Buch lesen: «La actualidad del padre Juan de Mariana»
Cuatro siglos después de se muerte, en su ciudad natal, Talavera de la Reina, se celebró el Congreso Internacional La actualidad del padre Juan de Mariana. Veintiún trabajos de filósofos, historiadores y economistas, de múltiples instituciones y países, que elogian y critican a Mariana; que le siguen con cuidadoso método o, como modernos cocineros, lo deconstruyen; que lo analizan en su tiempo y lo usan como pretexto para desarrollar sus inquietudes; que lo comparan con sus contemporáneos y rastrean su presencia en autores muy posteriores; que describen a vuelapluma su tiempo o buscan rastrear lo profundo de su intimidad o las paradojas de su circunstancia. En definitiva, gustos, aficiones y juicios diversos, como diverso fue, sin duda, el personaje que les ha interesado.
Juan de Mariana
(Talavera de la Reina, 1536 - Toledo, 1623)
Estudió artes y teología en la Universidad de Alcalá y, a los diecisiete años, ingresó en la recién aprobada Compañía de Jesús. Llamado a Roma por el segundo prepósito general jesuita, Diego Laínez, enseñó en esta ciudad, en Sicilia y en París, hasta regresar, en 1574, a España. Desde entonces y hasta su muerte, en 1623, retirado en Toledo, se concentró en la labor pastoral y en el estudio. Fue consciente de los graves problemas teóricos asociados a las nuevas formas políticas y en ellos centró su atención.
La actualidad del padre Juan de Mariana
Congreso internacional, 22, 23 y 24 de marzo de 2017. Talavera de la Reina
La actualidad del padre Juan de Mariana
Congreso internacional. 22, 23 y 24 de marzo de 2017. Talavera de la Reina
Director
Jacinto Rivera de Rosales
Coordinadores
Francisco Javier Gómez Díez
Ignacio Monar García
José Luis Pozo Fajarnés
Julián Rodríguez Ortega
© 2018 Los autores de sus textos
© 2018 Editorial UFV
Universidad Francisco de Vitoria
Crta. Pozuelo-Majadahonda, km 1,800
28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Primera edición: abril de 2018
ISBN edición papel: 978-84-16552-45-0
ISBN edición digital: 978-84-18360-17-6
Depósito legal: M-11789-2018
Imagen de portada: | Pórtico de los pies de la basílica de Nuestra Señora del Prado, Talavera de la Reina. Soldados de Felipe II con sus arcabuces y lanzas ante Cristo, precedidos por un importante caballero arrodillado. Atribuído a Juan Fernández (h. 1580). Fotografía de José Luis Filpo Cabana (marzo 2011). |
Impresión: Producciones Digitales Pulmen S. L. L.
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Impreso en España - Printed in Spain
ÍNDICE
Presentación
Francisco Javier Gómez Díez
Prólogo
Ignacio Monar García
Justificación de la convocatoria de un congreso internacional sobre la figura y la obra del padre Juan de Mariana (1536-1624)
Julián Rodríguez Ortega
Mariana y los jesuitas
José Luis Villacañas Berlanga
Juan de Mariana y la ciencia
Carlos M. Madrid Casado
¿Es la Historia general de España del padre Mariana una verdadera historia sin perjuicio de representar una historia verdadera?
Íñigo Ongay de Felipe
Las referencias a la Historia general de España del padre Mariana en la obra de Hugo Grocio De iure belli ac pacis (1625)
León M. Gómez Rivas
El padre Juan de Mariana y el antifranquismo. El caso de Gonzalo Puente Ojea
Miguel Ángel López Muñoz
Enfermedades y remedios de la Compañía. El diagnóstico del padre Mariana y otros pensadores jesuitas
Laura Lara Martínez
El tiranicidio en Mariana y en Suárez. La ausencia del primero en las citas del segundo
Pablo Font Oporto
Juan de Mariana economista. Una referencia teórica a las alteraciones monetarias
Cecilia Font de Villanueva
Juan de Mariana: poder político y tiranicidio
Jacinto Rivera de Rosales
Influencia de Juan de Mariana en los Estados Unidos de América: John Adams
Ángel Manuel Fernández Álvarez
Mariana: de la teología política a la política teológica
Luis Carlos Martín Jiménez
¿Quién fue Juan de Mariana? En busca de un pensador político europeo
Harald E. Braun
Juan de Mariana, ¿memorialista?
Francisco Javier Gómez Díez
La cuestión del tiranicidio en Mariana y los reyes franceses del momento
Fernando Centenera Sánchez-Seco
Gobierno jesuita y territorio en tiempos de Juan de Mariana
David Martín López
Dos visiones sobre la relación Iglesia-rey san Isidoro y Juan de Mariana
Francisco José Delgado Martín
«El rey no nace, se hace»
Atilana Guerrero Sánchez
Poder y terror: las convergencias de Mariana y Espinosa
Fernando López Laso
Juan de Mariana y la expresión del conflicto entre católicos y protestantes en su época y tras 500 años de la Reforma (confirmación del sintagma «actualidad del pensamiento de Mariana» que aparece en el rótulo del congreso)
José Luis Pozo Fajarnés
La teoría monetaria del padre Juan de Mariana
José Carlos Rodríguez
El padre Mariana y el mito de Bernardo del Carpio
Iván Vélez Cipriano
Los autores
PRESENTACIÓN
Francisco Javier Gómez Díez
Menos por ajustarse a las enseñanzas evangélicas que por el escaso interés de estas primeras líneas, me toca escribirlas, como representante de una institución, la Universidad Francisco de Vitoria, que fue la última en incorporarse a este proyecto.
La organización del congreso «La actualidad del padre Juan de Mariana» fue iniciativa de un grupo de profesores del instituto talaverano que lleva su nombre. De ellos es sin duda el mérito. Ellos lo idean, lo proponen y lo organizan. Como secretario del Foro Hispanoamericano Francisco de Vitoria, me hacen llegar sus intenciones y, con relativa facilidad, consiguen mi colaboración y la de mi universidad. Una colaboración reducida en la organización del congreso —reducida, no nos atribuyamos méritos ajenos—, una colaboración económica y, muy especialmente, el compromiso de editar las actas. Al hacerlo, creemos estar respondiendo a nuestra misión como Universidad, tanto por el tema del congreso como por sus pretensiones y características.
La Universidad Francisco de Vitoria tiene —y su nombre así lo manifiesta— un compromiso y un interés en la recuperación del riquísimo patrimonio intelectual representado por el pensamiento universitario que se desarrolla en los dominios de la Monarquía hispánica en los siglos XVI y XVII; un grupo de pensadores, principalmente dominicos y jesuitas, que, dando respuesta a importantes retos históricos, procedieron a renovar la escolástica.
Con independencia de que el término Escuela de Salamanca fuera acuñado recientemente y sea muy controvertido, ya en el siglo XVI se tenía clara conciencia de la existencia de una escuela, y así lo manifiestan los dos discípulos más directos de Francisco de Vitoria: Domingo de Soto y Melchor Cano.
Iniciando su actividad en el ámbito propiamente universitario (Salamanca, Alcalá, Coímbra y las nuevas universidades americanas), tuvo una clara influencia en la actividad misionera, jurídica, administrativa y política a ambos lados del Atlántico, en una época marcada por la apertura a la Modernidad: nacimiento de los nuevos estados monárquicos; cuestionamiento de las autoridades universales del Imperio y el papado; reformas y Reforma eclesiales; confesionalización creciente de las monarquías; descubrimientos geográficos y, muy especialmente, el de América; proyección evangelizadora; desarrollo de nuevas formas de economía mercantil y acelerados ritmos de crecimiento económico; imprenta; tensiones con el islam; etc.
Si bien el núcleo central de su pensamiento podemos situarlo en la teología, por la misma concepción que tiene de esta disciplina, esta pléyade de intelectuales abarcó la práctica totalidad de lo que hoy denominaríamos ciencias humanas. Analizó los problemas teológicos, económicos, políticos y sociales para guiar la toma de decisiones en los distintos ámbitos del actuar humano. De esta forma, sin pretenderlo, sentó las bases del pensamiento económico moderno: es responsable de avances teóricos en la relación entre valor de uso, valor de cambio y precio, la ecuación cuantitativa, la formación competitiva de los precios y el precio justo, la naturaleza y licitud condicionada del interés y la ganancia empresarial, entre otras. Manifestó una clara preocupación en torno a la convivencia, la política y los límites del poder político: pactismo y consensualismo; poder limitado y Estado de derecho; separación de los poderes temporal y espiritual. Por último, no fue ajena a las implicaciones de la globalización y las relaciones con otras tradiciones culturales, con las minorías y con los no cristianos, que le llevó a preguntarse, utilizando terminología actual, sobre los derechos humanos, la tolerancia y la libertad religiosas, el derecho internacional, la guerra justa, el colonialismo, etc. Como consecuencia, nos legó un riquísimo patrimonio intelectual de gran riqueza y actualidad.
Este patrimonio tiene en Francisco de Vitoria a su primer referente y en Juan de Mariana a uno de sus destacados representantes, y, por eso, buena parte de estos problemas han interesado al presente congreso. Al mismo tiempo, la integración de los ámbitos de estudio propios de la llamada Escuela de Salamanca es coherente con la integración natural de los saberes sobre el hombre, que ha estado presente desde sus comienzos en el pensamiento filosófico, y con los objetivos explícitos de la Universidad Francisco de Vitoria.
Por todo esto, el congreso nos resultaba atractivo y sus características nos imponían, por otras razones, la obligación de colaborar.
Este congreso, junto a lo que ha tenido de original y científico, de reflexión profunda sobre un hombre, su tiempo y su obra, tuvo también, desde el principio, otra dimensión. No pretendía encerrarse sobre sí mismo, no era solo una reunión de especialistas. Pretendía dar a conocer a un público amplio sus resultados: el sentido y la originalidad de Juan de Mariana. Por eso, la Universidad Francisco de Vitoria se sintió más obligada, si cabe, con su éxito; por eso participamos en él y presentamos hoy sus actas, porque la labor de la Universidad no puede reducirse a la docencia ni a la investigación, por mucho que esta, profunda, real, sincera y arriesgada, sea el fundamento de la verdadera enseñanza. Si la investigación genera ideas dirigidas a los especialistas y a la discusión con estos, luego debe hacerse servicio proyectando sus frutos en diversas áreas —también la docente— y dirigiéndose al gran público; se refleja en congresos, simposios y conferencias, en columnas de opinión, en reseñas, artículos, ensayos y libros, en debates, entrevistas y correspondencia. Es decir, la Universidad enseña y estudia, y al hacerlo constituye ese tan repetido «ayuntamiento» que solo cobra su auténtico sentido como alianza de servicio. Los universitarios —profesores y alumnos—, si se desentienden de los problemas sociales, se convierten en zánganos inmorales e innecesarios. Convencidos de esto, nos sentimos orgullosos de que Francisco de Vitoria fuera, antes que ninguna otra cosa, un maestro que hizo de la vocación de servicio el centro de su ideal universitario: conciencia crítica y creadora de la realidad, diríamos en un lenguaje actual.
Releyendo el prólogo con el que Juan de Mariana presenta la versión castellana de su Historia general de España, caí en la cuenta de que tres de los rasgos con los que caracteriza su obra podían servirme para hacer yo lo mismo. Escribe Mariana:
El trabajo puedo yo testificar ha sido grande, la empresa sobre mis fuerzas, bien lo entiendo; mas ¿quién las tiene bastantes para salir con esta demanda? Muchos siglos, por ventura, se pasaran como antes si todo se cautelara. Confío que si bien hay faltas, y yo lo confieso, la grandeza de España conservará esta obra; que a las veces hace estimar y durable la escritura el sujeto de que trata.
Sin duda, esto debieron pensar Julián, José Luis e Ignacio cuando se aventuraron a organizar el congreso. El trabajo superaría las fuerzas de los comprometidos y las de cualquier otro que se lo planteara, pero el exceso de cautela solo conduciría a posponer sine die un proyecto que valía la pena. El resultado final les agrada, pero les deja, sin duda, insatisfechos, esperando que lo que no se haya alcanzado lo compense la riqueza del autor estudiado y las múltiples dimensiones que su obra posee.
Unas líneas más arriba, comparando a los españoles con otros pueblos y al texto original latino de su obra (Historiae de rebus Hispaniae) con la traducción al castellano que presenta, en 1601, a Felipe III, Mariana sentencia: «[…] cada ralea de gente tiene sus gustos, sus aficiones y sus juicios».
Cuatro siglos después, nos vemos obligados a sustituir ralea por un término más acorde con nuestra época, pero el congreso confirma la observación de Mariana. Son veintiún trabajos de filósofos, historiadores y economistas, de múltiples instituciones y países, que elogian y critican a Mariana; que le siguen con cuidadoso método o, como modernos cocineros, lo deconstruyen; que lo analizan en su tiempo y lo usan como pretexto para desarrollar sus inquietudes; que lo comparan con sus contemporáneos y rastrean su presencia en autores muy posteriores; que describen a vuelapluma su tiempo o buscan rastrear lo profundo de su intimidad o las paradojas de su circunstancia. En definitiva, ralea de gente de gustos, aficiones y juicios diversos, como diverso fue sin duda el personaje que les ha interesado.
Nacido en Talavera de la Reina, en 1536, estudió artes y teología en la Universidad de Alcalá y, a los diecisiete años, ingresó en la recién aprobada Compañía de Jesús, compartiendo el noviciado con Luis de Molina. Con él discrepará y se cruzará en repetidas ocasiones, tantas como aparecen vinculados en los trabajos que hoy presentamos. Llamado a Roma por el segundo prepósito general jesuita, el padre Diego Laínez, enseñaría en esta ciudad, en Sicilia y en París, hasta regresar, en 1574, por supuestas razones de salud, a España. Desde entonces, prácticamente recluido en la casa profesa de Toledo hasta su muerte, en 1623, se concentró en la labor pastoral y en el estudio. Era consciente, en pleno apogeo de la monarquía de Felipe II, de los graves problemas teóricos asociados a las nuevas formas políticas, y en ellos centró su atención. Si buena parte de su tiempo lo dedicó a la redacción de su Historia, otras muchas labores intelectuales le ocuparon. Entre ellas destaca De rege et regis institutione (1599), donde presenta su famosa reflexión sobre el tiranicidio, analizado en nuestro congreso por Pablo Font Oporto y Fernando Centenera Sánchez-Seco.
Esta obra, De rege, quizás no nace directamente de su experiencia parisina, pero está marcada por haber sido Mariana testigo de los enfrentamientos entre católicos y hugonotes que desembocaron en la Noche de San Bartolomé, el 24 de agosto del año 1572. Es, además, origen de su prolongada buena y mala fama internacional. Sobre ella escribe Harald E. Braun y, analizando cuestiones más específicas, rastrean su influencia otros trabajos del congreso.
En 1578 había recibido el encargo de informar sobre la heterodoxia de la Biblia políglota del humanista Benito Arias Montano. Tras dos largos años de trabajo, el informe será favorable y tan bien fundamentado que otros delicados trabajos del mismo cariz se le encomendarán: la supervisión de un Manual para la administración de los sacramentos, la corrección de las actas de los concilios diocesanos de Toledo o la redacción del Índice expurgatorio de 1584.
Su sentido de la responsabilidad, que tantas veces agravó su dureza de carácter, le reportaría problemas con la Corte y, a título póstumo, con su propia orden. Su tratado De monetae mutatione le llevaría año y medio a prisión por orden del duque de Lerma, valido de Felipe III; y la publicación, en 1625, de su Discurso de las cosas de la Compañía le convertiría, durante tres siglos, en blanco de las sospechas y las críticas de otros jesuitas. Si varios trabajos del congreso estudian a Mariana en el seno de la orden de la que formó parte —así lo hacen David Martín López y Francisco Javier Gómez Díez—, su concepción de la política y la responsabilidad del gobernante es estudiada por José Luis Villacañas en el trabajo que abre estas actas.
Otras muchas cuestiones nos han interesado, aunque sabemos que no tantas como a Mariana, y tememos que, quizás, no tan importantes.
Si Mariana, en el prólogo ya citado, escribe al rey: «Ninguno se atreve a decir a los reyes la verdad; todos ponen la mira en sus particulares […]», es lógico que ese espíritu, crítico con reyes, superiores religiosos, validos, hermanos de religión, colegas y rivales que llevó a ver en Mariana un hombre de «santo celo y libertad al hablar cuando y como no conviene» (P. Claudio Acquaviva, S. J.) y, en una dirección algo distinta, uno con el que «para tener paz era menester sin replica hacer todo cuanto quería» (P. Diego de Avendaño, S. J.), genere resultados académicos tan críticos como diversos.
Esperamos que algo de lo mejor de este espíritu se vea reflejado en las actas del congreso internacional «La actualidad del padre Juan de Mariana».
PRÓLOGO
Ignacio Monar García
ORIGEN DEL PROYECTO
Al comienzo del curso escolar 2016/17, exactamente el 27 de octubre de 2016, un grupo de profesores nos reunimos a comer en Talavera de la Reina. El convocante de dicha comida, José Luis Pozo Fajarnés, nos propone llevar a cabo un congreso sobre la obra del padre Juan de Mariana. Otro compañero y gran amigo, Julián Rodríguez Ortega, se muestra tan entusiasta y convencido que pienso que es inevitable colaborar en esa tarea.
Tengo algunas fotos de ese día y conservo una hoja con las anotaciones que tomé durante aquella primera toma de contacto. En aquel folio, escrito a modo de «lluvia de ideas», escribí esta pregunta: «¿Qué sé yo de Mariana?». Debajo hice una pequeña lista: «Da nombre al instituto más antiguo de Talavera. Jesuita. Su padre era cura. Placa con su nombre en la basílica del Prado. Escribió sobre si es lícito matar al tirano».
Voy a añadir otras dos confidencias. Durante los meses de preparación, tanto Julián como José Luis vivieron situaciones familiares de diverso signo: el primero recibió la noticia de la llegada de su segundo hijo —con sus lógicas responsabilidades—, y Josechu conciliaba las múltiples gestiones congresuales con la atención necesaria a su hermano, que sufría el proceso final de una enfermedad que terminó por llevárselo.
¿Por qué cuento estos detalles? Me atrevo a ello porque deseo subrayar que solo en la dimensión personal —la que acerca nuestras vidas y las humaniza— se dignifican nuestros actos. En lo fundamental, el congreso sobre el padre Juan de Mariana fue un trabajo compartido que generó amistad. Se hizo con honestidad y con medios sencillos. ¿Les importa que comparta mi orgullo con ustedes?
¿POR QUÉ MARIANA?
Es significativo lo poco que sabemos de los personajes de nuestro pasado. Talavera de la Reina no es una ciudad especial a la hora de desconocer su historia; parece que lo exótico vale más y merece más nuestra atención que lo propio como regla general. Sin embargo, afortunadamente, algunos conciudadanos se empeñan en desmontar esta falsa creencia y llevan tiempo trabajando en esta tarea intelectual, que es casi un rescate. Grupos de investigación histórica (el colectivo Arrabal, La Enramá, la Asociación Barbacana), acompañados del trabajo serio y constante de estudiosos como Ángel Ballesteros, José María Gómez, César Pacheco, José Luis Reneo, Francisco Peñalver, Ángel Monterrubio y un largo etcétera, han mantenido viva la curiosidad por nuestra historia más cercana. Unirse humildemente a ellos en este propósito ha sido muy gratificante.
El motivo central de nuestro interés por Mariana nacía del hecho de dar nombre al instituto de educación en el que trabajamos los impulsores del congreso. En su momento, —más de cincuenta años hace de ello—, el claustro de profesores así lo propuso. En los anales del centro se cuenta cómo el padre Juan de Mariana sirvió en numerosas ocasiones como modelo para representaciones teatrales, concursos literarios, etc. Después, aquellos fervores iniciales fueron, lógicamente, dejando paso a otras preocupaciones pedagógicas: la Constitución, la defensa del Tajo, el bicentenario de la batalla de Talavera, etc. De algún modo, Mariana se fue diluyendo en cierto olvido.
En 2015, el centro celebró con diversos actos su cincuenta aniversario. Hubo una jornada de reencuentro de antiguos y actuales profesores, y en ella tuvo lugar la inauguración de una gran placa de excelente cerámica talaverana con el retrato del jesuita. Bajo esta, una acertadísima cartela resume la esencia del personaje: «Padre Juan de Mariana (1536-1624). De la Compañía de Jesús. Historiador. Filósofo. Teólogo. Escribió la primera Historia general de España».
Fue una idea excelente. Miles de alumnos —no exagero— pueden ahora poner cara al jesuita que da nombre a su centro y reconocer, siquiera brevemente, sus aportaciones.
Pero existía una deuda más profunda con el padre Juan de Mariana; con el congreso proyectado pretendíamos subsanarla.
No habían pasado dos meses y el 11 de diciembre ya disponíamos de un programa para empezar a recibir las primeras inscripciones. El proyecto había tomado forma muy rápida y es preciso decir que en ello fue decisivo el apoyo del ayuntamiento de nuestra ciudad, particularizado en la persona de su concejala de Educación, D.ª María Victoria González Vilches, y también del centro asociado de la UNED de Talavera, y, en concreto, D. Enrique Martínez de la Casa, su director. Pronto sumamos a estos decisivos patrocinadores también la Fundación Cardenal Herrera Oria y la Universidad Francisco de Vitoria.
UN CONGRESO RIGUROSO Y DINÁMICO
El padre Juan de Mariana era, sin duda, un pensador heterodoxo, crítico y nada tradicional, pero también meticuloso y exhaustivo en sus trabajos. De alguna manera, un congreso sobre su figura debía reflejar estas características. El elenco de los ponentes y participantes buscó responder a estas premisas.
Deseábamos escuchar voces contradictorias, enfoques diversos. Hago notar que entre las instituciones colaboradoras se encuentran el Nódulo Materialista y el Instituto Teológico de Toledo, el Cine Club Mariana y el Departamento de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Obviamente, venían de lugares muy distintos entre sí.
Bastará con dar un repaso a los autores citados en el índice de estas actas para darnos cuenta de la muy diversa procedencia de las comunicaciones y conferencias. También en eso se percibe la pluralidad: Iñigo Ongay de Felipe, profesor de la Universidad de León, México; Harald E. Braun Senior Lecturer in European History (Profesor titular de Historia Europea), University of Liverpool; José Luis Villacañas Berlanga, catedrático de Filosofía en la Universidad Complutense y director de la Biblioteca Saavedra Fajardo de Pensamiento Político Hispánico; investigadores asociados a la Fundación Gustavo Bueno, profesores de la UDIMA, de la Universidad Francisco de Vitoria, de la Universidad Loyola de Andalucía, de la UNED, del Instituto Teológico San Ildefonso de la Diócesis de Toledo, de la Universidad de Alcalá, de la Europea de Madrid y de la de Castilla-La Mancha, profesores de centros de secundaria, etc.
Hubo momentos de amistosa confrontación en algunas mesas redondas, como aquella en la que el pensamiento liberal del Instituto Mariana compartió espacio con los incisivos representantes de la escuela de Gustavo Bueno. La confluencia —sin polémica— de estos diferentes enfoques es uno de los objetivos cumplidos de los que estamos más satisfechos los organizadores.
RECUPERAR LA FIGURA DE MARIANA PARA SU CIUDAD NATAL
Este congreso ha tenido un carácter internacional por la procedencia de sus ponentes e incluso de los matriculados al mismo, como hemos visto. Pero dado que su realización ha tenido lugar en Talavera de la Reina (Toledo), ciudad natal de nuestro autor, adquirió una notable dimensión local; el padre Juan de Mariana tenía que ser reivindicado en su propia tierra, a la que quiso tanto.
Por todo ello nos pareció oportuno realizar una serie de actos precongresuales, a fin de ir anticipando el mismo a la sociedad talaverana. Además de una presentación a los medios, se organizaron tres conferencias: una primera, mesa compartida entre Iván Vélez Cipriano y José Luis Pozo Fajarnes, abrió el camino; la segunda, a cargo de José Carlos Rodríguez, periodista y fundador del Instituto Juan de Mariana, y la tercera, a cargo de D. Jaime Olmedo, académico y filólogo, acompañado por D. José María Gómez Gómez, historiador talaverano.
Talavera tiene, afortunadamente, una buena pléyade de intelectuales. Puede alegrarse de ello. Debemos resaltar que el carácter abierto del congreso en las sesiones realizadas en el Centro Cultural El Salvador ha permitido la asistencia de muchos talaveranos que mostraron su complacencia al comprobar la talla del jesuita objeto de estudio. Entre ellos, por ejemplo, contamos con la presencia de alumnos de la Universidad de Mayores José Saramago y de varios institutos de la ciudad.
Sería injusto no destacar en este sentido la predisposición del Ayuntamiento de Talavera: su apoyo económico, por supuesto, pero también, insisto, la cercanía personal de nuestra concejala de Educación, D.ª María Victoria González Vilches, que coordinó todo lo referente al congreso. Un detalle no menor fue la cesión temporal de un excelente retrato del jesuita que decora las salas del ayuntamiento. Finalmente, la presencia del Sr. alcalde de Talavera, D. Jaime Ramos Torres, en la jornada de clausura hizo patente este apoyo.
Quisimos, en especial, hacer un homenaje público al padre Juan de Mariana con la colocación de un detalle floral en la estatua que se erige justo frente al ayuntamiento y el Teatro Victoria. Dicho acto, además, contó con las palabras de nuestro querido amigo de D. Luis Francisco Peñalver Ramos, historiador y autor de El monumento al padre Juan de Mariana en Talavera de la Reina; historia de un proceso: 1866-1888. Estuvo presente también la concejala de Cultura, D.ª María de los Ángeles Núñez.
No faltó, a continuación. una visita guiada con los congresistas por la plaza del Pan y, sobre todo por La Colegial, edificio religioso que tanta relación tiene con Mariana. Los sacerdotes responsables nos abrieron amablemente sus puertas. También disfrutamos de las explicaciones de D. Domingo Portela, arqueólogo y director técnico de la última restauración.
LA UNED DE TALAVERA Y SU PATROCINIO ACADÉMICO
El director del centro asociado de Talavera, D. Enrique Martínez de la Casa, acogió desde el primer momento el proyecto que le presentamos. Un congreso debe tener, por supuesto, el respaldo de una institución académica, no solo por la validez de sus títulos, sino porque son precisas infraestructuras informáticas, direcciones, salones para las comunicaciones, recepción de matrículas, comunicaciones a prensa, propaganda, etc.
La implicación de la UNED Central se confirmó con el nombramiento como director del congreso de D. Jacinto Rivera de Rosales, catedrático de Filosofía de la UNED. Él aportó la talla académica precisa. El trato cotidiano durante los días del congreso nos permitió disfrutar de su buen hacer y nos sentimos muy agradecidos por ello.
Tampoco quisiéramos olvidar aquí al personal del centro asociado que estuvo constantemente pendiente de cualquier detalle, con su habitual diligencia y eficacia.