Aprendiendo a enseñar

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Aprendiendo a enseñar
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GRACIELA EDITH RUIZ DIAZ

¿Quién aprende? ¿Cómo enseño? APRENDIENDO A ENSEÑAR
Primer Ciclo


Ruiz Diaz, Graciela Edith

¿Quién aprende? ¿Cómo enseño? Aprendiendo a enseñar : Primer Ciclo / Graciela Edith Ruiz Diaz. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-1994-8

1. Ciencias de la Educación. 2. Medios de Enseñanza. I. Título.

CDD 371.10201

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

A mis hijos, Alejandro Rodrigo y Adra Sofía.

A mis padres, María y Humberto.

A mis hermanos.

A Silvia, por otros 40 años de amistad.

A Carol Andrea, por la amistad y apoyo incondicional

A mi prima Sandra y mi tía Sara.

A mis alumnos, y sus padres.

A mis colegas.

Un compendio de experiencias para compartir


Graciela Edith Ruiz Diaz

P.E.P.

Agradecimientos

Para poder “hacer” primero tuve que “ser”, existir, y eso le debo a la unión de mis padres, Humberto y María, a quienes agradezco haberme brindado el don de la vida y guiarme por un sendero de trabajo y entereza, ante lo bueno y no tan bueno que nos presenta el camino, acompañada en el trayecto por mis hermanos, José Luis, Humberto (hijo) alias “Tito” y Sonia, de quienes también aprendí distintos aspectos del “paisaje” de la vida.

Pero esta obra no sería posible sin la colaboración, apoyo, empuje y paciencia dispensada por mis hijos en todo el trayecto de sus existencias, aprendiendo juntos a recorrer distintos senderos, algunos de los cuales hubieran sido más difíciles transitar sin el aporte de sus sabidurías; por eso, Alejandro Rodrigo y Adra Sofía se merecen todo lo que pueda dejar de legado, dado que en todo ello, hay reflejo de sus presencias.

Y en esos senderos de la vida, se presentan situaciones, pero también personas que hacen que las alegrías sean más grandes, los proyectos más fructíferos y que las penas se desvanezcan casi por completo, me alientan en cada idea y me calman cuando algo no sale según el plan.

Una de esas personas es Silvia Mariel, mi amiga desde la escuela, lugar donde se producen lazos verdaderos. Nosotras somos un ejemplo de ello.

En la misma escala, otra amiga, Carol Andrea, quien no solo me ayudó en momentos difíciles de un tramo del camino, sino que me brindó y sigue brindando su amistad incondicional.

Otras personas con esas características son mi tía Sara y mi prima Sandra, siempre presentes en mi vida.

Y párrafo aparte para mis cuñadas, Karina y Alicia, quienes llegaron a mí a través de mis hermanos pero se convirtieron en hermanas de la vida, más unidas aún por sus únicas hijas mujeres que son mis ahijadas: María Sol y Tatiana, dos seres de luz.

Personas que, sin que medie un lazo más que el afectivo, han confiado en mí: los padres de mis alumnos. Pero sobre todo, el grupo de padres que me ha inspirado a escribir este libro, al solicitar en tercer grado (año 2018) que continúe con sus hijos (luego de haber concluido el primer ciclo), hasta sexto grado.

Y por supuesto, a los héroes de esta historia, mis alumnos, con quienes hemos crecido juntos en una etapa de nuestras vidas y espero continuemos juntos a lo largo del camino, como lo sigo haciendo con otros alumnos, que hasta la fecha, me visitan, me consultan, envían mensajes.

Por último, a mis colegas. Este libro fue gestado como medio de contacto, confiando en que servirá de apoyo para que otros colegas puedan alimentar las ideas aquí planteadas, criticarlas, reformularlas, adaptarlas, compartirlas, y de éste modo, ayudarnos a crecer mutuamente.

A todos ellos ¡GRACIAS!

Prólogo

El camino del docente suele ser un eterno disfrute.

Se disfruta de cada nueva letra que el alumno logró incorporar; de la palabra difícil, por fin bien pronunciada; del número artístico tantas veces practicado y puesto en escena; del inicio de clases con nuevos desafíos y la finalización del ciclo con la meta lograda.

Se disfruta de la colaboración de las familias cuando se necesita que realicen alguna actividad extraescolar o de su autorización para realizar ése viaje tan esperado.

El docente se entusiasma con proyectos adecuados al grupo de alumnos, a sus necesidades y las propias posibilidades de desarrollarlos.

También se presenta para el docente un camino difícil, que a veces, puede ser doloroso: el tiempo que debe dedicar a realizar un proyecto solicitado por las autoridades, con el cual su visión de educación no coincide, dado, por ejemplo, al entorno donde se encuentra la escuela, pero debe hacerlo.

Proyectos “innovadores” que no se adaptan a la realidad del grupo clase o al contexto social donde desempeña su tarea, pero debe adaptarlos como sea, alejándose de la realidad y de la base de la enseñanza como son los saberes previos.

Debe llevar a cabo tareas administrativas que, en la mayoría de los casos, no se relacionan con su actividad pedagógica.

Confeccionar planillas y elevar porcentajes, que pueden servir a nivel de política educativa, con datos solicitados que muchas veces no reflejan la realidad de cada institución, con casos que necesitan atención más personalizada y no tan estandarizada.

Debe realizar tareas de limpieza, apartándose de su rol académico, perdiendo valioso tiempo que debía dedicar a sus alumnos.

Todo ello enfrenta al docente a momentos vertiginosos, ambiciosos, cargados de energía desafiante, que de una u otra manera, con lágrimas, tensión, desánimo, pero también con alegría, confianza, y con la certeza de haber hecho desde el principio una tarea fundada en el amor y con una pasión única, lo lleva a observar el fruto de un trabajo bien hecho.

He pasado por todos esos momentos, cargados de variadas sensaciones y emociones, como seguramente también usted, si es docente, lo ha experimentado. Lo/a invito a revivirlos mientras lee este libro.

En ocasiones, encontrará en sus páginas tareas idénticas a las desarrolladas en algún momento, y en otras, surgirán nuevas ideas a partir de las actividades presentadas. En ese caso, me encantará conocerlas.

Tal vez las metodologías utilizadas sean similares y podamos compartir los enfoques que se presentan en estas páginas.

La intención es poder revivir los motivos por los cuales estamos en este camino, el de la docencia; observar y observarnos, retomar el “foco” de la tarea docente, revisar lo aprendido, desaprender, volver a aprender, animarnos a poner en práctica los nuevos aportes aún no experimentados.

Usted y yo somos andamiajes en la construcción del saber, consecuentemente, considero que debemos acoplarnos en la búsqueda de herramientas con el objeto de aumentar las posibilidades de aprendizaje de nuestros alumnos, incrementando a su vez el disfrute en el proceso de adquisición de los conocimientos, tanto de los aprendientes como el de sus guías.

Para ello, debemos preguntarnos, ¿quién adquiere los conocimientos? ¿Cómo se desarrolla ese proceso de adquisición de esos conocimientos? ¿De qué manera comenzamos a ser guías en el aprendizaje? ¿Cómo vamos aumentando los contenidos a aprehender?

¿Quién aprende? ¿Cómo enseño?

Lo primero que debemos tener claro, usted y yo, es que quien aprende es nuestro cerebro, y para saber cómo enseñar al cerebro, debemos conocerlo.

En principio, vamos a tomar el modelo de cómo se formó nuestro cerebro, presentado por el neurocientífico Paul MacLane.

En este modelo, Paul MacLane nos presenta la evolución de nuestro cerebro; es decir, la conformación de nuestro cerebro desde una mirada evolucionista donde nos explica que a partir de distintas necesidades, las neuronas fueron desarrollándose en un sentido adaptativo, partiendo del cerebro reptil, o similar, que incluye tronco encefálico y cerebelo, y por eso llamado cerebro reptiliano o primitivo, luego, a éste, se suma el cerebro de las emociones, desarrollado en los mamíferos, y por último el cerebro racional con la capacidad de pensar y reflexionar, característico del ser humano.

En este sentido, es importante tener presente que la meta adonde debemos llegar, es el cerebro racional, y que para llegar a él debemos abrir “las compuertas” tanto del cerebro reptiliano como del cerebro límbico, que pueden bloquear el camino.

En primera instancia entonces, nos acercaremos al reptiliano en “son de paz”, para evitar que reaccione y quiera huir de la situación, negándose a darnos la posibilidad de presentarnos como guías, y en su lugar, vernos como “enemigos”.

Si logramos que el reptiliano nos acepte y “baje la guardia”, podemos decir que atravesamos la primera de las compuertas llegando al cerebro límbico, donde es el turno de “despertar” al placer en el “aprender”. Si logramos despertar a este gigante, querrá repetir experiencias similares, que le provoquen idénticas sensaciones. Entonces, estamos en condiciones de afirmar que hemos atravesado la segunda compuerta, llegando al objetivo, el cerebro racional.

 

¿Cómo logramos atravesar esas compuertas? ¿Cómo hacer para que el reptiliano baje la guardia? ¿De qué manera despertamos al gigante dormido? ¿Qué lo llevará al deseo de querer repetir experiencias?

Logré comprender cómo descifrar algunos de los códigos (solo algunos) para brindar algunas respuestas a esos interrogantes, basándome principalmente en la conformación del cerebro de acuerdo a lo planteado, más el aporte de las neurociencias y teniendo en cuenta los distintos modos de aprender que cada uno de nosotros poseemos.

A continuación expongo esa información para usted querido/a colega y deseo fervientemente recibir sus apreciaciones compartiendo sus experiencias a través de las cuales también yo pueda nutrirme.

Lo/a invito a recorrer conmigo este nuevo sendero del saber.

Introducción

Este libro se gestó con la intención de acercarnos un poco más a la idea de cómo aprende el que aprende. ¿De quién hablamos? ¿Del alumno? ¿De la alumna? ¿Del maestro? ¿Del contenido?

Quien aprende es el cerebro de cada uno de nosotros y es a quien debemos dirigirnos al enseñar.

En estas páginas se presenta un camino que se inicia, pero que no tiene fin, pues la educación y la formación en sí no las tienen.

La idea es establecer una vía de contacto, de compartir experiencias que tengo la dicha de vivirlas, como seguramente usted, si es docente, las tiene día a día.

Me inicié en este camino, el de la docencia, allá por 1991; pero, para llegar a este sendero en el cual me encuentro hoy, tuve que recorrer algunas bifurcaciones.

Me recibí en un colegio secundario siguiendo una orientación biológica, el “Colegio Nacional Gobernador Juan José Silva”, en el año 1988, en la provincia de Formosa, y para el año 1991 ya estaba ejerciendo de maestra (tenía entonces, 19 años).

Ejercí, en primera instancia, hasta el año 1998. En ese año, decido trasladarme a vivir a la provincia de Buenos Aires, donde además de estudiar otras carreras, trabajé en rubros que nada tienen que ver con educación, aunque yo, seguía transmitiendo conocimientos.

Me recibí de Técnico en Radiología (Técnico, así figura en mi título), carrera que no ejercí más allá de las prácticas hospitalarias.

Para el año 2000, frustrada mi carrera de técnica radióloga, con mi título durmiendo en un cajón, comencé a incursionar en el comercio, más precisamente en el área de la venta directa1 logrando una red que abarcaría todo el país, destacándome en “Mayor nivel de venta a nivel nacional” en varias oportunidades.

Este éxito no fue resultado de un “golpe de suerte”.

Me dediqué a capacitarme en el rubro y capacitaba a mis vendedores y gerentes de venta a mi cargo, para lo cual he realizado cursos y capacitaciones, no solo en el ámbito económico, sino también en crecimiento personal. (Ver anexo).

Vale decir que encaré esta rama laboral como una verdadera profesional.

¿Qué hace un/a profesional?

¡Se capacita!

Y cuando un profesional se capacita, podemos decir que es “capaz” de desarrollar sus actividades con éxito; que está actualizado y consecuentemente tomará las mejores decisiones para lograr los objetivos propuestos.

Uno de los factores en los que creo que fallamos los docentes: la autocapacitación.

Luego de haber recorrido un largo tramo de varios años por este camino, capacitándome en ventas y crecimiento personal, nuevas bifurcaciones me llevan de regreso al sendero de la enseñanza formal, con una mirada diferente ante las metodologías de enseñanza existentes en el ámbito escolar y los nuevos aprendizajes que he adquirido.

Sabemos que el ser humano aprende y evoluciona día tras día, y dado que la tarea docente es justamente guiar en ese desarrollo y evolución, debemos actualizarnos constantemente.

En el camino, durante mi autocapacitación, fui comprendiendo que no es “la persona” que vemos la que aprende. No es el cuerpo que miramos al que vamos a enseñar. Ése cuerpo es solo el envase que exterioriza hasta dónde ha llegado esa persona por dentro; pero podemos ver solo lo que muestra. En realidad llegó mucho más lejos, carga más peso del que podemos ver, y su amor es más grande que el corazón que posee.

Y si no me cree, piense lo siguiente: Las personas creen que lo/a conocen, que saben de sus anhelos, sus dolores, sus alegrías… ¿es en realidad así? ¿Usted es todo lo que muestra? ¿O hay más? (Hay incluso sentimientos, sensaciones, aprendizajes grabados dentro nuestro, que ni nosotros sabemos que están ahí, no somos conscientes de ello).

Aprendí acerca de un par de cosas que traemos de nuestros antepasados y que forman parte de las barreras que debemos atravesar para llegar a un estado de conocimiento, de crecimiento mental e intelectual, y aún, de paz.

Por supuesto, hay mucho más de lo que expongo en estas páginas. Estos temas son algunos de mis aprendizajes; los que puedo exteriorizar y compartir con usted. Seguramente se sentirá reflejado/a en algunos de ellos.

Deseo con fervor que al leer este compendio de experiencias, pueda compartir también sus vivencias, y juntos, ayudarnos para que el disfrute sea aún mayor.

Puede ponerse en contacto conmigo a través del blog www.gerdkprofesional.blogspot.com “Ser para aprender” donde obtendrá mi correo electrónico y número de contacto. ¡Será bienvenido/a!

Tengo una trayectoria docente en la cual he llegado a identificar dos tipos de colegas:

El que se suma a nuevas ideas y el que huye.

El que felicita al “emprendedor” de nuevos proyectos y el que entre dientes piensa: ¡“qué loco/a está! ¡Qué ganas tiene!”

El que critica para restar y el que lo hace para sumar.

El que mira de reojo y el que imita lo positivo.

El que se queja y el que produce.

No podemos echar la culpa a los niños o a sus familias ni al gobierno.

Tenemos una responsabilidad que implica la autocapacitación.

Un ingeniero, contador, abogado, médico, dentista, un comerciante exitoso, que asume su carrera con responsabilidad y profesionalismo, se autocapacita.

También los docentes debemos hacerlo, porque somos profesionales y desarrollamos nuestra actividad con responsabilidad. Sabemos que económicamente no es redituable aún, que no es coherente el sueldo del docente con las tareas que realiza (las que corresponde por su actividad y las impuestas que no corresponden), pero somos profesionales y debemos desempeñarnos con vocación.

Muchos colegas no se autocapacitan atribuyendo el escaso poder adquisitivo del sueldo con los elevados costos de algunos cursos, pero hay muchas capacitaciones que tienen facilidades de pago y también muchas opciones que son gratuitas.

Alguna vez me dijeron: “pero no da puntaje”.

Capacítese en lo que considere que le brindará herramientas para un mejor desempeño. Si además brinda la posibilidad de aumentar el puntaje, ¡mejor! Pero concéntrese en su objetivo: obtener mejores herramientas para ayudar a aprender, ayudar a descubrir a cada ser humano en formación cuáles son sus capacidades predominantes, colaborar en el desarrollo de un pensamiento autónomo y crítico.

En algunos casos, ni siquiera hay que buscar cursos gratuitos; basta con leer los apuntes de cuando se formó en el rubro. Refrescar la memoria, revisar, acomodar, adaptar y readaptar.

Pero; no es su caso.

Si está leyendo este libro, está entre los que buscan opciones para el mejor desempeño de su tarea.

Aclaro que este libro no contiene fórmulas mágicas; pero puede ayudar a gestionar nuevas ideas a partir de su lectura.

Pues entonces, ¡manos a la obra!

1 Comencé con “Juana Bonita” como vendedora. Luego “Candela Thompson”, donde inicié la incorporación de vendedoras. Después pasé a “Bioesencia”. A estas alturas ya dirigía el grupo de emprendedores en La Matanza.

“Intentar enseñar algo sin saber cómo funciona el cerebro de un alumno promedio es hoy tan difícil como intentar ser diseñador de guantes sin haber visto jamás una mano”.

(Leslie A. Hart)

Presentación y Trayectoria

Soy Graciela. “La seño Graciela”.

Profesión: Docente (entre otras).

Otros estudios: Varios (ver Anexo).

Estudié la primaria y secundaria en la provincia de Formosa, Argentina. Transité por los pasillos de la EPEP N° 380 “Docentes Argentinos”, y del Colegio Nacional “Gobernador Juan José Silva”, donde elegí la “orientación biológica”.

El primer título que obtuve luego del secundario ha sido el de Profesora para la Enseñanza Primaria, (tenía entonces 19 años). Me recibí muy joven y casi sin saber si era lo que quería, pero con cada emoción que experimentaba, más me convencía que era mi vocación.

Comencé a ejercer con 19 años, en la escuela n° 147 “Estado de Israel” (siempre en mi corazón) durante 5 años y en la escuela n°1 “General José de San Martín”, dos años, más unos meses en una escuela rural.

Luego de ejercer esos 7 años la docencia en la provincia de Formosa, y estar cursando el segundo año de Ciencias Económicas, decidí trasladarme a vivir a la provincia de Buenos Aires.

No fue una decisión rápida. En realidad, no era para nada la idea.

Sucede que un verano fui a visitar a mi hermano mayor que vivía en Buenos Aires (Ramos Mejía), y dada mi orientación biológica en el bachiller, me resultó atractiva la carrera que él estaba haciendo (y la ejerce actualmente).

Volví a Formosa, y luego de un par de meses, una vez que tomé la decisión de estudiar Radiología, presenté mi renuncia y me mudé a Buenos Aires.

Trabajaba (en una distribuidora de artículos de regalos) y estudiaba.

Comencé la carrera y la terminé. Me recibí de “Técnico en Radiología”; pero claro, una cosa son los libros, la teoría, y otra es la práctica.

Mientras eran dolencias leves, hacer un tórax frente o perfil, era algo sencillo, ahora, atender un joven con fractura expuesta, llorando de dolor…ahí cambió mi historia.

Faltaba solo terminar las prácticas, así que culminé la carrera, pero no era la clase de dolor con el que quería trabajar (todos los sectores tienen ciertas dolencias ¿o no?).

Mi “personalidad” no estaba hecha para eso. Definitivamente no soportaba (ni entonces, ni ahora) el dolor ajeno. En lugar de calmarlos, lloraba con ellos.

Consecuentemente, “colgué los guantes”. El título aún duerme en un folio en mi carpeta de títulos.

Por entonces, como comenté antes, trabajaba en una distribuidora de artículos de regalos. Era encargada del sector de recepción y control de mercaderías.

Ganaba bien y tenía una oficina que compartía con una compañera. Pero tampoco era lo que quería.

Decidí trabajar por mi cuenta, bajo los lemas: “generar mis propios ingresos”; “ser mi propio jefe”.

Y así fue.

Estudié y me recibí de profesora de aeróbica y daba clases.

Una joven, cliente del gimnasio, me propuso dejarme unos catálogos para vender los productos y tener una ganancia “extra” (una conocida marca de ropa interior de venta por catálogo). Luego, catálogos de productos de belleza bajo la misma modalidad. Con esos catálogos, incorporé a un par de señoras, que se sumaron a la venta. El resultado fue que gané casi como ellas sin haber vendido, lo que consecuentemente, me llevó a la conclusión que podía ganar “extra” sin grandes inversiones de tiempo, y… me dediqué a incorporar vendedoras.

En el camino fui haciendo cursos y capacitaciones, tanto para mí como para capacitar a mi grupo de venta, pues, al aumentar las ventas de las vendedoras y sus ganancias, obviamente, aumentaban también las mías.

El crecimiento experimentado me llevó a realizar diferentes viajes para participar de cursos y capacitaciones, solo que esta vez, pagaba la empresa, incluyendo hotel 5 estrellas, excursiones, regalos.

 

Tal fue el crecimiento que tuve ofertas de otras empresas, y si algo aprendí con los cursos, era que estaba en condiciones de “negociar”. Así, negocié algunas condiciones (dado que contaba con un importante grupo de vendedores/as), ¡y nos fue genial!

Trabajé varios años en la última empresa y crecí en cuanto a “ser comerciante”, siempre autocapacitándome y capacitando a los diferentes grupos de venta a mi cargo, distribuidos en todo el país.

Entre otras cosas, estudié Programación Neuro-Lingüística, Psicología Social, Comunicadora social, y me convertí en Asesora de Emprendedores (llevando a cabo un emprendimiento propio para demostrar que la teoría era viable, con absoluto éxito. Una vez que llegué al punto de empresa lo abandoné y continué con la enseñanza).

Mientras me capacitaba, continuaba mi crecimiento, acompañando este proceso con más incorporaciones, poniéndome en contacto con nuevas personas, algunas de las cuales se han convertido en parte importante de mi vida actual, estableciendo un fuerte lazo de amistad. Tal es el caso de Carol Andrea.

Allá por el 2006, leo un anuncio sobre un “Café Emprendedor” donde se dictaban charlas gratuitas para emprendedores y futuros emprendedores. Decidí asistir. ¿Qué podía perder?

Conozco así a su promotor, el señor Jorge Emilio Pons, quien se dedicaba a la rama informática y generó estos encuentros con el anhelo de establecer redes de contacto entre personas con similares inquietudes: las de hacer crecer sus negocios, viendo la manera de unir necesidades complementarias.

Cuando eso sucedía, cuando lograba unir emprendimientos complementarios, recuerdo que Jorge definía como un “momento mágico”.

Estos encuentros se realizaban una vez por mes (último viernes del mes) a los que asistí casi a todos.

Mientras tanto, asistía a cuantas charlas, cursos y capacitaciones podía.

En medio de esas capacitaciones, conozco a la Licenciada Liliana Emilia Bearzi. Una fuente de sabiduría y amor.

Con ella me formé en P.N.L. (Programación Neuro Lingüística) y Coaching Personal y Organizacional, entre otras capacitaciones. (Ver anexo, aunque no figuran todas las capacitaciones realizadas con Liliana).

Más tarde, proyectamos un trabajo juntas que se denominó “Tren Solidario”, en el cual brindábamos charlas y capacitaciones para emprendedores, que no trascendió en el tiempo debido a mi traslado a otra provincia.

Cuando finalizaba el año 2008, solicité a Jorge el desarrollo de “Café Emprendedor” en el Partido de La Matanza, donde yo vivía.

En lugar de eso, Él me animó a que lo iniciara yo. Contaba para ello con toda su ayuda.

Así fue que mientras asistía a las capacitaciones con Liliana, confiada en los consejos de Jorge, inicié, con su guía, una cadena de mails, que por entonces era la forma más efectiva y rápida de contacto, proponiendo las charlas entre emprendedores.

¡Imagínese mi emoción al escuchar el anuncio de llegada de un mail tras otro de personas interesadas!

Con los mismos interesados comenzamos a buscar un lugar de reunión, ofreciendo uno de ellos, la pizzería de su padre, a pocos metros de la estación de Rafael Castillo.

Como fruto de esas reuniones, a mediados del 2009, fundé y presidí la organización “Argentina Emprende”, dedicada a dar charlas, capacitaciones y brindar asistencia a los emprendedores de forma totalmente gratuita, y, en cada reunión, contaba con más adeptos que se sumaban al proyecto.

Ahí entendí de esos “momentos mágicos” de los que hablaba Jorge.

Pasado un año, en el 2010, me invitan a integrar una organización que se estaba formando y se consolidó un tiempo después de mi llegada, denominada Jóvenes Empresarios y Emprendedores del Partido de La Matanza (JEyEPLM) dependientes de la Unión Industrial del Partido de La Matanza, desempeñándome como vicepresidente, con mi querida Lorena Rial en la presidencia, desarrollando similares actividades que en la organización anterior, de guía y asistencia a los emprendedores, pero además participábamos de las reuniones de los empresarios, donde aprendíamos de los “maestros”, dueños de empresas, que compartían con nosotros las posibilidades de éxito y de fracaso de los negocios.

En este marco, me reunía asiduamente con distintos emprendedores, entre ellos, una gran mujer emprendedora que se convirtió en una estupenda amiga; Carol Andrea Skubisz, a quien animé a presentar su emprendimiento (y ella me animaba a mí). Emprendimientos que los veníamos trabajando desde el año 2008, e incluso antes en el caso de Carol. Hoy, gracias a su constante dedicación, su sueño es realidad. Pueden investigar de qué se trata, a través de las redes sociales (En Instagram: didácticos_ad).

Por mi parte, creé mi propio emprendimiento contando con el grupo de vendedores que había formado. Se trató de una línea de cosméticos de Spa bajo el sistema de venta directa. Registré la marca y tuvo una genial aceptación. (Registro bajo Acta 2.806.533 – Clase 3 y Clase 5 – Publicado en el Boletín de Marcas N°2691 – 14 de mayo de 2008) Cuando llegué al punto de “Empresa”, lo abandoné por motivos que no vienen al caso en este libro.

Lamentablemente, tuve que renunciar al cargo del Departamento JEyEPLM, pues me mudé a otro partido, Tigre, para ser más precisa a Don Torcuato, donde volví a ejercer la docencia (además de las actividades descriptas).

A finales del 2011, las vueltas de la vida, me llevaron nuevamente a mis raíces; a la provincia donde nací. Presenté mi renuncia, llevándome en el corazón a personas muy queridas (y grandes aprendizajes) tanto de La Matanza como de Don Torcuato.

Nuevamente en Formosa, decido continuar con la docencia (que, por si no lo notaron, nunca la abandoné. Seguía adquiriendo y transmitiendo conocimientos, solo que no dentro de una escuela).

He trabajado en uno y otro establecimiento, hasta llegar, en el año 2014, a la escuela de modalidad EIB, en el barrio Namqom, conformada en un 90-95% por niños de la comunidad Qom, donde trabajé con alumnos de 5° y 6° grado hasta el año 2015, volviendo al primer ciclo, en el año 2016, desempeñándome hasta el momento de gestar este libro, con el mismo grupo de alumnos desde primer grado, hasta sexto, a pedido de los padres, a quienes estaré eternamente agradecida por la confianza depositada.

Aclaración: Este libro no es biográfico. Solo expongo algunas de las actividades y estudios que realicé, como muestra que no hay que esperar que la suerte golpee a la puerta, o el gobierno ofrezca una capacitación, o hacer ese curso porque otorga puntaje. ¿Me explico?