscarle un “norte” distinto a su vida.

En momentos de cosechas había algo de trabajo, aunque al ir a cobrar solo quedaba para vivir y dejar algo en “la casa paterna”, no más.

Los dos hermanos, Giovanni y Cèsare, soñaron mucho con encontrar trabajo donde fuera; si tenían que irse lejos, así lo harían. Bueno, el menor estaba “haciendo punta”, y había llegado a Saladillo a 200 kilómetros de Buenos Aires; todo muy nuevo y con mucho por hacer, en los calurosos días de diciembre de 1906.

Eran tantas las ganas de ponerle “un pie encima” a la Argentina, para vivir dignamente, que pasó un largo tiempo, no haciendo otra cosa más que “TRABAJAR”, y no hubo tiempo de contarle a Giovanni lo que estaba aconteciendo, como habían convenido, hasta que encontró algo que le daba la oportunidad de cumplir con la súplica de su hermano mayor; era un periódico viejo de la zona, con un anuncio “importante”, y se lo mandó esperando que no llegue demasiado tarde.

Acercándose al final de la primera década, llegó a destino el envío desde la Argentina; el periódico viejo con un pedido de “gente para trabajar campos vírgenes”. Cèsare lo había traducido para que lo entendieran bien en Polverigi (“PERSONE CHE LAVORANO CAMPI VIRGINI”, decía el anuncio). ¡¡¡Acá está lo que busco!!!, se dijo el ya veinteañero muchacho receptor de la “correspondencia” en cuestión. Y, muy interesado, siguió leyendo... ¡¡¡Ah!!! Era en la Argentina, el país que estaba “del otro lado del mundo”... y ofrecían el trabajo para “UN MATRIMONIO”.

Ya irse era difícil, y conseguir una esposa más en esos momentos, aunque la idea “le prendió” en la cabeza y en su joven y audaz corazón, y la sangre empezó a dar vueltas más ligero.

Total... se dijo, Rinaldo (el hermano menor) ya está grande y puede colaborar con “algo” para la casa. Yo lo hago desde que tenía menos edad.

Buscó un libro para conocer mejor donde quedaba ¡¡¡la Argentina!!!

¡¡¡Uh!!! Era muy lejos; bueno, se consoló, allá están desde hace unos años Cèsare y Federico, ¡¡¡pueda ser que sea cerca de donde están ellos este destino!!!, y si no, “trabajo unos años y regreso”.

Además, algún otro “Polverigiani” intentaba “fare l’America” en esos lugares.

Pero... ¿¿¿Y la esposa??? Tarea difícil... aunque andaba por Polverigi alguna “ragazza” a quien interesar, porque “la stampa” estaba, y algo en vista ya había.

Seguro en su convicción de que ahí no se podía progresar rápido para realizar sus sueños, empezó a ocuparse “del lejano destino”.

Hacía unos años que había cumplido con “la patria”, en lo militar. Esa era una contra menos. Se acercó entonces hasta los Cuarteles Militares de Osimo, una comuna cercana a Polverigi, para pedir el certificado correspondiente, y sin querer se fue haciendo “carne” en él la idea de ir a la ARGENTINA. Tenía casi todo cumplimentado; había dejado su “ORGULLO TANO” en el cuarto de Dell’Industria 17 y retiró, con mucha vergüenza el “CERTIFICATO DI MISERABILITÀ”, porque él no se sentía ni miserable ni estaba en la miseria, solo quería “una familia con muchos hijos” y ahí no se podía; y ese certificado les permitía viajar con poco costo, y con un año de plazo para regresar si no se adaptaban, cuidados por el Gobierno de Italia hasta desembarcar en el país elegido. Además consiguió el Certificado de “BUENA CONDUCTA” y hasta un certificado de “SALUD” y uno “PENAL”, ahora... FALTABA LA ESPOSA, y contarles a Ottavio y Paolina; a los que era seguro no les iba a gustar mucho la decisión. Sobre todo a Ottavio. Paolina lo miraría con buenos ojos, aun sin aceptarlo del todo.

Intercambió correspondencia con la gente de Buenos Aires, y le “pintaron un panorama muy floreciente”, poniéndole como únicas condiciones, ¡¡¡QUE FUERA CAMPESINO Y QUE TUVIERA UNA ESPOSA!!!

Ottavio y Paolina lo iban a entender, no había otra forma, igual no se quedaban solos.

¡¡¡Ya está!!! Se dijo muy entusiasmado, ahora no hay salida, A BUSCAR LA ESPOSA.

Justo en la entrada del pueblito, viniendo de ANCONA, en Via San Giovanni 51, vivía un matrimonio con dos hijas muy lindas, y en sus recorridas las había mirado con bastantes ganas de entablar una relación. Eran “CONTADINAS” las dos; Erminia y Gina Martelli, eso venía justo a las pretensiones del “apuesto veinteañero”.

En las Fiestas del Santo Patrono (San Antonio, primer domingo de septiembre), intercambió un par de miradas con una de ellas, y alguna palabra de salutación hubo, situación que le había producido un “cosquilleo en la panza” demasiado evidente.

¿¿¿ENAMORADO??? Tal vez..., pero con el compromiso allá lejos, no eran tiempos para enamorarse.

Si no era con una, sería con la otra, pensaba. Había que animarse, y se dijo a sí mismo, “si me animo a ir tan lejos, ¿¿¿cómo no voy a poder proponerle matrimonio a una de las dos???”.

Con las mujeres no iba a tener muchos problemas porque “parla” no faltaba, pero no le gustaban nada las actitudes “intimidatorias” del “VIEJO MARTELLI”.

Él ya tenía una en vista, aunque las dos eran muy lindas, “vamos a ver cómo me arreglo con los padres”, se dijo.

En poco tiempo se animó y después de alguna “escaramuza verbal” se decidió (aunque no fue muy clara esa decisión); y se casó con Erminia, la mayor de las dos; soportando algunos entredichos con el “sesentón” padre de las señoritas en cuestión.

Se casaron el 13 de noviembre de 1910, y se embarcaron para la “PROMETEDORA ARGENTINA” el 14 de diciembre del mismo año. Antes de esos “días intensos y agitados”, existió esta historia “italiana” que estoy rescatando después de tanto tiempo.

Esta comenzó en 1886, el 27 de junio, con el nacimiento de Giovanni e Pietro (así consta en el “Atti di nascita”), mi abuelo; y tres años y medio, después, el 26 de enero de 1890, nació Enrica Erminia (también constancia del “Atti di nascita”), mi abuela.

Estos no eran los días en que festejaron sus cumpleaños en la Argentina, pues los dos fueron anotados un día después, o sea que el 26 había nacido Giovanni, y el 25, Erminia. Los dos en Polverigi y, por lo tanto, es casi seguro que las familias se conocían “del pueblo”.

Muchas cosas nos ocultaron, o no contaron, entre ellas los nombres Pietro el abuelo y Enrica la abuela. O tal vez era una costumbre italiana de aquellos años usar uno solo.

Los Marconi vivían a unas cuantas cuadras del Palazzo Comunale para el lado del cementerio, de Los Apeninos, Via Dell’Industria 17.

Mientras que Los Martelli, exactamente en el sitio opuesto, o sea para el lado de Ancona, del mar Adriático, en la ruta de entrada y también a unas cuantas cuadras de la comuna; Via San Giovanni 51.

¿¿¿Montescos y capuletos tal vez???

Si fue así, ¡¡¡no lo sé!!! Pero las cosas ocurrieron muy rápido y no lo suficientemente claras.





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