Mennengs

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa

© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

info@Letrame.com

© Gus MaNraight

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz

Diseño de portada: Rubén García

Supervisión de corrección: Ana Castañeda

ISBN: 978-84-1114-105-5

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

.

A mis hijas y mis sobrinos, que ya emigraron

a mundos diferentes

PRÓLOGO

Oteo mi entorno y solo imagino cuentos; un ave simmleh que vuela de la copa al suelo haciendo fugaz la vida del pequeño guth o la peregrinación de los sedientos botahs hacia los lagos del sur; los vuelos de las naves acrobáticas de las mantis las noches de tres soles o los lamentos del resto de los prisioneros de este árbol cárcel, quizás esperando su última cena; cualquier evento que suceda ante mis sentidos los convierto en una fábula que puedo narrar en cinco, quizás seis capítulos, con sus antecedentes, desarrollo, su nudo y desenlace; sea sorpresivo o no, sea conmovedor o no.

El universo del narrador de cuentos no se construye de la memoria, sino más bien de la posmemoria; la recopilación y el análisis de los recuerdos colectivos conforma lo que en el cosmos denominamos «La leyenda que nos guía», la verdad develada por nuestros sentimientos sobre la verdad del vencedor.

Ya lo decía la extraordinaria cuenta cuentos de las galaxias circulares de HirscH, Tim EnnairAm, cuando comenzaba su versada lucha contra «las mentiras necesarias» de su planeta natal: «Nuestra historia son solo quimeras del pasado; en los cuentos de mi abuela hay más verdad que en los monumentos de bronce del Gran RumA».

No mirar al pasado sino lo que se quiere de él ha generado en todas las civilizaciones del universo conocido un verdadero muestrario de historias sobre un mismo evento; pero, si realmente queremos conocer la verdad, debemos hurgar muy dentro de las cicatrices.

Contar cuentos… contar cuentos, cada libro leído es un ladrillo con que construí mi vida; cada historia que ocurre entre mis dedos la transformo en la suerte de unos seres imaginados que llena mi materia, mi conciencia. Mi organismo quisiera llegar al fin de este universo con la historia plena de él y contársela a un joven universo naciente (aunque muy pocos aprenden de los errores ajenos), solo que no existe vida para eso, ¿o sí?

Alguna antigua estrella, hoy extinta, fue dueña de nuestros átomos, le pertenecíamos, éramos parte de ella y pronto volveremos a formar parte de otra estrella. Es simplemente un ciclo, y durante ese fugaz instante tenemos esta misteriosa conciencia de ser. Somos sus eternos herederos y sentir la luz con que nos iluminan es nuestra única herencia.

Ahora bien, la gran pregunta es: ¿la vida le pertenece a las estrellas?

Esa duda ha invadido mi ser por pulsos, pero en mi corazón existe una respuesta: no, la vida pertenece al tiempo, y digan lo que digan ella sigue siendo un enigma. Esa fina línea entre ser o no ser no solo la define la entropía; hay algo más. Soy un romántico, no lo niego; sé que mis amigos científicos al oírme me llevarán a través de sus intelectos hasta el momento donde comenzó la primera conciencia, producto de una casualidad matemáticamente comprobable. Y tienen razón, somos solo sofisticadas reacciones químicas, pero, ssshh, silencio, que no me oigan…, llenas de magia.

También les doy la razón en que no existe un ser superior, es simplemente obvio: qué insólito aburrimiento; por lo cual mi pensamiento no tiene nada de místico o estrambótico producto de una mente corta: la vida le pertenece al tiempo simplemente porque este la determina; en un instante la crea y en otro instante la acaba y de nuevo la casualidad juega duro.

Entonces, ¿dónde está la magia?

Esto es sencillo para el corazón de un cuentacuentos: el tiempo le arrebata materia al cosmos para convertirlo en sensaciones y conciencia, y si nuestros sentimientos es lo que entendemos por vida… entonces, amigos científicos, explíquenme matemáticamente: ¿por qué me siento mal?

Vivir tiene una trampa, eso lo sabemos; es una condición tenebrosa: esta sensación de estar vivo es efímera y solo dura un instante, por lo cual somos simples estrellas fugaces. Toda vida generada en el universo leyó esa letra pequeña del contrato autopoiésico substancial, escrito en nuestros genes, en donde tú también puedes leerla si te acercas, y dice así: «Nadie es eterno».

Pero lo que no concebimos los vivientes es saber en qué momento finalizará ese instante. Eso es intolerable.

Para un cuentacuentos la vida no tiene término, ya que siempre hay un nuevo cuento que narrar o alguna leyenda olvidada que rescatar. Siempre nos llega alguna nueva historia que recrear en oyentes interesado y esta narrativa no para nunca, ya que todos los eventos se convierten en pasado al instante…; incluso cuando cavilas el futuro este se convierte inmediatamente en un pretérito que quizás podría ser posible… Ayer soñé que mis sueños no pararían nunca, ayer soñé que mañana estaría vivo…, ayer soñé con un futuro posible…

La posmemoria no es historia, esta siempre aparece firmada por un estudioso fulano; lo que narramos los cuentacuentos son las memorias de risas y llantos mezcladas con leyendas, fantasías y quimeras talladas en nuestro propio diamante circular que habita en el centro de nuestra convulsionada conciencia de gran colector universal.

Ayer logré un día más, la intriga fue más fuerte que esa perversa tradición milenaria, pero ese día ganado solo representan las 10 horas del lento transitar de este planeta alrededor de su eje.

Históricamente, la duda ha generado el conocimiento, ella invade nuestras mentes y cualquier ser inteligente no dejará pasar la oportunidad de resolverla y aprender algo más. Esa es mi apuesta, por lo tanto, seguiré creando intrigas en la mente de mi verdugo, seguiré contando cuentos.

No es tiempo para morir.

—No, no es tiempo para morir, nunca lo es —dijo una extraña voz desde lo alto de la rama donde habito en este inmenso árbol, y mi sobresalto puso en alerta mis escamas, las cuales se erizaron cual filosas dagas; tenía tiempo que no sentía esa tensión en mi arco superciliar.

El miedo me puso azul y mis pupilas se contrajeron, pero no logré vislumbrar a nadie, ¡cráteres! ¿Quién entraría a mi celda? ¿Por dónde entraría? ¡Ah! De nuevo veo dos esferas negras mirándome fijamente desde la oscura enramada…, pero son pequeñas.

—¿Quién eres? —dije mirando el par de brillantes puntos oscuros sobre mi ser, dejándole saber que conocía su ubicación; pero sorpresivamente apareció tras de mí una mantis macho mimetizada cual flor de Cây… ¿Qué miraba entonces?, me dije mientras veía cómo volaban dos escarabajos de ébano hacia el cielo.

—No quieres saber quién soy, pero he venido por ti, a salvarte de este absurdo destino; ven, sígueme rápido sin hacer preguntas —dijo presurosa una mantis igual de severa que su excelencia Mantis Lect, pero de la mitad de su tamaño.

—Alto, no es tan sencillo —le dije ante su asombro—, algunos preferimos dejar de ser que ser huyendo; y un cuentacuentos jamás congenia con quien no permite hacer preguntas.

—Ya vienen por ti, lagarto infeliz, y créeme que fuiste muy sortario ayer, eso no volverá a ocurrir —dijo el mordaz insecto, mientras volteaba su cabeza de la misma manera tenebrosa que acostumbran las mantis, y continuó—. Solo debes saber que algunos no aceptamos la última noche de amor como nuestro único fin, y luchamos entre verdores contra estas antiguas hembras; ven, quizás sepas algún día de nosotros, por lo pronto trataremos de llevarte a un espacio puerto lejano, donde partirás al vacío.

—¿Trataremos? ¿Huiremos entre altas ramas sin la seguridad de llevar a cabo esta crispada empresa? No conoces la proverbial comodidad de los MaNraight, macho mantis, y nosotros dejamos de ser guerreros hace milenios.

—¡Por la gran explosión! Suena la hojarasca, ya llegaron los esbirros; tu destino de nuevo habita en sus pinzas. Bien, no es Lect el único que escuchó tus cuentos de ayer, joven MaNraight; si te salvas quizás hablaremos, ya logré descifrar las espinosas ramas que te encierran, mas, si mueres hoy, perderemos la oportunidad que tenemos Los Negados, para que en el cosmos se sepan tus investigaciones —susurró la ágil mantis históricamente negada a su suerte, mientras desaparecía entre las ramas hacia lo invisible.

—¡Ah! Ya sé quién eres… Mantis Futuro, mi contacto en el oscuro cibermundo Mantidae. ¡No te preocupes, me salvaré! —dije al aire justo antes de que llegaran los dos mantis armadas, a llevarme ante mi némesis.

CANTO ANTIGUO, LEJANO… OLVIDADO

 

—Solo observo el entorno—cantó la vieja abeja a sus acostumbradas oyentes, cerca de la pequeña flama guardada cuidadosamente en el centro del panal de barro, mientras seguía su cuento—. Vuelo con cada luz y regreso antes de que nos cubran las sombras, con la información precisa de dónde están las nuevas flores, las más bellas, las más atrayentes; y les digo, queridas hermanas: es mágico. Ellas, después de que las libamos, se marchitan y secan, para volar lejos de su árbol original y caer al suelo. Ahí se mantienen esperando por la lluvia… y de ahí nacen nuevas maluwas; veo a sus retoños cantarle a la vida, haciéndose más grandes cada día, y ese ciclo se renueva pulso tras pulso. Pero conozco otro secreto de estos seres silentes —añadió la aunt productora, con cierto misterio al contar su descubrimiento—, lo sé, lo siento como mi vida, y es que ellas esperan nuestros vuelos para repetir ese ciclo, como si nosotras, las včely, fuéramos un regalo del Bien para que ellas mismas puedan vivir.

—Así ha sido siempre; nosotros vivimos de ellas y ellas viven por nosotras, permanentemente nos llaman con formas, aromas y colores; por eso sé dónde buscarlas —cantó su cuento dulcemente la buscadora principal, durante la maravillosa hora de las historias lejanas después del descanso.

Pero una joven princesa recientemente encargada de la organización del néctar, a quien le habían apasionado las leyendas nocturnas desde que era una ninfa azul, quedó pensativa ante este misterioso cuento, tan antiguo como sus vuelos, y le surgió una duda…, algo que comprobar.

—¿Y qué pasaría, hermana, si recolectamos esas flores marchitas y las esparcimos al vuelo alrededor de la colmena? —preguntó la princesa a su productora fiel, mientras se mantenía absorta en su idea inspirada gracias a su amor por oír cuentos antiguos.

—¿Y para qué haríamos eso, DywLgis?

—Para llenar los campos cercanos a nuestro panal de miles de nuevas maluwas… y así no volar tan lejos por ellas.

—¿De nuevo recitando un recuerdo? Ayer, mimetizado entre los verdores espiaba sus movimientos y me sorprendió su leyenda del fuego, algo muy antiguo en mi novedad se encendió como una flama lejana y me enganché en sus historias; sí, sus cuentos sobre estrellas milenarias llenaron mi mente de dudas y hoy debe aclararlas, señor MaNraight, esta tarde debe acabar con sus intrigantes cuentos, ya que pronto tendremos nuestra cena íntima.

»En los preámbulos a las cenas conclusivas, antes de que usted fuera el invitado, lo que oía eran monólogos tristes o solo lamentos…, arrepentimientos; usted es distinto… ¿por qué? A veces me causa sorpresa lo que rezan los invitados a la copa del Cây, normalmente son ruegos a seres fantásticos, ficciones reales que, como organismos míticos, se niegan a desaparecer… Sí, nunca desaparecieron con la inteligencia. Algunos me señalan, incluso me amenazan con la fuerza inconmensurable de algún viejo hado alado; seres necios, desubicados que como secreto a voces aseguran mi futura inexistencia. Pero usted es diferente, sí, no recuerdo a nadie así en mis predios; recrea pensamientos lejanos ante lo inevitable. Eso se me hace interesante, sí, cualquier cambio en estas antiguas rutinas que me impuso la sociedad me genera un placer distante, como aquel que hacía hervir mi bilis cuando todo era novedad.

—Hoy he venido a la expectativa, señor Gus MaNraight, y no precisamente por su fin, he venido por su oscura claridad —comentó una voz tenebrosa, como si saliera de la nada y solo fuera una esencia en la copa del Cây.

—Buenos días, su excelencia, sigo sin verlo, sigue mimetizado frente a mí ojos y sus comentarios los siento como un halago lanzado al viento; quizás expresando un arrepentimiento a futuro —dije tratando de atisbar otro par de ojos negros en algún lugar de la enramada.

—No se equivoque, joven MaNraight, yo nunca me arrepiento. ¿Qué recitaba? —preguntó la misma voz desde otro lugar más lejano.

—Son parte de un conjunto de narraciones de DywTihaa sobre los comienzos de la agricultura en su planeta; siempre me han inspirado los cuentos sobre la inteligencia —le dije sin poder vislumbrar a la vieja mantis, a pesar de buscar de reojo algún movimiento entre las ramas de este árbol milenario. Son francamente sombríos estos insectos depredadores.

—¿Usted vive en sus cuentos? —preguntó Mantis Lect mientras aparecía de improvisto detrás de mí—. Jamás me ha interesado la vida de mis invitados, no, nunca me ha forzado esa debilidad; pero su vida parece más la vida de otros… y ahora me sobreviene una duda: ¿a quién condenaron los jueces?, ¿a usted?, o a los habitantes de sus historias —preguntó Mantis Lect, ante mi sorpresa, pero yo fui rápido con mi respuesta.

—Quizás condenaron a los que las escuchan.

—¡Ah, caramba! Señor MaNraight, usted quiere condenarme a mí también por sus afrentas a la justicia, y que lo acompañe en el triste final que forjó con sus acciones. Es muy vieja su nueva idea, lo han intentado muchos, juran que sufriré por mis actos ante jueces imaginados o deidades emplumadas. Solo causa mi silencio, aunque debería burlarme cruelmente de ellos, sí, reírme de sus tristes creencias. Pero nunca se añade otro castigo cuando el que les espera es el último.

»Ahora usted hace un intento cierto de arrastrarme a su suerte; es hábil, Gus MaNraight, y yo nunca tomo decisiones apresuradas. Jamás resulto personalmente afectado por mis responsabilidades milenarias y hoy no será diferente. No, no seré castigado con su castigo.

»Justo al finalizar el próximo sueño analizaré bien su sentencia, para asegurarme no ser un condenado involuntario sumergido en ella. Por lo pronto, a lo hecho ¡pecho! Ahora me debe dos historias, señor MaNraight; a la intriga del planeta Menneng añadió ese pavoroso cuento de los marcianos. Y usted debe tener una teoría particular de por qué ellos fallaron.

»Nosotros tenemos nuestra teoría muy bien establecida, pero sus cuentos de ayer trajeron novedades a lo anciano y, ¿quién sabe?, a lo mejor me sorprende, sí, a lo mejor me crea nuevas dudas, por lo cual: siga con sus cuentos… y debería comenzar rápido con ellos, debo bajar a analizar la decisión del comité; por lo cual debe terminar sus historias temprano.

»Probablemente mañana sí tendremos nuestra cena.

Volaron dos escarabajos de ébano desde una rama cercana, lo que Mantis Lect captó con un tenso movimiento de sus antenas mientras yo pensaba:

«Respira lento, Gus, el día que gané ayer ya finalizó, pero sorpresivamente hoy temprano gané un día más. Tranquilo, es un día a la vez, eso me propuse, eso lograré; comencemos…».

CUENTO TRES: LOS MENNENGS

El universo no tiene por qué tener sentido, nuestra existencia es solo casualidad, así que cultívense… y defiéndanse.

Carl Invånare

Solo veo tu azul, mis versos solo existen para ti, mis cantos solo existen para ti…, pero siento que mi vida poco a poco se aleja de ellos.

Traducido de un pequeño rollo de cera

CANTOS ANTERIORES

—Igual vendré para las fiestas, aunt querida, y te quiero en Gaet 4 cuando me gradúe… ¡y vendrás a mi colmena cuando sea reina! —cantaba a su querida guía una encantada Tihaa, ante el inminente viaje a la universidad, quizás un poco excitada por la expectativa y el pavoroso primer golpe a la materia O de su vida. El extraordinario puerto espacial Hildahh, de Dirbtinis Mėnulis, bullía por el vuelo entusiasta de todas las Dyw que partían a formarse como líderes en la famosa universidad de clase interestelar.

—Extrañaré lo divertido que es verte vencer a tus hermanas en los juegos mentales, sobre todo, con esa pequeña ayuda tan especial con que cuentas —comentó divertida aunt Zeessz, ante los cien visores abiertos de su querida Dyw.

—¡Pero si yo no hago trampas! —protestó de nuevo la joven princesa.

—No, no las haces, pero conozco tus visores, querida Tihaa, sé cómo miras…, sé que eres diferente.

MUCHOS PULSOS DESPUÉS

—¿Por qué pretendes mi amor?, si yo te odio; te he amado desde que vi tus antenas hace ya muchos pulsos…, pero igual te odio; te amé a escondidas en mis sueños mientras quería hacerte daño, para que observaras mis antenas airadas… y sentir que me observabas.

»Ante el hielo de tu mirada intenté olvidarte, y otro amor surcó mis sueños; me olvidé de ti, mientras te amaba y mi otro amor,, celosa, sentía extraña la forma en que te odiaba… Sí, DywPatn, no lo niego, cuando te vi de nuevo recordé cómo te amaba y cómo te odiaba…

»Esos sentimientos son profundos en mí, se necesitan. Y ahora tú, después de tantos pulsos, y con ese profundo sentir en tus antenas, ¿quieres que decida entre ellos?

—Decidiste hace mucho tiempo…, Tihaa querida.

—El cuento que narraré a continuación lo he forjado de varias fuentes y una que otra leyenda atribuida a estos seres vegetales, así tenemos por ejemplo Los árboles de doble cantar o La inteligencia en el universo, ambas de DywTihaa; donde entre otras cosas habla de la especial capacidad de manipulación de las orquídeas mordaces, del planeta vegetal. Otra lectura obligada fue La gran construcción por la vida, de Corbu MaNraight; donde se narra técnicamente la construcción de la gran obra de su carrera, que le aseguró la existencia a esa inteligencia tan especial.

»Pero, por supuesto, la principal fuente proviene de los cristales de datos que le comenté; aquellos que conseguí buscando precisamente este traje espacial que tengo puesto, con que mi bisabuelo solía visitar a diferentes clientes intergalácticos.

»Probablemente con esta historia se resuelvan algunas de las dudas que impuso uno de los cuentos de ayer, pero no todas.

»Y recuerde, Mantis Lect, son solo cuentos.

»Todo comienza cuando estas criaturas vegetales le escriben a Carl Invånare con la intención de que DywTihaa, la novel historiadora que develó el misterio de los nosongs, escribiera una historia formal de los mennengs, para ese momento plagada de fábulas y leyendas de tradición vegetal, solo narradas entre roces de ramas y el vuelo de las hojas…

Sigo mis preámbulos ante un Mantis Lect cada vez más interesado, mientras poco a poco me mimetizo en mi querida abeja; poco a poco me convierto en DywTihaa, y formo parte de su mente.

La idea era investigar y edificar la historia de los habitantes del famoso planeta Menneng: los supervivientes gracias a la inteligencia.

EL TERRIBLE FIN, QUE NO FUE

DÍA 1

—Espera, Galí, espera…, no observes en la bóveda celeste, ya esas nuevas luces las hemos determinado, es en el propio amanecer; concentra tus visores en Ninah, antes del despertar de Írida… Espera…, ¡allá! ¡Orugas malvadas! ¿Lo ves?, es definitivamente un nuevo lucero.

—Sí, lo veo, va camino al No, pero… ¿por qué debe ser de mal augurio? Su brillo es muy leve.

—Porque se mantiene estático entre Írida y nuestro azul; y los Arbres Chantents rezan viejas historias...

—¿Ellos lo sintieron?

—Pregunta tú mismo, estamos en la copa de ArbresRobl…

DÍA 2

—GranBlu, hemos visto el nuevo lucero del amanecer, es diferente a las luces del cielo nocturno que rondan alrededor del cénit. Son muchas las señales y ya es un sentir de la foresta alrededor del planeta…, existe el temor de que volvieron —comunicó el joven orkidd a su mentor.

—¡Ah! Cuando empiezan los roces de las hojas no hay quien las pare. ¿Seguro que no es un cometa? —preguntó con desdén el viejo secretario nacional para asuntos del espacio ultraterrestre.

—No, GranBlu, no mira hacia Írida, y desaparece en el No siempre en el mismo lugar, no como el resto de los luceros errantes.

—Mil orugas salvajes, ¿cuántas veces tendré que lidiar con esos ancianos robles? Siempre con sus cuentos… Anda, rézale al mundo; que se conecten todas las raíces, pero que todavía no levanten el odio. Creo que es solo una casualidad en las luces nocturnas.

DÍA 3

—GranBlu debe convocar a los orkidds, se ha prolongado la inquietud en la foresta —dijo Galí con cierto temor, mientras observaba la adoración de su jefe por su nueva corola, recientemente abierta a la luz de Írida.

—¿Estás loco? Por qué habría yo de ver a esos seres tan antipáticos, déjame tranquilo, no me interrumpas mientras observo mi nueva flor, ¿captas cómo asemeja una vieja reina avispa de coral? Lástima que no sobrevivió ninguna.

—Disculpe, GranBlu, nunca conocí las avispas de coral, pero debo comunicarle lo que se comenta en las estepas: se acerca el día, lo rezan los Arbres Chantents; sintieron una nueva presión en el aire… Levantarán el odio con o sin su consentimiento.

 

—Lo creeré cuando mis diez visores vean de nuevo a los insectos caminando sobre la colina, OrkiddGalí, bien sabes que esas leyendas de los Arbres no son más que mitos… Que levanten el odio, igual lo olvidarán cuando esos astros desaparezcan en el cosmos y todo pase a ser una historia más.

DÍA 4

—¡Los observadores del cielo dieron la noticia, GranBlu! Una estrella fugaz a la luz del día y como una esfera plateada se posó suavemente en la cumbre donde observamos el No al amanecer.

—¡Orugas malvadas! ¿Será que esos viejos troncos detestables tenían razón? —Gesticuló con prisa el viejo líder.

—GranOrkiddBlu, hay un revuelo de ramas general en el planeta y quieren que los orkidds actuemos, ya muchos se acercan a la colina de observación, solo esperan por usted —clamaron las hojas lanceoladas de la joven orquídea mientras sus visores expresaban un temor más antiguo que él.

—Increíble, siempre consideré los rezos de los Arbres como cuentos de corolas…, que carguen todas las estomas, pero que esperen mi señal.

MÁS TARDE EN EL DÍA 4

—¡Ah! Joven impetuoso, espérame, movilizarme sobre estos musgos húmedos ya no es fácil… ¡Espera digo! —protestó la vieja orquídea mientras sus raíces articuladas lo trasladaban hacia la colina de observatorio espacial.

—Lo siento, jefe, ya espero por sus raíces, mis tres visores me permiten moverme más rápido y la inquietud por la certeza de esas noticias ocupa mi mente —se excusó el joven orkidd a medida que se acercaban a la colina. Ya otros orkidds habían llegado y observaban estupefactos una inmensa nave alienígena flotando delicadamente a pocos fips del suelo, y desde una compuerta irreal bajaban dos seres de aspecto conocido.

—¡Arbres antiguos!, qué visión descomunal; ni en los rezos más elaborados de ArbresLuz nos imaginamos esta esfera de reflejos… —clamaron los diez visores al unísono de una aterrada orquídea desolada ante el futuro incierto.

—GranBlu, ¿qué son esos seres cuyas pinzas horadan nuestra tierra?

—Arrasadoras… Anda, reza pronto, que los robles liberen el odio.

CLASE MAGISTRAL EN LA UES SKMOON, SKORDÝRA, SAO TRẮNG, MUCHOS SIGLOS DESPUÉS

Había renunciado a ser la líder historiadora de las včely por la decisión de La Sociedad de otorgar a los snàgairean la búsqueda de los verdugos de los nosongs. Entiendo perfectamente que el universo conocido posee unas tradiciones que son más antiguas que nuestros ancestros y efectivamente, como sugería los dibujos en el disco con el saludo espacial que enviaron al cosmos esos seres musicales, ellos poseen un sistema central sináptico. Era razonable que fueran los lagartos anillados los que realizaran el contacto, así ha sido durante miles de milenios, probablemente así será por miles de milenios más.

Pero aceptar apaciblemente esas normas tan viejas como la mente de las Mantidae y desprendernos de estudios y análisis que nos costaron miles de sinapsis y pulsos… ¿sin protestar enérgicamente? Estaré loca.

Renuncié para dedicarme a una actividad privada bien lejos de la galaxia Mediana, que me resultaba de mayor interés y tranquilizaba a las viejas méhks del consejo, que continuamente debían viajar a la sede de La Sociedad en SnàgaireaVital para apagar los incendios diplomáticos que yo formaba entre los embajadores y así apaciguar a los viejos y encopetados lagartos, horrorizados con mis «modales».

Cuando en uno de esos viajes «diplomáticos» la propia MéhkVilDina, ¡mi madre!, entregó el disco de oro a los snàgairean, comprendí que, para los efectos de nosotras, las včely, la historia del planeta gaseoso había concluido, solo queda administrar su legado.

Carl Invånare me había requerido poco tiempo antes y me narró una historia de colaboración interestelar que ratificó mi fe en la inteligencia: Menneng era un pletórico jardín en la galaxia Saghhan y, al igual que la mayoría de los planetas vivientes, la vida se forjó en caldos primitivos, junto a ese energético gas que respiramos millones de habitantes del universo conocido.

Este planeta fue descubierto hace muchos pulsos por simple casualidad; el grupo de observación estelar de la galaxia buscaba planetas receptivos con la vida en una zona muy particular, establecida dentro del alcance de un violento evento cósmico que esperaban muy pronto. Aahmonn, una de las estrellas más emblemáticas en la historia de Saghhan, era también uno de los astros más antiguo del cosmos, ya que el comienzo de su vida estelar se acercaba al de la gran explosión del universo anterior. Pero todos los análisis apuntaban a que ya era el tiempo de su muerte.

En su concienzuda búsqueda de vida en los alrededores estelares de la estrella moribunda, a los invånare les sorprendió un planeta especial en el sistema estelar HBLUE346Z, orbitando una joven estrella azul muy cercana al lugar del futuro colapso estelar.

El Consejo de Naciones Estelares jamás había caído en cuenta de su existencia, ya que no generaba ningún tipo de onda de radio, mucho menos lo orbitaban satélites artificiales. Pero el planeta estaba estable y rebosaba del líquido vital, ya que moraba en la zona húmeda de ese sistema planetario.

Era muy extraño que no hubiera desarrollado vida, por lo cual se organizó una misión de observación con carácter de urgencia. Cuando la nave esférica de los invånare se estableció cerca del planeta, descubrió un mundo fascinante, dotado de una vida vegetal esplendorosa, pero sin un ápice de capacidad tecnológica. Un vergel cósmico suspendido en el tiempo.

Menneng orbitaba pletórico de vida alrededor de la bella estrella Írida…, pero ella estaba ubicada en un muy mal vecindario. La suerte de estos seres estaba echada, toda su ecología sería arrasada por los rayos gamma, producto de un brutal colapso gravitacional…, y ellos ni se enterarían.

Ya los forntida invånare habían sobrevivido hace milenios a una suerte similar en su estrella natal, pero gracias a su temprano desarrollo tecnológico habían conquistado el vacío y lograron huir de su terrible destino. Pero este no es el caso del paraíso vegetal que surgió en este joven sistema estelar.

¿Cómo se rescata un vergel planetario? ¿Cómo se rescata un mundo pletórico de vida pero aferrada a él como queriendo, a toda costa, correr su misma suerte?

El universo posee una inconsciente crueldad, la única conciencia somos los seres vivos.

Todas las civilizaciones del universo conocido mostraron un especial interés en el descubrimiento, mientras se lamentaban del terrible fin que les acechaba, pero entendían que no tenía sentido generar una empresa inconmensurable para trasladar a todos los seres vivos de ese planeta condenado, a lugares más amables con su vida.

Entre las civilizaciones que más se interesaron en la suerte de este mundo estaban los nOenths, habitantes de la lejana galaxia GranÁrbol, y ellos se encargarían del desarrollo del proyecto de reinserción de esa maravillosa ecología en algún planeta, en un futuro indefinido. Los nOenths son unos organismos muy especiales, antiguos como los forntida invånare y activos como cualquier otro viviente que desarrolló conciencia, eran los vegetales de mayor jerarquía en el universo conocido. Dotados de una tecnología extraordinaria, estos seres solares son relativamente escasos en el universo y su presencia en Saghhan es solo diplomática.

La decisión consensuada en el CDNE fue la siguiente: se rescatarían grupos reducidos de todas las especies posibles, una pequeña fracción se reservaría como muestra de vida en algún jardín botánico interestelar a construir en el futuro, otro grupo se colocaría en hibernación indefinida y el resto simplemente se abandonaría a su traicionera suerte. Los protocolos estaban muy bien especificados para estos casos, los presupuestos son los que no ayudaban.

Sie haben die kostenlose Leseprobe beendet. Möchten Sie mehr lesen?