Ni de aquí ni de allá

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Ni de aquí ni de allá
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Letrame Editorial.

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© Irene Paola Garza Del Valle

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz

Diseño de portada: Rubén García

Supervisión de corrección: Ana Castañeda

ISBN: 978-84-1386-516-4

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A mi madre, Martha, quien siempre me ha dado alas para volar y ha estado más cerca que nadie, a pesar de los 8982,44 km que nos separan. A mi hermano, Fernando, quien ha compartido el mismo nido emocional y a quien amo ver aprendiendo a volar cada vez más alto. A mi pareja, Fernando, quien ha sido un guía excelente en sus tierras y en su cultura, mi gran maestro en el tema de las parejas interculturales y un gran compañero de viaje, paciente y respetuoso en mis días de nostalgia y el mejor acompañante en los días de plenitud en esta aventura. A mis amigos y mis seres queridos, quienes no me han olvidado a pesar de mi ausencia física. A mi terapeuta, Caro, quien siempre me ha ayudado a encontrarme esté donde esté. A mis pacientes, quienes son coautores de este libro y me han enseñado tanto. Y a las dos estrellas, que ahora iluminan mi camino desde el cielo, Marlinda y Javier.

PREFACIO

La primera vez que me fui de casa fue a los 16 años; me fui a casa de una amiga, dejando una larga carta en la cama de mi madre. Me escapaba del supuesto yugo opresor de mi progenitora, quien únicamente quería prevenir a toda costa que continuara dentro de una relación en la que vivía violencia de género. Esa vez, mi partida no duró mucho; volví al día siguiente.

La segunda vez que me fui de casa fue al terminar la licenciatura. Mi madre, quien pasó de ser «una opresora» a ser una subvencionista de sueños, me dio la oportunidad de estudiar un diplomado en Buenos Aires, Argentina. Era la primera vez que viviría fuera de mi país, México. Los 8 meses que viví en la tierra que vio nacer a Evita Perón y triunfar a Gardel, la ciudad con mayor cantidad de psicólogos per cápita en el mundo, del fernet con coca, los choripanes y los alfajores, son recuerdos que atesoro en lo profundo de mi ser. Realmente no quería volver, supongo que algo que influyó positivamente en esa primera experiencia «migratoria», fue esa certeza de que tenía un comienzo y un final; el saber que era algo pasajero y solamente por un periodo de tiempo relativamente corto, después del cual regresaría a mi vida de siempre. Ese hecho me hizo disfrutar cada segundo con toda el alma.

Pensé que irme a España por un año a estudiar la maestría sería igual, pura diversión, mucho aprendizaje, aventura, fiesta y placer. Y al inicio fue así; sin embargo, cuando elegí quedarme más de lo planeado, habiendo terminado mi maestría y quedándome por apostarle a un proyecto de pareja, pero con las manos vacías y con falta de certezas en lo laboral y lo personal, fue que comencé a vivir una crisis ante el hecho de vivir en el extranjero. Jamás pensé que pasaría por un proceso tan fuerte y difícil de adaptación, ni que viviría en mi propia piel el duelo migratorio, y tampoco que vivir en España cambiaría mi percepción de la vida, de mí misma, ni que daría un cambio tan radical en mis planes personales y en el enfoque de mi vida laboral.

Cuando uno piensa en irse a vivir a otro país, hay muchas ilusiones detrás de esa decisión. La mayoría de las veces, la migración representa y se percibe como una mejoría en el estilo de vida, pero algunas veces no se tiene una idea real de lo que representa ese proceso y de los retos personales y sociales que puede traer consigo.

Mi experiencia como inmigrante me llevó a buscar trabajo y a enfocarme en el proceso terapéutico con extranjeros, parejas y familias interculturales. Caro Zavaleta, mi psicóloga, dice algo que creo muy cierto: «La vida te trae a los clientes que mereces y necesitas, te lleva a encontrarte con personas que también nutren tu vida». Para mí, como inmigrante, ha sido sumamente enriquecedor, tanto personal como profesionalmente, poder trabajar con otras personas que al igual que yo han emprendido este viaje lejos de lo conocido, más allá de su zona de confort, un viaje no solo geográfico, sino, sobre todo, interno.

Este libro es una presentación de las reflexiones de mi experiencia migratoria, de las observaciones que he ido construyendo en mi encuentro con otros inmigrantes, tanto dentro del espacio terapéutico, como fuera de él.

Este libro está hecho por inmigrantes, para inmigrantes. Hecho con la finalidad de darle voz a otras personas: a amigos/as míos/as, a mis clientes y colegas. Compartiendo con los lectores lo que hemos aprendido desde nuestra experiencia migratoria sobre la influencia de la migración en los procesos vitales de las personas.

Las narrativas dentro de este libro buscan darle un lugar prominente no solo a sus voces, sino también a sus vivencias y a las distintas realidades del proceso migratorio, con el fin de humanizar el abordaje y comprensión de la migración. Y en este punto, me gustaría recordar lo que Harlen Anderson, psicoterapeuta posmoderna, refiere acerca de honrar la historia del cliente «Estas narrativas, que alguna vez fueron un diálogo vivo, animado —historias de experiencias en las que clientes, otros y yo participamos—, no son ahora más que mis recuerdos e interpretaciones consignados a estas páginas…»

Estas voces son de personas provenientes de diferentes países y contextos culturales, viviendo en distintos países del mundo. Todas las narrativas e historias compartidas en este libro son reales y, por dicho motivo, algunos datos identificativos han sido transformados para respetar y cuidar la privacidad y anonimato de cada una de ellas.

Con este libro, mi objetivo es contribuir en ampliar la comprensión de los procesos psicosociales de las y los inmigrantes. Ayudando a sus parejas, a sus amigos, a sus familias y a aquellos que aún no lo son y desean irse a otro lugar a vivir, para que con ello logren realizar una migración consciente.

La distancia significa mucho más que estar lejos

Por Candela Duato

La distancia es saber valorar un café con tu gente. Con los de siempre. O una cerveza al sol. Es echar de menos pequeños detalles y anécdotas que, estando cerca de los tuyos, no extrañarías tanto. Es saber a qué sabe un abrazo de bienvenida, aunque solo sea por unos días. Y que ese sabor se convierta en tu favorito.

O que las despedidas se conviertan en el sabor más amargo que jamás probaste.

La distancia es plantarle cara al mundo un día, hacer las maletas e irse. Es no saber muy bien lo que haces hasta que pasan unos meses. Y cuando empiezas a ser consciente de la decisión que tomaste, seguir adelante. Porque sí. Con un par de cojones. Porque la distancia es eso, arriesgarse. Tener valor. Jugársela sin estar seguro nunca. Tener un pie en un sitio y otro en el otro. Es muchas veces tener una lucha interior entre tus sueños y tus sentimientos.

La distancia es tener días en que deseas poder teletransportarte, incluso más que cuando eras pequeña. Y confiar en que, algún día sin saber cuándo, ni cómo, sea posible. Porque, aunque tu cabeza te diga que es imposible, las ganas pueden más que otra cosa.

La distancia son las sorpresas y los detalles. Son las notas de voz eternas, la diferencia horaria, los cumpleaños por Skype y los mil «te echo de menos» por WhatsApp. Es acordarse de otra persona al ver o escuchar cualquier cosa, y no poder evitar enviárselo. La distancia es asumir que eres la amiga que nunca está y que tu madre tenga que asumir que eres su hija invisible, que eso cuesta un poquito más…

La distancia es aprender a vivir por uno mismo, a simplemente ser. Es pasar días muy malos y días muy buenos. Días de querer dejarlo todo y días de querer quedarse ahí para siempre. Es sentirse completamente solo y de golpe darse cuenta de que tu gente está ahí, aunque sea lejos. Y aprender que eso significa que NUNCA estarás solo, porque a veces el corazón va donde la voz no llega.

Porque la distancia separa cuerpos, no corazones. Y desde luego no lo ha conseguido con los nuestros, queridos amigos. Sepan que, de 365 días, los necesitamos 366. Que se nos parte el alma cada vez que sabemos que alguno de ustedes no está en un buen momento y no podemos estar a su lado; y que tratamos de llevar la distancia lo mejor que podemos.

A todos aquellos que están lejos: sigan siendo tan valientes como hasta ahora.

Y a nuestra gente que está en casa esperándonos: estamos deseando verlos. Preparen sus abrazos, los necesitamos.

I. INMIGRACIÓN

1.1. CONCEPTO DE INMIGRACIÓN

La OIM (Organización Internacional para las Migraciones) en su Glosario sobre Migración (2006), define a la inmigración como «el proceso por el cual las personas no nacionales ingresan a un país con el fin de establecerse en él». Yo defino la inmigración desde la psicología como «el proceso por el cual las personas se movilizan a otro país para residir y dicha movilización se ve motivada por la búsqueda de lograr una mejoría en las condiciones de sus vidas y de alcanzar un mayor bienestar personal».

 
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