Diccionario de la vida

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Diccionario de la vida
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Diccionario de la vida © 2019, Juan Gossain © 2019, Intermedio Editores S.A.S.

Edición, diseño y diagramación Equipo editorial Intermedio Editores

Recopilación de textos Andrés Castillo Brieva

Diseño de portada Sandra Patricia Carranza Q. Alexánder Cuéllar Burgos

Foto portada Archivo El Tiempo

Intermedio Editores S.A.S.

Av Jiménez No. 6A-29, piso sexto

www.eltiempo.com/intermedio Bogotá, Colombia

Este libro no podrá ser reproducido,

ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor.

ISBN:

978-958-757-829-4

Impresión y encuadernación

A B C D E F G H I J

Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions

CONTENIDO

ADAPTACIÓN

AGRADECIMIENTO

AMISTAD

ANARQUÍA

APODOS

ARBITRARIEDAD

ARTE

ATARDECER

BIBLIA

BONDAD

BUROCRACIA

CACHACOS

CAMPO

CARIBE

CARTELES

CINISMO

CIENCIA

CLICHÉS

COMPLEMENTOS

CONFIANZA

CONTAMINACIÓN

CONTRADICCIÓN

CONVIVENCIA

CORRONCHO

CORRUPCIÓN

CRUDEZA

CUERNOS

CURIOSIDAD

DESTINO

DEPREDACIÓN

DIGNIDAD

DISTANCIA

DIVERSIDAD

DIVORCIO

EDUCACIÓN

ENVIDIA

EQUIDAD

ERROR

ESCRITURA

ESNOBISMO

ESPERANZA

EUFEMISMO

EXPERIENCIA

FAMA

FEALDAD

FIESTA

FRANQUEZA

GÉNERO

HAMBRE

HERMANDAD

HISTORIA

HOMENAJE

HUMOR

IDEALISMO

IMAGINACIÓN

IMPUNIDAD

INCOMPRENSIÓN

INDIFERENCIA

INEQUIDAD

INFINITO

INJUSTICIA

INMORTALIDAD

IRA

IRONÍA

IRRESPONSABILIDAD

JUGUETE

JUSTEZA

JUSTICIA

LENGUA Y LENGUAJE

LETRAS

LIBROS

LITERATURA

LOCURA

MACHISMO

MAL EJEMPLO

MAR

MATRIMONIO

MEMORIA

MUERTE

NEPOTISMO

NOSTALGIA

OCIO

ORGULLO

ORIGINARIO

PACIENCIA

PALABRAS

PARTIDOS POLÍTICOS

PATRIA

PECADO

PERIODISMO

PERSISTENCIA

PLACER

PLURALISMO

 

POBREZA

POESÍA

POLISEMIA

PREJUICIO

PRETENCIOSO

PUBLICISTA

RACISMO

RECUERDO

REGALÍAS

REGIONALISMO

RELATIVIDAD

RENOVACIÓN

RESISTENCIA

SABIDURÍA

SELVA

SERENIDAD

SILENCIO

SOLIDARIDAD

SOPOR

SUFRIMIENTO

SUPLANTACIÓN

TENACIDAD

TERQUEDAD

TIEMPOS MODERNOS

TORTURA

TRABAJO

VAGABUNDO

VALLENATO

VEJACIÓN

VEJEZ

NOTAS AL PIE

CON “P” DE PATERNIDAD Y DE PARTERA

(El siguiente es un mensaje que el autor envía exclusivamente a los lectores de este libro).

Hay que ser honestos a la hora de reconocer la autoría de las ideas porque, como toda paternidad responsable, ello implica saber sobre quién deben recaer los méritos o desatinos en que incurra la criatura, que en este caso viene a ser el libro que usted tiene entre sus manos.

Ya me estoy enredando otra vez. Lo que quiero decir, para no darle más vueltas al asunto, es que la iniciativa de armar este libro con fragmentos de las crónicas que he venido publicando en El Tiempo, y hasta con frases sueltas que a ellos les parecieron destacables, no fue mía sino de los funcionarios de Intermedio Editores.

Como si fueran cirujanos del alma, fueron ellos quienes tuvieron la idea de hacer una operación quirúrgica para desentrañar cada emoción y cada sentimiento que asomara la cabeza en mis textos. Y a continuación pusieron cada segmento en el mismo orden que tienen las letras en el abecedario, para que cada tema específico quedara en orden alfabético, como ocurre en los diccionarios.

Por eso fue que, cuando me mostraron esa sugerencia, propuse que le pusiéramos de título “El diccionario de los sueños”. Entonces me hicieron entender, con toda la razón, que a lo largo de estas páginas abundan reflexiones sobre la corrupción, la injusticia, la maldad que campean en la Colombia de nuestra época y que eso, lejos de ser un sueño, es en realidad una pesadilla.

Como no quería quitarle el sentido de diccionario que atinadamente le habían dado, propuse que pensáramos entonces en un diccionario de la vida, con todos sus vaivenes, lo bueno y lo malo, sus alegrías y tristezas, ilusiones y desesperanza, lágrimas y sonrisas.

De modo, pues, que la paternidad es de ellos. En este proceso yo no soy más que la partera.

JUAN GOSSAIN

ADAPTACIÓN

En el universo mágico del Caribe, cuando un ser humano se adapta a todo, y es capaz de amañarse a vivir hasta en el filo de una navaja, y en la tierra a la que fuere hace lo que viere, las abuelas se lo quedan observando con admiración.

—Como el cazabe –murmuran–: a lo que le unten, sabe.

AGRADECIMIENTO

Wilfrido Pérez es uno de los cuarenta integrantes de la cooperativa de pescadores de La Tenaza. Sus ancestros, como los de todos sus compañeros, han venido bregando en estas mismas aguas desde hace doscientos años. Proceden de todos los barrios de Cartagena y se organizan en grupos.

Al tiempo que conversamos, Wilfrido avanza unos cuantos pasos y se mete entre los alcatraces hambrientos que esperan juiciosamente junto a la canoa que acaba de llegar. Lleva en la mano unos pargos descuartizados y un puñado de sardinas. Los alcatraces se arrojan sobre él, sin golpearlo, con tanto entusiasmo que provocan un aleteo de huracán que está a punto de tirarlo a la arena. Me quedo con la boca abierta, pasmado, viendo cómo aquellos animales majestuosos comen de su mano, mansamente, como si fueran palomas.

Al final tengo la impresión de que uno de ellos, con la punta de ese pico que parece una cuchareta gigantesca, acaba de darle al pescador un beso en la mano. Deben ser impresiones mías. Se lo comento a Wilfrido.

–No se equivoca usted –me aclara él–. Le besan a uno la mano con que les da la comida. Son más agradecidos que la gente.

Entonces se mete al mar, se lava las manos, se las seca en el calzón recortado y me las muestra. Tiene en las palmas unos pequeños raspones que no llegan a ser heridas ni cicatrices. Son las marcas que le dejan los picos de los alcatraces. «Se curan con el agua salada», dice, y me las muestra con orgullo, como si fueran el trofeo más valioso de su vida.

—Si maltratas a un alcatraz, el mar te lo cobrará algún día –agrega él, y luego regresa a su canoa.

AMISTAD

Estamos de acuerdo: el mejor amigo del hombre es el perro caliente.

ANARQUÍA

Es necesario organizar el tráfico marítimo y también el de las tractomulas de carga alrededor de los puertos. Hay que regular las instalaciones portuarias de la bahía como un conjunto integral, porque hasta ahora cada quien ha hecho su propio plan por aparte. La bahía se volvió una incoherencia.

APODOS

Una de las tradiciones más simpáticas de Colombia es la de ponerle apodo a cuanto pueblo hay en el país. Lo curioso es que casi todos —incluyendo las grandes ciudades— se llaman la perla de algo o la capital de alguna cosa: del río o del cerro, de la montaña o del mar, del calor o del frío, de la guayaba o del arroz, de la lluvia o del Sol.

***

Ya que la menciono, me imagino que ustedes, como me pasaba a mí, siguen creyendo que a París le pusieron la Ciudad Luz como un merecido agradecimiento por la herencia que nos dejó en materias intelectuales, artísticas, filosóficas, por alumbrarnos espiritualmente a través de la cultura.

Nada de eso: el motivo es mucho más vulgar y menos romántico. Es casi cómico. La llaman así porque fue la primera ciudad europea que tuvo alumbrado público. Desde la época del rey Luis XVI en París encendían al anochecer las farolas de gas. Las apagaban al despuntar el día.

***

En el caso colombiano, abundan las ciudades que han recibido el apodo de “perla”, al que se le agrega el nombre de su río, de una montaña o de otro fenómeno natural.

Veamos solo unos cuantos ejemplos, porque la lista completa no cabría en este libro: Pereira es conocida como la Perla del Otún, Cúcuta es la Perla del Norte, Tumaco es la Perla del Pacífico, Quibdó es la Perla Negra, Montería es la Perla del Sinú. Riosucio, en Caldas, que cada dos años celebra el pintoresco Carnaval del Diablo, es la Perla del Ingrumá, por el cerro a cuyos pies fue construida.

***

Con Medellín ocurre un fenómeno muy curioso. Se le conoce como la Capital de la Montaña, la Bella Villa y, sobre todo, como la Ciudad de la Eterna Primavera. Pero otros lugares de América Latina también se hacen llamar así: Caracas, Tegucigalpa, Arica, en Chile, y hasta Cochabamba, en Bolivia. Hay tantas primaveras por ahí, que Guatemala se denomina el “país de la eterna primavera”.

Lo cierto es que el primer sitio del mundo que recibió ese apelativo fue Tarragona, en España, tan vieja que fue fundada ochocientos años antes del descubrimiento de América.

***

Manizales es tan hospitalaria que le dicen la Ciudad de las Puertas Abiertas, pero su vecina, Pereira, dice de sí misma que es la Ciudad Sin Puertas.

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Si te bajas a la llanura, encontrarás a Buga, la Ciudad Señora. (No he podido saber si también hay una ciudad señorita).

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En toda América Latina, y no solo en Colombia, a Bogotá la identifican como la Atenas Suramericana. El distinguido sobrenombre se lo puso el escritor argentino Miguel Cané, autor de Juvenilia, un libro que fue célebre en su época, en el que recoge sus recuerdos estudiantiles en un colegio de jesuitas en Buenos Aires.

Cané estuvo de visita en Bogotá a finales del siglo XIX. Fue tan grata su sorpresa ante la agitación intelectual de la ciudad, con sus tertulias, conferencias diarias, cofradías de artistas y veneración al arte que la bautizó así. Un amigo mío sostiene que todavía merece que le digan Atenas Suramericana, pero por la cantidad de ruinas que hoy tiene.

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Por la extraña y espléndida tonalidad que adquiere su cielo cuando va cayendo la sobretarde, hasta en el vecino Ecuador se identifica a Ipiales como la Ciudad de las Nubes Verdes.

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Se llamaba José Manuel Guerrero, pero lo llamaban «El Papa» porque él mismo se proclamaba infalible. «No me equivoco nunca», solía decir, chasqueando la lengua…

ARBITRARIEDAD

Las autoridades más respetadas de la lengua castellana coinciden en decir que cazabe es término masculino y que se trata de una torta americana que se hace con harina sacada de la raíz de la mandioca.

Como ocurre siempre con las definiciones, que pretenden encerrar en dos líneas todas las maravillas de la vida, esa también es arbitraria y mezquina. Es lo mismo que pasa con proverbios y refranes. Por eso desconfío tanto de ellos. Es una verdadera afrenta que el diccionario se refiera al cazabe llamándolo, con desdén, simple torta de mandioca.

ARTE

Años después, el gran artista de la luz y los colores del Caribe, Alejandro Obregón, usó su propia cara como modelo a la hora de pintar un retrato de don Blas de Lezo, el gran marino español, que era tuerto y salvó a Cartagena de la invasión inglesa. Para hacer más dramático su homenaje, una noche de parranda le pegó un balazo al cuadro en el ojo izquierdo y entonces sí quedó tuerto de verdad.

 

ATARDECER

(…) el sol de los venados se desangraba sobre ríos y ciénagas.

BIBLIA

Hablemos en serio. La Biblia no es solo un libro de oraciones para invocar a Dios, ni un catálogo de consejos espirituales para hacer que suspiren las beatas. Es un profundo tratado sobre las miserias y grandezas de la condición humana. Escrito, además, y al margen de sus valores religiosos, con una incomparable belleza literaria y una asombrosa exactitud periodística.

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La Biblia tiene casi ochocientas mil palabras, pero una de las más repetidas, a lo largo de sus páginas, es “corrupción”.

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Yo no he venido aquí a echar un sermón sino a demostrarles que nada se parece tanto a la situación que vivimos en la Colombia de estos días como las denuncias que campean en la Sagrada Escritura: extorsiones, sobornos, secuestros, jueces venales, fraude, injusticia, trampas.

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Hay veces en que el relato bíblico es tan preciso que uno se queda perplejo. Algunos de sus pasajes parecen copiados de la realidad colombiana. No se escapan ni los secuestradores. Encontré estos versículos en el capítulo 10 del libro de los Salmos: «El malvado acecha en su escondrijo como el león en la guarida. Acecha al humilde para secuestrarlo, secuestra al humilde y lo lleva a su madriguera».

***

De manera, pues, que luego de repasar estos episodios, que son apenas una muestra entre los incontables casos que aparecen en las Escrituras, he terminado por pensar, dicho sea de manera literal, que la corrupción en Colombia está tomando proporciones bíblicas.

¿O será, más bien, que la corrupción bíblica está tomando proporciones colombianas?

***

El libro del Deuteronomio, que en griego antiguo significaba «la segunda ley», hace estas recomendaciones a los magistrados: «Te nombrarán juez para que juzgues al pueblo con justicia. No violarás el derecho ajeno, no serás parcial ni aceptarás sobornos, que el soborno ciega los ojos del sabio y falsea la causa del inocente». Hablando acá, en la cocina, propongo que escriban esa sentencia, con letras de oro, en la entrada de cada juzgado colombiano. Y de cada tribunal.

***

Si hasta ahora les ha parecido sorprendente la semejanza entre los textos bíblicos y la realidad que nos rodea, encontré lo que faltaba: un cartel de testigos falsos, similar al que se ha denunciado recientemente en Colombia, lo que confirma, como decía el rey Salomón, que no hay nada nuevo bajo el sol. Y que los criminales ni siquiera tienen imaginación.

BONDAD

Einstein fue, sin duda alguna, el cerebro más brillante que produjo el siglo veinte, pero no solo por sus formidables hallazgos científicos como la desintegración del átomo y la teoría de la relatividad, que cambiaron el rumbo del hombre sobre la Tierra, sino, especialmente, por su profunda calidad humana.

Ya no cabe ninguna duda de que Einstein era un genio pero era, por encima de todo, un hombre bueno, lo cual es muchísimo más valioso. ¿Se puede decir algo mejor de un ser humano? En estos tiempos frenéticos, de ciencias y tecnologías, es más fácil encontrar por ahí una persona inteligente que una buena persona. Los genios abundan más que la buena gente.

***

Júbiz era tan alegre y expresivo, tan excéntrico y original, que sus amigos lo llamaban cariñosamente el «Loco» Júbiz. Uno de los seres más buenos e inofensivos que uno pudiera tropezarse en la vida.

BUROCRACIA

En materia de nómina la rama judicial no parece una rama sino una selva entera: el ochenta y dos por ciento del presupuesto se va en gastos de personal.

***

Uno de los eternos dramas de este país es la abundancia de leyes y la escasez de gente que las cumpla. Miren las cifras: se ha establecido que hoy en día existen setecientas treinta y cuatro normas diferentes que regulan el régimen pensional. Esa dispersión legal contribuye al caos, las trampas y el incumplimiento.

Lo patético del caso se puede resumir así: los fondos de pensiones dicen que, cada vez que ellos aprueban una pensión, el trabajador sale derecho a demandarlos judicialmente porque considera que le asignaron una suma injusta.

A su turno, los trabajadores sostienen que cada vez que llegan con un fallo judicial a su favor, el fondo se demora largos años para darle cumplimiento.

Los fondos replican que se debe revisar cada fallo con lupa, porque la falsificación de sentencias sobre pensiones es cada día mayor. Imagínense ustedes si puede operar un sistema con semejantes triquiñuelas y desconfianzas. No funciona.

***

Entre el inicio en el juzgado, el paso a un tribunal y la llegada a la Corte, las demandas por pensiones suelen durar hasta once años antes de que se produzca un fallo. Supóngase que el trabajador gana, por fin, pero entonces resuelven pagarle la misma mensualidad que le correspondía once años antes. Tiene que poner otra demanda para que le hagan una justa actualización del dinero. Once años más. Y, entre tanto, el abogado se le quedó con el treinta por ciento.

***

El doctor Gustavo Oyola, reputado anestesiólogo, me cuenta que para hacer un cateterismo hay que trasladar al paciente a tres clínicas distintas. «Es como en las tiendas de barrio –explica el médico–: si en esta no hay leche, vaya a buscarla en la próxima. Y en la otra consigue el pan».

***

Dos meses después, el 19 de febrero de 2011, durante una reunión celebrada en Cúcuta, el presidente Juan Manuel Santos tomó aire en los pulmones, pidió silencio y anunció con el mismo ademán rotundo que ponen los mandatarios en los grandes acontecimientos: «El Gobierno se compromete a reconstruir Gramalote para que quede mejor de lo que estaba». La gente lo aclamó con entusiasmo. Se abrazaban y sonreían por primera vez desde diciembre. No sabían, pobrecitos, que las triquiñuelas de la burocracia hacen más daño que una montaña enfurecida.

***

Les pongo otro ejemplo para que me entiendan. A medida que avanzo en el examen de estos documentos, cada hallazgo es más sorprendente que el anterior. La redacción es confusa. Las imprecisiones campean en el proyecto, que, a lo largo de todo el texto, sufre un ataque crónico de vaguedaditis.

***

El catálogo de los ardides que inventan diariamente para no pagar una pensión, o para darle largas al asunto, parece interminable. Lo que sigue es una pequeña muestra.

A un nuevo pensionado le consignan su primera mesada en una ciudad distinta de la suya. Por muchas razones, entre ellas la pobreza o los achaques de la edad, no puede viajar todos los meses a buscar su dinero. Entonces, el banco devuelve la plata a Colpensiones por falta de cobro y, mientras se aclara eso, tiene que someterse a nuevos trámites y esperar otros tres o cuatro meses. Son tantas las quejas por este motivo, y tantos los casos repetidos, que ya cuesta trabajo creer que se trata de un error.