De las negras a las rojas manos

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De las negras a las rojas manos
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Lencinas, Hugo Ernesto

De las negras a las rojas manos / Hugo Ernesto Lencinas. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-0683-2

1. Novelas. 2. Narrativa Argentina. I. Título.

CDD A863

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

INTRODUCCIÓN

Desde el año 1.875 a 1.950 buscando nuevos horizontes, se ha producido una importante inmigración transoceánica proveniente de Europa a la Argentina, donde la región pampeana ofrecía todo tipo de tareas rurales. Esto se desarrollo en diversos periodos migratorios, teniendo en cuenta el contexto político-economico de los Países del viejo mundo.

Esta historia esta relacionada precisamente con inmigrantes llegados de aquellas épocas, donde se establecieron en un pueblo adaptándose a las actividades sociales y culturales aportando lo suyo que no era poco, ni despreciable.

A través del tiempo y desde épocas milenarias los mitos y leyendas formaban parte de la convivencia familiar, recorriendo varias generaciones, vulneradas quizás por la realidad que reclama insistentemente su revelación. Interpretar los misterios nos lleva a indagar profundamente un hecho, donde se busca el sujeto y el motivo especial que lo produce y lo hace extraño sin encontrar explicación algúna.

En un pueblito o como también sabemos llamarlo colonia, denominado “Las Perdices” que he seleccionado para esta historia, donde los hechos y personajes forman parte de la ficción. Hay caminos comuneros adornados por hileras de eucaliptos, trigales en los campos, chañares y centenarios nogales. Sus calles arenosas con veredas que en algúnos casos se confunden con la misma calle y otras demasiadas altas con postes para atar los caballos sobre todo en esquinas. Su plaza muy prolija adornada de pájaros, observada fijamente por la capilla y el comisionado local. No existía en el pueblo la energía eléctrica, tan solo algúnas viviendas tenían el conocido molinete que cargaban baterías y así tener luz y radio sintonizando onda corta emisoras de Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe. También estaba la propaladora del pueblo, con propagandas, convocatorias, noticias y avisos de solidaridad. Durante el día cobraba vida el movimiento pueblerino, para pasar a una aletargada noche, el chistido de las lechuzas y de los murciélagos. En el verano expresaban su canto los grillos y las ranas después de la lluvia, pero el silencio gobernaba la noche, expuesta a ser interrumpida por algún misterio sin revelar. Así es este pueblo del cual saldrán las historias que nos acompañarán.

Corría el año 1.930 mientras la vegetación comenzaba a vestirse de primavera emergiendo la sabia nuevamente para ayudar al amor a renacer y convivir en un mapa de jardines llenos de flores, pájaros y calles con amores inspirados. Por las mañanas las chimeneas humean el calor hogareño y los obreros salen a ganarse el pan con su sudor diario, en un pueblo tan pequeño que de un pedalear se recorren todas sus cuadras.

Enamorarse en un pueblo tiene una percepción bucólica, donde a veces se hace imposible que no suceda, sería como ir detrás de nosotros mismos o relevar nuestra sombra para que descanse un rato. No seria extraño que el amor sea foráneo y entre al pueblo con su caballo coqueto sin olvidar pasar por algún boliche o almacén de ramos generales. Por eso hago referencia al amor que es llegado de otro pago con gran entusiasmo a ver su paisana, para las tortas fritas, charlas y cuentos. Donde luego se transfiere el mensaje novedoso y misterioso, que podría ir del panadero al placero o del carpintero al viajero, donde al vuelo de dos pájaros antes de posar…. se sabe todo. La inocencia de la gente se plasma en el trabajo y la vida familiar, teniendo como entretenimiento algúna novela de radioteatro, el truco y la taba.

Aquí en este pueblo humilde, se desarrolla la existencia de una mujer muy joven cuyo perfil revolucionario la lleva a desarrollar una obra de bien, ante una demanda social desconocida por ella, por su inocencia.

Carmen era una niña muy especial de bajo perfil, rebelde con un mundo interior nada fácil de descifrar. No tenia hermanos y los grandes conflictos con su padre la llevaron a mostrar su misterio, su taciturna mirada, pero que a la vez era abierta a las amigas y vecinos. Morocha, sus grandes ojos expresivos iluminaban su juventud y su felicidad que a veces se veía empañada por nubes traviesas del amor y el capricho de sus 14 años inocentes, mezclando ilusiones con alucinaciones que ella misma iba depurando sin darse cuenta. Martina (su madre) poseía una gran armonía con su hija, llevándola a los quehaceres domésticos y tratar de concretar satisfactoriamente el dialogo padre-hija que rara vez terminaba bien. El padre de Carmen (don Francisco) era un hombre rudo muy conflictivo apasionado por la corrección y rectitud. Francisco trabaja en el campo con Ceferino su patrón, ambos eran molineros hacían perforaciones. Luego estaba el sacerdote del pueblo, el padre Juan, amigo de la familia, promovía la fe al pueblo en la capilla San Cayetano. También en escena estaba Lautaro, aquel niño muy travieso que vivía con su tía Clara. Lautaro había estado en un patronato donde un día escapo y andaba por el pueblo asumiendo los daños que cometía. Por otra parte el comisario representando la autoridad del pueblo (don Miranda) también amigo, pero fiel a la ley, en una comunidad de 400 habitantes no había mucho que escribir e investigar.

CAPITULO I

En una vivienda humilde de Las Perdices (sur de Córdoba), desprende alegría la mañana, con el canto de los pájaros en la pajarera, mientras el perro en la galería se despereza y las aves salen a buscar algún resto de cereal del día anterior. Martina lava la ropa en un fuentón con el incesante refriegue de su tabla de lavar, Carmen va tendiendo las prendas mientras murmura en silencio y pregunta: Madre, ¿has pensado en mis 15 años? Martina sorprendida y terminante : ¡NO!... Quiero hacer una lista de invitados porque faltan 30 días para mis quince. Martina, si hija espero sean las amigas mas cercanas, tu padre no quiere extraños en la casa. Son apenas cinco amigas madre, mas los primos que no pasan de cuatro por este lugar, quiero una inmensa torta con mucho chocolate y bailar el vals con el acordeón de don Cortez, nuestro buen vecino y por supuesto el asado para los grandes. Desviando la vista Martina responde: niña por ahora pensemos en terminar con el lavado, veremos en estos días que coordino con tu padre y tienes que pensar que siempre hay gastos comprometidos. ¡Esta bien madre! Doña Martina ya asumía una nueva carga que la sentía simplemente por el efecto de su esposo, ella sabia perfectamente que este tema del cumpleaños necesitaba de un análisis exhaustivo por Francisco, para después poner en acción toda la actividad necesaria al evento. Es decir que Martina no estaba en condiciones de confirmarle a su hija la modalidad de la fiesta. Martina, escalando ordenes: bueno tiende eso que falta hija, y ya terminamos. ¡Estrujando con fuerza la camisa de su padre, bueno madre ya termino! Martina: hay que pelar algunas papas y preparar verduras, hoy viene a almorzar tu padre y debe venir apetitoso. -Carmen: ¿apetitoso? Y cargoso, ya me tiene cansada con eso de las uñas, yo me las pinto igual. Ya se siente el crujir de un carro, mientras mueve la cola el guardián de la casa, al rato: ¡hola niña como anda usted! ¡hola padre trabajando un poco! suena la tibiez de un beso paternal y Francisco entra a la casa ¡hola Martina que lindo huele la cocina! Un beso de llegada habilita el dialogo matrimonial. Martina, levantando la tapa de la olla: he preparado un rico puchero, presumía tu apetito. Francisco colgando su sombrero mientras se dirige al lavatorio: muy bien mujer, allá en el campo la cocina se nos hace difícil, estamos solos con Ceferino y cuando llega la hora de comer, se agarra lo que hay y a veces no hay nada. Ayer por ejemplo pusimos a la parrilla una picana de avestruz y un trozo de pan casero que había sobrado el día anterior. Martina: bueno hombre, el lunes te doy algo de carne y papas para que lleves, al menos para dos días tendrán. Francisco: ¡NIÑA A COMER! Después de un aletargado tiempo, Carmen se arrima a la mesa y antes que su padre comience sus órdenes, ella coloca los cubiertos, platos y vasos, el almuerzo transcurre silencioso y Carmen se va a la sombra de una enredadera a lavar los platos en una tina. La tarde tiene un sabor a esperanza y a un ansioso veredicto para Carmen, que no desea la llegada de nadie y que tiene en vilo la respuesta de su padre respecto a su cumpleaños. Pero esa tarde nada se resolvió y al otro día Francisco salió para el campo a su jornada laboral por una urgencia convocada por Ceferino su patrón. Carmen ¿no le dijiste nada a papa? Martina: si le dije, pero me desvió la conversación. Con los ojos bien abiertos insistió Carmen: ¡ufa cuando!... Pronto, responde Martina. Carmen: me voy a casa de Raquel. Bueno hija, no esperes que oscurezca para venir a casa.

En casa de Raquel: ¡hola amiga como estas! Raquel ¡hola Carmen que alegría verte! ¡adelante vamos a tomar unos mates y charlamos algo, pienso que esta vez no andarás tan apurada no! No amiga, mi padre se fue por una semana. Raquel ¿esa es tu respuesta? Si claro. Bueno amiga, ¿qué te parece el tejido de las prendas que hago? añade Raquel, ¡maravilloso Raquel! Exclamo Carmen mientras sostiene el mate, yo estoy aprendiendo y veo que es una gran ayuda, mi madre siempre me dice. Pero veo ese abrigo azul de hombre ¿tu padre? Raquel: ¡no mi novio! Carmen muy asombrada: haceme reír un poco amiga… ¿y de dónde novio? Raquel: lo encargo su madre, ella sabe de lo nuestro, por otra parte, es todo muy reciente. Carmen algo inquieta pregunta: ¿Cómo se llama? Raquel: Luis, pero yo voy por los 17 y tu no llegas a los 15 amiga todavía. Carmen: ¿eso que? Raquel: al menos para los padres la edad ayuda, es una zoncera refuto Carmen, quizás sí, respondió Raquel, pero nuestros padres nos quieren grandes y maduras para tener un novio, yo todavía estoy luchando para que me dejen al menos ir a la plaza con él. Carmen gruñendo sus cejas: ¡uff que mufa!. La casa de Raquel simulaba un empedrado rodeada de olmos y algúnos eucaliptos, había un matadero casi pegado a la casa ya que su padre era encargado del mismo, después se extendía un gran patio sin cerco quedando librada la entrada desde cualquier sector. Los perros ladran amigablemente, llega Hilda otra amiga, ¡hola chicas! ¿cómo están? Carmen y Raquel al unísono: ¡hola amiga adelante! Hilda: ¡qué alegría verlas juntas! Carmen: si, yo llegue hace media hora y ya me enteré de una novedad sorprendente. Hilda expectante: ¿y cual es? Raquel en apuros intercepta: bueno, vamos a comer unas tortas fritas y hablar de manualidades. Hilda: ¡que hermosas prendas Raquel eres muy aplicada! Yo también estoy aprendiendo, pero me olvido de algún punto y después a desarmar. Raquel: tienes que estar atenta e ir despacio para que salga bien la prenda. Carmen relajada en un sillón: a mí también suele pasarme, pero ahora estoy mejorando bastante. Hilda: mi problema es el huésped de casa, el gato me tironea la lana, desorganizándose el ovillo. Carmen: las manualidades son lindas y en invierno yo se estar con mi madre hasta altas horas de la madrugada, porque a veces hay mucho trabajo. Raquel mientras ceba un mate: acá en casa pasa lo mismo amiga. Hilda: ¡que ricos mates! Carmen: espumosos y bien dulces, las tortas fritas exquisitas ¿las hiciste vos Raquel? Con orgullosa mirada: no, las hizo mi madre, mientras yo trabajaba en esto. Carmen: les prometo que algún día las voy a invitar a comer tortas fritas hechas por mi jajaja…Hilda: ¡¡bueno amiga con mucho gusto!! Carmen sonriente: habrá que probarlas!…nosotras llevamos la harina así la cosa es compartida. Raquel: como no amigas así serán. Bueno debo irme amigas quizás mañana nos encontremos como hoy o las espero en casa. Raquel: bueno Carmen, mañana vemos ¡suerte amiga! Hilda: ¡hasta mañana Carmen!

 

Mientras tanto en el campo: el padre de Carmen culmina su jornada diaria junto a Ceferino, el molinero compañero de años, el crepúsculo se arrima al rancho, mientras Francisco prepara el mate observa unas paletas de cordero que deberá compartirlas con su compañero. El silencio del monte enmudece la noche, se oyen chistidos de lechuzas y el rezongo de alguna vizcacha. Francisco y Ceferino llevan trabajando 20 días en una perforación donde debe colocarse un molino y todavía no hallan agua. Ceferino, mientras enciende el fogón: bueno amigazo espero que mañana tengamos suerte así nos vamos a terminar el pozo del otro campo que quieren armar un aljibe. Francisco, salando las paletas: espero que si Ceferino, lo único que hemos hecho allá es llenar el carro de huesos, y de cristiano diga, han andado muchos indios por esta zona. Ceferino: si, es cierto espero que mañana lleguemos al agua. ¡Muy ricos los mates Francisco! ya puse las paletas al fuego. Francisco: estoy agotado mucho sueño y mañana a madrugar. Recién dos días después y de perforar mas de 50 metros, llegan al agua y arman el molino, que para esto pasan tres días más, entonces deciden hacer un descanso de dos días para después continuar con los compromisos del campo. Francisco se despide de Ceferino y parte con su carro al pueblo, cargado de leña y ropa de trabajo para lavar. Francisco llega a su casa. ¡HOLA MUJER! ¿cómo andan las cosas por acá? Mientras el “ovejero” flamea su cola y Francisco lo acaricia tras varios días sin verlo. Martina ¡hola Francisco! Acá andamos luchando con esta máquina de coser, Francisco: ¿Qué problema tiene? Martina: cose desparejo y hace perder tiempo. Francisco: en estos días llamo al técnico así la arregla. ¿Carmen donde esta? Cada vez que vengo no la encuentro. Martina ofuscada: ¡Francisco cuando llegaste la vez pasada estaba en el patio y la saludaste! ..Francisco hace silencio y se dispone a higienizarse para después cenar. Quince minutos mas tarde llega Carmen a la casa…¡Hola madre!. Martina: ahí vino tu padre ya vamos a cenar. Carmen ¡uff..si! Francisco: hola hija ya estábamos por cenar ¿Dónde andabas? Mientras se arrima Carmen contiene la inquietud de su padre: estaba en casa de Raquel mi amiga. ¿Padre puedo decirle algo? ¡adelante pues!. Ha dejado el caballo atado al carro ¿va a algún lado? Francisco: uuuyy hija!!..gracias por avisarme. Francisco sale rápidamente y ya en la oscuridad desata el caballo y lo entra al corral, guarda las riendas, freno y pechera en el galpón y regresa a la cocina con una nueva inquietud: hija, mañana tendrás que ayudarme a bajar la leña que traje. Carmen: si, claro- Carmen tenia esperanza que en esta cena podría tocarse el tema de su cumpleaños, pero su padre estaba muy cansado y no era el momento de tratar algo semejante que para colmo de males se podría extender con algúna discusión.

Al dia siguiente Francisco sale temprano a caballo al otro poblado “colonia San Jorge” a buscar a un señor que suele reparar maquinas de coser. Mientras Carmen inicia su desayuno, tiene la ocurrencia de hacer merito para ganarse el autoestima de su padre, toma la rápida decisión de bajar toda la leña del carro, antes que su padre regrese a la casa.

Y así fue, llega Francisco con otro señor que trae un maletín para reparar la máquina, se baja del caballo y exclama: ¡pero niña no sabia que era tan guapa! Parte de esa leña será para su cumpleaños, ósea para el 15 de octubre, por eso la traje. Carmen con sus ojos iluminados: ¡qué alegría padre! ¿puedo ir anotando a mis invitados? Francisco: si hija, sabes bien quienes son nuestras amistades, yo tengo al comisario don Miranda, al padre Juan y a mi compañero Ceferino. Carmen: ¡LINDO PADRE!.. Nunca había imaginado la niña que su idea iba a ser satisfactoria y de ahora en mas todo era felicidad para ella. Una hora después el técnico se marcha y la maquina queda lista para funcionar. Francisco sale al pueblo a cumplimentar tramites y también comprar alimentos para el almuerzo. Carmen y su madre limpian la casa como toda costumbre mañanera, para después hacer la comida. Al rato golpean la puerta- abre Carmen: ¿don Miranda que lo trae por acá? ¡madre el comisario don Miranda! ¡cómo anda niña! ¿su padre? pregunta el comisario. salió para unas compras seguramente, responde Carmen. Martina: ¡cómo anda don Miranda! ¡Usted dirá! ..no quería molestarla, ando siguiendo el rastro a un tal Lautaro un chico muy travieso, pero no va a salir con la suya. Martina: ¿Qué hizo? …..asusta a los caballos, resulta que un anciano estaba en un sulqui y de pronto este niño sorpresivamente golpea un tacho y el caballo salta y comienza a correr enfurecido con el pobre anciano arriba, el sulqui se balanceaba para todos lados y el hombre fue a parar al suelo lastimándose mucho. Martina: ¡¡¡uuuuyy que bárbaro!! pero de verdad no lo hemos visto por aca, si, lo conocemos por sus travesuras, aunque hace mucho que no frecuenta por estos lados. Comisario: bueno era eso nomas, adiós señora y saludos a Francisco. Martina: gracias serán dados.

Lautaro era un niño huérfano con una conducta hostil que disfrutaba de sus travesuras urbanas, cuando nació, su madre falleció a los dos días y su padre lo dejo a los 8 años cuando sufrió un accidente laboral. Se educaba con su tía, pero solía escaparse recorriendo casa por casa donde lo ayudaban con algún plato de comida. Tenia 14 años y en una oportunidad estuvo internado en un patronato de menores, donde se escapaba con frecuencia. Carmen: ¡pobre Lautaro qué pena! Martina: ¿antes era tu amigo no? Carmen: si, pero nunca mas vino, temo que el comisario lo castigue. Martina: no, a lo sumo hablara con su tía. Al rato regresa Francisco: ¡traje para hacer bifes a la plancha! Martina: bueno Francisco recién vino don Miranda, preguntando por ese niño Lautaro. Francisco: si ya me enteré en el bar, eso fue hoy temprano, pobre anciano. De pronto Francisco impulsa su voz: ¡CARMEN! Y Carmen se acerca rápidamente ¿Qué padre? Francisco con ojos de lobo: ¡no quiero verte más con ese chico de Lautaro entendiste! Carmen: pero padre no es tan amigo, vino una vez nada más. Francisco: ya está avisada. El almuerzo fue muy silencioso sin una sola palabra, casi era una rutina la poca comunicación de Francisco con su familia y cuando lo hacia casi siempre utilizaba el rigor. Francisco: si esta la ropa lista quiero que la dejen en el bolsón, así mañana salgo para el campo. Martina: en un rato estará todo guardado. Al día siguiente Martina le recuerda a Francisco lo siguiente: cuando vengas dentro de dos semanas, estaremos con el cumpleaños de nuestra hija y debemos preparar todo. Francisco: por eso ahora me voy por dos semanas mujer, para luego quedarme unos 4 días acá en el pueblo, algo vamos a concretar. Francisco parte a la mañana con un beso tibio a su mujer e hija. De pronto golpean las manos y sale Carmen mas dispuesta, ya que su padre se había ido recientemente. Raquel amiga. ¿Cómo estás? Muy bien amiga, vengo a visitarte. ¡adelante pasa tomaremos unos mates! Martina: ¿Cómo estas Raquel? Raquel: ¡muy bien! ¿Usted? Martina en preparativos para el cumpleaños de la niña jajaja Raquel: ¡qué bueno! Carmen: mi padre ya trajo la leña, que descargue sola en dos horas. Raquel: ¡guapa amiga! Carmen con la mirada hacia abajo, sonríe. Mas tarde llega Hilda y la mateada permite el dialogo fértil de las niñas, pero Martina atenta a ellas, pregunta: hoy estas mas callada Hilda ¿te ocurre algo? Hilda temblorosa y sensible: bueno me esta pasando algo triste que vi cuando recién venia. Carmen angustiada: cuéntanos Hilda!. Resulta que venia por la calle que pasa por la escuela y en una casa abandonada estaba escondido Lautaro, no se que le ocurría, parece que no come hace rato. Rápidamente Martina prepara unos emparedados y las chicas salen al encuentro con este niño travieso, Carmen: ¡Lautaro amigo! ¿qué haces aquí? Lautaro: ¡hola chicas! Estoy aquí porque dicen que el comisario me quiere dar con un látigo. Hilda: eso es mentira, no creo que te castigue la autoridad. Mientras las chicas le hablan, Lautaro disfruta el delicioso emparedado bien completo y apetitoso. Carmen regresa con sus amigas a la casa para continuar sus diálogos pendientes. Raquel: lo que se perfectamente que Lautaro duerme en casa de su tía, aunque rara vez come allí, anda todo el día vagando por el pueblo. Martina: ¿pero que será de este niño en el futuro? Si nadie lo educa. Carmen: una pena. Lautaro agazapado en las ligustrinas y tapiales urbanos, llega a la casa de su tía, con falta de higiene y el susto impregnado en su rostro. Su tía acostumbrada lo recibe, pero sin reprocharle nada, para evitar que el niño se revele.

A cuatro dias del cumpleaños de Carmen- Martina: Carmen hija, ve a comprar sobres para los invitados, es decir tus amigas y primos, las invitaciones a los grandes es a palabra como hace todo tu padre. ¡Voy madre! A los veinte minutos regresa, escribe las tarjetas y reparte los sobres a sus invitados. Carmen no tenia abuelos, los padres de Martina fallecieron de fiebre amarilla en 1.890 y los de Francisco en la guerra de Europa en 1.915. Su madre Martina limpia bien el patio y va contabilizando las sillas y elementos gastronómicos para la gran cena. Carmen: ¿Qué mas hay que hacer madre? Martina: la torta la estoy haciendo y bebidas hay, falta tu padre que aparezca el ya sabe bien de esto. Madre vamos a tomar unos mates con Hilda y Raquel en la plaza, el día esta hermoso. Martina: bueno hija recuerda que debemos regar la huerta, una horita y venís. Carmen: de acuerdo madre. Las niñas se relajan en un banco y el mate comienza a circular, charla va y charla viene. De pronto, transita un hombre en bicicleta, al ser perseguido por un perro, este lo muerde y lo hace caer, detrás para un camión, se baja un señor y lo ayuda a levantarse. Pasa un carruaje y se detiene, suben al hombre al mismo y lo llevan a la sala médica, el señor del camión también los acompaña, dejando el rodado con unos niños en su parte posterior. A la media hora pasa otro carro y las niñas atentas a esto, ven que los niños del camión le venden carbón al señor del carro y Carmen sorprendida exclama: chicas, ¡vieron esos niños trabajando! Ese señor es un explotador. Niños de 8 y 9 años trabajando en lugar de ir a la escuela y jugar. Raquel: bueno deberán ganarse el sustento, esta bien que trabajen deben aprender a defenderse en la vida. Carmen: para mi eso no esta bien, sucios abandonados, que trabajen los grandes. Debo irme amigas, muy ricos los mates, se despiden las chicas y cada una a su hogar.

 

Al día siguiente 15 de octubre llega Francisco después de dos semanas de trabajo con mas leña, dos corderos y un costillar de vacuno, ya listos para cocinar. Su carro bien completo, hasta con la compañía de su jefe Ceferino. Son las 12 del mediodía y el almuerzo familiar es liviano, una sopa con papas, porque el menú principal será a la noche. Carmen muy contenta prepara su ropa y atenta a la gran olla que contiene el sabroso chocolate, que se servirá a la tarde. Termina el almuerzo y Francisco acompaña a Ceferino al galpón, donde dormirá su jefe por unos dias y la siesta se adueña de estos dos trabajadores, que les espera el hacha y la leña para el gran asado. A las 6 de la tarde comienzan a llegar los invitados con algúnos regalos, se sirve el chocolate y la alegría es compartida por todos los chicos y chicas, todo brilla esa tarde, mientras se escuchan los zumbidos de la tierra, es el hacha de Francisco que comienza a fraccionar la leña, mientras Ceferino condimenta la carne. Martina sale y pregunta: Francisco. ¿los tres faroles tienen kerosene? Francisco: los tres están completos, luego le cambiare la mecha a uno de ellos. A la noche cuando el asado ya esta en marcha, llega el comisario don Miranda y el padre Juan, también el vecino don Cortez el músico del acordeón.

Francisco: ¡Adelante adelante pasen caballeros! Y allí se congregan los invitados para dialogar del reuma, del gobierno, de las historias de los pueblos., sus anécdotas etc. Después de la cena, suena el acordeón de don Cortez y el baile se prolonga hasta las 5 de la mañana. Al día siguiente un domingo muy silencioso, como si el día anterior le hubiere robado todos los diálogos y sonidos, solamente se oye el canto de las palomas, la pajarera con dulce cardenales y el picoteo de las gallinas que disfrutan de la migaja que dejo la fiesta en el patio.

El tiempo transcurre por encima de todo y de todos, ahora sobre los 15 años de una niña que le florecen todas las ilusiones y buscando competir con sus amigas sus conquistas amorosas que por el momento son nada más que un sueño.

Cierto día en una mañana cálida de verano, otra vez se hallan solas Martina y su hija. Mientras deliberan que se puede almorzar al mediodía, Martina toma nota de la mercadería y Carmen sale de compras al único negocio del pueblo, un almacén de ramos generales, que se encuentra a cinco cuadras de su casa, frente al comisionado local. Esa era la única arteria principal con mucha actividad, ya que también estaba el correo y el bar en una esquina próxima a la plaza. Un señor muy joven con alrededor de 20 años y muy elegante, por cierto, observa desde su carro cuando estaba por salir, a una jovencita con dos bolsos llenos de mercadería. Sin mas que perder tiempo, el joven se le acerca y le habla: ¡Buen día señorita! ¿desea usted que la acerque a algún lado? Veo que su carga es bastante pesada. Carmen: hooo!. Es usted muy amable, pero debo caminar tan solo cinco cuadras, hasta mi casa. El joven muy dispuesto: bueno niña, ¿no le gustaría llegar mas rápido y con menos esfuerzo? Carmen sonriente: bueno hombre. Ya que insiste ayúdeme a subir, su carro es muy alto!.

Ya Carmen en marcha con este viajero desconocido le pregunta: ¿de donde eres? Porque aquí en las perdices no lo he visto nunca. Haaa..¿su nombre?.. Este joven ya tenia mucho para hablar mientras se había olvidado de que iba en su carro y por instantes sus dos caballos descansaban sin saber donde estaba su rumbo. ¡Me llamo Sixto! Exclamo el joven con energía, trabajo en una imprenta en Dalmacio Vélez Sarsfield donde vivo, a 7 leguas de acá.

Traigo carpetas y documentación para el comisionado y el correo, dos veces a la semana, ¿Cómo te llamas? Me llamo Carmen y estoy con mi madre, con mis 15 años no me dispongo a realizar ningúna tarea fuera de casa. Haaa. ¡Su carro anda demasiado lerdo! Sixto: ¡Si, es que estos caballos! Sixto no sabia como hacer para aletargar esas escasas tres cuadras que le faltaban para quedarse sin Carmen y apuro su charla: tengo 19 años y doy gracias a Dios que tengo un digno trabajo, pero no es todo, quiero tener una novia y casarme. Carmen se puso rojiza y a una discreta expresión responde: yo con mis 15 años no pienso en eso todavía, aunque no sé cómo será tener un novio. Sixto sonriendo: ¡es cuestión de probar!….eres muy hermosa y me va costar no verte más. ¿es aquí donde vives? Carmen: si, acá vivo desde que nací ¿me ayuda a bajar? Sixto la toma del brazo y se desentiende de la situación, dejándola caer para aprovechar y abrazarla antes que se vaya al suelo. Sixto: ¡uyy uyy se me escapo su brazo, mientras Carmen queda tendida sobre el pecho de Sixto. Carmen: uuy casi vamos a parar al suelo amigo, Sixto le entrega los bolsos e inesperadamente Carmen se le arrima y le da un beso de cortesía y entra a su casa. Fue todo tan rápido que Sixto quedo enmudecido por esos diez minutos de felicidad que también por su juventud, jamas había vivido.