Buch lesen: «La vivacidad del Evangelio»
“Me encanta este libro porque su título libera. Ser capaces de explicar lo que el evangelio es, cómo funciona en nuestras vidas, y cómo debe ser compartido, es una combinación única y poderosa que no había visto antes. Jeff ha escrito un libro que permanecerá por largo tiempo, porque reforma el evangelismo de una manera fresca”.
Bob Roberts, pastor principal, Northwood Church; autor, Bold as Love [Valiente como el amor] y Lessons from the East [Lecciones del este]
“Jeff nos llama de vuelta al evangelio, no como una frase trillada para usarla en los círculos cristianos, sino como un lenguaje que cambia la vida, el cual hablamos con mayor fluidez mientras lo vamos utilizando en nuestra comunidad. La analogía de aprender un idioma extranjero nos ayuda a visualizar cómo podemos tener más fluidez en el evangelio, trabajando, comiendo, e incluso soñando mientras estamos inmersos en la buena noticia de Jesús, y cómo eso cambia todo. ¡Este es un libro extremadamente útil y práctico!”
Wendy Alsup, maestra; bloguera; autora, Is the Bible Good for Women? [¿La Biblia es buena para las mujeres?] y Practical Theology for Women [Teología práctica para mujeres]
“Es muy fácil olvidar cuán buena es la buena noticia del evangelio. Este libro práctico te ayudará a ver esa buena noticia, y a compartirla con otros”.
Russell Moore, presidente, Comisión de ética y libertad religiosa de la Southern Baptist Convention
“Aun el título de este libro: La vivacidad del evangelio, muestra un entendimiento correcto del evangelio: el mensaje de Dios que tiene que ser hablado. Nuestra comunicación del evangelio es más que un volcado de datos; es un mensaje que debemos compartir sin acento, como hablantes nativos que están inmersos en el conocimiento y el habla del evangelio vivo. El claro llamado de Jeff, a través de historias convincentes y fundamentos bíblicos, es conectar el evangelio con todas las áreas de la vida, y después hablarlo con fluidez para los creyentes y los no creyentes por igual”.
J. Mack Stiles, autor, Evangelismo: como toda la iglesia habla de Jesús y Marks of the Messenger [Marcas del mensajero]
“Jeff Vanderstelt tiene un don para aclarar y simplificar lo que en ocasiones es complejo y confuso. El libro de La vivacidad del evangelio no es la excepción. Aquí, Jeff invita a los creyentes, los no creyentes, los pastores, y a los líderes de la iglesia a pensar acerca de su fe con ojos frescos y con un lenguaje fresco. Él no nos invita a un sistema, a un eslogan, o a una moda pasajera, sino a una refrescante visión de Cristo nuestro Salvador y la vida que Él ofrece”.
Mike Cosper, pastor de artes y adoración, Sojourn Community Church, Louisville, Kentucky
“He conocido a Jeff por más de una década, y su corazón late por la iglesia, para que ésta sea todo lo que Dios la llamó a ser en Cristo. Él no es sólo un hombre con ideas; él tiene los pies sobre la tierra, ya que vive las verdades que puedes leer en este libro. A medida que la cultura cambia y el ministerio atrayente se desvanece, Jeff será un guía fiel para todos nosotros”.
Matt Chandler, pastor principal, The Village Church, Dallas, Texas; Presidente, Acts 29 Church Planting Network; autor, La unión de dos almas y El evangelio explícito
“Cuando los cristianos hablamos acerca del evangelio, éste debe sonar como nuestra lengua nativa. La vivacidad del evangelio nos ayuda a articular y vivir el evangelio que amamos. Nuestra ‘fluidez’ en el evangelio es necesaria para que seamos embajadores del Rey dador del evangelio. Necesitamos libros como La vivacidad del evangelio para cimentarnos en nuestra práctica del evangelio y para librarnos de vivir nuestras vidas diarias a la deriva cultural”.
Daniel Montgomery, pastor principal, Sojourn Community Church, Louisville, Kentucky; Fundador, Sojourn Network; coautor, Faithmapping [Mapeo de la fe], PROOF [PRUEBA], y Leadership Mosaic [Un mosaico del liderazgo]
“He esperado por mucho tiempo para tener un recurso de parte de Jeff acerca de este tema. Es tan, tan, tan necesario. Debido a que he trabajado con diferentes cristianos de muchas iglesias a lo largo de la ciudad de Chicago, he sido testigo de la falta de entendimiento del evangelio que se ha permeado en muchas iglesias ‘sólidas’. Yo personalmente voy a encargarme de entregar copias de este libro como si fueran folletos del evangelio”.
Jackie Hill Perry, poeta; escritora; artista de hip-hop
Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
ISBN 978-1-629462-39-4
Originally published in English under the title, Gospel Fluency: Speaking the Truths of Jesus into the Everyday Stuff of Life © 2017 by Jeff Vanderstelt. Published by Crossway a publishing ministry of Godd News Publishers, 1300 Crescent Street, Wheaton, IL 68187 U.S.A. This edition published by arrangement with CROSSWAY. All rights reserved.
©2019 Publicaciones Faro de Gracia.
Traducción al español realizada por Victor Manuel Velasco; edición de texto y diseño de la portada y las páginas por Francisco Hernández Aceves. Todos los Derechos Reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio—electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro—excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.
©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.
JEFF VANDERSTELT
prólogo por JACKIE HILL PERRY
Fluidez en el mundo pos-moderno
Para:
Jayne , mi amiga, esposa, y compañera de vida. Tu fe me inspira. Tu sabiduría me ayuda. Tu amor por Jesús me ha cambiado.
Haylee, Caleb, y Maggie. Ustedes me hacen sonreír, reír, llorar, y orar. Ustedes me están haciendo más como Jesús. Oro para que también ustedes sean más como Él.
Doxa Church.Gracias por recibir a los Vanderstelts como familia. Constantemente le agradezco a Dios por todos ustedes. Los guardo con afecto en mi corazón.
La familia de iglesias Soma.Ustedes han llegado a ser más de lo que siempre soñé y me han animado más de lo que se imaginan. Verdaderamente son una familia. Los amo.
Contenido
Prólogo
Agradecimientos
Parte 1 La vivacidad del evangelio
1 Todos somos incrédulos
2 Dales a Jesús
3 Fluidez
Parte 2 El evangelio
4 La verdadera historia
5 El poder para salvación
6 ¿Qué tiene que ver la fe con eso?
Parte 3 El evangelio en mí
7 La buena noticia para mí
8 La guerra de la mente
9 Del fruto hasta la raíz
Parte 4 El evangelio con nosotros
10 Comiendo para recordar
11 Él es el mejor…
12 El Héroe de nuestra historia
Parte 5 El evangelio para otros
13 Escucha y aprende
14 Demuestra y declara
15 Crece en amor y sabiduría
Conclusión
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Prólogo
El libro que tienes en tus manos es muy importante. ¿Por qué? Porque tiene el potencial para salvar tu vida.
Cada ser humano en la tierra necesita la salvación, no sólo de la ira venidera, sino también de la teología endeble que se ha permeado en las comunidades cristianas. Eso puede sonar un poco extremo, pero en esencia es verdad. La buena noticia ha sido degradada a la posición de un sermón de domingo de Pascua y un llamado al altar, mientras que el pecado y el desánimo causan estragos en el funcionamiento interno de aquellos que se sientan en las bancas de iglesia.
Si le preguntaras a muchos cristianos qué es el evangelio, las respuestas cantarían una canción acerca de la vida, la muerte, la sepultura, y la resurrección de Cristo. La precisión de esas respuestas podría hacerte asumir que existe una aplicación, hasta que planteas otra pregunta, tal como: “¿Cómo aplicas el evangelio a tu vida cotidiana?” Las miradas en blanco y las palabras vacilantes te pueden revelar la desconexión que muchos cristianos tienen entre el evangelio y su poder, no sólo para salvar nuestras almas, sino también para cambiar nuestras vidas.
Yo creo que lo que tienes en tus manos puede ser el catalizador para ese cambio.
Aunque sus contenidos pueden traerte ideas frescas, te aseguro que no está enraizado en nada nuevo. Por el contrario, este libro sigue los pasos de los apóstoles, al entregarte lo que es de primera importancia (1 Corintios 15:3), es decir, la buena noticia de Jesucristo.
Personalmente, he sido impactada por el ministerio saturado del evangelio de Jeff Vanderstelt. Su énfasis en la fluidez del evangelio ha moldeado todo desde mi poesía hasta mi música e incluso la manera en la que disciplino a mi hija de un año. Ha habido muchas ocasiones en las que la he encontrado salpicando el jugo por toda la cocina como si fuera una versión miniatura de Jackson Pollock, y he pensado: “La manera en la que reaccione en este momento va a establecer las bases de la manera en la que ella entenderá la gracia y el evangelio”.
Aunque ella es demasiado joven para entender ahora, el principio seguirá siendo muy pertinente. El evangelio debe impactarnos, no sólo teológicamente, sino también prácticamente. Desde nuestra predicación hasta la crianza de nuestros hijos, la buena noticia nos da los planos para saber cómo funcionar en estas esferas de una manera que glorifica a Cristo.
Yo creo que esa es la razón por la que la fluidez del evangelio debe primero enraizarse en nuestro corazón antes de que esperemos que florezca en nuestros respectivos ministerios. Ya sea que ese ministerio sea la maternidad o las misiones, me he dado cuenta de que, si no tengo la fluidez del evangelio en los pensamientos de mi vida, entonces tampoco la voy a tener al momento de hablar. Si no tengo fluidez al hablar del evangelio, entonces tampoco la tendré en mi evangelismo o en mi discipulado. Me he encontrado con muchos hombres y mujeres piadosos que están caminando a través de la vida con las personas de sus iglesias, enseñándoles cómo estudiar la Escritura, ayudándolos a entender las disciplinas espirituales, las finanzas, las relaciones interpersonales, y muchas otras cosas. Sin embargo, el punto ciego y engañoso de esas relaciones de discipulado es que, ellos discipulan a las personas para que aprendan cómo hacer todas esas cosas exitosamente, pero sin Cristo. ¡Oh, cuán fácil es crear una mujer y un hombre a nuestra imagen! Personas que viven de una manera moralmente correcta al mismo tiempo que son deficientes con respecto al evangelio. Les hacemos un gran daño a las personas que Dios nos ha llamado a discipular, cada vez que los discipulamos en cualquier otra cosa que no sea Cristo.
Cuando somos fluidos en el evangelio, inevitablemente nuestra manera de vivir es moldeada, y por consiguiente eso afecta la manera en la que nos relacionamos con el mundo a nuestro alrededor. Por esa razón este libro es tan profundamente necesario. Ya que, nos hará volver a los fundamentos básicos del cristianismo, en donde la buena noticia es buena noticia otra vez; donde el hermoso recordatorio de lo que Dios hizo por nosotros en Cristo puede romper el caos y llevarnos hacia el amor de Dios; donde el evangelio no es el apéndice del sermón, sino la montaña sobre la cual se sostiene la predicación; y donde podemos reconocer que el evangelio no sólo nos salva sino también nos guarda.
Jackie Hill Perry
Agradecimientos
En primer lugar, tengo que agradecerle a Justin Taylor por impulsarme continuamente a escribir La vivacidad del evangelio. Aunque Saturate [Saturar] fue mi primer libro, Justin me ha impulsado gentilmente a escribir este libro por muchos años. Él ha escrito en sus blogs acerca de mi entrenamiento sobre la fluidez del evangelio, envió incontables tuits, y constantemente me preguntaba si alguna vez lo imprimiría. Se aseguró de que eso pasara, así como se aseguró de que publicara este libro con Crossway. Y lo hizo así porque el creyó que esta obra puede servirles a muchos, y yo oro sinceramente para que así sea.
También tengo que reconocer cómo es que Josh McPherson y la familia de Grace Community Church en Wenatchee, WA, contribuyeron con esta obra. Hace años, Josh y la familia de GCC me proveyeron de lugares en los que podía apartarme para escribir, porque ellos creyeron que este libro podía servirle grandemente a la iglesia. Gracias Josh y GCC, por brindarme el espacio para realizar mis escritos, ya que finalmente eso me permitió terminar La vivacidad del evangelio.
Y, probablemente nunca hubiera empezado a escribir, si Sealy Yates, mi agente, no hubiera escuchado a dos de sus autores, los cuales le recomendaron que me siguiera. Gracias, Sealy, por animarme a enviar la propuesta inicial del libro a los editores y por contactarme con el equipo de Crossway, el cual ha sido una gran bendición para mí en este proceso.
Gracias, Greg Bailey, por editar tanto La vivacidad del evangelio como Saturate [Saturar]. Has mejorado mi trabajo.
Abe Meysenburg y Randy Sheets, junto con Jayne, ustedes son mis amigos fieles, quienes nunca dudan en proclamar el evangelio para mi incredulidad y edificarme con el evangelio en mis momentos de desesperanza. He podido crecer en Cristo inmensamente, porque ustedes me hablan del evangelio. Son unos amigos verdaderos.
También quiero agradecerle a Amy Lathrop, Rachel Northey, y Sara Parker, quienes leyeron muchas versiones de este libro mientras estaba siendo escrito, y me proveyeron de una gran retroalimentación al mismo tiempo que me animaron a no rendirme cuando tuve días malos.
Estoy profundamente en deuda con Tim Keller por la gran influencia que ha tenido en mi vida, mayormente a través de su predicación, su entrenamiento, y sus escritos. Estoy seguro de que no tendría fluidez en el evangelio si no hubiera aprendido tanto de Tim. Aparte de Jesucristo, la vida y la obra de Tim ha tenido más impacto sobre La vivacidad del evangelio que cualquier otra cosa.
Y por supuesto, con Quien tengo la mayor deuda por la eternidad es con mi Salvador y Señor, Jesús. Te amo, Jesús, y viviré por siempre para desplegar y declarar Tu gloria. Tú mereces más de lo que cualquiera de nosotros podría darte, y por esa razón, yo, junto con muchos otros, voy a pasar la eternidad cantando, proclamando, y desplegando Tu alabanza. Eres digno de toda la alabanza, gloria, y honor—mi Rey, mi Salvador, mi Señor, y mi Amigo.
Parte 1 La vivacidad del evangelio
1 Todos somos incrédulos
Yo soy un incrédulo. Tú también lo eres.
Y tal vez estás pensando: “¡Espera un momento!” “¿Qué haces escribiendo un libro acerca del evangelio de Jesucristo si tú eres un incrédulo? y, además, ¿qué es lo que tú sabes acerca de mí? ¿quién piensas que soy?”
Yo crecí creyendo que las personas se encontraban dentro de dos categorías: o eres creyente o eres incrédulo; o crees en Jesucristo y lo que Él ha hecho por nosotros o no lo crees. Pero ahora, después de más de 25 años siendo pastor, puedo ver que cada uno de nosotros es un incrédulo, incluyéndome a mí—al menos en algunas áreas de nuestras vidas.
No me malinterpreten. Yo sí creo que existen personas que son hijos de Dios regenerados y que hay otras personas que todavía no lo son. Hay quienes han recibido una vida nueva a través de la fe en Jesús. Ellos han sido hechos nuevas creaciones y han tenido un nuevo comienzo por causa de su fe en Jesucristo y en lo que Él ha hecho por ellos. Y también creo que hay otros que siguen muertos en sus pecados y no están verdaderamente vivos en Cristo (vea Juan 1:12–13; 2 Corintios 5:17; Efesios 2:1–10).
Cuando digo que todos somos incrédulos, me refiero a que seguimos teniendo cosas en nuestras vidas en los que no le creemos a Dios. Hay aspectos en donde no confiamos en Su Palabra y no creemos que lo que Él logró en Cristo es suficiente para lidiar con nuestro pasado, o con lo que estamos enfrentando en este momento, o en lo que está por venir.
No creemos que Su Palabra es verdad o que Su obra es suficiente.
No creemos. Somos incrédulos.
Yo lucho contra la incredulidad de manera cotidiana. Tengo una conversación con mi esposa, y cuando ella señala algo en lo que todavía tengo que mejorar, escucho la palabra fracaso en mi cabeza.
Intento dirigir una buena conversación acerca de la Biblia durante la cena con mis hijos, pero en lugar de que ellos estén al filo de sus asientos con mucho entusiasmo, los veo con sus cuerpos encorvados y con sus ojos en blanco. Mal padre.
Enseño acerca de ser un buen vecino, uno que conoce las historias de las personas que viven en tu calle, pero desde que me mudé al vecindario en el que vivimos actualmente, hace unos meses, la única historia que conozco es la de mis intentos fallidos por conocer a las personas. Hipócrita.
Incredulidad.
Me deslizo dentro y fuera al momento de creer en la Palabra de Dios acerca de mí y de Su obra por mí. Jesús dio Su vida para hacerme una nueva Creación. Él murió para perdonarme de mis pecados y cambiar mi identidad de pecador a santo, de fracasado a fiel, y de malo a bueno e incluso justo y santo. Pero olvido lo que Él ha dicho acerca de mí. Olvido lo que ha hecho por mí. Y a veces no es que se me olvide. A veces es sólo mera incredulidad. Yo sé estas cosas. Simplemente no las creo.
Soy un incrédulo. Por supuesto, no lo soy en todo momento. Pero sí tengo algunos momentos.
Y tú también. Estoy seguro de eso.
Todos luchamos con la incredulidad en Dios, porque el mensaje de Quién es Él y qué ha hecho por nosotros a veces puede sonar increíble. Todos tambaleamos de aquí para allá, en nuestra confianza de que lo que Él ha hecho por nosotros en Jesús es suficiente para nosotros hoy.
Es muy posible que, aunque estés familiarizado con Jesús, todavía no hayas creído en Él para tu vida. O tal vez has venido a la fe en Jesús, pero ésta no ha cambiado verdaderamente tu vida diaria o la manera en la que te involucras en tus actividades cotidianas.
El apóstol Pablo les dijo a los creyentes en Jesús de Galacia: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios [Jesús], el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Ellos habían comenzado con fe en Jesús, pero estaban poniendo su fe y su esperanza en algo más que los hiciera justos en lugar de Jesús. Pablo los llamó a tomar conciencia de que la buena noticia acerca de Jesús—el evangelio—es para toda la vida: es todo.
Una vida de vivir verdaderamente es una vida de fe en Jesús, una vida de creer en Jesús en las actividades cotidianas de la vida.
Yo sigo aprendiendo cómo vivir de esa manera. Pues sigo siendo incrédulo de muchas maneras. Sin embargo, no quiero permanecer en esa condición. Quiero que toda mi vida esté marcada por la fe en Jesús.
Dios tiene la intención de hacer que todo sea acerca de Jesús, porque a través de Él todas las cosas llegaron a existir, y en Él todas las cosas subsisten (Efesios 1:22–23; Colosenses 1:15–20).
Dios también quiere rescatarte de la incredulidad y santificarte para hacerte semejante a Jesús. La santificación sólo es una palabra grande que se refiere a comenzar a ser cada vez más como Jesús a través de la fe en Jesús. Te vuelves semejante a aquello en lo que crees. Así que, volvernos semejantes a Jesús requiere que creamos en Él cada vez más, en cada parte de nuestra vida. La santificación es pasar de la incredulidad con respecto a Jesús a la creencia en Él en las actividades cotidianas de la vida.
Todavía no has llegado a ese nivel ¿o sí? Yo tampoco. Seguimos siendo incrédulos que necesitan a Jesús más—en más formas y más aspectos.
Mientras escribo este libro, me doy cuenta de lo mucho que necesito a Jesús. A veces creo que mis escritos pueden cambiar una vida. Pero cuando un día de escritura no resultó ser tan provechoso, me sentí aplastado bajo el peso de esa responsabilidad. Y tuve la necesidad de creer una vez más que Dios es el que cambia las vidas, no yo.
Es verdad que Él obra a través de nosotros para cambiar a otros, pero Él no depende de qué tan bueno sea nuestro desempeño. Dios puede hablar a través de cualquier persona y cualquier cosa. De hecho, una vez Él habló a través de un burro, así que imagino que Él puede hablar a través de mí.
Al recordar esto, pasé de la incredulidad a la fe. “Jeff”, me dije a mí mismo (o algunos me lo dicen cuando se me olvida), “confía en la obra de Dios, no en la tuya. Cree en Sus palabras dichas sobre tu vida a través de Jesús, no en las tuyas”. Así que de esa manera puedo descansar una vez más y continuar escribiendo.
De manera que sigo escribiendo como fruto de mi fe en Jesús.
Esto no sólo me pasa cuando estoy escribiendo. Me doy cuenta de que necesito esto cuando tengo que levantarme temprano para ejercitarme; cuando considero cómo vamos a pagar nuestras cuentas; o cuando me encuentro estancado en la Interestatal 405, la cual llamamos autopista, pero que por lo regular no avanza cuando necesito llegar a un lugar y avanzar más rápido que todos los demás que están en el camino.
Necesito recordar eso porque lo olvido. Necesito creer porque no creo.
Afortunadamente, no estoy solo en esto. Tengo una comunidad de personas a mi alrededor que también son incrédulos profesos. Ellos creen en Jesús, pero no todo el tiempo para todas las cosas. Al menos no por el momento.
Estamos juntos en este viaje, avanzando de la incredulidad a la fe en Jesús más y más cada día—y a veces con menos intensidad en el día que sigue.
Por esa razón estoy escribiendo este libro. Yo sé que necesito este libro, así como tú.
Todos nosotros nos enfrentamos con luchas y batallas diarias, a veces de parte de enemigos que ni siquiera podemos ver. Escuchamos mentiras y acusaciones. Luchamos contra las tentaciones y a veces somos engañados. Escuchamos palabras que fueron dichas sobre nosotros cuando éramos más jóvenes, las cuales hacen eco en nuestros corazones de maneras que no dan vida a nuestras almas. Miramos nuestras situaciones presentes y deseamos que fueran mejores. Y muchos de nosotros enfrentamos futuros inciertos que, sin Dios, nos llevan a vivir con ansiedad, preocupación, y temor.
Todos nosotros necesitamos ayuda porque cada uno de nosotros puede encontrar bastantes razones para no creer, para no tener esperanza, y para no confiar en la Palabra de Dios y en Su obra por nosotros.
Necesitamos el evangelio y necesitamos convertirnos en personas que hablan el evangelio con fluidez. Necesitamos saber cómo creer y cómo hablar las verdades del evangelio—la buena noticia de Dios— en y dentro de las actividades cotidianas de la vida. En otras palabras, necesitamos saber cómo abordar las luchas de la fe en las actividades diarias en las que estamos involucrados, con lo que es verdad de Jesús: las verdades de lo que Él ha logrado a través de Su vida, Su muerte, y Su resurrección, y como resultado, lo que es verdad de nosotros cuando ponemos nuestra fe en Él. El evangelio tiene el poder para afectar todo en nuestras vidas.
Escribo este libro porque amo a los incrédulos y sé que Dios también. Él te ama y quiere salvarte de tu incredulidad.
Yo creo que la única esperanza para nosotros es el evangelio de Jesucristo y las comunidades que comparten su vida al mismo tiempo que proclaman el evangelio para las vidas cotidianas de otros: comunidades con fluidez en el evangelio.
Jesús dijo que tenemos que hacer discípulos que puedan hacer discípulos (vea: Mateo 28:18–20), y un discípulo de Jesús debe saber, creer, y ser capaz de hablar el evangelio. Él o ella debe ser capaz de llevar a otros a saber, creer, y hablar el evangelio.
Mi esperanza es que este libro, en primer lugar, pueda traer esperanza y sanidad para ti mientras comienzas a creer y aplicar las verdades del evangelio en tu vida. También espero que tú y otros a tu alrededor adquieran fluidez en el evangelio, para que juntos sean capaces de llevar a otros a encontrar esperanza y ayuda en Jesús, en cada parte de sus vidas.
Estoy más seguro que nunca de que si no creen en el evangelio, los pecadores sufrirán un castigo eterno, y los santos no podrán vivir sus vidas para darle gloria y honor a Jesucristo.
Así que, mi esperanza es que más pecadores sean salvos de la condenación y más santos sean liberados para vencer al pecado, al temor, y a la inseguridad de sus vidas diarias.
Espero que este libro te lleve de la incredulidad a creer más en el evangelio de Jesucristo, y que te equipe para ayudar a otros a hacer lo mismo.