Buch lesen: «Migración de tránsito y acción humanitaria»
Vega Villaseñor, Heriberto, autor
Migración de tránsito y acción humanitaria / Heriberto Vega Villaseñor; prólogo Jorge Durand. -- 1a ed. – Guadalajara, Jalisco: Editorial Universitaria: Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Tonalá, 2018.
(Colección Monografías de la Academia)
Incluye referencias bibliográficas
ISBN 978-607-547-219-5
1. Centroamericanos-México-Condiciones sociales
2. Estados Unidos-Emigración e inmigración 3. México-Emigración e inmigración 4. Asistencia humanitaria-México I. Durand, Jorge, prólogo I. t. II. Serie.
304.873 .M4 .V72 CDD
E184 .M4 .V72 LC
Esta obra participó en la convocatoria del “Fondo de Apoyo a la Producción Académica Publicaciones 2017”, fue dictaminada por especialistas mediante el sistema de doble ciego y aprobada para su publicación por el Comité Editorial del Centro Universitario de Tonalá.
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Primera edición electrónica, 2018 Textos © Heriberto Vega Villaseñor Prólogo © Jorge Guillermo Durand Arp Nisen Coordinación de producción Sol Ortega Ruelas Cuidado de la edición Luis Rico Chávez Diagramación Maritzel Aguayo Robles Portada J. Daniel Zamorano Hernández | D.R. © 2018, Universidad de Guadalajara Editorial Universitaria José Bonifacio Andrada 2679 Colonia Lomas de Guevara 44657 Guadalajara, Jalisco 01 800 834 54276 www.editorial.udg.mx ISBN 978-607-547-219-5 Octubre de 2018 Hecho en México Made in Mexico |
Se prohíbe la reproducción, el registro o la transmisión parcial o total de esta obra por cualquier sistema de recuperación de información, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, existente o por existir, sin el permiso por escrito del titular de los derechos correspondientes.
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Índice
Prólogo
JORGE DURAND
Introducción
La migración de tránsito: una realidad compleja
La acción humanitaria: una respuesta progresiva ante las necesidades de las personas migrantes en tránsito por México
La acción humanitaria en albergues y comedores de migrantes: tensiones, conflictos, acuerdos
Testimonios de vida: entre vulnerabilidad y estrategias de afrontamiento
Conclusiones finales
Notas al pie
Bibliografía
Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver.
Mateo 25: 35-36
Cada migrante es un camino.
Testimonio de un migrante salvadoreño en Tapachula, Chiapas, julio de 2006
Al final de este recorrido no queda más que hacer un reconocido agradecimiento a quienes apoyaron en la elaboración de este texto. De manera particular al director de la investigación, el doctor Jorge Durand, a las doctoras Patricia Zamudio, Manuela Camus y Araceli Espinoza, por su lectura cuidadosa y atinadas sugerencias de mejora. Gracias a la maestra Yoloxóchitl Corona, por la revisión de estilo. Y gracias a Dios y a mi familia: Guille, Mariam, María José y Esperanza (mi mamá), por el tiempo regalado y por mantener la esperanza en el empeño por un mundo mejor, esa terca esperanza de la cual las personas migrantes hacen gala.
Prólogo
JORGE DURAND
México es y ha sido, desde hace más de un siglo, un país de emigrantes y un país de tránsito. Las primeras evidencias documentales que se tienen sobre migrantes extranjeros, que utilizaban a México como trampolín para llegar a Estados Unidos, datan de comienzos del siglo XX. Chinos y japoneses tenían coyotes especializados en Ciudad Juárez, que utilizaban métodos similares a los de ahora, para cruzar gente al otro lado de la frontera, mediante un pago por el servicio.
Las evidencias recientes las vemos hoy en día en muchas ciudades del país, desde Tapachula, al borde del río Suchiate en la frontera sur, hasta las ciudades fronterizas a orillas del río Bravo en Texas, el desierto de Altar y Sonora en Arizona y Nuevo México o las calles de Tijuana, Mexicali o Tecate en la frontera con California.
Entre esos dos extremos transitan más de cien mil centroamericanos al año y varias decenas de miles de personas que vienen de América Latina, Asia, África, Medio Oriente e incluso países europeos.
Unos adelantan buenos tramos a lomo de La Bestia, encima de los vagones de trenes de carga, otros avanzan a pie, por el cerro, para evadir las garitas y zonas de control migratorio. Los que tienen algunos recursos o parientes que los financien pueden tomar algún autobús. Es un camino largo y se ha vuelto difícil y peligroso.
Después de las grandes migraciones de fines del siglo XX, ya entrados en el siglo XXI, el panorama social, político y delincuencial de México y sus fronteras cambió radicalmente. Lo que era un tránsito relativamente fácil y seguro por territorio mexicano se convirtió en una pesadilla. Los migrantes eran perseguidos, agredidos y extorsionados, no sólo por las autoridades y diferentes cuerpos policiales, sino por las pandillas, la delincuencia y el crimen organizado.
Emigrar dejó de ser un episodio más del viajero, se convirtió en un tránsito riesgoso, peligroso y costoso. México y los mexicanos empezaron a mirar con horror lo que sucedía en el día a día del transitar de los migrantes.
Fueron las organizaciones religiosas y de la sociedad civil las que dieron la cara para paliar, en la medida de sus limitadas posibilidades, la crisis humanitaria que se vivía y que todavía persiste. El libro de Heriberto Vega Villaseñor analiza en detalle el drama del tránsito migrante por territorio mexicano y la acción y organización de cuatro casas o albergues de migrantes: al sur, en Tapachula, Chiapas, el Albergue Belén; en medio de la ruta del Pacífico, el Centro de Atención al Migrante de FM4 Paso Libre en Guadalajara, Jalisco; a medio camino hacia Texas, la Casa de la Caridad Cristiana-Hogar del Migrante, en San Luis Potosí, y ya cerca de la frontera, la Casa del Migrante de Saltillo, Coahuila. E incluso fue más allá, al comprobar que el tránsito persiste, incluso allende la frontera, como constata el autor al entrevistar a migrantes y activistas en la Casa Juan Diego del Movimiento del Trabajador Católico en Houston, Texas.
Un libro fundamental, bien escrito, sustentado y armado que se encuentra con el migrante desde que cruza la frontera entre México y Guatemala y lo acompaña en su largo peregrinar por otras casas y albergues, hasta que llega a su destino. Un supuesto destino, porque el sosiego y la angustia cobran nuevas formas, al vivir para trabajar, en la llamada “ilegalidad” del sueño americano, que también se convirtió en pesadilla.
En ese contexto de tránsito y peregrinar permanente, los migrantes encuentran decenas de voluntarios y organizaciones religiosas y de la sociedad civil que dan la cara por todos los mexicanos y que ofrecen pan y cobijo, vivienda y vestido, solidaridad y aprecio, asesoría y gestoría.
Migración de tránsito y acción humanitaria, de Heriberto Vega Villaseñor, es un estudio acucioso, muy bien sustentado en un largo trabajo de campo, con profundidad analítica y enfoque comparativo, sobre un tema y problema fundamental para el país: la migración en tránsito y las respuestas que se han dado a la situación permanente de crisis humanitaria.
Introducción
Migración de tránsito y acción humanitaria son dos conceptos y dos realidades que han sido abordadas en la investigación que dio origen a este texto. El trabajo inició en 2011 como un estudio de caso en cuatro escenarios: Albergue Belén en Tapachula, Chiapas; Casa de la Caridad Cristiana-Hogar del Migrante en San Luis Potosí; Casa del Migrante de Saltillo, en la misma ciudad, y el Centro de Atención al Migrante de FM4 Paso Libre en Guadalajara, Jalisco. Los últimos datos que se integran en este texto corresponden a enero de 2016.
En muchas ciudades del país es común que en diferentes cruceros se encuentren personas pidiendo dinero o comida señalando que son centroamericanos que van rumbo a los Estados Unidos; quienes viven cerca de las vías del ferrocarril reconocen que desde hace muchos años hay personas que viajan en el tren de carga con destino al país del norte y los llaman “los trampas”. Estas personas que viajan por el país, la mayoría en condición migratoria irregular, con destino a una tercera nación, constituyen lo que se conoce como migración de tránsito. En este texto se revisará con detalle la relación de este término para hacerlo más comprensible.
También a lo largo y ancho del país hay personas y grupos más o menos organizados que se han dedicado a dar apoyo a los migrantes. La mayoría de estos grupos mantienen un vínculo directo o indirecto con la iglesia católica de México y la razón de su quehacer responde a motivos religiosos. Esta atención a las personas migrantes ha cambiado en el tiempo hasta llegar, en alguno de los casos, a lo que se denomina como acción humanitaria, concepto derivado del derecho internacional humanitario (DIH), el cual implica ir más allá de la asistencia para dar paso a la denuncia y a la defensa de los derechos humanos.
Estos son los dos grandes componentes de este texto. Cada uno se aborda desde dos perspectivas genéricas: teórica y práctica. Así es como están articulados los capítulos, primero la revisión de los conceptos y después la presentación de las evidencias empíricas. Al final se incluye una síntesis vivencial.
El primer capítulo, titulado “La migración de tránsito, una realidad compleja”, tiene la intención de definir y establecer una referencia básica sobre las propuestas teóricas de la migración que fueron asumidas en este trabajo de investigación: teoría de los sistemas mundiales, capital social y redes migratorias. Para validar esta elección se revisan las demás propuestas teóricas sobre la migración y se hace un vínculo con el tema específico de la migración de tránsito. Se reconoce que la migración de tránsito forma parte de la migración internacional y que en ella tienen una relevancia básica los recursos relacionales establecidos y los que se construyen con el paso. Además, se presenta un análisis del concepto migración de tránsito con la finalidad de proponer una definición propia que permita una mejor comprensión del término.
El segundo capítulo, “La acción humanitaria: una respuesta progresiva ante las necesidades de las personas migrantes en su tránsito por México”, se plantea la necesidad de conceptualizar y comprender las actividades que una parte de la sociedad mexicana ha hecho y hace en favor de las personas migrantes en tránsito, sobre todo irregular, por México. Comienza con una presentación histórica de las políticas migratorias mexicanas, continúa con un abordaje teórico del concepto de acción humanitaria desde el DIH y se revisan conceptos asociados: el de vulnerabilidad y el de crisis humanitaria. ¿Por qué se podría decir que la migración de tránsito por México es una crisis humanitaria? Esa es la pregunta que se busca comprender y responder hasta cierto punto, desde un marco conceptual que no ha sido normalmente utilizado por los defensores de personas migrantes: el del DIH.
El tercer capítulo está centrado en la presentación de las personas migrantes en tránsito a partir del trabajo etnográfico y de las entrevistas realizadas en la aplicación de una etnoencuesta sobre el tránsito. Se destaca la vulnerabilidad y la diversidad como dos componentes que pueden caracterizar a las personas que transitan por México, sin que sean sólo víctimas, pues, como se apreciará a lo largo del texto, también desarrollan una serie de estrategias que les permiten resolver las dificultades y problemas que encuentran en su paso por México, lo que da pie a lo que se ha denominado aquí como habitus migrante, concepto que muestra cómo se reconfiguran las personalidades en esta situación escepcional. Se termina con una caracterización de los perfiles de la migración de tránsito por México. Lleva por título “Las personas migrantes en tránsito: vulnerabilidad y diversidad”.
El capítulo cuarto vuelve a tener como eje central nuevamente la acción humanitaria. Se titula “La acción humanitaria en albergues y comedores de migrantes. Tensiones, conflictos, acuerdos”. En el primer apartado se presenta la participación de la iglesia cristiana católica de México como actor relevante en la atención a las personas migrantes en tránsito, por su presencia histórica y el número de obras. En seguida se hace una propuesta de etapas histórico-evolutivas que se han seguido para que el trabajo con las personas migrantes en tránsito se convierta en una acción humanitaria. En el penúltimo apartado se revisa el quehacer cotidiano de las organizaciones que se estudiaron para validar si realmente se hace acción humanitaria. Finalmente, y con base en los tipos ideales sobre la autoridad de Weber, se hace una caracterización de los estilos de liderazgo en los cuatro escenarios principales de estudio.
Para cerrar, el capítulo quinto recoge una serie de testimonios de personas que están en el lugar que parece ser su destino migratorio. No todos los testimonios corresponden a la forma más común del tránsito irregular por México: a “lomo de La Bestia”, es decir, viajando a través del tren de carga. Lo cierto es que, en las nuevas condiciones de control de flujos por el gobierno federal, sumado a la peligrosidad en ciertos puntos ferroviarios por parte del crimen organizado, el tren ha pasado a un plano secundario en algunos tramos del país. Sin embargo, los testimonios están puestos para mostrar la diversidad del tránsito migratorio por México: una diversidad en el tiempo en tanto se puede hablar de un antes y un después una vez que se desarrollaron políticas migratorias antiinmigrantes, una diversidad en las formas en tanto que hubo quién pasó con pollero, o en una caravana migrante, o a cuenta propia; una diversidad en cuanto a las personas: mujeres, hombres, menores de edad, jóvenes, adultos, casados, solteros, divorciados, viudos, etc. La intención del capítulo es mostrar cómo es que perciben, a la distancia, lo que fue su proceso migratorio, con atención especial en el tránsito. Se trata de rescatar los componentes de vulnerabilidad y de acción humanitaria que pudieron estar presentes en su trayecto.
Con este recorrido se busca confirmar que los ejes centrales, migración de tránsito y acción humanitaria, se han integrado poco a poco en el contexto mexicano reciente desde el ámbito de la sociedad civil.
La migración de tránsito: una realidad compleja
En este capítulo se busca comprender el concepto de migración de tránsito a través de una revisión de los diferentes enfoques teóricos sobre el fenómeno migratorio. Se compone de dos partes: las teorías sobre la migración en general y la teorización sobre el concepto migración de tránsito.
En la primera parte se presentan algunos elementos que configuran el contexto migratorio de México y particularmente lo que concierne a la migración de tránsito. Enseguida se afirma la variedad de propuestas teóricas sobre la migración y se hace una presentación de la manera como las diferentes explicaciones teóricas sobre la migración han sido agrupadas por diferentes estudiosos de la migración: por sus alcances explicativos en términos micro-meso-macro, o bien por el aspecto específico que resaltan del proceso migratorio (fuerzas expulsoras-atractoras, motivación, decisión, lazos, continuidad, etc.) o bien por el tipo de enfoque que privilegian (económico, histórico-estructuralista o sistémico). En seguida se presentan brevemente los argumentos de las diferentes propuestas y al final del apartado se desarrollan más ampliamente las explicaciones teóricas que se privilegiaron en la investigación: sistemas mundiales, capital social y redes.
En la segunda parte se hace una presentación del concepto migración de tránsito: su origen, las diferentes propuestas de definición, las implicaciones del concepto, para terminar con la definición asumida en el presente trabajo de investigación.
Elementos del contexto
La migración es un fenómeno que acompaña la humanidad y, en extenso, a nuestro mundo. La migración no es, de manera alguna, un hecho menor. En el plano internacional se contabilizan 214 millones de personas migrantes en el mundo, según la Organización Internacional para las Migraciones, lo que representa el 3.1% de la población mundial. Esta cantidad de personas migrantes constituiría el quinto país más poblado del mundo. Las mujeres tienen una participación relevante en las migraciones, pues representan el 49% del total. En términos económicos, las remesas enviadas en 2010 ascendieron al rubro de los 440,000 millones de dólares, cantidad que rebasa con más de 100,000 millones de dólares al Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio 2015 en México (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2014). Los desplazados internos en 2010 sumaron 27.1 millones, mientras que los refugiados eran 15.4 millones, lo que representa el 7.6% del total de personas migrantes en el mundo (Organización Internacional para las Migraciones, Sfe).
Se podría contraargumentar que, en términos relativos, la migración representa una cantidad muy menor con respecto al total de seres humanos que habitamos el planeta (Pirámide de la población mundial, Sfe): sería casi el 3% del total. Pero la relevancia no está en el porcentaje, sino en el hecho mismo de que haya personas en movilidad, en la diversidad y complejidad de las causas que la originan, en los efectos que provoca la inmigración en lugares de destino, en la multiplicidad de procesos que se desencadenan con el tránsito de las personas desde el punto de partida hasta el de llegada, y el impacto que tienen las personas que retornan, ya sea de modo libre o forzado, a las sociedades de donde partieron alguna vez.
En México cobra relevancia la migración por el hecho de tener todas las variantes migratorias de estudio: es un país de emigración, de inmigración, de tránsito y de retorno. Hay una historia centenaria de emigración mexicana a los Estados Unidos, como bien señala Jorge Durand (2003). La inmigración tiene en la actualidad un bajo porcentaje,1 pero históricamente hemos sido receptores de grandes oleadas de migrantes europeos y, desde el periodo independiente, se fue configurando una política de hospitalidad que favoreció la inmigración y luego el refugio a lo largo del siglo XX. El retorno tuvo una etapa crítica en la segunda y tercera década del siglo XX (Durand Arp-Nissen, 2013), y en la actualidad, con la administración Obama, se calculan más de 2 millones de mexicanos deportados en un lapso que va de 2009 a 2016, pero con una tendencia a la baja y en contraste con un número mayor de deportaciones por parte de sus antecesores (Meza, 2014).
Gráfica 1. Eventos de repatriación de mexicanos desde Estados Unidos, 1995-2015.
La migración de tránsito es uno de los temas centrales de este trabajo. Ha adquirido recientemente, en diversos puntos de la República Mexicana, una visibilidad que no tenía algunos años atrás. Es ahora algo común encontrar personas migrantes en las vías del tren, en el transporte colectivo, en autobuses foráneos o bien en algunos cruceros de las diferentes poblaciones que conforman las rutas por las que transitan desde el sur hasta el norte del país con la intención de llegar a los Estados Unidos. Si bien su paso no es nuevo, pues quienes vivían al lado de las vías del tren los veían desde hace casi cuatro décadas y eran conocidos genéricamente como “los trampas”,2 en la actualidad hay algo nuevo:
•Aumentó el número de personas que circulan y su visibilidad.
•Han sido victimizados por el crimen común y el organizado, así como por policías y agentes gubernamentales, los cuales también los criminalizan.
•Han sido sujetos de atención humanitaria por más grupos de la sociedad civil, quienes han asumido también la función de defensores de sus derechos humanos.
•Han recibido mayor atención por parte de los medios de comunicación.
•Han comenzado a ser mejor estudiados también desde el ámbito académico y, por ello, han pasado a ser un tema que se integra en la agenda pública de gobierno y sociedad civil con posiciones encontradas en no pocas ocasiones.
Desde la sociedad civil la mirada sobre la migración de tránsito se entrecruza, en muchos de los casos, con la ayuda humanitaria, primero espontánea y poco a poco más organizada y profesional. Desde el ámbito académico, el contacto con las personas migrantes se desarrolló también en algunas casas y albergues para migrantes, combinando otras opciones metodológicas como registros en sus lugares de paso (Encuesta sobre Migración en la Frontera Sur y Norte),3 estudios etnográficos en las rutas de viaje (sobre todo a bordo del tren o La Bestia, como se conoce en la jerga migrante)4 o trabajos en las estaciones migratorias del Instituto Nacional de Migración (INM),5 entre otras.
Resulta difícil conocer el número de migrantes en tránsito por el país, pues por su misma condición irregular no existen registros completos del flujo de personas que se internan al territorio nacional. Del campo oficial se pueden conocer las cifras de los aseguramientos6 (que en realidad constituyen acciones de privación de la libertad) de migrantes, así como las deportaciones realizadas por el INM. De manera extraoficial se pueden revisar los datos registrados en las casas de migrantes repartidas a lo largo del país. Pero eso nos lleva a datos aproximados del flujo de esta migración en tránsito. A partir de estimaciones hechas por académicos, grupos de ayuda humanitaria y autoridades,7 se sugiere que diariamente ingresan a México por la frontera sur de 400 a 1,100 migrantes (El Universal, 2012), lo cual constituye un rango diferencial suficientemente amplio y de difícil confirmación. Esta discrepancia vuelve complicada la medición de los flujos. Un reto a futuro, sin duda, será encontrar mejores formas de contabilizar el paso de personas migrantes en tránsito por México.
La migración en tránsito por México es mayoritariamente centroamericana, y de tres países principales: Guatemala, Honduras y El Salvador;8 es motivo de atención tanto del estado mexicano como de organismos de ayuda, apoyo y defensa, la mayoría de origen religioso y católico; pero también se interesan en ella instituciones de servicios a migrantes, ya sea financieros, de transporte, informáticos o de telefonía y, también, la delincuencia común y organizada, aunque con otros intereses (Casillas, 2011).
Los países centroamericanos de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala tienen una libre circulación de personas gracias a una serie de negociaciones, protocolos, leyes y reglamentos promovidos por el Sistema de Integración Centroamericano (SICA) que condujeron, entro otros, al Acuerdo de Managua (CA-4), elaborado en 1993. Posteriormente, a partir del 1 de junio de 2006, se eliminó el trámite de aduanas, facilitando el paso de un país a otro con la presentación de una identificación personal y llenando un formulario, aunque se mantuvo la exigencia de pasaporte para los menores de edad con la intención de combatir el tráfico ilegal de niños.9
Así que, ante un paso libre en Centroamérica, el problema se presenta en la República Mexicana, país que exige a Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua un pasaporte y visa para poder ingresar de forma regular. Los requisitos para obtener una visa para viajar a México, de acuerdo con la Ley de Migración de 2011 y su reglamento, se vuelven muy difíciles de cumplir, y aunque existe la posibilidad de internación de extranjeros por “razones humanitarias”, en la práctica ha resultado muy complicado acreditar los requisitos que se solicitan.10 Esta es una de las razones por las cuales las personas centroamericanas emigrantes optan por transitar de manera irregular. Otras razones están ligadas a la urgencia de la salida, sobre todo cuando es por violencia; una más estaría en la tradición migratoria irregular del lugar de origen. No es inevitable la irregularidad migratoria, pero sí resulta casi inalcanzable para personas con perfiles socioeconómicos muy bajos: para quienes no tienen empleos estables ni ingresos comprobables, para quienes no tienen una cuenta en el banco con saldo promedio superior a los $20,000.00, para quienes no cuentan con bienes inmuebles escriturados a su nombre, para quienes no reciben una invitación de alguna institución para ingresar al país, etc. Lo cierto es que en México no existe una visa de tránsito como tal, la internación debe hacerse con la condición de estancia como Visitante sin Permiso para Realizar Actividades Remuneradas o cubrir con los requisitos de una visa del mismo tipo, y eso implica un trámite burocrático11 no del todo accesible para quienes hacen el tránsito migratorio por México.
Si el ingreso se da de forma irregular, el problema no es cruzar la frontera sur, los verdaderos obstáculos comienzan al internarse en el territorio mexicano. Una primera dificultad está en la distancia geográfica que implica un trayecto que va de 1,669 kilómetros (Tenosique, Tabasco-Matamoros, Tamaulipas) a 3,878 kilómetros (Ciudad Hidalgo, Chiapas-Tijuana, Baja California),12 con la variedad de climas que esto representa; en segundo lugar está la misma condición de irregularidad, que implica evadir a las autoridades migratorias presentes a lo largo y ancho del territorio nacional,13 lo cual implica buscar los lugares menos transitados, menos públicos y por lo tanto con mayores riesgos y peligros; en tercer lugar están los abusos policiales y de autoridades no migratorias, quienes se valen precisamente de la condición migratoria irregular para ofender, amedrentar y extorsionar; en cuarto lugar se puede señalar la violencia ejercida por el crimen común y la delincuencia organizada; y en quinto lugar, el hecho de que normalmente las personas migrantes llegan al inicio del territorio mexicano con muy poco dinero y algunos ya con nada debido a los asaltos en las inmediaciones fronterizas o en las primeras poblaciones mexicanas. Ante esta realidad, presente desde el ingreso a México hasta el límite con los Estados Unidos, se le ha denominado al territorio mexicano como una “frontera vertical”,14 pues no basta con cruzar el Suchiate o la línea fronteriza internacional con Guatemala, en realidad es sólo el inicio de un tránsito incierto y en condiciones de vulnerabilidad, término que abordaremos en el siguiente capítulo.
A lo largo de esta gran “frontera” también se han formado grupos de ayuda a las personas migrantes en tránsito: algunos por iniciativa personal filantrópica y otros de forma organizada, especialmente desde una inspiración cristiana católica.
El signo más visible de esta atención son los albergues y comedores de migrantes, que actualmente conforman una red de más de 60 albergues15 repartidos a lo largo de las diferentes rutas para llegar a la frontera norte. En estas casas se ofrece hospedaje y otros servicios de ayuda y defensa a los migrantes en el plano personal, religioso y legal. La primera casa de este tipo fue fundada por el padre Flor María Rigoni, misionero de San Carlos Scalabriniano, en la ciudad de Tijuana el 4 de abril de 1987.16
Estudiar la migración de tránsito contribuye a profundizar en el conocimiento del proceso migratorio. Supone también el reto de apoyarse en los primeros esfuerzos teóricos que se han generado sobre este campo específico y, por ello mismo, contribuir, a partir de la evidencia empírica, a la ampliación o precisión de algunos de los conceptos que hasta ahora se han generado. La historia de la humanidad ha estado marcada por el movimiento migratorio de grupos, muchos de ellos con necesidad, en búsqueda de mejores tierras para la caza, después para la siembra, luego por mejores condiciones de vida. Son épicas las historias del tránsito de pobres buscando alimento (orígenes del pueblo de Israel) o procurando un lugar dónde establecerse (orígenes de los pueblos mesoamericanos en general y de los aztecas en particular). En la actualidad encontramos el tránsito de los pobres del mundo a los centros de poder económico y político: Europa o los Estados Unidos. En el caso mexicano la migración de tránsito presenta algunos rasgos que conviene destacar porque se han vuelto más o menos comunes en otras latitudes donde este fenómeno se presenta.