La historia de mi pueblo

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PROFESORADO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN HISTORIA

La historia de mi pueblo:
CANALS


La historia de mi pueblo : Canals / Luciano Avoledo... [et al.].- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

100 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-87-1074-7

1. Historia de la Provincia de Córdoba. I. Avoledo, Luciano.

CDD 982.54

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com

Docentes

- Avoledo Luciano

- Baricalla Pablo

- Barrionuevo, Romina

- Capellán Ana

- León Beraud Araceli

- Lagos María Florencia

- Quinodoz Carolina

- Ceballos Pedro

- Schickler Jesica

- Contreras María Laura

- Wingerter Julia

- Zubiri Carlos

- Braganini Laura

- Salcito Marcelo

Estudiantes

- Bodán Esmeralda

- Bomone Bernarda

- Quinteros Mariel

- Maibach Brenda

- Nally Maira

- Chenau Tamara

- Echeverría Lucas

- Ghione Francisco

- Aguirre Egle

- Natalisio Ivan

- Alvarado Vanesa

- Rista Andrés

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Aquello que sale del corazón, lleva el matiz y el calor de su lugar de origen……

Al honor y memoria de Don Juan Canals, precursor indiscutible de la fundación de nuestro querido pueblo.

PRÓLOGO

La idea de escribir este libro surgió a principios de marzo de 2019, cuando una persona oriunda de nuestra comunidad Marcos Masachesi, nos visitó en nuestro Instituto Superior del Profesorado Canals y nos comentó la posibilidad de trabajar sobre la historia de nuestro pueblo, pero principalmente buscar su origen e identidad. La idea nos resultó atractiva y fascinante ya que él conocía a un descendiente directo de Juan Canals que actualmente reside en la ciudad de Rosario; conocida con el nombre de María Inés Doldán de Canals, y sería esta persona quien nos brindaría la documentación necesaria para tan grandilocuente labor.

Desde el Departamento de Historia y del seminario “Historia de Córdoba del siglo XX”, nos propusimos presentar un proyecto a largo plazo que tenga como resultado final la realización de un libro de consulta que abarque los siglos XVIII, XIX y principios del siglo XX; su enfoque está basado en la región sur de la provincia de Córdoba.

Para ello tuvimos que realizar un arduo trabajo de lectura, análisis y selección de información para corroborarla con documentos fidedignos de la época; el resultado final nos permite palpar de cerca nuestra historia local y realizar un análisis profundo sobre nuestra identidad como pueblo.

Lo que proponemos con este libro es reconstruir nuestra identidad cultural y sentido de pertenencia de nuestro querido Canals, recuperando y revalorizando la historia local y regional que durante mucho tiempo hemos perdido por diferentes causas : entre ellas y quizás la más importante de todas, cuando la historia nacional empieza a ser contada por los vencedores y no por los vencidos , cuando los hombre idolatrados son mas importante que el pueblo en su conjunto , o cuando la historia es narrada desde Buenos Aires olvidándose del interior.

En los primeros capítulos se realizó un análisis minucioso de los habitantes de nuestra región haciendo alusión a los nativos denominados Pampas y Ranqueles, en este punto caracterizamos su origen, su cultura y su relación de conflicto con tribus vecinas y con el español.

Es importante remarcar que en la zona sur de nuestra provincia de Córdoba existía una tribu denominada “Los Taluhet”, nativos “por demás de mansos e inofensivos” quienes fueron los primeros en recorrer nuestras tierras; luego absorbidos por los ya mencionados “Pampas”.

En relación a estos últimos, cabe agregar la incursión de malones que realizaban sobre los españoles en nuestra región; esta modalidad de atacar y arrasar con todo lo que encontrasen a su paso, eran tan habitual para la época que este hecho obligó a las autoridades españolas a la creación de una frontera defensiva a mediado del siglo XVIII.

Dicha frontera se ubicó sobre el Rio Cuarto con la creación del primer fuerte en el año 1752 llamado “Punta de Sauce”. Hoy La Carlota. Con el correr del tiempo esta línea defensiva fue extendiéndose hasta la creación de los siguientes fortines:

1782 fortín Concepción del Rio Cuarto

1784 fortín San Bernardo

1785 fortín San Carlos

1787 fortín San Rafael de Loboy (próximo a Canals) otros fortines que se crearon fuera de los límites de Rio Cuarto fueron: el fortín “Las Tunas”, creado en el año 1779 (hoy Alejo Ledesma) y el fortín “Loreto” creado en el año 1787, en el sur de la provincia de Santa Fe.

Pasó más de un siglo para que existan transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales de relevancia en lo que fueran las “Las provincias Unidas de Sud América”; estas transformaciones profundas dan sus primeros indicios con la creación del Estado Argentino bajo la presidencia de Bartolomé Mitre (1862-1868) Domingo F. Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880).

Este proceso histórico nos permite realizar un análisis profundo de cómo el Estado Argentino por medio del General Julio Argentino Roca realizó un plan sistemático para incorporar tierras al modelo agro exportador. Este proceso fue conocido como la Campaña del desierto (1778-1785) la consecuencia directa de este hecho fue la conquista de grandes extensiones de tierras que se encontraban en poder de pueblos originarios como los Pampas, los Ranqueles y lo Tehuelches entre otros.

Los hechos de la denominada “campaña del desierto” son objeto de debate, tanto dentro como fuera del país. La tradicional posición oficial argentina sostuvo que se trató de una gesta militar legítima respecto de la efectiva soberanía de la República sobre territorios heredados del Imperio español que respondió a las matanzas y robos perpetuados por los malones indígenas sobre la frontera. Contra esa postura oficial, algunos políticos y periodistas de la época, denunciaron lo que consideraron un crimen de lesa humanidad cometido por el Ejército Argentino.

La posición de la comunidad mapuche, tehuelche y ranquela sostiene que se trató de una invasión ilegítima de las huincas argentinos sobre territorios ancestrales ocupados.

Desde hace décadas, una postura más actual basada en fuentes estatales cuestiona el accionar del Estado contra los indígenas, tanto por la violencia con que se desarrolló la conquista, como por la imposición unilateral, la insuficiencia de derechos y el objetivo de beneficiar a un grupo de terratenientes. Una opinión más reciente, compartida por las comunidades indígenas, un sector argentino y estudioso de otras nacionalidades, llega a sostener que se trató de un genocidio y un etnocidio institucional.

Por otra parte lo que vendría después es la colonización de estas tierras inhóspitas provocada por inmigrantes europeos; en su mayoría; españoles, italianos y alemanes que vinieron hacer “la América”, esta idea fue fomentada por el Estado Argentino a través de las famosas agencias de inmigrantes llevadas a cabo desde el exterior.

Finalmente recaemos en la figura de Don Juan Canals, un inmigrante de origen catalán, con una vida demasiado peculiar y con sueños de grandezas impensados para esa época; era sin lugar a dudas un aventurero y adelantado del mundo moderno. Compartimos su infancia, su vida en España y en Argentina y su relación con el poder de turno lo que lo consagró para que muchos de sus sueños se hagan realidad; y al mismo tiempo fue ese poder quien precipitó su caída.

Es precisamente que de esta figura tan importante se amerita el nombre de nuestro pueblo y por ende nuestro deber como historiadores de buscar de manera incansable una fecha precisa que marque nuestro aniversario.

Después de una odisea sin precedentes lo hemos logrado 28 de septiembre de 1886.

Nuestra escuela

El Instituto Superior del Profesorado forma profesores, para el ejercicio de la docencia en el nivel primario y en el nivel secundario en modalidad de Jóvenes y Adultos, y profesionales técnicos superiores en las áreas socio – humanísticas, científica, económica y de gestión, ocupacionales específicas y de la formación profesional vinculadas con la vida cultural, productiva y social a nivel local, regional y provincial.

La Institución ofrece una variedad de carreras y ha otorgado diferentes titulaciones a lo largo del tiempo.

Actualmente la oferta educativa del Nivel Superior incluye:

Carreras de Formación Docente:

 Profesorado de Educación Inicial.

 Profesorado de Educación Primaria.

 Profesora de Educación Secundaria en Historia.

Carreras Técnico-profesionales:

 Tecnicatura Superior en Gestión de la Producción Agropecuaria.

 Tecnicatura Superior en Administración de Empresas.

Historia de la institución:

El Instituto Superior del Profesorado fue fundado en el año 1968, por el Intendente municipal de entonces, el Contador Marcelo Arrosagaray, quien, con un grupo de apoyo, pudo concretar un ansiado deseo popular de contar con un centro de formación de profesores de Nivel Medio. No se trataba únicamente de brindar la posibilidad de estudios superiores a jóvenes y adultos, sino también de un hecho de relevancia cultural para nuestra localidad. Así la comunidad de Canals y su zona de influencia, se vio favorecida con la apertura de diferentes profesorados.

 

En el año 1970 se vio la necesidad de contar con un ciclo educacional nocturno destinado a quienes deseaban hacer o terminar su enseñanza secundaria y trabajaban durante el día. Por tal motivo se creó el Comercial Nocturno, el cual funciona hasta 1985 y a partir de 1986 se abrió el Bachillerato para adultos que funciona en la actualidad.

A través de los años, el ISP brindó sus servicios a la comunidad dictando distintas carreras:

 Profesorado de Matemática, Física y Cosmografía (años 1968 y 1981).

 Profesorado en Historia y Geografía (años 1968 y 1979).

 Profesorado de Inglés (años 1971 y 1974).

 Profesorado de Jardín de Infantes (años 1975 y 1980).

 Profesorado de Ciencias Económicas (años 1977 y 1983).

 Profesorado de Nivel Elemental (años 1979 y 2000).

 Auxiliar Técnico en Operaciones Financieras (años 1986 y 1996).

 Profesorado de Jardín de Infantes (años 1986 y 1996).

 Analista de Sistemas Informáticos (años 1995 y 2005).

 Profesorado de 1ro. y 2do. Ciclo de EGB (años 2002 y 2008).

 Profesorado en Educación Primaria (desde el año 2009).

 Tecnicatura en Administración de Empresas (desde el año 2003).

 Tecnicatura en Producción Agropecuaria (desde el año 2005).

 Profesorado en EGB III y Polimodal en Lengua y Literatura (años 2005 y 2011).

 Trayecto para graduados no docentes (desde el año 2008).

 Profesorado de Educación Secundaria en Historia (desde el año 2010).

 Profesorado de Educación Inicial (desde el año 2015).

En la actualidad las autoridades a cargo conforman el siguiente organigrama:

Representante Legal: Edgar Bruno

Directora: Prof.: María Verónica Maidana

Secretaria: Prof.: Liliana La Morgia

Coordinadora: Prof.: Andrea Mariel Ramonda

Preceptor de Nivel Superior: Prof.: Javier Rocca

Preceptor de Nivel Medio: Sr.: Carlos Labori

Bibliotecaria: Prof.: María Speranza

Ayudante Técnico: Sra.: Lorena Ontivero


CAPÍTULO I Primeras huellas que hacen historia: Los Taluhet y los Pampas

Antes de la conquista española en las tierras de la actual provincia de Córdoba, las llanuras de la zona sur estaban habitadas por los aborígenes que se denominaron Taluhet (antiguos Pampas) la araucanización de estos nativos por parte de los mapuches, hizo que se conocieran años más tarde como el nombre de Pampas , estas tribus ocupaban la extensión territorial comprendida desde el curso inferior de río Negro y medio superior del río Colorado, hasta el río Diamante (Mendoza), río Quinto (Córdoba) y río Salado (Buenos Aires).

En la provincia de Córdoba se instalaron en los márgenes del río Quinto, lado sur y con el tiempo estos pueblos cruzaron el aludido río y se desplazaron hacia el norte, estableciéndose en los departamentos de Río Cuarto, Unión, Juárez Celman, Presidente Roque Sáenz Peña, Marcos Juárez, General San Martín y Tercero Arriba, es decir, se asentaron en todo el sur de la provincia de Córdoba extendiéndose hasta el centro de la misma.

Los Taluhet eran nómades, por demás de “mansos e inofensivos” y vivían de la caza de venados, ñandúes y guanacos. También eran recolectores de frutos y semillas silvestres, que molían para hacer harina, incluso llegaban a preparar una especie de harina con saltamontes, para esto cuando ocurría una plaga de tales insectos incendiaban los campos por donde pasaban las mangas y así de este modo capturaban 1miríadas de saltamontes que luego machacan y secaban al sol.

Desde fines del siglo XVII y especialmente a fines del siglo XVIII el contacto con los mapuches araucanos procedentes de Chile hizo que los taluhet se ha culturarán, adoptando muchas de sus costumbres, creencias y tradiciones. Los araucanos los llamaban, como a los guenaken (o patagones septentrionales) <puelches>, que “significa gente del este”.

Se extinguieron completamente a mediados del siglo XVIII en gran medida debido a epidemias lo cual facilitó la invasión de las "tribus" araucanas chilenas que los conquistaron y transculturaron. La nueva población de las pampas continuó siendo denominada con este nombre por los habitantes de las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y San Luis, gran parte de los taluhets araucanizados constituyeron la etnia mixogénica de los ranqueles.

Pampa (en quechua “llanura”), fue el gentilicio que le dieron los españoles a las comunidades de la llanura. Puelche (gente del este”) es el nombre que utilizaban los mapuches para nombrar a las comunidades que habitaban esa geografía,

El padre Alonso de Ovalle en su obra “Histórica relación del reino de Chile” relata que los pampas vestían una pampanilla y un pellón que les servía de capa larga, el “pellón no era otra cosa que un manto cuadrado confeccionado con cueros de zorrinos, nutrias, o guanacos, previamente sobados y cocidos con nervios de avestruz, comúnmente llamado quillango”. Se pintaban el rostro y el resto del cuerpo con los más variados colores, los que cambiaban de acuerdo a los acontecimientos que los motivaban.

Era usual que los viudos demostraran su dolor pintándose la cara de negro. A su vez el matrimonio en los pampas se efectuaba a través de la compra de la novia, como en los demás pueblos del sur. El precio lo fijaban los parientes de ambos contrayentes, y también la fecha de la boda. “El día anunciado, los parientes llevaban a la novia, muy tapada, al toldo del futuro marido; este la tomaba de la mano, la introducía en su toldo y al día siguiente el matrimonio estaba consumado”. Tras la consumación del matrimonio se hacían los pagos acordados entre los parientes, liquidado el negocio, se retiraban llorando a sus toldos. No se sabe a ciencia cierta cuál era la edad para el matrimonio. Sin embargo, estaba permitido el divorcio, aunque no era muy común.

Los hombres se caracterizaban sumamente por ser habilidosos para trabajar el cuero, mientras las mujeres realizaban grandes trabajos de cesterías y tejidos. En lo religioso, Los pampas creían en un Dios supremo, llamado Soichu, dueño de la tierra, hacedor de todo lo bueno, quien era venerado sin ceremonias ni culto aparente. Soichu moraba en el país de la bebida, sitio donde iban a vivir todos los muertos. Creían además en un espíritu maligno, llamado Bolichu o Gualichu, ser de maldad, algo semejante al demonio o al diablo en los pueblos cristianos, quien era la causa y origen de todas las cosas adversas, tales como las pestes, plagas, sequías, enfermedades y vejez.

Las armas que utilizaban los pampas eran, entre otras, las boleadoras (de dos y tres piedras), el arco y la flecha, bolas arrojadizas y la honda; las puntas de las flechas las hacían con maderas duras o variedades de cuarzo. A partir de la segunda mitad del siglo XVII empezaron a utilizar lanzas.

También, tuvieron su idioma propio, pero se carecen de datos concretos; solo conocemos algunos vocablos, que se detallan a continuación.

Cuando en los pajonales había muchas langostas, los pampas lo prendían fuego y así lo tostaban, para luego molerlo y con su pasta preparaban pan

Lengua ágrafa pampa

 casu: cerro

 hatí: alto

 gleter: padre

 meme: madre

 het: gente

 ma: mi

 Mikel: zorrino

 chu: tierra

 ya: cacique

 tehuel: sud

 soychu: ser supremo

 gualichu: espíritu del mal.

Por ser pueblos nómades no tenían moradas fijas, sus viviendas eran chozas de cueros de venados, muy pintados y sobados, que servían para cobijarse de las severidades del tiempo. Posteriormente utilizaron cueros de caballos para esas construcciones, las cuales eran cocidas con venas y nervios de animales previamente trabajados, que se tensaban fuertemente. Levantaban sus viviendas cerca de los ríos, arroyos y lagunas para el abastecimiento del agua y todos sus recursos.

En cuanto a su organización política debemos apuntar que los pampas no formaban originariamente una nación, sino que eran tribus independientes entre sí, vivían en parcelas separadas y con jefes propios, a quienes respetaban en épocas de normalidad. El cacicazgo era transmitido por herencia y en tiempos de guerra elegían como jefe guerrero al cacique de mayor prestigio y condiciones de mando de las diferentes tribus reunidas, a estos los llamaban “curacas”, los cuales era respetados y obedecidos ciegamente.

Alrededor de 1670 los pampas se relacionaron con los “aucaes”- aborígenes rebeldes o alzados- provenientes de Chile, nómades araucanos o araucanizados y se estableció entre ellos un comercio de trueque. Mientras los primeros les entregaban cautivos, caballos, yeguas y plumas de avestruces, los aucaes los aprovisionaban de armas ofensivas y celebraban alianzas que les permitían entrar por el lado sur y sudeste de nuestra provincia.

En el siglo XVII esta alianza quedó anulada, dando lugar a una dilatada y sangrienta guerra, de la cual sacaron ventajas los invasores por su enorme superioridad. Ante esta contingencia los pampas debieron huir finalmente a los centros poblados por los cristianos y allí buscaron refugio. Con el paso de los años se asimilaron a los centros civilizados.

A principios del siglo XIX, la población pampa que hasta entonces dominaba la inmensa llanura comenzaba a desaparecer, siendo remplazados por otras tribus de estirpe araucanas y mapuches. Estos que buscaron asentar sus tolderías en las lagunas y cañadones anegadizos de depresiones del tipo de las salinas grandes, impusieron su lengua, costumbres y creencias.

Primeras huellas que hacen historia: Los Ranqueles

Los aborígenes ranqueles constituyeron el centro de absorción de numerosas tribus errantes y, en la época de mayor poder, ocuparon las llanuras del sur de Córdoba y Santa Fe y el oeste de Buenos Aires. (1). Se los denominó “Araucanos de la Pampa”emigraron desde la provincia de Arauco, Malleco, Gautí, Bío Bío. Región central de Chile.

El nombre primitivo fue “ranculches y ranquelches”, para derivar después en “ranqueles”. Su traducción literal de la lengua araucana es la siguiente “rancul” es carrizal y “che” gente o persona; lo que significa entonces: “gente del carrizal”. Los ranqueles ocuparon la región denominada Mamúl Mapu, o sea la “región del monte”, pero los grandes jefes o caciques tenían su residencia principal en Leubecó, en territorio de la actual provincia de La Pampa, colindando con el sur de la provincia de Córdoba.

El desplazamiento de los ranqueles a la parte meridional de nuestra provincia ocurrió en la primera mitad del siglo XVIII. Según el R.P. Juan B. Fessi, estas tribus estaban en pleno auge a mediados de siglo en la parte sud de Córdoba con el nombre de <aucas>, o sea aborígenes alzados o rebeldes.

En 1725- como ya hemos hecho referencia- los aucaces que habían estado aliados con los pampas o moturos, rompieron ruidosamente la alianza; así es como en 1726 los primeros atacaron a los segundos con un escuadrón de más de trescientos hombres armados de lanzas y espadas, persiguiéndolos a muerte. Los pampas huyeron y buscaron asilo en las poblaciones cristianas, fortificándose finalmente en río de los Sauces, zona del actual departamento Río Cuarto.

En este diferendo tuvieron que intervenir las autoridades militares de Córdoba y el cabildo de La Carlota, obligando a los aucaes a volver a sus tierras y a los pampas a sus dominios; más estos, temerosos de sus enemigos, se refugiaron en centros poblados por cristianos y en especial en las cercanías de Cruz Alta; departamento de Marcos Juárez.

 

Los ranqueles en definitiva se ubicaron en las zonas comprendidas entre los ríos Chadelas o Chadileufú y Quinto.

A principios del siglo XIX el cacique araucano Yanquetruz arribó a las tierras de los primitivos pampas al frente de un importante ejército de lancero. Los ranqueles por esos días acababan de perder a su gran cacique Calelián y eran muy pocos en número; al morir Calelían (hijo) de viruela, los integrantes del pueblo hicieron una alianza con Yanquetruz y lo declararon jefe en el transcurso de 1817, comenzando la definitiva araucanización de los ranqueles, pues estos perdieron su hegemonía como unidad étnica.

Han sido varios los escritos argentinos que se ocuparon de la vida de estos aborígenes, entre otros: Domingo Faustino Sarmiento en “Facundo”; el coronel Lucio V. Mansilla en “Una excursión a los indios ranqueles”; trabajo premiado en el Congreso Internacional Geográfico (1875); y José Hernández en “Martín Fierro”, obras todas muy difundidas y traducidas a varios idiomas.

En 1875 se pudo calcular la población ranquelina en unas 5.000 personas.

El coronel Mansilla describe a los ranqueles como personas de “frente algo estrecha, la nariz recta, corta y achatada, la boca grande, los labios gruesos, los ojos sensiblemente deprimidos en el ángulo externo, los cabellos abundantes y cerdosos, la barba y el bigote ralos, los órganos del oído y las vista más desarrollados que los nuestros, la tez cobriza y a veces blanco amarillenta, la talla mediana, las espaldas anchas, los miembros fornidos” (5). Agregando que la , cara de los ranqueles era achatada , aplastada, con pómulos abultados y facciones repulsivas, y el cabello sumamente negro, cayendo sobre los hombros”. (6)

Eran desconfiados, astutos y recelosos; “ladinos”, al decir de Hernández, no solo con los hombres blancos, sino también con los otros aborígenes. Para ellos los hombres blancos eran sus enemigos y les dispensaban un odio sin retaceos.

A lo largo y ancho de La Pampa los ranqueles estaban repartidos en unos cuatrocientos a seiscientos toldos. Cada familia se componía de diez a veinte personas.

Ubicaban las viviendas a la orilla de las lagunas, bañados y ríos. Los toldos los disponían en dos hileras, al decir de Mansilla; eran galpones “de madera y cuero. Las cumbreras, horcones y costaneras eran de madera y el techo y las paredes de cuero de potro, cocidas con venas de avestruz. El mojinete tenía una gran abertura; por allí salía el humo y entraba la ventilación….todo estaba dividido en dos secciones de nichos de derecha a izquierda, como los camarotes de un buque. En cada nicho había un catre de madera, con colchones y almohadas de pieles de carnero y unos sacos de cuero de potro colgados en los pilares de sus casas. En cada nicho pernoctaba una persona”. (7)

Junto a cada toldo había una gran enramada de paja con un amplio armazón de madera, donde los aborígenes recibían las visitas; allí se instalaban asientos de cuero de carnero colocados en filas, dejando un callejón en el medio. Un asiento más alto se destinaba a la visita de mayor rango.

Vestían como gauchos pobres, los menos; otros solos usaban poncho, y algunos se tapaban con una jerga; eran afectos a las vinchas de tejido pampa, que les sujetaba los cabellos. Los caciques y jefes usaban las ropas de los gauchos, adornándose con objetos de plata.

Las mujeres eran, en cuestión de vestidos, muy adictas a las ropas de las blancas. Usaban muchos adornos: collares, zarcillos, brazaletes en brazos y tobillos. Muy coquetas, se pintaban los rostros en forma ostensible y eran afectas al uso de espejos, que constituían el mejor regalo que se les podía hacer.

Los ranqueles hablaban el idioma araucano, con algunas modificaciones. Practicaban la agricultura sembrando maíz, zapallos y sandias.

La caza era uno de los pasatiempos favoritos, a la vez que le proporcionaba carne para muchos días; se especializaban en cacerías de gamos, avestruces y venados.

Eran grandes bebedores; lo hacían en exceso y en forma escandalosa; ingerían aguardiente, chica y vino.

los efectos de la bebida en el aborigen eran los comunes, pero con una violencia y desafuero extraño; recordaban los agravios hechos a sus mayores y deudos y se empeñaban en vengarlos en aquel acto, del que nacían frecuentes pendencias entre sí, hiriéndose y matándose mutuamente a vista de sus caciques y padres, sin respeto a nadie y muchas veces acometiéndolos. El español debió ser siempre un insensible espectador, sin auxiliar a nadie, aunque les veía hacerse pedazos; porque en el momento que lo hacía, el auxiliado y el contrario le acometían, imponiéndose. Era un acto de cobardía entre ellos reparar o quitar el golpe y por lo mismo se herían de muerte y mataban. El emborracharse era una de sus mayores felicidades y los caciques daban el ejemplo: para esto observaban una franqueza y una generosidad particular. Un cacique no tomaría sin la concurrencia de sus súbditos; era cosa muchas veces observada, que si no había más que un cigarro, todos habían de fumar de él; pasándolos de mano en mano, y así con los comestibles y cuanto se presentara. Para estos alardes, que por tales los tenían, venían a su usanza todos pintados los rostros, de negro unos con lágrimas blancas en las mejillas; de colorado otros con lágrimas negras y parpados blanqueados; con plumajes y machetes, reservando las lanzas, bien acicaladas, en un asta de seis varas de largo, con mucho plumaje en el gollete, en los toldos, para hacer el uso que conviniera de ellas, “según el resultado de los parlamentos”.

Los caballos eran los animales preferidos de los ranqueles. Los amaestraban con extraordinaria habilidad y los cuidaban como parte de su cuerpo. Eran habilidosos jinetes, y los equinos en las guerras fueron valiosos instrumentos de la misma.

Habían caciques generales, caciques capitanejos y mandones. Cuando el cacique llegaba a viejo, un plebiscito para elegir sucesor. En cuestiones importantes, se consultaba al consejo de ancianos.

Creían en deidades, una buena, invisible, a la cual no rendían culto, pero le destinaban una pizca de sus comidas o bebidas que arrojaban al suelo mirando al cielo, exclamando: ¡Para Dios! A esta deidad la denominaban “Cuchaentrú” o sea “Hombre Grande” o “Chanchao”, es decir, “Padre de Todos”. La otra deidad era “Walichú”, escrita comúnmente “Gualichu”, verdadero Satanás o Demonio, signo de la adversidad, que ocasionaba todos los males y desgracias y estaba en todas partes. Para conjurarlo se sacrificaban animales de tiempo en tiempo”.

Los ranqueles tuvieron fama de valientes, eran audaces y astutos, llenos de picardía, en fin desconfiados como la pampa misma.

Por años fueron el terror de los pueblos del interior de la provincia de Córdoba. Los archivos están llenos de documentos donde se muestran como hombres crueles, siendo famosas las depredaciones en estancias, chacras y lugares habitados por el hombre blanco; donde atacaban quedaban las ruinas y el terror.


La lengua ágrafa que utilizaban los ranqueles para llamar a su lugar Mamul Mapu (país del monte) esta lengua no posee escritura y tampoco existe consenso absoluto por parte de los especialistas respecto de los signos fonéticos más adecuados para transcribir las expresiones orales. Como regla muy general, las palabras simples terminadas en consonante son agudas, ej.: ralun, malen y las teminadas en vocal, son graves, ej.: huapi, cura, ruca.


Vivienda pampa


Indios Pampas

La cautiva: los Ranqueles

Otra excursión a los indios ranqueles

Malones y campaña del desierto

Hegemonía del hombre blanco

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