Coaching y espiritualidad

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Coaching y espiritualidad
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Sáez, José Luis

Coaching y espiritualidad / José Luis Sáez. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-1025-9

1. Coaching. 2. Espiritualidad. I. Título.

CDD 291.4

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Este es un modesto ensayo, dedicado a todos los líderes espirituales que trabajan con amor y compasión para transformar este mundo tierra, en un espacio más solidario, fraterno y amoroso.

Con la gratitud de reconocerme alumno de quienes con su ejemplo de vida, han dejado una señal luminosa en nuestro planeta, para alentarnos a seguir aprendiendo y disfrutando de la hermandad universal, el gran objetivo de nuestras almas.

AGRADECIMIENTOS

Agradezco…

A mis padres José y Lita, que me educaron en un hogar lleno de valores morales y mucho amor.

A mis hermanos Juan, Gustavo, Eduardo, Jorge y Estela, que acompañaron mi proceso de aprendizaje continuo con respeto y afecto.

A mi compañera Norma, por su contención en los momentos de crisis y su apoyo incondicional a mi trabajo profesional.

A mis hijos Eliana, Adrián, Natalia y Noelia, que siempre motivaron mi crecimiento para ofrecerles la mejor versión de mí, como aprendiz de padre.

A mis pacientes, que me ofrecieron sus almas para despertar en mí la compasión.

A mis maestros, que depositaron en mí su vocación y esmero despertando la curiosidad y motivación para aprender.

A mi guía espiritual, Hno. Delfín, que con su presencia inspira mi gratitud permanente a Dios.

PRÓLOGO

Después de acompañar el proceso de transformación de numerosas personas durante muchos años, realizando capacitaciones en el campo del crecimiento individual y de las organizaciones, comparto estas reflexiones para promover una apertura de conciencias respecto al fenómeno humano y su vida en este plano terrenal.

Vivimos en un mundo convulsionado socialmente, con abundante oferta de información sensacionalista, repleta de noticias que publicitan las miserias humanas y fomentan los placeres que ofrece el materialismo con sus nefastas consecuencias.

Procesamos esa información sin los filtros de una educación emocional y espiritual que nos permitan separar los hechos de nuestro mundo interior (donde podemos marcar una diferencia en favor de nuestro bienestar) desencadenando una realidad virtual que nos entretiene, nos abruma e impide enfocarnos en nuestro aprendizaje y alcanzar la plenitud espiritual.

En la actualidad pensar con una visión materialista es ignorar las investigaciones científicas que muestran que todo lo que percibimos y consideramos tangible o concreto es solo una ilusión y está sometido a una constante mutación o transformación (postulados de la física cuántica).

La hipótesis espiritualista, con la reencarnación incluida, es una propuesta que permite explicar racionalmente las diferencias sociales, culturales y personales que existen en las distintas comunidades para respaldar la idea de una Justicia Superior que trasciende este mundo tierra y abarca todo el universo.

Solo el conocimiento y aceptación de la vida espiritual como la primitiva nos permite interpretar este momento de vida como una posibilidad de superación a la medida de nuestras necesidades evolutivas.

Las desigualdades de todo tipo (culturales, sociales, intelectuales, éticas, etc.) entre las personas son circunstanciales y están relacionadas con el nivel moral que hemos alcanzado como principios inteligentes de la creación. No somos conscientes ni tenemos patrones claros para evaluar nuestro grado de evolución y mucho menos para enjuiciar el proceso de nuestros semejantes.

En el dominio de la vida espiritual solo sirve el progreso o categoría moral alcanzados sobre la base de nuestras conductas dirigidas al bien común y los esfuerzos que hacemos para sofocar nuestras malas inclinaciones.

Todos nosotros (principios inteligentes de la creación) somos creados sencillos e ignorantes y aprendemos mediante múltiples experiencias de vida en distintos mundos, siempre avanzando hacia un estadio superior de la escala evolutiva.

La vida física es un momento fugaz en la vida del espíritu, por lo que todas nuestras vivencias aquí, en este mundo, son una oportunidad de aprendizaje en el derrotero evolutivo del espíritu inmortal. Después de la muerte física conservamos el patrimonio de las tendencias egoístas, orgullosas, como también las virtudes y los valores morales que hemos podido aquilatar en el tránsito terrenal.

Con esta mirada, toda situación probatoria o de expiación se transforma en una gran posibilidad de aprendizaje y superación y no es una punición o castigo como se interpreta desde algunas ideologías.

Estamos comprometidos moralmente a compartir y aprovechar las rutas del aprendizaje con respeto y amorosamente, para dulcificar el tránsito evolutivo. Quien desperdicia estas oportunidades sufre las consecuencias de su propia elección.

La creencia en alguien superior, llamado Dios o Providencia Divina, les da sentido a nuestras vidas y nos abarca a todos como parte de un universo armonioso y evolutivo. Nada escapa a esas leyes naturales e inmutables.

Nuestra inteligencia racional o cognitiva está limitada para comprender muchas situaciones que vivimos, lo cual es un desafío permanente para el ser humano. La fe es la convicción o certeza que tenemos sobre lo que nos sucede y culturalmente la asociamos al dominio religioso, con una mirada dogmática o ciega al razonamiento.

La Doctrina Espírita propone una fe racional, dinámica, evolutiva, que pueda mirar frente a frente a la razón en todas las épocas de la humanidad. Esta actitud la transforma en una búsqueda permanente de la verdad según Allan Kardec.

El progreso intelectual es permanente y hay una limitación de tiempo para conocer todas las actualizaciones que presenta el mundo científico en sus distintas disciplinas. Estas están limitadas al paradigma o modelo mental de los investigadores, en su gran mayoría materialistas, y sus métodos, que están diseñados para la exploración de la materia en sus distintas expresiones o estados.

El desafío del mundo científico es investigar el principio espiritual y para ello deberá crear métodos nuevos que poco tienen que ver con los actuales, que sirven para estudiar la materia.

La fe es un valor del espíritu y constituye el conjunto de creencias que motivan al ser humano a la acción. Cuando tenemos una incapacidad manifiesta para explicarnos racionalmente, lo que nos sucede, apelamos a la fe apoyándonos en aquellas hipótesis que más nos conforman y de alguna manera esa fe que hemos conquistado (cualquiera sea) nos impulsa a sostenernos y superarnos en los momentos de crisis o probación.

Todos los temas de este libro pueden ser abordados desde el coaching con la perspectiva de la espiritualidad, buscando tener una visión más amplia y desde esa mirada darnos el permiso de elegir la interpretación que más nos conviene.

EL FENÓMENO HUMANO

La observación de nuestra vida interior nos induce a sentir y pensar aquello que nuestra esencia (espíritu) tiene como experiencia en un momento determinado de nuestras vidas.

Es un desafío decodificar las señales que obtenemos de nuestra subjetividad para orientar nuestra vivencia en un sentido favorable a nuestro bienestar. Percibimos conscientemente solo una parte de esa experiencia y mucha información queda desplazada en el inconsciente sin poder elaborarla como parte del aprendizaje.

Sentirse bien o en plenitud no es estar libre de situaciones conflictivas o de desequilibrio, sino aceptar que estas forman parte de nuestras vidas y encontrar los recursos y estrategias para afrontarlas con dignidad.

En todo momento es crucial mantener nuestros valores y principios como un objetivo macro, lo cual no significa que muchas veces estemos encasillados en formas que no nos permiten descubrir facetas de nosotros mismos que se puedan cuestionar y poner a prueba, revisando nuestro paradigma o modelo mental.

El riesgo es un condimento natural de todo aprendizaje y como tal puede considerarse un elemento importante para aprender.

Quien no arriesga tiene un aprendizaje corto y limitado. Aquellos que viven arriesgando ponen a prueba sus competencias frente a los desafíos, aunque a veces no disponen de espacios para la evaluación del aprendizaje.

La salud es un estado dinámico de bienestar, asociado con la actitud de estar dispuesto, espiritualmente, a aprender de cada experiencia de vida.

 

Contribuimos a nuestra salud cada vez que somos conscientes de nuestro ser en ese proceso de aprendizaje, en conexión con una idea superior, lo cual implica el ejercicio de una fe dinámica y evolutiva. Un ejemplo de esta actitud es la oración como un hábito para centrarnos y actuar equilibradamente.

El poder es la capacidad para conseguir aquello que nos proponemos como objetivo y debe ser ejecutado con métodos lícitos, moralmente hablando, sin auto agredirnos ni dañar a otros. En ese sentido todos somos poderosos, descubriendo que el único dominio donde podemos ejercer ampliamente ese poder es nuestra vida interior.

Para explicar el fenómeno humano es fundamental el conocimiento del nexo entre el espíritu y la materia u organismo físico. Ese cuerpo de materia sutil, llamado periespíritu, psicosoma, cuerpo astral, modelo organizador biológico (MOB), aura y otras nominaciones es un desafío para la investigación de la ciencia actual.

El periespíritu posee distintas funciones de conexión y almacenamiento de información, similares al disco rígido de una computadora, que le permiten al espíritu sentir y dirigir el organismo físico a su disposición en esta vida. Con su estudio se podrán explicar las tendencias innatas que manifiesta cada ser humano, la memoria extracerebral, el recuerdo de vidas anteriores, capacidades extraordinarias de niños prodigios o índigos, las sensaciones de partes del cuerpo amputadas y otros fenómenos considerados sobrenaturales o milagrosos.

Algunos avances de la ciencia, referidos al efecto kirlian (luminosidad de la materia) que este campo de energía produce en los seres orgánicos, muestran las particularidades de cada ser humano desde su temperamento hasta condiciones de salud o desarmonía que más adelante se plasmarán en su organismo físico.

Todos somos seres espirituales, aunque no hayamos desarrollado esa área de nuestro ser, por eso no tienen nada que ver con la religión.

El problema no radica en la religión, sino en la mente humana. Los practicantes sinceros de cualquier religión muestran cualidades humanas esenciales: simplicidad, constancia, compasión y contento.

Nuestros problemas se deben a un apego apasionado a las cosas y a deseos que nunca se satisfacen por completo, entonces generan aún más angustia. Percibimos a las cosas como entidades permanentes. En el empeño de conseguir estos objetos de nuestro deseo, empleamos la agresión y la competencia como herramientas supuestamente eficaces, y nos destruimos cada vez más en el proceso.

Nuestros grandes maestros son nuestros padres, hijos, hermanos, pareja, amigos y las personas cercanas a nosotros.

Todo lo que necesitamos aprender es atraído por leyes invisibles y unas experiencias serán calificadas como dolorosas y otras como preciosas, pero todas cumplen la misma función: enseñarnos.

Postulamos que nuestro enemigo es nuestro mejor maestro. Al estar con un maestro, podemos aprender la importancia de la paciencia, el control y la tolerancia, pero no tenemos oportunidad real de practicarla. La verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo. La vivencia nos enseña con un plus que la teoría no tiene, ya que estamos expuestos, tomamos riesgos y generamos una emocionalidad que la identifica.

Las leyes naturales de la creación se conocen hace miles de años y han sido divulgadas desde los comienzos de la civilización humana. Estas leyes están inscriptas en la conciencia de cada ser humano. Hay millones de personas que no las conocen o no terminan de comprenderlas y por eso no creen en ellas o no saben cómo aplicarlas en su vida. Para poder creer primero es necesario comprender.

Solo vemos lo que creemos que es posible, lo que nos parece imposible no lo vemos. La conciencia solo acepta lo que está preparada para soportar.

La mente está preparada para cualquier cambio, pero la conciencia no, ella necesita su tiempo, por eso hay personas que necesitan más tiempo para despertar que otras.

Los padres solo pueden enseñar a sus hijos lo que saben, lo que recibieron y aprendieron durante su vida. Todos hacemos las cosas lo mejor que podemos.

Los niños durante los primeros siete años de su vida se toman todo de forma literal, no disciernen lo que va en broma de lo que va en serio.

Desde el momento de su concepción el alma del niño percibe todo aquello que siente la madre y tiene telepatía con ella. Por eso es tan importante que una embarazada se trate con cariño, se ame a sí misma. En términos de espiritualidad podemos construir una cuna espiritual para recibir amorosamente al ser que regresa a la vida corporal. Todo esto se puede demostrar con los nuevos desarrollos de la psicología fetal.

Cuando un niño nace olvida quién es y empieza su experiencia humana de cero, cien por cien subconsciente, su mente consciente aún no se ha formado.

Todo lo que los niños ven y escuchan durante esos primeros años pasa a formar su “base de datos” y tienden a reproducir los modelos económicos, profesionales, de salud y de pareja de sus padres. O, en el caso de rechazar esos modelos, se van al otro extremo, con sus correspondientes mochilas de creencias limitantes.

Para poder alcanzar tus sueños es muy importante reconciliarte con tus padres, tanto si están en este momento aquí o no físicamente.

Hay puertas que no pueden abrirse hasta que no abandones el pasado con amor, aceptando que es la mejor opción para generar bienestar en tu vida.

Cuando nacemos olvidamos temporalmente quiénes somos, se duerme nuestra conciencia. Lo llaman “el velo del olvido” y es como si nuestra conciencia se desconectara parcialmente. Nos sirve para ejercitar nuestro libre albedrío sin la carga emotiva de nuestro pasado.

Esa oscuridad interior a la que llamamos “ignorancia” es la raíz del sufrimiento. A mayor luz interior, menor oscuridad. Esta es la única forma de alcanzar la sanación o el equilibrio (salud).

Para crear una vida plena hay que vencer las estructuras del pensamiento autodestructivas y limitantes que fueron creadas por nuestros miedos sin que seamos conscientes de ello.

Cuando la conciencia despierta pone en evidencia todas nuestras creencias y es necesario revisar todo lo que damos por sentado.

Es como revisar todos los alimentos que tenemos guardados en la heladera. Si no tiramos los que están en mal estado o contaminados, contagiarán a los otros y nos harán mucho daño al ingerirlos.

Despertar es liberador, pero no siempre es cómodo porque va a mover muchas cosas dentro de nosotros, algunas nos agradará recordar y otras ocasionarán un inmenso dolor (nuestras propias sombras).

Amarse es ser conscientes de que nunca estamos solos. Cuando despertamos volvemos a conectarnos con el alma, nuestra esencia, con el Creador y desaparece la sensación de soledad.

Ejercitar el libre albedrío significa que tenemos la libertad de elegir en qué polo nos queremos situar a la hora de pensar. En el polo negativo o en el positivo. Cuando nos situamos en el polo negativo del pensamiento obtenemos resultados negativos y cuando nos situamos en el positivo obtenemos cosas maravillosas. Consciente o inconscientemente. Por eso es importante tomar conciencia de nuestros pensamientos a la hora de tomar decisiones.

La mente te da su opinión, pero la decisión es tuya. Tú tienes el poder y la responsabilidad de educar tu mente conforme a lo que tú creas que es bueno para ti.

Pregúntate: ¿Lo que voy a hacer hoy me acerca o me aleja de los objetivos importantes de mi vida? ¿Lo que voy a hacer hoy me acerca o me aleja de la persona que deseo ser?

Durante siglos hemos arrastrado muchas creencias distorsionadas y erróneas de Dios. Nos hicieron creer que todo lo malo que nos sucedía era voluntad o castigo de Dios. Es una de las creencias más limitantes. Un padre misericordioso siempre desea lo mejor para sus hijos, Dios también. Dios, o como tú le llames, desea lo mejor para ti.

El cambio es algo natural en los seres vivos, en la naturaleza, todo lo que no está creciendo está muriendo.

El único propósito que tiene un quiebre o problema es despertar nuestras conciencias. Cuando no aprendemos con las experiencias fáciles, llegan las difíciles.

Para aprender a confiar es necesario dejar de controlar y empezar a delegar. Confiar nos da estabilidad, nos abre a posibilidades; dudar nos genera incertidumbre y nos quita esa estabilidad.

El psiquiatra americano Brian Weiss nos define a las personas como un diamante lleno de polvo, de suciedad, con un montón de capas encima que impiden que se pueda ver su inmenso valor. Con nuestro aprendizaje, empezamos a limpiar algunas caras de ese diamante y a medida que lo vamos haciendo empezamos a brillar y mostrar todo nuestro esplendor permitiendo que la luz universal brille a través de nosotros. Cada cara del diamante que limpiamos es un talento, un don que se nos ha dado para usarlo para iluminar a otros a que descubran sus propios dones.

Todos poseemos luces y sombras, cosas que nos gustan y cosas que no nos gusta que nadie descubra de nosotros. Construimos una coraza que oculte aquello que detestamos de nosotros mismos, para que las personas nos acepten y nos quieran. Tememos que si lo descubren ya no nos querrían o no nos aceptarían.

Tanto el creyente como el no creyente son seres humanos. Debemos tenernos un gran respeto. Si te llamas a ti mismo creyente, pero no tienes tolerancia hacia otras realidades, estás más en falta que aquel que no cree.

“La vida es una serie de experiencias, cada una de las cuales nos hace más grandes, a pesar de que a veces es difícil darse cuenta de esto. El mundo fue construido para desarrollar el carácter, y debemos aprender que los reveses y aflicciones que soportamos nos ayudan en nuestra marcha hacia adelante”.

Henry Ford

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