Buch lesen: «La Sonrisa Escondida de Dios»
Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
ISBN 978-1-629462-19-6
The Hidden Smile of GodCopyright © 2001 by Desiring God Foundation Published by Crossway a publishing ministry of Good News Publishers Wheaton, Illinois 60187, U.S.A. This edition published by arrangement with Crossway. All rights reserved.
©2019 Publicaciones Faro de Gracia.
Traducción al español realizada por Giancarlo Montemayor; edición de texto Paula Bautista, diseño de la portada y las páginas por Francisco Hernández. Todos los Derechos Reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio—electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro—excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.
©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión.
Utilizado con permiso.
Para
George T. Henry† y Pamela C. Henry
Padres de mi esposa,
compañeros de milicia,
preciosos en la vida y en la muerte
Contenido
PREFACIO
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
1. “VIVIR SUJETO AL DIOS QUE ES INVISIBLE”
2. “LAS NUBES QUE TANTO TEMES ESTÁN REPLETAS DE MISERICORDIA”
3. “ ¡OH, QUE NUNCA ME REZAGUE EN MI CAMINAR CELESTIAL!”
CONCLUSIÓN
OTROS TÍTULOS DE PUBLICACIONES FARO DE GRACIA
No juzguen al Señor con sus débiles sentidos,
Sino confíen en Él por Su gracia;
Detrás de una ceñuda providencia
Él esconde un rostro sonriente.
William Cowper
“God Moves in a Mysterious Way
[Dios se mueve de manera misteriosa]”
PREFACIO
Los cisnes cantan dulcemente cuando sufren. Los cisnes que tengo en mente son John Bunyan (1628-1688), William Cowper (1731-1800) y David Brainerd (1718-1747). Los llamo cisnes porque son grandes voces de la verdad cristiana que la muerte no ha silenciado.
Cuando el inigualable Agustín, el Obispo de Hipona en el Norte de África, se retiró en el año 430 d.C., entregó sus deberes a su humilde sucesor, Eraclio. En la ceremonia, Eraclio se puso de pie para predicar mientras el anciano Agustín estaba sentado en su trono de obispo detrás de él. Abrumado por una sensación de incompetencia en la presencia de Agustín, Eraclio dijo: “El grillo chirría, el cisne guarda silencio”1. Esta historia es el origen del título de esta serie de libros llamada Los cisnes no guardan silencio. Ahora estás leyendo el segundo libro. El primero se llama El legado del gozo soberano: La gracia triunfante de Dios en las vidas de Agustín, Lutero y Calvino.
La referencia a los cisnes apareció nuevamente mil años después. El 6 de julio de 1415, John Hus (cuyo nombre en checo significa “ganso”) fue quemado en la hoguera por criticar la venta de indulgencias de los Católicos Romanos. Se dice que justo antes de su muerte escribió: “Hoy están quemando un ganso; sin embargo, en cien años, podrán escuchar un cisne cantar; no lo quemarán, tendrán que escucharlo”2. Y así la línea de “cisnes” ha continuado hasta nuestros días –fieles testigos del evangelio de la gloria de Cristo, cuya muerte no silencia su canción.
Mi objetivo en esta serie de libros es amplificar la voz de los cisnes con el megáfono de sus vidas. El apóstol Pablo llama a la iglesia a “adornar la doctrina de Dios” con la fidelidad de nuestras vidas (Tito 2:10). Eso es lo que han hecho los cisnes, especialmente en su sufrimiento. Su constancia a través de la prueba endulza e intensifica el canto de su fe. Es parte de nuestro agradable deber cristiano preservar y proclamar las historias de los cisnes sufrientes de Cristo, historias que alientan la fe. La Biblia nos exhorta a que “no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas” (Hebreos 6:12). “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (Hebreos 13:7). Pero no podemos imitar o ser inspirados por lo que no conocemos. De ahí la serie, Los cisnes no guardan silencio.
Los tres relatos que presento en este libro fueron originalmente mensajes biográficos entregados de forma oral en la Bethlehem Conference for Pastors. He sido influenciado en mi selección de estos tres para este libro por la convicción expresada por Benjamin Brook en el prefacio de su obra de tres volúmenes, The Lives of the Puritans [Las vidas de los puritanos]:
De todos los libros que se pueden poner en tus manos, aquellos que narran los esfuerzos y el sufrimiento de hombres buenos son los más interesantes e instructivos. En ellos se ven principios ortodoxos, caracteres cristianos y deberes sagrados en una unión encantadora y en operación vigorosa. En ellos se ve la religión resplandeciendo en la vida real, sometiendo las corrupciones de la naturaleza humana e inspirando un celo por toda buena obra. En ellos puedes ver los reproches y persecuciones que los siervos de Dios han soportado; esos principios misericordiosos que han sostenido sus mentes; y el curso que han seguido en su progreso hacia el reino de los cielos. Dichos libros están bien calculados para atraer tu atención, afectar tus sentimientos, profundizar tus mejores impresiones y vigorizar tus resoluciones más nobles. Están bien calculados para fortalecerte contra las tentaciones de un mundo vano; para asimilar tu carácter al de los excelentes de la tierra; para conformar tu vida al estándar de santidad; y educar tu alma para las mansiones de gloria3.
Estos son mis objetivos. Y estoy de acuerdo en que “los esfuerzos y el sufrimiento de hombres buenos son los más interesantes e instructivos” para estos grandes fines. Es evidente, por lo tanto, que no escribo como un erudito desinteresado, sino como un apasionadamente interesado –y espero sincero y cuidadoso– pastor cuya misión en la vida es esparcir pasión por la supremacía de Dios sobre todas las cosas para el gozo de todos los seres humanos.
John Bunyan, William Cowper y David Brainerd se esforzaron y sufrieron. Y fue por la aflicción misma que dieron frutos para alimentar la vida cristiana radical, la adoración centrada en Dios y las misiones mundiales que exaltan a Cristo. Mi oración es que la historia de cómo sufrieron, cómo soportaron y cómo esto dio fruto inspire en ti esa misma vida cristiana radical, adoración centrada en Dios y misión que exalta a Cristo.
John Bunyan es mejor conocido como el simple pastor bautista británico que en prisión escribió el libro que hasta el día de hoy “sigue siendo la publicación de literatura con mayor circulación en la historia de la raza humana fuera de la Biblia”4, El progreso del peregrino. Es un gran libro sobre cómo vivir la vida cristiana. Menos conocido es el hecho de que sus doce años de prisión fueron “voluntarios”, en el sentido de que comprometerse a no predicar el evangelio de Jesucristo le habría conseguido su libertad en cualquier momento. Este hecho intensifica el efecto de saber que cuando la hija mayor de Bunyan, Mary –ciega de nacimiento–, lo visitó en prisión, fue como “arrancarme la Carne de mis huesos”5. Aún menos conocido es el hecho de que este pastor encarcelado, sin educación formal más allá de la escuela primaria, también escribió otros sesenta libros, la mayoría de los cuales aún se siguen imprimiendo 350 años después6.
William Cowper, para aquellos que en algún momento tal vez hayan tomado un curso sobre literatura del siglo XVIII, es conocido como “el poeta de un nuevo avivamiento religioso” dirigido por John Wesley y George Whitefield. Su poesía y sus cartas merecieron cincuenta páginas en la antología que yo estudié en la universidad7. Entre aquellos que lo conocen como un poeta cristiano, muchos no saben que William Cowper vivió con la compañía constante de depresión sombría toda su vida, a veces inmovilizado en la desesperación, y con intentos reiterados de suicidio. A pesar de esta oscuridad, hoy Cowper sigue tocando los corazones de miles que no saben nada sobre él, simplemente porque, en la adoración, cantan sus himnos “Hay un precioso manantial”, “A Tu lado andar, Señor”, y “God Moves in a Mysterious Way [Dios se mueve de manera misteriosa]”.
David Brainerd probablemente no sería conocido por nadie, de no haber sido gracias a Jonathan Edwards, el pastor de Nueva Inglaterra en cuya casa este joven misionero a los indígenas americanos, murió de tuberculosis cuando tenía veintinueve años. Edwards tomó el diario de Brainerd y lo convirtió en lo que se llama The Life of David Brainerd [La vida de David Brainerd]8, una biografía que ha inspirado más servicio misionero, tal vez, que cualquier otro libro fuera de la Biblia9. No había especialistas que le dijeran a Brainerd, de veintidós años, cuando comenzó a escupir sangre en su segundo año en Yale, que era un candidato inadecuado para el estrés misionero lejos de la civilización. Así que, durante los siguientes siete años, después de ser expulsado de Yale, entregó su vida por la salvación de “las tribus de indígenas de Stockbridge, Delaware y Susquehanna”10. Su historia se ha convertido en un clásico espiritual, y “es tan difícil enumerar la gran multitud que Juan vio en Patmos como contar esa muchedumbre –roja, marrón, amarilla y blanca– introducida directa o indirectamente en el Reino de Dios por el joven tuberculoso que gastó su vida en los campos de Nueva York, Pensilvania, y Nueva Jersey hace más de dos siglos”11. Con los grandes privilegios espirituales viene gran dolor. Es claro por las Escrituras que este es el designio de Dios: “Y para que la grandeza de las revelaciones”, escribió Pablo en 2 Corintios 12:7, “no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera”. Gran privilegio, gran dolor, el diseño de Dios. Lo mismo sucedió con Bunyan, Cowper y Brainerd. Pero no todos tenían el mismo dolor. Para Bunyan era la prisión y el peligro, para Cowper era una depresión de por vida y una oscuridad suicida, para Brainerd era la tuberculosis y el “mundo salvaje”.
¿Cuál fue el fruto de esta aflicción? ¿Y cuál fue la roca sobre la que creció? Considera sus historias y sé alentado en que ningúna obra ni sufrimiento en el camino de la obediencia cristiana es en vano. “Detrás de una ceñuda providencia, Él esconde un rostro sonriente”.
AGRADECIMIENTOS
Después de treinta y dos años de matrimonio, ella todavía lee todo lo que escribo. No solo lo lee, sino que lo mejora. Gracias, Noël, por ser mi casa editorial.
Justin Taylor estuvo un año extra en la Bethlehem Baptist Church durante su paso por el seminario y trabajó de tiempo completo en Desiring God Ministries, ayudando a las personas a pensar detenidamente sobre asuntos complicados en la Biblia y la teología. Gracias, Justin, por aplicar tu ojo de águila a este manuscrito cuando surgió y por hacer sugerencias tan útiles y por detectar mis errores.
Aaron Young hace todo lo que un asistente leal y talentoso e inteligente puede hacer para que mi vida sea manejable. No podría mantener mi cabeza fuera del agua sin su ayuda. Gracias, Aaron, por estar tan fielmente detrás de cámaras, haciendo posibles tantas cosas.
Me encantan los libros con índices que me ayudan a encontrar una cita que apenas recuerdo o un dato olvidado. Es por eso que vuelvo una y otra vez a Carol Steinbach para ayudarme a hacer que cada libro sea más útil con sus habilidades de indexación. Gracias, Carol. Ahora puedes leer mi rostro cuando sea el momento de preguntarte de nuevo. Al igual que con el primer libro de Los cisnes no guardan silencio, estos capítulos fueron originalmente mensajes para la Bethlehem Conference for Pastors. Uno de los grandes gozos de mi vida es alentar a los hermanos en el ministerio pastoral retratando las vidas de los grandes santos e instándolos a “considerar cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitar su fe” (Hebreos 13:7).
Estos capítulos no existirían sin el hambre de esos pastores para sacarle provecho a ese esfuerzo. Y la Conferencia no existiría sin Jon Bloom, el director de Desiring God Ministries, y su supervisión llena de oración de esta Conferencia. Gracias, hermano, por estar ahí.
Lane Dennis, Ted Griffin, Brian Ondracek, Marvin Padgett y todo el equipo de Crossway Books son el enlace indispensable entre el escritor y el lector. Gracias a todos por preocuparse por la canción de los cisnes y hacer de este proyecto un deleite para mí.
Finalmente, Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, nuestro Señor y el Espíritu Santo deben recibir toda honra y todo agradecimiento por sobre todo y en todo. Dios es siempre suficiente para toda buena obra; Él no es “honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25). Algunas veces Su sonrisa está escondida, pero Su brazo nunca se acorta ni Su luz se extingue. A su debido tiempo, las nubes se mueven, y la luz regresa, y somos sostenidos. A medida que envejecemos aprendemos a confiar en el trabajo inescrutable de Sus vientos. Que estos capítulos te fortalezcan para esperar pacientemente al Señor en las temporadas de oscuridad, porque detrás de una ceñuda providencia Él oculta un rostro sonriente.
Nosotros también, antes que venga la tentación, pensamos que podemos caminar sobre el mar, pero cuando soplan los vientos, sentimos que nos comenzamos a hundir… Y, sin embargo, ¿no nos hace ningún bien? No podríamos vivir sin tales vueltas de la mano de Dios sobre nosotros. Estaríamos cubiertos con demasiada carne, si no tuviéramos nuestras estaciones invernales. Se dice que en algunos países los árboles crecen, pero no dan fruto, porque en esos lugares no hay invierno.
John Bunyan
seasonable Counsel: or Advice to sufferers
[Consejo a tiempo, o ayuda a los sufrientes]
Vi con los ojos de mi alma a Jesucristo a la diestra de Dios; allí,
digo, estaba mi justicia;
de manera que dondequiera que estuviera, o hiciera lo que hiciera,
Dios no podría decir de mí: [le falta] mi justicia,
porque la tenía justo delante de Él…
Entonces sí que cayeron las cadenas de mis piernas.
Fui liberado de mis aflicciones y mis hierros.
John Bunyan
Gracia Abundante
INTRODUCCIÓN
Donde crece el fruto de la aflicción
Tres clases de frutos
Las aflicciones de John Bunyan nos dieron El progreso del peregrino. Las aflicciones de William Cowper nos dieron “Hay un precioso manantial” y “God Moves in a Mysterious Way [Dios se mueve de manera misteriosa]”. Y las aflicciones de David Brainerd nos dieron un Diario publicado que ha movilizado a más misioneros que cualquier otra obra similar. El horno del sufrimiento produjo el oro de la guía y la inspiración para vivir la vida cristiana, adorar al Dios cristiano y difundir el evangelio cristiano.
Existe cierta ironía en el fruto de estas aflicciones. El confinamiento de Bunyan le enseñó el camino peregrino de la libertad cristiana. La enfermedad mental de Cowper produjo una dulce música de la mente para las almas atribuladas. La ardiente miseria de aislamiento y enfermedad de Brainerd explotó en misiones globales más allá de toda imaginación. La ironía y desproporción son maneras de actuar propias de Dios. Nos mantiene fuera de balance con Sus impredecibles conexiones. Creemos que sabemos cómo hacer algo grande, y Dios lo hace pequeño. Pensamos que todo lo que tenemos es débil y pequeño, y Dios lo hace grande. La estéril Sarah da a luz al hijo de la promesa. Los 300 hombres de Gedeón derrotan a 100 000 madianitas. Una honda en la mano de un pastorcillo derriba al gigante. Una virgen concibe al Hijo de Dios. Los cinco panes de un muchacho alimentan a miles. La violación de la justicia, la envilecida conveniencia política y una tortura criminal en una horrible cruz se convierten en el fundamento para la salvación del mundo.
Esta es la forma de actuar de Dios –quitar todas las jactancias del hombre y ponerlas en Dios. “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia… para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:26-29, 31).
No es sorprendente (1 Pedro 4:12), por lo tanto, que el sufrimiento encaje dentro del diseño de Dios en maneras que a veces nos desconciertan y nos ponen a prueba hasta el límite. El desconcierto y la prueba son parte del diseño: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4).
¿Diseña Dios el sufrimiento para Sus hijos?
Pero muchos tropiezan con la palabra diseño. ¿Sería el sufrimiento el diseño de Dios? ¿Podemos hablar de esa manera? ¿O deberíamos hablar de Dios trabajando con lo que se le ha dado? En otras palabras, ¿Dios supervisa y maneja los asuntos del mundo de manera que podemos hablar del sufrimiento como Su voluntad y Su designio, o Él maneja el mundo, más bien, como un jugador de ajedrez que no decide cuáles son los movimientos de Su contrincante, pero siempre puede controlarlos y convertirlos en bien? ¿Planifica Dios el lugar del sufrimiento en la vida de Sus hijos con buenos fines, o está Él siempre en la posición de responder al dolor que otras fuerzas le dan para utilizar?
Todos los cisnes en este libro cantan al unísono sobre esta pregunta. Dios gobierna el mundo y todo lo que sucede en él, con propósito y diseño para el bien de aquellos que le aman. Esta fue la última lección que Job aprendió de todo su sufrimiento: “Respondió Job a Jehová y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job 42:1-2). Satanás puede desempeñar su papel perverso en el drama y llevarse a los hijos de Job y herirlo con sarna de pies a cabeza, pero Job no le dará a Satanás la eminencia como causa primera de todo. Esto solo le pertenece a Dios, incluso si no podemos entenderlo por completo. Cuando los diez hijos de Job murieron aplastados, él “se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:20-21). A esta increíble confesión de que Dios se había llevado a sus hijos, el autor del libro responde con confirmación: “En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno” (Job 1:22). Del mismo modo, incluso cuando el texto dice explícitamente que “Satanás… hirió a Job con una sarna maligna”, la respuesta de Job fue, “¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?”. Y nuevamente el autor endosa la teología de Job con las palabras, “En todo esto no pecó Job con sus labios” ( Job 2:7, 10).
Este es el mensaje uniforme de la Biblia, sea que estemos hablando del sufrimiento que proviene de la enfermedad12 o del procedente de la calamidad13 o de persecución14: “[Dios] hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:11). Dios tiene un propósito bueno y sabio en todo lo que sucede15. Desde la mañana hasta la noche, sobre todas las situaciones de nuestras vidas, debemos decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:15). ¿Por qué? Porque Dios dice, “Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:10). “Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá” (Proverbios 19:21). “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos” (Proverbios 16:9). “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre” (Mateo 10:29). “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Proverbios 21:1). “La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella” (Proverbios 16:33).
Voces opuestas
Sin embargo, hay quienes no están de acuerdo. Hay liberales anticuados que dicen: “Creo que el dolor y el sufrimiento nunca son la voluntad de Dios para Sus hijos… No puedo concebir que sea la voluntad de Dios que alguien sea atropellado por un conductor bajo la influencia del alcohol, o que una joven madre muera de leucemia, o que alguien en su mejor momento de juventud deba enfrentar la creciente impotencia de la arteriosclerosis”16.
Y luego están los “teístas abiertos”17 de hoy en día quienes dicen: “Dios no tiene un propósito divino específico para todas y cada una de las apariciones del mal… Cuando un niño de dos meses contrae un incurable y doloroso cáncer de huesos que significa sufrimiento y muerte, es un mal sin sentido. El Holocausto es un mal sin sentido. La violación y el desmembramiento de una niña es un mal sin sentido. El accidente que causó la muerte de mi hermano fue una tragedia. Dios no tiene un propósito específico en mente para estas ocurrencias”18. “Cuando un individuo inflige dolor a otro individuo, no creo que podamos ir en busca del ‘propósito de Dios’ en ese suceso… Sé que los cristianos con frecuencia hablan sobre ‘el propósito de Dios’ en medio de una tragedia causada por alguien más… Pero considero esto simplemente como una manera de pensar piadosamente confusa”19. “Ni Jesús ni Sus discípulos asumieron que tenía que haber un propósito divino detrás de todos los eventos en la historia… La Biblia no supone que cada mal en particular tenga un propósito piadoso particular detrás de él”20.
“Más Dios lo encaminó a bien”
Y luego está la Biblia misma con Su rotunda afirmación sobre cada mal perpetrado contra el pueblo de Dios: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20). Esto es lo que José les dijo a sus hermanos quienes habían pecado contra él al venderlo como esclavo y mentirle a su padre Jacob. Lo que él dice no es simplemente que Dios cambió este mal para bien después de que sucedió, sino que Dios lo pensó (utilizando en hebreo el mismo verbo que se usó al hablar de la intención de sus hermanos) para bien. Esto es confirmado en Génesis 45:7, donde José dice: “Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra”. De hecho, en siglos posteriores, el pueblo de Israel celebró precisamente este diseño soberano de Dios en las tribulaciones de José, junto con la convicción de que Dios planeó traer el hambre que hizo tan necesaria la presencia de José en Egipto, y la convicción de que Dios probó a José con dificultades severas:
[Dios] Trajo hambre sobre la tierra,
Y quebrantó todo sustento de pan.
Envió un varón delante de ellos;
A José, que fue vendido por siervo.
Afligieron sus pies con grillos;
En cárcel fue puesta su persona.
Hasta la hora que se cumplió Su palabra,
El dicho de Jehová le probó.
Salmo 105:16-19
Lo que dicen los cisnes que sufren
Y luego están los cisnes que sufrieron. Para John Bunyan, William Cowper y David Brainerd, el propósito amoroso de Dios en el dolor fue una de las verdades más preciosas en la Biblia y una de las experiencias más poderosas de sus vidas. Cowper lo expresó en uno de sus himnos más famosos. Observa especialmente las líneas, “Él atesora Sus resplandecientes designios” y “Detrás de una ceñuda providencia”, y “Sus propósitos pronto madurarán” y “Y escudriña Su obra en vano”. Cada una de estas líneas apunta a la convicción profunda y llena de esperanza de que Dios tiene “designios” y “propósitos” en Su dolorosa “providencia” y enigmática “obra”.
En lo profundo de minas insondables
Hechas con una habilidad que nunca falla,
Atesora Sus resplandecientes designios
Y obra Su soberana voluntad.
No juzguen al Señor con sus débiles sentidos,
Sino confíen en Él por Su gracia;
Detrás de una ceñuda providencia
Él esconde un rostro sonriente.
Sus propósitos pronto madurarán,
Revelándose hora tras hora;
El capullo podrá tener un amargo sabor,
Pero dulce va a ser la flor.
La incredulidad ciega yerra con toda seguridad,
Y escudriña Su obra en vano;
Dios es Su propio intérprete,
Y es Él quien nos lo explicará todo21.
David Brainerd compartía la confianza de Cowper en que Dios gobernaba todo lo que le sucedía. Esto despertó en él lo que llamó una “dulce resignación” en todos sus extraordinarios sufrimientos con la tuberculosis y soledad y peligros y toda clase de privaciones lejos de la civilización. Escribió en su diario el domingo 10 de marzo de 1744: “Mi alma estaba dulcemente resignada a lo que Dios dispusiera de mí, en todos los aspectos; y vi que nada me había sucedido que no fuera lo mejor para mí”22. Incluso las desilusiones de ministrar en una condición espiritual “seca y estéril” las vio como algo dentro de los designios del cuidado de su Padre:
Le agradó a Dios dejar que yo estuviera muy seco y estéril; tanto que no recuerdo haber sido enderezado de tal forma durante los últimos doce meses seguidos. Dios es justo, y Él ha hecho que mi alma acepte Su voluntad en este aspecto. Es contrario a la “carne y sangre” estar alejado de toda libertad en medio de un amplio auditorio [audiencia], donde las expectativas son muy altas; pero así eran las cosas conmigo: y Dios me ayudó a decir “Amén” a ello; buena es la voluntad del Señor23.
Si alguien comienza a preguntarse si tal sumisión a la voluntad soberana de Dios sobre todas las cosas produciría un fatalismo pasivo, todo lo que tiene que hacer es mirar honestamente la vida de Brainerd. Produjo lo opuesto. Él fue facultado para seguir adelante contra inmensos obstáculos con la confianza de que Dios estaba obrando a su favor en cada prueba. “Esto, por medio de la gracia, puedo decir en el presente, con respecto a la vida o la muerte: ‘Que el Señor haga conmigo como bien le parezca’”24.
El contexto del Antiguo Testamento para esa última cita confirma el efecto de empoderamiento y liberación de creer en la soberanía triunfante de Dios sobre las batallas de la vida. Joab y su hermano Abisai, con el ejército de Israel, estaban armados contra los sirios y los amonitas. El resultado parecía precario. Entonces Joab le dijo a su hermano: “Si los sirios fueren más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas fueren más fuertes que tú, yo te ayudaré. Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca” (1 Crónicas 19:12-13). El Señor tenía el control del resultado. Pero esto no paralizó a Joab con fatalismo; lo fortaleció con esperanza. Pase lo que pase –derrota o victoria– el Señor tiene el control y tiene Sus “brillantes designios”. Incluso si el “capullo” sangriento de la batalla resulta tener un sabor amargo, “dulce” será la “flor” del diseño de Dios.
El consejo de Bunyan para los que sufren
John Bunyan escribió más sobre el sufrimiento y lo fructífero de la aflicción que Cowper o Brainerd. Él fue aún más explícito en que hay un propósito y diseño divino en el sufrimiento para el bien de los hijos de Dios y para la gloria de Su nombre. El gran Progreso del peregrino, como dijo George Whitefield, “huele a prisión”. Nació en el sufrimiento, y retrata la vida cristiana como una vida de aflicción. Pero Bunyan veía que su encarcelamiento no era más que lo que Dios había diseñado para él: “Así que, habiendo sido entregado en manos del carcelero, convirtieron la prisión en mi hogar, y he permanecido allí doce años completos, en espera de ver lo que Dios va a soportar que esos hombres me hagan”25.
La fuente más rica de enseñanzas sobre el sufrimiento en los escritos de Bunyan es un libro que escribió para su propia congregación titulado Seasonable Counsel, or Advice to Sufferers [Consejo a tiempo, o ayuda a los sufrientes]26. Apareció en 1684 justo antes de los “Juicios Sangrientos”27. La necesidad de este “consejo a tiempo” no era teórica. Algunos de sus feligreses ya habían sido encarcelados con él. La amenaza era tan real nuevamente que Bunyan transfirió todas sus posesiones a su esposa Elizabeth ante la posibilidad de que fuera encarcelado y obligado a pagar multas que le quitarían todas sus posesiones28. No fue una exageración cuando Bunyan escribió: “Ciertamente, nuestros días han sido días de tribulación, en especial desde que se descubrió el complot papista, porque entonces comenzamos a temer que nos degollaran, que nos quemaran en nuestras camas y que destrozaran a nuestros hijos delante de nuestros rostros”29.
Entonces, ¿qué le diría él a su pueblo para prepararlos ante la probabilidad de sufrir por Cristo? ¿Diría, con el liberal anticuado, “creo que el dolor y el sufrimiento nunca son la voluntad de Dios para Sus hijos”? ¿Diría él con el teísta abierto de hoy en día, “los cristianos con frecuencia hablan sobre ‘el propósito de Dios’ en medio de una tragedia causada por alguien más… pero esto lo considero simplemente como una manera confusa de pensar piadosamente”? No, esto habría sido bíblica y pastoralmente impensable para John Bunyan, cuya sangre era “bíblica”30.
El texto se basa en, 1 Pedro 4:19: “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien”. Entonces él explica este texto, haciendo las siguientes observaciones:
No es lo que quieran los enemigos, ni lo que ellos hayan decidido, lo que va a suceder, sino lo que Dios quiera, y lo que Dios disponga, eso será hecho… Y así como ningún enemigo puede hacer sufrir a un hombre cuando la voluntad de Dios es otra, de igual manera, ningún hombre se puede salvar a sí mismo de sus manos cuando Dios lo entregue a ellas para Su gloria… Sufriremos o no, según le plazca a Él… Dios ha dispuesto quién ha de sufrir. El sufrimiento no viene por casualidad, ni por la voluntad del ser humano, sino por voluntad y designio de Dios31.