El padre en cuestión

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El padre en cuestión
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El padre en cuestión

El padre en cuestión

Juan Carlos Indart

Índice de contenido

Portadilla

Legales

Agradecimiento. Luz Casenave

A modo de prólogo.Mariel Robledo

Una voz singular. Jorge R. Rodríguez

Seminario

El estrago en la relación madre-hija y en la relación con un hombre

Superyó e Ideal del yo

El complejo de Edipo. Del mito a la estructura

La decadencia de la función paterna

Vigencia del psicoanálisis en el 2000

El signo de una degeneración catastrófica


Indart, Juan CarlosEl padre en cuestión / Juan Carlos Indart. - 1a ed. - Olivos : Grama Ediciones, 2021.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-8372-68-61. Psicoanálisis. I. Título.CDD 150.195

© Grama ediciones, 2021

Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA

Tel.: 4781-5034 • grama@gramaediciones.com.ar

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Inscripción ley 11.723 en trámite

ISBN edición digital (ePub): 978-987-8372-68-6

Agradecimiento

Editar un libro siempre tiene una causa. Es motivado por algo intenso. En este caso, este libro fue creado con la intención de construir un testimonio del trabajo psicoanalítico realizado por Juan Carlos Indart.

En nuestra biblioteca, en los orígenes de nuestros trabajos tendientes a pasar de un grupo de estudios freudo-lacanianos a conformar la primera institución psicoanalítica de San Luis, contamos con la presencia de Indart quien nos brindó generosamente con su clara palabra, un fuerte apoyo y esclareció, alimentó y fortaleció nuestro deseo por la causa analítica y por la formación de psicoanalistas.

A mi tarea de pionera del pensamiento lacaniano en San Luis, él aportó su ayuda con su especial manejo de la transmisión, su experiencia en la enseñanza y su abierto afán.

Todas sus conferencias, charlas coloquiales y contactos casuales, produjeron su efecto en cada uno de nosotros, dando ejemplo de un modelo de trabajo y de un estilo personal.

Creemos que este libro, con sus conferencias, puede provocar en los lectores efectos de transmisión de conocimientos.

Juan Carlos es un maestro.

La espontaneidad en su decir, la claridad de sus conceptos, la muestra de la singularidad de la práctica analítica, podrán ser apreciados en la lectura de este libro.

Lo que nosotros no podemos mostrar es su amena manera de discurrir lo serio, matizado con comentarios, ejemplos clínicos, citas y hasta chistes que cautivaban la atención del auditorio.

Al trabajo que él realiza, podemos aplicarle esta reflexión:

Para evitar quedar fijados en los marcos a los que el psicoanálisis pueda quedar confinado, debemos inscribir nuestra tarea en la cultura vigente y los problemas sociales de la actualidad.

Auguro un exitoso recorrido a este libro, junto a un gran agradecimiento y cariño hacia Juan Carlos Indart.

Luz Casenave (*)

*- Luz Casenave es Analista Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL), y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

A modo de prólogo

A veces 20 años puede ser una eternidad, a veces puede ser solo un soplo en el tiempo. No lo sabemos… lo único que sabemos es que las conferencias junto a los seminarios que Juan Carlos Indart dictó en la ciudad de San Luis tuvieron efectos. Efectos de formación en cada uno de nosotros, los que entonces participamos, efectos de reformulación de nuestras políticas en la ciudad, efectos subjetivos…

Hoy, después de 20 años, decidimos reeditar sus conferencias, las cuales tienen una asombrosa actualidad, llevándonos a pensar la época y la clínica de hoy.

El “Padre en cuestión”; también podría ser el padre y el deseo, el padre y el amor, el padre y la civilización, el padre y el psicoanálisis. Sin embargo, el “Padre en cuestión” es el título que encontramos para seguir el hilo que Indart nos propone.

El libro contiene cinco conferencias y un seminario dictados entre abril de 1999 y mayo del 2001. Esas actividades fueron organizadas por la Biblioteca de Psicoanálisis de San Luis Eugenia Sokolnicka, institución presidida en aquel entonces por Luz Casenave. La Biblioteca fue fundada el 12 de diciembre de 1992 con el objetivo de instituir un lugar para el estudio y difusión del psicoanálisis, un lugar para la formación de los analistas. La visita de Juan Carlos Indart posibilitó también la creación del primer espacio del Instituto Oscar Masotta (IOM), siendo él nuestro primer interlocutor.

En la primera de sus conferencias Indart desarrolla dos citas en las que Lacan a lo largo de su enseñanza plantea la cuestión del estrago, en la relación de la mujer con su madre y en la relación de la mujer con un hombre. El estrago es definido como un rapto, o una devastación que no tiene límites. Cuando se trata de un hombre, no hay palabras que logren detener ese estado amoroso que la transporta, que la devasta; cuando se trata de la madre, en la relación estragante aparece un pacto mutuo de rechazo y hostilidad al deseo masculino. Estas relaciones se caracterizan por una ausencia de límites a un goce, a un sufrimiento muy especial, más allá de la posición subjetiva de cada uno. Situaciones que plantean verdaderas encrucijadas en los análisis. El padre, ausente allí, es el que posibilitaría un límite a ese goce y al amor, en la medida en que ella quedaría ubicada en referencia a ese significante.

En su segunda conferencia aborda el tema del superyó y el ideal del yo a partir de los distintos desarrollos de Freud y de Lacan, haciendo hincapié en la diferencia entre ellos. Al ideal del yo lo piensa ligado a las identificaciones con el padre, mientras que al superyó lo liga al imperativo de goce, que también proviene del padre.

Avanzando más en el libro entramos en los desarrollos sobre el complejo de Edipo en Freud y el retorno que hace Lacan con la metáfora paterna y sus tres tiempos de efectuación; y por lo tanto la asunción de la identificación sexual y el ideal del yo. Luego, ubica los desarrollos de Lacan sobre la noción del padre muerto vinculado al goce a partir de los tres mitos freudianos. Allí se plantea su incidencia en los análisis y en el fin de análisis.

En la cuarta conferencia, y a partir de un caso clínico, nos lleva a pensar la decadencia de la función paterna en nuestra actualidad. Localiza la dificultad de los hombres, en estos tiempos, de instalar un “no” que posibilite articular la ley al deseo. Esta dificultad nos enfrenta con una clínica diferente.

¿Por qué no reflexionar sobre el psicoanálisis mismo y su vigencia, en la conferencia que sigue? Realiza un recorrido histórico-epistemológico del psicoanálisis. Nos dice que el psicoanálisis se ocupa del real que la ciencia deja por fuera, del real que es agujero de saber. La Escuela con su dispositivo del pase da cuenta de esto. Su vigencia la hace el deseo “militante” de los analistas y su política.

Para terminar, aborda como “broche retroactivo” o “punto de capitón”, la problemática de lo que Lacan llama en el Seminario 21 el “ser nombrado para”. Plantea que cuando una madre no “amoneda” del “no” del padre, no se produce el anudamiento del amor a la ley y de esta manera no se posibilita un amor ejercible. Esto es el “signo de una degeneración catastrófica”.

Para que este trabajo de publicación pudiera efectivizarse, un grupo de colegas del CID San Luis puso su deseo a trabajar. Eva Mallea, Patricia Rojo, Patricia Lucero, Laura Pizzuto, Patricia Gerbaudo, Norma Sierra, Marcela Finos y Nicolás

Katzer hicieron un trabajo minucioso de rastreo de las referencias bibliográficas presentadas en las conferencias, y acercaron preguntas, observaciones que faciliten al lector de este libro el recorrido realizado por Juan Carlos Indart. A ellos nuestro agradecimiento.

Finalmente, un agradecimiento muy especial a Luz Casenave, por ser pionera en San Luis y en Cuyo en la transmisión del discurso analítico; por su incansable labor, y por su deseo decidido por el desarrollo del psicoanálisis.

Mariel Robledo

Responsable de Secretaría de Biblioteca del CID San Luis.

 

Una voz singular

Este libro es un reencuentro en muchos sentidos. Es volver a un momento inaugural para la formación de muchos de los analistas puntanos, ya que en simultáneo a la institución local que nos nucleaba, nos sumábamos a una red articulada y pensada por Jacques-Alain Miller para la enseñanza sistemática del psicoanálisis en el territorio nacional. Esa red tenía un significante que incluía un nombre propio: Instituto Oscar Masotta, de la que hoy festejamos sus primeros 20 años de existencia. Y lo hacemos con la publicación de este libro.

Es también el reencuentro, 20 años después, con ese joven entusiasta que era quien escribe estas líneas, quien reproductor en mano desgrababa uno a uno los casetes donde una voz quedaba registrada. Y es también reencuentro con esa voz, que aun me acompaña, y me estremece como la primera vez. La voz de ese maestro llamado Juan Carlos Indart, y al que muchos –pese a no frecuentarlo ni constituir su grupo de cercanos– de forma cariñosa llamamos Juanqui.

En este reencuentro libidinal, y cuyo producto resulta ser este libro, queremos agradecer a Juanqui el trabajo epistémico y político que supo desplegar en San Luis, y a través suyo a esa maravillosa articulación transferencial que hoy llamamos IOM2.

Jorge R. Rodríguez

Responsable Local del CID San Luis

Seminario

El estrago en la relación madre-hija y en la relación con un hombre (1)

LUZ CASENAVE: Quisiera ante todo agradecerles la tolerancia por la hora de comienzo, que no depende de nosotros sino del tiempo, un inmanejable, por lo menos para algunas situaciones.

Me parece oportuno, antes de darle la palabra a Juan Carlos Indart, hacer algunas referencias sobre nuestro camino recorrido, para llegar a este punto de la invitación a una persona tan prestigiosa, de quien además tengo el honor de ser su colega y amiga. Hace más o menos unos diez años empezamos a trabajar acá en San Luis, nos organizamos en pequeños grupos de estudio sobre Freud con los avances dados por Lacan, siguiendo la propuesta lacaniana del retorno a Freud.

Todo ese camino de trabajo de seminarios en grupos culminó en la formación de un curso de postgrado, que era en realidad el primer curso de postgrado en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis que hemos ofrecido, y diría que marcó el punto inicial del camino que se iba a recorrer hacia la formación de la Biblioteca de Psicoanálisis Eugenia Sokolnicka. En este camino escuchamos y nos nutrimos de la transmisión de otros colegas, y entre ellos quiero nombrar a Roberto Mazzuca, Jorge Bekerman, Mabel Grosso, Liliana Cazenave, que nos ayudaron a profundizar y alentaron nuestra adhesión al pensamiento y a las problemáticas del psicoanálisis.

Juan Carlos Indart sostiene muchos seminarios en Buenos Aires, es autor de muchas publicaciones, es un trabajador tenaz, de deseo decidido por el psicoanálisis de la orientación lacaniana, es un amigo, y es alguien que nos alienta en el trabajo siempre. Es AME (Analista Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana); incluso participó, por supuesto, de su fundación; en este momento es presidente del Comité Consultivo de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), y presidente de la Fundación de la Casa del Campo freudiano.

Creo que aquel inicio que tuvimos en el seminario de 1992 y la fundación de la Biblioteca en 1993 culmina hoy con la posibilidad de invitar a alguien que seguramente nos va a enriquecer, y al que yo, como presidenta de la institución, quiero agradecer personalmente en nombre de todos los miembros por su respuesta a nuestra convocatoria.

JUAN CARLOS INDART: Agradezco las palabras de Luz Casenave, y a través de ella también a los colegas residentes aquí en San Luis, que han posibilitado este encuentro para hablar de cuestiones del psicoanálisis.

En efecto, la idea surgió en Mendoza el año pasado, en ocasión de las Jornadas de la Asociación Cuyana de Estudios Psicoanalíticos (ACEP); allí fue la primera vez que conocí a colegas de San Luis, quienes me ofrecieron la posibilidad de venir a trabajar con ellos. No pudo ser durante el año pasado, y por fin, esta vez sí, aunque con problemas técnicos en el avión por suerte descubiertos unos segundos antes de despegar, así que disculpen todos, pero efectivamente les agradezco que no se hayan ido directamente a la media hora como hubiese correspondido.

Ya en esa ocasión, el año pasado, la gente de San Luis me propuso el tema de esta conferencia. No sé ahora exactamente cómo ha sido anunciada, pero es algo así como el estrago de la relación madre-hija, eso habíamos quedado el año pasado, y me han agregado…

LUZ CASENAVE: Y la relación con un hombre.

JUAN CARLOS INDAT: Un problema más, así que es el estrago de la relación madre-hija y en la relación con el hombre, así que, para las mujeres presentes en la sala, prepárense un poco porque en verdad ya sería bastante hablar del estrago de su relación con la madre, pero además con los hombres ya no sé qué queda…

Me asombró un poco la elección del tema, y me hizo reflexionar una vez más acerca de cómo en la enseñanza de Lacan –una enseñanza proseguida tantos años, que ha dado lugar a nivel de la edición paulatina de una serie de más de veinte volúmenes, de un Seminario que él daba año por año, más sus Escritos, difíciles de leer, que son setecientas páginas, y donde se desarrollan tantos temas– es un hecho en la comunidad analítica que de pronto pequeñas frases, muy pequeñas frases, tienen una resonancia que hacen que los psicoanalistas se interesen, les resuene, las comenten, busquen explicaciones. Y es el caso de este tema, porque no es un tema que Lacan haya desarrollado de una manera sistemática, o con el que contemos con desarrollos de más de una lección, como hay respecto de otros.

Son dos pequeñas frases que vamos a leer y situar, porque todo empieza con eso. Una, la primera, se la ubica en un texto, en un escrito de Lacan que tiene traducción al castellano; en francés es un invento de Lacan el título, una palabra inventada, un juego de palabras: “L’étourdit”, y ha sido traducido como: “El atolondradicho”. Es un momento que vamos a tratar de situar, pero por ahora me referiré estrictamente a esa frase:

[…] la elucubración freudiana del complejo de Edipo, que hace de la mujer pez en el agua, por ser la castración en ella inicial (Freud dixit), contrasta dolorosamente con el hecho del estrago que, en la mujer, en la mayoría, es la relación con la madre, de la cual parece esperar como mujer más sustancia que de su padre –lo que no va con su ser segundo en este estrago”. (2)

Esa es la pequeña frase de un texto lleno de problemas y desarrollos, y que da motivo central a esta charla.

La otra cita es posterior, y corresponde a un momento aún más difícil en la enseñanza de Lacan, sobre el que recién en estos últimos dos o tres años comienza a haber una tarea de comentario y de entendimiento paulatino y provisorio. La primera cita que he leído, que se refiere al estrago en la relación madre-hija, tampoco es una enseñanza inicial de Lacan; está ubicada en un texto en donde él resume un poco sus ya muchos años de enseñanza, un texto extremadamente difícil del año 1972.

A la otra cita se la encuentra en un Seminario que no está aún establecido; tenemos de él las desgrabaciones y una primera presentación que salió, vez por vez, en París, en una revista llamada Ornicar?, en la que Jacques-Alain Miller sacaba en cada número una lección del Seminario que en ese momento dictaba Lacan. Éste corresponde al Seminario que se llama El sinthome. Tenemos un problema aquí, porque a su vez Lacan escribe esta palabra de una manera especial, pero digamos por el momento que es el Seminario sobre la noción de síntoma.

En ese Seminario Lacan dijo una frase dos o tres veces, y es una frase que ha retumbado. Son de esas frases que primero retumban bajo la forma de un chiste. Las repetimos haciendo ji, ji, ji: el estrago de la relación madre-hija, ¡uh! ¡qué curioso!, ¿no?

Freud nos enseña que es poco dogmático y no tiene excesivas consecuencias extrañas el paso del Edipo en la mujer, a diferencia de las grandes conmociones en el varoncito. Es más, dice Freud: ella una vez instalada en el Edipo se la pasa muy bien ahí toda la vida. Eso quiere decir que está ahí como pez en el agua, ella no hereda una batalla de amor y de rivalidad contra el padre, de ganas de asesinarlo por no poder conquistar sus emblemas, ser aplastado por él, quejarse de su despotismo, no atreverse a enfrentarlo, etcétera, todo lo que retumba en los varones y se escucha en los análisis. Ellas, como pez en el agua y sin esa problemática que Freud acentuó tanto, la intervención castradora del padre. Pero ese pez en el agua –dice Lacan– se compensa por otro dato, y por algo él en su experiencia clínica lo señala y se atreve a decir que es así en la mayoría –no dice que lo sea para todas las mujeres, pero su experiencia ya desde psiquiatra y como analista, y con muchos años de trabajo al momento que escribe eso, me parece que le permite por una autoridad de experiencia personal, no porque tengamos estadísticas– que hay algo en la relación de la mujer con su madre, de la hija con la madre que tiene una característica de estrago.

En el Seminario El sinthome, la frase que retumbó, resonó, es una frase en la que Lacan dice de pronto: “Una mujer es un sinthome para todo hombre”. (3)

Son frases para el que está realmente en el tema. La idea de Lacan es decir que así es, ya se trate de la esposa, una novia, una amiguita, una amiguita con compromiso, una amante, lo que quieran. Vamos a simplificar: una esposa legítima, vengo con ella, se las presento y tengo que decirles: “mi sinthome. Les presento a mi sinthome”. Encantados, tienen que decir ustedes. La idea fuerte de Lacan da a pensar que uno podría decir: si la conocen a ella, van a ir sabiendo todo de mí, porque representa mi determinismo inconsciente, lo que en mí es sinthome. Es difícil entender eso y no está claro todavía, porque Lacan decía a veces cosas que eran como unas boutades, frases que son chistes pero que también sirven para conmover un tema, para producir al calor de una enseñanza un efecto de verdad, que después hay que matizarlas y ver qué quieren decir.

Comentando esto Lacan señala, a partir de sus demostraciones cada vez más concretas de la no relación sexual, de la no equivalencia entre los sexos, de la asimetría radical que hay entre la posición masculina y la femenina, que no se puede decir lo simétrico inverso. Si mi mujer viene no podría decirles al presentarme: les presento a mi sinthome. No es así, dice Lacan, no es lo mismo al revés.

En esa lección de febrero del ‘75, del Seminario El sinthome dice que una mujer es para todo hombre un sinthome. Es ahí donde dice:

Si una mujer es un sinthome para todo hombre, es completamente claro que hay necesidad de encontrar otro nombre para lo que es el hombre para una mujer, puesto que el sinthome se caracteriza justamente por la no equivalencia.

Puede decirse que el hombre es para la mujer todo lo que les guste, a saber, una aflicción peor que un sinthome. Pueden articularlo como les convenga. Incluso es un estrago. (4)

Aquí tenemos entonces la segunda cita que no entendemos muy bien, ni en París, ni en Barcelona, ni en Buenos Aires, ni en Caracas, ni en Río de Janeiro, pero que en San Luis ya ha llegado. La resonancia de este tema ha llegado aquí y el punto común de las dos citas es lo que se puede traducir con el término estrago. Si no fuese por ese término uno no articularía dos frases tan distintas, porque una es una referencia a la relación madre-hija, y la otra es una elucubración sobre la diferencia de los sexos y la posición asimétrica de ella y él en sus relaciones, y nadie hubiese juntado nunca esas dos citas. No sé si se pueden juntar o si tienen algo en común, si tocan algún tema parecido o no, pero si hay algún nexo es el empleo de ese término, el único término común a las dos frases.

El término en francés es ravage, y en principio estrago es una buena traducción. Si uno busca sus acepciones en un diccionario se refiere a una acción de destrucción extensa, intencional o no, porque puede ser producida o por un movimiento de saqueo y de guerra, o también por fenómenos meteorológicos. En francés se puede decir que una granizada ha causado un ravage en una cosecha, pero nosotros también tenemos ese empleo del término estrago, y el granizo puede haber causado un estrago –espero que no– en Mendoza, en la producción vitivinícola.

 

Nos va a servir como tema buscar un poco más en la etimología del término ravage. Es algo que ha hecho muy recientemente Jacques-Alain Miller en el anteúltimo de sus cursos, que se llama justamente El partenaire síntoma, (5) que fue un curso dedicado a seguir la idea de qué quiere decir que para un hombre su compañera, su partenaire, es su sinthome. Eso lo llevó seguramente al comentario de este mismo párrafo que les he dicho, en el que la cosa no es simétrica, y repasa que acá hay un término evidentemente elegido por Lacan, elegido para indicar algo diferente, y su origen latino que es el término rapire, y de ahí se transforma en francés y da lugar por un lado a ravage, al que traducimos por estrago, y por otro también evoluciona hacia la palabra rapto, que es originalmente capturar algo con violencia. Esa captura violenta, el rapto, era también una expresión para indicar una suerte de éxtasis o de estado subjetivo muy especial. Un místico podría tener un rapto, algo lo capturaba como violentamente, pero para llevarlo –como dice Miller en el comentario– a un paraíso, a los cielos. Y un hombre puede causarle a una mujer un rapto.

Entonces la oscilación de las dos acepciones es importante, porque esto puede ir en la dirección en la cual hay algo ahí que puede ser un rapto –en el sentido descriptivo de un goce muy especial, extático, un deslumbramiento, una captura, enamorada, que no se sabe qué le pasó–, y eso mismo es por otro lado un estrago.

La otra traducción posible que se está generalizando ahora, a partir de este comentario de Miller, es el término devastación. Por supuesto devastación tampoco nos da la equivocidad de lo que quiere decir también del lado ravage hacia el rapto, la captura como les decía, el transporte, el ser repentinamente ella transportada.

La ventaja del término devastación es que incluye cierta lógica, más allá de los distintos sentidos de las palabras. Hay que entender por estrago, por esa acción de devastación, algo que no tiene límites.

Si se pierde ese matiz de sentido se pierde el porqué Lacan buscó este término para referirse a dos problemas de la mujer: con la madre, con los hombres.

Digamos que, si ustedes tienen un territorio bien definido, no importa la extensión que tenga, pero saben la frontera que tiene, y se dedican a una acción de destrucción de todo lo que hay en ese sector, pero sabemos que no se pasa de la frontera, no sería estrictamente el sentido de devastación o de estrago que le interesa a Lacan. En cambio, si no se sabe si eso se puede extender, y extender, y extender, entonces tendríamos el sentido fuerte de una devastación. El punto clave es la ausencia de límites.

Por eso Lacan dice bien cuando piensa qué puede llegar a ser un hombre para una mujer, que él no puede ser un

sinthome, porque sinthome es algo bien acotado. Si dice un sufrimiento –su peor es nada, si lo tomamos en esos términos–, o estrago, quiere decir que es un sufrimiento que no tiene límites. Es en eso que se inicia esa acción devastadora.

La característica es la ausencia de límites en una u otra dirección, independientemente de que se subjetiviza positivamente como un goce muy especial, o que eso mismo sea vivido en un sufrimiento muy especial.

Volveremos a comentar este matiz que es simplemente una articulación de la doctrina de Lacan sobre la feminidad. Lo que está detrás de esa palabra ravage o estrago es una manera de articular algo que no tiene nombre, porque cuando las cosas tienen un nombre ya tienen un límite, que lo ubicamos hipotéticamente en psicoanálisis como la cuestión del goce femenino, que en una ocasión así la mejor manera de presentarlo es al modo en que lo presenta Lacan en el Seminario Aún (6), que es justamente de una manera hipotética. No sabemos si eso existe, pero si existiese sería una cosa diferente a los goces pulsionales, a los goces fálicos que el psicoanálisis estudia. Su diferencia crucial es que todo el goce que el psicoanálisis puede estudiar, encontrar su lógica, y ver su papel en el síntoma, es un goce para el que existe límite. Y si es que hay otra cosa que se ubica con el nombre de feminidad, de goce femenino, tiene que ver con la ausencia de límites, con la lógica del no-todo.

Entonces distingamos eso que no está en el término estrago y en su uso coloquial, ni tampoco exactamente en devastación. Si ella tiene un límite, no está en juego su feminidad, y dice: “Realmente este tipo me ha hecho un estrago porque me vendió el departamento que le puse, me dejó sin un centavo, se llevó todos los muebles, se llevó los niños, y además habló mal de mí y he perdido el trabajo. Me ha devastado”. Pero si eso está limitado de todos modos, bien, “¿que más me puede hacer? Ya me las hizo todas”, así que se traza un límite, “más no me puede hacer”. No es un caso de estrago en el sentido de Lacan, sí en un sentido de diccionario.

La devastación es tremenda porque es que ella sabe que, a pesar de todo eso, es más, y más, y más lo que le puede seguir haciendo, porque no tiene límites. Y es un problema en análisis, y para los familiares, para las amigas, donde todos le pueden decir: “Ponete un límite, basta”. Ella dice: “Sí, sí, sí”, y lo ve en la esquina, y la devastación continúa. Es decir que no hay palabra que logre detener ese estado amoroso que la transporta, que la rapta, que la rapta de sí misma, porque en el sí misma desde el punto de vista de sus ideales, de la parte de cordura, etcétera, si uno la sugestiona un poco reconoce todo a nivel de los límites, puede reconocer que mucho antes ella tendría que haberle puesto un límite. Bueno, todo eso muy bien, y ella lo cree, se lo aprende de memoria, lo repite y dice: “Voy a hacer así”. De pronto, otra vez sucede el rapto, la captura que la transporta. Otra vez comienza ese campo en el cual la característica es lo que no va a tener límite, lo ilimitado, lo que nunca es definible con una frontera como un todo, como un conjunto cerrado.

Otra manera lógica de decirlo es que es algo a ubicar siempre en un conjunto abierto. En un conjunto abierto la devastación no tiene límites.

He empezado por la segunda frase para indicar que no debe ser entendida desde el punto de vista del sujeto histérico. Es una frase de Lacan que indica el sentido fuerte del enigma de una mujer en cuanto a su feminidad. Así que escapa a todo lo que podemos situar a partir de Freud y Lacan en la mujer, de lo que en ella entra en la medida fálica, en el Edipo, en la castración, en sus rivalidades de tener o no tener, en su posición de representar la mascarada fálica. Todo eso tiene una problemática perfectamente ubicable en análisis, con sus síntomas. Desde ese punto de vista sí se podría decir que también un hombre puede ser síntoma para ella, pero en la parte que ubicamos freudianamente, como ella en tanto sujeto de deseo, coordinada al significante fundamental del deseo que es el falo.

Les advierto esto porque, si no, se confunde la frase. Esta es una frase donde Lacan lleva al máximo la oposición entre la posición masculina y la femenina propiamente dicha. No lo que ella tiene también y exactamente igual que los hombres en cuanto a su deseo fálico. Sólo en ese extremo tiene sentido decir que en la condición lógica masculina no hay nunca conjunto abierto e ilimitado, la condición de su goce tiene otras características perfectamente localizadas.

¿Y qué es ella para él? Ya lo sabíamos en Lacan, por ejemplo, cuando lo habíamos estudiado a nivel de fantasma. Ella para él es un fantasma, es decir, cosas muy precisas y acotadas según los rasgos que le resulten atractivos, su amor no lleva a ninguna devastación. Si ella pierde sus atractivos él ya se busca otra, ningún rapto lo lleva a él a ningún transporte de nada. Su excitación, su deseo, su pasión amorosa y sexual va a una cosa perfectamente localizada. Siempre se da en los ejemplos que puede ser un lunarcito, ese lunar tan bello que tiene –se ha cantado una canción así–, así que él va a eso. No es que por eso él no pueda perder sus bienes también, y hay tantas historias de amor donde él por ese lunar va dejando la familia, se va corrompiendo, tantos tangos que cuentan la devastación masculina por causa de una mujer. Pero no lo vamos a explicar con el término ravage como lo entiende Lacan, porque es siempre una devastación limitada.

Es muy complicado retroceder ahora, porque en realidad la cita vinculada a la relación madre-hija es anterior y en un contexto muy distinto en la enseñanza de Lacan. La segunda cita que he comentado hasta ahora está en el contexto de un Lacan que ha dejado por detrás las explicaciones edípicas en psicoanálisis, por no encontrar una explicación suficientemente satisfactoria.